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ArribaAbajoCapítulo XXXIX

1. ¿Por aventura cazarás presa a la leona, y la vida de sus cachorros hartarás,

2. Cuando reposan en sus cuevas, y están acechando en sus escondrijos?

3. ¿Quién apareja al cuervo su manjar, cuando sus pollos vocean a Dios, vagueando por fallar comida?

4. ¿Por ventura conociste el parto de la cabra montesa en la peña; o consideraste las siervas que paren?

5. ¿Contaste los meses de su preñez, y supiste los tiempos de su parir?

6. Encórvanse a su parto, y paren, y echan bramidos.

7. Apartados son sus hijos, y vanse a los pastos; salen y no vuelven a ellas.

8. ¿Quién envió libre al asno salvaje?; y sus ataduras, ¿quién las soltó?

9. A quien puse desiertos casa suya, y tabernáculos dél salitrosa.

10. Escarnecerá muchedumbre de ciudad; vocerío de cobrador no oirá.

11. Otea montes de su pasto, y después busca todo lo verde.

12. ¿Por dicha querrá rinoceronte servir a ti, o hará noche sobre pesebre tuyo?

13. ¿Por ventura ligarás al rinoceronte para el sulco con tu coyunda? ¿O romperá las tierras de los valles en pos de ti?

14. ¿Por dicha fiarás en él, porque mucha su fortaleza y encomendarásle a él tus trabajos?

15. ¿Por dicha confiarás dél, que te volverá lo que sembraste, y que allegará tu era?

16. Pluma de avestruz semejante a la del herodio y gavilán.

17. Cuando deja en la tierra sus huevos y sobre el polvo, ¿calentarlos has?

18. Y olvídase que pie los desparza, y que bestia del campo los patee.

19. Endurécese para sus hijos, no suyos; en vano trabajó sin forzarla temor.

20. Que olvidóla Dios de sabiduría, y no le repartió a ella entendimiento.

21. Al tiempo que ensalza sus alas escarnecerá del caballo y del caballero.

22. ¿Por dicha darás al caballo valentía? ¿Por dicha ceñirás su pescuezo de relincho?

23. ¿Por dicha levantarlo has como langosta? Hermosura de su nariz espanto.

24. La tierra cava con el pie, arremete con brío; saldrá a los armados al encuentro.

25. Desprecia el temor, y no se espanta, ni se retrae de la espada.

26. Sobre él sonará el carcax; hierro de lanza y escudo.

27. Hervoroso y furibundo sobre la tierra, y no estima que voz de bocina.

28. Cuando oye la trompa dice: ¡Ha!, ¡ha!, y de lueñe huele la batalla, el ruido de los capitanes y el estruendo de los soldados.

29. ¿Por dicha por tu saber toma plumas el gavilán, y extiende sus alas al ábrego?

30. ¿Por ventura a tu mandamiento se ensalzará el águila, y pondrá en las cumbres su nido?

31. En breñas morará; en el pico tajado se asentará; en los riscos no accesibles.

32. Desde allí otea el manjar, y de lueñe sus ojos miran.

33. Sus pollos lamen sangre, y donde cuerpo muerto luego ella allí.

34. Y añadió el Señor, y habló a Job:

35. ¿Por dicha quien baraja con Dios calla tan presto? Y quien arguye a Dios, responda.

36. Y respondió Job al Señor, y dijo:

37. Hable livianamente. ¿Qué podré responder? Pondré mi mano sobre mi boca.

38. Una hablé, que ojalá no hablara, y otra a que no añadiré.


ArribaAbajoExposición

En el capítulo pasado examinó Dios a Job en las cosas más altas y mayores, en la creación del mundo, en la orden de los elementos, en los cielos y en los aires, y en las impresiones que en ellos hacen las estrellas; en éste desciende a cosas menores, y examínale en lo que pasa en el gobierno de los animales, y pregúntale en particular de algunos dellos, de su ser, de sus instinctos, inclinaciones e hechos.

Y comienza por el león, y dice ansí:

1. ¿Por ventura cazarás presa a la leona, y la alma de sus cachorros hartarás? Como si más claro dijese: Ya que ni entiendes ni puedes lo de hasta aquí, esto es más fácil que diré agora, ¿podráslo? ¿Podrás, dice, proveer de caza a la leona, o sustentar sus cachorros? Que es preguntarle si pone él la mesa a los animales y les da su mantenimiento y comida; que por una o dos especies dellos que expresa, comprende a todo su género. Y pregúntale esto porque entre las obras de que Dios en la Escritura se precia, es una aquesta mesa general y tan abundante que a los animales puesta tiene continamente.

Dice David: Todas las cosas esperan de Ti que les des a su tiempo su manjar. Dándoles Tú, cogerán; y abriendo vos, Señor, nuestra mano, todo será lleno de bien. Porque, sin duda, en esto demuestra Dios lo perfecto de su providencia, que llega a tener menuda cuenta aun con las criaturas más viles. Y porque dijo de la leona y sus hijos, detiénese en decir algo dellos, y señaladamente de la manera como se encubren para que les venga a las manos la caza; como diciéndole en esto si sabrá él ponérsela en las uñas entonces, ansí como Dios se la pone.

Y dice:

2. Cuando reposan en sus cuevas, y están acechando en sus escondrijos. O según otra letra: Cuando se encorvan en sus moradas, y están a las sombras de sus cuevas. Que es la postura de estos animales, cuando se encubren en los lugares adonde esperan hacer presa; que de los leones en particular se escribe que para cazar se asconden, y ansí la caza, sin sentirlos, se les llega, y es dellos presa, porque, descubiertos, ahuyéntala, porque los sienten y temen.

Dice más:

3. ¿Quién apareja al cuervo su manjar, cuando sus pollos vocean a Dios, vagueando por fallar comida? Como dijo de los leones, dice de los cuervos agora, que entre las otras en estas dos especies es de particular consideración su comida: la de los leones porque ha de ser mucha, y si la buscan a la descubierta, como dijimos, la pierden, por donde es necesario que con particular providencia se la ponga Dios en las manos; y la de los cuervos, porque a los pequeños, luego después de nacidos, sus madres no los mantienen por muchos días, en los cuales los sustenta Dios por maravillosa manera del rocío, según dicen algunos.

Y ansí dice David en el Psalmo: El que da su mantenimiento a las bestias, y a los pollos de los cuervos que le vocean. Porque en aquellos primeros días pían por comer, y los padres, aunque los oyen, los dejan; mas el que está en el cielo, a quien piando parece que abren las bocas y llaman, se las hinche y los harta.

Dice, pues: ¿Quién apareja al cuervo su manjar, cuando sus pollos vocean a Dios? Como diciendo: Yo soy el que los proveo y no tú; y cuando los padres les faltan, yo, sin parecer que los miro, los proveo y sustento, y hago con el rocío lo que ninguno con copia de muchos manjares hiciera. Y dice, cuando vocean a Dios, vagueando por hallar comida; esto es, bullendo en el nido y revolviéndose a diversas partes en él, llevados de la hambre que los desasosiega y menea. Pues cuando ansí piden la comida con gritos, y cuando se revuelven a todas partes buscándola, ¿serás, dice, tú para dársela?

Dice más:

4. ¿Por ventura conociste el parto de la cabra montesa en la peña o consideraste las ciervas que paren? Toca otra cosa agora en que reluce su providencia, que es el parto y preñez de las ciervas, de quien escribe Aristóteles y otros autores que paren con muy grande dificultad y de manera que no parece cosa posible; y ansí se encorvan y braman mucho al tiempo del parto, y como guiadas por Dios, preñadas, comen cierta yerba poderosa para hacer sea fácil. En el parir es esto; y en el concebir, según dicen, no conciben hasta que comienza a nacer cierta estrella. Por manera que en esta criatura es maravilloso Dios en los particulares avisos de que la tiene dotada, y por esta causa hace della agora argumento. Como diciendo: Ya que, Job, no tienes saber para dar a los animales su pasto, ¿sabrásme decir acerca de la preñez de las ciervas la causa por que aguardan tal tiempo? O si esto no sabes, ¿podrás a lo menos socorrer a la dificultad de sus partos? ¿Consideraste, dice, las ciervas que paren? Esto es, ¿sabes cuándo conciben, o tienes saber para aligerar su preñez?

Y prosigue en lo mismo diciendo:

5. ¿Contaste los meses de su preñez o supiste los tiempos de su parir?

Y luego:

6. Encórvanse a su parto; y paren y echan bramidos. Que es la dificultad que dijimos, y la razón por que aquí se mientan y en qué estriba todo aqueste argumento; que dice, si a lo menos sabe o puede remediarlas en tanto trabajo y sacar sus dificultosos partos a luz, ansí como Dios lo remedia. Arguyendo de estas bajezas imposibles al hombre lo poco que puede y lo mucho a que se atreve si pleitea con Dios.

Dice más:

7. Apartados son sus hijos, y vanse a los pastos, salen, y no vuelven a ellas. Toman en breve fuerza los cervatillos, y las madres los enseñan luego a huir y correr, con que a poco tiempo las dejan, apartan y buscan por sí su mantenimiento y su vida.

Añade:

8. ¿Quién envió libre al asno salvaje?; y sus ataduras, ¿quién las soltó? El asno salvaje es animal libre y soberbio y amigo mucho de la soledad y enemigo de lo que está vecino a los hombres. Pues de estas propriedades trata agora, y pregunta a Job si sabe quién se las dio. En que le examina si fue él quien hizo al asno salvaje tan cerril y tan libre y tan ajeno de obedecer al freno, como obedecen otros animales más fieros. Que porque tiene esto causa secreta, por eso hace memoria dellos Dios aquí, para convencer más nuestra ignorancia, intento pretendido por todos estos capítulos.

Dice: ¿Quién envió libre al asno salvaje? Esto es, ¿quién le dio que fuese tan no domable de suyo sino Yo mismo? Y la causa de esta libertad y selvatiquez, si no es Yo, ¿quién la sabe? Y dice: y sus ataduras, ¿quién las soltó? En que no quiere decir que estaba atado antes y fue suelto después, sino que fue criado sin ataduras ningunas, dotándole Él de tal compostura, que en ninguna manera es hábil para sujetarse al cabestro.

Dice más:

9. A quien puse desiertos casa suya, y tabernáculos dél salitrosa. Que es la otra propriedad de esta bestia amar la soledad entre todas y huir la conversación de los hombres. Y por esto dice que le dio el desierto por morada, porque le compuso de tal manera que le es aborrecible la gente.

Y salitrosa por tabernáculos, que es decir tierra sujeta al salitre, esto es, yerma y no cultivada, y por la misma causa desechada del hombre. Esta tierra, pues, ama, y la poblada aborrece, o para decirlo figuradamente como el profeta, la desprecia y escarnece y se burla della.

Que dice:

10. Escarnecerá muchedumbre de ciudad, vocerío de cobrador no oirá. En las ciudades unas cosas son de contento, y otras de pesadumbre y enojo; la muchedumbre agrada, y el pecho y las derramas fatigan; y por lo primero entiende todo lo apacible, y por lo segundo lo que se aborrece y desama. Mas dice que ni estima lo amable, ni padece lo trabajoso; escarnece y hace mofa de la conversación de los muchos, y de los gustos que della nacen, y no padece las miserias que entre los mismos se encierran. Y dice esto de un animal sin razón, como si la tuviera, fingiéndosela por figura poética para aclarar ansí mejor cuánto ama el desierto.

Prosigue:

11. Otea montes de su pasto y después busca todo lo verde. Ansí dicen de esta bestia que, puesta en alto, mira los mejores y más verdes pastos, y a ello se inclina, porque apetece siempre lo verde.

Los que moralizan esta escritura, por el asno salvaje entienden a los hombres desasidos del mundo, y que con el alma y cuerpo se alejan dél cuanto pueden. Porque no hay duda sino que como en lo espiritual de su Iglesia hizo Dios su cielo y su tierra y sus elementos, ansí también puso en ella sus animales diversos, quiero decir, diferentes inclinaciones de hombres que siguen diferentes estados, y que por semejanza se corresponden, y tienen como consonancia sus propriedades con criaturas diversas.

