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Colección de documentos para la historia de México (versión actualizada)

Joaquín García Icazbalceta






ArribaAbajoItinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India, el año 1518, en la que fue por Comandante y Capitán General Juan de Grijalva.

Escrito para su alteza por el capellán mayor de la dicha armada.


Sábado, primer día del mes de Mayo del dicho año (1518), el dicho capitán de la armada salió de la isla Fernandina (Cuba), de donde emprendió la marcha para seguir su viaje; y el lunes siguiente, que se contaron tres días de este mes de Mayo, vimos tierra, y llegando cerca de ella vimos en una punta una casa blanca y algunas otras cubiertas de paja, y una lagunilla que el mar formaba adentro de la tierra; y por ser el día de la Santa Cruz, llamamos así a aquella tierra; y vimos que por aquella parte estaba toda llena de bancos de arena y escollos, por lo cual nos arrimamos a la otra costa de donde vimos la dicha casa mas claramente. Era una torrecilla que parecía ser del largo de una casa de ocho palmos y de la altura de un hombre, y allí surgió la armada casi a seis millas de tierra. Llegaron luego dos barcas que llaman canoas, y en cada una venían tres Indios que las gobernaban, los cuales se acercaron a los navíos a tiro de bombarda, y no quisieron aproximarse más, ni pudimos hablarles, ni saber cosa alguna de ellos, salvo que por señas nos dieron a entender que al día siguiente por la mañana vendría a los navíos el cacique, que quiere decir en su lengua el señor del lugar; y al día siguiente por la mañana nos hicimos a la vela para reconocer un cabo que se divisaba, y dijo el piloto que era la isla de Yucatán. Entre esta punta y la punta de Cozumel donde estábamos, descubrimos un golfo en el que entramos, y llegamos cerca de la ribera de la dicha isla de Cozumel, la que costeamos. Desde la dicha primera torre vimos otras catorce de la misma forma antedicha; y antes que dejásemos la primera volvieron las dichas dos canoas de Indios, en las que venía un señor del lugar, nombrado el cacique, el cual entró en la nao capitana, y hablando por intérprete, dijo: que holgaría que el capitán fuese a su pueblo donde sería muy obsequiado. Los nuestros le demandaron nuevas de los cristianos que Francisco Fernández, capitán de la otra primera armada, había dejado en la isla de Yucatán, y él les respondió: que uno vivía y el otro había muerto; y habiéndole dado el capitán algunas camisas españolas y otras cosas, se volvieron los dichos Indios a su pueblo.

Nosotros nos hicimos a la vela y seguimos la costa para encontrar al dicho cristiano, que fue dejado aquí con un compañero para informarse de la naturaleza y condición de la isla; y así andábamos apartados de la costa sólo un tiro de piedra, por tener la mar mucho fondo en aquella orilla. La tierra parecía muy deleitosa; contamos desde la dicha punta catorce torres de la forma ya dicha; y casi al ponerse el sol vimos una torre blanca que parecía ser muy grande, a la cual nos llegamos, y vimos cerca de ella muchos Indios de ambos sexos que nos estaban mirando, y permanecieron allí hasta que la armada se detuvo a un tiro de ballesta de la dicha torre, la que nos pareció ser muy grande; y se oía entre los Indios un grandísimo estrépito de tambores, causado de la mucha gente que habita la dicha isla.

Jueves, a 6 días del dicho mes de Mayo, el dicho capitan mandó que se armasen y apercibiesen cien hombres, los que entraron en las chalupas y saltaron en tierra llevando consigo un clérigo: creyeron estos que saldrían en su contra muchos Indios, y así apercibidos y en buena orden llegaron a la torre, donde no encontraron gente alguna, ni vieron a nadie por aquellos alrededores. El capitán subió a la dicha torre juntamente con el alférez, que llevaba la bandera en la mano, la cual puso en el lugar que convenía al servido del rey católico; allí tomó posesión en nombre de su alteza y pidiólo por testimonio; y en fe y señal de la dicha posesión, quedó fijado un escrito del dicho capitán en uno de los frentes de la dicha torre; la cual tenía diez y ocho escalones de alto, con la base maciza, y en derredor tenía ciento ochenta pies. Encima de ella había una torrecilla de la altura de dos hombres, uno sobre otro, y dentro tenía ciertas figuras, y huesos, y cenís, que son los ídolos que ellos adoraban, y según su manera se presume que son idólatras. Estando el capitán con muchos de los nuestros encima de la dicha torre, entró un Indio acompañado de otros tres, los cuales quedaron guardando la puerta, y puso dentro un tiesto con algunos perfumes muy olorosos, que parecían estoraque. Este Indio era hombre anciano; traia cortados los dedos de los pies, e incensaba mucho a aquellos ídolos que estaban dentro de la torre, diciendo en alta voz un canto casi de un tenor; y a lo que pudimos entender creímos que llamaba a aquellos sus ídolos. Dieron al capitán y a otros de los nuestros unas cañas largas de un palmo, que quemándolas despedían muy suave olor. Luego al punto se puso en orden la torre y se dijo misa; acabada esta mandó el capitán que inmediatamente se publicasen ciertos capítulos que convenían al servicio de su alteza, y en seguida llegó aquel mismo Indio, que parecía ser sacerdote de los demás; venían en su compañía otros ocho Indios, los quales traían gallinas, miel y ciertas raíces con que hacen pan, las que llaman maíz: el capitán les dijo que no quería sino oro, que en su lengua llaman taquin, e hízoles entender que les daría en cambio mercancías de las que consigo traía para tal fin. Estos Indios llevaron al capitán, junto con otros diez o doce, y les dieron de comer en un cenáculo todo cercado de piedra y cubierto de paja, y delante de este lugar estaba un pozo donde bebió toda la gente; y a las nueve de la mañana, que son cerca de las quince en Italia, ya no parecía Indio alguno en todo aquel lugar, y de este modo nos dejaron solos: entramos en aquel mismo pueblo cuyas casas eran todas de piedra, y entre otras había cinco con sus torres encima muy gentilmente labradas, excepto tres torres. Las bases sobre que están edificadas cogen mucho terreno y son macizas y rematan en pequeño espacio: estos parecen ser edificios viejos, aunque también los hay nuevos.

Esta aldea o pueblo tenía las calles empedradas en forma cóncava, que de ambos lados van alzadas y en medio hacen una concavidad, y en aquella parte de en medio la calle va toda empedrada de piedras grandes. A todo lo largo tenían los vecinos de aquel lugar muchas casas, hecho el cimiento de piedra y lodo hasta la mitad de las paredes, y luego cubiertas de paja. Esta gente del dicho lugar, en los edificios y en las casas, parece ser gente de grande ingenio: y si no fuera porque parecía haber allí algunos edificios nuevos, se pudiera presumir que eran edificios hechos por Españoles. Esta isla me parece muy buena, y diez millas antes que a ella llegásemos se percibían olores tan suaves, que era cosa maravillosa. Fuera de esto se encuentran en esta isla muchos mantenimientos, es decir, muchas colmenas, mucha cera y miel: las colmenas son como las de España, salvo que son mas pequeñas: no hay otra cosa en esta isla según que dicen. Entramos diez hombres tres o cuatro millas la tierra adentro, y vimos pueblos y estancias separadas unas de otras, muy lindamente aderezadas. Hay aquí unos árboles llamados jarales, de que se alimentan las abejas; hay también liebres, conejos, y dicen los Indios que hay puercos, ciervos y otros muchos animales monteses; así en esta isla de Cozumel, que ahora se llama de Santa Cruz, como en la isla de Yucatán, adonde pasamos al día siguiente.

Viernes a 7 de Mayo comenzó a descubrirse la isla de Yucatán.- Este día nos partimos de esta isla llamada Santa Cruz, y pasamos a la isla de Yucatán atravesando quince millas de golfo. Llegando a la costa vimos tres pueblos grandes que estaban separados cerca de dos millas uno de otro, y se veían en ellos muchas casas de piedra y torres muy grandes, y muchas casas de paja. Quisiéramos entrar en estos lugares si el capitán nos lo hubiese permitido; mas habiéndonoslo negado, corrimos el día y la noche por esta costa, y al día siguiente, cerca de ponerse el sol, vimos muy lejos un pueblo o aldea tan grande, que la ciudad de Sevilla no podría parecer mayor ni mejor; y se veía en él una torre muy grande. Por la costa andaban muchos Indios con dos banderas que alzaban y bajaban, haciéndonos señal de que nos acercásemos; pero el capitán no quiso. Este día llegamos hasta una playa que estaba junto a una torre, la más alta que habíamos visto, y se divisaba un pueblo muy grande; por la tierra había muchos ríos. Descubrimos una entrada ancha rodeada de maderos, hecha por pescadores, donde bajó a tierra el capitán; y en toda esta tierra no encontramos por donde seguir costeando ni pasar adelante; por lo cual hicimos vela y tornamos a salir por donde habíamos entrado.

Dominica siguiente.- Este día tomamos por esta costa hasta reconocer otra vez a la isla de Santa Cruz, en la cual volvimos a desembarcar en el mismo lugar o pueblo en que antes habíamos estado; porque nos faltaba agua.

