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ArribaAbajoCarta cuarta

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¡25 de Mayo! -La noche. -La madrugada. -Saludo al sol de Mayo. -El himno cantado por los niños. -Enternecimiento. -El hogar y la patria. -Fe en el porvenir. -El desfile de las tropas. -La llegada de la comitiva oficial. -Admiración por el «piqeur» del tren presidencial. -La Infanta. -Embajadores y delegados. -Entrada al Tedeum.




Hoy «¡25 de Mayo
de mil novecientos diez!»
me he levantao a las tres,
para ver el primer rayo
de nuestro sol venerao,  5
el que en los cielos impera,
el que en la patria bandera
¡con gloria el mundo ha pasiao!
Estaba escuro: el pampero
volando alegre pasaba,  10
y allá a lo lejos brillaba
pal lao del río el lucero.
Arriba de la ciudá,
se vía un gran resplandor,
y se sentía un rumor  15
como de una tempestá,
desas que vienen rodando
con los negros nubarrones,
que parecen train cañones
que vinieran fogoniando.  20
A veces, gritos sin fin
hacían temblar la tierra,
como en un campo de guerra
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el alariar de un clarín.
Otras, una palmotiada  25
cruzaba muy alto el cielo,
igual que si fuera el vuelo
aletiao de una bandada.
Yo creiba ser el primero
que me hubiera levantao,  30
pero me había engañao
en este orgullo altanero.
Nadie en el pueblo dormía,
todos con ansia esperaban,
a que el naciente alumbraran  35
las luces del nuevo día.
Sin esperar la llegada
del amigo Nicanor,
ya me dentró un escozor
de largar la disparada.  40
Y a la juría, como un rayo,
ya le empecé a menudiar
un trote muy rigular,
pa la Avenida de Mayo.
   Cuando llegué a aquel plazón,  45
que más antes te nombré,
ya llenito lo encontré
de cristianos en montón.
Ya empezaron a llegar
muchachos como hormiguero,  50
y ya dentró el entrevero
de ¡vivas! y el palmotiar.
Los chiquilines ufanos,
traían cintas de colores
patrios, y ramos de flores,  55
en el pecho y en las manos.
Y en cada escuadrón, ansina,
como de madre sirviendo,
iba el vientito batiendo,
una bandera Argentina.  60
   En el corazón sentí,
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como un ñudo de pesar,
al no poder ver formar
a nuestros hijos allí,
y más, cuando un redepente,  65
de golpe, de zopetón,
cruzó un trueno de cañón
y un repicar imponente,
y todo el pueblo, enterito,
entusiasmao, soberano,  70
como de un solo cristiano
largó a las nubes un grito.
Grito que nunca se oyó
igual en el mundo entero,
y que en mi vida no espero  75
volver a escucharlo yo.
Con ese clamor mezclao,
El ¡Oid mortales! se alzó
porque el grito que estalló
mesmo; era ¡el grito sagrao!  80
Pensé en vos, en tus cariños,
de mi rancho en el rincón...
¡Porque la patria canción,
era cantada por niños!
Porque en ella iba una queja  85
a una esperanza mezclada...
¡La patria de aura, almirada,
unida a la patria vieja!
Mis ojos, dos manantiales
eran, y en llanto deshecho,  90
comenzó a gritar mi pecho:
«¡Oid mortales! ¡Oid mortales!»
   Y solo, escuro, perdido,
pobre gaucho del disierto,
vi, que lo que creiba muerto,  95
había otra vez nacido;
que aquello un nuevo bautismo
era del viejo pasao;
que el argentino, olvidao
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no había su patriotismo.  100
¡Que a pesar de los extraños
que en nuestra tierra hospedamos,
la patria siempre adoramos
lo mesmo que hace cien años!...
¡Con mil cruces en montones,  105
juro, por nuestros hijitos,
que estos momentos benditos,
no los cambio por millones!

