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Cancionero popular de Jujuy

Juan Alfonso Carrizo



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ArribaAbajoDiscurso preliminar

  —VIII→  

Al doctor Juan B. Terán
escritor eminente y propulsor
de la cultura del Tucumán

  —IX→  

ArribaAbajo Capítulo I

La Puna


  —X→  

ArribaAbajo Título I


- I -

Situación y descripción fisiográfica


La provincia de Jujuy, situada al norte del país, en los confines con Bolivia, es montañosa y ofrece en su topografía tres regiones más o menos características: una altiplanicie que oscila entre los tres mil quinientos y cuatro mil metros de altura, fría y seca, de vegetación escasa y poco poblada; una larga quebrada que desciende de esa altiplanicie en pendiente suave hasta los mil doscientos metros, de clima apacible, relativamente fértil, más poblada que la anterior y por último una región de valles, de clima y vegetación subtropicales, en donde se ha concentrado la población. A esta diferenciación topográfica, corresponde una diferenciación étnica y cultural, más o menos característica, determinada en parte por el clima y sobre todo por la historia. En conjunto, estas tres regiones hacen una superficie de 43630 kilómetros cuadrados, con una población de cien mil habitantes, que distribuidos en relación a su densidad resulta, que al altiplano le corresponden 0.2; a La Quebrada 1 y a los valles del sud y naciente 5 habitantes por kilómetro cuadrado.

Para mejor comprensión de este cancionero haré una semblanza de cada una de estas regiones, y agregaré algunos datos históricos y etnográficos que creo indispensables.

Sea que tomemos la Quebrada del Toro por el Abra del Palomar o Muñayoc, o la Quebrada de Humahuaca, por Tres Cruces o Purmamarca, llegaremos al extremo meridional de la meseta perú-boliviana conocida con el nombre de Puna de Jujuy o simplemente Puna. El solo recorrido de estas dos grandes quebradas ya enseña al viajero lo que es la Puna; pues gradualmente va dejando a sus espaldas con la vegetación, el aire templado de las regiones bajas y las poblaciones que se extienden a lo largo de los ríos para llegar a una inmensa llanura desierta, situada a más de 3500 metros de altura, donde la respiración se hace difícil, el suelo es árido y pedregoso, las yerbas adquieren un color amarillento, el cielo es diáfano, las cumbres vistas de lejos parecen cortadas a tijeras y el aire es frío y seco, es La Puna. Ella ocupa cerca de la mitad del territorio jujeño pues tiene 17000 kilómetros cuadrados más o menos. Su suelo está cruzado de norte a sud por dos cordones   —XI→   principales: el primero formado por las sierras de Quichagua, Moreta y Escaya (conocido en los textos por sierras de Cochinoca) y el segundo compuesto por las alturas de Guadalupe, San José, San Francisco y Yoscaba, esta última en ramas del cordón (también conocidas por sierras de Rinconada y Santa Catalina). Las cumbres de Santa Victoria, Aguilar y Chañi al naciente y al sud los últimos estribos septentrionales de la serranía del Acay que transversalmente se unen al Chañi, son los límites naturales de esta meseta que se extiende al poniente hasta la cordillera de los Andes y al norte hasta el altiplano perú-boliviano. Los ríos que la surcan son pocos, nacen de los nevados y permanecen helados gran parte del año, debido a la temperatura que a veces suele descender a 17 grados bajo cero.

Ni la sequedad de la atmósfera ni la baja presión barométrica1, ni el frío, ni los vientos helados que barren estos desiertos casi todo el año han impedido la permanencia del hombre y de animales silvestres en estas regiones y en efecto en las ollas que ofrecen las serranías citadas se levantan los caseríos y en las cumbres y faldas en donde puede crecer la yerba, el ichu de los antiguos peruanos, viven llamas, vicuñas, y guanacos naturales de la región y burros, ovejas, cabras y algunos vacunos aclimatados en estos últimos años.




- II -

Razas de indios que la poblaban


El aborigen de estas regiones es el puneño, heredero de las razas autóctonas que poblaban la Puna antes de la venida de los españoles.

Parece ser que en épocas prehistóricas poblaban la Puna varias tribus de indios, entre ellas los atacamas o apatamas, los omaguacas, los chichas y al parecer, también algunas familias de los uros. Trataremos de dar noticias de cada una de estas tribus para tener alguna idea sobre la antigüedad de las tradiciones puneñas.




- III -

Los atacamas. Investigaciones etnográficas


Pocos son los etnógrafos y arqueólogos que hayan visitado la Puna; el primero en dar noticias es el doctor Max Uhle quien anduvo en 1893; el segundo fue el conde Von Rosen perteneciente a la «Misión sueca» que exploró Casavindo en 1901, el tercero fue el barón Erland Nordenskiöld que estuvo en las Salinas Grandes y ascendió al Chañi en 1904 y el último fue Eric Boman que anduvo por gran parte de la Puna en ese mismo año.

Según el criterio de Nordenskiöld y de Boman los utensilios hallados en las Salinas Grandes, Casavindo, Cochinoca y parte de Santa Catalina, revelan que los naturales fueron atacamas, de la misma familia de los pobladores de Calama, en las orillas del río Loa (Chile). Las semejanzas de las hachas de piedra halladas por Nordenskiöld y Boman en los bordes de las Salinas Grandes y Lipán, con las halladas en Calama que servían para cortar los bloks de sal2, la evidente igualdad en el tocado de las cabelleras halladas en cabezas momificadas en Sayate y en el cementerio de Calama3, los arcos de flechas, los fragmentos de calabazas pirograbadas, la alfarería grosera de Sayate y Calama4, las flechas hechas en igual forma y con igual material en Sayate y Calama5, las agujas de coser, las palas de piedra6, las tablitas grabadas y algunos otros implementos de uso común, entre los prehistóricos pobladores de la región occidental de las sierras de Cochinoca y de Calama, han llevado a Boman a este razonamiento: «En Calama sobre los bordes del río Loa M. E. Sénéchal de la Grange ha descubierto una gran necrópolis;   —XII→   y comparando los numerosos objetos que allí ha exhumado con los de Cochinoca y de Rinconada, se ve que no hay objetos en Calama de los cuales no se ha encontrado un otro espécimen semejante en la Puna de Jujuy»7 y agrega después esta conclusión: «Cuando en una y otra de dos regiones uno se encuentra constantemente en presencia de vistigios que ofrecen los mismos caracteres generales, y cuando se encuentran a cada instante pequeños útiles y otros objetos muy particulares que en todo tienen la misma forma, la misma factura y la misma técnica hasta en sus menores detalles y tan similares que parecen haber sido hechos por el mismo obrero; delante de estos hechos, uno no puede dudar en clasificar estos vestigios como provenientes del mismo pueblo»8.




- IV -

Noticias históricas sobre la existencia de atacamas en la Puna


Este sabio etnógrafo como se ve identifica con los atacamas a estos indios que habitaron los bordes de las Salinas Grandes, Sayate, Casavindo, Cochinoca y parte de Santa Catalina. Réstanos averiguar si los atacamas vivieron en estos mismos lugares cuando llegaron los españoles, en 1536 con Almagro o en 1543 con Diego de Rojas; veamos lo que dicen los cronistas a este respecto. En la carta que los oidores de la Audiencia de Charcas dirigen al Rey, con fecha 30 de octubre de 1564, dicen estos magistrados: «los que salieron huyendo de Calchaquy con otros, algunos hasta veinte y cinco o treinta hombres, entraron por la provincia de los chichas a se juntar con Francisco de Aguyrre a donde les había escrito se juntasen y los indios omaguacas y apotamas y de Casavindo que están delante de los chichas todos repartimientos de esta ciudad por persuación y con ayuda del cacique Calchaqui (don Juan de) vinyeron de guerra contra ellos y les dieron una guazavara lo cual fue causa que se retraesen a Suypacha, pueblo de los chichas»9. El licenciado Matienzo, en su libro: Gobierno del Perú, escrito en 1567, dice en el capítulo XVI. «La Provincia de Tucumán es grande y muy poblada, hay en ella muchos indios, su districtu y términos parece que debe ser desde Xuxui allí ha de haber un pueblo de españoles, han de servir los indios de Omaguaca y apotamas y Casavindo y los diaguitas de Calchaqui y los de Salta»10.

A estas dos referencias sobre la existencia de atacamas en la Puna, cabe agregar una otra del factor de Potosí, Juan Lozano Machuca, quien en su carta al virrey del Perú, don Martín Enríquez, fechada en Potosí, en 1581 dice; hablando de los Lipes «y así mismo dice (su informante Sandes) hay otros indios (a más de los cuatro mil indios uros y de otros cuatro pueblos también de uros que se llaman: pololo, notuma, horomita y sochusa) que confinan con los indios de guerra de omaguacas y Casavindo y tienen trato y comercio con estos lipes los cuales están neutrales que no son de paz ni de guerra y entran en Potosí con nombres de lipes y atacamas, con ganados y, otras cosas de venta y rescate»11. En las relaciones citadas se distingue a los omaguacas, casavindos y atacamas más no se señala el lugar o los lugares que habitaban. Los cronistas diferencian los atacamas de los casavindos como si fueran pueblos distintos.

Según referencias verbales del doctor Ernesto Sourrouille que se ha especializado en la lingüística india de estas regiones y ha tenido la suerte de examinar mucha documentación privada, de títulos de encomiendas de la época primera de la colonización, estas tribus serían ramas de un mismo conglomerado étnico por lo menos lingüístico. Según él lo confirma la toponimia, la antroponimia y la historia, así dice: numerosos apellidos indígenas corresponden al atacameño o ckunza incluso toda la dinastía de caciques omaguacas de los fines del siglo XVI y primera mitad del XVII   —XIII→   (Socomba, Chapor, Viltipoco, Chocobar etc.) nombres de lugar como Coranzuli existen en el norte de la Puna de Atacama, en la sierra de Aguilar y en el departamento de Iruya. Cabalonga es Cabur-luncu, como corcobado. El río de Coranzuli de Atacama se llamó Moraite y la desinencia aite la encontramos en toda la Puna, así: Mocaraite, Chipaite, Abralaite, Tacanaite, Tanaite, Tinaite [variante], Rachaite, Sayate, Chocaite [otra variante] y probablemente Moreta. Y aún extiende su área de dispersión geográfica a Santa Victoria con Lizoite y Acoite. Por último asevera el doctor Sourrouille que los levantamientos de Humaguaca fueron siempre generales desde Atacama hasta las vertientes orientales de Ocloyas revelando un vínculo político.

Tristán de Tejeda que sometió a los casavindos después de un combate reñido en su cerro, a poco de fundarse Salta, según consta en su probanza de méritos12 no dice nada de los atacamas y fray Reginaldo de Lizárraga, que pasó, en 1600, precisamente por las Salinas Grandes, tampoco alude a los atacamas, siendo así que distingue a los chichas y a los calchaquíes. Véase su interesante relación de las Salinas: «yo llegué a Salta y en todo el camino no vi cosa digna de ser escrita si no es a tres o cuatro jornadas de Talina unas salinas en despoblado, las más famosas que creo hay en el mundo, es un valle que debe tener más de tres leguas de ancho, y de largo, según me informé, más de quince; la sal más blanca que la nieve de la cual se aprovechan los indios casavindos y cochinocas y los de la Provincia de Omaguaca. (Quienes entrarían como ahora por la quebrada de Purmamarca) de lejos, con la reberveración del sol, no parece sino río y a los que no la han visto espanta, pensando han de pasar un río tan ancho; llegados, admira ver tanta sal; los que iban por aquel camino a Salta. (Siguiendo por el Moreno, Abra del Palomar y Quebrada del Toro) llevaban alguna, por ser aquella provincia falta de ella»13. El sabio lingüista P. Alonso de Bársana que pasó por la Puna, no dice tampoco una sola palabra de los atacamas y eso que él clasificó las lenguas del Tucumán y escribió gramática y vocabulario de algunas de ellas.




- V -

El ckunza o atacameño y la toponimia de la Puna


Si son escasos los datos sobre la historia de los atacameños, también lo son sobre la supervivencia de su lengua, el ckunza. Hay, como se ha visto, nombres propios de lugares en ckunza, pero son pocos, a más de los dados por Sourrouille como tales citaré estos otros, suministrados por Boman: Toro, el nombre de la Quebrada, que conduce a Salta, es voz atacameña y significa ano. Potor, lugarejo cercano a Cobres, tiene sentido en ckunza y sería avalancha de tierra; Catua, que en atacameño se pronuncia ckatu, es roca; Cauchari, se descompone así: ckabur, montaña alta y ckari, verde. Zapaleri, sería tschapur, zorro y Arizaro; de haari, buitre y ara o aro; dormidero o casa del buitre14. Boman explica el hecho de la desaparición del ckunza, en la Puna, en estos términos: «Muchos nombres de lugares en la Puna de Jujuy no derivan del quichua y provienen de otras lenguas indígenas, pueden ser del atacameño pero en general, los incas, parecen haber impuesto la nomenclatura quichua en esta parte del Altiplano, lo cual es natural, pues una de sus principales rutas atravesaba este territorio»15. Sin duda es exacta la observación de Boman porque el quichua, en efecto, ha sustituido a muchas lenguas autóctonas tales como el cacán de los diaguitas y el lule y tonocote de los indios de los bosques de Salta, Tucumán y quizás de Santiago del Estero. Los cronistas llamaban al quichua: idioma general, porque con él se entendían con los indios en el Alto y Bajo Perú y con los del Tucumán.




- VI -

Los chichas. Triángulo ocupado por los chichas


Hemos hablado de la prehistoria de la región puneña comprendida por los departamentos de Cochinoca, Rinconada y Santa Catalina, donde vivieron, según las noticias que hemos visto, los atacameños, veamos ahora la otra donde poblaron los chichas, pertenecientes a la gran familia de indios que habitó el sud de Bolivia.

  —XIV→  

El primero en darnos noticias de los chichas es el licenciado Juan Matienzo, en su carta a Felipe II, fechada en La Plata, el 2 de enero 1566. Alude a ellos refiriendo las jornadas que hay desde La Plata a Santiago del Estero y fuerte de Gaboto. Transcribo la parte comprendida entre Charcas y Angastaco.

1. La primer jornada está saliendo desta ciudad de la plata a las bentas de quijada al terrado que llaman seis leguas.

2. De allí por el camino destopinan a un pueblo de yamparaes llamado Chacabuco hay siete leguas hasta Cuesma, pueblos de yndios que es la dormida destas siete leguas.

3. De allí a Calala pueblo de yndios huruquillas hay cinco leguas.

4. De allí a Calcha y pasase por Ayavista que hasta Calcha son siete leguas.

5. De calcha que es pueblo de yndios chichas van a Vichada pueblo de yndios chichas que hay seis leguas.

6. De allí Ascande pueblo de chichas hay cinco leguas. (De aquí se ha de advertir que diré luego otro camino acavado este). Es el que pasa por Humahuaca.

7. De Ascande al Turqui que es pueblo de yndios chichas hay seis leguas.

8. De allí a Palquisa pueblo de chichas cinco leguas.

9. De allí a Talina pueblo de yndios chichas cinco leguas.

10. De Talina a Calagollo tambo Real del inga despoblado cinco leguas y ay al derredor y junto a este tambo pueblos de yndios chichas bien cerca que pueden servir en el tambo como servían en tiempo del ynga.

11. Y de allí a Moreta pueblo de yndios chichas y tambo del ynga ay siete leguas.

12. De allí a Casavindo el chico (que según el doctor Sourrouille es Tambillos, en Guayatayoc) tambo del ynga y junto a él hay yndios encomendados en Martín monje vecino de esta ciudad son seis leguas y media.

13. De allí a tambo del Llano hay jagueyes de buena agua y mucha ay cinco leguas y media quedan en medio los tambos grandes de Casavindo es despoblado y hay pueblos de yndios muy cerca.

14. De allí al rincón de las Salinas (¿Rinconadillas?) cuatro leguas buenas es despoblado.

15. De allí al tambo de Moreno ocho leguas es por un llano de salinas muy buen camino está despoblado y cerca yndios.

16. De allí a los tambos de Buena Yerva que otro nombre llaman la Ciénega Grande seis leguas está despoblado.

17. De allí al pie del puerto que se pasa para entrar en el valle de Calchaqui tambo del ynga cinco leguas.

18. De allí por la mañana se pasa el puerto al tambo de la Paloma cuatro leguas que no hay otra cosa que no sea muy llana y esta lo es mucho.

19. De allí a Pascamao pueblo de yndios de Calchaqui que es el que ahora está alzado ay seis leguas.

20. De allí a Chiquana pueblo de Calchaqui otras seis leguas.

21. De allí a Guaxnil pueblo de yndios cuatro leguas.

22. De allí a Angostaco pueblo de yndios cuatro leguas16.



Aquí vemos que el Licenciado Matienzo, señala a los chichas en Calahoyoc y en Moreta; como no hace distingos es de suponer que los chichas de Moreta y Calahoyoc serían los mismos de Talina, Tilquisa, Turqui, Ascande, Vichada y Calcha,   —XV→   a: 5, 10, 16, 21 y 27 leguas respectivamente de Calahoyoc. Más al norte estarían los uruquillas, en Catala y los yamparaes en Cuesma, a trece leguas al sud de La Plata (hoy Suere).

Sobre el área ocupada por los chichas en nuestro Altiplano no hay datos precisos, sin embargo el mismo Matienzo nos da a entender que no serían muy extensos sus dominios, en lo que es hoy nuestro territorio, pues al hablar del otro camino a Santiago del Estero, desde La Plata, por Ascande, Cuipacha (¿Suipacha?) Sococha y Humahuaca, dice que Ascande y Suipacha son tambos de indios chichas, pero el de Sococha, casi en los límites con Yayi ya es de indios Omaguacas. De esta manera los chicha ocuparían un terreno en forma de triángulo en nuestra Puna. Su base estaría en la línea que pasa por Calahoyoc y Sococha y su vértice en Moreta, internándose así, solamente, unas siete leguas en nuestro país. He dicho un triángulo metido en nuestro país a pesar de que tratamos de dominios de la corona española, porque ya en el siglo XVI Calahoyoc, era no solamente el límite civil sino también eclesiástico de la jurisdicción del Perú y del Tucumán, pues dice fray R. de Lizárraga, al hablar del camino de Talina a Tucumán: «Llegamos en lo que atrás dejamos escripto al último pueblo y términos del Perú, conforme a la división de los obispados que es a Talina pueblos de los indios chichas, desde el cual, siete leguas más adelante, está un arroyo y paredoncillos llamados Calahoyoc, desde donde comienza la jurisdicción, conforme a la jurisdicción eclesiástica, de Tucumán. El primer obispo de esta provincia el reverendísimo fray Francisco de Victoria, de quien habemos tratado, entrando a su iglesia, aquí tomó la posesión y por esto decimos que es de la jurisdicción de Tucumán cuanto a lo eclesiástico»17. Estos indios chichas hablarían probablemente el quichua.




- VII -

Los uros. Dónde poblarían. Su lengua. Noticias de Lozano Machuca


El doctor Ernesto Sourrouille, en los estudios históricos practicados en los archivos de Jujuy y en documentos privados (testamentos, donaciones etc.) me dijo, que en la vertiente occidental del río Orosmayo, en el departamento de Santa Catalina, al sud del cerro Esmoraca, vivió una tribu de indios uros, de los mismos que partían límites con los atacamas. Sourrouille explica la etimología de Orosmayo así: Urusmayo; de urus, nombre de los indios y mayo, voz quichua que significa río, y así Orosmayo por Urusmayo sería: río de los uros. Como la región del Orosmayo no está lejos de Lipez, nada extraño sería la presencia de indios uros, pues Lozano Machuca tiene este pasaje interesante. «De más de los cuatro mil indios aimaraes [¿aimaras?] de Lipez había en este repartimiento otros mil indios uros, gente pobre que no siembran ni cogen y se sustentan de caza de guanacos y vicuñas, y de pescado y de raíces que hay en ciénegas, que llaman coroma; y con esto se hacen pobres los cuatro mil indios aimaraes, porque siendo gente rica de ganado de la tierra y que cogen y siembran y tienen contrataciones y rescates en esta villa de Potosí, Tarapará y Atacama y que funden muchos metales que sacan de las minas se excusan de pagar tributos a Su Majestad a título de pobres, como los mil indios uros que lo son verdaderamente»18. No dice Lozano Machuca qué idioma tendrían los uros, pero como al hablar de los indios ricos de Lípez los nombra por su lengua, el aimaral es de suponer que los uros tendrían la suya propia, que según Boman19 fue diferente de la puquina y de la lengua general o quichua del Cuzco.




- VIII -

Los omaguacas. Datos arqueológicos. Sus dominios. Noticias históricas de Matienzo


Respecto del cuarto departamento de la Puna, Yavi, diremos que del estudio comparado de los objetos prehistóricos descubiertos en Yavi Chico, en Sansana y Cangrejillos por Boman, infiere este etnógrafo que los indígenas naturales pertenecieron a la misma raza de los pobladores de la Quebrada de Humahuaca, es decir fueron omaguacas, como les llaman los cronistas. El licenciado Matienzo parece confirmar esta conclusión de Boman y en efecto, dice en su itinerario de La Plata a Santiago del Estero, por la Quebrada de Humahuaca: «tomando desde la jornada de Ascande que dixe arriba y de allí yendo a   —XVI→   Suipacha que son diez leguas, pueblo de indios chichas, y de allí a Sococha que son siete leguas, tierra de omaguacas y de allí por el despoblado de (¿a?) omaguaca que son veinte leguas y de allí a Maimera (¿Maimara?) indios de Omaguaca seis leguas etc.»20.




- IX -

Noticias históricas sobre la dominación incaica en la Puna. Los tambos


Parece ser que antes de la dominación española estos pueblos de la Puna estaban ya sojuzgados por los incas si no completamente por lo menos en gran parte, pues es evidente que los incas tenían un camino con sus postas bien administradas cuando llegaron los españoles. ¿Desde qué época se transitó ese camino llamado indistintamente: del inca, del despoblado o del Pirú y que atravesaba la Puna desde Calahoyoc hasta el Moreno, por las Salinas Grandes? No se sabe, pero si Almagro el viejo se acompañó con el Huillac-Oma para hacer su entrada a Chile por el Tucumán fue porque sabría, el Adelantado, que al Sumo Sacerdote ya le debían vasallaje, por lo menos las tribus que servían en los tambos.

Dice Matienzo en su itinerario que Calahoyoc, Moreta y Casavindo el Chico eran tambos del inga o inca y la instalación de estos tambos no ha sido muy anterior a la conquista porque según Agustín de Zárate, que publicó, su Historia del descubrimiento y conquista de la Provincia del Perú, en Amberes en 1555, los tambos son del reinado del Huayna Capac quien murió en 1525 o 26 después de haber repartido el imperio entre sus hijos Huascar y Atahualpa a quienes encontraron Pizarro y Almagro, en 1532: «Mandó Guainacaba (Huayna Capac) que en el (camino) de la sierra de jornada a jornada se hiciesen unos palacios de muy grandes anchuras y aposentos, donde pudiese caber su persona y casa, con todo su ejército, y en el de los llanos otros semejantes, aunque no se podían hacer tan menudos y espesos como los de la sierra, sino a la orilla de los ríos, que... están apartados ocho o diez leguas, y en partes quince y veinte. Estos aposentos se llaman tambos, donde los indios en cuya jurisdicción caían, tenían hecha provisión y depósito de todas las cosas que en él había menester para proveimiento de su ejército, no solamente de mantenimiento, más aún de armas, vestidos y todas las otras cosas necesarias»21. No tenemos noticias cómo serían los tambos de Moreta y Casavindo el Chico, pero ya vimos en el pasaje transcrito de Lizárraga, quien pasó por Calahoyoc en 1600, cómo describe estos tambos: «Siete leguas más adelante (de Talina) está un arroyo y paredoncillos llamados Calahoyoc». Estos tambos serían de los chicos, de los situados en cada jornada, consistirían en cuartuchos de adobes a la usanza puneña, con algunos potreros cerrados con tapias de cajón, tal como se ve todavía en las regiones llanas. En esos potreros conservarían pastos naturales o cultivarían algunos granos, quinoa tal vez. No hay en territorio puneño vestigios de tambos grandes, de esos que estaban levantados cada cuatro o cinco jornadas.

Matienzo que recogió los datos para su itinerario, al parecer entre 1560 y 1565, dice que el tambo de Calahoyoc estaba despoblado ya en esos años, quizás los otros los estuvieran también debido a que los indios encargados de los mismos, se alzarían a sus caseríos con motivo del descalabro acaecido a los incas.

Que los españoles se sirvieron de estos tambos y que los aprovecharon hasta el abuso da a entender el virrey Francisco de Toledo, en sus Ordenanzas dictadas para la ciudad del Cuzco y sus términos, en Checacupi, (Dto. del Cuzco, Perú), el 18 de octubre de 1572. Dice al referirse al servicio de tambos: «Por cuanto después de haber tratado, conferido y platicado el remedio que se podría dar para poner en orden el servicio de los tambos de este reino y haberse resuelto de mandarse la que al presente doy por redimir la vejación que los naturales de estos reinos padecen en el servicio de ellos, por estar juntos y ocupados de ordinario tanto número de indios con tanta vejación de   —XVII→   hacerlos venir de tierras tan lejos, siendo la causa principal para esto, haber de tener en los dichos tambos yerba y agua que hasta aquí han dado y daban de balde a los españoles caminantes» etc.22. Si es evidente que estos tambos fueron incaicos y que de la presencia de ellos se infiere la dominación de los incas en ciertas partes del Tucumán, no podemos decir lo mismo de la época en que los soberanos del Cuzco sometieron la región del Tucumán por donde pasara el camino. La instalación de los tambos dataría, cuanto más lejos, de la muerte de Tupac-Yupanqui, en 1475, que fue el año, en que entró a gobernar Huayna Capac, pero la intromisión de los incas en el Tucumán parece ser muy anterior a esa fecha, Garcilaso habla de un pleito homenaje rendido por curacas del reino de Tucumán que fueron en embajada a Uiracocha Inca, el 9.º soberano del Imperio, que reinó hasta 1340 y Montesinos va más lejos aún, él llega a decir que los capitanes de Manco Capac Yupanqui tuvieron algunas guerras contra los del Tucumán que entraron por Chichas y Manco Cápac Yupanqui fue el 5.º Inca y gobernó el imperio hasta 1197.

Por estos datos sobre la antigüedad de la instalación de los tambos en la Puna infiero que quizás antes del siglo XVI ya se hablaría el quichua en la Puna, puesto que el camino facilitó el pasaje de los soldados y administradores del imperio.




