En el año
de 1786, leyó el autor esta comedia a la
compañía de Manuel Martínez, y los galanes
fueron de opinión de que tal vez no se sufría en el
teatro por la sencilla disposición de su fábula, tan
poco semejante a las que entonces aplaudía la multitud; pero
se determinaron a estudiarla a pesar de este recelo, persuadidos de
que ya era tiempo de justificarse a los ojos del público,
presentándole una obra original escrita con inteligencia del
arte.
Costó no
pequeña dificultad obtener licencia para representarla, y
sólo pudo conseguirse haciendo en ella supresiones tan
considerables, que resultaron truncadas las escenas, inconsecuente
el diálogo, y toda la obra estropeada y sin orden. La
segunda dama de la compañía, que frisaba ya en los
cuarenta, no quiso reducirse a hacer el papel de doña
Beatriz, a fin de conservar siquiera en el teatro las apariencias
de su perdida juventud. La comedia volvió a manos del autor
y desistió por entonces de la idea de hacerla
representar.
Dos años
después, creyendo que las circunstancias eran más
favorables, restableció el manuscrito y se le dio a la
compañía de Eusebio Ribera, bien ajeno de prevenir el
grave inconveniente que amenazaba. Una actriz que, por espacio de
treinta años, había representado con
aceptación del público en algunas ciudades de
Andalucía y en los Sitios Reales, mujer de gran talento,
sensibilidad y no vulgar inteligencia en las delicadezas del arte,
se hallaba entonces de sobresaliente en aquella
compañía. Leyó la comedia, la aplaudió,
la quiso para sí, y determinó representarla y hacer
en ella el personaje de doña Isabel. Podía muy bien
aquella estimable cómica desempeñar los papeles de
Semíramis, Atalía, Clitemnestra y Hécuba; pero
no era posible que hiciese el de una joven de diecinueve
años sin que el auditorio se burlase de su temeridad. El
conflicto en que se vio el autor fue muy grande, considerando que
debía sacrificar su obra por un tímida
contemplación, o que había de tomar sobre sí
el odioso empeño de sacar de error a una dama, a quien ni la
partida de bautismo ni el espejo habían desengañado
todavía. Si la compañía de Martínez no
hizo esta comedia porque una actriz se negó a fingir los
caracteres de la edad madura, tampoco la compañía de
Ribera debía representarla mientras no moderase otra
cómica el infausto deseo de parecer niña.
Entre tanto, la
comedia se iba estudiando, y el autor anunciaba en silencio un
éxito infeliz, que se hubiera verificado si otro incidente
no hubiese venido a disipar sus temores. El vicario
eclesiástico no quiso dar la licencia que se le pedía
para su representación, y el autor recogió su obra,
agradeciendo la desaprobación del juez, que le libertaba de
la del patio.
Pasaron dos
años, y todo se halló favorable. Los censores
aplaudieron el objeto moral, la regularidad de la fábula, la
imitación de los caracteres, la gracia cómica, el
lenguaje, el estilo, la versificación: todo les
pareció digno de alabanza. Así varían las
opiniones acerca del mérito de una obra de gusto; y tan
opuestos son los principios que se adoptan para examinarla, que a
pocos meses de haberla juzgado unos perjudicial y defectuosa, otros
admiran su utilidad y la recomiendan como un modelo de
perfección.
Juana
García desempeñó el papel de doña
Isabel, reuniendo a sus pocos años su agradable presencia y
voz, la expresión modesta del semblante y la regular
compostura de sus acciones. Manuel Torres, uno de los mejores
cómicos que entonces florecían, agradó
sobremanera al público en el papel de don Roque; y Mariano
Querol supo fingir el de Muñoz con tal acierto, que pudo
quitar al más atrevido la presunción de
competirle.
Representada esta
comedia en los teatros de Italia por la traducción que hizo
de ella Signorelli, fue recibida con aplauso público; pero
muchas ilustres damas, acostumbradas tal vez a los desenlaces de la
Misantropía de Kotzbué y La madre
culpable de Beaumarchais, hallaron el de la comedia de El
viejo y la niña demasiado austero y melancólico,
y poco análogo a aquella flexible y cómoda moralidad
que es ya peculiar de ciertas clases en los pueblos más
civilizados de Europa. Cedió el traductor con excesiva
docilidad a la poderosa influencia de aquel sexo que, llorando,
manda y tiraniza; mudó el desenlace (para lo cual hubiera
debido alterar toda la fábula) y, por consiguiente, faltando
a la verosimilitud, incurrió en una contradicción de
principios tan manifiesta, que no tiene disculpa.
Escena
I
|
|
DON ROQUE,
MUÑOZ.
|
|
MUÑOZ |
¡Señor!
|
(Responde desde adentro.)
|
|
|
|
|
(Sale MUÑOZ.)
|
MUÑOZ |
Ved que queda abandonada |
|
la puerta y zaguán. |
|
|
DON ROQUE |
¿No echaste
|
|
al postigo las aldabas |
|
y el cerrojillo? |
|
|
|
DON ROQUE |
Pues no hay que recelar nada |
|
mientras a la vista estamos; |
|
y si Bigotillos ladra, |
|
al instante bajarás. |
|
|
|
MUÑOZ |
¿Y a qué fin es la
llamada? |
10 |
|
|
DON ROQUE |
A fin de comunicarte |
|
un asunto de importancia. |
|
|
|
MUÑOZ |
No está mi cabeza ahora |
|
para consultas. |
|
|
DON ROQUE |
Extraña
|
|
condición tienes,
Muñoz. |
15 |
|
|
|
DON ROQUE |
No sabes nada
|
|
de lo que voy a decir. |
|
|
|
MUÑOZ |
¡Sí, que al chico se
le escapan |
|
las cosas! ¡Como es tan
bobo! |
|
|
|
DON ROQUE |
Escúchame dos palabras, |
20 |
y escucha con atención; |
|
porque al honor de mi casa, |
|
y a mi quietud... |
|
|
MUÑOZ |
En efecto
|
|
salió lo que me
pensaba; |
|
vaya. |
|
|
|
MUÑOZ |
Conviene
|
25 |
que declaréis lo que os
pasa, |
|
y qué queréis, sin
andar con |
|
repulgos de empanada. |
|
|
|
DON ROQUE |
Guarda el rosario, y escucha. |
|
|
|
|
DON ROQUE |
Excusada
|
30 |
cosa será repetirte, |
|
pues no debes olvidarla, |
|
la estimación y el
aprecio |
|
que has merecido en mi casa; |
|
tanto, que habiéndote
siempre |
35 |
aborrecido en el alma, |
|
por motivos que ya sabes, |
|
mis tres mujeres pasadas, |
|
yo siempre sordo a sus quejas |
|
te he mantenido en mi gracia. |
40 |
Dieciséis años y
medio, |
|
tres meses y dos semanas |
|
hace que comes mi pan; |
|
en servidumbre tan larga... |
|
|
|
MUÑOZ |
Y bien, le he comido, ¿y
qué? |
45 |
|
|
DON ROQUE |
Digo, que esto sólo
basta |
|
a que tú, reconocido, |
|
cuando yo de ti me valga... |
|
|
|
|
DON ROQUE |
Vamos.