Es, pues, el ermitaño de corazón el asno salvaje. Asno, porque ansí lo juzgan los amadores del mundo, estimando por locura y menos saber el despreciar lo que ellos adoran, y el huir lo que aman, y el abrazar lo que abominan: la pobreza, la soledad, el ayuno, el encerramiento, la aspereza de vida. Mas es salvaje este asno porque no se rinde a sus dichos y ni se deja vencer de lo que juzgan las gentes; no se domeña ni tratar se deja por semejante manera. Son sin duda en esta parte los hombres de este linaje gente muy cerril y muy libre; porque ¿quién será poderoso, al que tiene gusto de la libertad del espíritu, sujetarle o inducirle el amor servil de estas cosas? Y a quien halla en la soledad paraíso, ¿quién le traerá al tormento que el bullicio y variedad del mundo y de sus cosas contiene?

Y tiene más fuerza esta verdad, cuanto la libertad que tienen nace de más firmes principios; porque como da a entender aquí Dios, Él solo es el que hace libres aquestos salvajes, y Él que les quita los frenos y las ataduras que los tenían asidos al suelo.

¿Quién, dice, envía libre al asno salvaje?; y sus ataduras, ¿quién las soltó? Porque es sin duda maravillosa obra, y muy digna de Dios, hacer del hombre ángel, y del nacido para las ciudades, amador de la soledad de los campos; y del necesitado del favor de los otros, contentísimo con vivir pobre y a solas; y del perdido por estos bienes visibles, aborrecedor dellos, amando ya lo invisible solamente y suspirando por ello. Que la naturaleza es atadura grandísima, y la necesidad ñudo fuerte, y la costumbre y el estilo común cadena de hierro, ataduras y prisiones verdaderamente mayores que las fuerzas del hombre.

Y ansí sólo Dios es el que las quebranta y saca de prisión estos salvajes suyos, que si lo son no volverán a ella por todas las cosas del mundo; porque en el desierto de Él hallan dulce, apacible y rica morada.

Por donde dice luego: A quien puse desierto casa suya, y tabernáculo dél salitrosa; que es otra maravilla grandísima hacer que el desierto sea casa, y que la tierra estéril y sembrada de salitre sea morada gustosa. Porque no dice que le edificó casa en el desierto, sino que del desierto le hizo casa, y de la esterilidad misma lugar de reposo. Que, a la verdad, el poder de Dios y la eficacia de su no limitada virtud se extiende a no sólo dar contento en el desierto a los suyos, y sabor en medio de mil sinsabores, sino hacer que el disgusto sea gusto, y la tristeza alegría, y el lloro gozo, y la calamidad, padecida por Dios, día de felicidad alegrísimo, y hacer que la hornaza y el fuego sirva de rocío y de alivio a sus siervos; que es algarabía para los que sirven al mundo, y cosa a que jamás dieron crédito, como ellos después de muchas cosas acerca del Sabio, lo confiesan diciendo: Nosotros sin seso tuvimos por locura su vida. Porque si en el mundo se entendiese este bien, no hubiera quien no le siguiera, sin duda, como se ve en el efecto que, conocido, hizo antiguamente y agora; que su golosina pobló los desiertos, y enajena todo lo que es de gusto a los hombres que abrazan la pobreza, desnudez y desprecio, como otros a los infinitos deleites.

Puse el desierto casa suya, y tabernáculos dél salitrosa. ¿Qué hará en el cielo quien hace cielo en el desierto? Dice que les da en el desierto, no solamente casa, sino casa suya, dellos, y tabernáculo dellos mismos. Y quiere decir, lo uno, que es permaneciente y no alquilada o ajena, como son las casas y asientos que en sus bienes da el mundo a los suyos, que son mesones de paso en que se paga todo al doblo y amargamente se escota; mas el descanso de estos salvajes, cuando la vida se acaba, crece él y con la muerte se hace perpetuo.

Y lo otro dícelo por decir que es propria y conveniente casa para semejante gente el desierto; casa suya sin duda, porque en el estar a solas viven, y en el destierro de todas las cosas descansan, y no tienen reposo sino cuando asuela Dios y siembra de sal en su alma y sentidos todo lo que mira a esta vida. Porque en esta pureza hallan junta a sí la pureza de Dios, y los resplandores de su sancta luz reverberan luego en espejo tan limpio, y júntanse estrechamente porque no tienen estorbo de cosas que desvíen entre ellos lo limpio y lo sencillo y lo puro entre sí. Y en esta junta es adonde verdaderamente se vive, porque es juntarse a la vida; que, cuanto a lo demás, todo es afanar y morir.

Y ansí dice: Escarnecerá muchedumbre de ciudad, y vocerío de ejecutor no oirá. Porque, ayuntado a este bien y hecho morador de esta casa, ni amará la muchedumbre del mundo, ni estimará la majestad que hace estado, antes lo despreciará todo, porque apenas bullirá en él ni hará ruido la carne; que todo calla a Dios, luego que su majestad se divisa por un alma apurada. Vocerío de ejecutor no oirá. ¡Qué poco siente este salvaje lo que a los más nos trae atontados y locos! La voz de la codicia pedigüeña, ¡qué poco ruido hace en su pecho! El deleite importuno, ¡cuán poco molesta su alma! El estruendo del enojo, ira y venganza, los clamores de mil desvariados y hervorosos deseos, ¡qué mudos son para él!

No oye vocerío de ejecutor. Todo lo que nos saca prenda, todo lo que nos aflige y nos turba, todo lo que mete a saco la quietud de la vida, él apenas lo oye, porque, descuidándose de sus deseos, lo desterró todo de sí; su cuidado es sólo uno. De que luego se sigue: Otea montes de su pasto, y después busca todo lo verde. Porque su oficio contino es ocuparse en la contemplación de sus montes, quiero decir, de las altezas sanctas a que Dios le levanta, el cielo, la vida dél, los bienes y los premios divinos, y a Dios sobre todo, de quien se mantiene, por razón del fructo que de ello saca, que es siempre verde, porque su dulzor nunca enfada, siempre viene nuevo y fresco y con particular gusto a la boca. Que esta diferencia, entre otras muchas, hay entre los mundanos y aquéstos: que el bien del mundo y sus placeres y gustos nunca son verdes, o si lo son, marchítanse y agóstanse luego, y vuélvense en paja seca, conveniente manjar de sus amadores, porque traen consigo el enfado.

Y ansí el que lo gusta y torna a ellos, torna, porque no tiene otros bienes; y, vacío de bien, busca en qué se entretener y no sabe a do ir, y vuelve como necesitado y como por costumbre a lo que gustó, ya estragado y manoseado y lacio y perdido. Sino que se engaña el miserable a sí mismo, y se esfuerza a comer como bueno lo que, si come, da arcadas; porque este bien visible, en perdiendo la primera tez, ¿qué es sino asco? Ansí que este mi salvaje siempre come lo verde; como, al revés, el mundano y miserable siempre lo seco y marchito.

Mas tornemos a nuestro primero propósito.

12. ¿Por dicha querrá rinoceronte servir a ti, o hará noche sobre pesebre tuyo? Prosigue en su intento Dios, y prueba su saber y grandeza por otra obra suya señalada, que es el rinoceronte, que llamamos ahora vada, animal ferocísimo, ansí en braveza de ánimo como en grandeza de fuerzas como en el talle y compostura de cuerpo; que por ser notorio ya en estas partes, por algunos que de la India oriental han venido, no las pintaré más despacio. Pues de éste le pregunta agora Dios a Job si se servirá dél o si se atreverá a hacelle doméstico. Dando a entender que puede Él hacer y hace animales que a los hombres no reconocen; o por decir verdad, declarando por esto la grandeza y fiereza de esta bestia, y por ella el poder y saber sumo del autor que la hizo. ¿Querrá, dice, servir a ti el rinoceronte, esto es, podrás tú sujetarle a tu servicio, como podré Yo, que le hice? ¿O podrás hacer que haga noche sobre tu pesebre?; esto es, si podrá hacerle doméstico; como diciendo: Ansí me sirve todo, por más fiero y bravo que sea; tú, o el que presumiere traer pleito conmigo, veamos si lo puede hacer.

Y prosigue en la misma razón, y pregunta:

13. ¿Por ventura ligarás al rinoceronte para el sulco con tu coyunda? ¿O romperá las tierras de los valles en pos de ti? Que es como decir una cosa imposible, dando por ella a entender la grandeza y fiereza de este animal, en ninguna manera domable.

Y para la misma significación añade como por ironía:

14. ¿Por ventura fiarás en él por su mucha fortaleza, y encomendarle has a él tus trabajos? Esto es, si porque es fuerte y valiente, le dará cargo de sus obras descuidándose él dellas. Y entiende por sus trabajos y obras los de su labranza, como luego declara, diciendo:

15. ¿Por dicha confiarás dél que te volverá lo que sembraste, y que allegará tu era? Y dicho esto, pasa su razón a otro animal también extraordinario y extraño, y por la misma causa conveniente para sacar dél, de su poder y saber, argumento, que es el avestruz, del que dice:

16. Pluma de avestruz semejante a la del halcón y gavilán. Que es decir: pues si vamos al avestruz que Yo hice, ¿qué te contaré dél? Que en la pluma y en las alas es ave, esto es, tiene plumas como las demás aves las tienen; y por esta parte puede ser tenido por uno dellas, como el azor, o como el gavilán, o, según otra letra, como otra cigüeña. Y pone estas aves en particular, no por decir sólo dellas (que no son éstas a las que el avestruz más parece), sino para en ellas entender generalmente a todas, y decir que es ave, o lo parece ser el avestruz en la pluma. Verdad es que el original dice a la letra: Pluma de pomposos, o regocijados alegre; y entienden algunos por los pomposos a los pavones, cuya pluma es hermosa y pintada, y por eso alegre a la vista.

Mas no viene esto bien con lo que se sigue, que es:

17. Cuando deja en la tierra sus huevos y sobre el polvo, ¿calentarlos has? Porque del avestruz y no del pavón, se lee que pone en el arena sus huevos y, olvidado dellos, los deja. Pues pregúntale Dios a Job si los sabrá él calentar, esto es, si, sin el calor de la madre y sin el abrigo y cuidado que los padres-aves de sus huevos tienen y suelen tener, sabrá él o podrá sacarlos a luz, como él los saca y empolla. Y porque hizo memoria del olvido de aqueste animal, llévalo más adelante, y extiéndelo por manera poética y dice:

18. Y olvídase que pie los desparza, o que bestia del campo los palee. Esto es, tiene tan poco acuerdo de lo que por natural instinto las demás aves tanto se acuerdan, que no le viene al corazón lo que les puede suceder sin su abrigo, que o los esparza al viento, o los pisen las bestias que por el campo libremente discurren.

Y dice:

19. Endurécese para sus hijos, no suyos; en vano trabajó sin forzarla temor. Como diciendo: Todos los animales, aunque en sí sean fieros, son blandos y amorosos para sus crías; mas éste es tan duro y tan olvidadizo, como dicho habemos, para sus hijos; si a la verdad pueden ser llamados sus hijos los que desprecia, los que olvida, los que deja sin causa ninguna que la fuerce, puestos a tan manifiesto peligro.

Y por eso dice en vano trabajó sin forzarla temor; esto es, el concebir esta ave los huevos y el ponerlos, con todo lo que pertenece a esta obra y trabajo, cuanto de su parte es, fue trabajo vano y inútil, o como si vano fuese y sin fructo, ansí lo deja y desprecia y del todo olvida.

Sin forzarla temor a ello, esto es, sin que nadie la espante, ni oxee, ni cosa semejante haga, forzándola a que desampare sus huevos. Porque otras aves piérdenlos y los desamparan a veces, no por su voluntad, sino por no poder más, forzadas de algún caso que les espanta; mas ésta no ansí, sino como cosa inútil y vana, y que por ninguna vía le toca.

Y da la razón diciendo:

20. Que olvidóla Dios de sabiduría y no repartió a ella entendimiento. En que dice que es olvidadizo de suyo el avestruz, y sin ninguna memoria. Mas si es olvidadizo, no es tardo, y lo que le quitó de memoria le añadió Dios en ser presto y ligero; porque siendo animal tan pesado, que aunque tiene alas no puede volar, en correr es ligerísimo, porque ayuda con las alas los pies.

Y dice ansí:

21. Al tiempo que ensalza sus alas, escarnecerá del caballo y del caballero. Porque no hay caballo aguzado con espuelas a la carrera que ansí corra como el avestruz corre. Y por eso dice que escarnece en ayudándose para el correr con las alas, al caballo y al caballero; no al caballo como quiera, sino al caballo a quien el que va encima le anima y enciende. Ansí que escarnécelos, porque los deja atrás con conocida ventaja.

Dice más:

22. ¿Por dicha darás al caballo valentía? ¿Por dicha ceñirás su cerviz de relincho? La mención hecha del caballo y del caballero trujo a la boca al caballo, y ansí dice agora dél, por ser su natural maravilloso en extremo, ansí en el ánimo que tiene como en la gallardía de cuerpo, como en el brío y ligereza y afición de las armas.