- X -

Camino del Inca en la Puna


Tratemos ahora de fijar en el terreno de la Puna el camino de los Incas, que para nosotros es importante puesto que señala la ruta seguida por la introducción de la lengua y de la tradición incaicas a estos pueblos. Este problema es también difícil porque los nombres de los lugares que conocieron los cronistas se han cambiado con el correr de los años o se han olvidado. El cronista más antiguo que alude al camino del Inca es como vimos, Matienzo pues al señalar las jornadas que hay en nuestra Puna dice que Calahoyoc, Moreta y Casavindo el Chico son tambos del Inca. Pero Matienzo no pretendió reconstruir las rutas prehistóricas de los incas, habla de sus tambos, al pasar, para avisar a su rey que las postas que él señala como Tambos del Inca, son lugares seguros en donde hay comestibles para el viajero y pastaje y agua segura para las bestias. Matienzo lleva su itinerario según se ve por las Salinas Grandes, por el pie del Acay y por Chicuana (Molinos), Angastaco, Tolombón etc. en Calchaquí; pero los incas tenían otros caminos también. Parece ser que una de estas rutas seguía de El Moreno al sud, por el Abra del Palomar pues siguiendo el descenso de la Puna por esta abertura natural, llegaremos a Moroguasi y allí, casi al frente, está un lugarejo dicho El Tambo, que es de suponer se llama así por haberlo sido del inca, como los otros que cita Matienzo; por eso, porque Matienzo no trata de reconstruir los caminos del inca es que no dice tambo a todas las posadas o jornadas del camino, sino que reserva esa palabra para ciertos lugares como si, con esto nos indicara que él se aparta del camino del Inca para seguir una trayectoria más corta o mejor provista. Así en las nueve jornadas que preceden a Calahoyoc no dice que fueran tambos, en cambio recalca que Calahoyoc, Moreta, Casavindo el Chico, el pie del Puerto para ir a Calchaquí y varios otros de esos valles son tambos del inga. Esta precisión en la nomenclatura nos hace suponer que no hubiera más que un camino del Inca en la Puna, el cual se bifurcaría al llegar al Moreno. Desde allí se podría tomar dos rutas, incaicas las dos, una que es la que sigue Matienzo y la otra que es la tradicional de los viajeros de Salta al Perú, que seguiría por el Abra del Palomar, por El Tambo, frente a Morohuasi para ir a salir por Tastil a las Cebadas y de allí por el lecho del río, quebrada abajo, al Valle de Salta. El camino actual de la Puna, poco frecuentado desde la instalación del Ferrocarril de Jujuy a Bolivia, sigue en líneas generales el camino del Inca como se ve en el mapa número uno. Con pocas variantes es también el mismo que siguieran en los siglos XVII y XVIII los arrieros que llevaban ganado al Alto y Bajo Perú, desde el Tucumán, como veremos más adelante.





  —XVIII→  

ArribaAbajoTítulo II

Descubrimiento y colonización



- I -

Proceso histórico de la penetración de la cultura española en la Puna


El paso de los Césares, Almagro, Rojas y Núñez de Prado


Las primeras plantas españolas que hoyarían el suelo de la Puna, parece que fueron las de los Césares, aquellos españoles salidos del fuerte de Santi-Espíritu, fundado por Gaboto en la desembocadura del Carcarañá, no se sabe a ciencia cierta si fue uno o fueron tres o más aquellos aventureros casi legendarios, el hecho es, según la tradición conservada por historiadores y cronistas, que llegaron al Perú y regresaron al Fuerte hallándolo incendiado. Menos novelesco, aunque igualmente atrevido es el pasaje por la Puna del Adelantado Diego de Almalgro quién acompañado del inca Paullu y del Huilla-Oma o Sumo Sacerdote, salió de Tupiza en dirección a Chile en 1536. Refiere el padre Lozano que «al enviar (Almagro) por delante al sumo sacerdote Vilchoma (Huilla-Oma) y al inga Paulla, para que allanasen y asegurasen la tierra con su autoridad, cinco castellanos que les acompañaban se desmandaron (¿del camino del Inca por Calahoyoc, Moreta y Casavindo el Chico?) y penetrando al valle de Jujuy (¿por la quebrada de Purmamarca que es camino a Jujuy?) que es parte de Tucumán, pagaron luego la pena de su mal acuerdo. Imaginaban que les habían de hacer el mismo acogimiento que hasta allí habían experimentado (en la Puna) por respeto del inga Paulla pero los jujuies que ni le profesaban vasallaje, ni querían ver trajinado su país de extranjeros, se aconsejaron con sus fiereza, y a los tres dieron cruel muerte; salvándose los otros dos con la fuga»23. Este párrafo de Lozano confirma lo que dijimos del vasallaje que prestaban los puneños al inca y nos dice también, según podemos ver más adelante del relato, que el camino seguido por Almagro es el de la Puna, pues de otra manera no se explicaría aquello de «se desmandaron»; de haber entrado por La Quebrada, no se hubiesen desmandado.

Almagro y su gente, siguieron su viaje, al parecer, por Calchaquí y después de mil peripecias llegaron a Copiapó y regresaron por las costas del Pacífico al Perú.

Los segundos de quienes se tiene noticias históricas de su pasaje por la Puna, fueron aquellos caballeros andantes, como llama el padre Larrouy, a los de la expedición de Diego de Rojas.

Dice Agustín de Zárate, en el capítulo XXIV, de su historia del Perú, hablando de las correrías de Diego Centeno, perseguido por Alonso de Toro: «y así se metieron por un despoblado de más de cuarenta leguas, hasta llegar a un sitio que se llama Casabindo, por donde Diego de Rojas entró al río de La Plata»24. Con estos españoles que pasaron por el camino del Inca, en la Puna, en agosto de 154325, se inicia la conquista del Tucumán, por eso y por la magnitud de la empresa se llama a su venida La Entrada, por excelencia. No se sabe a ciencia cierta por dónde, si por Humahuaca, la Puna u Orán regresaron los sobrevivientes de la expedición de Rojas, en 1546, al Perú; el hecho es que no volvieron a recorrer la región hasta octubre de 1549, cuando Juan Núñez de Prado pasaba al Tucumán.

Con Núñez de Prado se inicia la fundación de ciudades en el Tucumán y por consiguiente el movimiento de penetración de españoles, pero la Puna debía esperar aún muchos años para que los colonizadores se asentaran en algunos de sus rincones.




- II -

Los primeros encomenderos: (1553) Juan de Villanueva


No sabemos cuál sería el primer español que se radicara en la Puna pero antes de la entrada de Rojas ya Cochinoca y Casavindo estaban encomendadas a Juan de Villanueva y Martín Monje. En la cédula de repartimiento de indios por Francisco de Pizarro en 1539 a Juan de Villanueva, primer esposo de doña Petronila de Castro y que fue confirmada por el virrey Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, el 7 de diciembre de 1557 dice: «Os deposito en la provincia de Tarija el cacique Quipildora señor de Omaguaca con todos sus pueblos e indios en esta manera un pueblo que se dice socabacocha. (¿Yoscaba frente a la laguna -cocha- de Pozuelos?) con el cacique Caquitoya (sigue   —XIX→   ennumerando pueblos y el indio principal de los mismos, para terminar así) y otro pueblo que se llama Quita (¿Queta?) con el principal parabon y otro que se llama Cochinoca con el principal tauarca y otro que se llama Ychica con el principal jarachua con quinientos indios»26. Juan de Villanueva sería pues el primero en poseer tierras en la Puna; que viviera en Cochinoca es improbable porque era vecino de La Plata y Cochinoca sería un caserío de indios de escasísima importancia, pues no consta fuera ni siquiera tambo del Inca como Moreta y Calahoyoc.




- III -

(1540) Martín Monje


El segundo en tener cédula de repartimiento de indios fue Martín Monje, también vecino de La Plata, así lo dice Lozano al nombrar a este español que estuvo presente en la fundación de Nieva (20 de agosto de 1561). Matienzo, como se ha visto ya, confirma este aserto de Lozano cuando habla de Casavindo el Chico, en su itinerario. Su cédula de repartimiento fue otorgada por Francisco de Pizarro, el 17 de setiembre de 154027. Tampoco nos consta que Martín Monje haya vivido en Casavindo, sin embargo, a él debe haberse referido Núñez de Prado cuando pregonando su entrada al Tucumán requería: «a las personas que tenían indios hacia el valle de Omaguaca o Casavindo e Jujuy»28.




- IV -

(1594) Francisco de Argañarás


El 3 de enero de 1594, el teniente de gobernador y fundador de San Salvador de Jujuy, don Francisco de Argañarás: «tomó para sí, y para Diego de Torres, vecino y regidor de esta ciudad, las tierras que caen desde la pampa de Quera, hacia Cochinoca, y Tuyte y Tovara, y Chira, que todos estos sitios nombrados toman la tierra en medio, y tomaba las dichas tierras para caballerías, indiviso y por partir»29. Parece ser que el fundador de Jujuy visitó la Puna a fines de 1595 para castigar a los casavindos y cochinocas que estaban alzados desde la fundación de Salta, cuando con hondas y flechas lucharon contra Hernando de Lerma y Tristán de Tejeda, según vimos. No se sabe si Argañarás visitaría la Puna en 1594, cuando se adjudicó su repartimiento, pero es evidente que anduvo a fines de 1595, cuando realizaba la pacificación de su jurisdicción, porque en la probanza de méritos de Argañarás, declara el testigo Sancho Pérez Morillo que el Teniente de Gobernador sometió a los indios alzados que mataron al padre mercedario: «fray Simón de Teues y a otros españoles para robarlos»30. No dice Pérez Morillo dónde y cuándo se produjo la muerte del padre mercedario pero infiero que fue en Moreta, quizás en el tambo señalado por Matienzo, por abril o mayo de 1586, porque al venir a hacerse cargo de su gobierno del Tucumán don Juan Ramírez de Velazco dice éste: «entré en el dicho gobierno con quarenta hombres de harmada por estar la tierra de guerra y llegado que fui a Talina, sesenta y cinco leguas desta ciudad (La Plata) tuve noticia como diez leguas más adelante los indios de moreta que estaban de guerra auían muerto un fraile mercenario (por mercedario) y dos soldados por los robar e ser berano o en la costumbre   —XX→   que continuo an tenido, despache un capitán (Herán Mexía de Miraval, suegro de Argañarás quien fue en esta oportunidad nombrado Maese de Campo, en Calahoyoc, el 22 de mayo de 1586 por Juan Ramírez de Velazco) con veinte hombres de la dicha gente al castigo de lo suso dicho los cuales le hicieron muy exemplar y les quitaron las armas, cauallos y de más cosas que a los muertos auían robado y luego como la dicha gente voluío de lo suso dicho proseguí con toda la dicha gente mi viaje e llegue a la dicha ciudad de Salta»31. Nueve años después de este suceso entró Argañarás a la Puna; como los casavindos y cochinocas continuaran alzados a pesar del escarmiento hecho por su suegro, Hernán Mexía de Miraval, él los sometió y «después de auer prendido a los dichos indios los entregó al cura de Casauindo e Cochinoca para que los doctrinase» como lo declaran los testigos: Juan Rodríguez32, Juan Ballesteros33 y Juan de Chaves34, en la probanza de méritos y servicios de Argañarás.

Ya en 1595 habría como se ve cura en la Puna; cual fuera él no se sabe, quizás fuera el padre Melchor Martín quien en 1603 se titulaba Cura y Vicario del asiento de minas de Cochinoca y Casavindo. Cuando pasó fray Reginaldo de Lizárraga por la Puna, en 1600, parece que no halló español alguno en la región; Cochinoca y Casavindo seguirían siendo pertenencia pero no residencia de los encomenderos.




- V -

(1602) Cristóbal de Sanabria. Disposiciones del oidor Alfaro


En 1602, estos dos pueblos están encomendados a Cristóbal de Sanabria35. El 15 de enero de 1611, el Visitador don Francisco de Alfaro, estando en Jujuy, dispuso que las encomiendas de La Puna contribuyan al servicio de mita de San Salvador en la siguiente proporción: «De los indios cochinocas se den dos indios, de los de casavindo se den tres indios, de los omaguacas se den cuatro»36.




- VI -

(1692) Juan José Campero de Herrera. La iglesia de Yavi


En 1692 ya hacía tiempo que los poseían, también en encomienda, el maestro de campo don Juan José Campero de Herrera, según dice el maestro Domingo Vieyra de la Mota, cura doctrinante del pueblo de Humahuaca37. El 25 de agosto de 1719 el gobernador del Tucumán don Esteban de Urizar y Arespacochaga informa al rey sobre la encomienda de los Campero así: «Los Pueblos de Cochinoca y Casavindo (indios 257, Cura 385 p. 4; feudo 899 p. 4) goza en primera vida la marquesa del Valle de Tojo con Real Cédula de Su Majestad fecha en Madrid a 25 de junio de 1705, en la cual parece haber concedido a su padre el marqués de Tojo tres vidas más de las que fenecían en el susodicho, que comenzaron a correr desde la del Maestro de campo don Pablo de Ovando»38.

«Los Campero y Herrera -dice el padre Miguel Ángel Vergara-, eran, asimismo, los dueños de Yavi. En 1690 dejaron como recuerdo de su religiosidad, en este pueblo, una iglesia con sus magníficos retablos de madera tallada y dorada. Un arco sobre el presbiterio dice así: Advocata pecatorum Mater Cristi-regina-angelorum-ora pro-nobis-A.-D.-690. Este templo se conserva, salvo pequeñas modificaciones en las paredes, techo y piso, como era en el siglo XVII. Tiene púlpito, tres altares y retablos tallados por manos verdaderamente artistas, y llama la atención esta joya colonial en medio de la Puna hoy deshabitada y hostil. Suponemos que estas obras son de fines del siglo XVII, como parece indicar la fecha antes mencionada»39.



  —XXI→  
- VII -

Falta de interés de los españoles para radicarse en la Puna


Hasta fines del siglo XVII solamente tenemos nombres de encomenderos que se repartían los indios de la Puna; ningún cronista cita un poblero español estable. Probablemente los habría, quizás algún minero se establecería en estos desiertos, para explotar los yacimientos auríferos de La Rinconada y Santa Catalina. Parece ser que tal como pasa hoy sucedería en esos tiempos, los dueños de Mercedes vivirían en San Salvador (Jujuy), en la ciudad de Lerma (Salta), o en Tarija y solamente irían al Despoblado una o dos veces por año a percibir sus rentas. La Puna no ofrecería ninguna comodidad y las ganancias de la incipiente ganadería no serían tantas como para hacerlos abandonar las ciudades e ir a radicarse allí. El Tucumán, en tanto, ya había florecido con la ganadería, la agricultura y la fabricación de telas; en 1600, el comercio con el Alto Perú era próspero, se vendía a Potosí telas por valor de cien mil pesos. De las cincuenta mil fanegas de harina de maíz que anualmente entraban a la Villa Imperial gran parte sería del Tucumán. En ese mismo año de 1600 era proverbial en la provincia de Charcas, según cuenta Lizárraga, esta frase: «De hombres y caballos del Tucumán no hay que fiar»40, tan antiguo y tan importante fue el comercio de ganado en pie y especialmente el de bestias de carga al Alto Perú.




- VIII -

El camino por La Quebrada cobra importancia


Al finalizar el siglo XVI, cuando la ciudad de San Salvador, levantada por Argañarás, estaba bien consolidada con el sometimiento de las parcialidades, de indios de Humahuaca, el camino histórico que venía de las ciudades del Tucumán al Alto Perú, cambió su rumbo, el del Despoblado o del Inca fue relegado a segundo orden, las caravanas de familias españolas que venían a radicarse en el Yucumán seguían con preferencia el que pasaba por La Quebrada de Humahuaca, era más corto y mejor provisto de bastimentos y sobre todo estaba poblado. A este respecto dice fray R. de Lizárraga que como se ha dicho pasó en 1600: «Desde aquí (de Calahoyoc) al primer pueblo de españoles de la provincia de Tucumán, llamado Salta, fundado en un valle muy ancho y espacioso, del propio nombre, de buen temple, con su invierno y verano al revés de España, se ponen más de cien leguas, todas despobladas, a lo menos por el camino que yo fui (ya vimos que fue por las Salinas Grandes) siendo provincial de aquella provincia y de la de Chile, que por dar orden en ciertos frailes nuestros (de la orden dominica) que allí estaban me fue forzoso desde la ciudad de Lima tomar este camino por tierra. Empero al presente, después que la provincia de Omaguaca, que confina con los chichas, y en el traje no se diferencian dellos, se ha reducido y admitido sacerdotes, vase por un camino más poblado donde hay tambos a sus jornadas y en algunos servicios»41. El camino del Inca por la Puna no fue abandonado, parece que fue siempre transitado. Concolorcorvo, en su libro de 1773, dice que por allí, por el Abra de Queta, pasaban las tropas de mulas que mandaban los hacendados al Alto Perú.

Si el sistema de encomiendas no fue un medio apropiado para la introducción de la cultura hispánica en la Puna porque los encomenderos no se radicaron allí, salvo la excepción de los Campero, de Yavi, y otros en Cochinoca en el siglo XVIII, no por eso la Puna dejó de recibir la influencia directa de la civilización. La obra de la españolización estaba reservada a los sacerdotes del clero secular primero, durante los siglos XVI y XVII y de los mismos y los jesuitas en el siglo XVIII.




- IX -

La conquista evangélica. Curas de Cochinoca y Casavindo, (103) padre Melchor Martín (1611), el padre Antonio Velázquez Rodero, (1628) el padre Baltazar Ramírez de los Reyes


El Padre Miguel Ángel Vergara, joven historiador que se ha especializado en el estudio de los archivos jujeños, nos da en Jujuy Eclesiástico en el siglo XVII, una reseña bien documentada de la evangelización de esta provincia, en aquella centuria.

No consta en los papeles eclesiásticos del siglo XVI que misionero alguno haya andado evangelizando la Puna. Se sabe que el padre jesuita Gaspar de Monrroy enseñó la fe cristiana a los omaguacas, que trató con el cacique Viltipoco, pero se ignora si entró a la Puna; tampoco se halla huellas de misioneros durante el siglo XVII, sin embargo es voz corriente en la Puna; esta iglesia, aquella capilla, fue hecha por los jesuitas, pero estos como veremos más adelante llegaron en el siglo XVIII. Parece ser que en 1595 ya había cura en Cochinoca y Casavindo pues dice   —XXII→   el capitán Juan Rodríguez, vecino de Salta en su testimonio que da en la probanza de méritos de Argañarás que el fundador de San Salvador: «prendió a los dichos indios y los entregó al cura de Casauindo e Cochinoca para que los doctrinase»42. Juan Ballesteros Narváez dice que fueron indios que estaban a espaldas de Casavindo los que Argañarás entregó al cura de Casavindo y Cochinoca43 lo mismo dice Juan de Chaves vecino de Salta44. «El primer sacerdote -refiere el padre Vergara- que conocemos por ahora que usara título de Cura y Vicario en aquella región -la Puna- es el padre Melchor Martín que lo era del asiento de minas de Cochinoca y Casavindo, ya en 1603. Suponemos que lo era más bien de toda la región Omaguaca, pues, la designación ordinaria de la parroquia era Omaguaca o partido de Omaguaca. Ya sea que el padre Martín fuera cura de toda la región o sólo de Cochinoca y Casavindo, existía desde luego, la vida eclesiástica organizada en 1603. Ocioso es advertir que existían tantos templos como doctrinas, ya que en esa época no era posible la vida civilizada sin el templo45.

Otro sacerdote de quién halló noticias en los archivos de la provincia el padre Vergara, es del licenciado Antonio Velázquez Rodero que en 1611 era Cura Vicario y beneficiado de Omaguaca y sus anexos.

Años después, en 1628, agrega el mismo historiador, reconocemos otro sacerdote, el licenciado Baltazar Ramírez de los Reyes, como Cura y Vicario de Cochinoca y sus anexos.




- X -

(1631) El padre Pedro de Abrego o Abreu. Su obra importante. La Capilla de San Juan de los Cerrillos


En marzo de 1631 es nombrado cura de Omaguaca, el licenciado Pedro de Abrego (Abreu), con el título: Cura y Vicario de la doctrina de Cochinoca, Casavindo y Omaguaca y todos sus anexos.

El obispo fray Melchor de Maldonado, en su carta al Rey, dando cuenta de sus viajes y de la visita que hizo a su diócesis, fechada en Potosí el 6 de marzo de 1634, dice hablando del padre Pedro de Abreu: «es criollo de esta provincia hijo y nieto de los conquistadores de esta provincia, criose para eclesiástico... es cura doctrinero por oposición de la doctrina de omaguaca y sus anejos de Cochinoca y Casavindo, Tilcara y Prumamarca; anda continuamente ochenta leguas en contorno sin parar, confesando y administrando los sacramentos a los indios por tierras destempladísimas de yelos y de mucho trabajo y peligro de la guerra, hombre conocidamente virtuoso»46.

En Cerrillos, lugarejo que está en la entrada norte de la Abra de Colorados en la sierra de Cochinoca y que es y fue escala del camino antiguo de la Puna, había iglesia en 1645 consagrada a San Juan, pues el pueblo se llamaba San Juan de los Cerrillos47.

Dice el padre Vergara. «En la actual iglesia de Cerrillos se conserva una campanita dedicada a San José, del año 1696. Hay además, diversos cuadros al óleo, uno de San Juan, antigua advocación del pueblo»48. No consta que en el siglo XVII hubiera cura estable en la Puna; como la parroquia comprendía; Cochinoca, Casavindo y Omaguaca49 y la cabecera era Humahuaca, los curas residirían en este último pueblo. El licenciado Pedro de Abrego o Abreu nombrado en 1631 y el padre Antonio de Godoy que ocupó la parroquia en 1664, residieron probablemente como los anteriores en Humahuaca.




- XI -

(1664) El padre Antonio de Godoy y la división de la Parroquia. La iglesia de Cochinoca


Godoy dividió la parroquia en dos, desde Rodero hasta El Volcán, entregó a su compañero el bachiller Nicolás de Garnica y él se quedó con el resto, vale decir, con la Puna, sin duda porque ya, en la Puna había más vida económica con la explotación de las minas de oro según lo advierte el padre Vergara50. A   —XXIII→   Godoy le sucedió el padre Domingo Vieyra de la Mota, celoso sacerdote quien en una interesante declaración hecha en Jujuy, el 17 de junio de 1692, hace esta descripción de la parte puneña de su parroquia: «A distancia de quince y veinte leguas se hallo los pueblos de Cochinoca y Casavindo, anejo así mismo a dicho curato de Omaguaca y ser de la encomienda del maestro de campo don Juan Joseph Campero de Herrera, del orden de Calatrava, y se componen dichos dos pueblos de ciento y cincuenta indios tributarios, y destos los más de ellos asisten en dos haciendas de dicho encomendero de Tojo, y otra en la jurisdicción de Chichas y Villa de Tarija, y los asistentes en dichos pueblos se sirven por ayudantes que tiene efectivos en dichos pueblos por ausencia de su merced, y en ellas otro que tiene en dicho pueblo de Omaguaca, y por lo tocante a iglesias las tiene dichos dos pueblos en sola distancia de cinco leguas de uno a otro, con toda decencia y servicio en ella, presidiendo el que la de dicho pueblo de Cochinoca la redificó su merced con enmaderación de cedro su techo, puertas y ventanas, y sacristía blanqueada con dicha iglesia, como se halla todo nuevo poniéndole juntamente un ornamento de felpa negra para sus finados»51. «Sin, embargo -agrega el padre Vergara- no todo fue obra del cura Vieyra. Existe aún hoy día un documento muy interesante de este hecho y de los encomenderos del pueblo: es un cuadro al óleo de la Santísima Virgen en cuyos extremos inferiores están los retratos de los jóvenes esposos Campero y Herrera. Tiene una leyenda ahora algo deteriorada y que dice así: "El maestre de campo don Juan José Campero de Herrera, caballero... de Calatrava y su esposa Juana Clemencia de Obando, encomenderos de éste... lo costearon la mayor parte desta iglesia y retablo y puso la primera piedra el año 1682 junto con el vicario Antonio de Godoy su cura y se acabó el año 1693 siendo cura y vicario el bachiller Domingo Vieyra de la Mota comisario de la Santa Cruzada". He ahí la verdad de aquel templo que ahora ya no existe. El cuadro, empero, está en la actual iglesia del pueblo de Cochinoca»52.




- XII -

Los Jesuitas. Datas probables de algunas iglesias de la Puna. En 1760 ya hay cura estable en la Puna


En el siglo XVIII la vida religiosa en la Puna cobró impulsos pues fue en esa centuria cuando se levantaron los templos en las villas de La Rinconada y Santa Catalina. En el mapa de las misiones jesuíticas del Tucumán que se guarda en el Archivo del Obispado de Salta, se señalan en rojo, al decir de Toscano, las casas religiosas de los jesuitas y allí se marcan reducciones en: Yavi, en Cangrejos (debe ser Cangrejos Grandes), Cochinoca, Rinconada y Casavindo. De la vida de estos misioneros no hay noticias publicadas, quizás el padre Vergara que tan diligentemente espulgó los Archivos de Jujuy saque algunas noticias, aunque es de presumir que los jesuitas se llevaron todos sus papeles consigo, cuando fueron expulsados de Jujuy y Salta, en agosto de 1767. Si los lugares citados en el mapa aludido no han sido reducciones estables por lo menos serían residencias temporarias de estas misiones. Allá irían los padres desde su colegio de Salta durante las vacaciones, una vez por lo menos al año.

En 1760 el padre José Gabriel de Torres era cura propietario y vicario pedáneo del beneficio de Cochinoca y Casavindo. En ese año el dicho cura ofreció donar veinte mil pesos para fundar una casa religiosa con fines espirituales y caritativos en la ciudad de Salta. «La fundación debía verificarse en terrenos de su propiedad inmediatos a la capilla de San Bernardo»53.

El 2 de agosto de 1773, el obispo del Tucumán, don Juan Manuel Moscoso y Peralta, inició su visita a la diócesis en la parroquia de Cochinoca. En esa fecha ya el pueblo tenía una iglesia decente y bonita y es seguramente la que ahora se llama iglesia vieja, que está al norte de la actual pasando el río. En aquel entonces el templo tenía nueve años pues en el dintel dice: «ESTA IGLESIA SE HIZO EN 1764» quizás el adinerado padre José Gabriel Torres la mandaría levantar. Es un edificio de dos aguas de seis metros por catorce o quince y de alto, hasta la cumbrera,   —XXIV→   de cinco o seis. Tiene adelante, mirando al pueblo un patio cerrado por tapias bajas, las cuales tienen todavía las señas de las balas de la lucha habida en la villa de Cochinoca en 1874, cuando los puneños se alzaron con la dirección del caudillo Laureano Saravia.

Probablemente las iglesias de San José de La Rinconada y las capillas derruidas cuyos restos aún se ven, de una en Santo Domingo, cuatro leguas al sud de La Rinconada, y de otra al pie del cerro Pan de Azúcar, donde está un viejo lavadero de oro, serían levantadas también en esta centuria y quizás en la mitad de ella, dada la ruindad de sus escombros. En las paredes de la derrumbada capilla de Santo Domingo he visto, en 1928, pinturas en las que se representaban personas sufriendo entre llamas. (Véase copla N.º 4023).

En 1777 cuando ya se habían ido los jesuitas el obispo Juan Manuel Moscoso cita los siguientes curas de la Puna:

El doctor Pascual Pereyra es hijo legítimo, graduado en Córdoba; cura de la doctrina de Cochinoca, lo fue algunos años de la de Guandacol; es de edad de treinta y seis años54.

El maestro don Eusebio Burela es hijo legítimo; ha sido cura interino de la doctrina de Santa Catalina, teniente en otras, es de edad de treinta y dos años55.

El maestro don Manuel Santos es hijo legítimo; ha sido coadjutor de la doctrina de San Joseph de La Rinconada y teniente de cura en otras doctrinas; es de edad de treinta y un año56.



