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Historia de las revoluciones de la provincia del Paraguay (1721-1735)

Obra inédita

Tomo I. Antequera

Pedro Lozano (de la Compañía de Jesús)



Portada

Portada del códice manuscrito



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ArribaAbajoPrólogo de la edición


Advertencia

Fue disposición de todas las partes interesadas que este manuscrito del padre Pedro Lozano, que aquí se reproduce, se publicase sin introducción, sin comentarios y sin notas explicativas de los hechos, por ser un alegato de parte interesada en uno de los acontecimientos más ruidosos del siglo XVIII, y que, por lo tanto, era conveniente se presentase al estudiante de la época como simple antecedente histórico en que podría informar su criterio.

La Comisión editora tenía, pues, que limitarse a lo siguiente:

  • a) Historia del manuscrito.
  • b) Autenticidad del mismo.
  • c) Datos biográficos.
  • d) Bibliografía.
  • e) Descripción del códice.



a) Historia del manuscrito

El año 1890 el librero de Leipzig, Karl W. Hiersemann, anunció en venta un manuscrito como autógrafo del padre Pedro Lozano y con el título de Historia de las revoluciones de la provincia del Paraguay en la América meridional, etc., etc.

  —X→  

Con esta noticia el doctor Enrique D. Parodi tuvo ocasión de examinarlo, pero, temeroso de que pudiese haber duda acerca de la procedencia y autenticidad de la obra, no le pareció bien adquirirla.

Habiendo este señor regresado al Río de la Plata consultó el punto con el doctor Andrés Lamas y señor Carlos Casavalle, y fueron éstos de parecer que se trataba de un trabajo genuino del famoso historiador de la Conquista del Río de la Plata y Tucumán.

Con tal motivo el doctor Parodi se dirigió Hiersemann ofreciendo comprarlo siempre que se mandase el manuscrito a Buenos Aires para ser sometido a una última prueba, asegurándole que si resultaba ser un autógrafo de Lozano aceptaría las condiciones de la casa vendedora.

Conocida por Hiersemann la propuesta remitió el manuscrito a Casavalle para que este señor y el comprador procediesen a su examen, lo que efectivamente se llevó a cabo, resultando de la comparación, que tanto Lamas como Casavalle y Parodi quedaron satisfechos de que el manuscrito remitido era un autógrafo de su autor el padre Pedro Lozano.

Realizada esta comprobación, el libro o manuscrito quedó de propiedad del doctor Parodi, según convenio, en la cantidad de 2.014 marcos.

Dueño ya Parodi del original dio principio a su publicación en la Revista del Paraguay el año 1892, pero no alcanzó a imprimir más que una sexta parte del contenido del viejo volumen.

Andando el tiempo la existencia de esta obra llegó a conocimiento del padre Pablo Hernández, incansable investigador de las cosas de nuestra historia pasada, quien después de un estudio prolijo del manuscrito en todas sus partes, confirmó el dictamen de Lamas y Casavalle, y entre él, el doctor Parodi y la casa editora de   —XI→   Cabaut y C.ª trataron de conseguir la publicación íntegra de la obra.

En este estado los interesados buscaron la cooperación de la Junta de Historia y Numismática Americana, y como se trataba de un libro inédito, autógrafo y abonado por el nombre del padre Pedro Lozano, no tuvo la Junta inconveniente en patrocinar una publicación que tan bien respondía al objeto primordial de su fundación.

En seguida fuimos nombrados en comisión para hacernos cargo de la tarea una vez que nos convenciésemos de que se trataba de una obra genuinamente auténtica de su presunto autor.

El primer paso que se dio fue el de conferenciar con el doctor Parodi al objeto de recabar de él algunos datos más sobre la historia del manuscrito, los que obtuvimos.

Según nos informó dicho señor, el manuscrito había estado en la Asunción, aunque no se daba él cabal cuenta de cómo había llegado allá. Concluida la guerra de la Triple Alianza en el Paraguay, una buena parte del Archivo se hallaba en las inmediaciones de Pirayú, donde se produjo, como era natural, una gran dispersión de papeles, entre los cuales se encontraban un mapa auténtico de don Félix de Azara y el códice que aquí se publica. Éste fue recogido por un soldado flamenco, quien sin duda no le atribuyó más importancia que la de ser un recuerdo de la campaña que había hecho como soldado enganchado al servicio del Brasil. El nuevo dueño lo poseyó durante su vida y después de sus días la familia vendió los muebles en uno de los cuales iba el manuscrito como objeto sin valor.

