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ArribaAbajo El sureste peninsular: ganaderos trashumantes moriscos, «señores de ganado» cristiano-viejos

Julián Pablo Díaz López



Universidad de Granada

La presencia de tierras altas y tierras bajas en un relieve fuertemente compartimentado, además de otros factores como las grandes diferencias climáticas entre la costa y el interior, así como la escasa ocupación humana, han favorecido, históricamente, la trashumancia en todo el ámbito mediterráneo258 desde épocas pretéritas. En el ámbito peninsular ibérico, la presencia de la Mesta castellana ha ensombrecido el estudio e incluso la noticia de la mera existencia de otras trashumancias externas a la Meseta castellana, dado el volumen de animales que aquella implicaba, la densidad y extensión de sus desplazamientos y los intereses institucionales que fue generando. Ha sido en los últimos años cuando se ha ido poniendo de relieve la importancia de las migraciones estacionales de ganado en el Mediterráneo ibérico, en el contexto de la estructura económica de cada comarca259. En el caso concreto del sureste almeriense y de la época morisca, fue el profesor Vincent quien primero llamó la atención sobre su importancia a comienzos de los años noventa260. A partir de ese momento, en los trabajos sobre agricultura se ha ido teniendo más en cuenta aquel tema condenado por los ilustrados261 y olvidado por todos los demás, han surgido análisis temáticos concretos262 e incluso se ha convocado un coloquio específico263.



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El propósito del presente trabajo es el análisis de la trashumancia en el sureste de la península desde un importante lugar de invernadero, la Tierra de Vera264, y desde otro de agostadero, la sierra de Baza. Las diferencias importantes entre los actores, los rebaños, las especies y las circunstancias de una y otra trashumancia nos permiten construir un modelo aplicable a todo el ámbito surestino. Los contratos de arrendamiento de los pastos, los llamados libros de herbajes, conservados en los archivos municipales de Vera y Baza nos ofrecen una visión suficientemente detallada de gran parte de la época morisca, entre 1528 y 1570.


Ganaderos y «señores de ganado»

La estructura económica de las comarcas del norte del Reino de Granada a partir de la conquista cristiana es diferente de la que está presente en las tierras del sur. Consecuencia de la mayor o menor permanencia de población neoconversa, así como de otros factores socioeconómicos, esas diferencias, en cuanto a la ganadería trashumante, se elucidan analizando quiénes son los propietarios de los rebaños que llegan a invernar en la Tierra de Vera y de aquellos que tienen la sierra de Baza como agostadero.

En la Tierra de Vera (cuadro 1), entre los años 1528 y 1571, anualmente, sólo el 18 por 100 de los propietarios que llegan con sus rebaños son moriscos y aportan únicamente el 5 por 100 de los ganados. En cambio, de los que llevan a Baza sus rebaños entre 1529 y 1551, las dos terceras partes son moriscos y llegan con igual proporción de reses (cuadro 2), En ambos casos es necesario precisar que los cuadros se elaboran a partir de los nombres citados en la documentación como dueños principales del ganado en los registros de herbajes. Sabemos que cada rebaño incluía reses de los criados del propietario principal, de sus pastores o de «quien quisiere265», por lo que es imposible llegar a saber quiénes serían todos los que intervienen en la trashumancia, aunque podemos afirmar con toda seguridad que, dada la elevada proporción de población morisca que habitaba en las comarcas en que se originaban los recorridos que terminaban en la sierra de Baza, fundamentalmente el río de Almería y la taha de Marchena266, es raro que ganaderos cristiano-viejos incluyesen sus animales en los rebaños de moriscos.