   El día empezó a clariar,
y pa la parte del río,  110
en un tropel el gentío
ya comenzó a disparar.
   Yo cabrestié voluntario,
siguiendo la correntada,
pues no hubiera lograo nada  115
con forcejiar al contrario.
Cuando llegamos al fin
que aquí le llaman el puerto,
creí que no estaba dispierto,
al columbrar el sinfín  120
de barcos, de mil naciones,
y hechuras lindas o fieras,
tuitos llenos de banderas
y con morrudos cañones,
que llenaban un zanjón  125
por la drásena nombrao,
al uno y otro costao
aliñaos en formación.
Las banda de cada buque
tocaba alegres dianas,  130
y a lo lejos las campanas,
levantaban un batuque,
mientras que de humo en un vuelo,
y haciendo mil firuletes,
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iban las bombas y cuetes  135
a reventar en el cielo.
El sol, ese sol que adoro,
sobre el agua aparecía,
y en ella un manto tendía
de piedras finas y de oro,  140
y a su resplandor primero,
se vio en todas direcciones,
brillar de los batallones
las bayonetas de acero,
que al repiquetiar marcial,  145
de los tambores de guerra,
serpentiaban por la tierra
cual víboras de metal.
   Redepente, entre los sones
de aquel barullo contino,  150
se oyó un silbidito fino
como el de los charabones.
   -¡Ahí vienen! -gritaron, llenos
de entusiasmo los presentes
-¡Ahí vienen los cotigentes  155
de los cadetes chilenos!
Yo no sé lo que pasó
en aquella disparada,
en que como hacienda alzada
la gente arremolinió.  160
No sé si al paso u al trote,
por el aire u por el suelo,
nadando, andando, u al vuelo,
anduve un trecho largote,
porque me vine a encontrar  165
cerquita a la Catredal,
sin un botón, ni un ojal
en mi ropa de pasiar;
con el ponchillo rompido,
la golilla desatada,  170
la bombacha algo estropiada,
y un dolor en el vacido.
—50→
Por fortuna, el tirador
lo tenía en su lugar,
y a lo que pude tantiar,  175
en el estado mejor.
   En el mesmo redepente
dentraron los chilenitos
todos muchachos, bonitos,
y marchando lindamente.  180
Delante del batallón
venía un mocito altote,
que traiba como un garrote
con mucha borla y galón.
¡Bien haiga el mocito alhaja  185
a quien todos almiraban!
«Tambor Mayor» le llamaban,
pero era un tambor sin caja.
Del bastón a un revolido,
la banda lisa tocaba,  190
y en cuanto ansina lo alzaba,
ya comenzaba el chiflido
de unos pitos chiquititos
cual cigarro de la paja,
que acompañaos con la caja  195
hacían sus golgoritos.
Con una facha muy bella,
otro de planta altanera,
traiba en alto la bandera
tricolor con una estrella.  200
¡Qué palmoteos devinos
se oyeron allí estallar!
¡Y qué tremendo vivar
a chilenos y argentinos!
    Yo pensé -¿Pero endeveras  205
estuvimos por peliar
un día? Hay que confesar
que también las borracheras
suelen los países sufrir,
como suelen los cristianos,  210
—51→
y ansí, se van a las manos
sin pensar y sin sentir.
Marchando a la retaguardia,
güenos mozos y paquetes,
venían nuestros cadetes,  215
como de escolta u de guardia
de sus hermanos chilenos,
y pa decir la verdá,
no había desigualdá
entre ellos: ni más ni menos.  220
Solamente reparando
en la marcha, fue notada,
que con la pierna estirada
y la tierra pisotiando,
los chilenitos marchaban  225
muy tiezos y agarrotaos,
mientras que nuestros soldaos
más natural caminaban.
Siempre el chileno, pintor
fue en estas cosas de andar,  230
y no hay más que recordar
su caballo braciador.
Pero en la paz, u en la guerra,
una son las dos naciones,
ya marchemos remolones,  235
u ya patiemos la tierra.
De aplauso una tremolina,
entre viejos y muchachos.
Se sintió al ver los penachos,
con la bandera argentina,  240
y entre el contino vivar,
que entusiasmaba a cualquiera,
se vio pasar la bandera
de la Escuela Militar.
—52→

A este y aquel batallón,  245
de un lao y otro de los Andes,
soldaos de naciones grandes
les siguieron en montón.
Los italianos pasaron
entre un purito clamor,  250
de almiración y de amor,
que a una voz todos alzaron.
Después vinieron franceses
al son de una marcha hermosa,
y en coluna muy rumbosa,  255
los alemanes e ingleses.
Del Portugal la legión
se presentó en gran parada,
y en seguida... ¡una monada!
¡Los chinitos del Japón!  260

   ¡Habías de ver, Benita!
Toditos eran iguales,
y como primos carnales
de nuestra gente criollita.
Todos tenían la marca  265
morochita, pajuerana...
¡Si llevarlos daba gana
pa Salta o pa Catamarca!
A uno que yo me acerqué
le dije: -¿Vos sos de acá?  270
Y él contestó: -tjit-ni-tjá
ques: -«¡Para servir a usté!»
Tras de esos, lindos, iguales,
y marchando muy ufanos,
vinieron nuestros hermanos,  275
los valientes Orientales.
En su bandera devina,
sobre la que caían flores,
vi la historia y los colores,
de la bandera Argentina.  280
—53→
Igual la sangre y el brío,
en el corazón llevamos...
Por eso nos abrazamos,
a través de nuestro río,
de nuestro río de Plata,  285
que ha sabido un nombre darnos,
y que en vez de separarnos
más estrechito nos ata.