La obra fue a parar a poder del librero Hiersemann, de Leipzig, y con tal motivo se produjo el anuncio con que hemos empezado este capítulo.



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b) Autenticidad del mismo

Al examinar el códice de la Historia de las revoluciones de la provincia del Paraguay con el fin de probar si era una obra original del conocido historiador de la Conquista del Río de la Plata y Tucumán, casi hubiese bastado el hecho de que la portada del manuscrito llevaba el nombre y apellido del reverendo padre; pero quedaba la duda de si era o no autógrafo del mismo, y si suya era también la firma.

En su mérito pedimos datos al padre Pablo Hernández, cuyo testimonio, tanto por su carácter de socio de la Compañía, cuanto por sus conocimientos especiales en la historia y documentación de la misma, era de tenerse muy en cuenta; porque ya antes de su viaje a Chile había estudiado aquí los antecedentes de nuestro códice, y en Santiago había conseguido otros comprobantes que abonaban la autenticidad del manuscrito, entre ellos la portada al «tomo segundo» de la Historia de la Conquista, que coincide en forma, letra y firma con la del infolio nuestro; el calco de ésta y una copia fotográfica de una protesta autógrafa, que lleva la propia firma de Lozano al pie, fueron remitidos acá y utilizados por nosotros.

Bastarían estas pruebas si no tuviésemos otra mejor de que echar mano, proporcionada por el señor Carlos Casavalle: ésta es el final de una carta que aquí se reproduce de puño y letra del padre Lozano, y firmada por él. Comparado este autógrafo con la reproducción de la primera página y portada de nuestro códice no queda la menor duda que es obra original y autógrafa de dicho autor.

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Carta autógrafa del padre Lozano  a don Carlos Casavalle



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C) Datos biográficos

Los padres Backer y Sommervogel y el doctor Andrés Lamas, que han dado a conocer la vida y obras del padre Lozano, no habían podido averiguar ni el lugar, ni la fecha de su fallecimiento.

El doctor Lamas, en su erudita Introducción a la Historia de la Conquista, decía: «No podemos, pues, determinar ni la fecha ni el lugar de la muerte del Padre Lozano», agregando más adelante: «Pero si queda definitivamente ignorado el pedazo de tierra en que se ha perdido el polvo de los restos mortales del P. Lozano, su nombre vivirá entre nosotros perdurablemente...».

Después de 30 años de escrito esto, podemos hoy, gracias a las pacientes investigaciones del padre Pablo Hernández, afirmar que la muerte del eminente jesuita, autor del manuscrito publicado aquí, tuvo lugar en Humaguaca el día 8 de febrero de 17521, hallándose en camino para La Plata2, sin duda comisionado para informar a la Audiencia de Charcas de los inconvenientes que tenía el Tratado de Límites en que se mandaba entregar al rey de Portugal los Siete Pueblos de las Misiones y los Territorios adyacentes sobre el río Uruguay




d) Bibliografía

Según los estudios de los señores Andrés Lamas3,   —XV→   José Toribio Medina4 y los padres Pedro Backer5 y Sommervogel6, el padre Lozano ha dejado manuscritas o impresas las siguientes obras:

1. Descripción chorográphica del terreno, árboles y animales de las dilatadísimas provincias del Chaco Gualamba.- Año de 1733.- En Córdoba (de España) en el Colegio de la Asumpción por Joseph Santos Balbás, volumen en 4.º, folio 9, página 485, con un mapa.

2. Copia de una carta, escrita por un misionero de la Compañía al padre Juan J. Rico.- En 4.º, página 59, 1740.

3. Vida del padre Julián de Lizardi. Impresa en Salamanca el año 1741. Reimpresa en Madrid en 1862. En 1901 se hizo una nueva edición en Buenos Aires7.