Desembarcados que fuimos no encontramos gente ninguna, y tomamos agua de un pozo, porque no la hallamos de río; aquí nos proveimos de managi, que son frutos de árboles de la grandeza y sabor de melones, y asimismo de ages, que son raíces como zanahorias al comer; y de ungias, que son animales que en Italia se llaman schirati. Permanecimos allí hasta el martes, e hicimos vela y tornarnos a la isla de Yucatán por la banda del Norte; y anduvimos por la costa, donde encontramos una muy hermosa torre en una punta, la que se dice ser habitada por mujeres que viven sin hombres; creese que serán de raza de Amazonas. Se veían cerca otras torres al parecer con pueblos: mas el capitán no nos dejó saltar en tierra. En esta costa se veía gente y muchas humaredas una tras otra: y anduvimos por ella buscando al cacique o señor Lázaro, el cual era un cacique que hizo mucha honra a Francisco Fernández, capitán de la otra armada, que fue el primero que descubrió esta isla y entró en el pueblo. Dentro del dicho pueblo y asiento de este cacique está un río que se dice río de Lagartos: como estábamos muy necesitados de agua, el capitán nos mandó que bajásemos a tierra para ver si había en ella agua, y no se halló; pero se reconoció la tierra. Nos pareció que estábamos cerca del dicho cacique, y anduvimos por la costa y llegamos a él; y surgimos a cosa de dos millas de una torre que estaba en el mar, a una milla del lugar que habita el dicho cacique. El capitán mandó que se armasen cien hombres, con cinco tiros y ciertos arcabuces para saltar en tierra.

Otro día de mañana, y aun toda la noche, sonaban en tierra muchos tambores, y se oían grandes gritos, como de gente que vela y hace guardia, pues estaban bien apercibidos. Antes del alba saltamos nosotros en tierra y nos arrimamos a la torre, donde se puso la artillería, y toda la gente quedó al pie; y los espías de los Indios estaban cerca mirándonos. Las barcas de los navíos volvieron por el resto de la gente, que había quedado en la nave, que fueron otros cien hombres, y aclarando el día vino un escuadrón de Indios; nuestro capitán mandó a la gente que callase, y al intérprete que les dijese: que no queríamos guerra, sino solamente tomar agua y leña, y que al punto nos marcharíamos: y luego fueron y vinieron ciertos mensajeros, y creímos que el intérprete nos engañaba, porque era natural de esta isla y pueblo; pues como viese que le hacíamos guardia y no se podia ir, lloraba, y de esto tomamos mala sospecha; por último hubimos de seguir en ordenanza la vuelta de otra torre que estaba más adelante. Los Indios nos dijeron que no prosiguiéramos, sino que retrocediésemos a tomar agua de una peña que había quedado atrás, la cual era poca y no se podía coger, y seguimos nuestro camino la vuelta del pueblo deteniéndonos los Indios cuanto podían, y así hubimos de llegar a un pozo donde Francisco Fernández, capitán de la otra armada, tomó agua el primer viaje. Los Indios llevaron al capitán una gallina cocida y muchas crudas, y el capitán les preguntó si tenían oro para cambiar por otras mercaderías, y ellos trajeron una máscara de madera dorada y otras dos piezas como patenas de oro de poco valor, y nos dijeron que nos fuéramos, que no querían que tomáramos agua. En esto al oscurecer vinieron los Indios a regalarse con nosotros, trayendo maíz, que es la raíz de que hacen el pan, y asimismo algunos panecillos de la dicha raíz; mas todavía rogaban que nos fuésemos, y toda aquella noche hicieron muy bien su vela y tuvieron buena guarda. Otro día de mañana salieron y se hicieron en tres escuadrones, y traían muchas flechas y arcos; y los dichos Indios iban vestidos de colores: nosotros estábamos apercibidos. Vinieron un hermano y un hijo del cacique a decirnos que nos marchásemos, y el intérprete les respondió: que a otro día nos iríamos y que no queríamos guerra, y así nos quedamos. En esto ya tarde volvieron los Indios a vista de nuestro ejército, y toda la gente estaba desesperada porque el capitán no los dejaba pelear con los Indios. Los cuales aquella noche estuvieron asimismo con buena guarda; y a otro día de mañana se apercibieron y puestos en ordenanza volvieron a decirnos que nos fuésemos; y al punto pusieron en medio del campo un tiesto con cierto sahumerio, diciéndonos que nos fuéramos antes que aquel sahumerio se consumiese, que de no hacerlo así nos darían guerra. Y acabado el sahumerio nos empezaron a tirar muchas flechas, y el capitán mandó disparar la artillería, con que murieron tres Indios, y nuestra gente empezó a perseguirlos hasta que huyeron al pueblo; quemamos tres casas de paja y los ballesteros mataron algunos Indios. Ocurrió aquí un grave accidente; que algunos de los nuestros siguieron el estandarte y otros al capitán; y por estar entre muchos hirieron cuarenta cristianos y mataron uno; y cierto que según su determinación, si no fuera por los tiros de artillería nos hubieran dado bien en qué entender, y así nos retiramos a nuestro real donde se curaron los heridos, y no volvió a parecer Indio alguno. Pero ya tarde vino uno trayendo una máscara de oro, y dijo que los Indios querían paz, y todos nosotros rogamos al capitán que nos dejase vengar la muerte del cristiano, mas no quiso, antes nos hizo embarcar aquella noche; y ya que estuvimos embarcados no vimos más Indios, salvo uno sólo; el cual vino a nosotros antes de la batalla, y era esclavo de aquel cacique o señor, según que nos dijo; éste nos dio señas de un paraje donde dijo que había muchas islas, en las cuales había carabelas y hombres como nosotros, sino que tenían las orejas grandes, y que tenían espadas y rodelas, y que habla allí otras muchas provincias: y dijo al capitán que quería venir con nosotros, y él no quiso traerlo, de lo cual fuimos todos descontentos. La tierra que corrimos hasta el 29 de Mayo que salimos del pueblo del cacique Lázaro, era muy baja y no nos contentó nada, porque era mejor la isla de Cozumel, llamada de Santa Cruz. De aquí reconocimos hasta Champotón donde Francisco Fernández, capitán de la otra armada, había dejado la gente que le mataron, que es lugar distante treinta y seis millas, poco más o menos, de este otro cacique; y por esta tierra vimos muchas sierras y muchas barcas de Indios, que dicen canoas, con que pensaban darnos guerra. Y como se llegasen a un navío les tiraron dos tiros de artillería, los cuales les pusieron tanto temor, que huyeron. Desde las naves vimos las casas de piedra, y en la orilla del mar una torre blanca en la que el capitán no nos dejó desembarcar.

El día último de Mayo encontramos por fin un puerto muy bueno, que llamamos Puerto Deseado, porque hasta entonces no habíamos hallado ninguno; aquí asentamos y salió toda la gente a tierra, e hicimos una enramada y algunos pozos de donde se sacaba muy buena agua; y aquí aderezamos una nave y la carenamos, y estuvimos en este puerto doce días, porque es muy deleitoso y tiene mucho pescado; y el pescado de este puerto es todo de una suerte; se llama jurel y es muy buen pescado. En esta tierra encontramos conejos, liebres y ciervos, y por este puerto pasa un brazo de mar por el que navegan los Indios con sus barcos, que llaman canoas; de esta isla pasan a rescatar a tierra firme de la India, según dijeron tres Indios que tomó el general de Diego Velázquez, quienes afirmaron las cosas arriba dichas. Y los pilotos declararon, que aquí se apartaba la isla de Yucatán de la isla rica llamada Valor, que nosotros descubrimos. Aquí tomamos agua y leña, y siguiendo nuestro viaje fuimos a descubrir otra tierra que se llama Mulua y a acabar de reconocer aquella. Comenzamos a 8 días del mes de Junio; y yendo la armada por la costa unas seis millas apartada de tierra, vimos una corriente de agua muy grande que salía de un río principal, el que arrojaba agua dulce cosa de seis millas mar adentro. Y con esta corriente no pudimos entrar por el dicho río, al que pusimos por nombre el río de Grijalva. Nos iban siguiendo más de dos mil Indios y nos hacían señales de guerra. En este puerto, luego que llegamos, se echó al agua un perro, y como lo vieron los Indios creyeron que hacían gran hazaña, y dieran tras él y lo siguieron hasta que lo mataron. También a nosotros nos tiraron muchas flechas, por lo que asestamos un tiro de artillería y matamos un Indio. A otro día pasaron, de la otra banda hacia nosotros más de cien canoas o barcas, en las que podría haber tres mil Indios, quienes mandaron una de las dichas canoas a saber qué queriamos; el intérprete les respondió que buscábamos oro, y que si lo tenian y lo querian dar, que les dariamos buen rescate por ello. Los nuestros dieron a los Indios de la dicha canoa ciertos vasos y otros útiles de las naves para contentarles, por ser hombres bien dispuestos. Un Indio de los que se tomaron en la canoa del Puerto Deseado fue conocido de algunas de los que ahora vinieron, y trajeron cierto oro y lo dieron al capitán. Otro día de mañana vino el cacique o señor en una canoa, y dijo al capitán que entrase en la embarcación; hízolo así y dijo el cacique a uno de aquellos Indios que consigo traía, que vistiese al capitán: el Indio le vistió un coselete y unos brazaletes de oro, borceguíes hasta media pierna con adornos de oro, y en la cabeza le puso una corona de oro, salvo que la dicha corona era de hojas de oro muy sutiles. El capitán mandó a los suyos que asimismo vistiesen al cacique, y le vistieron un jubón de terciopelo verde, calzas rosadas, un sayo, unos alpargates y una gorra de terciopelo. Luego el cacique pidió que le diesen el Indio que traia el capitán, y éste no quiso; entonces el cacique le dijo, que lo guardase hasta el otro día, que se lo pesaría de oro; mas no quiso aguardar. Este río viene de unas sierras muy altas, y esta tierra parece ser la mejor que el sol alumbra; y si se ha de poblar más, es preciso que se haga un pueblo muy principal: llámase esta provincia Potonchán. La gente es muy lucida, que tiene muchos arcos y flechas, y usa espadas y rodelas: aquí trajeron al capitán ciertos calderos de oro pequeños, manillas y brazaletes de oro. Todos querían entrar en la tierra del dicho cacique, porque creían sacar de él más de mil pesos de oro, pero el capitán no quiso. De aquí se partió la armada y fuimos costeando hasta encontrar un río con dos bocas, del que salía agua dulce, y se le nombró de San Bernabé, porque llegamos a aquel lugar el día de San Bernabé. Esta tierra es muy alta por lo interior, y presúmese que en este río haya mucho oro; y corriendo por esta costa vimos muchas humaredas una tras otra, colocadas a manera de señales, y más adelante se parecía un pueblo, en el cual dijo un bergantín que andaba registrando la costa, que había visto muchos Indios que se descubrían desde la mar, y que andaban siguiendo la nave, y traían arcos, flechas y rodelas relucientes de oro, y las mujeres brazaletes, campanillas y collares de oro. Esta tierra junto al mar es baja, y de dentro alta y montuosa; y así anduvimos todo el día costeando para descubrir algún cabo y no pudimos hallarlo.

