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ArribaAbajoXXV. La precocidad griega

222, OSADÍA. Los jónicos, libres de los límites de la mitología y de la autoridad, irrumpieron en la historia conocida con un concepto extraño, novedoso y disparatado: la naturaleza. Sobre el mismo tema hicieron luego variaciones no menos admirables. No todos negaron la existencia de lo sobrenatural, pero ningún espíritu individual fue decisivo en los nuevos mecanismos cósmicos. En todo caso, quedaron formando parte de la naturaleza. La inteligencia ordenadora (nous) de Anaxágoras, el logos de Heráclito, no eran elementos más antropomórficos que el Viejo sin dados de Einstein. -Como en todo el mundo habitado por las creaturas, en Grecia también hubo dioses. Y muchos; pero como en ninguna otra parte estas divinidades fueron tan permisivas. Al mismo tiempo, en los dominios del absolutismo metafísico, en Medio Oriente, el libre pensamiento y la imaginación individual fueron condenados. Ni en la Torah ni en los Evangelios ni en el Corán hubo jamás alguien que tuviese algo bueno para decir y, al mismo tiempo, fuese totalmente responsable de sus propias ideas. Tampoco en los antiguos textos egipcios, hindúes y babilonios, si nos olvidamos de Buda y de Confucio. Todos los libros sagrados fueron escritos por intermediarios, profetas que hablaban en nombre de otro Ser y cuyas virtudes radicaban en el respeto a una tradición; aún cuando, como Jesús, estuviesen operando una revolución en la misma tradición que se respetaba. Pero la innovación de los primeros filósofos griegos, posteriores a Homero, no fue sólo el tema (la naturaleza) sino su osadía, metafísica y epistemológica: no se recostaron a antiguos textos, a conocidas tradiciones o a temibles autoridades. Por el contrario, criticaron y rechazaron lo establecido. Incluso aquello que sus propios colegas habían sostenido minutos antes, al mejor estilo de las vanguardias del siglo XX. Cada uno podía hacer alarde de su propia iluminación y acusar de ceguera a aquellos que no entendían cómo funcionaba el mundo.

223, IMAGINACIÓN. Hasta Sócrates, los filósofos se ocuparon casi exclusivamente de cosmología. La diferencia entre cualquiera de aquellas cosmologías del siglo V a. C. y las últimas en boga es sólo de información; no de inspiración o de genialidad. El pueblo griego, además de admirable, es desconcertante: ellos son los personajes reales de una historia moderna de ciencia ficción. Tales de Mileto, con un estilo muy científico, (genial o plagiador o ambas cosas) observó que todo ser vivo necesitaba agua y de éste dedujo el elemento principal del cual surgió todo. (El mismo razonamiento habría seguido Aquenatón al observar las cosas debajo del Sol; pero el griego no adoró el agua.) Otro griego, Anaximander, concibió el mundo rodeado de un espacio infinito, lleno de otros planetas como Gea. Para Heráclito de Éfeso, el Universo estaba compuesto de un solo elemento: el fuego, el que a su vez estaba subordinado a leyes racionales. «Este orden del mundo -escribió para nuestro asombro-, el mismo para todos, no lo hizo dios ni hombre alguno, sino que fue siempre, es y será; fuego siempre vivo, prendido según medidas y apagado según medidas». La diferencia entre fuego y energía es mínima; una es la metáfora de la otra o la otra es simple abstracción moderna. Si cambiamos la imagen por la idea, en lugar de una afirmación arcaica obtendremos una por demás moderna. Advertir la presencia de calorías en el agua fría, como lo hizo Joule, es menos heroico que advertir la presencia del fuego mismo en el agua caliente, como lo hizo el griego.

224, PRECOCIDAD. Aquellos originales genios de Grecia que inventaron la filosofía y el pensamiento moderno, injustamente son más conocidos por sus errores o por sus metáforas que por sus aciertos. A Empédocles se lo recuerda por sus cuatro elementos; a Parménides por haber negado el movimiento; a Heráclito porque nunca pudo lavarse las manos dos veces en el mismo río. Pero se pasa por alto todas aquellas ideas que consagraron a Darwin, Freud y Saussure o Lévi-Strauss. Casi nadie reconoce la precocidad freudiana de Platón o el estructuralismo de Heráclito. Es más, no conozco autor que haya observado el descubrimiento darwiniano de Empédocles (aunque eso bien pueda deberse a mi irremediable ignorancia). O sí, porque Aristóteles hizo alguna referencia. «Los seres en que todo sucedió como si hubiesen nacido para un determinado fin -comentó Aristóteles-, se conservaron por hallarse adecuadamente constituidos por azar; aquellos en lo que no ocurrió así, murieron y siguieron muriendo, a modo que Empédocles dice respecto a las "criaturas vacunas con rostro humano"». Más reciente podríamos considerar a Parménides o Zenón. Me refiero a aquella disparatada idea o producto dialéctico de que una flecha lanzada al aire no se mueve. Ahora los científicos afirman lo mismo pero de una forma más sofisticada. La antigua flecha de madera ahora es la «flecha del tiempo» y apunta a la segunda ley de termodinámica. Y, como la otra, no se mueve. El tiempo posee una dirección pero no fluye. Paul Davis lo definió así: «The correct way to picture the arrow of time is by analogy with a compass needle or weather vane, which point in a direction but do not move towards it».

225, DIOSES. ¿Cómo los griegos llegaron a tanta osadía? Sabemos que aún para comprender una ruptura hay que recurrir a la tradición, a ese pasado rechazado. En ese pasado habitan los dioses olímpicos, todos formando un estado semi-anárquico. O por lo menos democrático. Los dioses griegos estaban desmerecidos por los defectos propios de las «creaturas de un día»; eran, además, productos del poderoso espíritu estético de su pueblo. Con frecuencia subían a los escenarios donde eran admirados o burlados. Ya al último de los clásicos, a Eurípides, no le pesaban estas supuestas autoridades, mientras que Aristófanes se mofaba de ellos sin miedo a la tortura o la cárcel. Los dioses griegos eran inmortales, pero poseían todos los defectos que podían tener los humanos, lo que los hacía hermosamente trágicos. Sus virtudes antes que éticas eran estéticas. No los unía el temor sino la admiración. Los cultos expresaban emoción y alegría, no arrepentimiento o expiación. Los dioses podían ayudar a las creaturas, pero no eran los responsables de sus destinos. Cualquier desgracia podía caerle a un hombre bueno o a uno malo. En La República de Platón, Adimanto dice: «Los dioses han destinado calamidades y vida miserable a muchos hombres buenos o suerte contraria a quienes no lo son». Difícilmente encontremos en otros mitos, contemporáneos a los griegos, la misma intervención de creaturas y semidioses. En este sentido, los mitos eran semejantes a un film moderno: la fama del protagonista, del héroe, era el estado máximo al que aspiraban los mortales. La fama era la forma de prolongar la existencia en la conmovida memoria de las otras creaturas. -Mientras tanto, en otros mitos más allá del Egeo, las creaturas eran pasivas, extras o actores de reparto para las cuales la mayor virtud era la obediencia debida. Dudar y actuar por cuenta propia era condenable: no puede haber nada nuevo bajo el sol porque la verdad ya ha sido revelada. Esta obligación de someterse y no dudar significó seguridad metafísica, pero jamás hubiese alentado el surgimiento de filósofos como en Grecia. Y aunque sí improbable, no sería imposible que alguno de estos intelectos haya visto la luz en Palestina, pero debió ser condenado al silencio público o al silencio propio. -San Agustín, Orígenes de Alejandría, Tomás de Aquino, Lutero, Kierkegaard sólo son comprensibles si se los ubica en el tiempo que vivieron. Como casi toda la teología, son el resultado híbrido de una fe religiosa habituada al ejercicio intelectual que heredaron de Grecia. Los dioses griegos, poderosos pero no invencibles, influyentes pero no determinantes, imperfectos, prolíficos en conflictos existenciales, incentivaron o permitieron el espíritu crítico de un pueblo escéptico. Ningún cristiano o musulmán osaría jamás cuestionar una sola actitud de Dios. Tanto es el respeto que irradia Dios que ni los ateos se burlan Él. Lo peor que le podría ocurrir a Aristófanes sería la pobreza o la muerte. Pero no el castigo eterno. Y que éste fue, de una forma o de otra, un temor invencible, lo demuestran aquellos cristianos que aceptaban la tortura y la muerte con fanática resignación (para no hablar de algunos fundamentalistas modernos). Entonces, no es casualidad que el teatro, la tragedia, la ficción, la comedia y la política hayan nacido o pasado a través de los griegos. Para crear y para pensar libremente es necesaria mucha osadía espiritual. Mucha.

226, ESCATOLOGÍAS. Para los antiguos griegos la vida más allá de la muerte no tenía más importancia que ésta otra de más acá. O simplemente no creían en ella. Semejante a la visión sumeria, el más allá era gris y tan indefinido como un sueño ingrato, aunque no pesadillesco si el muerto se acostumbraba. Sólo seres excepcionales como los héroes podían ser premiados con algo mejor. Pero en cualquier caso no eran tomados muy en serio. Algo más tarde, con los primeros filósofos, se depuró ese desinterés hasta la condena. Para Demócrito, el mundo estaba compuesto de átomos en eterno y mecánico movimiento. Por lo tanto, todo conocimiento era la consecuencia del impacto de esos átomos en los sentidos. Al morir, el «alma» desaparecía y los átomos de un cuerpo pasaban a formar otros cuerpos. Y en todo esto no había ningún propósito. Protágoras dijo que era imposible asegurar la existencia o inexistencia de los dioses; el sofista Cratias, que los dioses eran la mera invención del temor de aquellos que actuaban mal. El mundo estaba construido de materia visible y nada más; y, gracias a este reconocimiento, los hombres podrían entonces liberarse de las restricciones religiosas. -Fue recién en el siglo VI a. C. cuando en Eleusis, localidad cercana a Atenas, aparecieron dos nuevos dioses prometiendo vida eterna: Dimitrio y Perséfone. Fue entonces que comenzó a entreverse una especie de Paraíso y otra especie de Infierno en el horizonte escatológico de Grecia. Por supuesto que no es difícil adivinar de dónde provenían semejantes dioses.