Al finalizar el año siguiente, el 10 de diciembre, cuando don Juan Joseph Martierena del Barranco, marqués del Valle del Tojo, inició el censo de la Puna en este pueblo de indios de Santa Catalina, cita a los siguientes. «Doctor don Francisco Xavier de Mendiolasa, cura y vicario de esta parroquia de Santa Catalina, natural de la ciudad de Córdoba de edad de treinta y dos años».

«El padre predicador fray Claudio Rocha de cuarenta años ayudante».

En el Curato de La Rinconada57. «El maestro don Pedro López de Vera, Cura y Vicario, de cuarenta y dos años de la ciudad de Salta y son sus tenientes: el maestro don Pedro Regalado de Córdoba, de treinta y cuatro años, de la ciudad de Salta y el maestro don Manuel Prudencia González de treinta y seis años, de la ciudad de Jujuy».

En el pueblo de Cochinoca58. «El cura doctor don Joseph Pascual Pereyra de la ciudad de Córdoba de treinta y cuatro años».

El maestro don Andrés Ruiz del Llano, de treinta y cinco años, teniente de cura».

En Casavindo no se cita sacerdote alguno y en Yavi:

«El Señor Cura y Vicario de esta vice parroquia, el doctor don Martín Eugenio Gardel de treinta y tres años, de la Ciudad de Catamarca».

«El licenciado don Eusebio Burela, de treinta y tres años, teniente de cura, natural de la Ciudad de Salta»59.




- XIII -

Cómo se nombraba a los doctrinantes. La doctrina se enseñaba en quichua


Ya que hemos citado algunos de los sacerdotes que en desempeño de sus funciones visitaron la Puna conviene que veamos en qué forma se los nombraba y qué preparación especial se les exigía. Al hablar de lo lento del procedimiento seguido para llenar una vacante de cura, el obispo del Tucumán, Manuel Abad Illana, resume el proceso así: «Vaca el curato, se avisa al ordinario, este pone edictos, corren desde su fijación y publicación cuatro meses, hácese la oposición, nombra el Obispo, va la nómina al Gobierno que nunca está cerca, presenta éste, instituye el Obispo u Ordinario, y habiendo consumido toda esta serie de acciones cinco o seis meses lo que menos, aún no ha ido el cura nuevo a tomar posesión de su curato»60.

  —XXV→  

En esta oposición u examen a que se sometía a los candidatos a curatos vacantes se establecía: «Que los que se propusieren y presentaren para las doctrinas de indios sepan su lengua para que en ella les puedan doctrinar y predicar»61.

El aprendizaje del idioma de los naturales era uno de los requisitos más exigidos, así se desprende no solamente de las actas sinodales sino de este informe que hace el obispo doctor Julián de Cortázar, el 7 de abril de 1622: «En el distrito de Jujuy el padre Antonio Velázquez Roderos, el cuál no sabe la lengua de los naturales y cuando la supiera está ocupado en sus haciendas y no quiere ser doctrinante»62.

En la Quebrada de Humahuaca como en la Puna y todo el Tucumán el idioma exigido a los sacerdotes fue el quichua, lengua general, «que todos aprendimos, casi todos, antes de venir a esta tierra», según escribió en 1594 el lingüista Jesuita, padre Alonso de Bársena63.

Respecto a la lengua india que debían aprender los doctrineros o curas de campaña reglamentó el Sínodo reunido en Santiago del Estero, del 7 al 29 de setiembre de 1597, presidido por el obispo del Tucumán don Fernando de Trejo y Sanabria: En la Constitución Segunda de la Primera Parte dice el auto del Sínodo:

La doctrina y catecismo que se ha de enseñar a los indios sea el general que se usa en el Perú en la lengua del Cuzco, porque ya gran parte de los indios lo reza y casi todos van siendo ladinos de la dicha lengua y por haber muchas lenguas en esta provincia y muy dificultosas, fuera confusión hacer traducción en cada una de ellas, y muchos indios poco capaces entenderían que cada una de aquella es diferente de la sustancia de la otra, y también habría pocos sacerdotes que hiciesen la doctrina por no saber las lenguas nativas de estas naciones, encargamos y amonestamos a todos los doctrineros las vayan aprendiendo, pues harán gran servicio a Dios en explicar la doctrina en la lengua que mejor los indios la entiendan, y por este camino les oirán con mayor gusto y amor y podrán confesar en lengua general, y para que los tales en la hora de la muerte no carezcan del remedio de la confesión, mandamos a todos los sobredichos curas sepan tres o cuatro preguntas de los vicios más usados entre los indios que doctrinasen en la lengua propia de ellos para que así puedan darles materia para absolverles en aquel artículo. Asimismo mandamos sepan explicar en su lengua nativa a los indios algunos misterios de nuestra santa fe, y para poder bautizar algún adulto en caso de necesidad, aunque faltase intérprete, pues como dice el Apóstol: fides per auditum, y el que en esto fuere descuidado, demás de ser negligente en cosas de tanto peso y de que dará cuenta a Dios de muchas almas, será castigado a nuestro arbitrio, de los nuestros visitadores64.






- XIV -

Los encomenderos desnaturalizaban a los indios de la Puna


El grave problema que tenían los sacerdotes y misioneros no era precisamente el de la enseñanza de los indígenas sino la lucha con el encomendero que substraía las piezas, como se les llamaba a los indios, para ocuparlas en sus trabajos de campo. En el caso de la Puna parece que no se suscitaron tales cuestiones entre curas y encomenderos pues dice el obispo del Tucumán, doctor Juan de Sarricolea, dando cuenta de la visita a su diócesis, en carta al rey, fechada en Córdoba, en 20 de abril de 1729 y refiriéndose a los desórdenes producidos en los curatos por la codicia de los encomenderos; «de veinte y seis curatos de naturales que tiene esta Provincia fuera de los nueve de españoles que residen en las siete ciudades, no hay otras, sino dos de la sierra de Jujui nombrados Casavindo,   —XXVI→   Humaguaca, que tengan los feligreses unidos congregados, y avecinados en forma de pueblo y con inmediación a la iglesia, de suerte que al toque de la campana puedan juntarse a misa y doctrina»65. Igual observación formula con fecha posterior otro obispo del Tucumán, don Manuel Abad Illana en su carta al rey, fechada también en Córdoba, el 23 de agosto de 1768. «Yo suplico, a Vuestra Majestad con vista de todo lo dicho, si le merece alguna fe un Obispo que ha sacrificado toda su gran robustez y la ha perdido por socorrer a estos miserables indios, que mande abolir y anular todas las encomiendas conforme vayan vacando por muerte de los encomenderos: que todos los indios extrañados por la avaricia de los encomenderos de natural, se restituyen a él, y que a estos se les deje en libertad aunque con la debida sujeción. De este modo saca Vuestra Majestad a los encomenderos del estado de la condenación en que están casi todos porque ninguno hay que cumpla con su obligación. Solamente no me atreveré a decir esto del marqués del Tojo que tiene su asiento en Yavi el último lugar de este Obispado, y no muy distante del valle que da nombre a su Marquesado en el Arsobispado de la Plata. Este caballero que ahora es muy joven, y vive bajo la tutela de unos clérigos españoles tíos suyos, y hombre de juicio si tiene algunos indios encomendados consigo, no les causa en esto perjuicio, porque no los saca de su nativo suelo, y si se sirve de ellos, los tiene muy bien doctrinados y muy bien asistidos del pasto espiritual, para lo que mantiene en Yavi una iglesia muy magnífica a sus expensas. Fuera de este encomendero pido a Vuestra Majestad mande no se nombre otros en adelante. De este mismo sentir hallé a vuestro gobernador del Tucumán don Juan Manuel Campero; si él ha mudado de juicio, no lo sé. Cada día me voy afirmando más en el mío. Si los que logran las encomiendas hubieran de cumplir con las obligaciones que les imponen las leyes, no habría uno sólo que se opusiese a ellas, e hiciese pretensión por lograrla»66.

Ya hemos hablado de la obra de los sacerdotes en la Puna, veamos ahora qué es lo que harían los encomenderos en pro de la españolización y cultura de estos indios. En las reglamentaciones del virrey Francisco de Toledo sobre el trato de los indios por parte de las autoridades y encomenderos se advierte la triste vida que pasaban estos indios, de natural haraganes, librados a la codicia insaciable de los pobleros. «Señor -escribía el obispo Maldonado, al rey, desde San Miguel del Tucumán, el 28 de mayo de 1635- es pintado y sombra todo cuanto han padecido los indios en las Indias con lo que en un día padecen actualmente hoy en esta provincia, los pocos que hay de paz no tienen amparo ni administración de Justicia ni poblaciones, tiénenlos derramados por las estancias y chácaras desnaturalizados, descasados y aprisionados sin doctrina dándoles terribles tareas en los hilados y tejidos de lienzos, no se pagan las doctrinas y porque he procurado poner remedio en algunas cosas me llaman loco furioso desbaratado, amenazándome con la muerte67.

En la Puna los españoles no congregaron a los indios para sus trabajos porque no había tarea de esta índole, la agricultura que asocia al propietario con el labriego no existía porque ni el suelo ni el clima se prestaban. En la Puna no se estableció la familia española que es la que transformó la vida del indio en el resto del Tucumán, la hostilidad del clima alejó ese gran factor de civilización y el indio librado a sus propios regímenes de vida hubiera vivido como antes si no hubiera sido el sacerdote que les despertó a la civilización.

En la Puna mientras el párroco iba a los caseríos haciendo viajes de ochenta leguas como las hacía el padre Abreu, el encomendero con una sola excepción ya vista les sacaba de esos caseríos para llevarlos lejos, a los minerales de Potosí,   —XXVII→   porque estaba facultado por la institución de la mita para hacerse servir con los indios en ciertas épocas del año, sin que estuviera obligado a retribución alguna. La Puna que en el siglo XVI estaba bien poblada dio abundantes mitayos, pero tanto abusaban los españoles que casi llegaron a despoblarla. Contra este abuso protestaron los Obispos: fray Melchor de Maldonado puntualizó al rey en una carta fechada en Potosí, el 6 de marzo de 1634 y el obispo Illana llegó a decir en 1768, esto es más de un siglo después. «Estas son, Señor, unas remesas de indios que en determinados tiempos del año vienen a las ciudades a trabajar en lo que les mandan los vecinos. Son muy útiles, porque sirven de medicina a la enfermedad de su decidía; pero: creo es uno de los principios de que se ha seguido la minoración de los indios y acaso se seguirá su extinción. Los lugares que más indios envían son los de Humaguaca, Casavindo, y Cochinoca, y a no ser estas poblaciones numerosas, ya se hubieran acabado mucho ha. Pero se acabarán, porque los curas de dichos indios me han asegurado que nunca vuelven de la mita tantos como fueron a ella. Esto tiene dos principios uno peor que otro. El primero es, que como allá en sus pueblos están muy sujetos a sus curas, y advierten que en tierras de españoles no hay tanta sujeción, se quedan al tiempo de volverse la mita, apeteciendo la libertad. Los indios que así se quedaron, nunca vuelven, y ya el pueblo se menguó algo. Si así prosigue acabarse ha del todo»68.




- XV -

La Puna en el censo de 1778


Con estas observaciones sobre el servicio de los mitayos de la Puna hemos llegado a la segunda mitad del siglo XVIII, terminemos este enunciado de datos con los que nos da el censo que hizo en la Puna por real orden, el marqués del Valle de Tojo. El censo fue hecho en 1778 puesto que se da por terminado el 16 de enero de 177969.

Clérigosespañolesindiosmulatos
zambos
negros
libres
Total
Cochinoca2-2106162124
La Rinconada210515773712055
Yavi25306673080
Santa Catalina22316591841868
Totales813384085789127

Por estos datos vemos que el 92 por ciento de la población de la Puna, en el último tercio del siglo XVIII, era indígena y como es de suponer que el censista clasificaría de indio llevado no solamente por las apariencias étnicas sino por la lengua, infiero que el quichua sería el idioma más generalizado en la Puna al finalizar el siglo XVIII.




- XVI -

Factores de españolización. Los arreos de mula. Referencias de Concolorcorvo. Los mineros


El camino del Inca que como hemos visto fue el seguido por los conquistadores, por lo menos en la parte puneña, sirvió para quichuizar, las razas autóctonas, de esta región, en los primeros tiempos de la colonia y él mismo sería el que más tarde con el nombre de camino del Perú, favoreció la españolización de los puneños.

  —XXVIII→  

Cochinoca y Casavindo constituían una doctrina regida por un clérigo desde fines del siglo XVI y la lengua y costumbres españolas se irían arraigando lentamente, La Rinconada tenía sus minas; clérigos y mineros se encargarían de llevar allí la semilla de la cultura hispánica. Yavi sería el otro centro de irradiación del españolismo y así poco a poco se extendería el idioma de Castilla, la fe cristiana y las costumbres europeas en estos dilatados desiertos.

Insisto en creer que el camino del Perú fue el gran factor de la españolización de la Puna porque como dije antes, no se lo abandonó nunca a pesar de ser más frecuentado el de La Quebrada, los comerciantes y viajeros a Calchaquí le seguirían usando porque les era más corto para llevar sus productos al Alto Perú y sobre todo parece ser que el gran comercio de mulas prefería este camino. La ruta de los arrieros era la siguiente: Valle de Lerma, Río Blanco, Las Cebadas, Tastil, San Bernardo de las Zorras, Tres Cruces, Pueblo Viejo, Abra, del Palomar, El Moreno, Tres Morros, Agua Salada, Receptoría de Jujuy, Pozo Cavado, Agua Dulce, Guayatayoc, Pasaje (del río Doncellas), río Doncellas, Queta Chico, Abra de Queta y Carahuasi, para seguir, dejando a la izquierda la laguna de los Pozuelos, por Cieneguillas a Calahoyoc y de allí por Talina, en el camino de postas, a la tablada de Oruro.

Concolorcorvo que se especializa en el comercio de mulas nombra en su libro de 1773, muchas veces a Queta «la otra caballada se fleta hasta el Abra de Queta, sesenta leguas distante de Salta. Esta caballada sirve para atajar y contener las mulas que salen lozanas y muy briosas y bravas de la invernada de Salta»70... «desde Salta no se hacen corrales para encerrar el ganado de noche que se moriría de hambre respecto del poco y mal pasto que hay en el camino real en la mayor parte del Perú por lo que es preciso que coman y descancen de noche en algunas encenadas y cerros y desde la referida Quebrada de Queta empieza a servir el mansaje (mulas mansas)71. Luego que se llega a la referida Quebrada de Queta se despide la caballada y empieza a servir el mansaje; pero como éste no alcanza para toda faena se da principio a enlazar las mulas más robustas»72.

Las poblaciones de naturales sobre este camino, necesariamente tenían que vincularse a los viajeros y como este tráfico duró desde el siglo XVI, según vimos en el refrán oído en Charcas por Lizárraga, hasta 1880 más o menos, tenemos que atribuir a él una marcada y decisiva influencia españolizante como en los tiempos prehispánicos fue quichuizante73.

A la influencia de los sacerdotes y de los viajeros tenemos que agregar la de los mineros que explotaron en los siglos pasados algunos yacimientos auríferos de La Rinconada y Santa Catalina y en la actualidad los boratos de Tres Morros las minas de plomo de Pumahuasi y Pan de Azúcar. Aquellos extranjeros que vivían en La Rinconada en 1788 debían ser mineros. La plaza de este pueblo con la iglesia y el antiguo cabildo donde residían las autoridades, está socavada en su subsuelo de cuarzo, por galerías anchas que los mineros construyeron para sacar el oro. En el camino de Santa Catalina a Vallecito se ve a cada trecho hoyos y lavaderos hechos también para descubrir y sacar el oro de sus arenas. Yo he traído en mis viajes algunas lamparitas que fueron de mineros, el combustible usado en ellas era el sebo. Todas tienen cuando no crucifijos por lo menos cruces grabadas.

  —XXIX→  

Estos tres factores enumerados últimamente y los servicios de mitas han transformado un tanto la cultura media de los puneños y han hecho olvidar el quichua. Hoy sólo se conserva el idioma del Cuzco en los solitarios caseríos situados a lo largo del río Orosmayo, en las otras regiones, ya hablan el castellano, con la sintaxis india la mayoría, pero castellano al fin. Las escuelas primarias que funcionan desde la segunda mitad del siglo pasado y el servicio militar están acabando los restos de quichua que aún quedan.

Podrá cambiarse el idioma de los puneños porque así exige el trato con las ciudades cultas que rodean la Puna, pero el alma de estos pastores es difícil que cambie con la misma facilidad. El puneño sigue haciendo los mismos trabajos que sus antepasados y es igualmente indolente, huraño y mezquino.

Trataremos de caracterizar a estos hombres describiendo su género de vida, sus costumbres y sus supersticiones a fin de darnos una idea sobre este pueblo que me dictó mil quinientos cantares.






ArribaAbajoTítulo III

La casa



- I -

Referencias de Lizárraga de 1600 y de Concolorcorvo de 1773


Fray Reginaldo de Lizárraga describe así la vivienda de los chichas, vecinos y puede decirse hermanos de nuestros puneños: «todos duermen casi juntos, porque las casas de los indios no tienen algún apartamiento; hácenla de obra de veinte pies de largo, y de ancho diez o poco más; otras son redondas, donde viven con la mayor porquería del mundo, jamás la barren; todos viven juntos, padres, madres, gallinas, cuchinillos, perros y gatos y ratos; por maravilla hay quien duerma sino en el suelo sobre un poco de paja de juncia»74. Concolorcorvo en su Lazarillo (1773) habla así de la casa de los indios. «Su casa se reduce a una choza cubierta de paja, que llaman ycho, cubierta con una puerta que con dificultad se entra por ella en cuclillas, y a correspondencia sus muebles, que si se arrojaran a la calle, sólo los levantaría otro indio criado en mayores miserias, por lo que discurro que los españoles de este siglo, y de todos los siglos, dijo el visitador, no tuvieron, ni creo tendrán que robar a los indios, y no pensando éstos, por lo general, más que en su ocio y borracheras, a que siguen otras brutalidades, afirmo que mis paisanos no son robados, sino robadores de los españoles»75.




- II -

Su construcción


Así como dice el autor de El Lazarillo son las casas de los puneños pastores. Un cuartucho hecho de adobes asentados sobre barro y cimiento de piedra; de seis a siete metros de largo por tres o cuatro de ancho y tres a lo sumo de alto. Techo de dos aguas con maderamen de ramas torcidas de queñua o cardón, recubierto de paja (ychu) y una abertura angosta y baja, como puerta, tal es el recinto donde vive la familia.




- III -

Su interior, enseres y utensilios


En el interior se ve a lo largo de dos o tres de las paredes, unos poyos (pata, en quichua y en aimará), que sobresalen de las paredes ochenta o noventa centímetros por cincuenta o sesenta de altura, hechos también de barro y piedra. Estos son los catres en donde tienden pellejos de llama u oveja para dormir.

Del techo cuelgan, chalonas, patas secas de cabritos, tiras de cuero, sogas de lana, bolazoncos, madejas de hilo para teñir, hilos de lana cunti, para florear el ganado, en la señalada, caitos, cuatro o cinco cuajares y sobre el infaltable zarzo, hecho toscamente con ramas secas de tola, se ven aros o cinchones para moldear los quesos, velas de sebo, candeleros de barro, puiscas o puiscanas y algún atadito con los trapitos (ropas de vestir) y otras menudencias. En el piso que es el natural, pedregoso y desparejo en la mayoría de los casos, están las ollas grandes o chicas tiznadas con el hollín untoso que dan los tolas al arder, algunos blocks de sal y los cueros para que duerman los que no pueden hacerlo en los poyos.

En un rincón está la mantención: unos costales de harina de maíz. La parte más importante, el alma de la casa, es un nicho abierto en la pared en donde está un santo   —XXX→   o la Virgen de la devoción; por lo común son de bulto. En San Francisco, lugar situado al sudoeste de Santa Catalina, vi en un nicho un San Juan que lo llamaban «tatita San Juan» él es el patrono de las ovejas porque tiene un cordero en los brazos; también había en el mismo nicho dos bastones de madera negra, con cabezas de plata, estos eran varas, símbolos de justicia76. El nicho está rodeado de estampas, y de trozos de diarios o revistas con figuras de toda laya. Por lo común un tul o un trapo de color recubre al nicho en donde también se guardan los papeles de familia hechos rollos y la libreta de enrolamiento del dueño de casa.

De día, como los dueños no están, pues casi todos salen a hacer pastar el ganado, la puerta de la casa, que por lo común es de cardón, queda asegurada con un tiento. De noche, los moradores, incluso perros y michis y algún forastero, duermen, en el cuarto, en familia. Yo he dormido más de una vez en esas casas, en franciscana hermandad con los pastores y sus perros y gatos y confieso que al apagarse la vela de sebo que despedía mal olor, no he sentido otra incomodidad que la estrechura del poyo; eso sí al levantarme tuve que hacerlo con cuidado para no pisar a alguno y no golpearme la cabeza con tantos y tantos colgajos que penden del techo. En el Vallecito, entraba lo menos posible a la casa, por las incomodidades de la puerta, tan estrecha era que me costaba trabajo meter mi humanidad, era un rectángulo de cuarenta por sesenta, puesto a más de cincuenta centímetros del suelo.




- IV -

La cocina y las cosas que hay en ella


Al frente o al lado de la pieza principal está la cocina, ésta es un recinto de dos metros por tres, con paredes bajas, mocha, (sin techo) y las más de las veces sin puerta, porque la madera es escasa y llueve poco. En el centro de este rectángulo hay un círculo de piedras paradas, son las conchanas que limitan la extensión del hogar, allí hierve, en ollas de barro, el agua para hacer el chilcán si es de mañana a la hora del desayuno, o con tulpo si es a medio día o a la oración. En un rincón están las vasijas que son otras ollas de barro, bateitas y platos de algarrobo (traídos de Calchaquí), cucharas de palo o de asta y a veces algún utensilio de metal aunque estos son pocos. En otra esquina está el yuro y la tinaja con agua, tapados con lajas (piedras pizarras), en otro rincón están unas chamisas y unos terrones verdes, es la leña, las primeras son ramas secas de tola y los segundos son trozos de yareta, los combustibles que hacen llorar al más valiente, pues son los más humeadores que haya visto en mi vida.

En el último rincón, al lado de la pecana, duerme el cashi, perro, lanudo, negro y chico como son todos los de la Puna.




- V -

El cuarto de las pilchas


Cuando el pastor tiene muchas ovejas levanta otro cuarto, en éste guarda los aderezos para ensillar los burritos, los pellejos de lana de oveja y llama que ha de vender y las ollas nuevas que ha de usar, es el dormidero de las gallinas y el recinto donde abundan los piojos.




- VI -

El chiquero, los corrales


No lejos de la casa, por temor al daño, está el chiquero y los corrales que trashuman un olor a aprisco común en los caseríos de la Puna. Son de pirca, esto es, de paredes de piedra (cantos rodados) sin cemento, altas de un metro y medio y anchas como de sesenta a setenta centímetros.

La extensión de estos corrales es variable, depende del número de animales que se han de encerrar, son rectangulares y por lo común tienen diez metros por diez, aunque los hay más grandes. La entrada está resguardada por tranqueras que se sujetan en los aujones (agujones, diríamos nosotros). Son los aujones puneños dos pares de palos paralelos con ataduras de tientos cada veinte centímetros. Cada par de palos, así atados, se plantan en los extremos de las pircas que se cortan en la puerta. Encima de cada atadura se apoyan las tranqueras. Para que no se corran estas tranqueras las atan con sogas de lana, a los aujones. Los chiqueros son más chicos y   —XXXI→   suelen tener una parte techada. Frente al corral está el mojón de que hablaremos en otro lugar. (Ver palabra mojón).




- VII -

Aspecto exterior de la casa


Como a las casas siempre las edifican en las faldas de las lomas la entrada es por la parte baja y es libre, no tiene defensa; la parte trasera que da al cerro está reservada para usos privados. Arriba, en la cumbrera de las casas hay siempre una cruz, hecha con dos palitos de queñua atados con hilos de lana. En algunas casas he visto también cruces pintadas con sangre en las paredes, las hacen con la sangre de la víctima que inmolan a la Pachamama cuando señalan. Como los puneños no cultivan maíz ni trigo no usan morteros para pelarlos como se ve en las casas de Salta, Jujuy, Tucumán, etc. Consumen el maíz hecho harina y como tampoco usan harina de trigo sino en poquísimas casas, próximas a los centros poblados, es que no abundan los hornos para cocer pan, los pocos que hay están hechos de piedras asentadas con barro y puestos en un encatrado hecho con cuatro horconcitos de queñua, de un metro de altura, para defenderlo de las cabras.

No he visto cisternas sino en los centros poblados, los pastores llevan el agua que necesitan para cocinar, en tinajas de barro que transportan en la cabeza desde el arroyo más cercano. Para lavar se van al arroyo y extienden la ropa sobre las piedras.

Las plantas puestas por el hombre en casi todas las casas de campo no las hay en la Puna, el clima y la inmensa desidia de esta gente se lo impiden, sin embargo en Yavi, en Santa Catalina, La Quiaca y Abra Pampa he visto que empiezan a criar sauces. Solamente en El Vallecito he visto árboles: frutales, durazneros y membrillos. Huertecillos con hortalizas tampoco he visto en las casas de los pastores, este lujo se dan los de La Rinconada y Yayi que cultivan en recintos defendidos del viento, algunas plantas de habas y otras de un tubérculo tierno parecido al rábano llamado oca.

En algunas casas he visto telares pero no los que tienen forma de catres como son los comunes en Catamarca y Salta, sino otros hechos sobre cuatro estacas de veinte centímetros de alto, clavadas en el suelo, allí tejen sus barracanes, picotes y jergones, en cuclillas.






ArribaAbajoTítulo IV

El vestido



- I -

El unco prehispánico


En las momias halladas en Sayate por Boman77 ha descubierto este etnógrafo vestidos que usaban los indios de esta región quién sabe en qué época de la prehistoria. Es un tonelete hecho con dos tiras de género que cae por los hombros hasta más arriba de las rodillas. Estas tiras estaban cosidas por los costados, unas con mangas como de cinco centímetros de largo y otras sin ellas. En el centro para que entre la cabeza dejaban una abertura. Tal traje que más parece un poncho cosido a ambos lados sería el usado por los puneños con el nombre de unco.




- II -

El traje actual de mujer


He dicho quién sabe en qué período de la prehistoria se usaría este unco, porque no hay noticia alguna de su existencia en los siglos de la colonización. Parece ser que desde los primeros mitayos que fueron a las minas de Potosí ya se usaría el traje de hombre y mujer que hoy vemos. La mujer usa una bata que llega a la cintura, con mangas largas, bien ceñida al busto y cerrada con dos botones y un topo que a la vez es prendedor y adorno. Este topo es una cucharilla con un alfiler largo a manera de mango. Algunas batas no tienen botones y en cambio sí dos series de ojales por donde pasa un hilo. Ceñida a la cintura por una pretina cuelga la pollera que llega hasta encima de los tobillos, dejando así libre el movimiento de los pies.