Y llegados cerca de los montes, nos encontramos en el principio o cabo de una isleta que estaba en medio de aquellos montes, distante de ellos unas tres millas; surgimos y saltamos todos en tierra en esta isleta, que llamamos Isla de los Sacrificios: es isla pequeña y tendrá unas seis millas de bojeo; hallamos algunos edificios de cal y arena, muy grandes, y un trozo de edificio asimismo de aquella materia, conforme a la fábrica de un arco antiguo que está en Mérida, y otros edificios con cimientos de la altura de dos hombres, de diez pies de ancho y muy largos; y otro edificio de hechura de torre, redondo, de quince pasos de ancho, y encima un mármol como los de Castilla, sobre el cual estaba un animal a manera de león, hecho asimismo de mármol, y tenía un agujero en la cabeza en que ponían los perfumes; y el dicho león tenía la lengua fuera de la boca, y cerca de él estaba un vaso de piedra con sangre, que tendría ocho días, y aquí estaban dos postes de altura de un hombre, y entre ellos había algunas ropas labradas de seda a la morisca, de las que llaman almaizares; y al otro lado estaba un ídolo con una pluma en la cabeza, con el rostro vuelto a la piedra arriba dicha, y detrás de este ídolo había un monton de piedras grandes; y entre estos postes, cerca del ídolo, estaban muertos dos Indios de poca edad envueltos en una manta pintada; y tras de las ropas estaban otros dos Indios muertos, que parecía haber tres días que lo fueron, y los otros dos de antes llevaban al parecer veinte días de muertos. Cerca de estos Indios muertos y del ídolo había muchas cabezas y huesos de muerto, y había también muchos haces de pino, y algunas piedras anchas sobre las que mataban a los dichos Indios. Y había allí también un árbol de higuera y otro que llaman zuara, que da fruto. Visto todo por el capitán y la gente, quiso ser informado si esto se hacía por sacrificio, y mandó a las naves por un Indio que era de esta provincia, el que viniendo para donde estaba el capitán, cayó de repente desmayado en el camino, pensando que lo traían a quitarle la vida. Llegado a la dicha torre le preguntó el capitán, porqué se hacia tal cosa en esa torre, y el Indio le respondió que se hacía por modo de sacrificio; y según lo que se entendió degollaban a estos en aquella piedra ancha y echaban la sangre en la pila, y les sacaban el corazón por el pecho, y lo quemaban y ofrecían a aquel ídolo; les cortaban los molledos de los brazos y de las piernas y se los comían; y esto hacían con sus enemigos con quienes tenían guerra. Mientras el capitán hablaba, desenterró un cristiano dos jarros de alabastro, dignos de ser presentados al Emperador, llenos de piedras de muchas suertes. Aquí hallamos muchas frutas, todas comibles, y a otro día por la mañana vimos muchas banderas y gente en la tierra firme, y el general mandó al capitán Francisco de Montejo en una barca con un Indio de aquella provincia, a saber lo que querían: y en llegando le dieron los Indios muchas mantas de colores, de muchas maneras y muy hermosas, y Francisco de Montejo les preguntó si tenían oro, que les daría rescate; ellos se respondieron que lo traerían a la tarde, y con esto se volvió a las naves. Luego a la tarde vino una canoa con tres Indios que traían mantas como las otras, y dijeron que a otro día traerían más oro, y así se fueron. Otro día por la mañana aparecieron en la playa con algunas banderas blancas y comenzaron a llamar al capitán el cual saltó en tierra con cierta gente, y los Indios le trajeron muchos ramos verdes para sentarse, y así todos incluso el capitán se sentaron; diéronle al punto unos cañutos con ciertos perfumes, semejantes al estoraque y al benjuí, y en seguida le dieron de comer mucho maíz molido, que son aquellas raíces de que hacen el pan, y tortas y pasteles de gallina muy bien hechos; y por ser viernes no se comieron: luego trajeron muchas mantas de algodón muy bien pintadas de diversos colores. Aquí estuvimos diez días, y los Indios todas las mañanas antes del alba estaban en la playa haciendo enramadas para que nos pusiésemos a la sombra; y si no íbamos pronto se enojaban con nosotros, porque nos tenían muy buena voluntad, y nos abrazaban y hacían muchas fiestas; y a uno de ellos, llamado Ovando, le hicimos cacique dándole autoridad sobre los demas, y él nos mostraba tanto amor que era cosa maravillosa. El capitán les dijo que no queríamos sino oro, y ellos le respondieron que lo traerían; al día siguiente trajeron oro fundido en barras, y el capitán les dijo que trajesen más de aquello; y a otro día vinieron con una máscara de oro muy hermosa, y una figura pequeña de hombre con una mascarilla de oro, y una corona de cuentas de oro, con otras joyas y piedras de diversos colores. Los nuestros les pidieron oro de fundición, y ellos se lo enseñaron y les dijeron que salía del pie de aquella sierra, porque se hallaba en los ríos que nacían de ella; y que un Indio solía partir de aquí y llegar allá a medio día, y hasta la noche tenía tiempo de llenar un cañuto del grueso de un dedo; y que para cogerlo se metían al fondo del agua y sacaban las manos llenas de arena, para buscar luego en ella los granos, los que se guardaban en la boca; por donde se cree que en esta tierra hay mucho oro. Estos Indios lo fundían en una cazuela, donde quiera que lo hallaban, y para fundirlo les servían de fuelles unos cañutos de caña, con los que encendían el fuego; y así lo vimos hacer en nuestra presencia. El dicho cacique trajo de regalo a nuestro capitán un muchacho como de veinte y dos años, y él no quiso recibirlo.

Esta es una gente que tiene mucho respeto a su señor, porque delante de nosotros cuando no nos aparejaban presto las sombras les daba de palos el cacique. Nuestro capitán los defendía, y nos prohibía que cambiáramos nuestras mercaderías por sus mantas; y por esto los Indios venían ocultamente a nosotros sin temor ninguno, y uno de ellos se acercaba sin recelo a diez cristianos, trayéndonos oro y excelentes mantas, y nosotros tomábamos éstas y dábamos el oro al capitán. Había aquí un río muy principal donde teníamos asentado el real; y los nuestros viendo la calidad de la tierra tenían pensamiento de poblarla por fuerza, lo cual pesó al capitán. Y él fue quien de todos mas perdió, porque le faltó ventura para enseñorearse de tal tierra, donde tiénese por cierto que dentro de seis meses no hubiera habido quien hallase menos de dos mil castellanos; y el rey tuviera más de los dos mil: cada castellano vale un ducado y un cuarto: y así partimos del dicho lugar muy descontentos por la negativa del capitán. Al tiempo de partirnos, los Indios nos abrazaban y lloraban por nosotros; y trajeron al capitán una India tan bien vestida, que de brocado no podría estar más rica. Creemos que esta tierra es la más rica y más abundante del mundo en piedras de gran valor, de las que se trajeron muchas muestras, en especial una que se trajo para Diego Velázquez, lo cual se presume, según su labor, que vale más de dos mil castellanos. De esta gente no sé qué decir más, porque aun quitando mucho de lo que se vió, apenas puede creerse.