Y ansí le trae Dios por ejemplo de su saber preguntándole a Job si supiera él hacer un caballo con las disposiciones y condiciones que tiene, las cuales pinta a la larga elegantísimamente. Dice si supiera él darle al caballo la valentía que tiene, porque sin duda es animal de fuerza y ánimo señalado; y si supiera ceñirle la cerviz de relincho, en que demuestra su brío y gallardía y su corazón no nada cobarde. Y dice bien ceñir la cerviz, porque la menea y estremece toda el caballo cuando relincha.

Y dice más:

23. ¿Por dicha levantarle has como a langosta? Hermosura de sus narices espanto. En que le pone otras dos propiedades preguntando a Job si fue él quien se las dio: la primera es su ligereza, y la segunda es el espíritu y fuerza de su bufido. De la ligereza pregunta si levanta Job como a langosta el caballo, esto es, si le dio que saltase presto y ligero, como si fuese langosta, porque no sólo es en el correr veloz, sino suelto mucho en el salto.

Y del bufido dice hermosura de sus narices espanto, que llámale hermosura de su nariz con propriedad y elegancia, porque hincha el caballo cuando bufa y ensancha las narices, y las figura por una manera llena de una disposición señoril, a que se consigue, en los que le miran, espanto. Y ansí dice que el bufar suyo, que pone en él majestad, causa en los miradores espanto.

Prosigue:

24. La tierra cava con el pie, arremete con brío; saldrá a los armados al encuentro. Es de los caballos el patear y herir en el suelo, porque no les da sosiego su grande espíritu, y es proprio de los no lerdos; que los generosos son bulliciosos, y esos mismos arrancan alegres y llenos de corazón al encuentro.

Porque como dice luego:

25. Desprecia el temor, y no se espanta, ni se retrae de la espada. Y particularízalo para más adornarlo, y dice:

26. Sobre él sonará el carcax; hierro de lanza y escudo. Quiere decir, aunque esto suene y vea andar sobre sí, no por eso teme, antes se anima y espera la señal del acometer con señalado deseo.

Y ansí dice:

27. Hervoroso y furibundo sobre la tierra, y no estima que voz de bocina. Porque el deseo de oírle le hace que no estime, esto es, que no crea que ha de llegar tiempo en que suene.

Y ansí:

28. Cuando oye la trompa dice: ¡Ha!, ¡ha!; y de lueñe huele la batalla, el animar de los capitanes, el estruendo de los soldados. El original dice: En copia de trompetas dice: ¡Ha!, ¡ha! Y lo uno y lo otro es figura poética, en que para mayor significación, como si tuviera uso de razón, se le dan al caballo palabras en que demuestre alegría. Porque es tanta, que la demuestra en su hervor y manos luego que oye la trompeta, o como aquí dice Dios, luego que huele la guerra; que si hablara, no la demostrara más claro, porque hace todo lo que se le pone en aquesta pintura. De la cual, a lo que parece, sacó la suya el poeta latino, que dice:


   ; Que desde luego altivo y más brioso
el potro que es de casta, huella el prado
y dobla con un aire más gracioso
el juego de las corvas bien formado.
Y siempre va delante, y hervoroso
tienta primero que otro el río a nado,
y, con ánimo firme y atrevido
al piélago se lanza no sabido,
    No le espanta el estruendo vano y ciego;
mas de lueñe que llegue a sus oídos
sonido de las armas, arde, y luego
no cabe en un lugar; y conmovidos
sus miembros todos tiemblan; sin sosiego
aguza las orejas y sentidos;
sorbe, recoge, aprieta, vuelve, espira
fuego por las narices, llamas de ira.

Dice:

29. ¿Por tu dicha, por tu saber toma plumas el gavilán, y extiende sus alas al ábrego? Entiende las aves de rapiña todas por el gavilán, que es una especie dellas; a las cuales es proprio el estar en muda a sus tiempos y renovar los cuchillos, para volar después con mayor ligereza y esfuerzo. Pregúntale, pues, Dios a Job si lo hace él, esto es, si dio aquesta propriedad al halcón, o si se sabe la causa de dónde nace y el secreto que encierra, como le, sabe Él que lo hizo; que por estas cosas particulares y usadas demuestra bien cuanto sabe.

Y extiende sus alas al ábrego. Por el ábrego viento entiende todos los vientos. Y porque habló de las aves que cazan, trata luego de la reina dellas, el águila, preguntándole a Job si le dio el instinto y naturaleza que tiene.

Y dice:

30. ¿Por ventura a tu mandamiento se ensalza el águila, y pondrá en las cumbres su nido? Es proprio de las águilas hacer nido en las cumbres más altas; y por eso le pregunta si le dio él aquesta natural propriedad, o quién se la dio, si es su mandamiento y querer el que la aposenta tan alto. Y decláralo, y particularízalo más con hermosas palabras.

31. En breñas, dice, morará; en el pico tajado se asentará, en los riscos no accesibles.

Y añade:

32. Desde allí otea el manjar, y de lueñe sus ojos miran. Porque son de agudísima vista las águilas, y ansí, aunque aniden en alto descubren bien de allí la presa y se lanzan a ella, y allí ceban a sus hijos, que, por ser aves que comen carne, añade y dice:

33. Sus pollos lamen sangre, y donde cuerpo muerto, luego ella allí. Y con esto da Dios fin a la primera parte de aquesta su plática. A la cual Job no respondía palabra, sino como convencido y humilde callaba; y ansí Dios torna y le pregunta:

34. Y añadió el Señor, y habló a Job: ¿Por dicha quien baraja con Dios calla tan presto?

35. Y quien arguye a Dios, responda. Como diciéndole que callaba mucho habiendo presumido tanto, y que no parece conveniente se acobardase tan presto quien poco antes se profesaba tener ánimo para barajar con Dios, esto es, para preguntarle y responderle, y darle razón de sí y demandársela.

Aunque dice otra letra: ¿Por ventura es cordura barajar con Dios? En que le pregunta ya, si por lo que ha visto y oído, le parece buen seso ponerse en demandas y en respuestas con Dios; como diciéndole que ya debe estar fuera de su engaño tan grande.

A lo cual Job dice y responde:

36. Y respondió Job al Señor y dijo:

37. Hablé livianamente; ¿qué podré responder? Pondré mi mano sobre mi boca. O como otra letra dice: Soy desprecio; ¿qué podré responder? Y era cosa sin duda que, habiéndole hablado Dios, le había de responder él por esta manera; porque no hay cosa más natural ni más cierto que, puestos en la luz, conocer de sí lo que es cada uno; y es proprio de la luz y de las visiones y hablas de Dios criar profunda humildad en el hombre, que se conoce entonces verdaderamente su gran bajeza, contrapuesto a la presencia de tanta grandeza.

Y ansí dice: Soy desprecio; soy vileza y polvo, y viéndote a Ti, lo conozco verdaderamente en mí agora; que tus palabras demostradoras de tu saber y poder excesivo, no solamente me demuestran eso, mas hicieron de mi poco saber y mal hablar en mí entera evidencia. Pues siendo yo tal y conociendo de Ti y de mí quiénes somos, tu saber y mi grande ignorancia, las entrañas de tu piedad y mi osadía atrevida, no seré loco más, ni añadiré a lo que tengo dicho palabra; mudo soy y quiero ser mudo.

Porque como dice:

38. Una hablé que ojalá no hablara; y otra a que no añadiré. Como diciendo que conoce su demasía también; que una vez y otra vez, una y dos veces afirma y protesta de no hablar más, y que de lo hablado le pesa. Una hablé, esto es, una vez digo que ojalá no hablara, esto es, que quisiera no haber hablado, y otra, esto es, y digo otra vez que no añadiré, esto es, que no diré más. Como parece por el original claramente, que dice ansí: Una vez dije: no responderé, y dos no añadiré. Conviene a saber, dije, esto es, digo una vez y otra vez que no responderé, ni añadiré, esto es, que no quiero ni puedo ni tengo que responder ni decir.

Madrid, 6 de enero de 1591.






ArribaAbajoCapítulo XL

1. Y respondió Dios del torbellino, y dijo:

2. Ciñe, ruégote, como barragán tus lomos, y preguntaréte y enseñarásme.

3. ¿Por ventura desharás mi juicio; culparás a Mí, para justificarte a ti?

4. ¿Y si brazo como Dios a ti, y en voz como Él tronarás?

5. Adórnate con grandeza y ensalzamiento, y gloria y hermosura te viste.

6. Esparce soberbios en tu ira, y confúndelos, y atiende a todo arrogante, y abájale.

7. Mira todo soberbio, y confúndelos; y deshace a malos en su lugar.

8. Ascóndelos en el polvo juntamente, y sus faces lanza en la hoya.

9. Y Yo confesaré a ti, que también salvará a ti tu derecha.

10. Ves agora a behemoth; yerba como buey come.

11. Ves; fortaleza suya en sus lomos, y poderío suyo en ombligo de su vientre.

12. Menea su cola como cedro; niervos de sus vergüenzas enhebrados.

13. Sus huesos, fístulas de bronce; como vara de hierro.

14. El principio de caminos de Dios, quien le hizo aplicará su cuchillo.

15. Que a él montes le producen yerba, y todas las bestias del campo hacen juegos allí.

16. Debajo de sombríos pace; en escondrijo de caña, en pantanos húmedos.

17. Cúbrenle sombríos su sombra; cercaránle sauces del arroyo.

18. Ves; sorberá río, y no maravilla; y tiene fiucia que el Jordán entrará por su boca.

19. En sus ojos como anzuelo le prenderá; con palos agudos horadará sus narices.

20. ¿Por ventura sacarás a leviathán con anzuelo, y con soga atarás lengua suya?

21. ¿Por ventura pondrás garabato en su nariz, y con alesna [ajorca] horadarás su mejilla?

22. ¿Por ventura multiplicará ruegos a ti, o te hablará blanduras?

23. ¿Por ventura hará concierto contigo, y recibirle has por esclavo perpetuo?

24. ¿Por dicha jugarás con él como pájaro, y atarásle para tus mozuelos?

25. Despedazaránle los amigos; partiránle los mercaderes.

26. ¿Por dicha llevarás redes de su pellejo, y nasa de peces con su cabeza?

27. Pondrás tu palma sobre él; miémbrate de la guerra y no añadas.

28. Ves; su esperanza le burla, y a vista de todos será despeñado. Por dicha a su aspecto derrotado será.


ArribaAbajoExposición

1. Y respondió Dios del torbellino, y dijo: Las luces de Dios y sus hablas, como agora decíamos, crían siempre humildad en el hombre a quien se hacen, y conocimiento verdadero de sí; porque nunca habla que no sea para hacer bien, y el principio y como fundamento de todos los bienes es que se conozca cada uno a sí mismo. Porque, al revés, en el desconocerse y en el estimarse en lo que no es, está el error de la vida. Y como no entra el sol adonde se le cierran las puertas, ansí no entra Dios en el alma que no se conoce, porque las puertas que la cierran es la estimación vana de sí y el juicio falso de su virtud y su fuerza. Ansí que Dios, para introducir sus virtudes, lo primero, pone por el suelo estas puertas y abre los ojos al alma con la luz de sus verdades para que se conozca, y conociéndose se desestime y humille y sujete a él toda y del todo; para que ansí, como en materia enteramente sujeta y como en cera blandísima, figure él a su voluntad la imagen suya, que es aquello a que aspira el alma sancta y en que está su total perfección.

Mas como en esto hay grado, ansí en las hablas y luces de Dios hay más y menos, y no siempre de la primera vez hacen todo su efecto; mas repítelas Dios y multiplícalas, si el que las recibe no contradice, cuantas veces es menester hasta salir con su intento. Como en este ejemplo se ve, adonde Dios pretendiendo traer a Job a perfecto conocimiento, ansí de su grandeza y justicia, como de lo poco que él podía y sabía, y teniendo por fin que Job conociéndose bien se humillase del todo y se doliese de alguna demasía y orgullo, a que le había traído por una parte el dolor intensísimo que padecía, y por otra el testimonio de su consciencia que le aseguraba, acabó con Job, y hizo en él mucho desto con el pasado razonamiento; porque como de lo que agora decía se ve, reconoció su bajeza Job y confesó que no tenía que responder.

Mas aún no llegó del todo a la perfección que se había propuesto, porque aún no estaba en Job el dolor de la demasía en su grado, como veremos que estuvo después. Por donde torna a segundar en hablarle por el mismo estilo y forma que comenzara, para con esta segunda luz perfeccionarle del todo.