En Baza, excepto en los inviernos de 1548 y 1549 en los que no llega ningún ganado debido a las malas condiciones climáticas de esos años, siempre los neoconversos poseen más de la mitad de los rebaños que trashuman (excepto en 1530, cuando únicamente son la tercera parte). Pero sus rebaños son numéricamente más pequeños que



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Cuadro 1. Propietarios y ganado. Vera
Propietarios moriscos Propietarios crist.-viejos
Año N.º % Cabez. % N.º % Cabez. %
1528 8 33 2.355 14 16 67 16.285 86
1529 6 21 2.470 12 23 79 18.400 88
1530 12 63 3.380 36 7 37 6.000 64
1531 7 27 1.630 8 19 73 18.617 91
1532 10 26 3.350 14 29 74 21.360 86
1533 6 21 1.630 6 23 79 24.030 94
1534 3 12 1.000 4 22 88 22.587 96
1535 10 30 3.500 13 23 70 24.180 87
1536 13 34 - - 25 66 - -
1551 2 11 210 1 16 89 20.343 99
1552 3 17 690 0,5 15 83 14.896 99,5
1553 0 0 0 0 6 100 8.500 100
1554 10 56 2.556 11 8 44 20.792 89
1555 5 25 3.175 15 15 75 18.070 85
1556 5 23 1.130 9 17 77 20.210 91
1557 4 22 870 7 14 78 12.185 92
1558 2 12 231 2 15 88 13.858 98
1559 2 18 528 5 9 82 11.005 95
1560 2 28 150 2 5 72 8.080 98
1561 4 25 560 3 12 75 16.064 97
1562 1 7 90 0,05 14 93 16.709 99,9
1563 4 19 522 3 17 81 18.120
1564 0 0 0 0 13 100 21.550 100
1565 0 0 0 0 14 100 17.690 100
1566 0 0 0 0 15 100 15.495 100
1567 0 0 0 0 6 100 10.500 1001
1568 0 0 0 0 12 100 14.339 100
1569 0 0 0 3 100 7.000 100
1570 0 0 0 0 16 100 13.215 100
1571 0 0 0 0 16 100 13.215 100

Fuente: A. M. Vera, L-947, L-953. Faltan hojas del libro de herbajes.

los propios de los cristiano-viejos, ya que su proporción es, de media, ligeramente inferior. Esta circunstancia se hace patente especialmente en 1534, año en el que la mitad de los moriscos aportan únicamente el 36 por 100 de las cabezas de ganado. En cambio, en Vera predominan siempre los ganaderos cristiano-viejos y van desplazando



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Cuadro 2. Propietarios y ganado. Baza
Propietarios moriscos Propietarios crist.-viejos
Año N.º % Cabez. % N.º % Cabez. %
1529 4 100 2.770 100 0 0 0 0
1530 1 33 1.000 86 2 66 160 14
1531 6 75 3.280 68 2 66 160 14
1532 6 75 4.400 72 2 25 1.700 28
1533 5 63 3.530 62 3 37 2.120 38
1534 4 50 2.850 36 4 50 5.120 64
1535 8 61 6.870 72 5 39 2.620 28
1536 6 100 4.580 100 0 0 0 0
1537 13 57 7.970 48 10 43 8.570 52
1538 9 69 5.895 63 4 31 3.454 37
1539 5 56 4.530 58 4 44 3.270 42
1540 3 50 1.810 36 3 50 3.150 64
1541 7 58 8.730 65 5 42 4.740 35
1542 4 67 3.055 67 2 33 1.515 33
1543 4 67 3.470 63 2 33 2.065 37
1544 3 50 2.500 47 3 50 2.780 53
1545 15 71 9.940 75 6 29 3.300 25
1546 7 70 5.420 68 3 30 2.570 32
1547 3 75 1.955 65 1 25 1.050 35
1548 0 0 0 0 0 0 0 0
1549 0 0 0 0 0 0 0 0
1550 4 67 3.380 69 2 33 1.500 31
1551 5 63 6.725 73 3 37 2.490 27

Fuente: A. M. Baza, Leg. 92, doc. 1.

progresivamente a los escasos propietarios moriscos, que a partir de 1556 únicamente aportan a las dehesas veratenses algunos pequeños rebaños de cabras y desaparecen definitivamente desde 1563. También es digno de tener en cuenta que la tendencia del número de reses que traen los integrantes de la comunidad cristiano-vieja aumenta progresivamente en todo el período.

El número de cabezas de ganado de los cuadros 1 y 2 no incluye las colmenas, puesto que al estar presentes únicamente como trashumantes en la Tierra de Vera, y ser todas propiedad de cristianos nuevos, como sucede también en otras zonas del Reino de Granada267, distorsionarían los resultados. Estas circunstancias y el elevado número

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de propietarios con un escaso número de ejemplares per cápita provocarían un aumento de la proporción de propietarios moriscos que no se correspondería con su peso específico en el conjunto de la trashumancia veratense.