227, REACCIÓN. A fines del sexto siglo, el místico Pitágoras enseñó que el alma sobrevivía a la muerte para regresar en un nuevo nacimiento. El alma podía descender a cualquier otro animal, por lo que la ingestión de carne fue despreciada por los pitagóricos. Herodoto comentó que Pitágoras había tomado esta idea de Egipto, pero es claro que una idea semejante sólo debía estar de paso por allí. Con el resto de los filósofos griegos se multiplicó la diversidad metafísica e ideológica. Hubo un tiempo en que las creaturas de Gea comenzaron a cuestionarse todas las antiguas explicaciones mitológicas acerca del Universo, y de esta osadía nació la filosofía. Pero como ésta surgió del espíritu crítico, cuyo principal instrumento es la duda y el cuestionamiento, no tardó en reaparecer en escena su contrario: el espíritu religioso. Con la imposición de una verdad y con la obligación de no cuestionarla, se alejaron las dudas metafísicas y la tolerancia. Por lo que también en Grecia se llegó al derramamiento de sangre pensadora. Se asesinó a los principales intelectuales de Atenas. A Sócrates no lo condenaron por corromper a la juventud, así a secas, sino por dudar demasiado, es decir, por irreligioso. -Una vez más se demostró que la muerte y la censura suelen ser inútiles contra las grandes creaturas. Porque el ideal de los últimos dos mil años ha sido, por lo menos en Occidente, pensar como Sócrates y sentir como Cristo. Dos condenados a muerte que no pudieron ser silenciados por las leyes y la justicia humana.




ArribaAbajoXXVI. La innecesaria intervención de Dios

228, VIAJES. Los viajes han sido fructíferos y catastróficos en la historia. Tales de Mileto, uno de los primeros grandes filósofos, viajó por Egipto y Caldea cuando estas dos superpotencias eran Primer Mundo y de ahí debió tomar la idea o la inspiración de que el agua es el origen de todas las cosas. El pensamiento deductivo, base de la racionalidad occidental y atribuido a este mismo hombre, ya era conocido y practicado por los sacerdotes egipcios. También Pitágoras emprendió un largo viaje por Medio Oriente y de Mesopotamia tomó su famoso teorema. O, por lo menos, aquella gente ya lo conocía antes de que él lo descubriese. (Creo que Pitágoras tomó de Egipto algo más, si Pedro Guirao estaba en lo cierto cuando escribió: «... la manera de expresarse por medio de símbolos, permitía a Pitágoras dejar su pensamiento en la penumbra, supliendo así las deficiencias de la lengua griega, que no permite la escritura jeroglífica de los sacerdotes egipcios».) -Algo más tarde, a principios del siglo XII, Adelardo de Bath emprendió un extenso viaje de estudios por el sur de Europa, Siria y Palestina. Este joven inglés tomó de los árabes lo que éstos habían tomado de los griegos. Y sin quererlo, provocó una revolución epistemológica que no negaba a Dios pero que lo mandaba de vacaciones por un tiempo.

229, CONSEJO. En el siglo VII Mahoma pronunció la frase que los fundamentalistas modernos más gustan ignorar: «La tinta del sabio es más santa que la sangre del mártir». Acto seguido aconsejó: «Ve a buscar la ciencia a China, si es necesario. La ciencia, incluso si comienza por no tener a Dios por objeto, termina por tenerlo al final». Los árabes recogieron este precepto en el Corán y lo pusieron en práctica. Durante todo el tiempo que Europa había olvidado y despreciado las culturas no cristianas, los islámicos se ocuparon de estudiar y recoger textos griegos, chinos e hindúes. A poco de este ejercicio intelectual, comenzaron a producir sus propios aportes hasta que no hubo pueblo que los aventajara en ciencias y filosofía. Ahora, por algún misterioso proceso, los tradicionalistas argelinos advierten que el que viva de la pluma morirá con la espada. Y también lo ponen en práctica.

230, MODERNUS. Al regresar de su viaje, Adelardo debió enfrentarse con los dogmas que en la época predominaban en Inglaterra. Pero logró introducir un paradigma que aún hoy es sostenido por famosos científicos como Stephen Hawking: Dios había creado la Naturaleza de forma de que podía ser estudiada y explicada sin Su intervención. Creo que semejante idea era del monje Pedro Abelardo. «No se puede creer -decía- sino lo que se entiende». Y en otra parte: «En aquello que puede ser discutido por la razón no es necesario el juicio de la autoridad». Sin embargo: «El uso de la dialéctica en teología no puede llevar a la enseñanza de la verdad en un campo que ningún mortal puede alcanzarla con sus propias reflexiones». Por eso: «A la autoridad se debe confiar sólo mientras la razón permanece oculta». Opuesto a lo que siglos más tarde entenderían William Okham primero, y Kant después, pensó que: «Hay una continuidad entre el mundo de la razón y el de la fe». Más radical, Abelardo de Bath reprochaba a los pensadores de la época por haberse dejado encandilar por el prestigio de las autoridades. Por ellos esgrimió la consigna «razón contra autoridad», y se hizo llamar a sí mismo modernus. «Yo he aprendido de mis maestros árabes a tomar la razón como guía», dijo una vez. «Sin duda, el nacimiento de las plantas es querido por el Creador. Pero esto no sucede sin una razón». Retomó los cuatro elementos de Empédocles, los cuatro responsables del crecimiento de las plantas. Como casi todos los griegos, enseñó que el movimiento de los astros obedecía a leyes numéricas y que no era ningún misterio que Gea estuviese suspendida en el espacio. Gea es pesada y tiende a caer; pero es esférica, y lo más bajo de una esfera es su propio centro. Por lo tanto (razonó) si arrojase una piedra por un túnel que atravesara el planeta por uno de sus diámetros, la piedra tendería a estabilizarse en el centro. Y Dios no intervenía en estos detalles.

231, BESTIARIOS. Un género propio de la Edad Media eran los bestiarios. Allí no se exponía ninguna explicación racional de la naturaleza; más bien suponían poderosas analogías. Se procuraba hacer coincidir cada tipo animal con su carácter humano. En su intención de confirmar las Escrituras a través de los ejemplos de la naturaleza, anteponían las tesis a la demostración. Los teólogos que reaccionaron contra la racionalización de la naturaleza debieron intuir la imposibilidad de deducir valores morales a través de un camino tan neutro. Por otra parte, aun más difícil resultaba explicar los milagros ya que, por definición, milagro era todo aquello que escapaba a las leyes racionales. El milagro es el acontecimiento más directo de una Voluntad independiente de las leyes que rigen el Universo. La razón dice que un duraznero sólo puede dar duraznos, pero Dios puede hacerlo dar peras o manzanas. A este argumento Guillermo de Conches respondía que Dios podía hacer un ternero del tronco de un árbol, pero jamás lo había hecho. Afirmar que un duraznero nunca dará manzanas no significaba negar la existencia de un Creador, pero esa idea lo ubicaba en una lejanía gnóstica. Es decir, con la razón la creatura renunciaba a un contacto directo con Dios; entre él y su creador había una Naturaleza llena de interminables leyes, densa y por sí sola desconocida. Lo cual amenaza el recuero del Supremo y acrecienta la soledad de la creatura metafísica. Tal vez por todo eso, en el siglo IX, Pedro Damián advirtió que la filosofía era un invento del diablo. «Dios no puede ser el objeto de una investigación racional», decía, no sin razón.

232, HIPÓTESIS. Isaac Newton alcanzó a descubrir que su teoría cosmológica producía algunas irregularidades de cálculo; mínimas, pero que acumuladas amenazaban la solidez de todo el sistema. Como no se atrevió a hablar de errores, y mucho menos de imperfección, atribuyó estos detalles a la esporádica intervención de Dios. Esa fue la última vez que en la historia de la ciencia se involucró al Creador en su propia obra. Desde entonces, suponer Su intervención en el funcionamiento del Universo pasó a ser, de hecho, una Imperfección intolerable; para la teoría y para el Creador. Algo más tarde, en 1796, el astrónomo, matemático y francés Pierre Simon Laplace formuló su teoría del sistema Solar. En realidad lo que hizo fue perfeccionar el paradigma newtoniano limpiándolo de las esporádicas intervenciones de un Ser corrector, supuesto en última instancia por Newton. Cuando Napoleón le preguntó dónde estaba Dios en su teoría, el científico respondió: «Señor, Dios es una hipótesis innecesaria». En el mismo siglo, John Stuart Mill declaró que la ciencia era incompatible con un Dios voluntarioso. Como ya no era posible destronar el paradigma cuantitativista y asustaba un poco destronar a Dios, se inventó un dios totalmente nuevo que parecía el mismo: sólo es posible un Dios (afirmó Stuart Mill) que gobierne el mundo según leyes invariables. Este nuevo Dios, el Dios de G. W. Leibniz y de Spinoza, había creado el Universo con sus leyes y luego se había retirado a descansar. Pero a descansar en serio, lo que significa que no fue Él el responsable de violar las leyes hidrostáticas en el mar Rojo. -El propio Einstein dijo, en 1947, que la idea de un Dios personal (voluntarioso) no se podía tomar en serio. Lo que en pocas palabras niegan todas las Sagradas Escrituras, desde Moisés hasta Mahoma.




ArribaAbajoXXVII. Dios y la ciencia

233, ATEOS. Si la teología es una rama del pensamiento que parte de un precepto -Dios- para volver a él en sus conclusiones, la ciencia es aquella disciplina que parte del supuesto de que Dios, si existe, no interviene en el funcionamiento de su propia obra. Es decir que toda ciencia parte de una metafísica particular: la eliminación de Dios como hipótesis de trabajo. Esta particularidad ha llevado a muchas creaturas a una conclusión fantástica: el ateísmo es más científico que el teísmo.

234, MATERIALISMO. El materialismo, desde el momento en que es una representación del mundo, también es una metafísica. Una metafísica paradójica, ya que pretende no serlo. Una creatura que se baña bajo la lluvia no está haciendo metafísica: se está bañando. Pero desde el momento en que concibe su cuerpo y el agua que cae sobre él como un conjunto cerrado de átomos, se está representando una forma del ser. Y eso, aparte de ser ontología científica, es metafísica materialista.