Y dícele:

2. Ciñe, ruégote, como barragán tus lomos y preguntaréle, y responderásme. En que, como la vez primera, le despierta y como desafía a la disputa y calladamente le arguye de alguna osadía. Porque el decir que se ciña como valiente, es con una ironía secreta reírse del ánimo que había mostrado de ponerse en razones con Dios y de pregonar su inocencia, que, aunque sin duda era mucha y tal que ninguno le igualaba en aquel tiempo en la tierra, como el mismo Dios lo atestiguó en el principio; pero ninguna criatura es tan grande que, lo uno, sea de algún valor en comparación de la pureza de Dios, y lo otro, baste a tenerle las manos para que, si le place, no nos hiera y deshaga sin ir contra su bondad y justicia.

Y ansí, y conforme a este propósito, le dice:

3. ¿Por ventura desharás mi juicio, culparás a Mí, para justificarte a ti? En que no le acusa de semejante osadía y desatino, que si Job cayera en él, fuera error y caída muy grande; sino enséñale esta verdad que agora decía y dale enteramente luz de ella, mostrándole que, aunque la criatura más justa sea, puede Dios destruirla sin caer en injusticia ni en culpa, y que cabe todo esto y se concierta bien en el juicio justo y sancto de Dios, enviar dolores y males en el sujeto criado que está lleno de virtudes y bienes. Porque es Señor, y, como sin obligación nos hizo, ansí puede deshacernos por su voluntad; y a su naturaleza y su justicia y todo lo que en él hay se debe que pueda esto, si quiere. Y como nadie en grandeza se le iguala, ansí la rectitud de sus obras va fuera de toda cuenta, y no hay ley fuera dél que las mida, porque ellas son ley de sí mismas.

Y por la misma razón, todos los que son menores pueden y deben ser juzgados, y por las leyes de sus superiores medidos; mas Dios, Soberano y Príncipe, en todos y en todas las cosas es la misma medida, y por consiguiente es la misma justicia por naturaleza y esencia. Y según esto agora, por medio de su grandeza, demuestra a Job que es error pedirle nadie cuenta de lo que hace, o a lo menos que ha de ser otro como él, o si puede ser, mayor que él, quien quisiere pedírsela. Y ansí le dice que, pues él se atreve a ello, o parece atreverse, que haga lo que Dios hace, o pruebe si puede hacerlo.

Y ansí dice:

4. ¿Y si brazo como Dios a ti, y en voz como Él tronarás? Como diciéndole, en consecuencia de lo que en el verso pasado decía, que si quiere juzgar a Dios y entrar en cuenta con Él y traer a juicio sus obras, ha de tener brazo como Él, y tronar como truena Dios, esto es, ser su igual en poder y grandeza. Porque, como decimos, el que es sobre todos y poderoso por infinita manera, es Él la ley de sí mismo, y ansí no puede ser medido ni juzgado por otro; porque la ley que mide y rige a otro, forzosamente tiene preeminencia sobre aquello que mide. De donde se sigue que, si Job quiere poner ley a Dios, ha de ser Dios como él, poderoso igualmente como él en palabras y en obras; y si presume lo uno, ha de tener fuerza y valor en lo otro; o por decir verdad, pues arribar no puede aquesta igualdad, no dé entrada a presunción semejante. Y ansí le pregunta si tiene brazo como Dios, y truena como Él; que es, preguntando, afirmar que ni tiene brazo ni truena; y, por consiguiente, es amonestarle y decirle que no quiera cutir con Dios en razón de inocencia, pues es tan su inferior en perfección de naturaleza.

Y en este mismo propósito añade:

5. Adórnate con grandeza y ensalzamiento; y gloria y hermosura le viste. Esto es: Si tienes brazo como Dios, muestra que lo eres en el traje y vestido, resplandece como Él y despide de ti rayos de luz; camina, no sólo resplandeciente, sino también alto, empinado y encumbrado; demuéstrate en sus meneos y semblantes altísimos. Como arguyendo de esto que no podía hacer el brazo y poderío que le faltaba. Y pídele que haga algunas cosas de las que hace Dios y no puede hacerlas la criatura, como es lo que luego se sigue:

6. Esparce soberbios en tu ira, y confúndelos; atiende a todo arrogante, y abájale. O como dice otra letra: Esparce iras de tu nariz, y mira todo soberbio, y humíllale. Que ansí como es propria de Dios la grandeza, y el andar vestido de resplandor y de luz, y propria, no como cosa allegada, sino como cosa lanzada en su esencia, ansí también es proprio negocio suyo el humillar lo soberbio y el abatir lo empinado, como en la Escritura se dice: Dios resiste a los soberbios, y a los humildes da gracia. Y esle proprio ansí, por parte de su poder, como por respecto de su condición. De su poder, porque si Dios no pone la suya, no hay fuerza que baste contra la prudencia y artificio del mundo, que es de lo que se vale y en lo que estriba la presunción y soberbia. Por manera que deshacer lo que el mundo hace y derrocar lo que ensalza, y abatir lo que apoyan todas las fuerzas humanas, es proprio de las divinas. Por parte de su condición, porque como el agua contradice al fuego por naturaleza propia, ansí Dios, que de su natural es la misma sencillez y verdad, aborrece terriblemente la mentira; y el no conocerse el hombre por nada, y el ensoberbecerse el que es polvo, y el presumir de sí quien no tiene de sí sino miseria y vileza, es mentira de obras mucho peor que en palabras. Pues como esto es proprio de Dios, dice Dios a Job que pruebe a hacerlo, si puede, para que conozca que está tan lejos de examinar, cuan lejos está de poder lo que Dios puede; y cuan lejos está de poder lo que Dios puede, tanto debe de estar para juzgar lo que Dios hace. Y porque es obra de que se precia Dios mucho, el deshacer lo soberbio y el dar fin a lo malo, torna a repetirla diciendo:

7. Mira todo soberbio, y confúndelos, y deshaz a malos en su lugar. Que es, como luego decía, que si tiene brazo como Dios, se muestre resplandeciente como Él se demuestra, y tenga cuenta como Dios tiene con los altivos y los abata, y con los malos y los entierre.

Mira, dice, entiende tú, Job, si por tal presumes; mira, esto es, penetra con vista clara los secretos y altivos movimientos del alma, y confúndelos. Y dice bien confúndelos, porque a la soberbia es pena muy ajustada la confusión; porque confusión es un abatimiento y vergüenza al juicio de ese mismo que la padece. Y es muy a pelo, que quien juzgaba de sí vana y arrogantemente, y quien a su parecer tocaba con la cabeza en el cielo, venga a disposición en que su mismo juicio le avergüence y abata. Y no desdice el original desto mismo, porque dice y encórvalos, que es lo contrario del cuello y del ánimo erguido.

Y en lo que añade luego y deshaz malos en su lugar, quiere decir que allí donde pueden y valen, y donde parece estar arraigados, o verdaderamente con eso y en eso mismo con que pretenden y piensan valer, allí los deshaga y destruya. Porque Dios ansí lo hace en prueba de su infinito saber y poder, que con sus manos de esos mismos que deshace los deshace, y con sus fuerzas mismas los destruye, y con sus mismos consejos los entontece y los ciega. A que acude maravillosamente el original; porque dice y deshaz malos debajo de sí, entiende, debajo de esos mismos malos que son deshechos, porque los hace Dios destruidores de sí mismo; y como quien los destruye son sus mismas fuerzas y mañas, quedan, como si dijésemos, debajo de sí mismos, caídos y hollados de sí, y finalmente muertos por sus mismas manos.

Y ansí añade:

8. Ascóndelos en el polvo juntamente, y sus faces lanza en la hoya. O como el original dice: átalas en ascondido; que por todo se significa la mortaja y la sepultura, que es la postrera caída. Como si juntado todo lo de arriba dijera: Reconoce los soberbios y derruécalos; ten cuenta con los malos y castígalos, abájalos, destrúyelos; no pares hasta que privados de vida los encierres en el abismo; que, si esto pudieres y hicieres, entonces dice:

9. Y yo confesaré a ti, que también salvará a ti tu derecha; esto es, confesaré, que eres poderoso para entrar en disputa conmigo y valerte. Mas dice, no puedes porque es cosa reservada para Mí solo derrocar, a mi voluntad, lo más alto, y amansar lo bravo, y el hacer y deshacer cosas muy grandes que el mirarlas espanta. Y pone ejemplo en la ballena y elefante, animales de grandeza descomunal, que Dios los hace y cuando quiere los destruye; y el hombre no solamente hacerlos no puede, mas ni sabe entender cómo se hacen, y ni aun se atreve sin espanto a mirarlos.

Y dice ansí:

10. Ves agora a behemoth; yerba como buey come. Behemoth es palabra hebrea, que es como decir bestias; al juicio común de todos sus doctores, significa al elefante, llamado ansí por su desaforada grandeza, que siendo un animal vale por muchos. Pues en decir ves, le dice dos cosas: una, que en este animal, que por su grandeza no es uno, sino muchos juntos, verá lo mucho que sabe y puede Dios, pues le hace y deshace cuando y como le place; y a este fin le pinta extensamente como es, refiriendo todas sus partes; otra, que en él conocerá cuán proprio le es a Dios amansar lo soberbio, pues hace que coma heno una bestia tan fiera.

Y ansí dice yerba como buey come, porque en los animales, entre otras diferencias, hay ésta: que unos se mantienen de yerba, y éstos son más domésticos; y otros de carne, y éstos son fieros y crueles, conforme al mantenimiento que usan; y al elefante, que ansí por su grandeza de cuerpo como por su coraje de ánimo le conviene lo fiero y lo bravo, le trata Dios como si fuese buey manso, y le mantiene con heno.

Dice más:

11. Ves; fortaleza suya en sus lomos, y poderío suyo en ombligo de su vientre: Pone las cualidades fuertes de este animal y comienza por los lomos y vientre; en que no quiere decir que son duros y no penetrables al hierro, sino que son fuertes y para mucho trabajo. Porque, como es notorio, los de Asia, que usaban de elefantes en guerra, armaban encima dellos grandes castillos de madera, en que iba mucho número de gente de armas. Por manera que un elefante llevaba sobre sí un castillo y muchos hombres en él, que no le sería posible si no tuviese en los lomos grandísima fortaleza para sustentar tanta carga, y en la barriga vigor mucho para sufrir los estrechos lazos de los cordeles con que se ata y afirma pesadumbre tan grande.

Prosigue:

12. Menea su cola como cedro; niervos de sus vergüenzas enhebradas. O como otra letra dice: Apetecerá su cola como cedro. Y decir apetecerá su cola es decir su cola que apetece o cuando apetece, es como cedro. Y habla aquí propriamente de los miembros de la generación, que los compara a un árbol grande, por manera de exceso, para que por ellos proporcionalmente se entienda la grandeza excesiva de los demás.

Añade:

13. Sus huesos fístulas de bronce; sus huesos como vara de hierro; porque son durísimos y firmes mucho los de los elefantes. Y dice:

14. El principio de caminos de Dios, quien le hizo, aplicará su cuchillo. El, esto es, el behemoth, es principio de caminos de Dios; quiere decir, es una de sus obras más señaladas, y entre las naturales es una maravilla grandísima; tiene entre los caminos de Dios, esto es, entre sus hechos y obras, grande eminencia. Mas quien le hizo, ése, por más fuerte que sea, le puede con facilidad deshacer. Y ansí dice quien le hizo aplicará su cuchillo; Él solo puede acabarle, y Él fácilmente le acaba.

Dice más:

15. Montes le producen yerba, y todas las bestias del campo hacen juegos allí. Prueba y engrandece la grandeza de este animal, por la muchedumbre de la yerba que pace. Y ansí dice: Montes le producen yerba, que es decir que, para sustentarle a él y proveerle de pasto bastante, son menester muchos montes.

Y decláralo más lo que añade, diciendo: Y todas las bestias del campo hacen juegos allí o se alegran allí; que es decir, que lo que él solo pace basta para sustentar y alegrar a todas; esto es, que será lo que él consume pasto dellas no solamente suficiente, sino abundante y sobrado.

Prosigue:

16. Debajo de sombrío pace; en escondrijo de caña, en pantanos húmedos. Son amigos de lugares húmedos los elefantes, según Plinio dellos escribe. Y a lo mismo pertenece lo que luego añade:

17. Sombríos su sombra, cercaránte sauces del arroyo; en que también declara lo que apetece el elefante, la humedad y la sombra. Y no solamente dice que la apetece, sino significa también cuán grande ha de ser la sombra que para él fuere sombra; una sauceda entera, dice, es su sombra, y los sombríos, esto es, una selva o monte espesísimo. De arte que por aquí también arguye el exceso de su grandeza.