La radicalización del enfrentamiento entre las dos comunidades que habitan en el Reino a partir de los años sesenta se salda, en el terreno de la trashumancia, con una «expulsión» de los moriscos de las zonas de pasto más codiciadas, que pasan a ser totalmente controladas por «señores de ganado» cristiano-viejos.

Por último, en los contratos de arrendamiento de herbajes, como cualquier otro contrato de obligación, las autoridades de los concejos de Vera y Baza siempre exigen a los intervinientes como principales la presencia de algún fiador reconocido por ellos. En casi todos los contratos, los garantes pertenecen a la misma comunidad religiosa de los pastores. Sea en Vera o en Baza, la garantía de pago se presta a los correligionarios y en muy pocas ocasiones a los de la comunidad de nuevos cristianos, aunque la importancia de las garantías económicas fuesen en este caso mucho menores ya que los rebaños son menos numerosos. Se trata, en definitiva, de otro ejemplo de la separación existente entre las dos comunidades, que progresivamente va impregnando todas las manifestaciones, en este caso legales, de la sociedad.




Rebaños del norte, rebaños del sur


Los rebaños

Los intereses y el poder económico separan claramente las dos comunidades que cohabitan en el Reino de Granada, no sólo en cuanto al control de las instituciones, sino también en cuanto a la propiedad de los medios de producción. En este sentido, un elemento de esos medios productivos, la forma de utilizar los pastizales por los rebaños, distingue también a cristiano-viejos y moriscos. A Vera llegan anualmente una media de catorce rebaños de lanar y cabrío, las especies predominantes (cuadro 3). Poco a poco se fue generando una mayor concentración en las manadas. Mientras en los años treinta casi siempre el número de rebaños supera la veintena, en los años cincuenta y sesenta únicamente en la mitad de los inviernos se supera la decena. Además, a partir de los años cincuenta, la media de cada uno sobrepasa siempre el millar de cabezas, mientras que en los años anteriores raramente ocurría.

La concentración de los rebaños está unida también a partir de los cincuenta al claro predominio del arrendamiento por dehesas completas frente al registro por cabeza que era común en los años treinta. Ambas circunstancias son una manifestación clara de la concentración de la propiedad ganadera, del control de las dehesas y de todos los mecanismos de la ganadería trashumante por parte de algunas pocas familias de la oligarquía ganadera cristiano-vieja que reside en las comarcas nororientales del Reino de Granada.



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Cuadro 3. Procedencia del ganado lanar-cabrío que llega a Vera
Año Hués./Baza Cazor. Filab. Vélez Úbeda/Jaén Guad./Cene Otros Reb. Media
1528 2.000 6700 0 0 6.200 3.415 240 21 883
1529 8.820 6.040 0 0 2.300 1.400 650 31 673
1530 7.550 0 0 400 0 800 180 17 543
1531 5.550 9.600 0 3.000 0 850 657 20 983
1532 11.150 6.800 500 0 1.000 3.150 1.910 33 743
1533 19.450 3.700 0 500 0 1.630 50 27 938
1534 9.600 4.600 0 400 7.400 0 1.000 20 1.150
1535 6.920 4.900 430 1.500 0 1.820 11.610 32 849
1536 No aparece el origen en casi ningún registro 34 1.098
1549 14.300 18.600 1.310 600 0 0 3.790 21 1.838
1550 3.500 8.125 0 0 0 0 3.790 21 1.838
1551 10.055 4.000 60 0 0 0 4.000 6 3.186
1552 270 12.000 500 1.370 0 0 0 11 1.294
1553 2.800 5.550 0 0 0 0 0 5 1.670
1554 10.050 11.400 500 0 0 0 1.090 12 1.920
1555 10.150 8.700 0 700 0 0 1.460 18 1.167
1556 7.911 3.700 0 650 0 0 0 12 1.021
1557 6.061 0 0 2.200 0 4.000 0 9 1.370
1558 3.350 7.500 0 2.350 0 0 400 (1) 12 1.133
1559 6.585 8.500 0 0 0 0 720 (1) 9 1.756
1560 3.000 4.500 0 0 0 0 0 3 2.500
1561 9.000 7.000 0 0 0 0 300 (1) 11 1.482
1562 7.050 8.600 0 980 0 0 0 13 1.279
1563 7.900 8.500 262 0 0 0 860 (2) 14 1.252
1564 7.450 14.100 0 0 0 0 0 13 1.658
1565 7.660 8.000 0 0 0 0 1.000 (3) 14 1.190
1566 10.860 3.500 0 1.000 0 0 0 15 1.024
1567 5.000 5.500 0 0 0 0 0 6 1.750
1568 6.740 4.500 13 0 0 0 3.000 (4) 11 1.296
1569 4.000 3.000 0 0 0 0 2.000 6 2.150
1570 9.400 1.500 0 0 0 0 2000 6 2.150
1571 8.000 3.000 0 2.000 0 0 0 6 2.167
1572 9.050 2.750 0 0 0 0 7.500 (5) 6 3.217
1573 5.700 0 0 0 0 0 10.000 (5) 6 2.616