|
|
Sabrás, Muñoz, que la
causa |
50 |
de mi mal, lo que me tiene |
|
sin saber por dónde
parta, |
|
es ese don Juan...
¿Qué dices? |
|
|
|
MUÑOZ |
¿Yo acaso he dicho
palabra? |
|
|
|
|
MUÑOZ |
(Aparte.
|
Lo que no suena
|
55 |
oye; y lo que suena, nada.) |
|
Señor, adelante. |
|
|
DON ROQUE |
Digo,
|
|
que el autor de mi desgracia |
|
es este don Juan que vino |
|
a Cádiz ayer
mañana, |
60 |
y aceptándome la oferta |
|
que le hice yo de mi casa, |
|
se nos ha metido aquí. |
|
¡Nunca yo le convidara! |
|
|
|
MUÑOZ |
La culpa la tenéis vos; |
65 |
¿quién os
metió...? Me da rabia...; |
|
cuidado que... ¿quién
ofrece |
|
con repetidas instancias |
|
hospedaje, cama y mesa |
|
a un hombre, que...? |
|
|
DON ROQUE |
No sin causa
|
70 |
hice el convite, Muñoz; |
|
porque él en Madrid
estaba |
|
con don Álvaro de
Silva, |
|
su tío, con quien
trataba |
|
yo, por tener a mi cargo |
75 |
aquello de la aduana... |
|
Ya te acuerdas: murió el
tío; |
|
fuerza fue, pues le dejaba |
|
por su heredero, tratar |
|
con el sobrino; y en varias |
80 |
cartas que escribí,
formando |
|
unas cuentas que quedaban |
|
sin concluir, por algunas |
|
cantidades devengadas, |
|
le dije que si quería |
85 |
venir a hospedarse a casa |
|
cuando pensara en volver |
|
a Cádiz... Mas
¿quién juzgara |
|
que lo había de
admitir? |
|
Un hombre de circunstancias |
90 |
como es él, que en la
ciudad |
|
conocidos no le faltan |
|
de su genio y de su edad, |
|
¿a qué fin...? Ni fue
mi instancia |
|
nacida de buen afecto; |
95 |
porque mal pudiera usarla |
|
con un hombre que, en mi vida, |
|
pienso, no le vi la cara; |
|
sino, como me escribió |
|
que de Madrid se marchaba, |
100 |
y en Cádiz me
entregaría |
|
los dineros que restaban |
|
a mi favor, meramente |
|
por atención cortesana, |
|
hice la oferta, creyendo |
105 |
que nunca fuese aceptada. |
|
|
|
MUÑOZ |
Pues ya estáis
desengañado. |
|
(Hace que se va.)
|
|
|
DON ROQUE |
Sí lo estoy, pero me
falta |
|
que decir; porque esta noche, |
|
al pasar yo por la sala, |
110 |
noté que en el
gabinete, |
|
él y mi mujer estaban. |
|
|
|
|
DON ROQUE |
Acércome, mas no
|
|
pude entenderles palabra. |
|
Sólo vi, que tal don
Juan, |
115 |
como que la regañaba, |
|
iba a levantarse, y ella |
|
con acciones y palabras |
|
le detenía. Yo, viendo |
|
aquello de mala data |
120 |
di algunos pasos atrás, |
|
hice ruido con las chanclas, |
|
entro, y la encuentro cosiendo |
|
unas cintas a mi bata, |
|
y a él entretenido en
ver |
125 |
las pinturas y los mapas. |
|
|
|
MUÑOZ |
¡Qué prontitud de
demonios! |
|
|
|
DON ROQUE |
¿Qué he de hacer en
tan extraña |
|
situación, Muñoz
amigo? |
|
Tu sagacidad me valga; |
130 |
sácame de tanto
afán. |
|
¿Qué debo hacer? De
mi hermana |
|
no me he querido fiar, |
|
porque en secreticos anda |
|
con Isabel, y sospecho |
135 |
que las dos... |
|
|
MUÑOZ |
Son buenas maulas.