Y lo mismo por lo que añade:

18. Ves; sorberá río, y no maravilla; tiene fiucia que el Jordán entrará por su boca. Que quien bebe o agota un río entero, necesariamente es muy grande; aunque en todo esto hay hipérbole y exceso.

Otra letra dice: Ves; estrechará río, no se dará priesa. Quiere decir en el mismo sentido que estrechará al río, esto es, que de caudaloso que era antes, le adelgazará reduciéndole a una delgada vena. De que se sigue lo que añade que no se dará priesa, porque correrá con más espacio y menos ímpetu, faltándole o menoscabándose en agua. Dice:

19. En sus ojos como anzuelo le prenderá; con palos agudos horadará sus narices. En que por encarecimiento, para mayor demostración de lo que ha dicho del río, dice, que le agota bebiendo de tal manera y le apura hasta el suelo, que los palos o estacas que suele haber en él se le hincan por el rostro, que con la codicia del beber no se advierte.

Y con esto se despide del elefante, y pasa a la mar a pintar en el mar otro animal no menos grande y monstruoso que el behemoth en la tierra.

Y dice:

20. ¿Por ventura sacarás a leviathán con anzuelo, y con soga atarás lengua suya? Leviathán, como dijimos arriba, llaman los hebreos a los dragones marinos, y señaladamente a las ballenas, que entre todos son de señalada grandeza, cuales son las que crían los mares que están más sujetos al norte, de que los autores escriben cosas muy prodigiosas. Pues de estos animales habla agora aquí Dios, como de obras suyas maravillosas; porque ansí la desmedida grandeza de sus cuerpos, como las figuras de sus miembros extraordinarias, son cosas de espanto y que hacen por mil razones argumento claro y certísimo, no sólo de que Dios sabe y puede mucho, sino también de lo poco que el hombre vale, pues no allega a poder mirar sin temor lo que Dios hace como por juego.

Dice: ¿Por ventura sacarás a leviathán con anzuelo? En que con una risa fingida, preguntándole si le podrá pescar, declara cuán lejos está de ser preso y pescado, y cuán pocas son nuestras fuerzas para prenderle.

Con anzuelo, dice, porque el anzuelo es para los peces pequeños; y ansí, preguntar esto de una pesadumbre tan grande, es decir a Job que todo su poder y saber es respecto de esto menos que anzuelo.

Y con soga atarás lengua suya. Suelen los pescadores por las brancas atravesar y colgar algunos peces medianos, y a esto alude aquí. Y, en suma, pregunta si llegará su saber a prender la ballena, o con anzuelo, como a pequeño, o con soga, como a mediano; como diciendo que ni es pequeño ni mediano pez, sino excesivamente grandísimo.

Dice más:

21. ¿Por ventura pondrás garabato en su nariz, y con alesna horadarás su mejilla? El freno de los camellos y de otros animales grandes, de que los africanos y los asianos se sirven, suele ser una argolla de hierro, atravesada por la nariz, como se atraviesa por la oreja el zarzillo, y unos cordeles asidos della por riendas. Pues pregunta si se atreverá a ponerle freno ansí, y gobernarle como a camello. Como diciendo, y si no le puede pescar como a pez pequeño, ni atar como a mediano, ¿podrás, a lo menos, como a los animales de tierra grandes, ponerle freno y regirle? Y preguntar si podrá esto es afirmar que no puede, y es decir que no se comparan con la ballena, ni los peces que cría el mar ni los animales que produce la tierra.

O dice esto de la argolla y del garabato atravesado por la nariz y mejilla, conforme a la costumbre antigua con los esclavos, que en señal de que lo eran les ponían estos cercos en las narices, como agora usan por gentileza en algunas partes los indios. Y quiere decir si tendrá fuerza y poder para captivar el leviathán y hacerle su esclavo, para decir cuán lejos estaba de ello.

Y con esto viene bien lo que luego se sigue:

22. ¿Por ventura multiplicará ruegos a ti, o si te hablará con blanduras? Porque es natural de los esclavos y que han sido captivos, ser halagüeños con sus señores, y, echándoseles a los pies, suplicarles con muchos ruegos.

Y lo que dice luego, es al mismo propósito:

23. ¿Por ventura hará asiento contigo, y recibirle has por esclavo perpetuo?, como hacían antiguamente los que se vendían para esclavos a otros.

Pero añade:

24. ¿Por ventura jugarás con él como pájaro, y atarásle para tus mozuelos? Que es lo que hacer se suele con los pajarillos pequeños, que, presos con una cuerda, los dan a los niños que jueguen. Lo cual todo se pregunta en la figura y mofa disimulada, que dicho tenemos, para más significar lo contrario.

O, si no es esto, dice, a lo menos harás en él lo que hacen con los peces mayores, que, presos, los despedazan y hacen tarazones de ellos para los banquetes y cenas, y partidos y en pipotes los llevan a diversas partes los mercaderes. Porque añade:

25. Despedazaránle los amigos. O como otra letra dice, cenarán sobre él, partiránle los mercaderes. Dice más:

26. ¿Por dicha llevarás redes de su pellejo, y nasa de peces con su cabeza? Que es preguntar, para la misma demostración y propósito de encarecer cuán grande es, si piensa que te podrá pescar con redes, o prender con garlitos y nasas. Como diciendo que no basta, para prenderle, lo que basta para prender a los otros, porque es más grande que otro ninguno.

Dice: ¿Llevarás redes de su pellejo? Fáltale una palabra que se calla, y ha de ser entendida, que dirá ansí: ¿Llevarás redes llenas de su pellejo?; y su pellejo es tanto como decir su cuerpo, según manera de decir conocida. Y ni más ni menos lo que se sigue: Y nasa de peces con su cabeza, es como decir y nasa llena con su cabeza.

Y prosigue:

27. ¿Pondrás tu palma sobre él? Miémbrate de la guerra, y no añadirás. En que llega con el encarecimiento a lo sumo, y como corrigiéndose, dice: Mas ¿qué digo si le pescarás y prenderás y harás dél esclavo? Si le osaras tocar con el dedo, te pregunto yo agora. A buen seguro, dice, que si le tocases, que te acordarías de tu osadía, para no tornar a ella más en tu vida. ¿Pondrás tu palma sobre él?; esto es, ¿osarás ni tocarle?

Miémbrate de la guerra, esto es, membrarte has (que se pone un tiempo por otro), ansí que membrarteías de lo que te sucedería: y no añadirás, esto es, y no tornarías más en la vida a burlarte con ella.

Y ansí dice:

28. Ves; su esperanza le burla, y a vista de todos será despeñado. Que es decir, el que se atreviere a tocarle, si pensaba poder algo quedará mal burlado, porque a vista de todos será por este dragón despedazado y deshecho.

Ves, dice, su esperanza le burla. Hablaba antes con Job en persona, y agora muda la persona como si hablara de otro, que es mudanza muy usada en aquestas Escrituras. Pues dice: Ves; esto es, ten por cierto que, si le tocares o tú o cualquiera otro que le tocare, le saldrá mal su designio; porque a vista de todos será despeñado; esto es, porque revolverá sobre él y le derrocará y deshará fácilmente. O como dice otra letra, aun a su vista derrocado será. Como si más claro dijera: Digo y afirmo que le burlará su esperanza, y le saldrá al revés su designio; porque aun a su vista, esto es, en viéndole y en sólo mirarle, o verdaderamente en viendo que él le vuelve los ojos y mira, derrocado será; esto es, caerá muerto o desmayado de espanto. Como diciendo que ningún hombre tendrá ánimo para mirarle, cuanto menos para venir a las manos con él.

Y con esto cesa aquí, para proseguir después lo que queda.

Madrid, 10 de febrero de 1591.






ArribaAbajoCapítulo XLI

1. No como cruel le despertaré; que ¿quién podrá resistir a mi cara?

2. ¿Y quién me donó para que Yo después le diese? Cuanto hay debajo del cielo, mío es.

3. No le perdonaré por palabras poderosas, y para impetrar bien compuestas.

4. ¿Quién descubrirá la cara de su vestidura? Y en medio de su boca ¿quién entrará?

5. Las puertas de su cara, ¿quién abrirá? Al derredor de sus dientes espanto.

6. Su cuerpo como escudos de acero, apiñado de escamas que se aprietan.

7. Una se junta con otra; ni un respiradero pasa por ellas.

8. Una con otra se apegan, y asidas no serán apartadas.

9. Su estornudo, resplandor de fuego, y sus ojos, pestañas de aurora.

10. De su boca irán llamas de fuego; como teas de fuego encendidas.

11. De sus narices procede humo, como de olla encendida y hirviente.

12. Su aliento encenderá brasas, y de su boca llama saldrá.

13. En su cuello hace asiento la fortaleza, y ante sus faces va el asolamiento.

14. Las partes de sus carnes juntas entre sí; enviará rayos contra él, que no irá a otra parte.

15. Su corazón duro como piedra, y será apretado como yunque de martillador.

16. Cuando levantado fuere, temerán los ángeles, y los espantados se purgarán.

17. Cuando le asiere cuchillo, no resistirá ni lanza ni coselete.

18. Reputará como pajas hierro, y como leño podrido el bronce.

19. No le ahuyentará hijo de arco; piedras de honda se convierten en astillas.

20. Como astilla estimará el martillo, y burlará de lanza que blandea.

21. Debajo dél rayos de sol; tenderá debajo de sí oro como lodo.

22. Hará hervir como olla el profundo del mar; ponerle ha como cuando hierven ungüentos.

23. En pos de sí hace relucir la senda, y reputará a la hondura como lleno de canas.

24. No hay sobre el polvo quien se le compare, que es hecho para no temer a nadie.

25. Todo lo sublime verá él, rey sobre todos los hijos de soberbia.


ArribaAbajoExposición

1. No como cruel le despertaré, que ¿quién podrá resistir a mi cara? Prosigue en referir las condiciones monstruosas y fieras de la ballena para el propósito y fin que está dicho. Y porque decía agora que quien osase a entrar en estacada con ella, o verdaderamente quien tuviese ánimo para ponérsele delante y tocarla, no le tendría para resistir a su vista sola, contra quien no hay esfuerzo que baste, y que el más osada quedaría más escarmentado de haberse atrevido, y huiría de volver otra vez; pues porque decía esto, dice agora: No como cruel le despertaré. Que puede tener dos diferentes sentidos. Porque, lo primero, hablando Dios como en su persona y de Sí, quería decir, mas lo que los hombres no pueden ni usan hacer, y si alguno locamente a hacerlo se atreve, es cruel contra su vida y sí mismo; Yo sin ser cruel contra Mí, lo haré; que no solamente con seguridad, mas con suma facilidad pondré mi mano sobre este animal tan monstruoso, y le provocaré a ira, y trabaré contienda con él, y le venceré y le desharé, si quisiere. Porque como dice luego: ¿quién podrá resistir a mi cara?

O de otra manera, que no hable Dios de Sí mismo, sino que imite y refiera las palabras ajenas y diga: Mas cualquiera que no sea loco, dirá, no soy tan cruel contra mí que le despierte, esto es, dirá, que no tiene tan olvidado su bien, ni tan perdido el seso y juicio que quiera trabar pleito con él, ni despertarle o desafiarle riñendo. A que responden las palabras originales, que dicen: No hay cruel que le despierte, esto es, ninguno es tan cruel contra sí, ni tan falto de razón y de seso que le despierte, esto es, que le provoque y irrite.

Y añade: ¿Quién podrá resistir a mi cara?, como arguyendo de lo uno a lo otro, y diciendo: Pues si nadie es poderoso, ni para mirar este pez, ¿quién osará oponerse?, o ¿quién tendrá ánimo para parecer ante Mí? Y si tu saber se agota en el conocimiento de una criatura marina, ¿qué será puesto en mi competencia?

Y añade, como en probanza de esto postrero:

2. ¿Quién me donó para que yo después le diese? Cuanto hay debajo del cielo, mío es. Como diciendo que Él es primero que todos y adelantado en todas las cosas, y que no recibió nada de nadie, y que todos reciben y recibieron de Él todos sus bienes, y que ansí tiene sobre todos infinitas ventajas; y por el mismo caso ninguno es poderoso, no sólo para resistirle, mas ni para mirarle o para parecer en su presencia.