235, PLATONISMO. Tal vez no haya persona semiculta en el mundo que no haya oído el comentario sobre la misteriosa similitud que existe entre las pirámides de México y las de Egipto. Para algunos adictos a misterios de revistas semanales esa semejanza significa una prueba «irrefutable» de una intervención extraterrestre. Esta idea de irrefutabilidad, supongo, proviene de la supersticiosa idea de que sólo una máquina voladora es capaz de conectar Egipto con México obviando la bravura del Atlántico. Pero recordemos que la mayor separación entre Kéops y Chichen-Itzá no estaba en el Atlántico sino en los tres mil años que transcurrieron entre una construcción y otra. Ahora, ¿cómo respondería a este enigma alguna de las disciplinas científicas? Respuesta: las pirámides en cuestión son la expresión de la mente humana en una determinada edad. Porque las construcciones piramidales representan montañas (perfectas), primitivo elemento sagrado entre las creaturas. Las montañas, las pirámides y los zigurats se elevan hacia el cielo. En las culturas mesopotámicas las montañas significaban «el umbral hacia el más allá»; en los pueblos paganos de Palestina era un montículo, elevación o ramá; para los hebreos era el monte Sinaí; para los griegos el Olimpo. Se supone entonces que lo verdadero no son los elementos particulares sino los comunes. -Desde el siglo XIX, distintas teorías y disciplinas (lamarkismo, darvinismo, sociología, psicoanálisis, antropología, estructuralismo) han estudiado el fenómeno religioso como la expresión de la mente humana. También Carl G. Jung y Joseph Campbell estudiaron los mitos y los dogmas como si fuesen el reflejo necesario de una estructura arcaica del cerebro. Aunque no quisieron refutar a Dios, lo tradujeron a fórmulas psicológicas. Desde entonces dios (con minúscula) es uno de los pilares del cerebro humano. Los sueños dejaron de ser los portadores de mensajes exteriores, como en Homero o como en José, para representar el relato de una historia milenaria que se perpetúa en la cópula. El tetrakis (número cuatro pitagórico) le habría llegado a cada creatura como a aquel personaje de Borges le llegó el signo del dios grabado en la piel del jaguar a través de «ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños para conservar el dibujo». Hay un pensamiento de Jung que creo lo resume de una forma inmejorable: «La forma de estos arquetipos acaso sea comparable al sistema axial de un cristal, que predetermina la formación cristalina en el agua madre sin poseer él mismo existencia material». -Lástima que, no sin remordimientos, el científico confunde más tarde una observación epistemológica con otra referida a la psicología: «Una teoría científica -escribió- pronto será superada por otra; el dogma perdura por siglos incontables. El Hombre-Dios que sufre tiene, por lo menos, cinco mil años; y la Trinidad acaso sea aún más antigua».

236, IRREFUTABLE. Como decía Popper, una hipótesis es científica cuando puede ser refutada. Como Dios carece de esa virtud de refutabilidad no sólo se lo excluye de las ciencias (lo cual es lógico) sino además, por exceso de celo profesional, también se lo excluye de la metafísica, lo cual es absurdo. Según el Islam, la ciencia sería algo así como un camino laico que conduce a Dios; pero según los ateos ese camino termina en el átomo y el número.

237, COSMOGONÍA. Reflexionar sobre el origen o sobre la naturaleza del Cosmos siempre fascinó a las creaturas de Gea. Es difícil que este tipo de pensamiento esté desprovisto de fuertes cargas de emoción porque, de una forma u otra, reflexionar sobre el Cosmos es tocar, secretamente, el destino de la creatura humana. Y no sin prejuicios o temores. -Cada vez que se descubre una nueva estrella o una nueva galaxia se pone en duda la existencia de Dios. Como si la creación de una montaña fuese más fácil para un Todopoderoso que el Universo entero. Pero la cosmogonía astrofísica, la más prestigiosa de nuestro tiempo, quedará por siempre inacabada; porque ése es el destino de todo conocimiento científico: la provisoriedad. La cosmogonía del Big-Bang, si no incorpora a Dios como responsable, se convierte en un Reventón al cuete. Lo cual es probable y sólo probable. Por su parte, las teorías evolucionistas y la geología pueden negar la Creación en siete días, pero no pueden negarla simplemente. Mientras persista el Enigma original, Dios no podrá ser refutado. No al menos científicamente. Dios desaparecerá cuando la ciencia pueda responder la última Interrogante sin recurrir a Dios.

238, ILUSIÓN. Si Dios es la consecuencia de la Ignorancia humana, razón de más para creer en Él. Porque si toda ciencia humana es relativa y débil, la Ignorancia es poderosa e invencible. Si Dios es una ilusión, el materialismo científico no lo es menos. Pero con una desventaja: el materialismo es una ilusión doble: es una ilusión basada en la ilusión del conocimiento positivo del mundo, el que ya se ha revelado como relativo, limitado y provisorio. Dios, en cambio, contiene aquello que presentimos pero no podemos tener: la Verdad.

239, ÉXITO. De la misma forma que la religión ha perdido todas las batallas con la ciencia, la ciencia no ha podido evitar el renacimiento de la religión de sus propias contradicciones. Lo cual no deja de ser un éxito rotundo.

240, TIEMPOS. Para el pensamiento religioso todo pasado fue mejor. El pasado mitológico, porque la creatura es un «ser caído»; el pasado histórico, porque ya no hay profetas o las creaturas siempre son peores; el pasado teológico, porque la autoridad aumenta con la antigüedad de los pensadores, tanto como para refutar a Galileo con otro pagano llamado Aristóteles. Esta actitud frente al tiempo se refleja en la vestimenta también: los sacerdotes actuales visten como en el siglo XII; el grupo protestante de los Amish no sólo visten como sus abuelos del siglo XIX, sino además se niegan a andar en automóvil y por ello, en Estados Unidos, se desplazan usando carros de cuatro ruedas tirado por un pobre caballo que no alcanza a comprender la arbitrariedad humana. Para el pensamiento científico ocurre estrictamente lo contrario. Para cualquier científico moderno o posmoderno, sus conocimientos son superiores a los de Arquímedes o a los de Galileo. Diferente a los dos, para el arte no existe este desequilibrio entre pasado y presente; el arte profundo tiende a manejarse con un tiempo propio: la eternidad o la inmanencia. Casi ningún escritor actual, por ejemplo, osaría mirar desde arriba a Homero o a Shakespeare.

241, SEPARACIÓN. Tomás de Aquino, entre otros escolásticos, procuró reconciliar fe y razón. William Ockham decidió que esta empresa no sólo era imposible sino además innecesaria. Desde entonces, desde el siglo XIII, la condena del pensamiento científico ha sido la exclusión de Dios. (Con las célebres excepciones de Newton y Descartes. El francés hizo de Dios el centro de su pensamiento; el inglés recurrió a Sus servicios para corregir algunos defectos de su sistema). Así como una teología sin dios dejaría de ser teología para convertirse en filosofía atea, una ciencia con Dios como hipótesis dejaría de ser ciencia para convertirse en teología. No hay, o no debe haber, ningún contacto posible entre física y metafísica, según Kant; cualquier hipótesis científica, por disparatada que sea, será preferible al recurso de la metafísica para explicar a la materia. Ningún científico, por religioso que sea, aceptaría la afirmación aristotélica de que una piedra cae porque el Espíritu del Señor la impulsa hacia abajo. Si ese mismo científico un día descubriese una piedra apoyada en el cielo raso de su casa, procuraría explicar el fenómeno recurriendo a las leyes conocidas de la física o buscará otras nuevas. Estas leyes podrán revolucionar la ciencia con un nuevo paradigma, pero en ningún momento involucrará a Dios en el tema. Luego, si alguien lo interroga sobre cómo se concilia su concepción cosmológica con Dios, responderá lo mismo que respondieron los herejes Abelardo de Bath y el sacerdote William Ockham.




ArribaAbajoXXVIII. Nacimiento de la ciencia moderna

242, CAMBIOS. ¿De dónde surgió el desafío humanista del siglo XV? Podemos pensar en cuatro causas importantes:

  • a1 -El impulso crítico del racionalismo escolástico
  • a2 -El renacimiento del espíritu estético de la antigua Grecia
  • b1 -El desarrollo de la agricultura en el siglo XIII por nuevos descubrimientos técnicos
  • b2 -La migración del campo a las ciudades, que es donde se está más lejos de la imprevisibilidad del tiempo y más cerca de las otras creaturas y sus relaciones comerciales.

243, ESTÉTICO. A finales de la Edad Media los intelectuales estaban complicados con la cuestión que enfrentaba la fe a la razón. A mediados del siglo XIV, William Ockham, inaugurando la vía moderna, resolvió los conflictos de la pareja con un divorcio: el reino de Dios debía ser separado de la realidad material. Para lo primero estaba la fe y la teología; para lo segundo el análisis racional. Al rigor racional y abstracto de los escolásticos siguió la no menos pagana imaginación del renacimiento. Dante y los escolásticos se concentraron en la naturaleza y en la abstracción; Petrarca prefirió su propio yo. De lo aristotélico se pasó a lo platónico, ya que Grecia seguía pensando por una Europa que aún no podía hacerlo. Se avanza hacia la liberación de la imaginación de los humanistas neoplatónicos. Entonces se produce una respetuosa paradoja: Platón, que influyó en la nueva espiritualidad cristiana a comienzos de la Edad Media (Plotino, San Agustín y el Logos), mil años después termina con la misma época cuando se comienza a considerar la dimensión estética de su pensamiento. Surge una nueva era llamada Renacimiento, dominada por el desafío a la experimentación del mundo, por el arte y la tecnología. La Reforma de Lutero significó, antes que nada, un fuerte rechazo a esta helenización del espíritu religioso. Rechazó la mentalidad helénica y también la escolástica; porque para ambos logos y física, materia y espíritu, eran los elementos de una misma realidad que debían ser integrados en una misma formulación intelectual. Con el posterior fundamentalismo de la Reforma y de la Contrarreforma el espíritu religioso recuperó su antigua naturaleza, mientras que por su parte la imaginación griega fue liberada otra vez, para fecundar el arte y las ciencias.