Las jóvenes hacen este traje con telas de colores vistosos y volados, las viejas emplean el picote que ellas tejen, de color gris o marrón, pero liso. Para cubrirse la cabeza o emplearlo como adorno usan la lliclla, es una mantilla a manera de chal, de colores vivos, rosado o verde por lo común. En el siglo XVII en Catamarca dice el padre Larrouy, se daba a las sirvientas indias «una manta de ley de 10 pesos   —XXXII→   buena y una lliclla, y una faja, y una camisa de lienzo de la tierra, que es el adorno de su cuerpo»78.




- III -

La manta, sus usos. El ckecpis


Todas llevan una manta; si andan desocupadas la llevan en la cabeza y si van tras de su hato, atada a la cintura, así no les molesta para el movimiento de los brazos; si tienen guagua, la manta les sirve para llevar el hijo, lo envuelven, lo echan a la espalda, pasan un extremo de la manta por abajo del brazo izquierdo y el otro por encima del hombro derecho y los anudan por delante del pecho, este atado es el ckecpis. Cuando no tienen guagua o ya ésta puede caminar al lado de la madre, entonces llevan en el ckecpis la lana y la puiscana para hilar. Si está ocupado el ckecpis entonces envuelven la lana en el uso y lo clavan en el nudo de la manta.

Casi todas llevan sombrero, hecho de lana de oveja; antes los compraban a sombrereros criollos de la misma Puna o de Bolivia pero ahora los adquieren en los comercios de las villas, son de color claro, duros y de copa de altura variable, más bien un poco bajos; al sombrero lo ajustan a la cabellera con otro topo.




- IV -

Las ojotas


Calzan ojotas, que son sandalias de cuero sin curtir cortado en la forma de la planta del pie; detrás del talón hay un cuerito de tres a cuatro centímetros de largo sujeto por un botón chato del mismo cuero en la parte inferior de la ojota y arriba tiene un ojal. En la parte media está la quiña, la cual es una tira de cuero que pasa por dos cortes que se le hace a la ojota a ambos lados del pie, las dos puntas al sobresalir de la ojota llevan ojales; adelante, a la altura del vértice del ángulo formado por los dos dedos mayores sale otro tientito como el que salió atrás del talón aunque más largo pues llega hasta arriba del empeine con un ojal. Por estos cuatro ojales pasa un tiento sobado que ciñe los cuatro tientos ya citados al tobillo.

Esta ojota así descrita han usado desde tiempo inmemorial los paisanos del noroeste argentino y también los puneños; ahora, y desde que se usa el automóvil, los puneños utilizan para sus ojotas trozos de goma de cubiertas de auto, pues las telas engomadas, son más durables y sobre todo no se ablandan con el agua, como ocurre con las ojotas de cuero crudo. Ahora se explicarán los turistas el porqué de las huellas de automóvil en las cumbres casi inaccesibles de Cochinoca y Santa Catalina.




- V -

La ropa interior, el ajsu, su desaseo. Una ordenanza de 1575 del virrey Toledo


Hablamos de las piezas de vestir visibles, pero no de las otras. Las puneñas usan una camisa llamada ajsu o ajso cortada y cosida por ellas, a mano, hechas con tela de fabricación casera, el picote, que es un lienzo de lana blanca bastante áspera. Las agujas con que cosen son ahora de acero pero antes eran de canutos de pluma de ave o de hueso. Sobre esta camisa por demás sencilla vienen una, dos, tres, cuatro y hasta siete vestidos, porque las pastoras puneñas no se sacan la ropa ni para dormir y, como el lavado casi no se usa, en cuanto se avejenta una pollera o una bata se colocan otra encima, por eso las puneñas aunque sean delgadas parecen gordísimas. Cuenta la gente que la ropa interior se va cayendo por tiras y así debe producirse el desprendimiento porque estas mujeres son muy sucias. Nunca se bañan; cuando dan de mamar a sus guaguas se ve el grado asombroso de suciedad en que viven. Ya el Virrey, don Francisco de Toledo, en sus Ordenanzas dadas en Arequipa, el 6 de noviembre de 1575, reglamenta precisamente este punto: «Ordenanza XIII. Mando que ninguna india parida meta la criatura por dentro del acso a raíz de las carnes atento a que se usa en algunas provincias, y es caso de grande suciedad, sino que la traigan en los brazos, o espaldas como suelen traerlos en algunas partes»79.

Tampoco se peinan, quizás las jóvenes lo hagan alguna vez al año, con la cefraña que es un peine hecho con espinas atadas con hilo a una tablilla. Tiene dos series de dientes y mide de diez a doce centímetros de largo, por cinco de ancho; el espesor comprendiendo las espinas y la tablilla alcanza a cinco milímetros. Por lo común andan con la cabellera sucia y enmarañada. Conocí viejas que nunca se habían peinado. De este modo y a pesar del frío de la Puna estas mujeres crían una   —XXXIII→   fauna abundante, menos mal que algunas personas matan sus piojos, esta copla explica cómo:


Es la suerte de los piojos
una suerte diferente,
unos mueren en las uñas
otros mueren en los dientes.



Las chicas que van a la escuela se visten a semejanza de las grandes, en el ckecpis que forman con sus mantas, llevan sus cuadernos, sus libros, sus costuras y la infaltable puiscana con su copo de lana.




- VI -

Traje de varón. El chuslo. El poncho, sus usos. El carpacho


El traje de los varones es más o menos como el nuestro en cuanto a la forma, pues tiene saco, chaleco y pantalón, que en lo referente a la tela ellos nos ganan porque son de lana pura sin otra pintura que la natural del animal. Los llamados casimires ingleses tienen el mismo dibujo de los barracanes que tejo esta gente en telares primitivos, desde los tiempos prehistóricos. Así se ve en las momias de Sayate. El sombrero más usado es un pasamontañas tejido por ellos, llamado chuslo aunque ya usan los sombreros dichos panza i burro por el color pardo de asno que tienen. Son hechos de lana de oveja por sombrereros regionales o comprados a los fabricantes criollos de Bolivia. Para sujetarlos en la cabeza, en la Puna ventosa usan un cordoncillo que pasa por la barba llamado chascuñita.

El calzado es la ojota a la que a veces ponen doble cuero.

Las medias llamadas carpachos80 son a manera de guantes, pues tienen un dedo para facilitar el pasaje del tiento delantero de la ojota. Son hechas de lana por ellos mismos.

Los niños no tienen trajes especiales, su indumentaria semeja en todo a la de los mayores.

El complemento del traje de hombre aunque a veces suelen usarlo las mujeres es el poncho, el de lana de oveja es preferido al de llama y el de vicuña es prenda de lujo. Cuando el poncho tiene frisa (entonces es hecho con un tejido basto) se llama puyo, que en quichua quiere decir nube.

Si uno compara al poncho de las llanuras del Litoral llamado poncho pampa con el de las punas, resulta que este último es extremadamente corto, yo me probé uno y apenas si me llegaba a los codos. Son cuadrados y con flecos. Por eso dice la copla:


Este año pa carnaval
mi poncho no tiene fleco,
como quiera pasaré
como suri contra el cerco.



He dicho que el poncho es el complemento de la indumentaria del puneño y me equivoqué, el poncho es lo esencial, no le falta ni en verano ni en invierno porque no solamente lo usa como capa para las lluvias y como sobretodo para el frío, sino que es su colcha cuando duerme, y su ckecpis y con decir esto es todo, pues allí lleva el cordero enfermo o su puiscana con el copo de lana o las mercaderías que compra etc. Al poncho ya lo usaban los puneños prehispánicos, así dice Boman quien los halló en las momias de Sayate81. Podrá faltarle saco y chaleco pero no el poncho. Esta copla sugiere esta posibilidad:


¿De ande será este mocito
cada rato buenas tardes?
¡Quién dice que lo h'i querer
ponchito sobre las carnes!






- VII -

La chuspa


Otra prenda que lleva el puneño y que le es de suma utilidad es la chuspa; ella es una bolsita tejida con arte en la cual lleva la coca y la yista que es algo vital para el puneño, sin la coca es un ser casi inútil, le falta el ánimo y la voluntad, con ella, en la boca, es capaz de hacer todo lo que han hecho sus antepasados, caminar leguas y leguas, subir por cumbres escabrosas, trabajar en el   —XXXIV→   fondo de las minas etc. A esta chuspa que es cuadrangular de quince por quince centímetros más o menos la lleva en su bolsillo o la cuelga del cuello, para eso la sujeta de dos partes con un cordoncillo hecho con hilos de colores como la chuspa.



Con mi ponchito de llama
y mi chuspita con coca
vengo a cantarte ¡vidita!
Remates de Cochinoca.

Velay mi chuspita.
¡Con yista y coquita!
¡Cantá, mi vidita!
¡Cantá, palomita!



También usan una faja, tejida y bordada en colores por ellos mismos, la faja y la chuspa son prendas en las que se pone arte para hacerlas, los bordados representan por lo común llamitas y aves.

Para los viajes los puneños tienen sus burritos: ahora, algunos poseen una mula y aunque es más raro un caballo, sin embargo el burro es la bestia de montar más generalizada. He dicho de montar y me extralimité porque el puneño raras veces cabalga, por lo común anda a pie, el animal sólo le sirve para llevar sus cargas.

La montura del burro consiste en un recadito mal entrazado y reseco por el clima, una cincha por el estilo y unos jergones viejos y sucios. El freno es por demás sencillo y las riendas son trenzadas en forma cilíndrica, hechas de lana de oveja. A los burros cargueros no les ponen recado sino simplemente unos jergones.






ArribaAbajoTítulo V

La alimentación



- I -

El maíz, cómo y dónde lo consiguen.


Los puneños son sumamente parcos en sus comidas, con lo que ellos se alimentan difícilmente lo haría otra persona en nuestro país. La base de su alimentación es el maíz que lo obtienen trocándolo por sal en los valles fértiles de Salta y Jujuy. Consumen con preferencia el maíz blanco, parte lo traen entero y parte hecho harina.

Para adquirir más barato el maíz entero se van a las chacras y truecan su sal con maíz en mazorca (espiga). Instalan sus campamentos en los pedregales de los ríos u arroyos y mientras sus llamas y burritos pastan en sus inmediaciones ellos desgranan estas mazorcas y echan el maíz en costales, que no llenan bien para poder repartir la carga a ambos lados del animal. A los burros los cargan hasta con setenta kilogramos, y a las llamas con treinta.

Con el maíz blanco, pues no vi usar el amarillo, hacen el tostado. Esta práctica de comer maíz tostado a manera de pan parece ser muy antigua en América, donde como es sabido, no había trigo, a este grano nuestros indios llamábanle maíz de Castilla.




- II -

El «tostado» antigüedad de su uso. Noticias de López de Gomara, de Agustín de Zárate y del poeta Pedro de Oña


Francisco López de Gomara, en su Historia de las Indias, publicada en Zaragoza en 1552, dice hablando del camino de Cicuic a Quivira (Méjico), que estos indios: «Comen eso mismo el grano seco, crudo y tostado; más de cualquier manera es duro de mascar y atormenta las encías y dientes»82.

Agustín de Zárate, en su Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú, publicada en Amberes en 1555, dice también refiriéndose a los frutos de la tierra y a las costumbres de los indios del Perú: «Las viandas que en aquellas tierras comen los indios son maíz cocido y tostado en lugar de pan, y carne de venados cecinada a manera de moxama y pescado seco, y unas raíces de diversos géneros, que ellos llaman yuca, ajís y zamotes y papas»83.

  —XXXV→  

El licenciado Pedro de Oña, en su poema Arauco domado, publicado en Lima, en 1596, trae esta escena pastoril de los indios de Chile:


Sacáronles piñones, avellanas,
frutillas seca, madi enharinado,
maíz por las pastoras confitado84
al fuego con arena en las callanas85;
y en copas de madera no medianas
les dan licor de molle regalado86.



Por estos datos vemos cuán extendido estaba el uso del maíz tostado. En la Puna esta práctica fue introducida quién sabe en qué tiempo, quizás fuera prehistórica porque, como dije anteriormente, allí no se cultiva el maíz sino en tan reducida escala que más que cultivo es una curiosidad. Sólo he visto plantas de maíz en una extensión de un área, en El Vallecito, cerca del río San Juan, en Santa Catalina; el maíz precisa clima templado y la Puna es extremadamente fría.




- III -

Cómo se tuesta el maíz. La callana, la auncana


Tostar maíz, hacer tostao, es un arte que no todos lo saben, es más o menos como tostar café que requiere su atención. En el Cancionero de Salta hay una glosa en décimas (n.º 409), que describe esta operación. He visto tostar en la Puna, Catamarca y Tucumán y diré en qué consiste. Aunque de toda clase de maíz (sara, en quichua y tonko en aimara) se puede hacer tostado, algunos sin embargo son más preferidos que otros, así eligen siempre las variedades más reventadoras, como dicen los paisanos y éstas son morochillo, capia y sobre todo el chulpi.

Para tostar se pone al fuego una callana, (tiesto, en quichua), con un poco de ceniza adentro. No he visto usar arena al estilo de los indios de Chile, según hemos visto en los versos citados del poeta Oña. Cuando la callana está en el fuego se remueve la ceniza con las auncanas, éstas son unas varillas de tola (en la Puna no abundan otras yerbas) hechas un haz. Con esta auncana (en Catamarca oí decir ancuana) se desparrama la ceniza por el fondo y las paredes de la callana; ya caliente ésta, a una temperatura prudencial se echa un puñado de maíz así maduro y seco, como se lo saca de la mazorca. A poco que se lo remueva con las auncanas los granos empiezan a saltar y a abrirse en forma de una flor blanca que es suave al tacto. Estas flores son la pura, el pan de nuestros montañeses y puneños. A veces el grano no se abre, no obstante si está tostado, se lo saca de la callana, es igualmente sabroso y blando. A los granos florecidos y tostados se los va depositando en una vasija para aventarlos a fin de sacarles la ceniza que podría adherirse.

En algunas partes de Salta, en Miraflores por ejemplo y en 14 campaña de Tucumán, a estas flores se las echa en un mate (calabaza chica) que solamente sirve para este uso, se le agrega leche y azúcar y se sorbe esta leche con una bombilla, el tal es el mate de aunca.




- IV -

El ulpo, el chilcán, harina de uno, de dos y de tres ramales


Como estas flores de aunca ocupan mucho lugar en las alforjas del viajero, los puneños y demás paisanos, las muelen en las pecanas y hechas harina las utilizan de dos modos: ulpiándola, esto es, llevando a la boca una porción de esta harina o chilcaniándola, vale decir, haciéndola chilcán, que se prepara diluyendo esta harina en agua caliente o fría.

En las regiones donde hay algarrobos, como en los Valles Calchaquíes se mezcla esta harina con la de algarroba, formando así la llamada harina de dos ramales y es de tres ramales, si se le añade azúcar. En una casa, distante un cuarto de legua del cruce del camino de Casavindo a Abra Pampa con el río Doncellas, situada en la falda de la sierra de Cochinoca, tuve que pasar una noche, en agosto del año pasado y recuerdo que al levantarme, la dueña de casa me invitó a desayunarme en estos términos «¿no va a chilcaniar, señor?». Había echado la harina en un jarro, le agregó agua hirviendo y me lo sirvió disculpándose que no tenía azucar. (Por azúcar, según la fonética puneña).

  —XXXVI→  

El chilcán es el desayuno de los puneños, lo usan sin azúcar pues con ella sería un lujo que no lo podrían costear fácilmente.




- V -

Alimento que llevan los pastores en el ckecpis


El café, el mate y la leche que en otras partes son de uso frecuente para el desayuno, no los emplea el puneño, son artículos caros y no están al alcance de estos pobres pastores. Las cabras y las ovejas dan poca leche y casi nunca las ordeñan para no debilitar las crías. En la Puna, hombres y bestias, luchan por la existencia con poca ventaja87.

En cuanto sale el sol, el padre, la madre y los hijos bajan las tranqueras de los chiqueros y sueltan a pastar su ganado, detrás del hato andará de sol a sol toda esta familia, sólo por excepción queda alguno en la casa, por lo común el más anciano o el enfermo.

La comida del pastor es el ulpo, la ulpiada y un trozo de chalona que es carne de oveja cecinada y secada. En los tiempos prehistóricos, y antes que las ovejas llegaran a la Puna esta chalona sería de guanaco, vicuña o llama como da a entender Agustín de Zárate en el párrafo transcripto.

A la harina para el ulpo y a los trocitos de chalona los llevan en el ckecpis que hacen con el poncho o la manta.

Al atardecer regresan a su casa con la majada, trayendo a las espaldas un atado de chamisas, pues no otra cosa es la leña de tola.




- VI -

El tulpo, manera de hacerlo, pecana, sal, chalona, el quita-ucho


Ya en casa preparan la comida, el tulpu o tulpo. Este es un plato aderezado en la siguiente forma. Se pone la manca (olla) al fuego con un fragmento de grasa para que se derrita y digo fragmento porque los panes de grasa (de llama por lo común) son tan duros, por efecto del frío y de la sequedad, que más parecen hechos de parafina que de grasa. Yo he cortado esta grasa para hacer mi tulpo y puedo asegurar que con dificultad hendía mi cuchillo para sacar alguna astilla.

Fundida la grasa se echa agua a la manca. Por efecto de la poca presión atmosférica el agua hierve presto, no alcanza a llegar a los cien grados como en las regiones bajas. Al primer hervor se le añade sal (salcita, dice el puneño que siempre habla en diminutivo cariñoso). La sal es traída en los burritos de las Salinas Grandes, en blocks de base cuadrada, de cuarenta centímetros por cuarenta y diez o quince de espesor. Se la arrincona en la cocina junto con el hacha que ha servido para cortarla. Estos blocks muestran en sus costados las estratificaciones que forman las lluvias en las salinas, a una capa de sal terrosa, de color pardo, le sigue otra de cristales de cloruro de sodio; por lo común estos panes (así les llama la gente) tienen dos de estas estratificaciones.

De esta sal, así terrosa como es, se sacan fragmentos, a golpes de piedra, para molerlos ligeramente en la pecana que no es sino una piedra plana un tanto cóncava por el uso, sobre la cual se muele por presión con otra piedra de dos a tres kilogramos, llamada mano, que tiene una base ligeramente convexa. A diferencia de los morteros, en la pecana no se levanta la mano para moler sino que se la mueve de derecha a izquierda por sobre la superficie de la pecana y muele con el peso de la piedra y la presión de las manos. El maray con que antiguamente se molía el cuarzo aurífero, para extraer el oro, no es sino una gran pecana. El maray que yo he visto en Cobres, tiene una mano que pesará dos o tres toneladas. A esta piedra de granito la movían con dos palos largos sujetos a una cintura que le hacían en la parte superior.

A la sal, así sucia como está, por la tierra de los aluviones, la echan en el agua, al disolverse forma espuma que se va retirando a medida que aparece. Después de la sal se echan trocitos de chalona. La chalona se diferencia del charqui en que éste es cecina de bovino y la otra de ovino. Ambas son carnes saladas secadas al aire. A más, la chalona es de toda la parte carnosa de la oveja con los huesos, en tanto que el charqui es solamente de carne pura.

Como estos pastores puneños son tan pobres, al sacrificar un animal sólo pierden el grito, todo lo demás aprovechan. A las vísceras las comen primero y como naturalmente no todo es consumido en el día, las cuelgan en unas sogas y al aire las conservan secas; a los huesos los muelen y hechos polvo los dan a comer entreverándolos   —XXXVII→   con chicharrón y otros desperdicios, a los perros. El guano amontonado y seco sirve como leña. También vi sogadas de chalona de suyos (nonatos) de oveja.

La canción n.º 82 de este cancionero y la 419 del de Salta, que es más completa, refieren los usos a que destinan cada parte del animal. La descripción es en broma, pero no está muy lejos de la realidad.

Sigamos el aderezo del tulpo porque los trocitos de chalona, uno por cada persona que se han echado a la olla ya están blandos de tanto hervir, ahora hay que echar la harina. A la harina de maíz la conseguirían los puneños en los comercios de sus villas pero para mayor baratura la truecan por sal o la compran en los molinos de Salta y Jujuy. Como dije más arriba usan con preferencia la harina de maíz blanco aunque ya he visto, en La Quiaca, vender harina de maíz amarillo.

El puneño, o la puneña en la mayoría de los casos, saca del costal, en un plato, un poco de esta harina y la va dejando caer poco a poco con la mano izquierda, mientras con la derecha remueve el agua de la olla, para evitar la formación de pelotitas de harina sin desleír. Cuando ha echado la harina agrega como último condimento ají molido, esto sí que no olvidan los puneños. Ellos no lo producen porque el ají necesita clima cálido, pero lo compran en sus andanzas por Bolivia o en Salta y Jujuy. En las ferias de Pascua, de Yavi, comí tulpo con quita-ucho o quitucho (ají silvestre, en quichua) que es el ají usado por los puneños desde los tiempos prehispánicos pues es el fruto de una yerba natural de nuestros bosques. Es sumamente picante; a los que no están acostumbrados les irrita la lengua y las encías pero a los puneños les agrada sobremanera. Esta copla nos dice el interés de ellos por el ají.


En la plaza de Jujuy,
frente a la iglesia matriz,
se peliaron doce collas
por una vaina de ají.



Como el tulpo al hervir hace muchas burbujas suele servir de término de comparación con aquellas personas enojadas que hablan y gesticulan demasiado. A estos se les dice en Jujuy: Boca i tulpo o boca como tulpo.




- VII -

El mote o mute: manera de hacerlo


Otra comida es el mote (muti). Se hace con maíz pelado, no molido ni siquiera pisado. En la noche anterior se pone en lejía de ceniza, una porción de maíz suficiente para la familia, de esta manera el maíz se pone blando y apto para cocerse porque, como dije, el agua al hervir no llega a los cien grados, debido a la falta de presión atmosférica, pasada la noche, se retira el maíz de la lejía y se lo pela, esto es, se le saca la cutícula que recubre al grano, por esta razón suele llamársele también mote pela o muti pela.

Bien de mañana se pone a hervir este maíz con sal, y un poco de grasa. Después de tres horas de hervor se agregan trocitos de panza y a veces algunas papas, de esas de la Puna que son chicas y ligeramente verdes, por último se echa ají, para estimular el apetito.




- VIII -

La calapurca o mote con piedras calientes


En La Rinconada comí un mote especial, estaba con amigos presentando la yerra o señalada, debíamos comer allí, cerca de los corrales, y lejos de las casas. Eran ya las once y me extrañaba no ver preparativo alguno para hacer la comida, solamente había un fuego grande en donde nos calentábamos pero no veía ollas ni cosas por el estilo. Pregunté a mi peoncito qué noticias tenía de comida y a dónde y a qué hora debíamos almorzar pero él no me sacó de apuro: «Siñor, vamos a comer calapurca» y me señaló un lío metido en unas alforjas «¿y que es esto?, calapurca pues siñor, calapurca ¿no está viendo piedras en el fuego?», se gozaba coquiando pero se cerraba en la calapurca, y quedé en la misma duda. Una hora después, a las doce, mi huésped me invitó a comer, fuimos al ranchito deshabitado que estaba junto al corral, nos sentamos en los poyos y esperamos; al rato llegó una mujer con una palangana repleta de mote caliente como si recién lo hubieran sacado de la olla, hacía mucho frío y se veía el vapor de la comida y se sentía un olorcillo que convidaba a comer. Nos repartieron platos vacíos y una cuchara a cada persona; el dueño de la hacienda me sirvió y a no sujetar el plato con las dos manos se me hubiera caído porque la porción que me sirvió era pesada.   —XXXVIII→   Me puse a comer como los demás. Hacía tiempo que no comía vaca y me alegré pensando que lo que hacía peso en mi plato sería un hueso grande de ternera con carne sabrosa. Comí mi mote y cuando le eché mano a la que yo creí ser carne me di conque era una piedra como de medio kilo, alcé la cabeza para pedir explicación y una gran carcajada estalló en el rancho, eran mis amigos que se reían de mi sorpresa. Cuando se rieron a más no poder me explicaron que lo que comíamos era calapurca. Aquel lío que había visto en las alforjas era mote frío hecho el día anterior y las piedras que me señalaba el peoncito estaban al fuego para calentar con ellas este mote que nos presentaron caliente. La palabra calapurca parece ser aimara. Ciro Bayo en su Vocabulario, trae la voz calapari como de origen aimara la cual significaría: «Piedra caldeada que se echa a la lagua (comida parecida al tulpo), cuando ya está servida en la mesa para que conserve el calor»88. Rigoberto Paredes, en su «Mitos»89, trata también del calapari, en igual sentido.

Como se ve nuestros puneños dan a la comida el nombre de la piedra caldeada si es que calapurca no es sino una deformación de calapari o viceversa. Cala, en aimará, es piedra, pero purca o pari no sé qué querrá decir.




- IX -

Los picantes


También es común en la Puna un otro plato llamado picante porque en realidad lo es y en sumo grado, capaz de hacer llorar al más valiente. El picante es un guiso que participa de los aderezos del mote, sólo que tiene papas y panza en mayor cantidad.

Al locro (rocro), a la patasca, a los tamales y otras comidas que se hacen de maíz, no las he visto usar a los pastores de la Puna.






ArribaAbajo Título VI

El pastoreo



- I -

Noticias de Boman sobre la agricultura prehispánica, los andenes de Sayate


Indudablemente los puneños han sido pastores, la naturaleza de su suelo así lo exigía, por la misma razón los casavindos, cochinocas y atacamas fueron salineros; que se dedicaban a este comercio ya lo dice Lizárraga cuando describe las Salinas Grandes, no nombra a los atacamas este cronista pero es de suponer que también lo fueran dada la existencia de hachas de piedra en los parajes habitados por ellos, en los bordes de las Salinas Grandes. La agricultura, al menos en mayor escala, no la hubo, sin embargo parece ser que cultivaron algunas parcelas porque se han encontrado andenes en las barrancas de Sayate90, en Casavindo91 y en La Rinconada92. En las sepulturas es frecuente hallar no sólo granos sino mazorcas de maíz93. Boman cree que se lo cultivó en Sayate. Yo mismo tuve oportunidad de desenterrar una pala de agricultor en Cochinoca. Lo que se cultivara no se sabe, quizás fuera el maíz, aunque con más probabilidad se sembrarían ocas y quinua porque exigen poco tiempo.

Las inmensas llanuras que se extienden a ambos lados de las sierras de Cochinoca y que continúan al sud por Guayatavoc y los bordes de las Salinas Grandes ofrecen al puneño en los meses que no hiela, ni nieva, algunos pastisales aptos para la cría de ganado mayor, vacas, mulas y burros, para el ganado menor toda la Puna se presta porque las llamas y las ovejas viven aún en regiones pobres de pasto.




- II -

Los rebaños de llamas en las petrografías de la Puna


En los tiempos prehispánicos los puneños criaban llamas, denominadas por los cronistas: carneros u ovejas de la tierra. Esta especie de camélido les aseguraba la subsistencia y los servía de bestia de carga; para vestirse cazaban vicuñas, guanacos y alpacas, pues a las llamas no las esquilan como ocurre con las ovejas, solamente muertas les aprovechan la lana.