O como dice otra letra: ¿Quién me precedió y perficionaré?; que viene al mismo sentido. Porque en confirmación de su infinito poder pregunta si le precedió alguno, esto es, si hubo otro ante Él que le enseñase y industriase para hacer lo que hizo, esto es, si tuvo maestro alguno en la obra del mundo, o quien le enseñase poner en perfección lo que hizo; como diciendo que ninguno hubo, y afirmando por el mismo caso que Él de suyo es la fuente y el príncipe de todo el poder y saber.

Y añade:

3. No le perdonaré por palabras poderosas, y para aplacar bien compuestas. En que dice que, si acaso hay tan loco alguno que presuma de sí aventajársele en algo, que le irá tan mal de su presunción, que ni ruegos (que ésos llama, palabras poderosas y bien compuestas para aplacar) ni plegarias ni humillaciones no le librarán de su mano.

Mas la letra original mira, a lo que parece, a otra parte, porque dice: No callaré sus miembros, y palabras de fortaleza, y gracia de sus composturas. En que quiere decir y dice que torna a acabar lo comenzado, cuanto a las figuras y disposiciones de esta ballena que pinta; porque estando en la pintura dellas, rompió el hilo con otras pláticas, el cual agora ata y prosigue. Y para proseguir dice que no callará lo que por decirle le faltara, tocante a los miembros y fuerzas y composturas deste animal. Y ansí torna luego a ellas, y dice:

4. ¿Quién descubrirá la cara de su vestidura? Y en su boca, ¿quién entrará? Declarando por esta manera la fortaleza y dureza de su cuero, y la disformidad de su boca espantosa.

Como declara más en lo que luego se sigue, que es:

5. Las puertas de su cara, ¿quién abrirá? Al derredor de sus dientes espanto. Y llama bien puertas de la cara a la boca, porque por ellas entra al cuerpo el manjar que está fuera; y puertas también, por mostrar su desmesurada grandeza, más semejante a puerta que a boca.

Dice más:

6. Su cuerpo como escudos de acero, apiñado de escamas que se aprietan. Que es argumento que habla de algún otro monstruo marino, más fiero y más desmedido que la ballena, porque ésta ni tiene escamas ni conchas, ni aun la dureza de cuero que ha dicho, ni menos lo que se sigue:

7. Una se junta con otra, ni un respiradero pasa entre ellas. Que es decir la juntura estrecha de unas conchas con otras. Y lo mismo dice luego por otra manera:

8. Una con otra se apegan, y asidas no serán apartadas; esto es, no apartará ninguno la una de la otra, por más fuerza que ponga. Prosigue:

9. Su estornudo resplandor de fuego, y sus ojos pestañas de aurora. Del estornudo dice que es fuego, para mostrar el ardor de su aliento; que como la vida de los animales está en el calor, los mayores y más fieros y fuertes tienen calor más sobrado, y ansí su aliento es muy mas encendido.

Mas de los ojos dice que son pestañas de aurora, para decir que son grandes por extremo y muy rasgados y juntamente sangrientos. Porque de ordinario, cuando amanece, la parte del cielo que se viste de luz, se colora con arreboles y parece ansí; y se descubre una veta de luz extendida y enarcada y bermeja, que es como los ojos o las pestañas con que nos comienza a mirar el aurora.

Dice más:

10. De su boca irán llamas de fuego como teas de fuego encendidas; lo cual dice por la razón que está dicha.

Y torna sobre él, y repite:

11. De sus narices procede humo, como de olla encendida y hirviente.

Y luego:

12. Su aliento encenderá brasas, y de su boca llama saldrá. Y pasa adelante:

13. En su cuello hace asiento la fortaleza, y ante sus faces va el asolamiento. El cuello grueso y macizo y nervoso es de cuerpos muy fuertes, y ansí, diciendo que éste tiene fuerte cuello, dice que todo él es fortísimo; y dice que el cuello es fuerte extremadamente, diciendo que la fortaleza hace asiento en él, como diciendo que la tiene y posee toda.

Y dice que el asolamiento va ante sus faces por figura poética, en que se da persona a lo que carece della, y se imagina que lleva al asolamiento como a su lacayo o alguacil delante de sí, para significar que lo asuela todo por donde pasa.

Dice:

14. Las partes de sus carnes apegadas entre sí; enviará rayos contra él, que no irá a otra parte. Que se sigue de lo que luego decía; porque a la fortaleza del cuerpo es natural la macicez de la carne, que los animales de carnes muelles no son señalados en fuerza. Pues dice que las de éste son macizas en sumo grado que un rayo no hará en ellas mella, no hará que se aparten.

Y lo mismo dice del corazón ansí:

15. Su corazón duro como piedra y será apretado como yunque de martillador. El hebreo dice como la piedra molar, que de las dos está debajo, que llamaban antiguamente la piedra yusana, y llaman agora [la cama]. Y entendemos aquí por corazón la parte del cuerpo que tiene este nombre, y la inclinación y afecto del ánimo, que también llamamos corazón por metáfora. Porque la razón pide que la carne de este animal sea durísima y maciza mucho en esta parte de su cuerpo; porque es el corazón la hornaza que contiene y conserva en sí el calor de la vida, y el lugar adonde por medio de este calor la sangre se convierte en espíritu, que derramándose por las arterias alientan el cuerpo; y ansí, cuanto el calor es mayor, tanto conviene que sea más macizo y duro el hogar donde arde, para que no se pierda y derrame. Y como visto habemos, es tan grande el de aqueste dragón, que lanza por la boca llamas y humo.

Y si esto es ansí, a ello se consigue por fuerza que el corazón en la otra manera, esto es, el afecto malo de su inclinación sea desapiadado y crudísimo; esto es, sea duro más que piedra y que yunque en la condición y braveza, porque siempre composturas semejantes de cuerpo acompañan en el ánimo semejantes afectos.

Dice más:

16. Cuando levantado fuere, temerán los ángeles, y los espantados se purgarán. Por los ángeles, otra letra dice los fuertes; y conviene esto bien con lo que hasta agora está dicho; que natural es que lo extraordinario haga espanto, y es muy extraordinaria la figura de este animal, y su fortaleza y fiereza. Por lo cual dice que, en levantándose esta fiera, esto es, cada y cuando que se descubriere y demostrare a la vista de algunos, sacando la cabeza y el pecho del agua, por más valientes y esforzados que sean, temblarán y se purgarán con el miedo; porque el temor, recogiendo al corazón el calor, deja fríos y desatados los cerraderos del vientre.

Prosigue:

17. Cuando te asiere cuchillo no prenderá, ni lanza ni coselete. Y dice otra letra: La espada del que le tocare no estará, esto es, no quedará hincada en él, sino saltará en alto, como si diera en la yunque; que responde a la dureza de su carne y conchas y cuero ya dicha.

Y a lo mismo pertenece lo que se sigue:

18. Reputará como pajas hierro y como leño podrido el bronce. Porque es de cuerpo impenetrable y ansí no le daña arma ninguna ni le teme; que, como dicho habemos, no conviene bien a las ballenas de que tenemos noticia. Mas en la mar hay otros géneros de monstruos fierísimos y grandísimos, de que hacen memoria muchos y diversos autores, y Galeno de algunas ballenas dice que tienen el cuero durísimo.

Y dice más en el mismo propósito:

19. No le ahuyentará hijo de arco, piedras de honda se convierten en astillas. Hijo de arco llama al flechero o a la misma flecha y saeta; y ansí dice que ni teme arco ni se espanta de honda.

Y ni más ni menos:

20. Como astilla estimará la pica, y burlará del blandear de la lanza. La palabra pica [cidon] en el original es ballesta de guerra. Y lo que añade, a lo que entiendo, pertenece a la misma macicez y dureza de cuerpo.

Porque dice:

21. Debajo de sí rayos de sol, y tenderá debajo de sí oro como lodo. O según otra letra: Debajo de sí puntas de teja, tenderse ha agudezas sobre lodo. Que está dicho a la vizcaína, y con falta de algunas palabras, que, si las añadimos, diremos de esta manera: Debajo de sí tiene puntas de teja, y se tenderá sobre agudezas como sobre lodo. Y esta letra y la de arriba vienen a un mismo sentido, que es de encarecer más la firmeza del cuerpo y dureza del cuero de este monstruo marino, que no siente más tenderse, cuando toma reposo, sobre agudísimas piedras que sobre tierra o barro blando y molido.

Pues dice: Debajo de sí rayos de sol, esto es, recuéstase, si le place o cuando le place, sobre los rayos del sol, que llama ansí lo que la otra letra nombra puntas de tejas; que por lo uno y lo otro entendemos las piedras y guijas agudas y ásperas, que suelen estar en lo hondo del agua, que por razón de su agudeza son aquí llamadas rayos, y por causa del resplandor que por la mayor parte muchas dellas tienen, son nombradas oro y rayos de sol. Sobre éstas, pues, hace cama esta fiereza, y descansa en ella como sobre lodo batido y blandísimo.

Dice más:

22. Hará hervir como olla el profundo del mar; ponerle ha como cuando hierven ungüentos. O como dice otra letra, como olla de ungüentos. Lo cual dice para demostrar la fuerza de su movimiento y grandeza, con que meneando el agua y cortándola parece que hierve, y la enciende y hinche de espuma.

Y ansí añade luego:

23. En pos de sí hace relucir la senda, y reputará a la hondura como lleno de canas. Que con la espuma que levanta, deja señalado y blanco el camino por donde ha pasado, y hace que el mar parezca cano y sembrado de espuma blanca, como lo está de canas un viejo.

Y reputará, dice; esto es, hará que parezca ansí a los que caminan y que le estimen por tal.

Y finalmente, concluyendo y resumiéndose, dice:

24. No hay sobre el polvo quien se le compare, que es hecho para no tener miedo. En que en una palabra pone toda esta pintura y encarecimiento en su punto, y antepone aqueste animal marino a todos los que huellan la tierra. Y diciendo no se ha hecho para tener miedo, dice que no tiene en sí parte flaca ni sujeta a peligro, porque en todas es extremadamente fuerte y robusto.

Y ansí fenece, diciendo:

25. Todo lo sublime verá él, rey sobre todos los hijos de soberbia. Verá, dice, esto es, despreciará; que en estas Letras el despreciar y desestimar a uno se nombra ver muchas veces, como en el Psalmo: [Porque de toda angustia me escapó, y en mis enemigos vio mi ojo.] Pues dice que desprecia lo más alto, porque es el mayor en cuerpo, y, más dotado de fuerzas y de fiereza que todos.

Y porque se aventaja a todo lo que es grande en fortaleza y fiereza, por eso dice que es rey sobre todos los hijos de soberbia, porque de ordinario lo valiente y animoso y fiero es soberbio; y llama ansí a todos los animales señalados en braveza y en fuerzas. Por donde algunos intérpretes latinos trasladan sobre todos los monstruos marinos. Los griegos dicen: todos los que moran las aguas. Y el que traslada en caldeo: sobre todos los hijos de los montes.

Salamanca, 19 de febrero de 1591.






ArribaAbajoCapítulo XLII

1. Y respondió Job al Señor, y dijo:

2. Sé que todo lo puedes, y que ningún pensamiento se te asconde.

3. ¿Quién este que encubre consejo sin saber? Por tanto hablé tontamente, y lo que sobrepuja mi sciencia.

4. Oye agora, y yo hablaré; preguntaré, y responderás.

5. Oíte con mis orejas, y agora te ve mi ojo.

6. Por tanto me repruebo, y hago penitencia en polvo y pavesa.

7. Y después que el Señor habló estas palabras a Job, dijo a Elifaz, temanites: Mi furor está enojado contra tus dos amigos y contra ti, porque no hablaste rectitud a Mí, como mi siervo Job.

8. Pues tomad siete becerros y siete carneros, y id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros; y mi siervo Job rogará por vosotros, y tendré respecto a él para no imputaros esta culpa, de que no hablastes rectitud ante Mí, como Job mi siervo.

9. Pues fueron Elifaz, el de Temán, y Bildad, suí, y Sofar de Namatila, y hicieron como el Señor les habló, y recibió Dios los ruegos de Job.

10. Y el Señor se convirtió a la conversión de Job en el rogar por sus amigos: y tornó el Señor a Job todo lo que fue suyo doblado.

11. Y vinieron a él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que le conocían primero; y comieron pan con él en su casa, y menearon sobre él su cabeza, y consoláronle de cuanto mal el Señor le dio; y diole cada uno su oveja y su arracada de oro.

12. Y el Señor bendijo a las postrimerías de Job más que a sus principios; y fueron a él catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil tintas de bueyes, y mil asnas.