|
|
En fin, lo que yo predije, |
|
al pie de la letra pasa; |
|
viejo el amo y achacoso |
|
con mujer niña se casa; |
140 |
lo dije: no puede ser. |
|
Si es preciso... |
|
|
DON ROQUE |
Tú me matas,
|
|
Muñoz, con eso; pues
cuando |
|
buscan alivio mis ansias |
|
en tu consejo, te pones |
145 |
a reñirme cara a cara, |
|
sin decirme... |
|
|
MUÑOZ |
Como a mí
|
|
no se me dijo palabra |
|
de la boda, ni juzgué |
|
que, saliendo calabaza |
150 |
dicha boda, fuese yo |
|
de provecho para nada. |
|
|
|
|
MUÑOZ |
Un mes ha no se acordaba |
|
nadie de Muñoz, y
ahora... |
155 |
Bien dicen: toda es mudanzas |
|
esta vida; ¡qué
consultas |
|
tan graciosas y tan largas |
|
se celebraron aquí!, |
|
¡qué prodigios,
qué alabanzas |
160 |
de la novia! Y entre tanto |
|
vejete que se juntaba, |
|
ninguno hubo que dijese: |
|
don Roque, ved que no es sana |
|
determinación casaros. |
165 |
Si ya tenéis enterradas |
|
tres mujeres, no
llaméis |
|
a que os entierre la cuarta. |
|
Dejadlo, por Dios, amigo, |
|
que en la edad tan avanzada |
170 |
que tenéis, parece mal |
|
lo que en otra no se
extraña. |
|
Ya no es bien visto. |
|
|
DON ROQUE |
Muñoz,
|
|
olvida cosas pasadas; |
|
dime lo que debo hacer. |
175 |
|
|
MUÑOZ |
Parece cosa de chanza, |
|
un setentón enfermizo |
|
casarse. Y ¿con quién
se casa? |
|
Con una niña que apenas |
|
en los diecinueve raya. |
180 |
Y después, sin conocer |
|
el riesgo que le amenaza, |
|
admite en su casa a un hombre |
|
que la conoció
tamaña, |
|
y ella y él, desde
chiquitos, |
185 |
se han tratado y aún se
tratan |
|
con harta satisfacción. |
|
|
|
DON ROQUE |
¿Conque esa amistad es
larga? |
|
|
|
MUÑOZ |
¡Toma! ¿Conque no
sabéis |
|
quién es ella? |
|
|
DON ROQUE |
Sé que estaba
|
190 |
en poder de su tutor, |
|
don Juan Antonio de Lara, |
|
que la educó. |
|
|
MUÑOZ |
Bien está.
|
|
También sabréis que
pasaba |
|
muchas veces la tal
niña, |
195 |
por vivir tan inmediata, |
|
a casa de vuestro amigo |
|
don Álvaro; allí
trataba |
|
con el sobrino dichoso. |
|
Él no es mucho que
pagara |
200 |
las visitas; ¡ya se ve, |
|
es atento! Se formaba |
|
la tertulia, y entre tanto |
|
que los abuelos jugaban, |
|
ellos jugaban también, |
205 |
y todo era bulla y zambra. |
|
En fin, la amistad
nació |
|
en la niñez. Si ella es
mala, |
|
si se debe sospechar |
|
que del juguete pasara |
210 |
a otra cosa (que en la edad |
|
que tienen no será
extraña), |
|
eso discurridlo vos, |
|
que yo no entiendo palabra. |
|
|
|
DON ROQUE |
¡Ay Muñoz!
¡Válgame Dios! |
215 |
Ya se ve, fueron tan raras |
|
las veces que fui allá, |
|
que no es mucho lo ignorara. |
|
Trataba de mis asuntos |
|
con don Álvaro...
¡Pues vaya, |
220 |
que la afición es de
ayer! |
|
Como quien no dice nada, |
|
sus diez años, por lo
menos, |
|
llevan de amor. |
|
|
MUÑOZ |
Cosa es clara.
|
|
(Hace que se
va.)
|
|
|
|
|
DON ROQUE |
No, Muñoz;
|
225 |
dime lo que se te alcanza |
|
en este asunto, y qué
puedo |
|
hacer. |
|
|
MUÑOZ |
¡Dale! Ya me cansa
|
|
tanto pedir parecer. |
|
¿Qué dudáis?
Que sin tardanza |
230 |
el huésped y su criado |
|
salten de aquí; que la
hermana |
|
pegota vaya también |
|
a mantenerse a su casa. |
|
Guardad a vuestra mujer, |
235 |
señor don Roque,
guardadla, |
|
que no sois nada galán, |
|
y ella es bonita y muchacha. |
|
Jamás la
consentiréis |
|
festines, ni serenatas, |
240 |
ni amiguillas, ni paseos, |
|
ni cosa que la distraiga |
|
de la aguja y del
fogón. |
|
Y no penséis que esto
alcanza. |
|
Por el pronto... Pero al cabo, |
245 |
siempre... En fin, no digo
nada. |
|
Ello... Haced lo que os
parezca; |
|
basta de consulta. |
|
|
DON ROQUE |
Aguarda.
|
|
Muñoz. ¡Qué ha
de ser preciso |
|
tal cuidado y vigilancia |
250 |
para conservar mi honor! |
|
|
|
MUÑOZ |
Y si mientras que se trata |
|
aquí su
conservación, |
|
está el huésped en la
sala |
|
requebrando a mi
señora, |
255 |
no adelantaremos nada. |
|
|
|
DON ROQUE |
No temas, que le dejé |
|
encerrado en esa estancia |
|
de mi despacho. Fingiendo |
|
que iba a escaparse la gata, |
260 |
torcí la llave, y no
puede |
|
salir hasta que yo vaya. |
|
|
|
MUÑOZ |
¡Raro arbitrio! Conque
¿haréis |
|
esa expulsión? |
|
|
DON ROQUE |
Sin tardanza;
|
|
y tanto, que determino |
265 |
que ninguno duerma en casa |
|
esta noche. |
|
|
MUÑOZ |
¿No es mejor,
|
|
que antes de comer se vayan? |
|
|
|
DON ROQUE |
Ello ha de ser, es preciso. |
|
|
|
MUÑOZ |
Allí viene vuestra
hermana, |
270 |
la viudita, consejera |
|
y compinche de mi ama. |
|
Eh, ya podéis empezar; |
|
la ocasión la pintan
calva. |
|
|
|
DON ROQUE |
Veremos; pero yo dudo |
275 |
conseguir lo que se trata |
|
entre nosotros. |
|
|
|
|
MUÑOZ |
Vaya, vaya,
|
|
señor. ¡Cuidado que el
hombre |
|
en un pelillo se atasca! |
280 |
|
|
Escena
II
|
|
DON ROQUE y
DOÑA
BEATRIZ.