Para este sitio he dejao,
con malicia e intención,  290
hacerte la relaición
de lo más lindo y mentao...

   Han de pasar tantos soles
cuantos sobre mí pasaron,
pa olvidar lo que dejaron  295
en mi alma los españoles,
cuando los vi defilar
por frente a la iglesia santa,
en que hoy mesmo se levanta
aquel memorable altar,  300
en el que entre oro se ve
la gloriosa Trinidá,
que puso allí su piedá,
su decisión, y su fe.
La que dio el nombre primero  305
a esta ciudá poderosa,
que hoy recibe cariñosa,
y con amor verdadero,
a la madre, a la nación,
que esta tierra descubrió,  310
y generosa nos dio
alma, sangre y corazón.
—54→
A la que si en el pasao
su poder desconocimos,
no por hacerlo rompimos  315
el lazo eterno y sagrao,
que siempre estuvo y está
más rebusto cada vez,
porque es nuestra historia, y es
nuestro orgullo y vanidá.  320

   Después de haber defilao
entre aplausos estas tropas,
les tocó el turno a las nuestras,
que no se quedaron cortas,
en el garbo melitar,  325
con que se portaron todas.
El regimiento primero,
que al mesmo tiempo es escolta,
y se llama «Granaderos
a caballo», como una honra,  330
pues recuerda a aquellos bravos
tan mentaos en nuestra historia,
se presentó como un chiche,
llenando la calle toda
con sus bravos escuadrones,  335
de gente linda, güen moza,
montada en pingos amacho,
y vestida en una forma,
que los viejos «granaderos»
nos traían a la memoria.  340
   Tras de esos, los coraceros
venían que era una gloria,
con sus sombreros de fierro,
de los que caiba una cola
bien painada y sin abrojos,  345
que les agarraba toda
la espalda, también de fierro,
—55→
como de la mesma forma
era el pecho relumbrante
como espejo, ¡linda moda,  350
pa defender al cristiano
de una lanzada traidora!
Después, venía detrás,
otro cuerpo, con más colas,
siendo estas blancas, y caindo,  355
ansina dende la copa,
igual que un sauce llorón
que en mil hilos se desfloca.
Un mozo que estaba allí,
y parecía persona  360
laída, dijo que fulanos
los llamaban en Uropa
a aquellos soldaos, armaos
de lanzas con banderolas,
con los pechos coloraos,  365
llenos de bandas y borlas.
   Después deso, vino un mundo
de gente de todas formas:
artilleros con cañones,
mulas cargadas de cosas  370
que parecían carretas,
medias deshechas u rotas;
mocitos montaos en ruedas,
y con fachas de langostas;
y después, la infantería,  375
que me parece que a esta hora
entuavía está pasando,
¡así era de tamañota!
Lo que me almiró deveras,
fue ver en medio de todas  380
estas gentes, batallones
con unas palas largotas
de puntiar, picos, azadas,
y unas hachas muy filosas.
Yo creo que eran colonos  385
—56→
alquilaos pa la patota
de la formación aquella,
a la que no vi la cola,
porque ya me arrempujó
el gentío echo pelota  390
a los gritos de «¡Ya viene!»
que rugió un millón de bocas.
Mientras «la seguridá»,
voráz y atropelladora,
nos metía los caballos,  395
gritando: -¡Paso, que estorban!
¡Recúlense para atrás!
¡Dejen que pase la tropa!
Porque ahí viene suselencia,
con su cometiva, toda,  400
y también viene la Infanta
de la nación española,
y el Presidente de Chile,
con menistros y señoras,
y manates, arzobispos,  405
sipotenciarios de Uropa,
jefes de toditas partes,
dotores, y otras personas
grandes, laídas y escrebidas,
que ni en un año se nombran.  410