13. Y tuvo siete hijos, y tres hijas.

14. Y llamó el nombre de la una Jemima, [día,] y de la segunda Quezia, [Casia,] y el de la tercera Querenhapuch, [Cornucopia.]

15. No se hallaron en toda la tierra mujeres hermosas como las hijas de Job; y dioles su padre heredad entre sus hermanos.

16. Y vivió Job después de estos azotes ciento y cuarenta años; y vio sus hijos y los hijos de ellos hasta la cuarta generación.

17. Y murió anciano y lleno de días.


ArribaExposición

1. Y respondió Job al Señor y dijo. Acabó de hablar el Señor, cuando vio que su habla había obrado en Job el efecto que pretendía; que, como arriba dije, nunca habla Dios al hombre sino para hacer en él o por él algún provecho grande, por serie natural el hacer siempre bien. Pues como hablaba para criar en el alma de Job conocimiento de lo que había sobrado en palabras, y pesar de haber en ellas sobrado, y un perfecto rendimiento a los hechos y consejos divinos, que reconociese no entenderlos y los aprobase sin que los entendiese; luego que le vio dispuesto de esta manera, cesó de hablar, y Job comenzó a manifestar por la boca el efecto sancto que el Señor con sus razones le había engendrado en el ánimo.

Y dijo ansí:

2. Sé que todo lo puedes, y que ningún pensamiento se te asconde. En que muestra el grado de conocimiento en que Dios le había puesto con esta doctrina; porque en conocer que Dios lo puede y sabe todo, no conoce solamente que es en todo poderoso, sino también que es justo y sancto en todas sus obras. Porque el que todo lo puede, a todo excede y vence; y el que es sobre todos, como arriba decíamos, no recibe ley de ninguno y él solo es ley a sí mismo, y ansí es siempre justo cuanto hace y ordena. Por manera que quien conoce y confiesa sumo poder en Dios, por el mismo caso conoce y confiesa suma bondad; y si añadimos a esto saber sumo y perfecto, como aquí Job lo confiesa, concluido queda que quien esto dice, dice que Dios es en todas sus obras justísimo. Porque el torcer la justicia y el traspasar la ley de razón, siempre es y se hace o por flaqueza o por ignorancia o malicia.

Añade:

3. ¿Quién este que encubre consejo sin saber? Por tanto hablé tontamente, y lo que sobrepuja mi sciencia; que nace de lo que ha dicho primero. Como si más extendidamente dijera: Pues todo lo puedes, Señor, y todo lo sabes, hasta los secretos pensamientos del ánimo, y eres por el mismo caso, Señor, justo y sancto en tus obras, ¿quién, pues, siendo esto verdad, será tan tonto que quiera encubrirte su pensamiento?; esto es, que piense o presuma alegar por sí, y delante de Ti, y en favor de su justicia cosa alguna, contra quien Tú, Señor, no tengas clara y evidente respuesta.

Y porque Job en sus palabras había dado a entender de sí algún pensamiento como éste, y como significado que podría razonar sobre su causa con Dios, y alegar algo a que no se pudiese bien responder; por eso, lleno ya de este conocimiento sanctísimo, condena lo que ha dicho, no tanto por la sostancia de ello cuanto por el sonido; no por lo que declaradamente decir quería, sino por lo que parecía querer decir.

Y ansí dice: Por tanto hablé tontamente; esto es, sin reparar en el modo, y sin medir bien la forma de las palabras que dije, y los ademanes con que las decía. Y añade y lo que sobrepuja mi sciencia. O como el original dice a la letra: por tanto dije, y no entendí; maravillas sobre mí y no sabré. Porque a la verdad, confiado en el testimonio de su consciencia, quiso o pareció querer entender de los juicios y consejos de Dios más de lo que al hombre se le concede y permite; en que agora, habiendo oído a Dios, reconoce su demasía.

Porque con la grandeza del saber y poder de Dios que se le puso delante de los ojos, echó más de ver la bajeza y flaqueza humana, que la vio como junta a Dios y comparada con Él, en cuya comparación todo es como nada.

Pues dice, y prosigue:

4. Oye agora, y yo hablaré; preguntaré, y responderás. Con que apercibe para lo que decir quiere, y suplica a Dios que con clemencia le oiga y responda.

Y lo que decir quiere es:

5. Oíte con mis orejas, y agora te ve mi ojo.

6. Por tanto me repruebo, y hago penitencia en polvo y pavesa. Que es el afecto a que Dios pretendió reducirle, y a que en efecto le redujo; y es afecto conforme al conocimiento pasado, y que procede y nace de él. Porque quien conoce el ser de Dios inmenso, y la vileza del suyo; y por otra parte, siente en sí haber presumido de ponerse a razones con Dios, consiguientemente se humilla en sí luego, y de sí mismo se descontenta y se duele.

Pero dice que antes había oído a Dios, y que agora que le ve, por eso se reprende. En que da claramente a entender la fuerza que tienen para darnos luz y humillarnos las visiones de las cosas divinas, y es como una secreta disculpa. Como si más abiertamente dijese: Señor, si estuve demasiado y como ciego hasta agora, alguna ocasión me fue conocerte solamente, Señor, por oídas. Una cosa es oír de Ti, otra verte delante los ojos; que como delante del sol se aclara todo, y huyen sin dejar rastro de sí las tinieblas, ansí tu rostro resplandeciente, amaneciendo en el alma, hace huir de él toda ignorancia y error.

Ansí que agora que te veo a Ti, me reprendo y me repruebo a mí, y me duelo amargamente de te haber en alguna manera ofendido; y en señal de mi dolor y del descontento que de mí tengo y de cuanto me repruebo y desestimo, me envuelvo en este polvo y ceniza. Que fueron palabras demostradoras del reconocimiento y humildad y dolor perfecto a que ya llegado había, que era lo que Dios pretendía.

Y dicho esto, calló Job, y Dios quedó satisfecho y contento.

Y hace prueba de ello lo que se sigue, que es:

7. Y después que el Señor habló estas palabras a Job, dijo a Elifaz, temanites: Mi furor está enojado contra tus dos amigos y contra ti, porque no hablaste rectitud ante Mí, como mi siervo Job.

8. Pues tomad siete becerros y siete carneros y id a mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros; y mi siervo Job rogará por vosotros, y tendré respecto a él para no imputaros esta culpa, de que no hablastes rectitud ante mí como Job, mi siervo. En que se dan a entender muchas cosas. Lo primero, entendernos cuán amigo queda Dios con Job y cuán satisfecho de sus palabras y ánimo, pues le alaba aquí; y no solamente le alaba, mas quiere perdonar por su medio de él las culpas de otros. A lo cual vino Job, ansí por la virtud de la vida pasada como por la paciencia que mostró en el azote presente, como por el dolor intenso con que humilló su corazón delante de Dios, por las muestras que dio de atrevido. Lo segundo, entendemos lo mucho que Dios se ofende de la inhumanidad y de la mentira, aunque se vista de celo sancto. Porque si el juicio humano juzgara aquí por lo que las palabras de Job y de sus amigos sonaban, ¿quién no cargara a Job de impaciente y atrevido, y loara a sus amigos de celosos de la honra de Dios? Mas Dios, que miraba la verdad y los ánimos, juzgó por diferente manera. Que vio en estos amigos, lo uno, que no decían verdad, ansí en condenar por malo a Job, como en afirmar que Dios aquí castigaba siempre a los malos y a solos ellos. Lo otro, conoció que el ánimo que tenían en esto y lo que les movía, no era tanto defender a Dios y volver por su honra, la cual nunca se defendió con mentira, cuanto inclinación a mostrarse celosos, nacida de presunción y de estimación propria viciosa, y juntamente un querer debajo de esta color desobligarse de aquello a que la amistad pasada y la humanidad obligaba.

Y ansí lo que éstos hicieron en las palabras, era falso en muchas cosas, y en el ánimo y fin doblado y fingido, porque mostraban uno, y miraban a otro. Por lo cual Dios se ofende tanto dello, que pone nombre de furor a su enojo; y les dice que no hablaron rectitud, como Job su siervo, esto es, que no anduvieron a las derechas, ni en las palabras que decían, ni en el ánimo con que las decían. De lo cual Job estuvo siempre libre, porque siempre dijo verdad en sus palabras, y en el ánimo anduvo descubierto y sencillo. Sólo tuvo un poco de demasía en quejarse, y en querer saber de Dios el porqué de su azote; que en un hombre tan afligido de Dios y tan agraviado de los que le debían consuelo, y tan saneado con el testimonio de su buena consciencia, fue ligera falta y muy digna de ser perdonada.

Aunque en esto mismo se ofrece a la consideración otra tercera cosa, y es el cuidado que tiene Dios y los medios que pone para perfeccionar a los suyos, y para librarlos de sus faltas, por pequeñas que sean; que para quitar de Job esta mota pequeña, viene por sí mismo y se le descubre y le habla, descendiendo a tan particulares razones. Lo cuarto, consideramos el amor grande que tiene Dios a los hombres, y el deseo encendido de su salvación; que cuando ellos mismos le tienen ofendido y se han hecho indignos de su favor y su gracia, Él mismo les busca terceros, amigos suyos y gratos a Él, que rueguen y intercedan por ellos. Y porque ellos no merecen ser oídos, negocia Dios que alguno de los que Él oye con amor, le hable, y para darles el perdón que ellos desmerecen, busca quien se lo pida y merezca. Y como los padres amorosos hacen con los hijos de que están ofendidos para no castigarlos, porque su corazón no lo sufre, y para con el perdón demasiado no darles avilantez a que pequen, se muestran por una parte rigurosos y duros, y por otra negocian secretamente con algún amigo que se ponga de por medio y les ruegue; ansí Dios clementísimo despierta entre sus amigos quien con su intercesión le detenga la mano, para que no descargue sobre los pecadores su golpe. En que hace tres cosas: una, dar salud a los que merecían castigo; otra, honrar a sus amigos, los que hace procuradores y medianeros del bien de los otros; y la tercera, satisfacer a su justicia con el mérito de quien le ruega, y sin azote de aquel por quien es en esta manera rogado.

Lo último consideramos aquí cómo encamina Dios las cosas todas para el bien y honor de los suyos, que como el Psalmo dice, al varón justo todo le sucede prósperamente, porque cuanto Dios en él hace o permite, todo es para su acrecentamiento mayor. Y es verdad siempre lo que Sant Pablo a los Romanos escribió, que todas las cosas hace Dios para sus escogidos. Pues ansí lo vemos aquí, en que ordena Dios que ruegue y interceda Job por aquellos mismos que de amigos se le habían vuelto enemigos y ingratos, y quiere que tome de ellos esta sancta venganza, trayéndoselos a los pies tan humillados, que los que poco antes se tenían por justos y defensores de la honra de Dios, y a él le pregonaban pecador y blasfemo, agora se condenen a sí, y a él le confiesen por justo, y deseen su intercesión para con Dios y la rueguen.

Y hace que él interceda, esto es, que pague con bien el mal recibido, y que se muestre humano con quienes le fueron crueles, y que se asemeje en esto al mismo Dios, que es bienhechor de los que le ofenden. En que hay muchas cosas: una, la confusión de estos amigos, viendo su engañado juicio; otra, la humildad de los mismos; otra, la salud que cría en ellos aquesta confusión y humildad; otra, la puntualidad de la justicia divina, que los afrentadores de Job, ésos le honren, y los pregoneros de su blasfemia, ésos vengan a valerse de sus oraciones y ruegos; otra, el mérito que ganó Job en rogar y ser de provecho a los tales; otra, la honra grande del mismo que de todo esto le viene. Porque es sin duda de ánimos grandes y heroicos, y obra propria de los hijos de Dios, pagar los males con bienes, y no dejándose vencer del enojo, a que mueven las recibidas injurias, mostrarse superiores en todo, y tan superiores que lo que suele agotar la fuente de la bondad para que no mane de sí bien en los otros, y lo que es como esposas para que no hagan buenas obras las manos, la injuria recibida, la ingratitud y desconocimiento no esperado ni merecido, eso mismo cría en ellos deseos encendidos de hacer bienes mayores, y no deseos solamente, sino obras de provecho grandísimo.

Y verdaderamente, aun en ley de venganza, no sé yo satisfacción que se iguale con la vergüenza y confusión que es en un ofensor injusto causa el ver que su ofendido en retorno es su bienhechor y le ayuda, y el verse necesitado de su beneficio y favor. Y, como al principio dije, es una sancta venganza; venganza, porque como la Escritura dice, el que esto hace pone brasas encendidas sobre la cabeza de su enemigo, o verdaderamente en el pecho y en el corazón se las pone; sancta, porque aprovecha al prójimo y agrada a Dios y le imita y se le hace semejante, que es aquello en que la sanctidad puramente consiste. Mas veamos lo que se sigue.