(1) Fiñana; (2) Serón; (3) Caravaca; (4) Yeste; (5) Alcaraz; (6) Puede que no viniese ninguno.

Fuente: A. M. Vera, L-947, L-953.

Esta concentración se pone también de manifiesto al observar la evolución de los grandes rebaños a lo largo de la época morisca. Independientemente del número de cabezas, se consideran como tales a aquellos que, en los contratos, reflejan pagos superiores

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a los 5.000 mrs. por los herbajes, relacionándolos con sus propietarios, con los «señores de ganado» que los pagan (cuadro 4). En el caso de la Tierra de Vera se puede ver cómo, aunque con fuertes fluctuaciones, la tendencia es claramente alcista. Los ingresos que estos grandes rebaños proporcionan al concejo suponen algo más del 60

Cuadro 4. Grandes rebaños: pagan más de 5.000 mrs. (Vera)
Año Total mrs. % N.º prop. %
1528 55.750 63 7 30
1529 42.600 49 6 21
1530 19.200 43 3 18
1531 91.200 83 9 36
1532 69.000 59 7 19
1533 84.000 70 5 18
1534 176.500 81 5 23
1535 57.500 60 7 12
1536 70.000 60 7 12
1549 80.000 49 7 25
1550 20.000 25 1 8
1551 78.000 55 3 11
1552 120.000 85 6 28
1553 50.000 75 3 50
1554 127.000 68 3 15
1555 180.000 85 10 42
1556 110.110 85 6 17
1557 64.300 56 5 24
1558 94.525 92 10 43
1559 134.250 93 6 54
1560 79.500 94 3 43
1561 142.000 89 6 37
1562 184.500 99 9 60
1563 163.250 85 6 28
1564 241.750 99 10 77
1565 164.500 98 9 64
1566 174.400 93 8 53
1567 128.400 99,9 5 83
1568 151.580 91 7 58
1569 96.400 100 3 100
1570 84.000 86 4 25
1571 127.500 95 6 37
1572 174.500 97 7 88
1573 117.000 78 4 36

Fuente: A. M. VERA, L-947, L-953.



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por 100 del total de herbajes en los años treinta, para pasar a casi un 90 por 100 en la década previa al conflicto bélico. Al mismo tiempo, aunque con una tendencia menos acusada, la proporción de propietarios sigue la misma orientación. De suponer una cifra en torno al 20 por 100 en la primera década, se eleva al 30 por 100 en la década de los cincuenta, para estar por encima de la mitad en los años sesenta. Pe ro si ponemos en relación ambos parámetros se percibe claramente que son muy pocos «señores de ganados» (casi siempre con cifras absolutas inferiores a la decena) los que generan las cifras de ingresos más elevadas.