244, CIENCIA. La tozudez ptolemaica fue el resultado de un prejuicio antropocéntrico: la creatura es el centro del Universo. La hipótesis heliocéntrica ya era conocida desde entonces, pero se la echó al olvido por razones humanistas primero y religiosas después. No solo porque Aristóteles y las Escrituras así lo sugerían, sino porque además era teológicamente conveniente. Pero el Renacimiento no es sólo la consecuencia de la racionalidad escolástica; también tuvo que ver el nuevo espíritu estético de los neoplatónicos. En principio, la hipótesis copernicana no fue mucho más útil que el remendado cálculo ptolemaico, pero su simplicidad la hacía superior. De forma explícita, Copérnico, Kepler y Galileo reconocieron en Pitágoras y Platón a sus inspiradores. (Cuando Kepler le escribe a Galileo, reconoce en aquellos dos griegos a sus verdaderos predecesores.) El principio según el cual el mundo se organiza según números pertenece a la mística pitagórica y sólo volvió a ser tomado en serio, aunque con diferente espíritu, en el Renacimiento. «El libro del Universo -escribió Galileo- está escrito en el lenguaje de las matemáticas». La idea del Sol como elemento divino y central es de los neoplatónicos de la época e inspiró a Kepler para explicar por qué los planetas se movían en elipses, a diferentes velocidades: el Sol ejercía una atracción magnética sobre los planetas. Y nada de esto hubiese sido posible sin prejuicios estéticos como el de la armonía de los cuerpos celestes, sin la osadía de la imaginación griega. El dios de Copérnico, creador de la Gran Armonía es, en esencia, un dios griego y no cristiano. La revolución científica de los astrónomos del Renacimiento fue, antes que nada, una provocación del espíritu estético. -Sumergida aún en este espíritu heleno, la Iglesia que se dejó pintar la capilla Sixtina por Miguel Ángel también toleró la osadía cosmológica de Copérnico. Los reformadores, y luego los inquisidores, condenaron ambas ofensas. Calvino, totalmente desprovisto de la sensibilidad helena, condenó por igual el colorido del Renacimiento y la osadía de desconcentrar la atención del Universo sobre la creatura humana.

245, PROVISORIO. Cuando Newton formuló el comportamiento de la gravitación universal, todo el mundo estuvo de acuerdo qué era el Universo y cómo funcionaba. La Verdad absoluta estaba sintetizada en la fórmula:

F = k . (M . m) / d²

Usando esta misma teoría, el astrónomo Edmund Halley predijo la aparición de un cometa para el año 1758. Por supuesto, el cometa se hizo presente y fue bautizado con el nombre de su profeta. La experiencia y la observación confirmaron todas las predicciones de Newton. ¿Por qué dudar, entonces? Al fin y al cabo era una fórmula matemática. -Todo bien, hasta que unos siglos más tarde el doctor Einstein formuló la suya. Entonces el espacio absoluto y tridimensional de Newton se desplomó como la manzana. Ya no había una fuerza gravitatoria que procedía de los cuerpos sino un espacio-tiempo que se curvaba para tragárselos. La teoría de Newton pasó a ser un caso muy particular de la nueva teoría General la que, como la anterior, fue confirmada por la observación y la experiencia. La visión cosmológica del Universo volvió a cambiar. Radicalmente, como tantas otras veces.

246, SISTEMAS. El pensamiento puede producir sistemas filosóficos, pero los sistemas filosóficos no pueden producir pensamiento. Sólo producen dogmas. Se podría decir, en éste sentido, que Hegel fue el anti-filósofo más célebre del siglo XIX, ya que su esfuerzo estuvo siempre en crear un método ordenador que permitiese enseñar filosofía de forma científica, así como se enseña y se aprende geometría. En total oposición se ubicó Nietzsche. Yo creo que Nietzche representa al verdadero filósofo y lo opuesto al verdadero Hegel.

247, POSITIVISTAS. Decepcionados con los cambios y las revoluciones de la filosofía, los positivistas propusieron a la ciencia como modelo de Verdad. Sólo que más tarde, no bien comenzado el siglo XX, también las ciencias se revelaron tan inestables como la abominada historia de la filosofía. Aunque fructífera, la historia de las ciencias comenzó a mostrar su verdadera naturaleza (la naturaleza de la creatura metafísica), llena de revoluciones y parricidios. Este fenómeno afectó no sólo a las ciencias naturales; también movió los cimientos de la divina matemática. -Durante siglos, los científicos estuvieron seguros de que el mundo era res extensa y que, como razonó Descartes, la distancia de las paredes de un vaso lleno de vacío era igual a cero. Por los años veinte otro científico, el señor Arthur Eddington, advirtió que la sólida mesa sobre la cual estaba escribiendo era más vacío que materia. Es más, de materia sólo tenía una billonésima parte y que, aquello que veía como una mesa no era más que un «efecto» del nuevo fenómeno sobre sus sentidos. Si se me permite una exageración, diré que Eddington comprendió que el mundo era una ilusión, como la ilusión de Buda o la del alucinado George Berkeley. -Ahora, el platonismo en la cosmología más profunda y el hermoso principio pitagórico, ambos, cimientos metafísicos de toda la ciencia moderna, ya no son posibles. Porque la gran Armonía no existe; no hay música de las esferas sino disonancia de las explosiones; no hay orden sino caos; el mundo ya no se expresa a través de los números sino lo contrario: son los números los que se expresan a través de la naturaleza (eso cuando pretenden ser algo más que una ciencia formal). Sobre el siglo XXI, la ciencia se ha acercado tanto a la filosofía que ya casi no se distingue a un físico teórico de uno de aquellos filósofos que se ocupaban de cosmología, en Grecia o en la Europa del siglo XVIII.

248, CONOCER. Conocer significa retener la experiencia de un objeto o de un fenómeno cuando éste ya no está. En realidad, lo único que podemos llegar a conocer de forma positiva son nuestras propias emociones: el amor, el odio, la euforia, el temor, la idea de un objeto (res pensante); y otras experiencias directas del espíritu: la fe y las matemáticas (res infinita). El mundo (res extensa), en cambio, está lejos de nuestro total alcance. (Creo que Husserl habría nombrado estos tres conceptos con otras tres palabras: noema, intuición eidética y polo.) -Los griegos formularon una premisa que es básica en todo el pensamiento científico y teológico: la verdad gusta de ocultarse. Lo verdadero no puede verse con los ojos. En realidad, esta idea puede deberse a una razón inversa: el mundo no puede ser conocido, y a lo que aspira la creatura metafísica es a resolver el enigma creando una representación del mundo que le permita dominarlo. Esa representación, por lo tanto, no está a la vista sino detrás de una operación intelectual. De la misma forma, un ciudadano debe aprender las normas de tránsito de una ciudad para comprender por qué las personas y los vehículos se mueven en un sentido y no en el otro. Pero las normas no son la ciudad, ni una verdad unívoca y necesaria, sino una forma de dominarla. De la misma forma, aprendemos a dialogar con una pantalla de computadora, aprendemos a dominarla. Arrastramos un icono de un lugar para el otro, lo abrimos, lo cerramos, lo tapamos con diez ventanas, enviamos un archivo a la papelera, volcamos la papelera, la revisamos, sacamos una pirámide, una geodésica, la giramos. Pero todos esos símbolos, con sus formas y sus colores sólo son una representación de otra realidad, la realidad invisible del disco duro. -Lo que podemos conocer del mundo, aparte de nuestra experiencia directa en él, son nuestras propias representaciones. Esas representaciones pueden ser científicas, religiosas o pueden pertenecer al conjunto más disperso de las supersticiones. Pero en ningún caso son realmente un conocimiento «positivo», tal como se pretende siempre, sino indirecto. Y nunca está desprovisto de una base metafísica. Cualquier formulación científica sobre el átomo será siempre una «imagen falsa» de algo que no podemos conocer directamente. Una idea falsa pero de gran utilidad. El átomo de Bohr, por ejemplo, con sus electrones girando en un número restringido de órbitas, era compatible con la física cuántica y permitió verificar experimentos y predecir resultados. Pero, a su momento, fue dejado de lado por los científicos que lo cambiaron por otra imagen más conveniente. Podemos conocer la fórmula matemática W = V.I porque, en su totalidad, se realiza dentro nuestro. También podemos conocer la relación que la vincula con la experiencia eléctrica. Pero en ningún caso podremos decir que conocemos la electricidad. Algo semejante me ha ocurrido a mí, trabajando con estructuras edilicias. Cada vez que me enfrento a un cálculo de esfuerzos y resistencias tengo la sensación de estar dialogando con una sombra. Yo sé que si la sombra no se mueve, el cuerpo que la proyecta tampoco lo hará. Esa sombra son las teorías, los números y las fórmulas matemáticas; y el cuerpo, la invisible realidad que presumo dominar pero que no conozco. Yo solo puedo conocer el artificio legal de las fórmulas, con sus razones teóricas, y luego verifico que la estructura se comporta según lo previsto (¿o son las fórmulas las que se comportan según lo visto anteriormente?); pero nada puedo saber de esa «realidad intermedia». -Podemos percibir el mundo (conocimiento inmediato) y esta percepción dependerá de nuestros sentidos y de nuestra naturaleza anímica: un árbol es muy grande o es muy pequeño, es sombra o es amenaza. Nunca es un objeto neutro. Podemos decir que cuando un árbol se convierte en un objeto neutro dejamos de conocer el árbol en beneficio de una representación del mismo: entonces es una representación artística o científica, es un dibujo o es un esquema botánico. -Un gran científico no estudia el mundo sino las formas que ese mundo puede ser representado para su dominio. Y dominar no sólo significa manejarlo sino hacerlo comprensible. Nunca podremos saber qué es el mundo valiéndonos de datos y teorías científicas. (Con datos y teorías podemos conocer determinadas representaciones del mundo: podemos conocer el mundo de Newton, el mundo de Plank.) Pero con el progreso científico cada vez tendremos mejores representaciones de esa idea inalcanzable. Y las consideraremos más «verdaderas» cuanto mejor se integren a una imagen principal. Una imagen rectora puede ser un paradigma. Pero la imagen de partida es la metafísica materialista y pitagórica, según la cual el Universo es un conjunto de materia y energía, ordenadas por leyes numéricas. Al decir de Heráclito, fuego prendido y apagado según medida.