   Lo mesmito que un mataco
que al correrlo se hace bola,
me retobé lo posible
detrás de una planta altota
que estaba allí, mesmamente,  415
como pa que una persona
se pudiera resguardar
de aquella gente cargosa,
que, menudiándole encuentro,
quería que a toda costa  420
—57→
uno le abriera camino,
pa que ella estuviera cómoda.
En eso... (yo no sé como
poder contarte la cosa,
Benita, pues aura mesmo,  425
en la cabeza una polca
me baila cuanto allí vide,
lo mesmo que si una mona
Morruda, hubiera tomao,
y sucedidos e historias,  430
barajara pal revéz
en una gran mazamorra),
primero, vide venir,
en una carrera loca,
un montón de Granaderos,  435
de los que forman la Escolta,
como alma que lleva el diablo,
galopiando presurosa,
y con un ruido tremendo,
pasó en sus fletes la tropa,  440
que sofrenó de un tirón,
frente a la puerta grandota
de la Catredal. Hay mesmo,
en un pingo, rica cosa,
montao al uso de extranjis,  445
con más flecos y chirolas,
galones, chafalonia,
y pilchas nuevas en hoja,
se presentó... yo no sé...
güeno... un manate de nota,  450
con un guante en cada mano,
y los dos pieses con botas
recién hechas, de charol,
espuelitas a la moda,
ansina, de cajetilla,  455
desas torcidas en forma
de las espuelas del gallo,
con una galera altota
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que rejucilaba al sol,
como de vigrio u de loza;  460
bien parecido, afaitao,
con una cara seriota,
sin mirar pa ningún lao,
y tieso como una escoba.
Yo me refalé el sombrero,  465
creyendo que esa persona
fuera el mesmo presidente,
mucho más, al ver que toda
la gente lo mesmo hacía,
y que con mil palabrotas  470
a unos carcamanes rubios,
que serían de la Uropa,
ansina, de Ingalaterra,
ques diande vienen las bolsas
desas monedas chiquitas  475
que llenitos de bamboya
llaman los puebleros «libras»
no pesando ni media onza,
hicieron unos mocitos
que se quitaran las gorras  480
-¡Viva Suselencia! -dije,
por decir alguna cosa.
Todos se echaron a rair,
y le jugaron chacota.
Yo medio me retobé  485
porque no recibo bromas,
y menos de compadritos,
y haciendo la pata anchota
les dije -¿De qué se rain?
¿Tienen achuras de sobra,  490
y andan buscando un dotor
que en su lugar se las ponga?
Yo aquí estoy para servirles,
y no hallarán ninguna otra
mano mejor que la mía  495
pa dar un tajo a una bolsa.
—59→
Diciendo esto, eché la mano
a la cintura... ¡ni jota!
Mi cuchillo vaina e plata,
en un cajón de la cómoda  500
lo había dejao guardao,
en mi cuarto de la fonda.
¡Bonito papel hacía
si los cumpas de la broma
se dan cuenta de que yo  505
me hallaba en aquella forma!
¡Que me componía el pecho
pero quera pura boca!
Por suerte se acoquinaron,
y en una sentada sola  510
se echaron patrás de un golpe
aplastando a una señora,
que chilló como un chanchito
cuando le aprietan la cola,
-Ud. perdone, señor  515
-dijo uno con voz temblona-
no ha sido por ofenderlo
¡cualesquiera se equivoca!
Ese hombre que Ud. tomó
por el dotor Figueroa,  520
es el picador.
-¿El qué?
Dije yo: -¡Basta de bromas!
¡Más le picaba a su agüela
la tuerta, bisca, u bisoja!
¡Picador! ¡Está bonito!  525
¿No se l'ocurrió otra cosa?
¿Piensa usté que voy a creerme
que la autoridá se forma
de un modo, ansina, ordinario,
como una carreta criolla,  530
que precisa picador
pa que ande? -¡Gente curiosa!
Tuitos allí me miraban
—60→
abriendo tamaña boca,
como si yo juera un bicho  535
de alguna tierra lejota,
diande es el urugután,
el lefante u la hipopota,
bichos todos a que he visto,
y esta carta no menciona,  540
por hallarte en el estao
en que estás, y que no es cosa
que vaya a nacer el chico
con una cara fierota.
Paeso, mientras alegábamos,  545
ya una volanta lujosa
tirada a cuatro caballos
ensillaos a la dumona
(asigun dijo un letrao
que estaba tomando notas)  550
y que parecían, mesmo,
de los del circo de lona:
de aquellos volatineros
que trabajaban en Córdoba
¿te acordás?... güeno, lo mesmo...  555
Y dentro de la caroza
venía (esta vez deveras)
el presidente en persona,
con una viejita gruesa,
con vestimenta lujosa,  560
que se raiba y saludaba
para una parte y para otra,
mientras todos palmotiaban,
gritando, no sé qué cosas...
Yo, por no quedarme atrás,  565
aunque con la voz muy ronca,
le largué un ¡viva! redondo,
y le hice una ceremonia
ansina, con el sombrero...
Y no fue al ñudo la cosa,  570
porque ella me columbró,
—61→
y muy güena y muy llanota,
el saludo me volvió,
siempre con risa en la boca...
Ese saludo, Benita,  575
cayó en mi alma media loca
de entusiasmo, como caí
en el disierto una gota
de agua fresca, o en la piegra
que cubre a un muerto, una rosa.  580
    No tengas celos, mi china,
porque en aquella señora
vide algo como mi madre,
¡Quel Señor tenga en su gloria!
Y, mesmamente, una madre  585
pa todos esa matrona
representaba, porque era...
(¡Ya lo sabrás de memoria!)
La Infanta doña Isabel,
la más alta embajadora,  590
que a nuestra tierra Argentina
(la hija mimada y hermosa)
pudiera mandar España
trayéndole su alma toda.