Los «señores de ganados» del norte, además, controlan también los ejidos frente a los intereses de los concejos o de otros ganaderos enemigos aprovechando su posición dominante al negociar y formalizar los contratos. Presionan más y mejor a las autoridades, generan menores gastos de gestión a los mayordomos de propios e incluso se enfrentan a los intereses de otros ganaderos. Cuando algunos de ellos, en la primavera de 1565, antes de abandonar las dehesas, firman los contratos para los inviernos siguientes, los que las habían ocupado en años anteriores denuncian los acuerdos alegando que les asiste el derecho de posesión268 como hermanos del Honrado Concejo de la Mesta. En varias ocasiones consiguen que un juez de comisión de la Mesta dictamine en su favor y la sentencia sea aplicada por el concejo de Vera expulsando a los ganaderos a quienes se había arrendado previamente el ejido en cuestión269.

Muy distinto es el comportamiento de los rebaños que llegan al término de Baza (cuadro 5), con cifras que apuntan a una media de ocho rebaños anuales compuestos por unos 600 ejemplares. Únicamente en los años 1534, 1541 y 1547 se supera o se aproxima la media al millar de reses. Este último año merece una atención especial porque tres manadas de cabras superan en total las 3.000 cabezas. Al contrario que en Vera, no podemos hablar de una progresiva concentración sino de una tendencia estable con presencia, eso sí, de las típicas oscilaciones interanuales. Aunque los propietarios moriscos con mayor número de cabezas forman parte de la oligarquía de la comarca del bajo Andarax270, en este caso no se emplea nunca el concepto de «señor de ganado» en la documentación, y, sobre todo, su número y potencial económico es escasamente representativo en comparación con los residentes en el norte del Reino de Granada. Únicamente aparecen en la documentación bastetana tres ganaderos que pagan por el herbaje de sus cabras más de 5.000 mrs., todos registrados en 1551: Pedro Mazmudi, vecino de Rioja, con 1.370 cabras; su hermano Martín con 1.700; y Diego el Ancarí, vecino de Boloduy, con 1.655. ¿Significa esto que, al igual que en Vera, se está produciendo una concentración en la propiedad de los rebaños de los moriscos o en el control del arrendamiento de los pastos frente al concejo? Para poder responder detalladamente a esta cuestión deberíamos

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disponer de una serie de registros más completa, pero se puede concluir de forma provisional que la persistencia de los registros por cabeza indica que las circunstancias socioeconómicas se mantienen. Este tipo de registro por cabezas de ganado es claramente beneficioso para el concejo, que puede ajustar más el precio, y supone, además, que los ganaderos difícilmente pueden pretender arrendar un ejido completo al no alcanzar la carga ganadera estipulada para cada uno de ellos, y que en la Tierra de Vera es de un millar de cabezas.

Cuadro 5. Origen geográfico del ganado cabrío que trashuma a Baza
Año R. Almería Almanzora Marchena Vera Otros Reb. Media
1529 2.770 0 0 0 0 4 692
1530 1.000 0 0 0
1531 3.650 130 1.000 0 0 8 604
1532 2.500 200 3.400 0 0 8 762
1533 3.100 130 2.320 0 400 (2) 8 706
1534 2.820 0 5.100 0 0 8 996
1535 5.200 180 3.950 0 0 13 730
1536 3.930 100 550 0 0 6 763
1537 5.330 350 4.995 600 (3) 2.100 (4) 19 870
1538 4.024 730 3.220 825 (5) 550 (6) 13 719
1539 2.960 0 2.620 1.420 (3) 700 9 866
1540 3.390 0 1.570 0 0 6 827
1541 3.900 980 5.270 520 (3) 0 12 1.122
1542 2.630 0 1.240 700 (3) 0 6 762
1543 3.115 0 2.420 0 0 6 922
1544 4.000 0 1.280 0 0 6 880
1545 4.100 3.890 4.630 620 (3) 0 21 630
1546 3.150 2.300 2.540 0 0 10 799
1547 1.980 0 1.025 0 0 3 1.001
1548 0 0 0 0 0 0 0
1549 0 0 0 0 0 0 0
1550 2.950 0 1.930 0 0 6 813
1551 3.630 480 2.805 0 600 12 766

(1) Baza; (2) Huéscar; (3) Antas; (4) 500 de Huéneja, 1.600 de Lorca; (5) 155 de Antas; (6) Lorca.

Fuente: A. M. Baza, Leg. 92, doc. 1.