De aquí dimos a la vela para ver si al fin de aquella sierra se acababa la isla: la corriente del agua era muy fuerte. Para allá nos dirigimos y navegamos hacia un lugar asentado bajo la dicha sierra, al que llamamos Almería por causa de la otra que está llena de mucho ramaje. De este lugar salieron cuatro canoas o barcas que se allegaron al bergantín que traíamos, y le dijeron que prosiguiese su viaje porque ellos se alegraban de su venida; y con tanto empeño lo rogaban a los del bergantín, que hasta parecía que lloraban; más por causa de la nao capitana y de las otras naves que venían más atrás, nada se hizo ni llegamos a ellos. Más adelante encontramos otra gente más fiera; y como vieron los navíos salieron doce canoas de Indios de un gran pueblo, que visto desde el mar no parecía menos que Sevilla, así en las casas de piedra como en sus torres y en su grandeza. Estos Indios salieron contra nosotros con muchas flechas y arcos, y derechamente vinieron a atacarnos, con intención de hacernos prisioneros, por creerse bastantes para ello; mas como llegaron y vieron que los navíos eran tan grandes, se alejaron y comenzaron a tirarnos flechas; visto lo cual mandó el capitán que se descargasen la artillería y ballestas, con que murieron cuatro Indios y se echó a fondo una canoa, por lo que no atreviéndose a más, huyeron los dichos Indios. Nosotros queríamos entrar en su pueblo, y nuestro capitán no quiso.

Este día ya tarde vimos un milagro bien grande, y fue que apareció una estrella encima de la nao después de puesto el sol, y partió despidiendo continuamente rayos de luz, hasta que se puso sobre aquel pueblo grande, y dejó un rastro en el aire que duró tres horas largas; y vimos además otras señales bien claras, por donde entendimos que Dios quería para su servicio que poblásemos en aquella tierra; y llegando así al dicho pueblo, después de visto el referido milagro, la corriente del agua era tan grande, que los pilotos no osaban ir adelante, y determinaron de volver atrás, y dimos vuelta: y siendo la corriente así tan grande y el tiempo no muy bueno, el piloto mayor puso la proa al mar: después que hubimos virado pensamos pasar delante del pueblo de San Juan, que es donde estaba el cacique antes dicho que se llama Ovando, y se nos rompió una entena de una nave; por lo que no dejamos de voltejear por el mar, hasta que arribamos a tomar agua. En quince días no anduvimos sino cosa de ciento veinte millas desde que venimos a reconocer la tierra donde estaba el río de Grijalva; y reconocimos otro puerto que se llama San Antonio, al cual nosotros pusimos nombre, porque entramos en él por falta de agua para la despensa; y aquí estuvimos aderezando la entena rota y tomando el agua necesaria, en lo que gastamos ocho días. En este puerto encontramos un pueblo que se veía de lejos, y el capitán no nos dejó ir a él: tanto más que una noche garraron ocho navíos y vinieron a chocar contra los otros y se rompieron ciertos aparejos de los dichos navíos. Queríamos sin embargo permanecer allí; pero el capitán no quiso, y saliendo de aquel puerto, la nao capitana dio en un bajo y se le rompió una tabla; y como viéramos que se anegaba, pusimos en tierra una barcada de treinta hombres; y puestos que fueron en tierra vimos unos diez Indios de la otra parte, y traían treinta y tres hachuelas, y llamaron a los cristianos que se acercasen, haciéndoles señas de paz con la mano, y según su costumbre se sangraban la lengua y escupían en el suelo en señal de paz. Dos de nuestros cristianos fueron a ellos; pidiéronles las dichas hachuelas, que eran de cobre, y ellos las dieron de buen grado. Como estaba rota la dicha nave capitana fue necesario desembarcar todo lo que tenía dentro, y asimismo toda la gente; y así en el dicho puerto de San Antonio hicimos nuestras casas de paja, que nos fueron de mucho provecho por el mal tiempo; pues determinamos quedarnos en el dicho puerto para adobar la nave, que fueron quince días, en los cuales los esclavos que traíamos de la isla de Cuba andaban en tierra, y hallaron muchas frutas de diversas suertes, todas comibles: y los Indios de aquellos lugares traían mantas de algodón y gallinas, y dos veces trajeron oro; pero no osaban venir con seguridad por temor de los cristianos, y nuestros esclavos dichos no tenían temor de ir y venir por aquellos pueblos y la tierra adentro. Aquí cerca de un río vimos que una canoa o barca de Indios había pasado de la otra banda, y traían un muchacho y le sacaban el corazón y lo degollaban ante el ídolo; y pasando de la otra banda el batel de la nao capitana, vieron una sepultura en la arena, y cavando hallaron un muchacho y una muchacha que parecían muertos de poco tiempo; tenían los dichos muertos al cuello unas cadenillas que podían pesar unos cien castellanos, con sus pinjantes; y los dichos muertos estaban envueltos en ciertas mantas de algodón. Cuatro de nuestros esclavos salieron del real y fueron al dicho pueblo de los Indios, quienes les recibieron muy bien, les dieron de comer gallinas, los aposentaron y les enseñaron ciertas cargas de mantas y mucho oro, y les dijeron por señas que habían aparejadolas dichas cosas para traerlas a otro día al capitán. Ya que vieron que era tarde y que era hora de volver, les dijeron que se volviesen a las naves, dando a cada uno dos pares de gallinas: y si hubiésemos tenido un capitán como debiera ser, sacáramos de aquí más de dos mil castellanos; y por él no pudimos trocar nuestras mercaderías, ni poblar la tierra, ni hacer letra con él. Aderezada la nave, dejamos este puerto y salimos al mar; rompiose el árbol mayor de una nave, y fue menester remediarlo. Nuestro capitán dijo que no tuviésemos cuidado, y aunque estábamos flacos por la mala navegación y poca comida, nos dijo que quería llevarnos a Champotón, que es adonde los Indios mataron los cristianos que trajo Francisco Fernández, capitán, como hemos dicho, de la otra armada; y así nosotros con buen ánimo comenzamos a aparejar las armas y poner a punto la artillería. Estábamos a más de cuatro millas del pueblo de Champotón, y así desembarcamos cien hombres en los bateles, y fuimos a una torre bien alta que estaba en tierra a un tiro de ballesta del mar, donde nos quedamos a esperar el día. Había muchos Indios en la dicha torre, y luego que nos vieron venir dieron un grito y se embarcaron en sus canoas y comenzaron a rodear los bateles; los nuestros les tiraron algunos tiros de artillería, y ellos se fueron a tierra y desampararon la torre, y nosotros la ocupamos. Acercáronse las barcas con la gente que había quedado en los navíos, la cual toda saltó en tierra, y el capitán comenzó a tomar el parecer de la gente, y todos con buen ánimo querían entrar a vengar la muerte de los cristianos dichos y quemar el pueblo; mas después se acordó no entrar y nos embarcamos dirigiéndonos al otro pueblo de Lázaro donde salimos a tierra y tomamos agua, leña y mucho maíz, que es la raíz ya dicha con que hacen el pan, del cual hubimos bastante para toda la travesía. Atravesamos por esta isla e hicimos rumbo a este puerto de San Cristóbal, y encontramos otro navío que el Señor Diego Velázquez había enviado contra nosotros, creyendo que habíamos poblado algún lugar, y apartose del camino, que no nos halló; y tenía otros siete navíos, que hacía doce días que nos andaba buscando; y como supo nuestra venida y que no habíamos poblado hubo pena de ello, y mandó a toda la gente que no pasase de esta provincia, proveyéndola de todo lo necesario para la vida; y que al punto, siendo Dios servido, quería que fuésemos tras los otros.

Después del viaje referido escribe el capitán de la armada al Rey Católico, que ha descubierto otra isla llamada Ulúa, en la que han hallado gentes que andan vestidas de ropas de algodón; que tienen harta policía, habitan en casas de piedra, y tienen sus leyes y ordenanzas, y lugares públicos diputados a la administración de justicia. Adoran una cruz de mármol, blanca y grande, que encima tiene una corona de oro; y dicen que en ella murió uno que es mas lúcido y resplandeciente que el sol. Es gente muy ingeniosa, y se advierte su ingenio en algunos vasos de oro y en muy primas mantas de algodón con figuras tejidas, de pájaros y animales de varias suertes; cuyas cosas dieron los habitantes de la dicha isla al capitán, quien luego mandó buena parte de ellas al Rey Católico; y todos comúnmente las han tenido por obras de mucho ingenio. Y es de saberse que todos los Indios de la dicha isla están circuncidados; por donde se sospecha que cerca se encuentren Moros y Judíos, pues afirmaban los dichos Indios que allí cerca había gentes que usaban naves, vestidos y armas como los Españoles; que una canoa iba en diez días adonde están, y que puede ser viaje de unas trescientas millas.

Aquí acaba el Itinerario de la isla de Yucatán; la cual fue descubierta por Juan de Grijalva, capitán de la armada del rey de España: escribiolo su capellán.