|
DOÑA BEATRIZ |
Roque, saca chocolate, |
|
que las pastillas del arca |
|
se acabaron. |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
Sí. ¡Como quedaron
tantas! |
|
|
|
DON ROQUE |
Pues, Señor,
¿quién se ha sorbido |
285 |
tanto chocolate? Vaya |
|
que esto va malo, Beatriz. |
|
Jamás he visto en mi
casa |
|
tal desorden. Ya se ve: |
|
¡si parece una posada! |
290 |
Más he gastado en un
mes, |
|
que en un año cuando
estaba |
|
solo con Muñoz. Yo
quiero |
|
poner remedio. Tú,
hermana, |
|
es menester que recojas |
295 |
tus trastitos y te vayas. |
|
Déjame con mi mujer, |
|
que no quiero tantas faldas |
|
junto a mí. Cuando la
boda, |
|
viniste con tu criada |
300 |
a recibir a la novia, |
|
asistirla, agasajarla... |
|
En fin, a mangonear |
|
únicamente.
¡Excusada |
|
venida! Pero aun supuesto |
305 |
que ella te necesitara, |
|
para que tú la
instruyeras |
|
sobre algunas circunstancias |
|
de mi genio, o cosa tal, |
|
las cuatro o cinco semanas, |
310 |
que ha que nos casamos, juzgo, |
|
Beatriz, que son muy sobradas |
|
para la tal
instrucción. |
|
Tu marido, que Dios haya, |
|
te dejó por heredera; |
315 |
y entre créditos,
alhajas |
|
y hacienda, quedó
bastante |
|
para que no le lloraras. |
|
A mí no me necesitas |
|
para nada, para nada. |
320 |
Si fuera decir... |
|
|
DOÑA BEATRIZ |
Y dime,
|
|
toda esa arenga, en sustancia, |
|
¿es porque me vaya? |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
¿Sí? Pues no me da la
gana. |
|
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
Porque conozco
|
325 |
mejor que tú las
marañas |
|
que estás urdiendo.
Tú quieres |
|
echar a todos de casa; |
|
lo primero, porque sientes |
|
cada ochavo que se gasta |
330 |
a par del alma; y,
después, |
|
para empezar con
extrañas |
|
ridiculeces a dar |
|
que sentir a esa muchacha. |
|
¡Y no lo merece, a fe! |
335 |
Duélete de su
desgracia, |
|
no la aumentes. Una
niña |
|
sin padres, abandonada |
|
a su tutor, a un bribón |
|
que en lugar de procurarla |
340 |
un casamiento feliz, |
|
con un cadáver la casa, |
|
sólo porque, viendo en
ti |
|
el cariño que mostrabas |
|
a Isabel, no le pediste |
345 |
cuentas, ni él pudiera
darlas. |
|
¡Ay, hermano, esa
infeliz |
|
no merece que la añadan |
|
disgustos, no! Pero tú |
|
en nada de esto reparas. |
350 |
Piensas que te lo mereces |
|
todo, que es afortunada |
|
siendo tu mujer, y en vez |
|
de servirla y agradarla, |
|
vas a hacerte su tirano. |
355 |
Querrás, sin duda,
quitarla |
|
el alivio que halla en
mí, |
|
como en su amiga y su hermana; |
|
querrás, en fin, que no
sea |
|
compañera, sino
esclava; |
360 |
y cerrando a piedra y lodo |
|
la fortaleza encantada, |
|
no permitirla visitas, |
|
ni consentirla que salga |
|
jamás a aquellas
honestas |
365 |
diversiones necesarias |
|
a una niña. Esto no es
bueno, |
|
hermano; debes tratarla |
|
con amor, y reprimirte |
|
muchas veces en tus raras |
370 |
aprensiones, y hazte cargo |
|
de la infinita distancia |
|
que hay de tu edad a la suya. |
|
|
|
DON ROQUE |
Pero ¿yo te he dicho
nada |
|
de eso, mujer? ¿Yo la
oprimo? |
375 |
¿Yo acaso quiero
matarla? |
|
¿No la mimo? ¿No
procuro...? |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
Sí, procuras apurarla |
|
el sufrimiento, y no
sé, |
|
de veras, cómo te
aguanta. |
380 |
|
|
DON ROQUE |
¡Hola! ¿Quieres que
las cosas |
|
que debe hacer no las haga? |
|
¿Quieres que vaya a
buscar, |
|
teniendo mujer en casa, |
|
quien me ponga el
peluquín |
385 |
y me limpie la casaca? |
|
Bueno fuera, sí por
cierto, |
|
que sólo por alegrarla, |
|
si la quebradura, el flato, |
|
o la gota se me agrava |
390 |
(que ayer me puse a morir), |
|
todo lo disimulara, |
|
ocultando mis dolores |
|
con brincos y risotadas. |
|
¿Quisieras... |
|
|
|
DON ROQUE |
... que ya cubierto de canas, |
|
fuera un petimetre lindo, |
|
dijecito de las damas, |
|
director de contradanzas |
|
vivarachito, monuelo, |
400 |
entre duende y
arlequín? |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
¿Quién te dice que
tal hagas? |
|
|
|
DON ROQUE |
Vosotras, que gustáis
siempre |
|
de semejantes monadas. |
|
¡Que no te conozco yo! |
405 |
¿Te parece que me
engañas? |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
Vaya que eres fastidioso, |
|
si los hay. |
|
|
DON ROQUE |
Y tú preciada
|
|
de sabidilla y doctora. |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
Sí, porque todas tus
maulas |
410 |
te las entiendo. |
|
|
|
DOÑA BEATRIZ |
¡Eh, déjate de eso!