Las especies

Las especies del ganado que trashuma nos permiten establecer también claras diferencias entre el invernadero de Vera y el agostadero de Baza. En el primero, la presencia predominante de lanar y cabrío no puede hacernos perder de vista la llegada

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esporádica de algunos cientos de vacuno, de unas pocas piaras y yeguadas, así como la llegada de colmenas, aunque con grandes oscilaciones en este caso (cuadro 6).

Cuadro 6. Especies de ganado que invernan en Vera
Año Lanar L/C Cabr. Total Vac. Cer. Yeg. Col.
1528 11.200 4.300 3.055 18.555 300 0 0 0
1529 11.890 4.310 2.590 18.700 0 0 0 0
1530 4.100 3.350 1.480 8.930 150 0 11 0
1531 2.900 13.657 3.100 19.657 560 0 0 21
1532 11.400 6.250 6.860 24.510 200 0 0 21
1533 15.750 4.400 5.180 25.330 330 0 0 5
1534 14.000 8.600 400 23.000 587 300 0 121
1535 6.550 18.220 2.410 27.180 500 0 0 222
1536 37.322 0 0 0 555
1549 38.600 394 50 0 0
1550 14.395 120 363 18 0
1551 19.115 300 1.138 20 207
1552 14.240 566 780 60 26
1553 8.350 150 0 0 0
1554 23.040 308 0 0 95
1555 21.010 330 0 0 95
1556 12.261 588 0 0 63
1557 12.335 720 0 0 115
1558 13.600 489 0 0 114
1559 11.035 228 0 0 0
1560 7.680 150 300 0 0
1561 16.300 260 44 44 0
1562 16.630 169 0 0 78
1563 17.722 230 690 0 62
1564 21.550 0 0 0 28
1565 17.690 0 0 0 0
1566 15.360 135 0 0 30
1567 10.500 0 0 0 6
1568 14.253 0 70 16 69
1569 7.000 0 70 16 69
1570 12.900 0 0 215 0
1571 13.000 0 0 215 0
1572 19.300 0 0 0 0
1573 15.700 0 100 117 0
1574 30.840 35 170 25 0

Fuente: A. M. Vera, L-947, L-953.



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En los años treinta, cuando en la Tierra de Vera los arrendamientos de pastos para los rebaños de lanar y cabrío se realizaban fundamentalmente por cabeza en lugar de por ejidos completos, se especificaba si la manada era ovina o caprina. Ello nos permite conocer que en esos años, la llegada fundamental era de lanar. La importancia de esa especie debe mantenerse durante toda la época morisca, ya que los intereses laneros eran los predominantes entre los «señores de ganado» cristianos residentes en Baza, Orce o Huéscar. La carga ganadera de ovino-caprino se mantiene alrededor de los 15 a 20.000 cabezas. En esa tendencia se presentan inviernos de crecimiento inusitado, como 1536 y 1549, en los que se superan las 37.000, y años de fuertes caídas como en 1530, 1553 y 1560, consecuencia de malos otoños de lluvias en la comarca de Vera o de mejores condiciones en los pastos de otras comarcas costeras del sureste, como puede ser la Tierra de Almería. Entre los años malos destaca 1569, en el que con toda seguridad la situación prebélica y el inicio de la guerra provocó la ausencia total de trashumancia. En este sentido, las 7.000 cabezas que se recogen en el cuadro para ese invierno corresponden a contratos realizados en años anteriores con un plazo largo que dudamos que se cumpliesen. Una vez terminada la guerra y puesta en marcha la repoblación filipina, el negocio trashumante vuelve a tomar nuevos bríos a partir de 1574.

Francisco de Santolaya, regidor y vecino de Baza, es uno de los «señores de ganado» vacuno trashumante asiduo de las dehesas veratenses. La presencia de ganado vacuno es otra característica que nos permite distinguir los pastizales de la Tierra de Vera respecto de los bastetanos. Con la llegada de unas 300 reses de media anual hasta 1566, desde este año desaparecen para ser, incluso ya en la época de la repoblación filipina, únicamente testimoniales. La vinculación de este tipo de trashumancia a los ganaderos y mayorales moriscos residentes en el marquesado del Cenete es clara. Son muestra de ello las 150 reses que en el invierno de 1556 trae Juan el Candilí, propias de Juan Alcadí, alguacil y vecino de Aldeire, o las 50 que registra Almid, vecino de Caniles de Baza. Al igual que ocurre con los otros tipos de rebaños trashumantes propios de conversos, la inseguridad de los caminos en los años previos a la guerra de las Alpujarras dificultaría lógicamente el movimiento de las manadas de vacas.