4. Carta al padre Bruno Morales fechada en Córdoba el 1.º de noviembre de 1746. En 4.º, página 56.

5. Carta al padre Bruno Morales datada en Córdoba el 1.º de marzo de 1747.- 4.º, página 39, hace relación del terremoto de Lima en 1746, citada en las varias ediciones de las Cartas edificantes, y por Odriozola en 1863. Fue traducida al alemán por el padre Stocklein.

6. Carta al padre Juan de Alzola sobre los césares, citada por Angelis en su Colección de documentos.

7. Meditaciones sobre la vida de Nuestro Señor Jesucristo escritas en italiano, por el padre Fabio Ambrosio Espíndola, traducidas por el padre Lozano.- Madrid.- 1747; volumen 1, página 569, volumen 2, página 5318.

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8. Historia de la Compañía de Jesús en la provincia del Paraguay.- Madrid 1754 a 1755, volumen 1, página 760, volumen 2, página 832.

9. Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán. Buenos Aires, 1873 a 75.- 4.º, 5 volúmenes, páginas 468, 396, 370, 489, 364 respectivamente.

10. Máximas eternas puestas en lecciones: obra póstuma escrita en italiano por el padre Carlos Ambrosio Catanéo y traducida por el padre Lozano.- Madrid, 1754, 8.º, página 440, reimpresa en Madrid en 1776 y 1788; en Valencia se volvió a imprimir en 1884.

11. Exercicios espirituales de San Ignacio: obra póstuma escrita en italiano por el padre Carlos Ambrosio Catanéo y traducida al español por el padre Lozano.- Madrid, 1764, 8.º, página 406, reimpresa en 1776 y 1788.

12. Diario de un viaje a la costa de la mar magallánica en 1745.- Buenos Aires, 1836. Esta relación está publicada en la Historia del Paraguay del padre Charlevoix, en la traducción latina del padre Muriel, y en la Histoire des voyages del abate Prévost.

13. Varios documentos comunicados al padre Charlevoix y que cita el padre Muriel en su Fasti novi orbis.

14. Diccionario histórico-índico, 6 volúmenes.

15. Traslado de una carta dirigida al padre Luis Tavares. Córdoba, 12 de junio de 1739.

16. Carta sobre diezmos, 1741.

17. Observaciones sobre el manifiesto publicado por el padre Vargas Machuca.

18. Representación hecha por la provincia jesuítica del Paraguay al señor virrey del Perú a propósito del tratado con Portugal sobre los Siete Pueblos de las Misiones del Uruguay.- Córdoba, 12 de marzo de 1751.- Se encuentra en la Biblioteca de Lima.

19. Representación que hace al Rey nuestro señor en su Real Consejo de Indias el provincial de la Compañía de   —XVII→   Jesús en la provincia del Paraguay sobre el mismo asunto del anterior.- En Buenos Aires a 29 de abril de 17529.

20. Carta al Procurador General sobre lo sucedido en la provincia de Tucumán.- Año de 1752. Folio, folio 42. Está en la Biblioteca de Valladolid.

21. Historia de las revoluciones de la provincia del Paraguay en la América meridional desde el año 1721 hasta el de 1735, que aquí se publica, formando 2 volúmenes.

Además de las obras aquí consignadas parece ser también que el padre Lozano fue quien tradujo del italiano el original de la Relación historial de chiquitos por el padre Bandier, que corre con nombre del padre Patricio Fernández. Así lo dice el padre Muriel y lo reproducen el padre Sommervogel y señor José Toribio Medina. El abate Lorenzo Hervás, en su Catálogo de las lenguas (tomo I, página 159), hablando de chiquitos y lenguas, se expresa así: «... en la relación histórica de los Chiquitos falsamente atribuída al jesuíta Patricio Fernández».

Por fin, antes de terminar este capítulo, debemos transcribir textualmente lo que acerca de nuestro manuscrito dice una noticia del padre Sommervogel, por cuanto, según los términos en que ella está redactada, podría sospecharse que existe un segundo códice de esta misma obra. Dice así: «Historia de las Revoluciones de la Provincia del Paraguay en la América Meridional desde el año 1721 hasta el de 1735». «Ce MS. qui semble autographe appartînt à la Bibl. de Fr. Xav. Gamboa, puis à celle de M. Nicolas Leon à Morelia. En 1890   —XVIII→   on annonce, au prix de 300 Marks dans un catalogue de Ch. W. Hiersemann, libraire à Leipzig, un MS. in fol. de 646 pages du même titre et qui serait l'autographe». En esto, como se ve, hay confusión.




e) Descripción del códice

El manuscrito materia de esta publicación, como se ha visto, es de puño y letra del mismo padre Lozano, y así lo declara la portada: ésta lleva su nombre y firma, y va reproducida aquí en facsímile como prueba fehaciente de autenticidad.