ArribaAbajoItinerario de larmata del re catholico in india verso la isola de Iuchathan del anno m. D. XVIII. Alla qual fu presidente & capitán general Ioan de Grisalva

El qual e facto per el capellano maggior de dicta armata a sua altezza


Sabbato il primo giorno del mese de Mazo de questo sopradito anno parti il dicto capitaneo de larmata de lisola Fernandina dove se prese el suo camino per seguir el suo viaggio: el luni sequente che fu tre giorni de questo mese de Mazo vedessimo terra, et giongendo cerca della vedessemo una ponta una casa biancha et alchune altre coperte de paglia et uno laghetto che nasceva de lacqua corrente del mare fra terra, et per esser el giorno de Sancta Croce, et vedessimo che per quella parte era tutta piena de scani et scogli per la qual cosa noi andassimo per laltra costa donde vedessemo la predicta casa piu chiaramente, et era una torre piccola che parve esser de longheza de una casa de VIII palmi et altezza de statura de uno homine et li sorgiete larmata quasi sei miglia da terra, donde veneno doi barchete quale appellano canoe, et chada una haveo tre indiani che le navigava alli quali gionsero uno trar de bbarda lontano da le navi, et non volsi piu approximarsi, nelli possemo parlare ne sapere cosa alcuna de loro, excepto che ne deteno signali che laltro di sequente la mata ne veneria alle nave el cacique che vol dir in la sua lingua il signor del loco et laltro giorno da matina ne facessemo a la vela per veder una pota q'l apparea, et disse il piloto che era lisola de Iuchathan: tra questa pta et la pta de Coçumel dove eravamo trovamo uno golfo per el qual trassemo et gigemo circa alla terra di dieta isola de Coçumel, et andamo la costigido per la qual da dicta pra torre vedesserno altre XIIII torre de la medema forma sopradicta, et inante che partissemo de la torre tornarno le dicte doi barchete de indiani le quale era un signor del luoco dicto el cacique. El qual tro a la nave capitanea et parlo per terprete et disse che li capitaneo andasse i suo vilaggio over loco che li faria molto honore: et gli nostri dimandarno delli christiani che Francesco Fernandez capitán de laltra prima armata havea lassato ne lisola de Iuchathan: et lui le respose che uno di loro era vivo et laltro morto: et havendoli donato el capitaneo camise spagnole et altre cose, li diti Indiani se ritornorno a casa sua.

Et noi facemo vela et partissemo per la costa per ritrovar dicto xpiano qual era stato lassato ivi con suo cpagno per informarsi la natura et condition della isola. Cosi andavamo lontan della terra uno tirar de pietra per haver quella costa el mare molto fondo. Questa terra pareva molto piacevole, ctammo dalla dicta pta quatordesse torre la forma sopradetta, et quasi tramontando el sole vedessemo una torre biancha che parca esser molto grande alla quale gigessemo et vedessemo appresso la molti Indiani homini et donne che ne stavano guardando, et stetteno ivi fin ch'larmata si fermo uno trar de balestra lontan dalla dieta torre, la quale ne aparse esser molto grande; et sonava tra li Indiani grandissimo strepito de tburi: la quale era causato da la molta gente che habita in dicta isola.

Giobia a sei giorni del dicto mese de Magio el dicto capitaneo comando che se armasse et apparechiasse C homini li quali posti in le barche saltorno in terra, et uno prete insieme con loro, li quali credete haver assai al incontro: et cosi apparechiati et posti in ordenanza gigeno alla torre dove non apparse in essa gente alcuna, ne per tutto el territorio vedessemo persona alchuna: et li el capitaneo monto sa la dicta torre insieme col bandirale c la bandera in mano la quale pose in loco che conveniva al servitio del Re catolico: et ivi fu preso la possessione in nome de sua altezza, et ne prese testimonio; et fu attacada per fede et testimonianza de la dicta possessione una patente del dicto capitaneo in una da le fazzade do la dicta torre la quale e de XVIII gradi de altura et tutta massiza al pede et tenía a torno a torno CLXXX piedi, et incima do essa era una torre piccola la quale era de statura de homini doi uno sopra laltro: et dentro teniva certe figure et ossi et de cenise de idoli che cono quelli ch' adoravano loro, et secondo le sue maniere se presume che sono idolatri: stando el capitaneo con molti degli nostri incima de dicta torre intro uno Indiano accompagnato de altri tre quali guardavano alla porta et pose dentro una testola con alcuni profumi molto odoriferi che parevano storazze: et questo Indiano era huomo vecchio et portava li diti de li pedi tagliati, et dava molti profumi a quelli idoli che erano dentro in la torre, et dicea ad alta voce uno canto quasi de uno tenore, et secondo quello potessemo cprendere credemo che lui chiamava quelli suoi idoli, et dettero al capitaneo et altre persone delle nostre alchune canne de doi palmi longhe luna, et brusandole facevano molti suavi odori, et incontinente se pose in ordine in questa torre, et se dice la Messa, et finito de dir la Messa incontinente comando el capitaneo che se publicasseno certi capituli che convenivano al servitio de sua altezza: et subito venne quello Indiano medemo che se presume essere sacerdote degli altri et haveva in sua compagnia altri octo Indiani li quali portarno galline mieli et certe radice de le quale fanno el pane le quale chiamano maiz, et lo capitaneo li disse che non volcano si non oro: quelli dicono in sua lengua taquin: et li dimostro volere dare el contracambio de mezze che portavano per darli: et questi Indiani guidarno el capitaneo insieme con altri X o dodeci et li di dettero da mangiare in un cenaculo murato de piedra acerca acerca, et coperto de paglia et denze de questo luocho stava uno pozzo donde bevete tutta la gente et alle nove ore de giorno, che sono circa qudese a la Italiana gia non appareva piu Indiano alchuno in tutto quel luocho et cosi ne lassarno soli et intrammo per quello medemo luoco dove erano tutte case de pietra, et fra le altre gli ne erano cinque con le sue torre incima fate molto gentilmente excepto tre torre gli piedi sopra li quali sono edifichate tengono gran campo et son massici et le cime de sopra sono picchole, et questi parano esser edefici vecchi: ben che gli ne sono alchuni de novi.

Questo vilagio overo populo teniva le strade saligiate de piedra inconcavo che da le bande via stava alzata et in mezzo declinava inconcavata et quella parte de mezzo de la strada era saligiata tutta pietre grande per el longo haveano anchora li habitanti de quel locho molte case facte de gli fondamenti de pietre et de terra fin al mezo de li muri et poi coperti de paglia. Queste gente de dicto locho in li edificii et in le case parano essere gente de gran ingegno: et si non fusse per che pareva che li fussero alchuni edificii novi se haveria presumesto che fussero stati edificii facti per Spagnoli: questa isola me pare molto bona, et avanti che li agiungessemo a dieci miglia olevano alchuni odori tanti suavi che era cosa maravigliosa. Oltra questo sia a trovar in essa molte cose da mangiare zoe molti alochari molta cera: et miele. Sono li aluchari cosi come quelli de Spagna salvo che sono piccoli: non tiene questa isola altra cosa secondo che dicono. Entrammo fra terra diece homini fina tre o quatro miglia, et trovamo casali stantie deseparate una da laltra, molto politamente apparade sono ivi arbori che si dimandano sarales li qual se pascono le ape et livi sono anche lepore conigli et dicono li Indiani che li sono porci et cervi et molti altri animali de monte et a questa isola de Cocumel che ahora se adimanda Santa Croce: et pare la isola de Iucathan a la qual passemo il di sequente.

Venere a sette de Mazo comenzo a trovarsi la isola de Iuchathan.- In questo giorno partissemo de questa isola chiamata Sancta Croce: et traversamo a la isola de Iuchathan che he XV miglia de golfo: et giongendo alla costa de lei vedessemo tre vilagi grandi che stavano circa doi miglia discosto uno da laltro et peva in essi molte case pietra et torre molto grande, et molti casali de paglia. In questi lochi noi volevemo intrare sel capitán avesse voluto, ma negando celo scorremo el di et la nocte per questa costa, et laltro giorno circa del tramontar del sole vedessemo molto da longe uno populo overo vilaggio si grande che la citta de Siviglia non potea parer magior ne miglior et apparse una torre molto grande in lui; et per la costa erano molti Indiani et portavano due bandiere le qual alzavano et bassavano dandoli segnal che andassemo da loro: el capitán non li volse andare: et in questo giorno giongemo fin ad una spiaza che stava giunto ad una torre la piu alta che havemo visto et apparevano uno populo overo vilagio molto grande et molti fiumi erano per la terra: et apparse una bocca de una caravana circundata de legniame facta per piscatori dove dismouto in terra il capitaneo et per tutta questa terra non trovamo per dove scorrere questa costa ne passar inanti, et per questo facemo vela et tornamo ad uscire per dove eravamo intracti.

Dominica sequente.- In questo giorno tornamo per questa costa fina che recognossemo una altra volta lisola de Sancta Croce la qual tornamo a desimbarcare in nel medemo loco over vilagio in nel qual inanti gieravamo stati per che ne mancava lacqua.