Las ovejas fueron traídas por los españoles a la Puna probablemente ya en el siglo XVI. No hay constancia de ello, pero es de suponer que así sea porque Núñez   —XXXIX→   de Prado que pasó con su gente y hacienda por la Puna en 1549, ya tenía ovejas en el primer Barco94. La vida pastoril de los puneños prehistóricos está documentada en las petrografías y en los utensilios hallados en las grutas y sepulturas. En los petroglifos del Pucará, de La Rinconada y de Chacuñayo se ven figuras de camélidos chicos, Boman95 cree ver en ellas nuestras llamas, probablemente lo son porque los guanacos y las vicuñas no son domesticables y aquí aparecen al lado de figuras humanas. En El Vallecito, cerca del río Orosmayo hay también unas figuras de llamas, en hileras, como lo están en el Pucará de La Rinconada. No están grabadas sino pintadas en la roca que sirve de techo a una gruta. En el mismo Vallecito he visto llamas grabadas en una mama-sara96, puesta enmedio de un rastrojo de maíz.




- III -

La vida pastoril de los puneños en la etnografía prehispánica, objetos descubiertos


A estos testimonios gráficos de la vida pastoril prehistórica de los puneños se agrega un otro, consistente en un gancho, o mejor dicho en una pieza de madera, al natural, en forma de ángulo obtuso, que sirve a manera de argolla para correr y anudar los lazos que aseguraban las cargas de las llamas. Sabido es que nuestros pastores puneños, en la actualidad, todavía sepultan sus muertos con todos los utensilios que fueron del difunto y gracias a esta costumbre de sus ancestrales es que se ha podido salvar algunas piezas de etnografía antigua, como los referidos ganchitos.

Dice Boman refiriéndose a la frecuencia con que se hallan estos ganchos o piezas para atar: «No hay un cadáver que no sea acompañado de uno, de dos o varios de estos ganchos de madera que son una característica de las sepulturas de la Quebrada del Toro, de la Puna y de Calama»97.

Parece ser que a veces nuestros puneños usaban estos instrumentos como ullacas porque en algunos de estos ganchos se ven agujeros con sus bordes y paredes quemados. Es lógico que así fuera porque en la Puna la madera es escasa y estos indios usaban la ullaca para hacer fuego.

Otro hallazgo que confirma la vida pastoril de los puneños lo constituye dos cencerros de madera, descubiertos por Max Uhle en Casavindo y que están actualmente en el Museo de Berlín98.

La honda u honda de guato (de atar) como la llaman en Salta y Jujuy a la honda de los pastores, para diferenciarla de la que usan los chicos, hecha con elástico atado en una horqueta, era usada en la Puna prehistórica pues Boman halló restos de ella en los enterratorios indígenas de Sayate y en el Pucará de La Rinconada99. Agustín de Zárate dice que «los ingas usaban hondas entretejidas con oro»100. La de los puneños es la misma honda de los pastores bíblicos y la misma también que usaron los indios del Perú.

También han usado nuestros pastores lives (del quichua lihue) para cazar avestruces, vicuñas y guanacos. Son más chicas que las boleadoras de las pampas del Litoral y están hechas de tres sogas, en el extremo de las cuales va atada una piedra forrada con cuero fresco para que al secarse éste no salga la piedra. No se han encontrado lives en los enterratorios pero piedras pulidas para lives se hallan en todas partes. La poca consistencia de la lana y del cuero con que están hechas no les asegura su conservación.

Como testimonio fehaciente de la vida pastoril prehispánica se ve por todas   —XL→   partes en la Puna restos de pircas que formaban los corrales. Las pircas, los utensilios citados, y los dibujos de llamas en las piedras, indican claramente que los actuales pastores de la Puna son hijos de los pastores prehistóricos y que han seguido sus mismas prácticas sólo, que al gancho para pasar y ceñir las sogas y a los cencerros de madera los han reemplazado por argollas de hierro y por cencerros de bronce respectivamente; a las hondas y a las lives las siguen usando en la misma forma de antaño.




- IV -

La familia y los quehaceres del Izato. En el corral. Proporción de ovejas, llamas, cabras y cabritos en una majada


Ya dije al hablar de la vivienda y de la comida que al salir el sol o quizás un poco antes, casi toda la familia abandona el techo paterno echando cada uno, en su ckecpis, un poco de harina de maíz tostado y chalona y en la chuspa una ración de coca y algún trozo de yista. A esto debemos agregar la honda que se la ciñen a la cintura y algunas sogas hechas de lana para atar el haz de tolas secas con que han de regresar, la puisca y un poco de lana. Si el pastor es un jovencito de quince a veinte años que barrunta el amor llevará consigo un espejito, de esos que vende el comercio, con tapa, ya veremos su uso.

Los perros, lanudos y negros van adelante desperándose y con desgano pues saben que sólo tendrán comida a la noche, cuando regresen.

Van al corral o al chiquero que tienen la puerta por lo común, mirando al naciente, esto obedece quizás a alguna práctica supersticiosa del culto solar; también para sacrificar una oveja o una llama, ponen la cabeza del animal mirando al este.

El ganado está casi siempre separado: en un corral están las ovejas madres con sus recentales, en otro los burritos con las llamas porque son animales grandes y podrían, estando el hato junto, apretar a las ovejas chicas y por último las ovejas adultas y las cabras en otro corral. No abundan las cabras en la Puna, parece ser que el clima tan frío no se presta a su procreación. Los españoles las trajeron desde muy temprano; entre los animales robados por los Villagrán a Juan de Santa Cruz, en agosto de 1550, en Cotagayta, figuran cabras, yeguas y caballos101. El hombre de la casa saca aparte a los burritos y las llamas machos, si ha de llevar alguna carga, de lo contrario la familia echa fuera de los corrales a todo el ganado, acomodan sus ckecpis a la espalda y van al campo, a las vegas pastosas a apacentar. A veces quedan en casa los mayores y sólo pastorean los chicos, esto depende de los quehaceres y sobre todo de la cantidad de cabezas que poseen. Por lo común en un hato hay la siguiente proporción de animales: un setenta por ciento de ovejas, un diez por ciento de llamas y el resto son burritos.




- V -

Las llamas, disminución del número de estas. Las causas


Las llamas, que en tiempos de la colonia se criaban a millares hoy van disminuyendo paulatinamente. Como ahora los transportes, en la Puna, son mecánicos los almaceneros no contratan con tanta frecuencia como antes, a los troperos y es por esto que las llamas no son tan necesarias como en otros tiempos. Los puneños que comercian la sal con los valles fértiles de Salta y Jujuy prefieren los burritos a las llamas porque, como hemos dicho ya, mientras éstas cargan solamente treinta y cinco o cuarenta kilogramos, los burritos llevan cómodamente en sus lomos el doble, con la ventaja que el burro viaja de noche en tanto que la llama solamente de día, de sol a sol, llegada la oración no hay quien las haga caminar, se echan a rumiar y ahí estarán hasta que tata Inti (el sol) aparezca en el horizonte. A más de estos inconvenientes se agrega otro, es de uso inveterado no llevar como cargueras sino a las llamas machos y en efecto, en la Puna no he visto llamas hembras sino en los rebaños. Alguien me dijo que hay una disposición gubernamental que prohíbe a los arrieros llevar llamas hembras. En el Código rural, no he visto tal reglamentación, quizás sea de derecho consuetudinario. Por una llama sea de la edad y sexo que fuere paga el puneño cincuenta centavos al año por derecho de pastaje, y si sólo saca provecho de los machos cuando consigue hacer algún transporte liviano, resulta gravosa su crianza. Más le vale criar ovejas y burros porque rinden más en todo sentido.

En el campo, las llamas, de elegante porte, caminan con donaire102, observando todo: un bulto que se mueve a distancia, un cuy que salta, un grito de los pastores,   —XLI→   o el ladrido de un perro le produce curiosidad y presta atención. Todas van atrás de un macho vicio, le añacho triscando aquí y allá las matas tiernas porque la llama no come todo pasto como el burro, que en caso de necesidad da mordiscos a las mismas tolas que son amargas y leñosas. Sin embargo, por los burros, así avenidos como son, pagan un peso al año por su mantención, por las ovejas y cabras pagan diez centavos anuales.




- VI -

En busca de pasto


En primavera, cuando empieza a nacer el pasto y con mayor razón en verano, la majada no se retira muy lejos de la casa porque, por lo común, éstas están edificadas en las proximidades de las regiones pastosas pero, en invierno, los pastores viajan, a veces leguas, para llevar a su majada a las vegas defendidas del viento, donde haya algún pasto seco.

Los pastores ricos cierran, algunas de estas vegas con pircas o con tapias y así aseguran pasto bueno para el mal tiempo, pero los pobres que constituyen la inmensa mayoría deben llevar su hato a los guaicos (quebradas) o a las faldas no azotadas por el viento frío, eterno e implacable enemigo del puneño porque se enseñorea de las llanuras y corre día y noche durante todo el año con muy pocas intermitencias. Levanta nubes de tierra, forma dunas «cerritos verdes de arena» como dicen las coplas y barre las punas dejando las piedrecitas sueltas como lavadas.

Los chicos y las imillas (pastorcitas) andan por lo común calachaqui, esto es pata pila, con los pies descalzos, por esos pedregales pues aunque las ojotas son tan sencillas y no significan mucho gasto no todos las tienen para el uso diario, porque el cuero que se usa en ella no es de burro ni de llama, porque son delgados, sino de vacuno o cogote de guanaco y esto es lo caro porque en la Puna no abundan guanacos y al cuero vacuno deben comprarlo en Salta o Jujuy.

Precisamente porque las imillas y los pastorcitos van descalzos es que a éstos últimos les resulta fácil reconocer a aquéllas, se fijan en los rastros que dejan en la arena y como son tan hábiles para rastrear saben si la pisada es de varón o de mujer. Yo le he preguntado a un muchacho en El Moreno cómo distinguía el sexo en las huellas de una pisada y me explicó que la mujer tiene el talón alargado y fino en tanto que el del varón es redondo.




- VII -

Imillas. Idilios a la distancia. Los espejos


En esas inmensas soledades en donde a poco que se internan en las tolas, las ovejas, no aparecen y las personas se confunden con las piedras es difícil para un ojo profano, saber a dónde anda una majada, sobre todo si esta no tiene llamas. En esos casos sirve el rastreo que es como el hilo para encontrar el ovillo.

Una vez viajaba por El Moreno con un muchacho de Cochinoca, en mula y notó que de tiempo en tiempo la mula se molestaba, sacudía la cabeza y alzaba las orejas, yo no caía en la causa y seguía el viaje pero, en una de sus sacudidas llegaron hasta mí unos reflejos molestos, seguí andando y los reflejos seguían también. Como me llamara la atención pregunté al muchacho qué era eso y mi puneño me dijo: «imillas, pues siñor -¿imillas?- ¿y a dónde están que no se ve ninguna? No si, pues siñor agora viremos». Claro es que no me callé, por el contrario lo aburrí a preguntas, y saqué en claro lo siguiente: los jóvenes de ambos sexos búscanse recíprocamente, en esas soledades; cuando el muchacho sabe que es mujer la que ha pasado entonces sondea el horizonte y descubre enseguida adonde está el rebaño de la imilla. Él no puede acercarse porque de hacerlo se entreverarían las dos majadas y entonces ¿cómo apartarlas, si no hay corrales? la consigna de los pastores es terminante, deben cuidar el ganado para que no se pierda ni el más enclenque regatillo y en esos entreveros algún guaschito siempre se pierde. Ante la imposibilidad de acercarse el muchacho se ingenia de algún modo para revelar su amor a la imilla. Él no la conoce, no sabe la edad tampoco, más esto poco le interesa porque vieja no ha de ser, ellas se quedan en las casas y por diez o quince años más no hará cuestión.

Estudia la pisada, mira bien la forma sospecha que debe ser tal imilla, hija de tal o cual vecino, deja a un lado su puiscana con que ha ido hilando y saca del bolsillo su espejito, él le va a servir de ojos pues ya dice la copla española:


Cuando dos se quieren bien
y no se pueden hablar,
los ojos sirven de lengua,
para más disimular.



  —XLII→  

Si la posición del sol le favorece, refleja sus rayos a la pastorcilla y ésta que, conoce quién es quien la busca le responde; ella también deja su puiscana, saca del ajso su espejito y hace brillar la luz en la cara del muchacho.

Así empiezan los idilios, sin conocerse, ni verse, ya llegará la fiesta del santo, patrono de la parroquia y se conocerán, si no será para Carnaval cuando se juntan todos a divertirse.

Cuando se conocen, el muchacho le obsequia un cordón hecho de lana de oveja, con dos hebras gruesas una blanca y otra negra, con los colores naturales del animal; ella, en señal de que acepta el compromiso, se pone este cordón atado a la cintura. Es entonces cuando comienza el siriviniaco103 o sea el período prenupcial. Este cordón es un símbolo, la imilla está comprometida y ningún otro joven debe requerirle su amor.




- VIII -

El siriviniaco y las ordenanzas del virrey Toledo


Entre los puneños, no rigen algunas normas morales de la sociedad cristiana por ejemplo, es el siriviniaco la forma de matrimonio más generalizada. Ya vendrá el cura y los casará, de lo contrario solamente formalizarán el matrimonio, en el Registro Civil. Si no se casan después por la iglesia, serán civiliados nomás, como ellos dicen.

Para evitar estos siriviniacos entre los indios, el virrey del Perú, don Francisco de Toledo, mandó, en su Ordenanza para los indios de la provincia de Charcas, dada en Arequipa, el 6 de noviembre de 1575: «que los Alcaldes de cada pueblo tengan particular cuidado en no consentir, que las indias mozas estén en las punas en las guardas de los ganados, porque me consta, que se cometen muchas ofensas en deservicio de Dios Nuestro Señor, por estar mucha cantidad de indios mozos en las guardas de sus ganados, siendo convecinos de ellas»104.

En Susques (Puna de Atacama) vi cierta vez que fray Bernardo Nardini, de la orden franciscana, recriminaba a una india vieja porque consentía que su hija tuviera familia en soltera y la india le hacía esta reflexión. «¡Mijor pues, tata cura, más pastorcitas, ya estar vieja y necesitar guaguitas para cuidar ovejitas, llamitas...».

En Santa Catalina me dictaron una copia que encierra una sentencia de derecho puneño sobre éste asunto:


Código mandan,
código nin,
pichos imillata guachachan
mantinichun hasta el fin.



Cuya traducción sería: El código manda, el código dice: quién hace madre a una imilla, manténgala hasta el fin. Esta sentencia no es indígena de la época de los incas, por la alusión a códigos y por la lenidad de la pena, los incas castigaban severamente estos delitos, así al menos, se ve en las respuestas que dan algunos vecinos del Cuzco, a la encuesta sobre derecho incaico, mandada hacer por el virrey, Martín Enríquez, por orden del Rey de España, en abril de 1582105.




- IX -

Noticias de Lizárraga sobre el poco cuidado de los indios con las doncellas


Sin embargo fray Reginaldo de Lizárraga refiriéndose a los indios chichas, vecinos de nuestros puneños, por donde pasara en 1600, dice sobre el asunto que tratamos. «No guardan los padres ni madres a las hijas, ni les buscan maridos; ellas se los buequen y se concierten con ellos. Entre los indios la virginidad no es virtud, ni la estiman en lo que es justo: que en su infidelidad no la tuviesen por tal, no hay por qué nos admiremos, pero ya predicados y avisados es gran ceguera; no nos creen. La hija del más estirado se va y se viene como quiere, por lo cual por maravilla se casa alguna mujer doncella; dicen los varones no debe ser para servir, pues así persevera. Si se han de casar, primero se amanceban seis y más meses que se casen: dicen que esto hacen para conocer la condición el uno al otro, y de este error no los podemos sacar;   —XLIII→   una cosa tienen bueno las mujeres: aunque antes de casarse hayan corrido ceca y meca, después de casadas pocas son las que adulteran»106.

En nuestra Puna no han cambiado mucho estas costumbres pues no se la ha evangelizado con tesón y por eso, no solamente persevera este vicio de vivir amañao, como ellos dicen, sino que subsisten muchas otras prácticas indígenas y un mundo de supersticiones paganas.

Volvamos al rebaño, mientras las ovejas y las llamas pacen, el pastor o la pastora hila, hace el caito, esto es, llena el huso, puiscana, con hilo de lana o misme, tuerce hilo para hacer cordones o sogas, para mancar cabras u ovejas cuando vaya a chiqueriar (sacar leche).

No he visto entre estos pastores llevar instrumentos de música; quenas, trompas, (cirimbao) ni ningún otro, con el fin de divertirse, sin embargo los he visto alguna vez sentados en los cerritos de arena, cantando. Esta copla pertenece a este género de cantares:


Voy a sentarme a cantar
encima de este picacho,
a ver cómo se divierten,
la imilla con el muchacho.



Muchacho e imilla dice la copla y no pastor o pastora, porque los puneños no usan la palabra pastor sino ovejero o cabrero u ovejera y cabrera, por eso dice la copla:


Linda, linda la chinita,
conchabelá, mi mamita;
si no sirve pa cabrera,
será para ovejerita.



La voz china, con su diminutivo chinita, como sinonimia de muchacha, es poco usada, en cambio sí lo es dándole un sentido despectivo107.




- X -

Los pastores puneños no cantan ni tocan sus pincullos. Noticias de Zárate y de Markhan a este respecto. El escepticismo de los puneños. El así será


Como dije, nuestros pastores puneños, no llevan instrumentos musicales y sólo por excepción llegan a cantar; por lo común andan callados y ocupan su boca en lamer su acuyico o en mascar la chalona dura o el tostado seco. Sir Clements R. Markham habla108 de que en tiempo de los incas, los pastorcitos tocaban sus pincullus o flautas pero sea, que haya llegado tarde a la Puna o que en el tiempo en que anduve no tuve ocasión de ver, el hecho es que no he encontrado pastores tocando sus flautas. Sin embargo es evidente que los antiguos puneños tenían su música y sus instrumentos pastoriles, pues en 1931 tuve oportunidad de ver una flauta de Pan, hecha de piedra, desenterrada en las antigales de La Rinconada109.

Agustín de Zárate habla de ciertos cantares de indios «se van juntando paso a paso (en los chacos) al son de ciertos cantares que ellos saben para aquel propósito»110 pero éstos serían como los que Adán Quiroga ha encontrado, en Calchaquí, oraciones a la Pachamama de carácter ritual relacionadas con la caza,   —XLIV→   más adelante trataremos este tema con más detenimiento, por ahora sólo diremos que en la inmensa soledad en que vivieron nuestros puneños, en lucha continua contra la naturaleza, no fue ambiente propicio para el desarrollo del arte poético. En la Puna hasta los pajaritos parece que se hubieran olvidado de cantar, el puco-puco apenas si se hace oír. Todo es silencio de muerte, el paisano no habla ni se ríe, si le preguntan algo, contesta en monosílabos. Dice Concolorcorvo: «Se pregunta a un indio instruido en la fe, si Jesucristo está real, verdaderamente, en la hostia consagrada, responde: "Así será". Si le preguntan si le han robado mil carneros, aunque jamás no haya tenido alguno responde: "Así será"111.

Quién quiera que visite la Puna e interrogue a un paisano recibirá en respuesta más o menos esas mismas palabras.




- XI -

Desidia de los pastores por instruirse


La esposa de don Julio Ugarriza, directora de la Escuela Nacional de Cobres (Puna de Atacama), me refería que cierta vez, creo que fue en 1927, hizo llegar con la policía a una pastora de edad escolar (de 6 a 14 años) para que recibiera instrucción, ella se encargaría de darle de comer y vestirla. La llevó al aula con engaños pero en cuanto la dejó al lado de sus condiscípulas, pastoras también como ella, se le escapó, la volvió a traer dándole azúcar pero se escapó de nuevo. Al cabo de algunos días consiguió que se sentara y se quedara quieta. Cuando la empezó a interrogar constató la señora, con el asombro consiguiente, que aquella niña no sabía hablar sino muy pocas palabras y eran las relacionadas con sus quehaceres, decía: oveja, llama, burro, cerro, guaico, chiquero y alguna otra palabra más, pero en total su vocabulario no pasaba de diez o doce nombres.

Claro es que no todos los pastores son así; los hay más o menos ladinos pero siempre el promedio de su cultura es sumamente bajo. Las escuelas que la Nación ha desparramado en todo el Altiplano están levantando ese nivel intelectual, pero no son suficientes, el hogar deshace lo que la escuela construye. El puneño necesita pastores y como la escuela se los sustrae guerrea con los directores y maestros. Todos los días van con quejas a la Inspección, con el más fútil pretexto a fin de sacarse de encima tal sujeción.




- XII -

El perro de los pastores. Noticias prehistóricas. Servicios que prestan


El compañero del pastor es el perro, en la Puna los he visto siempre de un mismo color y tamaño, negros lanudos y de talla regular. El puneño los cría con cariño, a este respecto dice Lizárraga refiriéndose a los indios chichas que fueron, como he dicho, pastores vecinos de nuestros puneños y seguramente de las mismas costumbres: «amicísimos de perros, acaece caminando llevar el perrillo a cuestas, y el hijo de cuatro a cinco años por su pie»112.

Cuando cachorros los quitan de sus madres y los llevan al chiquero, allí les dan a beber lecho de cabra o de oveja para que se habitúe al ganado que deben cuidar.

En épocas prehispánicas había perros en la Puna y no de los pilas (canes carabicus Less) que son de origen americano, puesto que no podrían aclimatarse en la Puna: sino perros de los comunes, al parecer. Según Boman, en el Museo de Berlín hay cuatro cráneos de perros hallados en sepulturas puneñas, él encontró el esqueleto de otro en el Pucará de La Rinconada y un empleado del Museo de La Plata, sacó otro de una gruta de Casavindo. Estos esqueletos de perro encontrados junto a cadáveres de personas sin señales de que estos últimos hayan sido tocados por aquellos lo llevaron a Boman a creer que se trata de una especie de perro domesticado113.

Estos perritos son los que defienden los corderitos o cabritos tiernos del atoc (zorro), del cóndor, del aguila (por águila) y del oscoyo (gato montés) que atisban la majada desde los peñascos. Como los perros conocen a cada individuo de la majada ellos se encargan de apartarlos cuando en algún descuido se entreveran las haciendas de dos vecinos. Entonces hay que ver la habilidad que despliegan, ladran a la oveja o llama que se apartó y si no obedece a esta advertencia muerden del garrón hasta hacerse obedecer. A veces las majadas andan solas con sus perros sin   —XLV→   precisar el cuidado del pastor. Cuando uno se llega a una majada, aunque sea por curiosear, con el primero que uno se da es con el cabrero, que así llaman al perro cuidador. A la hora en que el pastor debe regresar con el hato, el perro lo hace volver de donde está pastando y lo conduce al corral. Sólo abandona su cuidado cuando el pastor ha cerrado la puerta del corral. Entonces va a comer y a echarse junto a las conchanas, sin cuidado de los miches (gatos) que lo respetan.

Las ovejas siempre obedecen, las llamas también, sólo los burritos suelen disparar por los cerros; para este caso el pastor tiene a mano su honda, la desata con presteza de su cintura, alza una piedra, que en todas partes las hay, revolea un poco y suelta el proyectil que irá silbando a los ijares del burro chúcaro. La honda en manos del puneño es un arma eficaz, ya lo probaron los soldados de Lerma y Tristán de Tejeda, cuando sofocaron al alzamiento de Cochinoca y Casavindo en 1583 y lo probaron también los de don José María Álvarez Prado, en Quera, en Mocaroite, cuando en 1875 se alzaron los puneños con don Laureano Saravia.




- XIII -

De regreso con la majada. La cena y el reposo. La noche en la Puna


A la tarde cuando el sol se pierde tras de las sierras, regresan los pastores con su ganado, con una carguita de ramas secas de tola, y con su caito de hilo trabajado durante el pastoreo. Ellos no usan cayado como los pastores de Asia y Europa. Regresan silenciosos a enchiquear su majada. A veces traen a la espalda algún corderito enfermo o al cachorro de perro que llevaron para amañarlo con las ovejas.

Cuando la hacienda entra a los chiqueros y corrales las llamas se echan al suelo y empiezan a rumiar, y los corderitos se acomodan al lado de las ovejas para pasar la noche.

La cocina empieza a humear y a la lumbre de las tolas que arden entre las conchanas se ve el rostro, imperturbable, de piedra, de los paisanos. Calientan el tulpo y comen en silencio, el cansancio y la hora los hace más taciturnos.

La naturaleza toda parece en aquella hora sumirse en un mutismo de tumba, porque no se oye ni un canto ni una nota y ni siquiera un ruido. La rarefacción del aire hace imperceptible el susurro del agua de los arroyos los cuales, por lo común, corren bajo de una capa de hielo y no hay un ave que vuele a su nido, los puco-pucos se han acucurrado ya, entre las tolas, para dormir.

El puneño alza sus calchas, extiende un cuero en el piso del cuarto, se tapa con ponchos y jergones y duerme.

Salen las estrellas y la luna, pero hasta la luz es mezquina en las punas y así como el sol no quema de día tampoco la luna y las estrellas brillan con fulgor.




- XIV -

El problema de los pastores es el pago del arriendo


Lo expuesto en los párrafos anteriores es más o menos el reflejo de la vida diaria del pastor puneño. Pasa su existencia en un mismo trajín y con una sola preocupación; su ganado, sus ovejas. Él debe pagar el arriendo del campo que ocupa, una parte para San Juan y la otra para Navidad. Feliz el pastor de la Puna de Atacama que puede decir:


Para mí todo es lo mismo,
San Juan como Navidad;
porque en la tierra en que vivo
el suelo es comunidad.



Allá el suelo es de la Nación, es propiedad fiscal, el Estado presta el campo a los pastores, pero en Jujuy y en la Puna salteña, el pastor debe pagar y a veces el rendimiento es escaso, la parición no ha sido buena o hubo poco pasto y murió el ganado, pero el patrón inexorable, exige y arremete contra la propiedad del pastor, le quita sus animales y lo echa del arriendo. Por eso se preocupa para que las ovejitas no mueran y tengan mucha lana y engorden porque con el producido de los vellones y de las chalonas, él puede sacar el importe del arriendo y un poco de ganancia. Con este fin sólo come las ovejas que mueren despeñadas o las muy viejas que ni paren ni engordan. Proponerle comprar una oveja por chica que ella sea, es algo así como una ofensa, no accederá, pondrá mil inconvenientes y no la venderá.

Cuando llega el día de la señalada que es la yerra en la Puna, el patrón dueño del campo está presente para hacer el recuento, si no es él es su representante,   —XLVI→   tanto o más exigente que el amo porque no puede ni siquiera hacer una concesión ni atender las súplicas.

El pago del arriendo es el problema de los puneños. Ellos alegan que les pertenece el dominio útil del campo que ocupan pero argumentan en vano porque ningún gobierno les reconoce tal derecho y tampoco ellos podrían hacerlo porque el suelo de la Puna es de propiedad privada. Habría que comprarles sus derechos previamente a los terratenientes para después vendérselos a los puneños. Algunos caudillos políticos han halagado los oídos de estos pastores con promesas de expropiación pero tales palabras no pasan de ser sino simples propagandas electorales. Quera, frente a Pumahuasi, fue el altar donde los puneños, en 1874, sacrificaron su sangre en holocausto a ese ideal. La hecatombe de Quera, como se llama comúnmente a ese hecho de armas, fue quizás el único levantamiento armado hecho por ellos con este fin, pero aunque cayeron vencidos no han renunciado a sus gestiones y por eso cualquier promesa los alegra. Boman consiguió muchos datos sobre el folklore de la Puna ofreciéndose para secundarlos en sus diligencias114 y yo mismo alguna vez, he apelado a este recurso a fin de que me refirieran las coplas.