249, LEYES. ¿Cuántos se atreverían a cuestionar el principio pitagórico de que la naturaleza se expresa en números? ¿Por qué una piedra y todas las piedras caen según la fórmula S = ½gt²? Bueno, a una escala cósmica esto no es del todo cierto. Hay muchas cosas que en nuestro pequeño mundo son invariables y más allá cambian. Como el tiempo, por ejemplo. Pero veámoslo desde otro punto de vista. Consideremos qué ocurriría si las piedras cayesen según una fórmula unas y según otra fórmula otras, según su color y según el momento del año. Creo que en ese caso viviríamos en el mundo del revés, pero igual encontraríamos fórmulas matemáticas que resuman el comportamiento «inestable» de esas piedras. Mientras no sea posible, el problema permanecerá como enigma científico, tal como lo ha sido el comportamiento indefinido de la luz. Como también nos moveríamos dentro de un punto particular y reducido del universo, seguramente estas leyes matemáticas serían aparentemente invariables. Entonces diríamos, como decimos ahora y desde hace miles de años, que la naturaleza se expresa en números. ¿Se nos ocurrirá pensar que son los números los que se expresan en la naturaleza?

250, CAOS. Los sistemas llamados «caóticos» se refieren a la sensibilidad de las condiciones iniciales. Esta moda reciente del pensamiento no significa que la ciencia haya renunciado a buscar un orden en lo diverso; significa que ese orden es tan complejo que es imposible dominarlo con leyes mecánicas, así como el optimismo del siglo XIX lo creyó posible. En el modelo de Boltzmann-Gibbs, donde una partícula choca entre un campo ordenado de discos, es necesaria una precisión inicial con un error de una billonésima para poder predecir la dirección de la partícula después de 12 colisiones. Una desviación inicial infinitésima daría después de tres movimientos resultados totalmente contradictorios. Esa sensibilidad es lo que diferencia a los sistemas caóticos de los sistemas estables, que son los sistemas de los que se ocupó la ciencia optimista. Usando una metáfora, se podría decir que es aquí donde las matemáticas aumentan su «entropía» (incremento de información necesaria para definir un orden). Actualmente, la realidad física se presenta como si se resistiera a la simplicidad matemática. Es decir, el libro de la Naturaleza no está escrito en números, como lo afirmaron Pitágoras y Galileo. Por el contrario, pareciera que son las creaturas metafísicas las que lo obligan a ello.

251, VENTAJAS. También un hechicero relaciona causas y efectos. En el uso de plantas y actitudes en ocasiones logra un tratamiento efectivo. Diez hombres con el mismo demonio se curan con el mismo tratamiento. Por supuesto que nuestra mentalidad cientificista negará la representación animista del brujo recurriendo a otras explicaciones. Supondremos que las explicaciones de un médico o un psicoanalista representan la verdad por dos motivos: porque nos convencen y porque logran mejores resultados. Pero esto sólo prueba dos cosas más: que nuestro intelecto está preparado para el esfuerzo científico más que para la credulidad supersticiosa, y que la ciencia logra más dominio de los fenómenos. Pero en ningún caso demuestran que el principio metafísico que las sostiene, el materialismo, es la verdad del mundo.

252, PODER. Cada formulación científica va inevitablemente acompañada de una imagen o representación cosmológica que la misma ciencia se encarga de demoler con el tiempo. Nunca podremos afirmar si un conocimiento científico es verdadero, definitivo o no. Sí podemos decir que es un conocimiento efectivo y de abrumadora utilidad. -La única constante progresiva que podemos advertir en la historia de las ciencias es el poder que deriva de ella. (Lo que importa es cómo el intelecto logra dominar, integrar, los datos dispersos de una realidad cada vez más amplia y compleja.) Toda investigación, incluso la especulativa, se orienta hacia aquellas formas que pueden ser «dominadas» por el intelecto. Las revoluciones epistemológicas y los cambios de paradigmas nos muestran, una y otra vez, que una Verdad se puede volver falsa o puede ser cambiada por otra. El universo de Ptolomeo nada tiene que ver con el de Newton, y éste en nada se corresponde con el de Einstein. Sin embargo, las tres representaciones cosmológicas han sido de enorme utilidad en sus tiempos; e incluso en el nuestro. Esto nos indica que no es la verdad el motor principal de las ciencias sino el poder. La primera proviene del intelecto; la segunda, es producto inequívoco de la voluntad de la especie.

253, CERTEZAS. La forma del conocimiento más prestigiosa de los últimos trescientos años ha sido la científica. Como en otras épocas, esta forma de pensar y ver el mundo condujo a incuestionables certezas, a verdades eternas; como en otras épocas, acabaron. -Cuando Kepler logró explicar con fórmulas simples el movimiento elíptico de los planetas escribió: «He escrito el libro; para ser leído ahora o en la posteridad, eso no importa. Puedo esperar un siglo por un lector así como Dios esperó seis mil años por un testigo». Más tarde, maravillado con la claridad matemática de su teoría, Isaac Newton exclamó: «O my God, I think Thy thought after Thee!». Lo que quiere decir no sólo que también los grandes perdieron alguna vez la famosa modestia.

254, CONOCIMIENTO. El peor de los ignorantes es aquel que no lo sabe. Las creaturas conscientes de su propia ignorancia poseen el único y más sabio de los conocimientos posibles. -Si mal no recuerdo, algo parecido pensó Nicolás de Cusa hace seiscientos años: la ignorancia hecha consciente revela una verdad a la que no accede el pretendido conocimiento. De una forma refranera, podríamos formularlo así: el que ve lo que le falta, ve más que el que sólo ve lo que tiene. Creo que de Cusa tituló esta idea, humilde y orgullosa, así: De docta ignorantia. -Nombro al latino para no volver otra vez sobre Grecia.




ArribaAbajoXXIX. El decálogo se parte en dos

255, SEPARACIÓN: En muchas religiones, las acciones diarias de los fieles están rigurosamente reguladas por normas y códigos de conductas. Para ser un hindú o un judío no basta con creer en la reencarnación o en Yahvé; además es necesario vivir como tales. Un judío ortodoxo no es un judío o no es ortodoxo si se come una cheeseburger o carne de cerdo; y un hindú no es un hindú si come cualquier carne. Cristo, en cambio, dejó de lado la formalidad de los ritos obligatorios para interiorizar la religión en el individuo. Separó el Cielo de la tierra. La clara distinción entre la ley de los hombres y la Ley del Padre se resume en la frase: «Dad al César lo que es del César». Incluso, esta misma actitud se repite en el uso recurrente de la metáfora: donde dice «semilla» está diciendo posibilidad o destino; cuando dice «cordero» está diciendo hombre o fidelidad. La metáfora es incómoda porque exige interpretación; la ley y los dogmas sólo hay que cumplirlos.

256, TEÓLOGOS. En el siglo XII Pedro Abelardo confirmó la independencia entre el acto y la intención. Como Freud, reconoció el deseo inmanente de toda creatura o su deseo propio de obviar los Mandamientos. Y a eso no lo llamó pecado. El pecado (escribió) consiste en consentir al deseo de olvidar la prohibición. «No está escrito -dijo- que no queramos levantar falso testimonio, o que no consintamos en él. Simplemente que no lo levantemos». Y en otra parte: «Tampoco la prohibición ha de entenderse referida a la acción, sino al consentimiento». El monje medieval no culpa a los demonios y absuelve al culpable por su naturaleza. Esta distinción entre el Cielo y la tierra es explícita en Lutero. Algunos han visto en su reforma un regreso al Antiguo Testamento; pero en algunos aspectos es más clara su regresión al cristianismo primitivo. Su doctrina de los dos reinos recuerda ideas babilónicas y herméticas, pero sobre todo significa la antigua separación del mundo material y el reino de Dios. Durante la guerra de los campesinos de 1525, Lutero dejó en claro que «la libertad del cristiano no se puede confundir con la liberación social y política».

257, ESTADO. Cristo tradujo los últimos cinco Mandamientos negativos en una síntesis positiva. Las obligaciones de no matar, no robar, no mentir, no fornicar se sintetizaron en el precepto «Amarás al prójimo como a ti mismo». Traducción ética que implica una interiorización aún más profunda. A casi todos nos produce horror la sola idea de matar a una persona. Pero de ahí a un amor democrático e indiscriminado hay una distancia. Si fuésemos capaces de tal grandeza de corazón, los conflictos sociales y la explotación entre las creaturas serían por lo menos infrecuentes. Con todo, ese amor interhumano estaba diferenciado y muy por debajo del supremo amor a Dios. Y es, precisamente, este orden jerárquico el que mantiene la prédica de Cristo en calidad de religión y no de mero humanismo. Un orden inverso sería un orden de Estado moderno. Para todo gobierno, los últimos cinco Mandamientos deben estar sobre los primeros. Y ello se llama tolerancia y laicidad.

258, LEGAL. Al mismo tiempo que surgen la burguesía y los estados modernos en Europa, la moral vuelve a separarse de la religión. Naturalmente, para que este divorcio se haya realizado antes necesitó de una legitimación. La legitimación ética, como la religiosa, consiste en un discurso que se apoya en algunos principios básicos, irrenunciables. En el caso de la ética se resumen en la Segunda tabla; para la teología, consiste en la aceptación apriorística de la Primer tabla. Ética y teología son racionalizaciones que procuran la confirmación de los axiomas morales y religiosos. Con frecuencia, estos intentos de confirmación resultan en refutaciones contradictorias: en el nombre del bien se profesa el mal; en el nombre de Dios se termina por negarlo. -No es raro encontrar en los mismos libros Sagrados justificaciones para la esclavitud y para toda clase de crímenes y genocidios, racistas e ideológicos. El historiador ruso V.I. Avdiev, después de enumerar diferentes ejemplos, concluía: «Las enseñanzas Bíblicas, reflejando los puntos de vista y los intereses de los esclavistas, recomendaban aplicar a los esclavos las formas más crueles del constreñimiento forzado». -Más recientemente, también la ética capitalista necesitó una legitimación ética; en su caso el discurso provino de la misma religión: la reforma protestante. Más tarde, la filosofía cumplió con el mismo papel: la ética combativa del marxismo-leninismo y la ética consumista del estado neoliberal posmoderno. Para una, la propiedad era el robo, por lo que se encarcelaba y se mataba a los propietarios; para la otra, la propiedad es el éxito, por lo que se desprecia y se pisotea al que no la tiene; cuando no se matan por ella.

259, LIBERTAD. Se ha psicoanalizado, hasta el hastío, las consecuencias de la doctrina de la predestinación en la naciente ética capitalista. Pero hay otros elementos en juego; por lo menos dos: Libertad -distintos hábitos éticos podían ser la base de buenos cristianos con fe; Tolerancia -la autoridad se volvió laica y más permisiva. En el mundo moderno, a excepción de los fundamentalistas, las creaturas que dicen creer en Dios son, antes que nada laicas. El creyente y el ateo ya no se diferencian por sus hábitos diarios sino sólo por sus fueros interiores. La Iglesia, institución de la Verdad, dejó el poder al estado, institución del Orden. El Orden prioritario quedó invertido. Los principios de Igualdad y Fraternidad ya estaban de alguna forma incluidos en el Decálogo, por lo que se puede decir que la Revolución francesa aportó el más novedoso de los tres principios masónicos: Libertad.