Et disimbarcati che fussemo non trovammo gente alchuna et prendessemo acqua uno pozo per che non vedessemo fiumare et qui ne provedessemo de molti managi che sono fructi de arbori che sono della grandezza et sapore de meloni et similmente de ages che sono radice como pastenaghe al mangiare: et de ungias che sono animali che se dicono in Italia schirati: stesserno li fino al marti et de li facessemo vela et tornamo a la isola de Iuchathan per la banda de tramontana et andassemo per la costa dove trovamo una torre molto bella in una ponta la qual se diceva esser habitada da donne che viveno senza homini: se crede che siano de la stirpe de le amazone: et parevano altre torre cerca che parevano haver vilaggi: el capitaneo non ne lasso saltar in terra: in questa costa pareva gente et molti fumi uno avanti laltro et andmo per efla cercando del cacique Lazaro overo signore qual era un cacique che fece molto bonore a Francesco Fernandez capitán de laltra armata che fu el primo che descoprite questa insola ct che intro nel vilaggio: et intra el dicto vilaggio et loco de questo cacique e un fiume che se dice fiuine de Lagartos et essendo noi in molta necessita de acqua el capitaneo ne comando che saltasdemo in terra in questa costa per veder se gliera acqua et non se trovo salvo che se cognoscette la terra: et ne apparse che stavami cerca del dicto cacique et andassemo per la costa et giongenio a lui et surgessemo cercha doi miglia appresso una torre che stava posta sul mare lontano dal loco dove habita el dicto cacique un miglio. El capitaneo comando che se armasseno C hi. et V pezi de bombarda et certi schiopetti per saltar in terra: laltro giorno da matina et anche tutta la nocte sonavano in terra molti tburi et se facevano grandi gridi ce gente che vegliavano et facevano guardia stavano ben apparechiati et noi altri avanti de lalba saltamo in terra: et ne ponessemo giontamente alla torre in la quale se poseno lartegliarie et tutta la gente al pie della: et le spie de Indiani ne stavano a cercha mirandone et le barche de le nave ritornorno a levar el resto della gente che era rimasta in la nave che furono altri cento homini: et facendose claro el giorno venne una squadra de Indiani: e lo capitaneo nostro comando alla gente che tacesse: e a lo turcimano che lo dicesse non volevano guerra ma solamente pigliar acqua et legne et che incontinente volevamo partire et incontinente andorono et ritornorono certi messagieri et credemo chel turcimano ne inganasse per che era naturale de questa isola et vilaggio: per che come el viste che noi facevamo la guardia et che non se poteva andar piangeva et questo prendemo mal suspecto: in fine havessemo andare inanci in nostra ordenanza alla volta una altra torre che stava piu inanci: et li Indiani ne disseno che non passassemo et che ritornassemo a prender acqua de uno sasso che era rimasto a drieto: la quale era pocha et non se poteva pigliar: et noi seguitamo el nostro camino alla volta del vilaggio: et li Indiani ne detenivano quanto potevano: et cosi havessemo do gionger ad uno pozo dove Francesco Fernandez capitaneo de laltra armada prese acqua il primo viaggio: et li Indiani portorno al capitaneo una gallina alessada et molte cruda, et el capitaneo li dimando se havevano oro per cambio de altre merce et essi ne portorno una maschera de legno adorata et doi altre pece come patene doro poco valore et ne dissero che se partessemo che non volevano che prendessemo acqua. In questo di sul tardi veneno diti Indiani a far buona ciera con noi altri et ne portarno maíz ch' e quella radice de la qual fanno el pane et similmente alchuni pani piccoli de la dicta radice: imperho tutta via solicitavano si che partissemo et tutta quella nocte feceno la veglia molto ben et tenero la sua guarda: et laltro giorno da matina uscirno et se feceno in tre squadroni et portavano molte freze et molti archi et erano dicti Indiani vestiti colore et nui altri stavamo aparechiati et vene uno fratello et uno figliolo del cacique et ne disse che ne partessimo et lo torciman li respose che laltro giorno nui ptissemo et che non volevano guerra et cosi stessemo: in questo di sul tardi ritornorono li Indiani a veder el nostro exercito et tutta la nostra gente stavano desperada per che el capitaneo non li lassava combattere con li Indiani li quali quella nocte similmente feceno la guarda molto ben: et laltro giorno da mattina se apparechiorno et posti in ordenanza ne tornorno a dirne che ne partissemo et incontinente essi posseno in mezzo al cpo una testola con alchuni pfi et ne disserono che ne partissemo inanti che finisse quel perfumo altramente ne daria guerra, et finendo el perfumo ne scomenzorno forte a tirarne de le frixe, et lo capitaneo comando che se scharicasse lartegliaria quale amazarno tre Indiani et la gente nostra comenzorno a perseguitarli fina che fugiteno nel vilaggio et brusamo tre casali de paglia et li balestrieri amazorno certi Indiani et qui intravenne uno grande inconveniente che alchuni delli nostri seguitorno la bandera et altri el capitaneo et esser tra molti feriteno quaranta christiani et ne amazorno uno: et la verita e che secondo la sua deliberatione se non fusse stato li tiri de lartegliarie ne haveriano dato molto da fare et cosi ne retirassemo al nostro allogiamento et se medicorono li feriti, et non so viste piu Indiano alchuno, ma quando fu sul tardi ne venne uno che porto una altra maschera doro e disse che li Indiani volevano pace et tutti nui altri pregassemo el capitaneo che ne lassasse vendicare la morte del xpiano il qual non volse ancine fece imbarcare quella nocte et dapoi che fusseno imbarcati non vedessemo piu Indiani salvo che uno solo: el quale vene a noi altri inanci el conflito el qual era schiavo de quel cacique over signore secondo chel ne disse et ne fece signal de un circuito dove disse che li erano molte isole ne le qual erano caravelle et homini de la corte nostra excepto che teniva lorechie grande et che teniano spate et rodelle et che li erano molte altre provincie et disse al capitaneo che voleva venire con noi altri et lui non volse portare de la qual cosa restamo tutti discontenti et tutta la terra che noi schorressimo fino a XXIX di mazo che uscissemo del cacique Lazaro era stata molto bassa et non ne contentava niente per che megliore teniva lisola de Cocumel deta de Sancta Croce, et de qui scorremo fin a Champonton dove Francesco Fernandez capitán de laltra armata havea lassato la gente che li amazorno che e loco ltano trenta sei miglia vel circa da questo altro cacique et per questo paese vedemo molti monti et molte barche de Indiani quale dicono canoan con che stavano in pensamento de farne guerra: et dapuoi che gionsero ad uno navilio li tirarno doi tiri de lartegliaria li quali li posserono in tanta pagura che fugitero et vedessemo fin da le nave le case de pietra et una torre biancha su la ripa del mare in la qual torre il capitaneo non ne lasso desmontare.

Lultimo giorno magio finalmente se incontramo con uno porto molto bono al qual ponessemo nome porto Desiderato per che fina qui non havevamo trovato porto alcuno et qui se affermamo et salto tutta la gente in terra et facemo una fraschata et alchune buse in terra dove se cavava molto buona acqua et qui acconciamo una nave et li dessemo carena et stessemo in questo porto dodese zorni perche e molto piacevole et tiene molto pesce et tutto el pesce de questo porto e tutto duna sorte et se chiama zurello et e pesce molto buono: in questa terra trovamo conigli: lepore et cervi et per questo porto passa uno brazo de mare per lo qual vengono lo mare de li Indiani che domandano chanoas: da questa isola passamo a rescatar a terra ferma de lindia secondo che disseno tre Indiani li quali se prenderon el loco tenente Diego Velazquez: li quali affermarno le sopradicte cose et li piloti dechiarorno ch' ivi se tiva la isola de Iuchathan con la isola riccha chiamata Ualor la quale noi altri descoprimo et qui prendemo acqua e legna, et seguimo el nostro viaggio et andamo a descoprir una altra terra che se dice Mulua e finir de cognoscer quella et comenzamo a otto giorni del mese de Jugno andando larmata la costa lontano da terra sei miglia vel circa vedessimo una corrente daque molto grande che uschiva de uno fiume principale el qual buttava acqua dolce sei miglia vel circa in mare et con questa corrente non potessemo montare el dicto fiume al quale ponessimo nome el fiume de Grigelva, et qui seguitorono piu de doi miglia Indiani et ne faceano molti signali de guerra in questo porto incontinente che giongemo se buto uno cane allaque et li Indiani como lo visteron cresseno che facesseno gran fato et andorono drieto a lui: et lo seguitorono fin che lamazzorono et tirano de molte freze ad noi altri onde ch' amolamo un tiro de artigliaria e amazamo uno Indiano: et laltro giorno sequente passorno da laltra banda verso nuoi altri piu de 100 canoe over barche in le quale podeano essere tre millia Indiani li quali mandorno una de le dicte canoe che sapesse quello che cercavamo: et lo torciman le rispose che cercavano oro: et che se lo teniano et se lo volesseno dar che li daressemo bon contracambio per esso et li nostri dete a li Indiani de dicta canoa certi vasi et altri mobili de nave per contentarli maxime che essi erano homini ben disposti et uno Indio de quelli che preseno in la canoa nel Porto Desiderato fu conosciuto da alchuni che veneno allhora et portarno certo oro el qual detteno al cap e laltro giorno da mattina vene el cacique over signor una canoa et disse al ca. che se intrasseno nel batello: ge intro et disse el cacique ad uno de quelli Indiani che menava seco che vestisse el capi. el qual lo vestite de uno corsaletto doro: et alchuni brazali doro escarpe fina a meza gamba alte et arnese doro et incima la testa li pose una corona de oro exceto che la dicta corona era foglie doro molto sutile e a loro comando el cap. che vestisseno medemamente el cacique al qual li vestiron uno de veludo verde et calze de rosato et un saio et alcune meze scarpe et una beretta de veludo. Da poi el cacique domando che li desse quel Indiano che portava el capitaneo et lo cap. non volse, ma il cacique li disse che lo guardasseno a laltro giorno che lui lo pesaria a oro et non volse aspectar: questo fiume viene da alchune montagne molto alte et questa terra par la meglior che scalda el sol et questa terra si se ha de habitar piu fa bisogno che sia un vilaggio overo loco molto principal et chiamase questa provincia Protont: dove e la gente molto lucida che tene molti archi et molte frezze: et che usa spada et rodelle, et qui portaron el capitán certe chaldere doro piccole et maniglie et brazzaleti doro: desideravano tutti intrare in la terra del dicto cacique: perche credeva chavare de lui piu de mille pesi doro imperho el capitán non volse et de qui se parti larmata et andamo perseguendo per la costa de longo et trovo uno fiume con doi bocche dove usciva acqua dolce et se li pose nome S. Bernaba perche giongemo in quel loco il giorno de S. Bernaba et questa terra e molto alta per de dentro e presumese che in questi fiumi li sia molto oro et scorrendo per questa costa vedessemo molte femene una inanci a laltra le quale stavano per la costa a maniera signali et avanti apareva uno villagio nel quale disse un bergantin che andava costizando la costa che hebe vista de molti Indiani che stavano alla vista del mare et che andavano seguitando drieto a la nave et portavano archi freze et rodelle che reluceano de oro et era li donne con brazzaleti doro et campanelle et colari doro: questa terra verso il mare era bassa, et de dentro molto alta et fra li monti cosi andavano costizando per trovare capo tutto el giorno ma non potessemo trovarlo.