La sujeción de los puneños a los terratenientes raya en lo inhumano. Ya hemos visto que durante la era colonial los dueños de encomiendas no se avinieron a vivir en estos desiertos, igual cosa pasó cuando se declaró independiente de España la República Argentina; los dueños de estas tierras tampoco quisieron habitarlas porque ninguno se animó a sufrir las intemperies que padecen los hijos de las punas, nadie quiere exponer su vida y sus capitales porque sabe que el Altiplano es estéril y hostil, pero eso sí, ninguno renuncia a sacarles a estos pobres pastores el amargo fruto de sus trabajos. Yo he visto a estos pastores arrodillarse y llorar suplicando la disminución del importe de sus arriendos pero fueron lágrimas caídas en la arena porque el amo repuso, pagarás o te irás, y ¿adónde irá el hijo del desierto? ¿a buscar otro amo y otra vega más pobre?

La ley que abolió el tributo personal en los cuatro departamentos de la Puna y que debía entrar en vigencia en enero de 1852 fue sancionada el 14 de febrero de 1851115. Por decreto del gobernador José Quintana, del 16 de noviembre de 1850, se prohibió el cobro de diezmos de lana y queso en el territorio de la Puna116. La contribución directa se abolió en 1851117, pero la ley que ha de contribuir a hacer menos penosa las cargas de los arriendos espera aún su sanción.






ArribaAbajoTítulo VII

La señalada



- I -

La víspera


Una vez al año, por lo común a mediados de otoño, en abril, los pastores de la Puna hacen la yerra llamada por ellos señalada. En esta oportunidad ponen la marca a sus animales nacidos durante el año. La señalada es, puede decirse, la fiesta familiar de los pastores porque el Carnaval y la celebración del Santo patrono de la parroquia, son fiestas para todos.

Una semana o dos antes de la señalada, el pastor avisa al patrón o a su personero que es un puneño y a sus amigos cuál es el día fijado por él para marcar los animalitos que han nacido durante el año.

El dueño del campo debe estar presente porque le interesa saber la cantidad de ovejas, llamas, cabras y burros que haya en el rebaño para, cobrar de acuerdo al número de cabezas y no ser burlado por los pastores que tratan de ocultar su ganado. Él no percibirá el importe del arriendo entonces ni tampoco el pastor dará sus quejas, porque para esto él tiene sus días que son, como hemos dicho más arriba, para San Juan y para Navidad. La señalada es más bien una fiesta doméstica, un ritual, en   —XLVII→   ella el pastor se alegra y pide a la Pachamama su protección para el multiplico de su hacienda.

He presenciado algunas señaladas y he oído el relato de otras, diré en consecuencia lo que sé por vista y por referencia.

Los paisanos invitados empiezan a llegar el día antes del indicado para la señalada, el dueño de casa los recibe con agasajos, les brinda con muti pela, coca, y alguna bebida. Aunque la chicha es la bebida más generalizada en los montañeses de Salta y Jujuy, no es de uso frecuente entre los puneños, porque la frialdad atmosférica es tan grande que no favorece la fermentación de los caldos que producen la chicha; en cambio, en la Quebrada de Humahuaca, que es más templada, abunda la chicha, a más de esta dificultad hay que considerar que el maíz resulta caro en la Puna, apenas pueden en medio de su pobreza, tener el maíz estrictamente necesario para su comida. Por eso es que solamente en fiestas como en la señalada se dan el lujo de beber chicha. Desde que estos pastores empezaron a ir a los ingenios azucareros de San Pedro y Ledesma consumen alcohol. Pero ésta es usanza nueva porque la ida a los ingenios es de este siglo.

A los recién llegados convidan, como digo, con un poco de chicha, porque esta bebida es, diríamos, de liturgia, en las prácticas supersticiosas de estos pastores; los traguitos de aguardiente (de 96 grados) son un lujo especial.




- II -

La visita del mojón o kuire, cckoai, la lana cunti, los callahuayas


En la tarde, víspera de la señalada, los invitados andan por el chiquero y los corrales para halagarle los oídos al dueño de casa con felicitaciones, sobre la parición y la abundancia de ganado. Luego pasan al mojón que está a pocos pasos del corral, es éste un montón de piedras en forma de cono, de unos 60 centímetros de diámetro de base por otros 60 de altura, a manera de apacheta.

Llegados al mojón cuyo nombre indígena es kuiri: según Boman118, le arrojan con respeto casi religioso el acuyico que llevan en la boca, un poco de chuya que es chicha clara sin heces; algunas hojas de coca y si llevan alcohol le hacen esparciones con él. Luego queman sobre el mojón cckoa o sahumerio, por lo común es una yerba resinosa comprada a los callahuayas que son herbolarios ambulantes venidos de los valles fértiles de Bolivia119.

  —XLVIII→  

Después de cckoai (infinitivo del verbo quichua, sahumar) adornan el mojón con copos de lana cunti. Esta lana es roja, y la compran también a los callahuayas. En algunos almacenes de la Puna la hay, pero lo mismo que los pastores los almaceneros la adquieren de los herbolarios. Debe tener un simbolismo sagrado esta lana porque no es de oveja sino de alpaca y la pagan caro. Quizás en su origen su uso, haya sido obligatorio en las ceremonias religiosas. Solamente cuando no hay en venta y el tiempo apura para hacer la señalada, tiñen de rojo con raíces de socondo, un poco de lana de oveja, la cual aunque no tiene la finura de la cunti es por lo menos del mismo color rojo claro.

Con el sahumo y el ornato del mojón se terminan las ceremonias de la víspera, el resto de la tarde y muchas veces durante la noche, se divierten bebiendo y cantando y, sobre todo, coquiando.




- III -

El día de la fiesta. El compadrazgo y la procesión en torno del corral. Los tres tipos principales de señal: zarcillo, muesca y horqueta. Señalando


En la mañana del día siguiente el dueño de casa nombra los padrinos para la ceremonia, el compadrazgo recae en las personas distinguidas de la concurrencia, en los dueños de rebaños más numerosos, o en alguna persona de la ciudad o villa vecina.

Tomados del brazo como si estuvieran en un casamiento, van los padrinos seguidos del dueño de casa y de toda la concurrencia al corral en donde bala el ganado. Dan primero una vuelta a las pircas del corral rezando «credos» «padre nuestros» y «ave Marías» y arrojando con la mayor circunspección sus acuyicos en las piedras de la pirca.

Esta es la bendición del corral, del recinto a donde están las ovejas, luego entran y caminan por los lados interiores de las pircas rezando también y coquiando como lo hicieron afuera.

Terminadas estas vueltas van los padrinos al centro del corral, cavan un hoyito, y entierran hojas de coca en sacrificio a la Pachamama, espíritu bueno y generador de lo creado. Y en especial del ganado y de los pastos.

Hecho el sacrificio empieza la señalada. La operación consiste en cortes que se hace en una o en las dos orejas de la oveja, llama o cabra. A los burros los marcan de acuerdo a la ley.

Hay distintos tipos de señales, los principales son: zarcillo, muesca y horqueta.

Como estos tres modelos resultan pocos y su repetición podría fácilmente dar lugar a confusiones, los pastores multiplican estas señales haciendo, por ejemplo, zarcillo en una oreja y muesca en la otra, o zarcillo y muesca en las dos, o bien horqueta y muesca en una y zarcillo sólo en otra. De esta manera se puede identificar la hacienda porque difícilmente se les ha de ocurrir a dos pastores hacer estas señales en la misma parte.

El zarcillo, es un corte casi paralelo al borde exterior de la oreja; como queda colgando tiene la apariencia de zarcillo.

La muesca, es un corte en forma de media luna, hecho indistintamente en uno de los bordes de la oreja.

La horqueta, es parecida a la muesca pero el corte es en ángulo agudo y por lo común hecho en la extremidad de la oreja.

El padrino da comienzo a la señalada, casi siempre con la illa, que es algo así como la mascota del rebaño, es la que trae suerte y la que no se ha de vender nunca, por más necesitado que estuviese el pastor. Hay la creencia, tanto en la Puna como en Calchaquí, que si se mata a la illa el ganado se enferma, disminuye o se aniquila   —XLIX→   probablemente en épocas prehispánicas las illas serían llamitas120. En Calchaquí como en la Puna cuando un viajero solicita compra de un cordero los pastores dicen casi siempre: «no siñor esta (precisamente la que uno ha señalado) es la illa». Si uno señala otro dice que es de la guagua y así no hay manera de comer un cordero por más súplicas que se formulen.

Después que han señalado a la illa se sigue con los otros animales hasta terminar con los guaschitos que son los recentales huérfanos. En la tarea de señalar suelen ayudar al padrino el dueño de la «tropa» (así se llama también el hato) y algún otro pastor de la amistad. Mientras dura la señalada van y vienen los jarros de chicha y si hace mucho frío se da té con alcohol. No falta la coca tampoco.

Cada trocito de oreja que sacan al animal lo ponen dentro de la chuspa con coca, del dueño de casa, éstos sirven de constancia para saber los animales señalados. Alguna vez he visto al padrino y señaladores, ya un tanto embriagados con los brebajes, hacer pasar las manos manchadas de sangre, por la cara del dueño de casa, para desearle una buena multiplicación del hato.




- IV -

El casamiento y el floreo


Acabada la señalada propiamente dicha viene el casamiento y el floreo.

La madrina toma una oveja, quizás en tiempos prehispánicos sería una llama y la conduce casi a pulso al mojón, el padrino hace lo mismo con un cordero. Allí junto al mojón florean los animales. Esta operación consiste en atar algunos hilos deshilachados de lana cunti en la cabeza y lomo de los animales así sean burritos, llamas, ovejas y cabras. Una vez floreado el casal llevan a los dos animales al mojón; los hacen parar sobre las patas traseras y abrazar con las delanteras hasta dar frente con frente. Cuando los animalitos están así unidos, naturalmente sostenidos por el padrino y la madrina, los circunstantes rezan oraciones a la Pachamama para que haya buena parición, los hacen morder hojitas de coca y a veces, beber unos traguitos de chuya121 (que es otro nombre dado a la chicha).

Las oraciones a la Pachamama las dicen mientras les echan hojas de coca en la boca, una anoté en La Rinconada y es esta:


Pachamama, Santa tierra
cunan punchay sideaiki
chaicho mana ñocca portacusaj
ccampa dote coascaiki.



Cuya traducción es: Pacha mama, Santa tierra, hoy es tu día, ¡cómo no me voy a portar (manifestarse generoso sacrificando coca y chicha) por la dote (buena parición) que me has dado!

A la variante de esta copla n.º 4023-a la oí en Cochinoca en ceremonia análoga.




- V -

La largada de la majada


Luego del casamiento y floreo viene la largada. Todos los concurrentes van a la puerta del corral, el padrino y la madrina se paran a ambos lados de la puerta, la abren y dejan escapar la majada. Ya dije más arriba que por lo común las puertas de chiqueros y corrales miran al naciente. Cuando ha salido el último animalito, el conjunto de gente sigue atrás gritando: ¡tropa!, ¡tropa! Es un momento solemne, porque de cara al sol, se pide a la Pachamama que haga procrear el hato y cuide de los recentales.

Un amigo de Santa Catalina me dijo que en esta ceremonia de la largada se reza pidiendo especialmente a la Pachamama que libre al ganado de las pestes con esta oración:


¡Huyariguay Pachamama!
Chiriguaira muchahascaita
condorta ¡epo! niscaita
atoceta ¡jalay!, niscaita.



  —L→  

Lo cual quiere decir: ¡Óyeme Pachamama! viento frío he besado, al cóndor, ¡epo! (exclamación de espanto para ahuyentar el daño) le dije, y al zorro, ¡jalay! (también exclamación de espanto) le dije.

Caminan los pastores tras del hato cuidando de que todos sigan hacia el naciente y ya cuando han andado en procesión unos doscientos metros, gritando: ¡tropa!, ¡tropa! se hincan y rezan con devoción por última vez.




- VI -

Los agasajos


Con la largada ha terminado la señalada, propiamente dicha, ahora vienen los agasajos al duelo de casa.

En una manta tendida en el suelo o sobre de una mesa, si la hubiera, pone el dueño de casa un buen puñado de coca, los convidados, coqueros en su totalidad, van retirando hojas de coca, enteras si fuera posible, haciendo cada uno un fajo y se lo dan al dueño de casa diciendo más o menos: «Yo quiero que para el año tenga usted tantos animalitos como hojitas le doy». El dueño de casa agradece los brindis y todos coquean y beben en cantidad.




- VII -

Extraña práctica propiciatoria


Para comer, ese día matan un cordero o una llama. Eligen el animal más gordo, lo llevan junto al mojón y lo atan de las cuatro patas, después lo ponen cara al sol y lo sacrifican.

He oído decir alguna vez a viejos de la Puna que antiguamente, se abría en vivo el vientre del animal y de un tirón se arrancaba el corazón; a esta víscera palpitante aún la ponían en un hoyito dentro del mojón. Esta operación era hecha como sacrificio a la Pachamama. A la copla 4045 la solían rezar en este holocausto:


Ceuyullampi, ecuyullampi
Pachayampi, pachayampi
Mojonnimpi, sonceoyampi.



Su traducción es: Moviéndose, moviéndose allí mismo, en el corazón del mojón. Como se ve está trunca, pero asimismo da testimonio de una práctica religiosa ya probablemente olvidada.

Cuando se ha sacrificado al animal para comerlo, las mujeres de la casa se encargan de prepararlo y los hombres y los invitados cantan y bailan al son de la caja y de alguna quena.

En oportunidad de uno de estos bailes, después de la señalada, oí cantar a un muchacho así:


¡Señora dueña de casa
que hoy día tiene señal,
Dios quiera que para el año
la hacienda llene el corral!






- VIII -

El pago del arriendo


Ya he dicho anteriormente que el problema de estos pastores es el pago del arriendo y en efecto este es el trance más duro de estos hijos del desierto. Yo los he visto llegar a la presencia del amo, tristes, humillados y llenos de vergüenza, con su dinero metido en sus ropas y las súplicas en los labios; algunos se arrodillaban y con las manos juntas pedían la bendición y saludaban al dueño del campo. El patrón sentado o de pie atendía a los pastores. Se entablaba casi siempre este diálogo. «¡Favor, amito voy pedirte, este año parió poco haciendita, condor (por cóndor) comío crías, mucho frío, muerto animalitos helaos. Voy pagarte mitad, pues siñor ¡favor siñor!». El patrón llama a su lugarteniente que vive en la Puna y ha estado en la señalada y le dice. «¿Cómo es esto? ¿Cuántos animalitos tiene éste? Tantos, señor», le contesta el interrogado leyendo en su libreta de apuntes. «¿Y cómo te atreves a venir con pedidos de rebaja si tu hacienda ha aumentado? Pagas todo o sales del "puesto" que tienes, hoy mismo. ¡No siñor, jamás siñor, tener muchas guaguas, no poder (no pude) vender lanita, chalona, estar flaca, nadie comprar, siñor, voy pagarte mitad siñor», responde el puestero. El patrón le repite la amenaza de desalojo, hace a un lado al pastor y llama a otro. El diálogo se repite con los otros, una, dos, tres, diez y veinte veces hasta despedir al último. Los dejados a un lado vuelven otra vez con más súplicas a pedir la merma del tributo. «No tener más que esto (y le muestra la mitad de lo que debe pagar). ¡Ya te he dicho que no, todo o nada!», repite el patrón.

  —LI→  

Entonces el pastor saca otro atadito con dinero y dice. «Voy pagarte otro poquito otro poquito más no me echís siñor». Mas, el patrón que sabe que el pastor tiene el dinero suficiente lo arenga de nuevo y a veces le muestra el látigo, el pastor cede y paga. Cuando ha sacado de todos sus ataditos el dinero y lo entrega entonces hace sus reclamaciones. «¡Siñor, el Vilte entra a mi campo, el Choque me ha aciao la imilla, Colque jurao pegarme, mujer querer yugiarse (quiere irse de la casa) etc.».

El patrón llama a los aludidos o aludidas, averigua la verdad y con una orden dada en voz alta y con el látigo en actitud de represión pone las cosas en claro y manda que se cumpla, sin apelación y sin protesta.

Cuando el pastor no paga la cantidad estipulada, el patrón va al juez y hace rematar los animales del pastor deudor. En el remate los animales se liquidan a tan bajo precio que no alcanza por lo común, su monto, a cubrir la deuda así que el pastor pierde su rebaño, pierde su casa y sale adeudado; para evitarse tan irreparable desastre paga hasta el último centavo.

En 1921, en Valle Grande (Hoy Gobernador Tello), un juez pidió el concurso de la policía para hacer pagar un arriendo. En cuanto llegó el comisario se vio un humo en la cumbre del cerro y al poco rato estaban al lado del comisario, una veintena de pastores y mujeres. A una voz se fueron sobre el representante de la autoridad, o ataron, le golpearon y todavía no contentos, ya en el suelo las mujeres le orinaron la cara. Cuando recogía mis cantares en La Rinconada, vi que bajaban herido de Rinconadilla, a un señor de Jujuy, que fue a cobrar el arriendo a los pastores del lagar; dos de ellos lo habían apuñaleado, en un rancho.






ArribaAbajo Título VIII

La feria de Yavi y la Manca Fiesta


Hemos dicho que los pastores de la Puna venden lana, halona y los que viven en Casavindo y en torno de las Salinas Grandes venden sal, también debemos agregar a estos artículos: telas, picotes y barracanes porque aquel hilo que ellos van haciendo durante el pastoreo y en los viajes, todo él se convierte en telas, sea para hacer ponchos, mantas, cutamas y costales. En la Talada de Jujuy, situada al norte de la ciudad, tiene lugar, todos los años, una feria en donde exponen y venden los productores las mencionadas mercaderías, ero la Puna tiene una feria propia y es la de Yavi. Ella se inicia por lo común el Domingo de Ramos cuando empiezan a llegar los puneños a las fiestas religiosas que en esa parroquia tienen siempre gran solemnidad, termina el Domingo de Pascua aunque suele durar un día o dos más.

A las ferias de Yavi llegan vendedores de Sococha con peras y manzanas y los uneños con: sal, chalona, lana y tejidos. Se hacen cuartuchos provisorios de lata y en ellos se expende coca, yista, comida y bebidas. En la feria que yo presencié a 1928, había más de doscientos vendedores y eso que me dijeron que la feria de ese año no había estado concurrida. También venden ollas, grasa y colorantes, a estos últimos, como a las hierbas medicinales, los traen de Bolivia.

Los puneños se embriagan y pasan los días de la feria cantando, al son de la caja o sentados coqueando al lado de sus carguitas. De noche bailan y cantan y cuando la bebida y el sueño los domina se tiran a dormir en promiscuidad hombres, mujeres y perros.

La Manca Fiesta: Es la fiesta de la olla pues manca, en quichua, quiere decir olla. Ella se celebra en octubre y tiene lugar por lo común en La Quiaca, allí se ven ollas de todos los usos y de todos los tamaños, pues las hay desde las de juguete que apenas tienen capacidad para un centímetro cúbico, hasta los vilques o virques que son grandes como aquellas ollas del cuento oriental de Alí Baba y los cuarenta ladrones. Comienza el tercer domingo de octubre y dura una semana.

Sobre las supersticiones, leyendas y vicios de los puneños que son casi las mismas en toda la parte montañosa de Jujuy, hablaremos en el capítulo de La Búsqueda de Cantares y en las notas a las coplas.





  —LII→  

ArribaAbajoCapítulo II

La Quebrada



ArribaAbajo Título I

Descripción fisiográfica



- I -

Camino de la Puna a La Quebrada


De la Puna se puede entrar a La Quebrada de Humahuaca o La Quebrada como le llaman los jujeños, por tres caminos conocidos desde los tiempos prehispánicos, el uno es el que viene de Yavi por el inmenso despoblado que se extiende al oeste de las sierras de Santa Victoria, pasa por Cangrejos Grandes y después de entrar por la garganta del Abra de las Cortaderas llega por Ojo de Agua a Humahuaca; el otro, es el que se inicia en Tres Cruces, por donde ahora pasa el Ferrocarril y entra por Chulin y Azul Pampa a Negra Muerta; el tercero es el que nace en el Abra de Pives, cerca de las Salinas Grandes, pasa por Huachichocana y va a La Quebrada por la de Purmamarca.



  —LIII→  
- II -

Extensión y altura sobre el nivel del mar


La Quebrada de Humahuaca es un cañón formado por altas montañas, tiene ciento cincuenta y tres kilómetros de largo desde su entrada a Jujuy hasta Negra Muerta o Iturbe.

Los desprendimientos del volcán en el lugarejo de este nombre, treinta y cinco kilómetros de Jujuy, dividen La Quebrada, pues forman un muro de contención y el río Grande deposita su arrastre hasta adquirir un nivel en la parte norte, de 2000 metros de altura, en tanto que en la parte sud, en León, queda a los 1600 metros sobre el nivel del mar. Por esta razón La Quebrada se divide en dos partes, una alta y otra relativamente baja; la primera tiene 2100 metros de altitud en Tumbaya y 3000 en Humahuaca y la segunda 1600 metros en León y 1258 en Jujuy.




- III -

Clima


A esta diferenciación topográfica corresponde una diferencia climatérica porque la parte alta es fría, la baja es templada; la vegetación es también distinta, achaparrada y pobre en la primera y abundante y boscosa en la segunda.

Los jujeños llaman La Quebrada, por lo común, a la parte alta que se inicia en El Volcán.

La Quebrada está surcada por el río Grande o río grande de Humahuaca como se le llamó en la época colonial122 el cual corre por entre piedras y arena cerrándose en los estrechos de Yacorayte y el Perchel, en donde forma verdaderas gargantas de 20 a 30 metros de anchura y se abre en los desplayados que en raras partes llega a más de mil metros.






ArribaAbajo Título II

Noticias históricas de los omaguacas



- I -

Los indios de Humahuaca y la extensión de sus dominios


Cuando entraron los españoles, La Quebrada, estaba poblada por una raza le indios denominada por los cronistas: omaguacas. Estos indios ocuparon, al parecer no solamente La Quebrada sino también sus adyacencias, se extendieron al naciente más allá de la cumbre y al norte llegaron hasta Sococha, así lo confirman no solamente los hallazgos arqueológicos sino el testimonio del licenciado Matienzo, de 1566, quién dice hablando del segundo camino de Ascande a Santiago del Estero: «Tomando desde la jornada de Ascande que dixe arriba y de alli y yendo a Suipacha que son diez leguas pueblo de yndios chichas y de allí a Sococha que son siete leguas, tierra de omaguacas y de allí por el despoblado de (¿a?) Omaguaca que son veinte leguas»123. Fray R. de Lizárraga dice que siete años antes de su viaje al Tucumán, esto es en 1553, «Viltipoco, (Curaca de esta provincia de Omaguaca) envió algunos indios principales a la Audiencia de La Plata, pidiendo quería servir y pagar moderado tributo, poblar los tambos que hay de su tierra a Talina, dar en ellos al precio que en Talina gallinas, carneros de Castilla etc.»124. Esta oferta marca los límites septentrionales de los omaguacas. Los del sud son sumamente imprecisos; parece ser que solamente poblaron la parte alta de La Quebrada, teniendo al sud tribus afines y más allá de Jujuy, al sud, otras de orígenes chaqueños (según datos verbales doctor Ernesto Sourrouille). Los purmamarcas y los tilcaras, serían sin duda de la misma raza omaguaca.




- II -

Humahuaca sería la probable capital de los omaguacas


La capital de estas parcialidades estaría en lo que es hoy la villa de Humahuaca. Los cronistas hablan de la región de Omaguaca y no señalan caserío de este nombre, la primera noticia de que lo hubiera nos la dan los emisarios de Núñez de Prado, Miguel de Ardiles y Nicolás Carrizo: cuando refieren que encontraron a los padres Trueno y Carvajal en el Tambo de Omaguaca, en 1550. El licenciado Matienzo, en el pasaje transcrito más arriba dice: «y de allí (de Sococha) por el despoblado de Omaguaca que son veinte leguas y de allí a Vaimera. No dice qué es lo que hay al cabo de las veinte leguas pero es de suponer que sea el caserío epónimo de los omaguacas. En la carta al rey, del gobernador don Felipe de Albornoz, fechada en Santiago del Estero, el 14 de febrero de 1637,   —LIV→   dice, hablando de don Antonio de Ulloa Chávez: «En el pueblo de Umaguaca, veinte leguas de la ciudad de Jujuy, camino del Perú etc.»125. Y fray Reginaldo de Lizárraga en 1600, «no creo dista Omaguaca de Salta treinta leguas»126. Por estos antecedentes y porque en las cédulas de repartimiento de indios hecha a Juan de Villanueva, en 1557, se dice: «el cacique Quipildora señor de Omaguaca con todos sus pueblos e indios» supongo que el asiento del indio principal, curaca o cacique debe haber sido humahuaca, de donde tomó el nombre la región y la raza de indios que la poblaron.




- III -

La lengua de los omaguacas, noticias de Bartolomé Naharro de 1596 y del obispo Dávila y Cartagena de 1690


De la lengua de los naturales no se tiene noticias precisas tampoco pues, el lingüista P. Bársena no habla de estos indios. El padre Lozano, siguiendo al parecer a Ovalle, dice hablando de aquellos cinco españoles del ejército de Almagro que en 1536 se desmandaron del camino del Despoblado: «y penetrando al valle de Jujuy que es parte de Tucumán, (es de suponer que sea el de Humahuaca); pagaron luego la pena de su mal acuerdo. Imaginaban que les habían de hacer el mismo acogimiento que hasta allí habían experimentado por respeto del inga Paulla, pero los jujuies que ni le profesaban vasallaje, ni querían ver trajinado su país de estrangeros, se aconsejaron con su fiereza y a los tres dieron cruel muerte, salvándose los otros dos con la fuga»127.

Si los omaguacas no prestaban vasallaje al Inca sería de suponer que no hablaran el quichua o lengua general. Boman sospecha que el idioma de los omaguacas sería, tal vez, el mismo de los ocloyas.

Frente a esta duda hay un dato según el cual ya en la época de la conquista se hablaría el quichua, esta luz nos la da uno de los compañeros de Francisco de Argañarás, el Procurador General de la ciudad de San Miguel de Tucumán y Procurador y vecino de Todos los Santos de la Nueva Rioja, don Bartolomé Naharro. Naharro fue llamado a declarar en la información de méritos y servicios del capitán Francisco de Argañarás, hecha en La Plata, el 24 de diciembre de 1596; y al referirse a la prisión de Viltipoco, señor de Omaguaca, dice: «Con la dicha prisión e muerte de el dicho Uiltipoco Yndio, en la dicha su prisión, cesó todo e quedó la tierra quieta e pacífica e se anda e camina con la seguridad que dicho tiene y los yndios han ofrescido las dichas minas e thesoro del ynga que Omaguaca en su lengua quiere dezir Cabeça de Tehsoro»128.

Si omaguaca o humahuaca quiere decir cabeza de tesoro, la voz es quichua pues en esta lengua, uma es cabeza y guaca o huaca es tesoro129. Como Naharro dice sin dejar lugar a dudas en su lengua quiere decir es indudable que esta lengua, fue el quichua.