Como puede suponerse, por motivos religiosos, el ganado de cerda que llega a Vera es propiedad únicamente de ganaderos cristiano-viejos. Las piaras aparecen de forma esporádica en los primeros años de la década de los cincuenta, alcanzando en el año 1551 un máximo de más de 1.100 ejemplares, repartidos en torno a una decena de piaras, algunas de ellas muy numerosas.

Las yeguas que trashuman son escasamente representativas hasta los años setenta, cuando procedentes de la ciudad de Lorca, sustituyen y compensan el descenso del ganado lanar que procedía del propio Reino de Granada. La escasez de demanda de pastizales en estos años puede que favoreciese su bajo precio y compensase la trashumancia de esta especie.

Como fue puesto ya de relieve por B. Vincent, las colmenas son trasladadas en el invierno, desde el 30 de noviembre hasta finales de marzo, para que «pastasen» en el

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término de Vera. Proceden de pequeños apicultores moriscos que transportan casi siempre menos de una decena de ejemplares que son registrados ante el mayordomo de propios de Vera por alguaciles y otros vecinos moriscos de Teresa, Cabrera o Serena (lugares de la jurisdicción de Vera de población básicamente morisca). Los moriscos encargados del registro de las colmenas son al tiempo los fiadores y puede que incluso los encargados de realizar los traslados de forma conjunta, puesto que en los libros de herbajes los registros engloban a diversos propietarios.

A la Sierra de Baza, los ganaderos, sean moriscos o perteneciesen a la comunidad cristiano-vieja, únicamente llevan a agostar rebaños de cabrío, la especie predominante en los lugares costeros de las comarcas orientales del Reino de Granada.




El origen geográfico

La procedencia de los rebaños de ganado lanar y cabrío que llegan a Vera (cuadro 3) presenta en los años treinta una clara dispersión. En esta década el origen geográfico tiene como focos principales la comarca de Baza-Huéscar, al norte de la actual provincia de Granada, y la zona de Cazorla, además llegan importantes contingentes del marquesado de Los Vélez, al norte de la actual provincia de Almería, Úbeda y Jaén, comarca de Guadix y el marquesado del Cenete, así como otros orígenes menos significativos. En 1535 en muchos de los registros no se indica el origen, por ello es tan elevada la cifra de la columna referente a otros. Ello no indica, por tanto, que la dispersión aumentase.

Pero, a partir de 1550 se produce una concentración en el origen, paralelo a la que observábamos que se producía en cuanto al número de propietarios y al volumen de los rebaños. La comarca de Baza-Huéscar y el Adelantamiento de Cazorla concentrarán la práctica totalidad de las procedencias. Únicamente sigue teniendo cierta importancia el marquesado de Los Vélez, además de un único año, 1557, en el que llegan 4.000 cabezas del Cenete. Es de destacar también la aparición de una trashumancia de mayor recorrido en la década previa a la guerra: rebaños que llegan desde Caravaca, Yeste y, ya en época de la repoblación, después de la guerra, de Alcaraz. Un origen exterior al Reino de Granada que se va a imponer y a mantener en años sucesivos de la década de los setenta. Tanto en el caso del origen norteño granadino, como en el exterior al Reino, la trashumancia está relacionada con los lavaderos de lanas de Huéscar y con el comercio de lana que controlan los genoveses y que éstos exportan a través del puerto de Cartagena271.

El origen del ganado vacuno está más localizado: los contingentes más numerosos los aporta la comarca de Baza, Cúllar, Caniles, Orce y Huéscar, es decir el norte de la provincia de Granada, con algunas aportaciones de reses procedentes del marquesado

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del Cenete, el alto valle del Almanzora, el marquesado de Los Vélez e incluso la ciudad de Granada.