El códice no lleva foliatura y forma un solo volumen infolio: se cuentan 326 fojas útiles, y consta de las siguientes partes: la portada10; el proemio, de fojas 1 a 2 vuelta; el texto de la obra, que se divide en 6 libros con sus capítulos y párrafos numerados, que corren desde la foja 2 vuelta hasta 312 vuelta. El índice de personas y cosas sigue de fojas 316 a 326 vuelta. Estos índices están en columnas dobles, mientras que el cuerpo del texto va corrido en cada página.

Todo el manuscrito es de la misma letra, admirablemente escrito, con muy pocas enmendaturas y éstas de la misma letra del texto; pero evidentemente de época posterior, por cuanto la tinta es de color más subido, pero idéntica a la de los párrafos que suplen a los testados; lo que prueba que todo esto ha sido cuidadosamente revisado y corregido por su autor.

El volumen está encuadernado en pergamino a la antigua, y lleva este título: I. H. S. Lozano.- Revoluciones del Paraguay.- Tomo (sin número).- abajo: N.º 53.

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Todo él se halla en buen estado, salvo pequeños desperfectos causados por la polilla, que en nada afectan el contenido.

Fue resuelto por la Junta que en la impresión del manuscrito se adoptase la ortografía moderna porque así se facilitaría la lectura de una relación ya de suyo en muchas partes por demás pesada; sin embargo, pocas e insignificantes son las modificaciones que ha habido que hacer, y que no van más allá de las incorrecciones que suelen presentarse aún en los escritos modernos. En lo demás y de acuerdo con nuestro cometido, se ha reproducido fielmente el original, sin perjuicio de haber subdividido en dos volúmenes lo que en el códice se encierra en uno solo, para mayor comodidad del lector, aunque así mismo cada tomo alcanza a tener al rededor de 500 páginas. El primero lleva el nombre «Antequera», y concluye con la ejecución de este caudillo en Lima y la relación de los acontecimientos contemporáneos; y el segundo se titula «Los comuneros» porque relata la sublevación de éstos y la conclusión de la guerra con los mismos.

A la obra se le agrega un facsímile de la portada y de la primera página del proemio del manuscrito original, y, a más, una reproducción del final de la carta, ya citada, escrita y firmada por el propio padre Lozano, a objeto de que pueda ésta compararse con la letra del texto y firma de la portada.

Al dar por terminado nuestro cometido cúmplenos agradecer la ayuda eficaz que nos han prestado tanto la casa editora de los señores Cabaut y C.ª, cuanto los reverendos padres del colegio del Salvador, y muy especialmente el reverendo padre Pablo Hernández, sin cuya cooperación nos hubiera sido muy difícil conseguir los datos indispensables para comprobar la autenticidad del manuscrito, cuya publicación se nos encomendó. También debemos   —XX→   agradecer al señor Carlos Casavalle su gentileza por habernos facilitado la carta que tan útil nos ha sido como prueba definitiva, sin olvidar la intervención que en este caso ha tenido el señor Péndola, secretario del Museo Nacional.

Finalmente, tanto la Junta como el público en general, debemos al doctor Enrique D. Parodi la expresión de nuestro más sincero agradecimiento por haber permitido la publicación de este importante legajo histórico; porque no sólo lo ha salvado de pasar a manos extranjeras, al adquirirlo y hacerlo venir al Río de la Plata, sino que también lo ha facilitado generosamente para ponerlo en esta edición al alcance de los estudiantes de nuestra historia, el que después de haber permanecido perdido e ignorado por más de 150 años se saca a luz en la presente edición para formar los volúmenes I y III de la Biblioteca de la Junta de Historia y Numismática Americana.

Buenos Aires, agosto de 1905.