Muy pocas veces nos ofrecen los cronistas una etimología tan clara y precisa como ésta que tanto y tanto ha dado que hablar a los estudiosos y curiosos. Sin embargo aunque la etimología sea exacta y ella esté en quichua faltaría averiguar si el uso del idioma de los incas -su idioma- fue reciente o si era el lenguaje de los indios de la prehistoria de La Quebrada. Como la averiguación de este dato nos es imposible, por ahora, dada la carencia de documentos, bástenos con dar por asegurado que en la época de la conquista ya se hablaba el quichua. ¿Hasta cuándo se lo habló? Este es otro problema que trataremos de solucionar. Ya vimos más arriba, al hablar de las condiciones exigidas a los curas de naturales que el cura de la doctrina de Humahuaca, padre Antonio Velázquez Rodero, que estuvo en 1622 en su curato, no sabe la lengua de los naturales. En Junio de 1690, esto es, a un siglo de la información de Bartolomé Naharro, se hablaba el quichua en La Quebrada, lo sabemos porque el obispo del Tucumán, don Juan Bravo Dávila y Cartagena, al iniciar en Humahuaca la visita a sus diócesis, por ser la primera parroquia del Obispado, predicó en su idioma a los naturales, tal se lee en el Testimonio de   —LV→   la Visita del Obispo, hecho por su secretario, presbítero Luis de Cartagena y Mioño. He aquí la parte pertinente del referido testimonio: «Dijo su Señoría Ilustrísima que para cumplir con esta obligación este presente año, determinaba hacer la visita deste Obispado, y empezaría desde la doctrina, y pueblo de Umaguaca, pues es el primero desta diócesis, y en su ejecución y cumplimiento comenzó su visita desde el dicho pueblo de Umaguaca, predicando a los indios en su idioma etc.»130.

Es de advertir que este Obispo, gran predicador, según dice Lozano, venía del Perú y allí aprendió el idioma de los incas, pues fue arcediano del Cuzco y de este cargo fue llevado al Obispado por cédula de Carlos II, de fecha 26 de febrero de 1688131.

No he hallado otras noticias, pero infiero que se hablaría el quichua en La Quebrada hasta fines del siglo XVIII, pues en 1779, año en que se verificó el censo de los curatos de Tumbaya y Humahuaca con los indios del Volcán, Purmamarca, Guajra, Tumbaya, Tilcara, Guacalera (empezado el 10 de enero y terminado el 10 de marzo del mismo año de 1779), el encargado del mismo, don Manuel Sánchez de Bustamante, distingue a los pobladores con las denominaciones de españoles, indios, criollos, mulatos y mestizos y es de suponer que a los segundos los llamaría indios por el idioma que hablaban pues no es de imaginar que los clasificara solamente por el aspecto racial. Los datos del censo son estos132:

Clérigosespañolesindiosmulatos
zambos
negros
Total
Tumbaya12887564968
Humahuaca1321204-1237
Totales2602079642195

Como se ve los indios, quienes hablarían seguramente el quichua, constituyen la inmensa mayoría, más del 94 por ciento de los censados.

Los españoles, criollos y mestizos hablarían el español y como ellos serían los dirigentes y los propietarios supongo que el castellano iría ganando terreno, en tanto que el quichua se olvidaría poco a poco, con el contacto diario con los comerciantes y viajeros que atravesaban La Quebrada, en sus idas y venidas al Alto y Bajo Perú.

Ya en 1825 parece que los paisanos de La Quebrada, aún los inciviles, los que se espantaban a la presencia de un blanco, hablaban castellano, pues dice el capitán Andrews, al relatarnos una visita que hizo a un rancho de pastores, el 27 de septiembre de 1825, (Una jornada antes de su llegada a Humahuaca, por lo que supongo el rancho estaría en Guacalera). «Este día descubrimos algunos pocos indios de aspecto bastante mísero, atisbando desde chozas apenas discernibles entre el follaje denso que las rodea. Nuestra atención fue atraída por el ladrido de unos perros negros de mala ralea; pero, al acercarnos a la puerta de una choza con esperanza de conseguir un poco de leche, hallamos los habitantes mal dispuestos para complacernos. La familia se componía de un indio, su esposa y una pareja de chicos y la abuela que, con la madre, huyeron de nosotros. El hombre con aspecto receloso y desconfiado, deseando claramente que nos fuésemos, a todas nuestras preguntas contestaba: «no hay». Los irritados perros negros nos gruñían para que abandonásemos la casa. La morada pintaba desdichas intolerable en medio del aislamiento más romántico»133.

Si el indio hubiese sabido hablar solamente en quichua le hubiera dicho manastían   —LVI→   o manancancho que en esta lengua quiere decir: no hay como dice la copla, recogida en estos mismos parajes:


¡Echa chicha, María Juana,
no me digas manancancho!
Aquí traigo rial y medio
para gastar en tu rancho.






- IV -

Costumbres de estos indios: datos arqueológicos y etnográficos


Los indios de La Quebrada fueron pastores y agricultores, que fueron pastores lo prueban las figuras rupestres, encontradas por Boman en Chulín, Quebrada de Rodero, Huachichocana y Lozano, en las cuales se representan los mismos camélidos hallados en la Puna y que es de suponer sean llamas pues van en hilera al lado de figuras humanas, también documentan la vida pastoril los hallazgos hechos por Salvador Debenedeti en Pucara de Tilcara. Allí ha desenterrado los mismos tipos de ganchos hallados en la Puna que vimos servían para reatas de las llamas.

Los omaguacas también se dedicaban a la agricultura pues se han encontrado, pecanas y morteritos donde se molía por presión y percusión algunos granos y todavía se ve en el mismo Pucará de Tilcara y en algunas otras partes de La Quebrada, restos de andenes en donde se sembraría probablemente maíz, pues ya vimos más arriba que Viltipoco, señor de Omaguaca, ofreció en 1593 pagar a la Audiencia de Charcas, su tributo en esta especie. El doctor Eduardo Casanova, que ha estudiado con prolijidad los yacimientos arqueológicos de las quebradas de: La Cueva, Huichaira y Coctaca llega a esta conclusión al analizar lo encontrado en el último lugar nombrado: Por la magnitud de sus andenes de cultivo, graneros, y obras de irrigación, estas construcciones de Coctaca son las más grandes de toda la Quebrada de Humahuaca, evidenciando que se trataba de un pueblo dedicado principalmente a tareas agrícolas»134.

El traje que usaban estos indios, ya vimos en la descripción que hace Lizárraga del camino por Humahuaca, era el mismo del usado por los chichas con quienes confinaban: «Los indios (vestían) con manta y camiseta, las indias unas camisetas largas hasta los tobillos; no hay más vestidos»135.

Los omaguacas hacían también telas y tenían una alfarería bastante adelantada, fundían metales y hacían hachas y punzones de bronce y cobre.

Eran guerreros, todavía se desentierran arcos y flechas; mutilaban los cuerpos de los vencidos y parece ser que, en vivos, les perforaban la cabeza para usarlas de trofeo136 como puede verse en la obra del señor M. A. Vignati, titulada Los cráneos Trofeos.

Las casas de los omaguacas prehistóricos eran parecidas a las de los puneños y los utensilios desenterrados del pucara de Tilcara son iguales a los que se hallan en los enterratorios de la Puna.

En la gruta de Chulin se ven figuras de gansos, estas deben haber sido guayatas que criaría alguna parcialidad de los omaguacas.




- V -

El amor de estos indios a la libertad


Amaban la libertad y por eso opusieron tenaz resistencia a la dominación española. Destruyeron Álava y hubiesen asolado a San Salvador a no ser la heroica defensa de Argañarás, y aún cuando vieron los omaguacas que su sometimiento era inevitable dice Lizárraga que: «Viltipoco envió algunos indios principales a la Audiencia de La Plata, pidiendo quería servir y pagar moderado tributo, poblar los tambos que hay de su tierra a Talina, dar en ellos al precio que en Talina gallinas, carneros de Castilla y de la tierra, (llamas) para cargas, maíz y lo demás, como en los tambos del Perú y darían indios para las minas de Potosí, y admitirían sacerdotes, con tal condición que no habían de tener otro encomendero que a su Majestad. La Real Audiencia admitió el partido, e yo, llegando a Talina, me detuve   —LVII→   allí algunos días esperando el sacerdote señalado, que si viniera me fuera con él por ahorrar de tanto despoblado y riesgo de algunos indios de guerra, mas Nuestro Señor fue servido llegase en salvo a Salta; ya el día de hoy se entra y sale por aquel camino, y los indios han cumplido lo que prometieron»137.






ArribaAbajo Título III

Penetración de los conquistadores y colonizadores españoles en La Quebrada



- I -

La entrada de Almagro y Núñez de Prado y las pinturas rupestres de Chulin y Huachichocana


Los cronistas, como Gonzalo Hernández de Oviedo y Valdez, que relatan el pasaje de Almagro a Chile y los testimonios de los soldados de la entrada de Rojas no citan la Quebrada de Humahuaca, aunque es de presumir, que estos últimos pasaron por ella de regreso al Perú.

El padre Lozano al referir la entrada del Adelantado Diego de Almagro en su viaje a Chile de 1536 dice que: «cinco soldados que se desmandaron del camino, (esto es de la ruta del Despoblado) y entraron al valle de Jujuy pagaron luego la pena de su mal acuerdo»138.

Esta noticia de Lozano revela que alguna parte de La Quebrada fue descubierta en ese año de 1536. Cual fuera ella no se sabe, pues los cinco soldados pudieron haber entrado por lo que es hoy Tres Cruces y seguido por Chulin y Azul Pampa al límite septentrional de La Quebrada o pudieron haberlo hecho por el Abra de Pives y entrado a La Quebrada por Huachichocana y Purmamarca. Nada hay de seguro en esto; Boman cree que las figuras rupestres de las grutas de Chulin y Huachichocana representando caballeros armados de lanza, santos con aureola, caballos y cuernos de vacunos, son testimonios gráficos de la presencia de los primeros españoles en estas regiones, quizás de la gente de Almagro o Núñez de Prado139.




- II -

Miguel de Ardiles y Nicolás Carrizo pasan por Humahuaca rumbo a Potosí en 1550


Las citas a los omaguacas y a La Quebrada empiezan con la venida de Núñez de Prado en 1550 y en efecto en la «Probanza presentada en la ciudad del Barco por Juan Núñez de Prado, su fundador para señalar sus servicios y manifestar sus agravios contra el capitán Villagra año de 1551» declara fray Alonso Trueno «El dicho Miguel de Ardiles e Niculás Carrizo fueron desde Chicuana por mandado del capitán Juan Núñez de Prado en busca de este testigo e del padre Carvajal e los ayaron en el tanbo de Omahuaca e desde allí se volvieron hacia Potosí»140.

El testigo Alonso del Arco, en la misma probanza, declara en la pregunta quinta: «el capitán Juan Núñes de Prado despachó desde Chicuana a los dichos Miguel de Ardiles e Niculas Carriso y este testigo fue con ellos asta hechar los pasados de Omaguaca»141.

En la misma probanza los testigos Pedro de Rueda142, Martín de Múxica o Múgica143 y Hernán Mexía de Miraval, afirman que Francisco de Villagra, esperó en el Valle de Xujuy, Jujui o Xuxuy a Gabriel de Villagra, o Villagrán que venía con los hombres y bastimentos quitados en Cotagaita a Juan de Santa Cruz, el 24 de junio de 1550. Por estos datos infiero que los Villagrán, como se les dice a estos capitanes de Valdivia, pasaron por La Quebrada; que entraran por Chulín y Azul Pampa a Humahuaca no se sabe, quizás de haberlo hecho, alguno de los testigos de aquella tragedia hubiera mentado a los omaguacas. Lo más probable es que entrarían por el otro camino, por el Abra de Pives, Huachichocana y Purmamarca, directamente a los jujuys como se les llamó a los indios que poblaron la parte meridional de La Quebrada, desde Volcán a Jujuy. Pero esto no es más que una conjetura, pues ya vimos que el padre Trueno y Alonso del Arco citan a Humahuaca porque anduvieron por allí.




- III -

El encomendero, Juan de Villanueva en 1557


Descubierta La Quebrada, el primer español que tuvo repartimiento de   —LVIII→   tierra, parece que fue Juan de Villanueva, de quien dimos noticia al referirnos al primer encomendero de la Puna. En Humahuaca vivía el cacique Quipildora según se ve en la confirmación de esta merced hecha por el virrey Hurtado de Mendoza marqués de Cañete, el 7 de diciembre de 1557.




- IV -

Muerte de Martín de Almendras en Emahuar (Humahuaca) en 1564


Juan de Villanueva parece que no vivió en La Quebrada pues en la Carta de Gerónimo González de Alanís al licenciado Castro dándole cuenta de la entrada que había hecho con Martín de Almendras a Santiago del Estero, en busca de Aguirre y que está fechada en La Plata el 21 de mayo de 1566, no lo nombra. En 1564 los indios de La Quebrada se había revelado pues dice Alanís en la citada carta: «el capitán Martín de Almendras, en los confines de este reyno, que es en el valle de Jujuy, se determió de que fuésemos a hacer guerra y conquistar a los indios de Emahuar, indios alterados, repartidos a esta ciudad de La Plata que habían sido causa, por su rebelión de inducir a que se levantasen los indios; chichas, repartimento de Hernando Pizarro y el más cercano a los asientos de Porco e Potosí, lo cual fue causa que el año de sesenta e cuatro estuviesen en arma los dichos asientos; y ansí fuimos, el capitán Martín de Almendras con cuarenta y siete hombres, por detrás de una cordillera, que eran las espaldas de Emahuar, y yo fui con cierta parte de la gente del campo por el valle donde estaban poblados los indios, y un Martín Monje, cuñado de Martín de Almendras, quedó con el resto del campo y el bagaje en parte segura, cerca donde el capitán Martín de Almendras dio en los indios, que estaban puestos en un cerro para pelear con él, y después de haberlos echado del sitio en que estaban fuertes, se desmandó con sólo su persona, por codicia de tomar un cacique herido, y fue causa que le mataron, sin poderle socorrer sus soldados»144.




- V -

Pedro de Zárate hereda la encomienda de Villanueva al casarse, con la viuda de éste (marzo de 1575)


Muerto el primer encomendero de Humahuaca, Juan de Villanueva, le sucedió en la posesión de la encomienda, su esposa doña Petronila de Castro, quien se casó con el capitán Pedro de Zárate, fundador de San Francisco de Álava (2.º Jujuy). En una cédula fecha en Potosí el 4 de abril de 1575, el Virrey, don Francisco de Toledo, confirma esta encomienda de Humahuaca al segundo esposo de doña Petronila de Castro, capitán Pedro de Zárate; este documento dice en su parte dispositiva: «encomiendo y confirmo en vos el dicho Pedro de Zárate el dicho repartimiento e yndios de omaguaca en que subcedió la dicha doña Petronila de Castro vuestra mujer como mujer que fue del dicho Juan de Villanueva para que los tengays y poseáis según y de la manera que los tuvo y poseyó el dicho Juan de Villanueva en virtud de las dichas encomiendas y hagays y llevéis y cobréis por todos los días de vuestra vida los tributos que los dichos yndios debieren pagar conforme a las tasas que dellos se hicieren»145.




- VI -

Juan Ochoa de Zárate, hereda la encomienda de su padre, don Pedro de Zárate (1582)


A la muerte de Pedro de Zárate, en manos de los indios, según dice el gobernador Ramírez de Velazco146 esta encomienda, pasó a su hijo Juan Ochoa de Zárate, quién se recibió de ella el 4 de mayo de 1582, según consta en el auto de toma de posesión librado por el alcalde Francisco de Zárate, firmado en La Plata en la fecha citada147.




- VII -

El camino por La Quebrada en la carta de Matienzo


No consta en los documentos publicados que español alguno haya vivido alguna vez en La Quebrada antes de 1594, pero como quiera que sea por Humahuaca, pasaba un camino de españoles porque el licenciado Matienzo el 2 de enero de 1566 señala como ruta practicable La Quebrada y en efecto, dice en su carta tantas veces citada: «tomando desde la jornada de ascande que dixe arriba y de allí yendo a Suipacha que son diez leguas pueblo de yndios chichas y de allí a Sococha que son siete leguas, tierra de omaguacas y de allí por   —LIX→   el despoblado de omaguaca que son veinte leguas y de allí a Maimera indios de omaguaca seis leguas y de allí a la Ciénega grande otras seis leguas y son tambos despoblados y de alli a Xuxui que son otras seis leguas a do ha estado poblado un pueblo de españoles (Nieva, de Castañeda, fundada en 1561) que se decía Nieva que se despobló por el alzamiento de calchaquí y de allí a Salta»148. Matienzo habla del camino por La Quebrada como posiblemente practicable pero en realidad el tráfico por ella fue escaso hasta después de fundada San Salvador en 1593.




- VIII -

Los omaguacas y la fundación de San Francisco de Álava en 1575


Cuando Pedro de Zárate fundó San Francisco de Álava, el 13 de octubre de 1575, los omaguacas se revelaron y la destruyeron completamente no dejando piedra sobre piedra. Citará a este respecto el testimonio de Pedro Sotelo Narváez (fecho en La Plata, el 27 de abril de 1601) porque no solamente habla de la lucha sino que ubica bien La Quebrada y el Valle de Jujuy: «quando entraron a hacer la dicha primera población en la quebrada de Poromamarca que va antes del valle de Jujui y en una guaçauara muy reñida que los yndios dieron a los xpianos el dicho capitán Joan Pedrero mató un yndio que pareció hera capitán o general de todos porque por la muerte del dicho yndio se rretiraron los demás y se acavó la pelea»149.

El testimonio de Juan Gallego en la misma información de Juan Pedrero, hecha en La Plata, el 15 de enero de 1602, describe con más detalles la lucha de los quebradeños contra los españoles en las jornadas de la fundación de Álava: «el dicho capitán Joan Pedrero de Trexo que fue por soldado a la dicha jornada y vio que los yndios de aquella tierra en la entrada de Puromamarca se encontraron con los yndios de guerra que auía que estauan puestos para guerra en forma de media luna y a la vista de la gente del dicho capitán Pedro Carate y vio este testigo que el dicho capitán Joan Pedrero de Trexo con su arcabuz como buen soldado tiró a el capitán o caudillo de los yndios y del mató a el dicho yndio que fue causa de que los demás yndios dexasen la media luna en que estauan puestos y los debarató y se alzó el escuadrón y se fueron dexando el camino libre para poder pasar como pasaron a la población de Jujui que se nombró San Francisco de la Nueva Álava»150.




- IX -

El cacique Viltipoco antes de fundarse. San Salvador


Los omaguacas continuaron su rebeldía contra la dominación española hasta la fundación de San Salvador, en que la prudencia del misionero Gaspar de Monrroy y la serenidad y perspicacia de Argañarás dominaron a estos indios bravíos.

El primer cacique o curaca de los omaguacas de quien tenemos noticias es Quipildora que figura como señor de Omaguaca en la cédula de repartimiento de Juan de Villanueva que hemos visto; el segundo, también revestido con el título de «señor de Omaguaca», es Viltipoco; éste actuó en la época de Argañarás. A la muerte de Viltipoco el cacique sometido ya a los españoles su llamó Socomba (¿por Socompa?).

Trataremos de dar algunas noticias del cacique, Ultipoco, Viltipoco o Piltipoco que con estos tres nombres lo citan los españoles.

No se sabe a ciencia cierta si Viltipoco estuvo como cacique de los omaguacas en la destrucción de Álava el 25 de mayo de 1575 pero sí podemos afirmar que en 1589 ya era cacique de los omaguacas, así se desprende de esta carta de Alonso Gómez de los Ríos «yo entré el año de ochenta y seis (1586) en esta provincia juntamente con Ramírez de Velazco, gobernador que fue de ella, a servir a su Majestad, como lo he hecho en todas las ocasiones que se han ofrecido del real servicio y en la conquista de los naturales, con mucho lustre de mi persona, sin haber recibido ayuda de la real caja, ni de otras cosas que las ciudades dan; y el año de ochenta y nueve (1589) volví a esta ciudad (Salta) con el gobernador Ramírez de Velazco, el cual teniendo noticia de que en el Valle de Omaguaca había   —LX→   cantidad de indios con el curaca Viltipoco que impedían el paso haciendo daño a los pasajeros con robos y hurtos y muertes, y habían despoblado Jujuy (Álava) con muerte de muchos españoles, pareciendo muy conveniente para la seguridad de esta ciudad enviar como envió al coronel Gonzalo Duarte con doce hombres, y a mí entre ellos y llegamos a Omaguaca donde estuvimos algunos días sin que pudiésemos ver al curaca del valle, y tomamos por medio buscarlo y hallado el curaca Viltipoco, tratamos con él cosas de importancia de que resultó el dar la paz, mediante la cual se pobló Jujuy»151.




- X -

Sometimiento del cacique Viltipoco


En la probanza de méritos y servicios del fundador de Jujuy don Francisco de Argañarás, declara como testigo, el vecino y conquistador Pedro Díaz de Herrera y al referirse a Viltipoco a quien nombra Diego Viltipoco dice que este curaca preparaba un alzamiento de más de diez mil indios de guerra entre los cuales se contaban: diaguitas, chichas, omaguacas, churumatas, lules y apanatas, para asolar Jujuy, Salta, la villa de Nueva Madrid y La Rioja porque era «carnicero e cruel e que por su horden e yndustria auían acaescido las muertes que subcedieron en el dicho valle e provincia de Jujui y Salta e la Rioja... y hera tanta la fama del dicho capitán Viltipoco que hasta los yndios de chile respetauan y le embiauan presentes»152.

Más adelante agrega que Viltipoco fijó un día para invadir los asientos españoles y que llegada esta noticia a oídos de Argañarás éste se previno y resolvió, usando de prudencia, sorprender a Viltipoco en su residencia. Como Herrera es de los testigos de la referida probanza el que relata la prisión de Viltipoco con mayores detalles transcribo su declaración llena de interés: «A cauo de veinte e uno e veinte e dos días que hera un sauado a media noche como tuuo nueua e noticia de que el dicho capitán Viltipoco estaua en un valle cojiendo comida para en acauando de cojer; hazer el daño estragos e muertes que penso hazer y así como le uino la nueva de lo suso dicho por atajar los ynconbinientes que podían subdeder luego como capitán tan valeroso y zeloso de el seruicio de su magestad y tan diligente después de auer oydo misa salió con veinte e cinco soldados todos muy bien aderesçados de armas e cauallos e bastimentos e munisción y los soldados yban con pena de no sauer donde los lleuauan ni aque yban de temor de la nueua que así thenian de que toda la tierra estaua alçada e rreuelada contra la rreal corona e pretendieron matar a los españoles e que si no fuera por ser el dicho capitán don Francisco de Argañaras tan valeroso capitán y tan sagaz e prudente y sobre todo muy animoso y venturoso todos los soldados le dejaran e se huyeran por uer que estaua toda la tierra aleada y ser como heran muchos los yndios enemigos los cuales auían muerto muchos españoles antes y estauan tan ceuados en esto que rrespeto desto se themieron grandísimamente todos los dichos soldados hasta que caminando todo aquel día y la noche y llegaron a media noche a vn balle e quebrada llamado Poromamarca donde el dicho ultipoco estaua con cinquenta o sesenta yndios cojiendo sus comidas con sus capitanes y en el camino e caminos thenían puestos grandes centinelas y espías porque se themía también de los españoles y ansí en el camino toparon a algunos centinelas y se dieron tan buena maña y horden que no tuuieron lugar de las dichas centinelas de dar auiso al dicho ultipoco y sin ser sentido él ni sus capitanes y gente que thenían llegaron al dicho asiento donde estauan e los hallaron bien descuidados y durmiendo y así llegados de la manera que tiene dicho cercaron las casas e pueblos con muchas preuención e cuydado entraron donde estaua el dicho viltipoco e sus capitanes y gente que estauan juntos e los prendió luego a todos y así presos dentro de dos horas la mesma noche salieron con los dichos presos que hera el dicho viltipoco y otros   —LXI→   capitanes de los de la fama que allí thenían consigo y los lleuaron así presos al dicho valle o Jujui e con gran cuidado en el camino de que no subcediera alguna cosa de pesadumbre e yneombinientes»153.

Con la prisión de Viltipoco los indios confederados se desanimaron de hacer sus intentos pues dice Herrera; «uieron todos que les faltaua la cabeza y principal».

Con iguales artes prendió Argañarás al cacique Laisa «general de los indios churumatas e yapanatas que estauan tras de la cordillera de Jujuy e Omaguaca»154.

Refiere el testigo Herrera hablando de la estadía de Viltipoco en la prisión de Jujuy: «el dicho don Francisco de Argañarás e doña Bernardina Mexía su mujer le regalauan muy cumplidamente e cada día le uisitauan y lleuauan todos los regalos que podían»155.

Viltipoco estuvo algún tiempo en su prisión de Jujuy y fue llevado después a Santiago del Estero para que lo juzgase el gobernador y allí falleció.

Con la prisión y muerte de Viltipoco, dice Herrera, «quedó la tierra toda tan llana quieta e pacífica que los yndios el día de oy no se atreuen a alçar los ojos para género de cosa como solían y an quedado tan medrosos de la dicha prisión que procuran desviarse de las partes y lugares donde estauan de themor del dicho capitán don Francisco de Argañarás»156.




- XI -

Encomiendas de La Quebrada a principios del siglo XVIII


A partir de la fundación de San Salvador se inicia sistemáticamente la ocupación de La Quebrada y sus anejos y en efecto: Humahuaca, era de Juan de Ochoa de Zárate; Tilcara, de Argañarás; Purmamarca, de Bartolomé Quintana157 y desde Purmamarca hasta el Volcán, de Andrés de la Cueva158. El padre M. A. Vergara dice: «En noviembre de 1595 Omaguaca tuvo su autoridad legal. En efecto en el cabildo de Jujuy se presentó Francisco de Chávez Barrasa con título de Corregidor del Valle de Omaguaca, nombrado por el gobernador Pedro Mercado Peñalosa159.

La Quebrada se fue poblando de españoles y ganando prosperidad en todo sentido, por eso en 1697, al cumplirse el siglo de la fundación de San Salvador, el cura de Omaguaca puede enorgullecerse describiendo su curato como veremos más adelante.

En la carta al rey, del gobernador del Tucumán, don Esteban de Uriza y Arespacochaga, fechada en Salta el 25 de agosto de 1719, remitiéndole una relación jurada del número de indios que tienen las encomiendas de su distrito dice: «La encomienda de Humahuaca y sus anejos (indios 199) goza en segunda vida el capitán teniente de la guardia don Pedro de La Tijera, que se le encomendó a su padre el General don Antonio de la Tijera por sus señalados servicios... Hállase confirmada por Real Cédula su fecha en el Sitio Real de Pardo a 28 de mayo de 1714.

El pueblo de Tilcara (indios 21) que goza en primera vida el capitán don Antonio de Argañarás parece confirmada por Real Cédula fecha en Madrid a 14 de abril de 694, que se le encomendó en su menor edad por los méritos y servicios de su padre el maestro de campo don Martín de Argañarás...