260, DERECHOS. Con la Revolución francesa se hacen famosos los Derechos del Hombre, que pronto incluirán a la Mujer también. El ambiente espiritual de la época estuvo dominado por la literatura laica de los enciclopedistas. En la enciclopedia moderna no hay conocimiento ni verdad privilegiada. No es un libro sagrado sino escéptico, porque expone las verdades conocidas de su tiempo sin tomar partido por ninguna. Representa un adelanto heroico del espíritu informático, el ordenamiento sistemático e indiferente de la información (porque cuando uno pretende negar todo tipo de jerarquía recurre al ordenamiento alfabético; ya sea para ordenar nombres o cosas). -A partir de la Revolución, ya no será la Verdad trascendental lo más importante en la vida de una sociedad, sino las verdades simples e «intrascendentes» de cada creatura, la convivencia, la justicia social y el progreso material. El Derecho y el más acá es lo que importa y se espera que se resuelvan esos problemas antes de pasar a las nubes. -Cuando la moral se independiza de Dios y pasa a la mano de las creaturas, deja de ser un conjunto de normas perfectas y pasa a ser algo discutible y perfeccionable. Ya no son prohibiciones sino prescripciones. El «no fornicarás» se transforma en «tienes derecho a fornicar si el marido te deja». La condena bíblica a la homosexualidad se transforma en una reivindicación. Los antiguos dictados que exigían a la mujer sumisión al hombre se anulan progresivamente.

261, PLACERES. Las antiguas tribus consideraban a sus costumbres y su propia lengua las mejores costumbres y la lengua más clara. Cada sociedad en cada época considera su propia moral superior a la anterior o superior a una nueva moral emergente. Cuando un viejo dice que «ya no hay moral», significa que una nueva ha nacido; es decir, que una nueva conciencia de la especie se ha formado, así como se forman las ideas y los paradigmas. Pueden ser buenas o malas ideas, pueden haber conciencias sanas y otras enfermas. Pero, por lo general, la generación pasada siempre la descalifica, mientras la nueva la defenderá por sus virtudes. -Como ahora las creaturas consideran la ética liberal más justa, muchos cortan por lo sano negando el resto de las Escrituras. Ahora el pensamiento posmoderno apunta al incremento progresivo e ilimitado de las libertades individuales y, sobre todo, de la cuota de placer que le corresponde a cada uno. Es el triunfo de los instintos básicos (sexo, consumo y conservación) sobre los trascendentes. Las creaturas metafísicas han dejado de ser los reyes de la Creación y ahora sólo son unos seres cualquiera que buscan sus alimentos en un punto perdido del espacio. La vida ya no es sagrada ni es la preparación para un estado superior. Es algo que surge y desaparece sin ningún sentido. Por eso, no se debe «cometer el peor de los pecados que se puedan cometer: no ser feliz». La ética que corona el milenio está más cerca de la antigua Grecia que de épocas posteriores. Las minorías discuten, reclaman y obtienen sus derechos. Los homosexuales son aceptados por la Iglesia como lo eran antes en Grecia. La virtud paradigmática es la tolerancia, aunque no significa que sea la práctica también. Todo el libro del teólogo Hans Küng, en su búsqueda de una «ética mundial» es, de alguna forma, el reconocimiento de la Segunda tabla como el único factor común entre los pueblos. En ningún momento, como lo intentaron alguna vez los cristianos, propone la supresión de la diversidad metafísica por la imposición de la Verdad evangélica.




ArribaAbajoXXX. La involución de la especie

262, FUNCIONALISMO. Jean-Baptiste de Lamarck publicó su Filosofía zoológica en 1809. A pesar de su nombre y de sus padres, propuso una teoría que contradecía la versión oficial de la Iglesia. En ella, la naturaleza aparece como una inteligencia implacable: las especies evolucionan respondiendo a las necesidades del medio. Era fácil comprender, o imaginarse, que las jirafas hayan estirado sus cuellos cuando los alimentos en el suelo se hicieron más escasos que en los árboles. Al fin y al cabo, los hombres venían observando desde hacía milenios cómo un músculo exigido por un determinado esfuerzo acababa desarrollándose y adaptándose al nuevo esfuerzo. Pero en cambio resultaba harto más difícil explicar las rayas del tigre y los casi infinitos e ingeniosos camuflajes que existen en la naturaleza. Esta teoría, científica y equivocada, posee una admirable traducción metafísica: el concepto de voluntad de Schopenhauer. Con éste, no sólo se podía explicar el cuello largo de la jirafa y la joroba del camello; también los colores y los dibujos de las plantas y los animales, responsables de la sobrevivencia de cada especie. Pero esta teoría también poseía un defecto: no era científica. Es decir, no era una proposición refutable. Si no exagero, diré que además posee otro defecto: es tautológica («el toro posee cuernos porque procura envestir», etcétera).

263, CEGUERA. Entre 1831 y 1836 otro viajero dio a luz una teoría que gozaría de vida larga y prestigiosa. Pariente cercano del lamarckismo, esta teoría sería, en el fondo, radicalmente distinta. Si el famoso enunciado de Lamarck rezaba que «la forma sigue a la función», los darwinianos formularon algo así como una inversión semántica: la función sigue a la forma. (Historia que se repitió con rigor en el pensamiento arquitectónico del siglo XX.) Desde entonces, la Naturaleza no sería ya una voluntad inteligente sino un mecanismo, ciego y estúpido. En la teoría de Darwin, una mujer o un pájaro son la consecuencia de millones de accidentes genéticos, perpetuados por herencia. Esta serie de accidentes no sólo habrían producido cuerpos admirables y perfectamente adaptados al medio, como el tigre, sino (y sobre todo) una serie de innumerables variaciones que resultaron un fracaso. Pero cada una de estas imperceptibles variaciones acabaron en el olvido. Otras se llaman hombre de Neanderthal o Arsinoitherium, los que a su vez fueron el orgullo de una naturaleza inestable. Ahora, cuando alguien contempla el camuflaje blanco del oso polar, el ojo falso dibujado en la cola de un pez, el efecto óptico que producen las rayas de la cebra en los ojos confundidos del tigre, no puede otra cosa que decir, «qué sabia es la naturaleza». Hasta que aparezca Sir Charles Darwin para demostrarle lo contrario: en realidad la naturaleza es estúpida, señor. Pues si bien cada especie vive como una máquina perfecta y hermosa, ello sólo se debe al hecho de haber acertado una buena en un millón de malas variaciones. Como alguien que se hace gradualmente rico apostando gratis a la lotería, durante años.

264, COUSTEAU. Una vez, en un reportaje para la televisión, se le preguntó al famoso oceanógrafo J. I. Cousteau si era religioso. «Sí -contestó el francés-, porque no puedo creer que todas las maravillas que nos rodean fueron creadas por casualidad. No, ce n'est pas possible». Lo acompaño en el sentimiento, Monsieur.

265, SEXO. ¿Por qué todo el reino animal es sexuado? ¿Acaso es inconcebible una naturaleza capaz de evolucionar y conservarse sin la necesaria intervención del sexo? Se calcula que la reproducción sexuada comenzó hace 2.000 millones de años. Hasta entonces, la norma era la multiplicación asexuada (mitosis). Las bacterias y los hongos se copiaban a sí mismos. No evolucionaban pero tampoco envejecían. Si algo no las mataba, podían vivir indefinidamente. No solo la vida era posible, no solo el individuo era inmortal; los cambios y la evolución también eran posibles, y ello se demuestra con la misma aparición del sexo en un mundo asexuado. Entonces, ¿para qué se inventó el sexo? ¿Para acelerar la evolución? -Supongamos que, llegadas a una determinada edad, las mujeres se reprodujeran solas. Como en una clonación o como en uno de esos casos de madres vírgenes que registra la historia de la medicina. Tal vez la evolución sería más lenta, porque toda la información genética del macho se perdería siempre, porque la inevitable novedad que surge de una combinación azarosa no sería posible. Pero, ¿eso qué importa? Claro, para evolucionar habría que esperar infrecuentes accidentes genéticos de algo así como una clonación imperfecta. Pero, ¿cuál es el apuro? Bien podemos suponer la total inexistencia de los machos en el reino animal y aún así la vida sería posible. O por lo menos imaginable, que ya es mucho. Entonces, ¿para qué y por qué existe el sexo? ¿Y por qué, precisamente, es el fenómeno más importante en la vida del reino animal? -La lógica darwiniana considera el sexo en sus formulaciones teóricas para explicar la evolución de las especies. Pero el sexo no es una hipótesis fundamental en esta teoría evolucionista ni en sus variaciones. Casi diría que es una consideración a posteriori. Aún si los animales se reprodujesen como las células, la evolución sería explicada por esta teoría: los más débiles no alcanzarían la edad de reproducción; sólo los más aptos. Aún habría struggle for life, aunque ya no sería una struggle for female. -Me atrevería a decir que no es la naturaleza la que se sirve de la relación sexuada, sino lo contrario: es el sexo el que se sirve de la naturaleza para realizarse. El único defecto de esta teoría es ser una teoría metafísica.

266, EVOLUCIÓN. Un ser que se reproduce a sí mismo genera dos seres idénticos. O casi idénticos, porque aún así sería posible, de vez en cuando, algún accidente, alguna meritoria deformación. Gracias a estas mínimas imperfecciones los seres más simples evolucionaron y, vaya uno a saber por qué, lograron inventar el sexo. A su vez, la reproducción sexuada aceleró la evolución, porque la combinación azarosa del coito hace imposible las copias perfectas: el hijo se parece al padre o a la madre, pero nunca es la imagen de ninguno de los dos. Pero aún queda otra novedad en el camino ansioso de la evolución y, como es de sospechar, está referida a la creatura metafísica. Más precisamente, a su historia interior. Me refiero al famoso tabú del incesto. Porque la exogamia, a la inversa del racismo, conduce a la combinación azarosa de caracteres diferentes. Y ese es uno de los pilares de la evolución.