SAMUEL A. LAFONE QUEVEDO
ENRIQUE PEÑA





  —[1]→  
Proemio

1. La provincia del Paraguay, gobernación muy principal del distrito de la Real Audiencia de Charcas, Chuquisaca, o la Plata (que todo es uno) en estos Reinos del Perú, es el teatro donde se han representado, de catorce años a esta parte, los varios trágicos sucesos, que trémula emprende escribir mi pluma; y aunque mi principal intento es sacar a luz la verdad con modestia, no podré decirla toda, acomodándome al dictamen de quien dijo que si bien el historiador ha de decir verdad en todo lo que refiere, no debe referir todo lo que es verdad.

2. Celebró Tácito por felicidad del reinado de Trajano que a cada uno le era lícito sentir lo que gustaba y decir lo que sentía; mas esta felicidad ni es de todos tiempos, cuando el Príncipe de los políticos la celebra por rara, ni en todos tiempos es conveniente. Conque atemperándome a este dictamen, habré de decir lo que bastare a hacer patente la verdad, ocultando muchas cosas, que no siendo tan necesarias podrían más ofender.

3. Dicha Gobernación, pues, cuanto más retirada del resto de la monarquía parece, franquea mayor licencia, o a los que la han gobernado para los desafueros, o a los súbditos para el poco sufrimiento. Ello es constante que desde que asentaron allí el pie los españoles, se reconoció en unos sobrada ambición, en otros demasiada insolencia, y en lo general tal inquietud de ánimos que prorrumpieron desde sus   —2→   principios en muy perniciosas novedades. La tradición es que aquellos primeros conquistadores y pobladores de dicha provincia fueron parte de familias ilustres de nuestra España; los cuales, deslumbrados con el resplandor de las riquezas que ostentaba y prometía esta conquista en el especioso nombre de Río de la Plata, se desterraron gustosos de la Patria, sino para adelantar los blasones de su heredada nobleza, para ganar conveniencias con que afianzar el lustre de sus casas.

4. Imaginaban que como el nombre sería la realidad; pero vieron presto burladas sus esperanzas, sin serles muy factible deshacer el engaño, restituyéndose a la Patria: conque reducidos a vivir en este país por extremo pobre, toda la ambición que impulsó su venida se convirtió en aspirar a la mayoría sobre los demás, de que se originaron disensiones peligrosas y poca sujeción a los superiores, hasta llegar a prender y deponer ignominiosamente al mismo que los gobernaba en nombre del invictísimo Carlos V, como lo ejecutaron atrevidamente con el adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, quien habiendo en su célebre peregrinación de la Florida a México, obrado por la viveza de su fe estupendas maravillas, tuvo tan mala estrella su ajustado proceder con los conquistadores del Paraguay, que por su antojo le depusieron, y tenido un año en rigurosa y estrecha cárcel, le despacharon aherrojado en prisiones a Castilla, donde declaró el César su inocencia. Tiranizó entonces la provincia el general Domingo de Irala, que se usurpó el gobierno por diez o doce años, como se puede ver en el gran cronista Antonio de Herrera, y aunque prevaleció por más poderoso su partido, no fue sin el sinsabor de revoluciones y alteraciones continuas.

5. Éstas costaron a algunos las vidas, como fue don Francisco de Mendoza, hijo segundo de don Álvaro de Mendoza, primer conde de Castro Xeriz, que murió en público cadalso por quererse arrogar el mando superior de la provincia en ausencia de Irala, y también Diego de Abreu, caballero de Sevilla, muerto alevosamente por la misma causa.

6. En estas revueltas se pasaron los primeros dieciocho años, después de la fundación de la ciudad de la Asunción, la primera y capital de este Gobierno, y aunque pareció serenarse la inquietud de la provincia con el nombramiento que de gobernador hizo el César en la misma persona de Irala, volvió a alterarse la quietud a poco tiempo, por el genio bullicioso   —3→   de muchos, y al sucesor de Irala, el capitán Francisco de Vergara, caballero sevillano, le capitularon también en la Real Audiencia de Charcas, acriminando de tal manera los cargos que, oponiéndole ciento y veinte capítulos, fue depuesto del empleo.