El pueblo Pucmamarca (indios 8) la goza en última vida el capitán don Francisco Cisneros... parece confirmada por los instrumentos y demás recaudos que ha presentado.

El pueblo de Yala (indios 8) poséelo en última vida doña Ana de Aguirre Lavayen... y parece confirmada por Real Cédula su fecha en Madrid a 7 de diciembre de 671»160.



  —LXII→  
- XII -

Viaje de Concolorcorvo por La Quebrada (1773)


Otra referencia del siglo XVIII sobre La Quebrada nos la da Concolorcorvo cuando describe El Camino de Postas, de Jujuy a Yavi: «Se sale o se entra (de Jujuy) por una hermosa Tablada de media legua de largo y la mitad de ancho, y se desciende por un corto barranco, caminándose por entre montes y algunos llanos áridos diez leguas hasta Huajra, que es la segunda Posta de esta jurisdicción.

Enfrente de este sitio hay un Volcán en que parece que Eolo tiene encerrado los vientos de esta jurisdicción. Salen con tanto ímpetu por la mañana y causan tantos remolinos y polvaredas, que asombran a todos los que no tienen práctica y detienen el curso de mulas. Estos vientos, aunque van perdiendo su impulso molestan mucho hasta más adelante de la Quiaca»161.

Las postas establecidas en La Quebrada en el último tercio del siglo XVIII fueron, según nos dice Concolorcorvo en su libro de 1773, las siguientes: Guájara, Hornillos, Humahuaca y La Cueva. Sus distancias intermedias son:'

De Jujuy a Juajara10 leguas
A Los Hornillos (media legua al sud de Maimara)7 leguas
A Humahuaca11 leguas
A La Cueva8 leguas
A Cangrejos Grandes12 leguas
A La Quiaca9 leguas




- XIII -

Comparación del itinerario de Matienza con el camino de postas de Concolorcorvo


Si comparamos estas jornadas de 1773, con las citadas por Matienzo en 1566, esto es, casi dos siglos antes, vemos que más o menos coinciden y en efecto dejando aparte la travesía por la Puna que Matienzo llama: despoblado de Omaguaca y que es en donde Concolorcorvo señala las postas de Cangrejos Grandes y La Quiaca, tenemos el siguiente parangón.

Matienzo (1566) Concolorcorvo (1773)
De Omaguaca a Maimera6 leguas De Humahuaca a Los Hornillos11 leguas
De Omaguaca a Ciénaga grande6 leguasDe Huamaca a Guajara7 leguas
De Omaguaca a Xuixui6 leguasDe Humahuaca a Jujuy10 leguas

El Maimera de Matienzo debe ser sin duda nuestro actual Maimará próximo a Hornillos, quizás en el siglo XVI los dos lugares formaron uno sólo bajo la denominación de Maimera; Hornillos es nombre español. La Ciénega Grande debe ser el paraje donde actualmente está la estación Volcán, pues en esta parte se forman pantanos debido al estacionamiento de las aguas que no hallan curso por el murallón de los aluviones del volcán, por otra parte frente al lugar citado está precisamente Guájara o Guajra citado por Concolorcorvo.

En cuanto a Jujuy su identificación no cabe duda porque Matienzo alude a la abandonada Nieva, fundada por Gregorio de Castañeda en 1561.

La diferencia en el cálculo de las distancias no destruirían la semejanza de las dos rutas porque pocas veces coinciden los cronistas y viajeros sobre este punto, aún tratándose de lugares harto frecuentados.




- XIV -

Viaje y descripción de La Quebrada del capitán Andrews (setiembre de 1825)


En setiembre de 1825, cuando pasó el Capitán Andrews por La Quebrada en su viaje de Buenos Aires a Potosí y Arica, este viajero señala las postas con sus distancias intermedias: «La primera a partir de Jujuy es Yolo Río (¿Río de Yala?), cuatro leguas; Bolaen (¿por Volcán?) cinco; Hornillos, nueve; Guacalera, seis y Humahuaca, seis; total treinta leguas de subida casi todo por hoyadas»162. Y agrega, al llegar a Humahuaca (26 de setiembre   —LXIII→   de 1825), «las postas hasta este sitio eran míseras más allá de toda descripción... La Población es apenas perceptible en todo el trayecto, no puede concebirse nada más mísero; no se podía conseguir pasto para las mulas ni unas pocas necesidades de cualquier clase»163.

¿Qué hubiera dicho este caballero inglés si en lugar de ascender La Quebrada después de pasar por el precioso valle de Jujuy hubiera descendido de la Puna?, hubiese llorado de alegría al ver la vegetación de Humahuaca por inmutable que hubiera sido.






ArribaAbajo Título IV

Conquista espiritual de La Quebrada



- I -

Noticias de los primeros sacerdotes que pasaron por La Quebrada


Los primeros sacerdotes de que se tenga noticias que hayan pasado por Humahuaca son los padres dominicos: fray Gaspar de Carvajal y Alonso Trueno, quienes en 1550, fueron encontrados en el tambo de Omaguaca por Miguel de Ardiles y Nicolás Carrizo, enviados por Núñez de Prado desde Chicuana (Calchaquí), en procura de Juan de Santa Cruz. No se sabe si los citados sacerdotes pernoctaron algunos días o sólo estuvieron de pasada en el tambo de Omaguaca, pero cualquiera que haya sido el tiempo de su estadía debemos suponer que ellos serían los primeros religiosos que conoció Humahuaca.

Después del pasaje de los frailes dominicos citados, no hay noticias de que ningún otro religioso anduviera por La Quebrada, hasta la venida de Argañarás a fundar San Salvador. Cuando en 1575 Pedro de Zárate fundó Álava hubo un sacerdote, más no se sabe su nombre y se ignora que haya entrado a La Quebrada. La ciudad en su corta existencia vivió en zozobra continua y por consiguiente no ofrecería seguridad, al padre, para ejercer su misión en Humahuaca.




- II-

La obra de padre Gaspar Monrroy en la pacificación de Viltipoco


Con Argañarás vino el superior de los jesuitas padre Juan Fonte, pero quien inició la evangelización fue el padre Gaspar Monrroy también de La Compañía de Jesús. No se sabe cuándo vino a Jujuy pues sólo se lo ve figurar en 1595 en la actuación que tuvo con el cacique Viltipoco, en Purmamarca.

En la probanza de méritos de Argañarás en donde los testigos no escatiman elogios a este Teniente de Gobernador, no dicen nada del benemérito jesuita, pero ello se explicaría porque los testigos de las informaciones suelen por lo común ceñirse a la pregunta y no extenderse en otras consideraciones; al padre Lozano, debemos las referencias de la actuación del padre Monrroy, él dice:

Los rebeldes omaguacas, que desde tantos años atrás cometían hostilidades se redujeron en su tiempo por el celo del venerable padre Gaspar de Monrroy jesuita que entró a predicarles el evangelio y los convirtió para Cristo; pero eran de gran embarazo a la propagación de nuestra Santa fe entre esta gente, dos caciques poderosos, que manteniéndose en lo más fragoso de aquel país sembraban zizañas para sofocar las mieses que el varón apostólico quería recoger. Entrose intrépido a hablar a Piltipico y le ganó la voluntad, y fue medianero para que admitiese la paz con el español ajustándola él mismo con varias condiciones el año de 1595, de que se regocijó toda la provincia sumamente y muy en particular el gobernador don Pedro de Mercado no Juan Ramírez de Velasco como escribe nuestro Techo, pues Velasco había concluido su gobierno de Tucumán el año de 1593, como dijimos. Pero aunque Piltipico y Telui, el otro cacique abrazaron sinceramente la amistad del español, sin embargo sus ruines ejemplos eran perniciosos a los omaguacas, siendo causa de que no se desarraigase de entre ellos la superstición gentílica, que si en todas partes se gobierna todo a ejemplo de las cabezas, entre los bárbaros los arrastra a seguirles ciegamente; por lo cual, corriendo voz de que los omaguacas trataban de volver a la guerra, se salió de la ocasión el gobernador Mercado, (aquí Lozano se equivoca porque como veremos, fue Argañarás quien con suma cautela prendió a Viltipoco en Purmamarca)   —LXIV→   y previniendo el alzamiento, tuvo miedo de sacar con cautela del país a los dos dichos caciques y echarlos en prisiones, en las cuales, con la vejación, le amaneció a Piltipico la luz del desengaño y abrazó la fe católica antes de morir164.



No se sabe hasta qué tiempo haya estado el padre Monrroy en la casa que la Compañía tenía en Jujuy, porque a mediados de 1601 ya había evangelizado Calchaquí en compañía del padre Juan Romero, así se ve en la interesante carta que estos dos misioneros escriben desde Santiago del Estero, el 23 de junio de 1601165.




- III-

Humahuaca tuvo problablemente su cura en el siglo XVI, padre Melchor Martín


Si como dice el padre Vergara166 la doctrina de Casavindo y Cochinoca comprendía también Humahuaca, tenemos que aquel cura de Casavindo y Cochinoca a quién Argañarás entregó los indios sublevados, sería también cura de La Quebrada aunque no fuera sino de la región norte. En el Sínodo, reunido en Santiago del Estero, en setiembre de 1607 se resolvió «que el estipendio de la doctrina de los indios de Humahuaca, se pague como al presente están concertados los encomenderos con el doctrinante»167. Por esto infiero que ya a principios del siglo XVII había cura en Humahuaca.

Siempre en tren de conjeturas supongo que el cura doctrinero de Argañarás, debe ser, quizás el padre Melchor Martín que en 1603 se titula Cura y Vicario del asiento de minas en Cochinoca y Casavindo168.




- IV -

Más tarde, en 1611 -dice el padre Vergara169- vemos aparecer al licenciado Antonio Velázquez Roderos, adornado con el título Vicario y beneficiado de Omaguaca y sus anexos.



De este padre Roderos dice el obispo del Tucumán Dr. Julio de Cortázar en una relación sobre curatos, fechada en Santiago del Estero, el 11 de abril de 1622. «En el distrito de Jujuy el padre Antonio Velázquez Roderos el cual no sabe la lengua de los naturales y cuando la supiera está ocupado en sus haciendas y no quiere ser doctrinante»170. Con razón pues el diligente padre Vergara dice al referirse a este cura: en estos años, (1621) con frecuencia actuaba en los documentos judiciales de Jujuy en compraventas y poderes.




- V -

(1631) Padre Pedro de Abrego


Del padre Baltazar Ramírez de los Reyes, cura y vicario de Cochinoca y sus anexos no sabemos que haya vivido en La Quebrada, sólo conocemos que ejerció su misión en 1628, como dice el padre Vergara. De quien nos consta que cumpliera con fe su apostolado en La Quebrada es del padre Pedro de Abrego u Abreu, nombrado en 1631 y sustituido al parecer en 1664. Como ya hicimos referencias de su obra en la Puna; veamos las noticias que trae el padre Vergara de su apostolado en La Quebrada:

El cura Abreu permaneció muchos años al frente de la parroquia y existe aún hoy un recuerdo suyo: una campana del año 1641 que lleva su nombre y el del cacique principal de Omaguaca don Pedro Socomba.

En época del cura Abrego la vida parroquial estaba ya del todo desarrollada. Funcionaba la cofradía de la Candelaria y los vecinos, tanto indios como españoles, trataban de enriquecer el templo con ornamentos y estatuas.

Sin embargo, ya el primer templo amenazaba ruina en 1641. Con este motivo, el cacique Socomba se dirige a la Real Audiencia de Charcas pidiendo que de los indios de mita de Omaguaca queden seis para la reparación de la iglesia del pueblo que amenazaba caer. El tribunal real acuerda una cédula conforme a la petición171.






- VI -

(1664) Padre Antonio de Godoy. En junio de 1690 visita la parroquia de Humahuaca el obispo don Juan Bravo Dávila y Cartagena


En 1664 ocupa el curato de Humahuaca el padre Antonio de Godoy por permuta que hace de su capellanía de San Lorenzo del Molino con el curato de   —LXV→   Humahuaca del que era titular el padre Pablo Fernández de Espelvia y Maidana. En su administración el curato se dividió en dos partes como hemos visto ya, por exigencias del Obispo, fray Nicolás de Ulloa. El acta del reparto del curato entre Godoy y su compañero, el bachiller Nicolás de Garnica, transcrito por el padre Vergara, tiene la fecha 24 de junio de 1684.

En las postrimerías de su permanencia en La Quebrada, el padre Antonio de Godoy recibió la visita del obispo del Tucumán Dr. Juan Bravo Dávila y Cartagena.

Ya aludimos al testimonio que de la visita del Obispo hace su secretario licenciado Luis de Cartagena y Mioño al hablar del idioma de los Omaguacas, ahora transcribiremos in extenso el referido documento porque esta importante pieza nos da una semblanza de la vida de la parroquia de Humahuaca en la era colonial. La visita episcopal se inició en junio de 1690.

Dijo su Señoría Ilustrísima que para cumplir con esta obligación este presente año, determinaba hacer la visita deste obispado, y empezarla desde la doctrina, y pueblo de Umaguaca, ques el primero desta diócesis, y en su ejecución y cumplimiento comenzó su risita desde el dicho pueblo Umaguaca, predicando a los indios en su idioma dándoles a entender que venía a reformar las costumbres y a desagraviarlos si acaso habían recibido algún daño o molestia del cura y a saber si cumplía con su obligación, dándoles pasto espiritual, y enseñandoles la doctrina cristiana, y su Señoría Ilustrísima por su persona les enseñaba el catecismo y a rezar las oraciones, que necesitaban saber y visitó al dicho cura licenciado Antonio de Godoy y le dio documentos, para su buen obrar, el cual exhibió seis libros, los tres de cofradías, la mía de San Antonio de Padua, la otra de Las Benditas Almas del Purgatorio y la tercera de Nuestra Señora de Copacavana, y se hallaron corrientes y los otros tres libros fueron de la fábrica, el uno de baptizados, el otro de casados y el tercero de difuntos, en que se pusieron las formas con que se habían de asentar en cada uno las partidas con claridad, y se hizo inventario de los bienes así de la sacristía y ornamentos de la iglesia, como de las cofradías, y se le mandó al cura acabase el baptisterio, poniéndole puertas, y que se blanquease, y se pusiecen en él unas alacenas con llaves para la guardia de los santos olios y un cajoncito curioso en que ponerlos con decencia. Así mismo se le mandó que hiciese una pila baptismal porque la que había estaba muy indecente y que prosiguiese la torre que le faltaba poco para acabarse, y para que con brevedad lo ejecutase todo dicho cura se le dejó un auto. Después para que recibiesen los indios el sacramento de la confirmación, su Señoría Ilustrísima les hizo plática dándoles a entender lo que contenía y para qué efecto era y habiendo precedido acto de contrición en los adultos, exhortado por su Señoría Ilustrísima, confirmó setecientas y veinte y cinco personas grandes y pequeñas.

En este dicho Pueblo de Humahuaca dispuso su Señoría Ilustrísima se hiciese las honras y exequias de la Reyna Nuestra Señora doña Mariana Luisa que Dios tiene en el cielo, como se hicieron con la mayor ostentación y decencia que se pudo, a que asistió su Señoría Ilustrísima con el grande afecto y amor que tiene al Rey Nuestro Señor172.






- VII -

La Virgen de Copacabana y la fe de los arrieros. Noticias del doctor Bernardo Frías


El Obispo nos avisa que había una cofradía de Nuestra Señora de Copacabana. Sin entrar en detalles sobre el origen de su culto, transcribiré las interesantes noticias que nos da el doctor Bernardo Frías, sobre la veneración tributada a esta Virgen por los arrieros argentinos que viajaban a Lima. «De paso, entre la Paz y Puno se daban con el santuario de la Virgen de Copacabana imagen tan milagrosa según refería como lo fuera la de Nieva o la del Pilar en plena España.

No estaba en los caminos de los viajeros mas si a un costado, el derecho si es que se iba subiendo a Lima, asentado en una isla de aquellas   —LXVI→   que se alzan sobre las azuladas aguas del Titicaca las mismas que presenciaron allá en la tierna niñez del imperio, el engendro portentoso del Sol con aquellas ondas, surgiendo a la vida y al poder Manco Capac.

De Nuestra Señora de Copacabana, como la decían los troperos que por allí por sus contornos, en Puno, se encontraban metidos, propagaron su historia por los pueblos argentinos del norte, y con su historia, su devoción, haciendo desde la distancia a que se hallaba Salta del Titicaca, la novena de la Virgen de Copacabana; circunstancia que no era en verdad, digna de echarse de ver, supuesto que de distancia mayor les venía la devoción de la Virgen de Mercedes que andaba con San Pedro Nolasco sacando cautivos de las mazmorras de los moros, como de la del Rosario, preferida de Santo Domingo y aquellas otras dos que, por ejemplo, también más antes las mentamos, y eran la Virgen de Nieva y la del Pilar, todas oriundas de España, que quedaba de Salta tan distante como diez Perues juntos y reunidos. Pues la de Copacabana había merecido se consignara la historia de sus prodigios en una interminable cadena de versos, versos que los hemos conocido como a la novena en que estaban incrustados y que, copiados pacientemente a fuerza de mano, formaban un librejo bastante gordo, ¿qué fue de él?

Lo que fue de tantas otras de su tiempo.

Lástima ahora de que se halle perdido.

Esta era una novedad con que daban al pasar, y con ella también consolaban a las llorosas aucentes»

El padre Antonio de Godoy parece que dejó el curato de Humahuaca a poco de pasada la visita pastoral, pues en ese mismo año de 1690, ya figura otro sacerdote al frente del Curato, éste fue el padre Domingo Vieyra de la Mota, activo y celoso en su ministerio a quien ya vimos evangelizando la Puna.




- VIII -

(1690) Padre Domingo de Vieyra de la Mota


Al padre Vieyra de la Mota debemos la descripción de las encomiendas de La Quebrada en 1692 y la relación sintética del estado de la iglesia local. He aquí este precioso documento transcripto solamente en lo que se refiere a La Quebrada, que en lo relativo a la Puna ya vimos anteriormente.

En dicha ciudad de Jujui, en diez y siete días del mes de junio de mil y seiscientos y noventa y dos años, el Señor Maestro Domingo Vieyra de la Mota, cura doctrinante del pueblo de Omaguaca y sus anejos, vicario y juez eclesiástico y de diezmos y comisario de la Santa Cruzada en esta dicha ciudad y su juridición, en virtud de lo proveído por su merced y por lo tocante a dicha su doctrina y declaración de lo mandado por el señor Provisor y Vicario general deste Obispado en su auto de las fojas antes desta -dijo que certificaba y certificó en cuanto puede y ha lugar de derecho como la dicha su doctrina se compone de los Pueblos de indios sitos en esta juridición en la forma siguiente -el Pueblo de Prumamarca, encomienda del capitán Francisco Pérez Cisneros, alcalde ordinario desta ciudad, y que dista ocho leguas de ella, se compone de ocho indios tributarios con iglesia decente y capaz, y con los ornamentos necesarios en que solo ha suplido su merced purificadores y corporales que no los tenía, y a distancia de dos leguas más a delante se halla el pueblo de Tilcara, encomienda de don Antonio de Argañarás y Murgia, menor, que se compone de ocho indios tributarios con iglesia decente y lo de más de su adorno y servicio de ella, menos sacristía que mandó hacer su merced, con un alba y amito que no tenía y estar muy viejo la que había-. Y a esto se sigue en distancia de cinco leguas la parcialidad de los indios uquias, anejos al pueblo de Omaguaca encomienda del capitán don Juan Ortiz de Argañarás y Murgia, residente en los reynos de España, y no obstante de dicha anejidad y sola una legua de   —LXVII→   distancia a dicha doctrina donde asiste su merced ha puesto por obra el hacer una capilla en perfección de sólo techarla para los ministerios precisos de dichos feligreses con su avocación del glorioso San Francisco de Paula y haberlo hecho con licencia del Ilustrísimo señor doctor don Juan Bravo de Ávila y Cartajena, que Santa gloria haya, y dicha parcialidad de indios de componerse de treinta y siete tributarios, y por lo que toca -a dicho pueblo de Omaguaca componerse de veinte y tres indios tributarios con iglesia en forma y con toda decencia lustre y servicio en ella, órgano y cantores que la sirven, y a de más desto una capilla de Señora de Santa Bárbara, el más cercano y decente a dicha iglesia, y con el mismo servicio de ella en que ha suplido su merced mandar hacer la torre de su campanario a resguardo de tres campanas que le sirven que izo la tenía, y para el servicio de la iglesia un ornamento de damasco blanco entero y un comulgatorio de tres marcos a más de los que tenía dicha iglesia en lo de ornamento, y esto haberlo efectuado en discursos de año y medio que ha sido a su cargo dicho curato supliéndolo de su caudal y renta173.



El cura Vieyra parece que permaneció en Humahuaca hasta 1699 pues en esa fecha dice el padre Vergara, «ya el padre Juan Fernández Cabezas tenía libros de bautismos casamientos y entierros». Este cura Cabezas falleció en agosto de 1705 y entre sus disposiciones testamentarias, dice Vergara: «puede verse algunos otros datos del curato. A de más de los templos antes mencionados figuran los de Tumbaya, San Juan, Santa Catalina y Rinconada»174.




- IX -

Estipendio de los curas doctrineros. Disposiciones del Sínodo de Santiago del Estero en 1607


Antes de pasar adelante veamos cuáles eran los estipendios de los doctrineros o curas de campaña: en el Sínodo reunido en Santiago del Estero, en 1607, por orden del Obispo, don Fernando Trejo y Sanabria se dispuso en el capítulo tercero «mandamos que en toda esta provincia pague como ya está determinado un peso por cada indio, exepto en las estancias de Las Juntas (ciudad fundada en 1593 a tres leguas de las juntas de los ríos Las Piedras y el Pasaje) y en las de Salta, que han de pagar un peso y medio por cada indio porque son los indios pocos y de otra manera no se podrán sustentar los doctrinantes de las dichas estancias; y a los unos y a los otros les queda tan moderado estipendio que el mayor no llega a quinientos pesos (por año). Declaramos así mismo que el estipendio que la doctrina de los indios de Humaguaca, se pague como al presente están concertados los encomenderos con el doctrinante»175.

Este peso y cuatro reales se pagaba no siempre en efectivo porque como dice el padre Larrouy: «la plata acuñada, o amonedada, no falta en absoluto, pero se la guarda para las grandes circunstancias, de compras de esclavos, casas, tierras y agua. (En Catamarca un marco de agua valía 250 y 300 pesos) y aun en estos casos se paga sólo una parte en metálico y lo restante en género»176. Ya decía el gobernador Juan Ramírez de Velazco en 1591: «El algodón es la plata de esta tierra177 no sabemos con qué pagarían los encomenderos de La Quebrada el estipendio debido a los curas, pero es de suponer que sería en especies quizás: telas, barracanes y picotes».

En Santiago, disponía el Sínodo, «han de ser los pagos en lienzos, calcetas y alpargatas por tercias partes: el lienzo a cuatro reales tres pares de alpargatas a peso; y tres pares de calcetas a peso, y ha de quedar en la elección del vecino (encomendero) si no quiere pagar las cosas sobre dichas que paguen en reales»178.

  —LXVIII→  

A más del peso y cuatro reales, los encomenderos estaban obligados a pagar los diezmos, pero parece ser que en Jujuy, no se cumplió con esta disposición, pues en 1768, el obispo Dr. Manuel Abad Illana, refiriéndose a la rebeldía de los jujeños para cumplir con esta obligación decía: «ni queso ni lana querían diezmar en Jujuy, y si no les muestro el texto de las leyes me ponen pleito. En todas partes es muy lince la codicia: aquí tiene cien ojos»179.




- X -

Noticias de algunos curas de Humahuaca del siglo XVIII


En el siglo XVIII, la parroquia de Humahuaca, tuvo curas de mucho prestigio, pocos puedo señalar porque no he tenido tiempo para estudiar el tema en los archivos jujeños pero daré el nombre de algunos hasta tanto el padre Vergara nos revele la nómina de todos con la misma diligencia y erudición con que ha hecho la historia de los curas del siglo XVII.

Ya hemos visto que el cura Juan Fernández Cabezas inició el siglo en el curato de Humahuaca; en 1734 figura el padre Juan de Adaro como cura y vicario de Humahuaca180. No sabría decir cuándo se hizo cargo de la parroquia ni cuando se fue porque en 1754 ya está de cura en la iglesia de la ciudad de Catamarca181. Que fue «de venerables canas y de ejemplares procederes» nos lo dice el obispo don Pedro Miguel Argandoña en su relación del obispado, fechada en Córdoba, el 14 de abril de 1758 y añade: «El maestro Don Juan de Adaro y Arrasola de noble ascendencia edad quincuagenaria, cura rector y vicario foráneo de Catamarca, Párroco antiguo examinador y consultor y de regular proceder»182.




- XI -

Establecimiento de los jesuitas en La Quebrada


Parece ser que a mediados de este siglo se establecieron misiones jesuíticas en La Quebrada; y en efecto en el archivo episcopal de Salta, figura una carta geográfica en la cual, según el padre Toscano183, los lugares señalados de rojo, nombrados: Volcán, Hornillos, Tilcara, Guacalera, Uquia, Humahuaca, Sianso, Rodero y Cuevas, serían «capillas y centros de conversión», de los hijos de San Ignacio de Loyola. Pero no hay ningún dato que nos confirme tal aseveración.

El decreto de expulsión fulminado contra los jesuitas, por Carlos III, de fecha 27 de febrero de 1767, se cumplió en Jujuy, en agosto de ese año; los salteños apresaron al gobernador don Juan Manuel Fernández Campero que fue quien ordenó la expulsión en Salta y Jujuy y al pasar preso por Jujuy los vecinos se amotinaron también184 ante la presencia del gobernador que era conducido a la Audiencia de Charcas.

Idos los jesuitas siguieron los curas párrocos la evangelización de La Quebrada aunque algunas veces, como veremos más adelante, fueron ayudados por los padres franciscanos.




- XII -

El cura Dr. Francisco Javier Fernández autor de la «Novena» del señor del Milagro de Salta, estuvo veinte años en la parroquia de Humahuaca


En 1777 era cura de Humahuaca el distinguido sacerdote Dr. Francisco Javier Fernández, salteño, graduado en Córdoba y contaba ese año cincuenta y cinco de edad185.

Fernández estuvo veinte años en la Doctrina de Humahuaca186 y allí en Humahuaca, compuso La Novena del Señor del Milagro, según refiere el padre Toscano187. Si como dice el padre Toscano a la novena aludida la compuso el Dr. Fernández en Humahuaca, tenemos que este sacerdote estuvo ya de cura a fines de 1760, pues el 4 de diciembre de ese año, fue presentada la novena al obispo Pedro Miguel Argandoña para su aprobación, la que se hizo al día siguiente, el 5 de diciembre de 1760188. El padre Fernández era poeta pues los versos contenidos en la Novena   —LXIX→   así lo revelan, ellos están contenidos en el Discurso preliminar del Cancionero Popular de Salta189.

En ese mismo año, de 1777, era cura de la doctrina de Tumbaya, otro salteño, el padre Vicente Plasaola que antes había sido cura de la Reducción de Miraflores, en las costas del Pasaje (Salta); tenía cuarenta y cinco años, según el informe que de este cura da el obispo don Juan Manuel Moscoso190 y su teniente cura era el Maestro don Tomás Pablo de Figueroa191.







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