Los moriscos propietarios de las colmenas que llegan a la Tierra de Vera residen en núcleos muy pequeños, la mayoría despoblados hoy, de la sierra de Los Filabres y el valle del río Almanzora casi en su totalidad: Lubrín, Benimina, Benizalón, Tahalí, etc.

La procedencia, en cambio, de los rebaños de cabras que invernan en Baza (cuadro 5) está más localizada. A lo largo de todo el período el río de Almería y la comarca de Níjar, así como la taha de Marchena destacan y se mantienen como el origen de la casi totalidad de las reses. Únicamente algunos años llegan rebaños procedentes de Lorca y de la Tierra de Vera (en concreto de Antas), cuya importancia numérica no es significativa en el conjunto. Esta trashumancia se mantiene en los años sesenta, puesto que el concejo sigue ingresando en 1567 cerca de 100.000 mrs. procedentes de los herbajes272, pero que únicamente representa el 11 por 100 de los ingresos, mientras que años atrás, en los cincuenta, los pastizales suponían la casi totalidad de las finanzas concejales. A partir de 1570 no llegan ningunos rebaños al agostadero bastetano: la guerra termina definitivamente con una forma de vida, la del sur, la de los moriscos pequeños ganaderos.






Conclusiones

El fracasado ensayo de convivencia pacífica entre dos comunidades religiosas distintas y cada vez socialmente más distanciadas que se cierra en 1570 termina también con dos formas diferentes de entender las relaciones económicas que se establecen entre los hombres y que tienen como base el medio geográfico que las sustenta. Se enfrentan dos formas de organizar la ganadería y de entender la trashumancia casi antagónicas: los que habitan en las comarcas del sur en el valle del Andarax, en el campo de Níjar, que van con sus rebaños de cabras hasta Baza, e incluso los que desde el valle del río Almanzora o la sierra de Filabres llevan sus colmenas hasta Vera; y los del norte, los que habitan en las zonas más septentrionales y orientales del Reino de Granada que llevan sus ovejas y sus vacas hasta los pastizales de la Tierra de Vera e incluso hasta las dehesas de la Tierra de Almería. Aquéllos, pertenecientes básicamente a la comunidad neoconversa; éstos, integrantes de la minoría dominante cristiano-vieja. Aquellos, los del sur, la entienden como un negocio que tiene en cuenta claramente las posibilidades de un medio hostil, en el marco de una economía de subsistencia en la que la cabra es la especie dominante. Los del norte, en cambio, desarrollan la ganadería trashumante como un negocio especulativo a gran escala, negocio controlado por los oligarcas, los «señores de ganado», en los que la oveja es la más destacada, y cuya producción de lana se destina íntegra a la exportación.



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También son importantes otras diferencias que señalamos a continuación:

-Los rebaños que llegan a invernar a la Tierra de Vera son más importantes, con mayor número de cabezas. En ellos se va produciendo, además, una concentración de la propiedad al final de la época morisca. Una concentración que se produce también en el origen geográfico, fundamentalmente en el ganado lanar. Al contrario, los rebaños de los moriscos que residen en el valle del río de Almería o en la taha de Marchena son numéricamente más pequeños y no se puede observar una concentración.

-Cuando en el Reino de Granada, las circunstancias políticas se complican y se enrarece la convivencia entre los neoconversos y los cristiano-viejos, en la década de los sesenta, entre los «señores de ganado» que llegan a Vera se va generando una corriente trashumante que tiene su origen geográfico en tierras de Murcia y de Albacete, en zonas externas al Reino de Granada, corriente que se mantendrá después de la guerra, como una de las principales.

-También es necesario destacar la trashumancia de colmenas hacia la Tierra de Vera, todas propias de moriscos, procedentes de lugares cercanos. Presenta grandes oscilaciones, con picos importantes en algunos años, como en 1536 cuando llevan más del medio centenar. Este movimiento trashumante desaparece también de forma definitiva en los años sesenta para no recuperarse más, ya que la apicultura fue puesta en práctica raramente por los integrantes de la comunidad cristiano-vieja o por los repobladores.

En definitiva, la forma de entender la trashumancia y la ocupación del espacio es un aspecto más que distingue y enfrenta a dos comunidades, la neoconversa y la cristianovieja.





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