   No te haré la relaición,  595
que ya sería largota,
de lo que vino detrás
en aquella ceremonia;
pues era un montón de coches
con mucha gente lujosa,  600
toda llenita e bordaos
de oro fino, plumas, borlas,
medallas, cintas, cadenas,
cordones, fajas y piochas,
lo mesmito que un altar  605
de una santa milagrosa...
—62→
Salió de la Catredal,
con una cruz muy altota,
otro pelotón de curas,
vestidos con camisolas,  610
como las que te compré
pa cristianar a Petrona,
y en medio del Hino Patrio,
tocao por las bandas todas,
el repique de campanas,  615
el estruendo de las bombas,
y el vocerío tremendo
de cientos miles de bocas;
bajo los rayos del sol
que parecía una gloria,  620
pa oír cantar a un tal Tadeo,
ques un cantar a la moda
de décimas pa los santos,
dentro a la iglesia, con pompa,
el Presidente, la Infanta,  625
y la cometiva toda.



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ArribaAbajoCarta quinta

  —65→  
La Exposición Rural. -Ante el ganado. -Máquinas Agrícolas. -Recuerdos de los antiguos tiempos y de la labranza primitiva. -En un concurso de aviación. -Sorpresa inaudita. - El concurso hípico. -Las carreras. -Ganancioso por casualidad. -Las Exposiciones en construcción. -El Congreso Panamericano. -Otras conferencias. -Profusión de oradores. -Se decide a comprar el potrillo pangaré.