Et gionti appresso li monti giongemo nel principio o vero capo de una isoletta che stava in mezo de quelli monti circa tre miglia lontano da loro et sorgiesse et saltassemo tutti in terra in questa isoletta alla qual ponessemo nome la isola de Sacrificii et e isola piccola et tene de circuito circa sei miglia: trovamo alchuni edificii de calcina et sabia molto grandi et uno pezo de edificio simelmente de quella materia conforme a li edificii de uno arco anticho che sta in Merida et altri edificii con fondamento de alteza de statura de doi homini et de largeza de diece piedi et molto longi et un altro edificio de factura de torre retondo de XV pasi de largho et in cima un marmore come quelli de Castiglia, sopra el quale era uno animale in forma de lione che era facto similmente de marmoro et havea un buso in la testa in lo qual metevano li perfumi et dicto leone tenea la lingua fuora de boccha et appresso a lui era un vaso de pietra nel qual era certo sangue che parea esser octo giorni et qui stavano doi pali de altura de un homo e fra elli stavano alchuni panni lavorati de seda a la morescha quelli se adimandano almaizares et da laltra banda era uno idolo con una penna in la testa et la faza sua era volta verso la pietra sopradicta et dedreto da questo idolo stavano uno muchio de pietre grande et fra questi pali appresso lo idolo stavano doi Indiani morti de pocha eta involti in una coperta de pincta et dedreto da li panni stavano altri doi Indiani morti che parevano che gia tre giorni fusseno morti et li altri doi prima poteva essere XX giorni che erano morti et a cercha de questi Indiani morti et idolo erano molte teste et ossi de morti et erano ivi molti fassi de pino et alchune pietre larghe sopra le quale amazavano dicti Indiani et ivi anchora vi era uno arboro fico et uno altro che adimandano zuara che fa fructo et el capitaneo visto el tutto et la gente volse esser informato se questo so facea sacrificio et mando alle nave per uno Indiano qual era di questa provincia et subito venendo al capitaneo esso casco tramortito el camino pensando che lo menavano a far morire et giongendo a la dicta torre li dimando el capitaneo che se faceva tal cosa in dicta torre, et lo Indiano li respose che se facea modo de sacrificio: et quanto se intese quelli Indiani decolavano li altri in quella pietra larga et poneano el sangue en la pilla et gli cavavano el core per la via del pecto e li brusavano e li offerivano e quello idolo et che li cavavano li golpe de le braze et gambe et che limangiavano et che questo faceano a li soi inimici con le quali tenevano guerra: et in questo tempo che parlava el capitaneo uno christiano trovo de sotto terra doi boccali de alabastro che se poteano appresentar a lo Imperator piene de pietre de molte sorte et qui trovamo molte frutte che sono tutte da mangiar et laltro giorno da mattina vedessemo molte bandere et gente in la terra ferma et lo capitaneo mando la Francesco da Montegio capitaneo in una barcha con uno Indiano de quella provincia per saper quello che voleano et iungendo li Indiani li deteno molte cote de pinte de molte sorte et molto belle, et Francesco Montegio li dimando se tenivano oro che li daressemo contracambio et loro resposeno che lo portariano sul tardi et cosi Francesco se ritorno a la nave et dapoi sul tardi venne una canoa con tre Indiani che portorno alchune coperte ut supra et disseno che laltro giorno porteriano molto oro et cosi se parteno: et laltro giorno da mattina compareteno in la spiaza con alcune bandere bianche et scomenzorno a chiamare el capitaneo el qual salto in terra con certa gente et li Indiani li portarono molti rami verdi in li quali se assentassemo et cosi tutti et il capitaneo se assentorno: et incontinenti li deteno alcuni peze di canna con certi perfumi che sono simiglite de storaze et belzui el incontanente li deteno anchora da mangiare molto maíz masenado: che sono do quelle radice che fano el pane et torte et pastelli galline molto ben fati: et perche era venere non se mangiorono et incontinente portorono molte cote de panno de bambaso molto ben pintade de diversi colori et qui stessemo X giorni et li Indiani ogni mattina inanci el giorno stavano su la spiaza facendo fraschate dove noi havessemo a star al ombra et si non andamo presto si corociavano con nui perche ne vedevano molto voluntieri et ne abbrazavano et facevano molte feste et noi facessemo uno de loro cacique che se chiamava Ovando et cosi le nominassemo sopra li altri et lui ne mostrava tanto amore che era cosa maravigliosa et el capitaneo li disse che non volevano se non oro et loro resposseno che lo portariano laltro giorno portorono oro fondido in verghe et lo capitaneo li disse che portasseno molto quello: et laltro giorno portorono una maschera de oro molto bella et uno homo piccolo de oro con una mascherola de oro et una corona de pater nostri doro et altre gioie et pietre de diversi colori, et portorono da mangiare et li nostri li dimandorono oro da fondere et loro gelo insignorono et li disseron che li cavava alli piedi de quella montagna per che se cognosceano in li fiumi che nascevano da quella et che uno Indiano solea tir de li et gionger la a mezo giorno et che fino a la nocte impiva uno canolo grosso come el deto et per trovarlo se butavano nel fondo de lacqua et cavava le mane piene de sabia et ivi circava li grani le qual se ponevano in bocca dove se crede che in quel loco sia molto oro questi Indiani fondevano loro in una cazola in ogni loco dove gli acascha et per fonderli fano li mtesi over folli de fistole de canavere et accendono con loro el foco: et cosi noi vedessemo fare in ntra presentia: el dicto cacique porto al nostro capitaneo presente un garzon de eta de circa XXII anni et lui non volse prenderlo.

Questa e una gente che tene molta reverentia al suo signore che in sentia de noi altri quando non aechiavano ci loco cosi presto dove havevamo a star albra: el suo cacique li dava delle bastonate et lo nostro capitanco li deffendea et hibiva a noi altri che non baratassemo le nostre merce con le mante over cote loro e questi li Indiani venivano ascosamente fra noi senza timore alcuno et veniva liberalmente uno de essi fra X xpiani et ne portava oro et fecte cote et noi le prendevemo et remettevemo loro al capitaneo: ivi era uno fiume molto principal dove tenivamo el nostro alogiamento et la gente ra vedendo la qualita della terra stava de opinione de populare quel paese forza: de la qual cosa increbbe al capitaneo: et lui fu quello che dete piti de tutti che li manco ventura li signoregiar in tal terra per che se crede fra sei mesi non se haveria trovato alcuno che se havesse ritrovata la valuta de mco de doi miglia castigliani et lo Re haveria hauto piu de doi milia castigliani: et ogni castigliano vale uno ducato et un quarto: et cosi tissemo del dicto loco molto desperati el descontento del capitaneo al tempo che noi partissemo li diti Indiani ne abrazavano et piangevano noi altri et portaron el capitaneo una Indiana tanto ben vestita che de brocato non potria esser piu ricca et credemo che questa terra e la piu ricca et piu prospera che sia nel mondo de pietre de molto valore de le quale ne portarono molte peci specialmente una che se porto per Diego Velazquez la qual se sume secondo che stata lavorata che val piu de II milia castigliani: de sta gente non so che dir altro per che quello se visto ne tanto gran cosa che apena se puo credere.