Saca |
|
chocolate, corre. |
|
|
DON ROQUE |
Al fin,
|
|
(Yéndose.)
|
todo es quimeras, y en nada |
|
hemos quedado. ¡Ay,
Señor! |
415 |
¡Si no he de poder
echarla! |
|
Ocho y ocho dieciséis, |
|
y la semana pasada |
|
azúcar rosado,
bollos... |
|
¡No es cosa lo que se
gasta! |
420 |
(Abre con la llave la puerta del
foro, y se va por la de la izquierda.)
|
|
|
Escena
IV
|
|
DON JUAN y
GINÉS.
|
DON JUAN |
Corre, Ginés;
|
|
ve al puerto, lleva esta
carta, |
|
(Le da una
carta.)
|
y allí pregunta a
cualquiera |
425 |
por don Pedro de
Arizábal, |
|
que es capitán de
navío, |
|
alto, moreno, que hablaba |
|
conmigo ayer por la noche. |
|
¿Estás?; y dile que,
a causa |
430 |
de tener que prevenir |
|
ciertas cosas que me faltan, |
|
no puedo pasar a verle. |
|
Dale este papel, y aguarda |
|
la respuesta, que es precisa, |
435 |
por escrito o de palabra, |
|
y vuelve al instante. |
|
|
GINÉS |
Voy.
|
|
Pero, señor, deseara |
|
saber si en estos recados |
|
de la partida se trata |
440 |
que queréis hacer de
Cádiz. |
|
|
|
DON JUAN |
Sí, Ginés, ya
está pensada, |
|
y hoy mismo quiero salir, |
|
o cuando mucho mañana. |
|
|
|
|
DON JUAN |
Adonde
|
445 |
lejos esté de mi
patria. |
|
Mi primo don Agustín |
|
es oidor en Guatemala; |
|
deudo y amistad nos une; |
|
allí nada me hará
falta. |
450 |
|
|
|
DON JUAN |
Aquí sólo
|
|
tengo sustos y desgracias. |
|
Déjame, Ginés, que
estoy, |
|
fuera de mí. |
|
|
GINÉS |
Más extraña
|
|
casualidad no se ha visto; |
455 |
y a mí, que no sé la
causa, |
|
me da mayor confusión. |
|
|
|
DON JUAN |
¡Ah!, que una mujer
ingrata |
|
me quita la vida, ¡ay
Dios! |
|
Tú, Ginés, no ignoras
nada; |
460 |
sabes, que desde chiquitos |
|
nos quisimos; que ella estaba |
|
a tutela, y yo en poder |
|
de mi tío. Éste
pensaba |
|
casarme en Madrid con una |
465 |
señora muy hacendada... |
|
Ya lo sabes; ocultando |
|
el amor que profesaba |
|
a Isabel, ni repliqué, |
|
ni le quise dar palabra. |
470 |
En este tiempo mi tío, |
|
viendo que se retardaban |
|
sus asuntos, resolvió |
|
ir a Madrid. Yo que estaba |
|
sujeto a su voluntad, |
475 |
fui con él... ¿Ni
quién juzgara |
|
que esta ausencia
causaría |
|
a mi amor fatigas tantas? |
|
Despedime de ella, y nunca |
|
la vi más enamorada; |
480 |
lloró, suspiró,
rogó |
|
que no la dejase... ¡Ah,
falsa, |
|
engañadora! Llegamos |
|
a Madrid y, en tan amarga |
|
ausencia, sólo con ver |
485 |
su letra me consolaba. |
|
Escribiome mil finezas, |
|
yo la repetí otras
tantas; |
|
y al cabo de cuatro meses |
|
cesó del todo en sus
cartas. |
490 |
Yo, ¡triste de mí!,
ignorando |
|
qué motivos pude darla, |
|
mil causas imaginé; |
|
pero un amigo, que estaba |
|
en Cádiz a la
sazón, |
495 |
me escribió que se
casaba |
|
Isabel, mas sin decirme |
|
con quién, ni cómo la
ingrata |
|
pudo olvidar en un día |
|
tantos años de
esperanzas. |
500 |
En este tiempo, Ginés, |
|
sucede la inopinada |
|
muerte de mi tío,
siendo |
|
la mayor de mis desgracias, |
|
pues no conocí otro
padre, |
505 |
y como tal me estimaba. |
|
Nombrome por su heredero; |
|
yo, después de
despachadas |
|
las cosas que disponía, |
|
dejé a don Luis de
Miranda |
510 |
con poderes, para que |
|
en nombre mío cobrara |
|
algunas deudas; dispongo |
|
a toda prisa la marcha, |
|
creyendo ocultarme en
Cádiz |
515 |
hasta saber si era falsa |
|
o cierta la ingratitud |
|
de esa mujer. Di mil trazas |
|
para poderlo lograr; |
|
y eligiendo la más
mala, |
520 |
dispongo parar aquí, |
|
porque sabiendo la rara |
|
condición de este don
Roque, |
|
el cual con nadie se trata |
|
y es su casa una
prisión |
525 |
eternamente cerrada, |
|
juzgué ser fácil
estar |
|
en ella, sin que notara |
|
nadie mi venida. Llego |
|
en fin, y encuentro casada |
530 |
a la pérfida Isabel. |
|
¡Qué lance, cuando
acababa |
|
ayer de llegar, y dice |
|
don Roque, que está de
gala |
|
porque es novio! Llama luego, |
535 |
para que yo celebrara |
|
la elección, a su
mujer. |
|
Viene al fin,
acompañada |
|
de doña Beatriz. ¡Si
vieras! |
|
No es posible ponderarla |
540 |
la turbación, el
horror... |
|
Yo no la dije palabra. |
|
Ella, la cruel quería |
|
disimular; fueron vanas |
|
diligencias. Yo la vi |
545 |
llorosa y acongojada |
|
mirar a una y otra parte |
|
fuera de sí; no
acertaba |
|
a hablar siquiera. ¡Ay de
mí! |
|
Él es un necio, y en
nada |
550 |
reparó.
¡Válgame Dios! |
|
¡Válgame Dios!