267, MIOPÍA. El epistemólogo argentino Gregorio Klimovsky, después de analizar la teoría de Darwin, concluyó con una observación inesperada: «La característica visual llamada miopía, considerada habitualmente como un defecto sería favorable en los ámbitos urbanos, pues una gran cantidad de tareas en las ciudades son de índole burocrática y la miopía facilita la aprensión de lo cercano y por lo tanto la concentración en el trabajo. Todo lo contrario ocurriría en las zonas rurales, donde hay que prestar atención a lo que se encuentra alejado; aquí la miopía es una característica desfavorable y la hipermetropía, en cambio, favorable. Si la evolución humana, en cuanto a los modos de vida, continuara como hasta ahora, se podría hacer la darwiniana predicción de que, en un futuro lejano, los habitantes de las ciudades serán miopes en tanto que en las zonas rurales serán hipermétropes». Klimovsky hace una observación digna de Lamarck, pero no de un darwiniano. Entre la hipótesis (H1, como significan los epistemólogos) y el enunciado gregoriano (E1) existe un paso intermedio llamado deducción (D1) que significa: los miopes, en estado libre de competencia, son los más aptos para el trabajo en oficina, por lo que logran reproducirse mejor que los de vista aguda (survival of the fittest). Dicho de otro modo, esos sedentarios gorditos de lentes gruesos arrastran tras de sí a más mujeres que cualquier atlético deportista con buena vista. Y, de esa forma, sus características se reproducen más. Bien, no sé qué pensarán las mujeres que viven en Buenos Aires, pero a mí la conclusión me parece fantástica. Sí, queda aún una justificación a la conclusión del epistemólogo, desde un punto de vista darwiniano: los sedentarios gorditos de ojos embotellados (H1) son más aptos para el trabajo ejecutivo; es decir, ganan más dinero que el resto. El dinero atrae a las mujeres (H2) y por lo tanto los miopes se reproducen más en las grandes ciudades (D1). -Entiendo que alguna mujer se pueda sentir ofendida con la H2. Pero la remito a una conclusión que hiciera Helen Fisher, una antropóloga mujer: «A partir de un estudio realizado en treinta y tres países, llegamos a la conclusión de que las mujeres se sienten atraídas por hombres ricos, un rasgo que desarrolló hace millones de años...»

268, ACCIDENTES. Consideremos la simplicidad implacable de la teoría de la evolución y veremos que posee un solo defecto: es correcta. -La doctrina hindú de las reencarnaciones es la única capaz de justificar metafísicamente a los animales; ellos son variaciones en tránsito a algo superior: el conocimiento humano y la posterior liberación. En las teorías de la evolución, en cambio, no solo los tigres y los pájaros son el resultado de una serie innumerables de accidentes; también las creaturas y sus producciones: el teorema de Pitágoras, el budismo, la Inconclusa de Schubert y todas las concepciones del Universo (es decir, el Universo). Todo sería la consecuencia de una serie cuasi-infinita de casualidades que van desde un protozuario a Paul K. Feyerabend. Se supone que la vida toda se generó a partir de un caldo químico, una mágica y única conjunción alquímica de imperfectos ARN. Sería interesante, además, averiguar cómo fue que de esa combinación original resultaron una mosca y el profesor Isaac Newton. Ambos, según Darwin y todas las subcorrientes discrepantes del evolucionismo, productos de sucesivos éxitos de supervivencia. -Pero aún este tipo de evolucionismo mecánico puede salvarse del absurdo. Obviamente, siempre es necesaria una dimensión metafísica: una gnosis evolutiva; esto es, el logro espiritual de la creatura más problemática de Gea.

269, PUDOR. Al mismo tiempo que la teoría de Darwin triunfaba en el mundo, el pudor de algunas creaturas les hacía dar vuelta la cara cada vez que pasaban por sus implicaciones existenciales. Presintiendo la catástrofe, muchos espíritus religiosos agacharon la cabeza; otros espetaron insultos, dogmáticos e ineficaces. Los más optimistas pronunciaron la famosa frase: «la naturaleza es sabia», como si detrás de cada fenómeno físico estuviese el nous de Anaxágoras. Otros vieron en el camino evolutivo una especie de proyecto deliberado, y formularon algunas respetables teorías. Creo que es comprensible que hayan preferido pensar así, en vez de aceptar que estaban rodeados ya no solo de un mecanismo sino además de un mecanismo ciego y estúpido. O por lo menos no más sabio que la ruleta o la lotería.

270, ARGUMENTOS. En mayo de 1997, el pastor Henry Feyerabend dio una serie de tele-sermones en Portugal. Entre otras cosas, espetó: «Descendemos de Adão e Eva. Da misma maneira que uma espiga de milho não da bananas, tambem não foi o macaco que deu origem ao homen». Tal vez algún día se compruebe que la teoría de la evolución estaba equivocada y que el pastor Feyerabend estaba en lo cierto. Pero, mientras tanto, debería abstenerse de argumentos que pueden sonar impactantes en la televisión o en el titular de un diario, pero que tienen el defecto de demostrar más ignorancia que sabiduría. Y menos inteligencia también. En esta breve afirmación el tele-pastor no solo demuestra que por pudor ideológico nunca leyó a Darwin o a la New Scientist, sino que además no sabe armar un silogismo, lo que en un teólogo ya es grave. -Afirmar que las creaturas descienden de Adán y Eva porque así lo dicen las Escrituras es comprensible. El problema surge cuando se pretende argumentar usando la inteligencia y se carece de ella.

271, CASUALIDADES. La doctrina de las casualidades es una característica del pensamiento del último siglo. Bien, están el principio de indeterminación, la teoría del Caos. Pero todos esos son detalles al lado de ese gran accidente cosmogónico que se llama Big-bang. Creo que nunca antes la inteligencia humana había llegado tan lejos en el despojo de todo Sentido a la existencia. Incluso las cosas y los números comienzan a perder significado. -La creatura metafísica es producto de dos milagros o improbabilidades cósmicas: la vida y la conciencia. ¿Acaso ha llegado a su «callejón sin salida», como les ocurrió a otras especies? Tal vez el siglo XXI le devuelva a la creatura algo del valor trascendental que alguna vez tuvo. Esto sería posible si al paradigma de la evolución se le introduce el concepto de gnosis. Entonces hasta podríamos decir que también los dioses descienden de los monos.

272, PROYECTO. La inmensa variedad de las especies es debida al elemento azar que se infiltra en otro constante y determinista: la herencia del genoma. En los seres vivos, la información genética puede variar infinitésimos, pero siempre se mantiene la herencia de una generación a otra. -El surgimiento de la vida es el resultado de una «casualidad» con probabilidad casi cero. Esto aún no significa un milagro como quisiéramos, porque a una escala astronómica no existen las exageraciones; todo es posible. Pero, en un Universo que irremediablemente se degrada o se destruye, que agota a cada instante sus energías, la vida es un acontecimiento único: no se disipa como el radio; se re-genera. La vida, desde el más humilde insecto, se diferencia del resto de la materia por su milagrosa capacidad de conservación y progresión. Por un águila que muere cien pueden comenzar a volar, y por cien diez mil. Y todas son, para la vida, el mismo águila que renace. Herencia más azar conforman un proyecto misterioso llamado vida. Como si el Universo hubiese producido un minúsculo punto luminoso en la inmensa oscuridad, para que lo salve del envejecimiento, para que revierta las leyes de la Irreversibilidad cósmica. Al menos por un segundo antes de la muerte definitiva.




ArribaAbajoXXXI. El universo insignificante

273, CAÍDA. Una vez el mundo estuvo poblado de espíritus. Todo lo visible (una árbol, un río) tenía vida propia. Por entonces, la capacidad de abstracción de las creaturas era muy limitada, por lo que los dioses tomaban formas de canguros, gatos, lagartos, vientos, huracanes, noche y Sol. Luego, combinaciones de esas formas. Tiempos más tarde aparecieron religiones más complejas y los dioses dejaron de expresarse directamente en la naturaleza para hacerlo a través del símbolo y la escritura. El trueno y el viento pasaron a ser cosas, mientras los dioses ascendían a cielos más complejos y profundos. Lejos de las creaturas de un día, los dioses se perfeccionaron en Dios. Y Dios, porque era perfecto, insensible o irresistible a los sentidos, eligió el símbolo y la metáfora para comunicarse con aquellos seres frágiles y transitorios que se habían quedado en Gea.

274, VERGÜENZA. En tiempos de Cristo las creaturas oraban en lugares públicos, tal vez con la misma inhibición que puede verse hoy entre los árabes. Tanto, incluso, que en ocasiones lo hacían para presumir de su fe. Por esta razón, Jesús recomendó a sus discípulos orar en lugares apartados (Mateo VI. 5:14 y Lucas XI. 2:4), como quien hace una donación a alguien que lo necesita y toma las precauciones para que nadie se entere. En la actualidad se cumple la sugerencia de Jesús, pero por una razón diferente. Muchas creaturas en Gea tienen fe en Dios, pero se avergüenzan de Él. Con pudor científico, oran en secreto o se persignan como si se estuvieran arreglando el pelo o espantando una mosca.

275, DIOSES. La concepción cosmogónica de nuestro tiempo, como las anteriores, es una creencia formulada sobre algún tipo de elocuencia. En nuestro caso es una elocuencia científica. La teoría del Big-bang y todas las leyes físicas pueden prescindir de Dios, pero no pueden negarlo. La situación ya se dio en los mismos términos en la antigua Grecia. Ahora, sin aquellos dioses y con un Dios que ha enmudecido, las verdades superiores son delegadas a los científicos. A su vez éstos, que están más cerca de su propia impotencia, aplazan las respuestas sobre un ente abstracto llamado Ciencia del futuro. Eso cuando son optimistas.

276, RETROCESO. Como en el siglo XIX, los primitivos sólo creían en lo que veían. Hoy la relación de las creaturas con el mundo material -relación sensual- es más importante y más intensa que hace un par de siglos, quizá tanto como en la Edad de piedra. Aunque más vacía también. En este sentido podemos decir que retrocedimos a lo que antes se llamaba «la noche de los tiempos», aunque la nuestra sea una noche iluminada con luces de neón. El carácter consumista de las sociedades posmodernas es una manifestación clara de ese curioso desproceso. Según las encuestas más alegres, la mayor afición de los pobladores del mundo evolucionado consiste en «salir de compras». Y por ello los megashoppings concentran más fieles que La Meca o El Vaticano. Comprar algo hoy, mañana otra cosa. Entre esta actitud y la del niño que se cuelga de la falda de su madre para reclamarle un juguete nuevo la diferencia es despreciable.