De qui facemo vela per veder se in capo de quelli monti se finiva la isola: el corrente delle aque era molto grande. Verso la partissemo, et navigassemo ad uno loco populato sotto de li monti fatti al qual ponessemo nome Almerie per causa de laltra che e piena de molte frasche et de rame de arbori questo loco usitero IIII canoe over barchete de Indiani le qual se accostorono al bergantino che menavamo con noi et ge dissero che andassero al suo viaggio che loro se allegravano della sua venuta et con tanto ao dimandavano quelli del dicto bergantino che pareva che piangesseno et causa de la nave capitanea et delli altri navilii che andavano piu alargo non se feceno cosa alchuna nandassemo a loro et piu avanti trovassemo altra gente piu superba la qual incontinente como videno li navilii usciteno XII canoe de Indiani de un grosso villagio che al parere et vista del mare non parea meno che Seviglia si ne le case de pietra come in le torre: et grandeza sua et essi Indiani veneteno contra noi con molte freze et molti archi et dritamente ne veneno ad asaltar et ne voleano prendere credendo esser bastanti de far ne captivi et dapoi che gionsero et videro che li navilii erano tanto grandi se partirono da noi et ne incominzorono a tirarne delle frezze: et visto questo el capitán comando che se descargase le artegliarie et balestre le quale amazorono IIII Indiani et sfondrorno una canoa et questo non se atrigando piu fugitteno tutti li dicti Indiani et noi altri volevamo intrare nel suo vilaggio et el nostro capitaneo non volse.

In questo giorno sul tardi vedessemo miracolo ben grande el qual fu che apparve una stella incima la nave dapoi el tramontar del sole et partisse sempre buttando razi fino che se pose sopra quel vilagio over populo grande et lasso uno razo ne laiere che duro piu de tre hore grande et anchora vedessimo altri signal ben chiari dove comprendessemo che dio volea per suo servitio populassemo la dicta terra et cosi giungendo al sopradicto vilagio dapoi visto el nciato miracolo la corrente dellaque era tanto grande che li piloti non osavano andare piu avanti et determinamo tornar in drieto et dessemo volta et essendo cosi grande la corrente et el tempo non molto bono el piloto magior dete la sponda della nave al mare et dapuoi che havessemo dato la volta pensassemo passar denanci al populo over il vilagio de S. Ioan che e dove stava el cacique sopradicto che se dice Ovando et rompessemo una antena de una nave et per questo non lassassemo de voltigiar el mare et venisse apprender acqua in XV giorni non andassemo piu de C el XX miglia vel circa de qui venissemo a recognoscere la terra dove era el fiume de Grialva, et cognoscemo un altro porto che se chiama Sancto Antonio al qual nui altri li ponessemo none che ge intrassemo mancamento de acqua per la conserva et qui stessemo aconciando la antena rota sopradicta et pndendo acqua per el bisogno stessemo VIII giorni et in questo porto trovmo un vilagio che la se vedeva da longe et lo capi. non li lasso andar specialmente che una nocte se desparorono VIII navalii et venendo urtorono sopra li altri et si rupeno certi instrumenti over ordeni de esse nave tutta via volevamo restar li ma el capi. non volse, et partendone da quel porto la nave capitanea ando rastilando per larena et rompette una tavola et dapoi che vedessimo che se anegavemo metessemo una barchada de XXX hi in terra et posti che furono in terra visteno circa X Indiani da laltra parte et portono 33 cete et chiamorono li xpiani che andaseemo da loro facendoli col deto segno de pace et faceva secondo el coste loro sanguinarse la lengua et sputavano in terra in segno le pace et doi de li tri xpiani andorono da loro dimandoli le dicte cete le qual erano de ramo et elli gli detteno volentiera et essendo rota la sopradicta nave capitanea fu necesario desimbarcare tutto quello che li era dentro et similmente tutta la gente et cosi in dicto porto de Sancto Antonio facessemo le nostre case di paglia le qual ne giovorono molto el mal tempo che determinassemo de star in dito porto adobarla che fu de XV giorni in li quali li schiavi tri che portavemo de la insula de Cuba andavano fra terra et trovavano molti frutti de diverse sorte tutte da manzare et li Indiani de quelli lochi portavano mante over copte de bombaso et gale et doi fiate portarono oro: ma non osavano venir seguramente per timor de li xpiani et li tri schiavi sopradecti non tenivano paura de andare et venire per quelli vilagii et dentro la terra et qui appresso un fiume trovamo che una canoa over barcheta de li Indiani haveano passati de laltra banda et havean portato uno puto et li cavavano el core et lo decolavano dinanci a uno idolo et passando el batel de la nave capitanea da laltra banda viste uno tumulo ne larena over sabia et cavando trovorono un puto et una puta che pareano morti di poco tempo tenivano li diti morti al collo alchune cadenelle che potevano pesar circa cento castigliani fate come peri piccoli et diti morti erano involuti in certi manti over coperte de panno de bombaso et IIII tri schiavi se partirono del ro logiamento et andorno dentro dito vilagio de li Indiani li quali receveteno molto ben in nel suo vilagio li detteno a manzar galline et li detteno alogiamento et li insignorono certe balle de mante et molto oro et ge dissero per signale che haveano parechiato le sopradicte cose portarle laltro giorno al capi. et poi che visteno chera tardi et chera hora de ritornarsi li disseno che ritornasseno a le nave dandoli a cada uno de loro doi para galline et si havessemo havuto sufficiente cap. cavavemo de qui piu de doi miglia castigliani et questo non potessemo ne mutar merce tre ne populare la terra ne far cosa bona con lui da poi conciata la nave timo da questo porto et ne metessemo al mare et se rompete uno arbore mazor de una nave et fu mestier remediarli et el ro capi. che non tenessimo cura ben che stavamo fiachi la mala giornata et haver manzato poco ne disse che ne volea metere in Campoton che e dove li Indiani amazorono li xpiani che ivi havea porto Franc. Fernandez cap. sopradicto de laltra armata et cosi nui altri con bono ao commenzassemo a apechiar le re arme et metter in ponto le artelarie: stavamo lontani dal popolo de Camponton piu de IIII miglia et cosi saltamo C hi netti batelli et andassemo ad una torre ben alta che stava lontana dal mare un tirar de balestra da terra et li stessemo aspettar el zorno: stavano molti Indiani in ditta torre et dapoi che ne visteno andare detteno un crido et se imbarcaron in le sue canoe et incomenzorono a circundar li batelli et li tri li tirarno colpi de arteliaria et essi se partiron verso terra et sparechiorno la torre et noi la prendessemo et ivi se avistorno le barche con la gente chera resta nelli navilii la qual salto tutta in terra el cap. cominzo a prender el parer do la gente le qi tutte con bon ao volea intrare a vendicar la morte delli xpiani sopraditi et brusare el vilagio: ma poi se acordassemo de non reintrare et ne imbarcassemo partendo verso laltro vilagio de Lazaro e li saltamo in terra et prendemo aqua et legna et molto maiz: che e la sopradita radice che fanno el pane del quale ne havessemo abastanza tutto il camino et traversamo per questa isola et inviassemo a questo porto dove se chiama S. Xpoforo et trovamo un altro naviglio chel signor Diego Velazquez ne havea mandato contra noi altri credendo che havessemo populato qual che loco et partisse del camino che non ne trovo e tenía altri sette navilii che gia XII giorni giva cerchando noi altri et ce sepe la venuta ra e che non havevamo hintato la terra hebe dispiacer et comando a tutta la gente che non passase de questa provincia vedendoli del vivere de tutto quel gli facea bisogno et che incontinente piacendo a Dio vole che ritornemo dietro alti altri.

Dapoi il sopradito viagio scrive il capitaneo larmata al Re Catholico che ha scoperto un altra Isola dita Uloa in la qual hanno trovato gente che vanno vestiti de panni de bambaso, che son assai civili e htano in case murate et hno leze et constitutie tra essi e lochi publici deputadi a la administratione de iustitia: adorano una croce do marmoro biancha et grde che incima tiene una corona doro et dicon loro che sopra vi he morto uno che e piu lucido et resplendente chel sole sono gente molte ingeniose et si comprende el suo ingegno it alcuni vasi doro et in cime cote bambaso ne le qual sono inteste molte figure de ucelli et aali de diverse sorte le qual cose li htanti dita isola hanno donato al capitaneo el qual dapoi ne ha mandato al Re Catholico bona parte de esse et da tutti communamente sono state iudicate opere ingeniosissime et e da saper che tutti li Indiani delle sopradicte isole sono circuncisi donde che se dubita che ivi appresso se atrovano mori et iudei in cio che affirmavano li sopraditi Indiani che ivi appresso erano gente che usavano nave vestimente et arme come li spagnoli et che dove habitano una canoa li andava in dieci giorni et che po essere viaggio de CCC miglia vel circa.

Qui finisse lo Itinerario de lisola de Iuchathan la qual e ritrovata per il signor Ioan de Grisalve capitán de larmata del Re de Spagna: et facta per il suo capellan.



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