¡Esto alcanza |
|
quien la tuvo tanto amor...! |
|
Yo no sé lo que me
pasa... |
|
Yo no sé... |
|
|
GINÉS |
¿Y habéis
hablado
|
555 |
con ella a solas? |
|
|
DON JUAN |
Estaba
|
|
anoche en un cuarto de esos, |
|
¡con qué halago en sus
palabras, |
|
qué hermosa, qué
fementida, |
|
quiso moderar mi saña, |
560 |
quiso de nuevo
engañarme! |
|
Pero apenas comenzaba, |
|
vino su marido. Ahora |
|
ni puedo ni quiero hablarla. |
|
¿Qué ha de decir?
¿Cómo puede |
565 |
decir que tuvo constancia, |
|
ni que amó de veras,
cómo? |
|
|
|
GINÉS |
Quizá, señor,
obligada |
|
de su tutor... Ella es
niña |
|
todavía, y como estaba |
570 |
tan oprimida... |
|
|
DON JUAN |
¡Ay, Ginés!
|
|
No hay disculpa, no has de
hallarla; |
|
soy infeliz... Pero yo, |
|
con fuga precipitada, |
|
mi patria abandono; y ella |
575 |
libre se queda y ufana |
|
de su triunfo. Y ¿no
podré |
|
decirla, que es una ingrata |
|
fementida mujer? Mira, |
|
Ginés, vuélveme esa
carta. |
580 |
|
|
GINÉS |
¿Qué pensáis
hacer? |
(Dándole la
carta.)
|
|
|
DON JUAN |
No sé.
|
|
Porque tengo tan turbada |
|
la imaginación, que
dudo, |
|
resuelvo, temo; contrarias |
|
ideas a un tiempo mismo |
585 |
me martirizan el alma. |
|
Ve adentro, recoge todos |
|
mis papeles en la caja, |
|
que en la posada quedó |
|
arreglado lo que falta. |
590 |
¿Me seguirás? |
|
|
GINÉS |
Yo, señor,
|
|
gustoso os
acompañaría |
|
al cabo del mundo; sólo |
|
me aflige vuestra desgracia. |
|
¡Ojalá pudiese yo |
595 |
en algún modo
aliviarla! |
|
|
|
DON JUAN |
Sí, Ginés, no me
abandones. |
|
|
|
GINÉS |
En mí no hallaréis
mudanza; |
|
siempre os he querido bien. |
|
Pues haz lo que he dicho.
¡Cuántas |
600 |
penas me cercan! La muerte |
|
puede sólo remediarlas. |
|
|
|
Escena
VII
|
|
DON ROQUE,
DOÑA ISABEL y
MUÑOZ.
|
MUÑOZ |
Señor, ahí vino el
cajero |
670 |
de monsieur Guillermo. |
|
|
DON ROQUE |
¿Cuántas
|
|
veces ha venido ya? |
|
¿No le he dicho que
esperaban |
|
los géneros del Ferrol? |
|
Y que hasta que en la aduana |
675 |
se registren... |
|
|
MUÑOZ |
Bien, ¿y qué?
|
|
Si no es esa la embajada |
|
que ha traído. (La
paciencia |
|
de un santo no me bastara.) |
|
Dice que a las nueve en punto |
680 |
en su despacho os aguarda, |
|
y os entregará el
dinero |
|
del importe de las lanas |
|
el inglés Anson...
Manson..., |
|
¡qué sé yo como
se llama |
685 |
el inglés! |
|
|
DON ROQUE |
Sí, ya lo sé.
|
|
¿Y precisamente
aguardan |
|
hoy a pagarlo? |
|
|
MUÑOZ |
Parece
|
|
que al primer viento se
marcha. |
|
|
|
DON ROQUE |
Pues, y es preciso acudir. |
690 |
¡Que por una patarata |
|
le han de incomodar a un
hombre, |
|
y hacerle salir de casa |
|
cuando quieren! Tú,
Muñoz, |
|
tampoco sirves de nada |
695 |
para estas cosas. Se ofrece |
|
escribir en una llana |
|
cuatro renglones: no sabes. |
|
Vas a buscar una carta: |
|
no entiendes el sobrescrito; |
700 |
y yo... |
|
|
MUÑOZ |
Pues, pese a mi alma,
|
|
¿no lo sabéis
años ha? |
|
¡Cuidado que tenéis
gana |
|
de quimera! Si no sé, |
|
¿qué le hemos de
hacer? ¡No es mala |
705 |
la aprensión, salir
ahora, |
|
sin haber sobre qué
caiga, |
|
con esa pata de gallo! |
|
|
|
DON ROQUE |
Muñoz, ¿por eso te
enfadas? |
|
Lo dije porque si fuera |
710 |
posible que me aliviaras |
|
en ciertas cosas... |
|
|
MUÑOZ |
¡El diantre
|
|
de la invención! Vaya,
vaya. |
|
|
|
DON ROQUE |
Vamos, Muñoz, no te
enojes; |
|
toma un polvo. |
|
|
MUÑOZ |
¡La zanguanga
|
715 |
del polvito! Tengo
aquí. |
|
|
|
DON ROQUE |
Arrójalo, que eso es
granzas. |
|
|
|
|
DON ROQUE |
Este es
|
|
de aquello bueno de marras |
|
del padre de la Merced, |
720 |
¿te acuerdas? |
|
|
|
(Le da la caja; MUÑOZ la abre, y se la vuelve,
hallándola vacía.)
|
|
DON ROQUE |
Es verdad; se me olvidó |
|
echar tabaco en la caja. |
|
Ya la llenaré
después. |
|
|
|
MUÑOZ |
(Aparte.)
|
Mala centella te parta. |
725 |
|
|
Escena
VIII
|
|
DON ROQUE y
DOÑA
ISABEL.
|
|
DOÑA ISABEL |
Pero lo que más me
pasma |
|
es las respuestas que tiene. |
|
|
|
DON ROQUE |
Es su genio. |
(Aparte.
|
No la agrada
|
|
porque es viejo.) Dame, dame |
730 |
el peluquín; esta bata |
|
y el gorro ponlos allí |
|
(Harán lo que denotan los
versos.)
|
que sepa, volviendo a casa, |
|
dónde lo he de hallar.