Dice:

9. Pues fueron Elifaz, el de Temán, y Bildad, suí, y Sofar de Namatila, y hicieron como el Señor les habló y recibió Dios los ruegos de Job. En que se ve la obediencia y humildad de los unos y la virtud heroica del otro.

Dice más:

10. Y el Señor se convirtió a la conversión de Job, en el rogar por sus amigos; y tornó el Señor a Job todo lo que fue suyo doblado. Mucho es de considerar lo que dice aquí el autor de este Libro: lo uno, que se convirtió Dios a la conversión de Job, la que hizo en rogar por estos sus llamados amigos; lo otro, añadir luego a esto, que le tornó Dios doblado todo lo que poseía primero.

Y digamos de cada cosa por sí. Porque en lo primero dásenos a entender claramente que no quiso ser Dios menos honrado ni menos piadoso que Job; y que como él volvió su ánimo a perdonar a quien tan mal le tratara, ansí Dios inclinó el suyo a piedad de los que ofendido le habían. Que son finezas admirables del amor que Dios tiene a los hombres, el cual puede tanto con Él, que no se contenta con hacernos bienes, sino, lo que es puro extremo de amor, busca trazas y ingenios para obligarse en cierta manera a hacerlos; y para que, siendo libre y no deudor de criatura ninguna, se muestre deudor y obligado. Porque es proprio del que mucho ama, en todo el bien que hace por aquel a quien ama, gustar de parecer que lo debe; y en realidad de verdad es afecto del amor que es muy fino querer el que ama que todo se le deba al amado. Y tal es lo que se entiende agora aquí en ordenar Dios que se convierta Job a piedad, para que Él se desenoje y convierta. Porque fue hacer y fortificar, de parte de Job, para contra sí un argumento que convence en esta manera: Yo, Señor, que soy miseria, y al fin hombre de ánimo y pecho angostísimo, perdono a mis enemigos, y deseo y os suplico su bien: Vuestra Majestad, que es la bondad misma, generoso y piadoso y liberal sobre todos, muy más justo es que se desenoje y perdone; y pues que yo me convierto, que, Señor, Vuestra Majestad se convierta. A que mira también lo que el Hijo nos enseñó que dijésemos en la oración a su Padre: Perdona nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores; adonde hace fuerza el mismo argumento. ¡Tanto procura nuestra honra y salud en todas las cosas! Y esto cuanto a lo uno.

Y cuanto a lo otro se advierte que torna Dios a Job todos sus bienes doblados, cuando se lee dél que perdona a sus malhechores y intercede por ellos, que ni cuando padeció con paciencia se dijo, ni cuando se reconoció por ceniza, ni cuando lloró y se dolió de su demasía humillado. Porque en ninguna de aquellas cosas se mostró lo perfecto de su virtud cuanto en esto, que a la verdad contiene en sí grandes bienes. Porque quien a sus enemigos ama, y hace bien a los que le dañan y injurian, lejos está de querer a nadie mal ni dañarle; y quien paga con amor al hombre el mal que le hace, cierto es que a Dios, de quien tantos bienes recibe, no le olvida y desama.

Por manera que ama perfectamente a Dios y a los prójimos quien para sus enemigos es bueno; y en este amor se encierra todo lo que Dios manda, y es aquello en que verdaderamente consiste la justicia cristiana. Lo cual declara aquí por figura la Sagrada Escritura diciendo que le tornó Dios a Job doblados sus bienes. Que en lo pasado representóse en él una justicia antigua; mas en esto píntase la justicia cristiana; y lo que ésta a aquélla excede, muéstralo aquí Dios por el exceso del premio. Allí los bienes son sencillos; aquí pone bienes y mercedes dobladas, nombradas a la verdad con nombres de tierra, pero que significan los bienes del cielo, que son bienes doblados y proprio premio de los hijos de Dios y sus semejantes, cuales son aquellos en quien resplandece esta caridad y justicia perfecta y cristiana que digo.

Pues tornó Dios con el doblo a Job los bienes de la tierra que antes poseyera, para declarar lo que le guardaba en el cielo; y porque siempre usa Dios de medios suaves, tornóselos, no criándolos o enviándoselos luego de súbito, sino ordenando lo que luego se sigue.

Que fue:

11. Y vinieron a él todos sus hermanos y todas sus hermanas y todos los que le conocían primero; y comieron pan con él en su casa, y menearon sobre él la cabeza, y consoláronle de cuanto mal el Señor le dio, y diole cada uno su oveja y su moneda de oro. Dice que vinieron entonces a visitar a Job todos sus conocidos y deudos; y no vinieron al principio de su mal y trabajo, porque quiso Dios que fuese trabajo puro; y ansí detuvo los que le fueran consuelo, y sólo dejó venir a aquellos que le añadieron fatiga. Pues éstos comieron con él, que es señal de alegría, y movieron sobre él su cabeza, que es el meneo del que conhorta y consuela, y que, en efecto, le consolaron, porque añadieron a las palabras las obras, dándole cada uno parte de su ganado y dinero. Que, aunque dice en número singular, su oveja y su escudo, no se entiende que le dio un escudo solo y una oveja sola cada uno, sino es manera de hablar de estas Letras, decir como en singular lo que es mucho. Como dice el Profeta: No florecerá el higo... y fallará la aceituna. Pues sobre esto que puso la piedad de los deudos, añadió Dios con larga mano su bendición para que se multiplicase en brevísimo tiempo.

Y ansí dice:

12. Y el Señor bendijo las postrimerías de Job más que a sus principios; y fueron a él catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes, y mil asnas.

13. Y tuvo siete hijos y tres hijas. Hace duda en este lugar cómo son no más de siete los hijos, y las hijas no más de tres, si es verdad que volvió Dios a Job todas las cosas dobladas; que según esto habían de ser agora catorce, y seis, porque habían sido tres y siete primero. A lo cual se responde que, si le diera agora Dios seis, y catorce, no le doblara, sino tresdoblara los hijos. Porque ésta es la diferencia de los hijos que se le murieron a Job, a las ovejas y camellos y los demás bienes que le faltaron; que éstos, muriendo, perecieron del todo y para siempre; mas los hijos, muertos los cuerpos, viven siempre en las almas y en la resurrección postrera han de tornar eternamente a vivir. Y ansí doblarle los hijos fue no darle catorce sobre los dados, que aun muertos vivían y han de vivir para siempre, sino darle otros siete, como de hecho le dio.

Mas veamos lo que sigue:

14. Y llamó el nombre de la una Jemima, y de la segunda Kezia, y de la tercera Kerenhapuch. Jemima viene de yon, que es día; y Kezia es casia, una especie aromática o de canela muy fina; Kerenhapuch es como decir cuerno de alcohol o de afeite; que, según esto, podremos en español llamarlas Diana y Casilda y Cornelia.

Pero ofrécense acerca de esto dos cosas: una, por qué nombra la Escritura aquí a solas las hijas; otra, por qué fin les puso estos nombres. Y en lo primero se nos ofrecen algunas razones, unas llanas y que pertenecen a la historia, y otras de significación y sentido más secreto. Porque aunque es de creer que todos estos hijos de Job fueron hombres señalados y aventajados en todo, mas de los varones no consta, y pudo ser no lo fuesen; de las hembras dícelo la misma Escritura luego en el verso siguiente, y ansí quiso con razón que se supiesen sus nombres. Lo segundo, porque en nombrarlas hijas Dios y loarlas, deja nombrados y aprobados los hijos; que si lo flaco y lo mudable, cuales en sí y en la Sagrada Escritura son las mujeres, es digno de nombre, lo fuerte y varonil dicho se está que le merece.

Y decimos últimamente, que declara Dios en esto la feliz condición de los justos, en quien aun la enfermedad y flaqueza, quiero decir, lo flaco y lo despreciado, es nombrado y glorioso; porque en ellos el ser perseguidos es honra, y el vivir pobres riqueza, y la tentación victoria, y la aflicción y la cárcel y afrenta gloria grandísima, y finalmente vida y descanso la muerte. Y no sólo por el fructo que de ellos sacan, sino por eso mismo que aun cuando lo padecen y en el mismo padecer sienten y gozan. Y ansí Sant Pablo, como bien experimentado, decía: De buena gana haré honra de mis flaquezas, y, si conviene alabarme, de mis flaquezas me alabaré.

Pero vamos a la segunda duda que puse, acerca del propósito y fin de estos nombres; en que de ordinario se dicen dos cosas. Una, dice el Parafraste caldeo que eran de extremada hermosura, como luego la Escritura lo dice, y que las llamó su padre ansí para declarar su hermosura en el nombre. Porque a Yemima, la primera, que es palabra, como dijimos, originada del día, llamóla ansí como se la llamara Alba o Aurora en significación de su gentileza y frescura. La segunda, Kezia, fue como llamarla Olorosa y Fragante, y de estima y de precio, cual es la casia y canela. Y en la tercera, que llamó Kerenhapuch, que significa bujeta, de alcohol o de afeite, declaró ser ella la misma compostura y pintura, y, como decir solemos, ser una imagen pintada.

Otros dicen ansí: Que en los nombres de estas sus hijas señaló Job los sucesos de su vida, las diferencias y variedad y fortunas de ella; que es conforme a lo que de los patriarcas en la Escritura leemos, que nombraban a sus hijos del nombre de algún caso o suceso presente.

Ansí llamó Adam a Seth su hijo. Pues en la primera hija nombró Job la parte de su vida primera, que fue clara como el día, y fue crecido de pequeños principios como la luz del aurora, y al fin fue día, que se encierra y fenece con la noche. En la segunda significó el tiempo de su calamidad y miseria; porque Kezia, aunque significa la canela o la casia, si tenemos atención a su origen, suena a la letra raimiento o despojamiento; y llámase la casia ansí porque es corteza de que despojan al árbol, y fue padecer Job en aquella parte de vida un universal despojo de todos sus bienes.

Mas por el tercero nombre mostró claramente su buena dicha postrera, donde le tornó Dios a manos llenas doblados y mejorados sus bienes; porque Kerenhapuch, al sonido, es como decir cuerno de vuelta, o por decirlo más claro, restitución y vuelta de cuerno, esto es, de abundancia, de fortaleza, de felicidad y buena dicha; que todas estas cosas significa por semejanza la Escritura por el nombre de cuerno.

Mas veamos lo que después de esto se sigue:

15. No se hallaron en toda la tierra mujeres hermosas como las hijas de Job, y dioles su padre heredad entre sus hermanos. Bien se echa de ver aquí cuán perfecto es Dios en sus obras, y cuán largo y liberal es en las mercedes que hace; que no hace un bien solo, ni hace bien falto o menguado. Dale hijas, y hijas hermosísimas, y heredadas entre sus deudos y hermanos, para que se gozasen con ellos, y él de ellos y de ellas gozase. Porque sin duda es soledad y miseria vivir apartados los deudos. Que la presencia de su grandeza hace el día de hoy que los reyes y los grandes vivan en esta miseria; que, por despreciar a los suyos, casan con los extraños sus hijos y destierran de sí las prendas de su corazón y las entregan a gentes de costumbres diferentes, y muchas veces de ingenios fieros y bárbaros.

Mas Job, enseñado de Dios y guiado de la verdadera razón, para acrecentamiento de su buena dicha, casó y heredó a sus hijas cerca de sí y en medio de sus hermanos e hijos, con quien conocía y de quien era conocido y querido.

Y no le duró poco este bien, que como luego dice:

16. Y vivió Job después de estos azotes ciento y cuarenta años; y vio sus hijos y los hijos de ellos hasta la cuarta generación.

17. Y murió anciano y lleno de días. Porque siempre Dios da ciento por uno, y por un mal padecido con virtud y paciencia, restituye gran copia de bienes, y por un año de miseria sufrida, cien años de colmada prosperidad. Y bien se entiende de aquí que no fue breve mucho aqueste azote de Job, pues el retorno dél fue tan largo. Demás de que Dios cuando prueba y ejercita a sus siervos, hace como del descuidado las más de las veces, y calla y disimula y déjalos padecer luengamente, para, como si dijésemos, obligarse después a Sí a darnos copiosísimos y eternos bienes.

A quien por todo debemos dar eterna gloria. Amén.

Salamanca, 8 de marzo de 1591.