277, CONOCIMIENTO. En la actualidad las super-redes de comunicación se perfeccionan maravillosamente y producen una conducta sospechosa: navegar en Internet es un hábito popular, y existen infinidad de cursos para hacerlo mejor y más rápido. Pero se debe navegar hacia ninguna parte; de lo contrario se está cometiendo una herejía informática. -Dice Hans Küng que nuestro mundo está superinformado pero el individuo ya no sabe qué hacer con tanta información. Si mal no recuerdo, algo parecido expresó Eduardo Galeano en una entrevista: «Los medios han reemplazado a los fines». Parece que la mayor diferencia entre la creatura moderna y la antigua no está solo en su mayor conocimiento de la materia sino en su mayor desconocimiento de su propio espíritu. Y lo que es peor: en su indiferencia. Ahora, si la Idiotez se encuentra muy bien informada, nadie piense que se la puede combatir con ignorante sabiduría. En los tiempos de la barbarie la gran diferencia la hacían los libros. En la Era de la computación también, porque es lo mismo que lo primero pero con más información y amaneramiento. -Está bien, tampoco podemos demostrar que sea condenable la estupidez bien informada (a veces la estupidez no es mala; es sólo eso: estupidez.), porque bien se puede dar la paradoja de que, dada nuestra natural impotencia ante el Enigma, la idiotez sea el estado más sabio. En ese caso sí, podremos decir, con infinita alegría, que llegamos a la cúspide o al Cuarto milagro.

278, EXTERIOR. Donde antes estaban los dioses, ahora están los satélites artificiales y el telescopio Hubble, escrutando el Finitoperoilimitado cuasi vacío. También en este sentido conservamos una mentalidad primitiva: miramos a través de millones de años luz buscando explicaciones existenciales. Como si la Verdad estuviese situada en un más allá espacial que rodea el mundo material. No en un ser insignificante como la creatura metafísica.

279, INSIGNIFICANTE. De tal forma las creaturas se han acostumbrado a que los científicos y los filósofos materialistas la califiquen de «insignificante» que ya no las ofende. En casos, la doctrina que clasifica a la creatura como ser insignificante alcanzó tal éxito, que se solía suprimirlas como hace el chacrero con las hormigas. Olvidan, presumo, que toda esa inmensidad de estrellas, con su cuarta y su undécima dimensión, con sus leyes numéricas y sus colores, con sus verdades de quinientos años y sus verdades de un solo día son, antes que nada, formulaciones de esos seres insignificantes. -Según una prestigiosa cosmogonía astrofísica, El Universo y la creatura son el resultado de una Gran explosión cuyos ecos siderales aún se pueden oír y medir. Lo fantástico es que eso es todo. Tan increíble como la creación del mundo en siete días o la danza destructiva de Shiva.

280, EPISTEMOLOGY. Reflexionando sobre las últimas representaciones del mundo en Gea, Richard Tarnas escribió: «The great irony [...] is that it is just when the modern mind belives it has most fully purified itself from any anthropomorphic projections, when it activeley construes the world as unconscious, mechanistic and impersonal, it is just then that the world is most completely a selective construct of the human mind». Lo que de otra forma quiere decir: A medida que la mente humana despoja al Universo de las características del ser humano, comienza a considerarlo como una construcción propia de la mente humana. Es decir, a medida que el mundo se deshumaniza se revela como un producto puramente humano. Es como si las creaturas más lúcidas de Gea hayan dejado de ver sus propias imágenes en el espejo para ver el espejo mismo.

281, SIGNIFICADOS. De chico tenía la afición de leer al azar la enciclopedia Cumbre. Por entonces, aquellos veinte tomos rojos eran algo así como un resumen poético de la aventura humana. Una especie de Gran Novela, compuesta de capítulos con una relación incuestionable pero enigmática y casi siempre incomprensible, parcial e inconclusa. La abría al azar y encontraba héroes, montañas, crímenes y amores, profetas, fórmulas y pasiones. Spenser, Sperry, Spitzberg, Stalin, Stalingrado, Storni, Stuttgart, Subconciencia, Submarino, Sudán, Sueño, Suez. Pero también recuerdo una noche sin este soporte estético. Tomé uno de esos volúmenes de tapas duras y vi algunos de los fenómenos absurdos que componen un universo materialista: Dilthey, Diluvio, Dimensiones, Dinamarca, Dinastía, Dinero, Dinosaurio, Diógenes, Dionisos, Dios, Diplomacia, Dirigible, Disney, Dniepropetrovsk.




ArribaAbajoXXXII. Hacia un ser intrascendente

282, TRIUNFOS. No sólo la concepción que la creatura tiene de sí misma y de su universo ha perdido casi todo sentido; también sus obras reflejan esa orientación. Se han ganado tantas batallas por vivir mejor como las que se han perdido por conferirle un sentido trascendente. Todo eso que se llama «avances de la ética» o «liberación» no significa otra cosa que un mayor goce del sexo, del cuerpo y de la distracción. Todo eso significa un rotundo éxito del espíritu estético y en casos un éxito del hedonismo. Pero a medida que se derriban las barreras que limitan los deseos más inmediatos, más y más se concibe a la creatura como una objeto autocomplaciente. Cada día más la creatura deja de ser un ser trascendente gracias a sus propios logros. Cada día más se aleja del Cuarto Milagro.

283, HERIDA. Todas o casi todas las creaturas consideran la anticoncepción como un logro médico y social. Sin embargo, cuando se enfrentaron por primera vez a esta posibilidad se resistieron a aceptarla. En la actualidad ocurre lo mismo con la clonación. En principio, clonar un ser humano no sería más perjudicial que fabricar desodorantes en aerosol. Los experimentos de la genética no contradicen en nada los últimos cinco Mandamientos. Pero la clonación ha sido declarada «práctica inmoral», y a casi todas las creaturas les produce asco. Al menos por el momento, porque es posible que cambien de ética antes que de práctica, así como Michael Jackson se cambió de nariz antes de recurrir a un psicoanalista. Eso sería consecuente en el actual estado de cosas. Pero, ¿por qué aún la gente reacciona con horror ante la clonación como antes lo hacía con la anticoncepción? Creo que aquí no debemos buscar razones morales antes que espirituales o psicológicas. Porque lo único concreto que hay hasta ahora es el rechazo, el asco que provoca. -Ambas, clonación y anticoncepción, significan nuevas heridas en la naturaleza metafísica de la creatura. Aparentemente, se avanza hacia su propia cosificación en detrimento de su antigua búsqueda de trascendencia. Entonces las creaturas acusan el golpe esgrimiendo valores morales muy difíciles de racionalizar. -Pero veamos que la clonación de seres humanos dejará un día en evidencia la diferencia que existe entre cuerpo y espíritu. No hace mucho, en el año 1997, un científico ruso propuso clonar a Lenin. ¿Qué se puede obtener de semejante experimento? Creo que podemos adelantarnos a los resultados y decir que la copia perfecta de Lenin no será Lenin. Lo más probable es que el renacido revolucionario ruso se ponga a vender Mc Donald’s en la Nikitskaja, o que abra una sucursal de la Rockefeller en el antiguo Leningrado. Claro, en todo caso será un yuppy impetuoso y con mucha voluntad de triunfo.

284, ESPIRITUALES. Alguien me informó una vez de que la occidental es una sociedad de valores espirituales. Entiendo que no todos podemos pensar y sentir de la misma forma, pero sería prudente advertir de que si ésta es una sociedad espiritual no lo parece. -Según una encuesta de fin de siglo, el noventa por ciento de los norteamericanos afirma creer en Dios. Yo quisiera saber con más precisión si ellos mismos consideran a la sociedad norteamericana una sociedad más espiritual que materialista. ¿No será Dios uno de los tantos artículos de confort y seguridad? Aparte de ser free e inofensivo en caso de inexistencia. No confundir; afirmar que Jesús fue un hombre excepcional y hasta sobrehumano es una forma de conformar a ateos y a cristianos por igual.

285, NECESIDAD. Dice Hans Küng: «La crisis de la principal potencia es ya una crisis moral de todo Occidente, incluida Europa: desmoronamiento de las tradiciones, de un sentido global de la vida, de criterios éticos absolutos, y carencia de nuevos fines, con todos los daños psíquicos que de ellos derivan». Estas puntualizaciones del teólogo alemán son dialécticamente refutables, una por una. Pero dejan claro que necesitamos una nueva verdad aunque sea mentira.

286, MÁQUINAS. Cuando la computadora Deep blue dio jaque mate al campeón de ajedrez, la prensa, con la ligereza que suele caracterizarla, anunció el triunfo de la máquina sobre el hombre. Pero no sobre el hombre Kasparov sino sobre el hombre genérico. Ahora, que la computadora de la IBM haya derrotado a Kasparov no significa que las máquinas puedan pensar; sólo significa que el ajedrez no es un pensamiento. Comparar a la creatura metafísica con la máquina es obsceno, algo muy propio de esta época, ya que lo único que tienen en común Kasparov y la computadora de la IBM es que ambos se pueden comprar. Por lo pronto, a mí no me preocupa que las maquinas lleguen un día a pensar. Lo que sí me preocupa, profundamente, es que las creaturas dejen de hacerlo. Quizás porque en el fondo soy optimista acerca del funcionamiento del cerebro humano. A pesar de todo.

287, POBREZA. La pobreza, como todos los adjetivos humanos, es una condición comparativa: se mide en relación a su opuesto, la riqueza (creo que esto lo pudo haber dicho Heráclito). El único atributo absoluto de la pobreza es el hambre. Las demás categorías son condiciones relativas. Por lo tanto, la valoración de la pobreza a través de números es en gran medida irreal. La mayoría de los pobres franceses podrían considerarse ricos en Nepal o en la Francia del siglo IX. Sin embargo, esos pobres relativos se consideran pobres absolutos. -Y en algún sentido lo son, porque en nuestro tiempo la pobreza es doblemente significativa. No solo priva a la creatura de los medios de consumo sino que hace del consumo el único objetivo. Es decir, la pobreza espiritual hace de la pobreza material una creatura miserable. Y con frecuencia violenta.



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