Ayer |
|
casi toda la mañana |
735 |
anduve buscando el gorro, |
|
porque mi señora
hermana |
|
me le guardó tan
guardado, |
|
que ni aun ella se acordaba |
|
dónde le puso. Las
cosas, |
740 |
siempre en su lugar. |
|
|
DOÑA ISABEL |
La caja
|
|
del peluquín no la
encuentro. |
|
|
|
DON ROQUE |
¡Válgate Dios!
Ahí estaba |
|
debajo de ese bufete. |
|
¡Con cuidado, no se
caiga! |
745 |
Toma el gorro... Donde he
dicho. |
|
Así está bien. En el
arca |
|
verás una chupa musga, |
|
que tiene botón de
plata, |
|
y una casaca blanquizca; |
750 |
tráelo todo. |
(Entra DOÑA
ISABEL; DON ROQUE
se queda en el teatro en justillo.)
|
¡Esta muchacha!
|
|
¡Ay, Señor! Y lo
peor |
|
es que mi don Juan no salga. |
|
Pues yo me voy, y se quedan |
|
solos, ¡buena va la
danza! |
755 |
Únicamente
Muñoz... |
|
¡Y Muñoz está
que salta |
|
conmigo, no sé por
qué! |
|
Isabelilla, ¿despachas? |
|
|
|
|
(Sale DOÑA
ISABEL con el vestido.)
|
DOÑA ISABEL |
Estaba todo revuelto. |
760 |
|
|
DON ROQUE |
Como aún no estás
enterada |
|
de las cosas, ni el paraje |
|
donde se ponen y guardan |
|
mis vestidos... ¡Ah, si
vieras, |
|
(Dirá estos versos
mientras se viste, ayudándole DOÑA ISABEL.)
|
(otro gallo me cantaba |
765 |
entonces) cuando vivía |
|
mi difunta Nicolasa! |
|
¡Qué puntualidad,
qué aseo! |
|
¡Era una mujer muy
guapa! |
|
Y siendo moza, que apenas |
770 |
a los cuarenta llegaba |
|
cuando murió, nunca,
nunca |
|
aquella mujer pensaba... |
|
|
|
|
DON ROQUE |
No por cierto,
|
|
que hace un ambiente que
pasma. |
775 |
Ella gustar de cortejos, |
|
ni como otras atronadas... |
|
¡Qué,
jamás! |
|
|
|
|
DOÑA ISABEL |
¿Si queréis que
traiga
|
|
el capote? |
|
|
|
DOÑA ISABEL |
Pues bien, eso preguntaba. |
|
|
|
DON ROQUE |
Sí señor, muy
hacendosa, |
|
continuamente aplicada |
|
a la labor, eso sí. |
|
(Dirá estos versos
mientras DOÑA
ISABEL le limpia.)
|
Y las otras dos, la Paca |
785 |
y la Manolita, todas |
|
fueron a cual más
honradas; |
|
a su marido y no más; |
|
ya se ve, ¡buenas
cristianas! |
|
|
|
DOÑA ISABEL |
Dios me dé paciencia,
¡ay triste! |
790 |
(Vase DOÑA
ISABEL.)
|
|
|
DON ROQUE |
Si esta mujer no es negada, |
|
ha de conocer, preciso, |
|
a qué van encaminadas |
|
mis indirectas; Dios quiera |
|
que surtan efecto. |
|
|
|
(Sale DOÑA
ISABEL con el capote, y se le pone a DON ROQUE.)
|
|
DON ROQUE |
No más.
|
|
Haz que limpien esta sala, |
|
que pongan bien esos trastos. |
|
Yo no sé cómo mi
hermana, |
|
pues ella bien alcanzó |
800 |
a Manolita... Extremada |
|
era en la limpieza. Cuando |
|
quieras, puedes preguntarla, |
|
si todo no lo tenía |
|
como una taza de plata. |
805 |
¡Era muy mujer, oh,
aquella! |
|
(Éntrase en su cuarto.)
|
|
|
Escena
XII
|
|
DOÑA ISABEL
y DON JUAN.
|
|
(DON JUAN al salir
del cuarto de DON ROQUE ve
a DOÑA ISABEL, y
hace ademán de volverse a entrar. DOÑA ISABEL hará lo que
denotan los versos.)
|
|
DOÑA ISABEL |
No te vayas;
|
|
solos estamos, ¡ay Dios! |
|
¿Tú me vuelves las
espaldas? |
845 |
¿A tu Isabel? |
|
|
|
DOÑA ISABEL |
No, no te dejo, declara |
|
a quien te quiere tu enojo. |
|
Don Juan, no ignoro la causa; |
|
pero escúchame,
sabrás... |
850 |
|
|
DON JUAN |
¿Qué he de saber? Que
eres falsa, |
|
que me has olvidado, que... |
|
¡Ya lo sé! |
|
|
|
|
DOÑA ISABEL |
¡Óyeme! ¿Tan
poco puedo |
|
contigo? |
|
|
DON JUAN |
No, no te valgas
|
855 |
de artificios, que algún
día... |
|
Pero ya es tarde; se acaba |
|
el sufrimiento también |
|
en los amantes. |
|
|
DOÑA ISABEL |
¿No bastan
|
|
estas lágrimas...? |
|
|
|
|
|
DOÑA ISABEL |
Cruel, ¿qué
quieres
|
|
de una mujer humillada? |
|
|
|
|
(DOÑA
ISABEL le deja y se va con precipitación a un extremo
del teatro; él siguiéndola, dice estos
versos.)
