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Este trabajo se inscribe en el Proyecto de Investigación Alfonso de Cartagena. Obras Completas FFI 2014-55902-P (Ministerio de Economía y Competitividad. Gobierno de España).

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El texto se encuentra en la solapa primera de cubiertas en todos los volúmenes de la Biblioteca Clásica, así como en el prospecto que se repertoria en la bibliografía.

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Montaner (1993). Estas dedicatorias desaparecen como tales en la edición Montaner (2011) de la Real Academia Española.

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Hago omisión ahora de una historia necesaria, la de las ediciones de la Corona u otras instituciones patrias de textos medievales y renacentistas, a cargo de los más ilustres impresores españoles del momento, Benito Monfort (1715-1785), Antonio Sancha (1720-1790) o Joaquín Ibarra (1725-1785). Véase López-Vidriero (1994). Pienso, por ejemplo, en textos patrimoniales como los nueve tomos de Las siete partidas del rey D. Alfonso el Sabio, con la glosa de Gregorio López (1555), impresos en Valencia por Benito Monfort (1767), que retoma la edición de Joseph Berni, corregida de orden del Real Consejo, Valencia, Joseph Thomas Lucas (1758), en cinco volúmenes.

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Para los numerosos proyectos de colecciones literarias hasta la primera mitad del siglo XX, véase el tomo I de la Bibliografía de Simón Díaz (1950).

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Para la constitución de un canon de autores grecolatinos en el humanismo español, pero también antes, me parecen imprescindibles Casas Rigall (2010), en especial el capítulo cuarto «Nebrija ante la literatura: antiguos y modernos» de su libro, y Escobar (2012).

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Para los fundamentos e historia de este proyecto véanse Estelrich (1922) y Franquesa Godia (2013).

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Obra de referencia por la riqueza de sus aproximaciones es en Italia la de Segre (1959 y 19692), y es modélico en nuestros días el Dizionario dei Volgarizzamenti (DiVo), sin olvidar el Repertorio de Cortesi/Fiaschi (2008). Una síntesis de gran utilidad sobre el Corpus DiVo en Artale/Guadagnini/Vaccaro (2010). Para Francia contamos con los tres sustanciosos volúmenes coordinados por Galderisi (Transmédie). En el ámbito del español de las humanidades digitales existen experiencias parciales con distinto grado de refinamiento, desde el pionero Proyecto Boscán, al CHTAC o el CICLE, en su sección «Traductores y comentaristas».

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Esta perspectiva, en parte, fue avalada en la magna Historia de España bajo la dirección de Menéndez Pidal publicada por la editorial Espasa (la misma que continuó los Clásicos Castellanos).

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Las razones de la polémica en Gómez Martínez (1975). Los textos fundamentales en Castro (20042 [1948]), Castro (1985) y Sánchez-Albornoz (1977). En el prólogo de la sexta edición de España. Un enigma histórico (1977), titulado Todavía, Sánchez-Albornoz mantiene: «Todavía porque aún me permito discurrir en torno a esta lejana obra que empecé a pergeñar apenas leída, en 1948, la de Américo Castro, la cual desde el primer momento me pareció errónea y, a lo peor, funesta; errónea en su contenido y funesta frente al porvenir de España». Sobre los autores hispano-latinos (frente a Castro), véase, por ejemplo Sánchez-Albornoz (1977: 1.125129, 2.356-359). En este sentido es también relevante el prólogo de Menéndez Pidal (1947) al tomo I de la Historia de España que dirigió para Espasa-Calpe, titulado «Los españoles en la historia»: téngase en cuenta que Castro ya tenía redactada España en su historia desde 1946. El prólogo mencionado puede leerse ahora en la edición de Catalán (Menéndez Pidal, 1982), con un valioso estudio preliminar. Véase ahí el capítulo «El concepto de España en la Antigüedad», 163-166.

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