He estao en la Exposición
que ha preparao la Rural,
pa comprar el animal
que sea de mi eleición.
Todo cuanto diga, es poco  5
y referirlo no sé,
porque cuanto allí se ve,
es para volverse loco.
¡Qué vacas! ¡Qué parejeros!
¡Qué toros! ¡Qué caballada!  10
¡Qué crías! ¡Qué mestizada!
¡Qué ovejas y qué carneros!
¡Qué fletes de andar! ¡Qué yuntas!
¡Qué petizos! ¡Qué frisones!
¡Si están en esos galpones,  15
todas las estancias juntas!
¡Si de ver uno no acaba
la riqueza que hay allí!
¡Solo de escrebirlo aquí,
se me está caindo la baba!  20
Al ver hermosuras tales
siento un orgullo profundo:
¡Podemos correr al mundo
—66→
tan solo con animales!
¡Siento que estés en el rancho,  25
y no conmigo, mi china,
al mirar tanta gallina
ponedora, y tanto chancho,
tanta paloma casera,
tanto pato y gallineta,  30
de que atascada, repleta,
se almira la pajarera.
Quisiera tener la plata
de Peraira u Anchorena,
pa tanta cosa tan güena  35
poder llevarte, mi ñata;
pero qué hacerle al dolor,
si el perro mundo es ansina:
¡Si uno nació para espina,
y otro nació para flor!  40
Poco te diré, Benita,
en custión de maquinaria,
como de veteninaria,
ques una sencia infinita,
pues pa curar animales,  45
hay más dotores aquí,
que hay cardales por allí,
¡Y fíjate si hay cardales!
Hay de máquinas, sin fines,
pa dar agua, pa hacer luz.  50
Yo creo, ¡por esta cruz!
¡Que hasta pa hacer chiquilines!
Vos ves unos cajoncitos,
bien hechos, asiaos y nuevos...
los tapas, llenos de güevos,  55
los abrís... ¡puros pollitos!
Hay un cuarto, como almario,
de yelo, donde una res
encerrás, y la comés
para el otro centenario.  60
De fierro, dentro de un buje,
—67→
cual mangangá rezongando,
hay unas ruedas, rodando
sin que naides las empuje.
Dicen que en ellas está,  65
aprisionada en su afán,
esa juerza del imán
que llaman letricidá.
Deai pal movimiento entero
sale un bárbaro poder,  70
que hace todito mover
con unas cinchas de cuero.
Y mirás todo ese infierno
de fierros, grandes y chicos,
que hacen, dende el pan de picos,  75
hasta los paines de cuerno.
Con las vacas, no hay porfía,
ni cinchón para maniarlas,
hay máquinas pa ordeñarlas,
sin apoyarlas la cría.  80
Dirás ques un disparate,
y es lo cierto, te repito
un balde te dan llenito,
mientras vos chupas un mate.
¿Y de araos? ¡No digo nada!  85
Igual que de sembradoras,
de rastras, de segadoras,
pa alfalfa, trigo, u cebada.
¡Qué lejos, Benita, estamos
de aquel arao con mancera,  90
de una reja, chica y fiera,
con que nuestra tierra aramos!
Cuando detrás caminando,
del guai osco y del chorriao
iba yo, medio despiao,  95
la tierra virgen melguiando;
de aquellos guaices, uñidos
al yugo de palo tosco,
que al grito de ¡Chorriao! ¡Osco!
—68→
Daban humildes mugidos,  100
y con la cabeza baja
a mi grito obedeciendo,
iban en la pampa abriendo
de tierra negra una faja.
¡Ya todo eso se acabó!  105
¡Tantas cosas se acabaron!
Pero si aquellas pasaron,
siempre las recuerdo yo;
porque anque en buena salú
hoy disfrutamos la vida,  110
nunca el corazón olvida,
sus años de joventú.
Pobres éramos; pasamos
una punta de estrecheces.
Pero hoy, mirá como a veces  115
al mirarnos suspiramos,
y no es falta de pasión
lo que nos aflige ansina.
¡Es que no es lo mesmo, china,
el rescoldo quel tizón!  120
Como no es igual charlar
garifo y sin una lata,
que cuando uno tiene plata
de sobra pa voraciar.
Güeno, bajemos la prima  125
y dejemos las tristuras...
¡Que siempre hay nubes escuras
en la tarde más devina!
Muy pronto abrazarte espero,
que en volver al rancho tardo,  130
como peluza de cardo
que hace volar el pampero.
   Y ya que hablo de volar,
dejame decirte aquí,
lo que, yo no sé si vi,  135
o tal vez llegué a soñar.
En un potrero vecino,
—69→
que le llaman el podromo,
y hay una ramada, como
un gallinero de pino,  140
en que de todos colores,
con plumas y bien pilchadas,
se miran allí, estibadas,
mil familias de dotores:
dos gringos, a cual más fiero,  145
con gorros hasta las cejas,
y tapadas las orejas
con unas cosas de cuero,
se presentaron llevando
un rarísimo almastrote,  150
que arrempujaron al trote,
a toda juria arrastrando.
Yo me hice aquello explicar,
preguntándole a un vecino,
que me respondió ladino:  155
-Son máquinas pa volar.
Fue tanta la rabia mía
al creerme tomao por lelo,
que le dije: -¡De su agüelo
vaya a rairse, u de su tía!  160
-Yo no me burlo, paisano
-me contestó con güen tono-
ésa máquina es un mono..
-¿Qué dice?
-Es un monoplano.
De nuevo me retobé,  165
y mirándolo a la cara,
le retruqué con voz clara:
-¡Mucho más mono es esté!
El hombre no se enojó,
y me explicó con pasencia,  170
unas cosas de la sencia
de viación... u ¡qué sé yo!
-Aura verá en el cajón,
maniobrar el hombre aquel,
—70→
y como sale, en tropel,  175
bien prendido del timón;
Y en menos que un gallo canta,
con aquella maquinita,
hace andar esa ruedita,
y en el aire se levanta.  180
Y, mesmamente, así jue,
como me dijo aquel hombre...
¡Ya no hay nada que me asombre
más que lo que presencié!
No te diré más razones  185
sobre este particular,
pero ¡yo he visto volar
¡A un hombre con dos cajones!
Todo el mundo palmotiaba
y gritaba ¡Viva! ¡Viva!  190
Y cada vez más arriba,
el pájaro aquél volaba.
Porque era ansina, patente,
un pájaro, aquel malvao,
y vos hubieras dudao,  195
de que aquél bicho era gente.
¿Has visto encima del rancho,
cuando hemos carniao en casa,
como con porfía pasa
por los aires un carancho,  200
y se oyen mil gangolinas,
de gritos y confusiones,
conque salen, a montones,
del cicutal las gallinas?
Pues nada puedo encontrar  205
a aquello más igualito
abajo, grito y más grito,
¡y él volar, y más volar!...
Al fin el hombre bajó,
con toda felicidá.  210
¡Vieras qué barbaridá
China, lo que allí pasó!
—71→
Todos querían tocarlo,
o ponerselé cerquita,
y hasta una moza bonita,  215
vino corriendo a abrazarlo.
Yo con mil cavilaciones,
me alejé de aquel lugar,
pensando: «¡Hasta pa volar
hoy son güenos los cajones!»  220