|
DON JUAN |
¿Qué he de querer? Ni
¿qué puedes |
|
tú decir, que satisfaga |
865 |
a mi indignación? Que
fuiste |
|
por el tutor violentada |
|
hasta el pie de los altares; |
|
que allí diste una
palabra |
|
que repugnó el
corazón; |
870 |
que niña, desamparada |
|
y oprimida, al fin cediste; |
|
y que cuando suspirabas |
|
por mí, sin poder
huirlo, |
|
en un nuevo amor te enlazas, |
875 |
que sólo debe la muerte |
|
desatarse. Mira cuántas |
|
razones me puedes dar; |
|
pues todas ellas no alcanzan |
|
a disculparte. No es cierto |
880 |
que me quisiste
¡inhumana! |
|
¿Tú sabes qué
golpe es este |
|
para mí? |
|
|
DOÑA ISABEL |
Señor, yo amaba
|
|
de veras. ¡Ay!, mis
finezas |
|
ciertas fueron y no falsas. |
885 |
Y sé que el poder del
mundo |
|
que entonces se declarara |
|
contra mí... Pero tú
ignoras, |
|
que habiendo sufrido tantas |
|
sinrazones y cautelas |
890 |
en mi daño conjuradas, |
|
los celos pudieron solos |
|
conseguir que me olvidara |
|
de tu amor... No me
olvidé, |
|
sino que desesperada, |
895 |
frenética,
consentí |
|
en lo que más
repugnaba; |
|
mi resolución no fue |
|
ingratitud, fue venganza. |
|
|
|
DON JUAN |
¡Isabel! Celos ¿de
quién? |
900 |
¿Con qué motivo?
¡Me engañas! |
|
|
|
|
DON JUAN |
Pues, ¿qué fue,
|
|
Isabel? ¿Quién
envidiaba |
|
mi fortuna? ¿Quién te
pudo |
|
seducir? Dímelo. |
|
|
DOÑA ISABEL |
Estaba
|
905 |
mi tutor harto instruido |
|
de todo. Juzgó lograda |
|
su victoria, cuando vio |
|
que a los dos nos separaba |
|
la suerte. Entonces me dijo |
910 |
que era fuerza me casara |
|
con don Roque. Repugné. |
|
Él instó,
(¡memoria amarga!); |
|
buscó mil medios, y
supo |
|
que don Álvaro pensaba |
915 |
casarte en Madrid; al punto |
|
vio su cautela lograda. |
|
Fingió dos cartas... |
|
|
|
DOÑA ISABEL |
Sí, don Juan, donde le
daban |
|
cuenta dos amigos suyos |
920 |
de que ya casado estabas, |
|
obedeciendo a tu tío. |
|
Él dispuso que
llegaran... |
|
|
|
DON JUAN |
¡Ah, indigno, que me has
quitado |
|
lo que yo más estimaba! |
925 |
|
|
DOÑA ISABEL |
Hizo que las viera yo; |
|
logró su astucia
villana. |
|
¡Ay, una mujer amante |
|
cuán fácilmente se
engaña! |
|
Instó de nuevo, y al
fin... |
930 |
|
|
DON JUAN |
Deja, déjame que vaya |
|
a pasar a ese traidor |
|
el pecho de una estocada. |
|
|
|
DOÑA ISABEL |
(Deteniéndole.)
|
Señor, ¡ay de
mí!, ya es tarde. |
|
¿Qué piensas hacer?
No añadas |
935 |
nuevos males a mi mal. |
|
Yo me moriré
mañana |
|
entre angustias y dolor; |
|
nuestra fortuna contraria |
|
no quiso que amor tan firme |
940 |
a dichoso fin llegara. |
|
No hay remedio, vive
tú, |
|
quizá te está
preparada |
|
mejor ventura que a mí; |
|
no quieras, no, despreciarla |
945 |
por esta infeliz mujer, |
|
que ya no es tuya. Mis ansias, |
|
mis fatigas yo sabré |
|
con paciencia tolerarlas. |
|
Como tú vivas feliz, |
950 |
a Isabel eso la basta. |
|
|
|
DON JUAN |
¡Ay Dios, ay Dios!
¿Dónde estoy? |
|
Con cada razón me
matas. |
|
Por compasión, no te
muestres |
|
de mí tan enamorada. |
955 |
Mas ¿yo me detengo
aquí? |
|
¿Qué hay que esperar?
Nada falta |
|
que saber; harto comprendo |
|
tu pasión y mi
desgracia. |
|
|
|
DOÑA ISABEL |
No, don Juan; si así te
ausentas, |
960 |
del todo me desamparas. |
|
Aunque te quedes en
Cádiz, |
|
siempre viviré apartada |
|
de tus ojos. ¿Quién
te obliga |
|
a que dejes esta casa |
965 |
con tanta celeridad? |
|
Mi corazón se dilata |
|
sólo con verte. No
niegues |
|
este consuelo a tu amada |
|
Isabel. |
|
|
DON JUAN |
¡Qué ceguedad!
|
970 |
¿Eso intentas? Calla,
calla, |
|
infeliz, no solicites |
|
lo que a ti y mí nos
daña. |
|
¿Cómo quieres que se
oculte |
|
el amor que nos inflama? |
975 |
¿Cómo quieres que yo
pueda |
|
tolerar, viendo logradas |
|
por otro felicidades |
|
que sólo a mí
destinabas, |
|
que sólo yo
merecí? |
980 |
¿Quieres que llegue mi
infamia |
|
a tal exceso? ¡Ah,
cruel! |
|
¿No basta, dime, no
basta |
|
que para siempre te pierda, |
|
sin que a mis penas se
añadan |
985 |
celos, que han de producir |
|
desesperación y rabia? |
|
¡Ay, Dios!
Déjame. |
|
|
DOÑA ISABEL |
¿Te vas?
|
|
¿Así te vas?
¡Qué villana |
|
acción! ¿Me dejas?
¿No vuelves |
990 |
a verme? ¡Ay
desventurada! |
|
¿Volverás? |
|
|
DON JUAN |
No sé, no sé.
|
|
Pero es fuerza que me vaya. |
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No podrá borrar la
ausencia |
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el amor de nuestras almas; |
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pero evitará una culpa, |
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que miro ya muy cercana |
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si no me voy: a los dos |
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nos está bien evitarla. |
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DOÑA ISABEL |
¡Señor, dadme
resistencia, |
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que a tanto dolor ya falta! |
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(DON JUAN se va
por la puerta de la mano derecha, y DOÑA ISABEL por la
opuesta.)
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