Salí de ahí como un borrico
asustao, cuando pasó
un mozo, y me preguntó
   -¿Se acabó el «concurso y pico»?
   -¿Qué dice, amigo? -medio opa  225
contesté -¿Riña de gallos?...
   -¡No! ¡Los saltos de caballos!
¡El premio de la gran copa!
-¡A éste le falta un tornillo!
Pa mi poncho dije yo,  230
pues vide que se riyó,
como un loco, o como un pillo.
   -Ya veo que no es pueblero
-siguió aquel hombre riyendo-
le aconsejo vaya yendo  235
pa ese con curso, aparcero,
allí se divertirá
viendo los pingos volar.
¡Casi me pongo a temblar
al oír tal barbaridá!  240
   -¡Cómo! ¿Los fletes también
se hacen pájaros hoy día?
¡Por Dios que no lo creería,
si un hombre, ansina, de bien,
como por su ropa nueva  245
usté a la cuenta ha de ser,
no me viniera a vender
de zopetón, esa breva!
—72→
¿Y ande es eso?
-En el portón
grandote que allí se ve...  250
¿Quiere venir?
-Güeno, iré,
aunque no lo craiga, don.

   ¡Había sido verdá!...
Güeno... Volar... tanto, no;
pero te asiguro yo,  255
ques una temeridá,
lo que sin más aparatos
que unos palenques altotes,
hacen esos barbarotes
que más que pingos, son gatos.  260
Por oficiales montaos,
vienen a toda carrera,
Y ¡zas! saltan la tranquera,
y siguen muy desahogaos.
La custión es, la parte alta  265
del palenque no tocar,
pues si la llega a voltiar,
ya le atracan una falta.
Algunos, un molinete
hacen de golpe, al llegar,  270
lo cual obliga a cerdiar
en el cogote al jinete.
Pero hay otros... ¡Virgen mía!
que son lo mesmo que cabras,
y yo no tengo palabras  275
pa contarte su osadía.
También saltan un jagüel
como un arroyo de anchote,
si lo yerran, de cogote
va el pichón de coronel.  280
—73→
Y la opinión que siempre anda
con la suerte acollarada,
le da al caído una silbada,
y al feliz ¡vivas! y banda.

   También vide las carreras  285
que llaman del yoque-clu.
Mucho lujo, joventú
y plata por donde quieras.
Yo, pa decir la verdá,
aquello no comprendí,  290
vi caballos, eso sí,
de mucha velocidá,
pero corriendo en montón
y montaos por volantines,
en silla, con espuelines,  295
y estribando muy cortón.
Después, purita campana,
y relojes y tableros,
y números, y entreveros,
y griterío y jarana.  300
Yo, por no andar aburrido
y pa la suerte probar,
me jui para un palomar,
con un mozo en cada nido,
que le llaman el es pior...  305
güeno... algo ansina en inglés,
y allí, pedí dos u tres
boletos de lo mejor.
Me los dieron, los guardé,
y llevándome una lista,  310
pa un cerco que llaman pista,
despacito me largué.
A un mozo que estaba liendo
le pregunté: -La tercera,
¿cuándo es?
-Es esta carrera
 315
que aurita vienen corriendo.
—74→
¿Tiene boletos?
-Dejuro.
-¿Me los muestra?
¿Y por qué no?
-Usté también, como yo
Boletos compró a Pan duro.  320
   -¡Cómo! ¡Yo compré a un caballo!
¡Yo no he comprao pan ninguno!
   -Sí así se llama el lobuno
que viene en punta, tocayo.
Mireló... ¡Viene solito!...  325
...¿Pero ese otro que lo alcanza?
¡Ahijuna! Si es ¡Sancho Panza!
¡Un mancarrón de carrito
de panadero!... ¿No ve?
¡Para esto la plata expongo!  330
Aquí hay ¡tongo!, amigo ¡tongo!
¿No se lo decía a usté?...
   -A mí no me ha dicho nada,
y menos eso tan fiero...
-¡Pues sí venía primero  335
ganando a la disparada!
Y aura... mírelo... se ha echao,
¡ése canalla de yoque!...
¡Vea amigo!
-No me toque,
que ya veo.
-¡Está comprao!
 340
¡Por un cuerpo y medio o más,
la ha perdido el miserable!
¡Y usté no quiere que yo hable!...
   ¿Que no quiero? ¡Hable no más!
   Si ya en la mesma balanza  345
en un rinconcito escuro,
hablaba el yoque «Pan Duro»
con el yoque «Sancho Panza».
¡Y era la matufia viva
—75→
que acaban de hacer aquí,  350
lo que trataban allí,
pa echarnos patas arriba!

Mis tres boletos saqué,
pa romperlos, y el paisano
aquel me agarró la mano  355
diciendo: -¡Si son placé!...
¡No los ruempa! ¡En este mundo,
la suerte es ciega aparcero!
¿No ve que en vez de primero
Pan duro llegó segundo?  360
   -¿Y? Perdió. Que duda cabe...
   -¡Pero si es placé, le digo!
Vaya a cobrar.
-Mire amigo,
no soy ningún loco... ¿Sabe?
Si me ha tomao pa la risa  365
medio a medio se ha engañao,
yo a más de un guapo, he dejao
por faltarme, como en misa.
   -Güeno; démelos a mí,
si no los quiere cobrar...  370

   Yo medio entré a desconfiar
al ver que me hablaba así.
   -¿Y ande pagan? -dije yo,
más calmao.
-Ahí, aparcero
en el mesmisimo aujero  375
ande usté los alquirió.
   ¡Ya no tengo más que ver,
ni hay naides que vea más!...
Aquí al que viene detrás,
a ese le llaman placer.  380
Medio medio desconfiao,
—76→
los boletos presenté,
al mozo a quién los compré,
y habiéndolos revisao,
de una cajita de lata  385
un rollo grande sacó,
y contao, me presentó,
¡un montonazo de plata!

Mucho más te contaría,
si el tiempo no me faltara,  390
porque aquí hay asunto, para
otro tanto todavía.
Pero es juerza contentarse,
con lo que ya te he escrebido,
que me parece que ha sido  395
como hasta pa publicarse.
Depués, hay mucho que está,
como quien dice, en «veremos»
y explicar lo que no vemos
es una dificultá.  400
Hay sus morrudas hetarias
de casas en costrución,
que son para exposesión
de estuatas y maquinarias.
De cosas para curar,  405
a los hombres que padecen,
y otras, que un surtido ofrecen,
de cosas para matar.
Después, hay de mueblería,
de calzao, de comestibles,  410
de alumbrao, de bebestibles,
de ropa, y ferretería.
El trigo, por de contao,
como el lino y la cebada,
tienen casa preparada,  415
con todo bien arreglao.
—77→
En fin, Benita, aquí está,
en apiñado montón,
todita la creación
la campaña y la ciudá.  420
A más dicen que vendrán
de todas partes, dotores,
y hasta unos amasadores
muy mentaos, de cierto pan
que le han puesto «americano»,  425
que todo el mundo pondera,
y que ha de ser de primera,
porque es amasao a mano.
Si el pensamiento se aceta,
y yo por aquí estuviera,  430
te llevaría, anque fuera
una bolsa de galleta.
Dicen que van a juntarse
los médicos y abogaos,
pa arreglar unos trataos  435
que están por embarullarse.
Yo, mi china, tengo miedo,
questos con tanto alegar,
en vez de desenredar,
no embrollen más el enrielo.  440
Para celebrar la cosa,
mi güena vida se dan;
comen bien, beben champán,
(ques limonada graciosa)
y en el pueblo, esta chuscada  445
se canta en diversos modos:
«Limonada, beben todos
y el pobre naranjo, nada.»
Aunque más que bebedores,
se oserva en estos momentos,  450
como han salido por cientos,
los mozos discursiadores,
pues no hay clu, plaza u café,
que en una silla, o un tronco,
—78→
no esté un mozo, medio ronco,  455
gritando, y o no se qué.
Yo no he sentido, endeveras,
en medio a la confusión,
más palabras que: ¡Nación!
¡Libertá! ¡Patria! Banderas!...  460
Y basta y sobra, con eso,
pa volver la gente loca,
que grita abriendo la boca,
a reventarse el pescuezo.

   Ya se me acerca el momento  465
de volverme por allá,
en donde mi amor está
y vive mi pensamiento.
Lo único que me detiene,
es la custión del padrillo,  470
porque entre tanto potrillo,
no acierto cual me conviene.
Creo que me he decidido
por un pingo pangaré;
esta noche pensaré,  475
y si me resuelvo ¡envido!