7. Éste le confirió el gobernador del Perú, Lope García de Castro, al adelantado Juan Ortiz de Zárate, quien antes de entrar al Paraguay hubo de pasar a España a negociar ante Su Majestad la confirmación, y en su lugar despachó a gobernar la provincia a Felipe de Cáceres, noble matritense; pero tuvo la fortuna que sus antecesores en el gobierno, pues prendiéndole con grande estrépito, le despacharon cargado de cadenas a España.

8. Entró poco después a su gobierno el adelantado Juan Ortiz de Zárate, y cuanto tiempo duró en él todo fue desazones y discordias con sus súbditos, y al cabo se cree le dieron un bocado, con que le abreviaron la vida, según escribe el licenciado don Martín del Barco Centenera en su Argentina11. Sucedió a Zárate su sobrino Diego de Mendieta, a quien tardaron poco en deponer y remitir preso a España, como refiere el mismo autor12. Todo esto sucedió en los primeros cuarenta años de la fundación del gobierno del Paraguay, desde el año de 1536 hasta el de 1576.

9. Ni fueron más afortunados en ese tiempo los prelados eclesiásticos de su Santa Iglesia, pues sólo dos obispos, que hubo en los primeros cincuenta años, el primero el ilustrísimo señor don Fray Pedro de la Torre, franciscano, se vio preso en la misma capital de la Asunción, no por bárbaros infieles enemigos de Cristo, sino por sus mismas ovejas, y le fue forzoso embarcarse a España, a pedir justicia ante Su Majestad, en cuyo viaje murió con opinión de santo, según se puede leer en el citado autor13, y el segundo el ilustrísimo señor don fray Alonso Guerra, dominicano, se vio privado de las temporalidades y exiliado de su diócesis, como escribe el ministro Meléndez en la Historia de Santo Domingo del Perú, tomo I.

10. De estos casos solamente he querido hacer mención para cerrar la boca a la calumnia de los vecinos del Paraguay, que, ignorando lo que fueron sus mayores, se atreven a infamar de continuo a los jesuitas en autos, en informaciones y en cartas de que son autores de cuantas desgracias han tenido los que han gobernado su república, pues las referidas acaecieron, sin poder influir en ellas, mucho antes   —4→   de entrar al Paraguay la religión de la Compañía, pues no llegaron allá los jesuitas hasta el año 1588, y por ese tiempo habían sucedido ya estas tragedias. La razón de haber sido tan frecuentes estos excesos la da de todo muy clara el autor citado, que ha más de ciento treinta y tres años imprimió su Argentina en Lisboa, y se puede ver el folio 143 y 144, donde, después de larga experiencia que tenía de los genios del país, está bien poco favorable con los vecinos del Paraguay.

11. Vistas estas acciones de los fundadores de la provincia del Paraguay, obradas con sus primeros gobernadores, parecerán menos extrañas las que sus descendientes han ejecutado con sus sucesores, entre los cuales se cuentan seis depuestos y algunos expulsados de su provincia en prisiones; sobre que en ocasión de haber preso al gobernador don Felipe Rege Corvalán, y despachádole con grillos el año de 1676 la Audiencia Real de la Plata, que declaró su inocencia y le repuso en el gobierno, escribe el excelentísimo señor Conde de Castellar, virrey del Perú, al Cabildo secular de la Asunción, en carta de 30 de enero de 1678, por haber el presidente de Chuquisaca templado el rigor que merecían:

No puedo dejar de deciros ha sido mucha piedad la que se ha usado con vosotros, siendo tan mal sonantes (los excesos cometidos) y estando tan acostumbrados a repetirlos con obispos y gobernadores, a cuya causa merecíais la demostración que me ha dicho os insinúa el señor presidente, de enviaros a llamar, creyendo no seréis buenos hasta que con efecto experimentéis el castigo que corresponde a vuestro obrar [...]. Y si este medio por suave no bastare para reduciros al fin que este gobierno (tan en crédito y satisfacción de vuestras acciones) desea encaminaros, estaréis advertidos que no sólo se pasará a la resolución de haceros parecer irremisiblemente en la Real Audiencia de la Plata, sino que bajéis a esta ciudad para remitiros de ella a España, para que presentándoos en el Real Consejo, deis cuenta de los motivos que os han asistido para cometer excesos tan nunca vistos.



12. Fueron pronóstico certísimo las expresiones del excelentísimo señor Virrey, pues es constante que la impunidad o remisión en el castigo que por semejantes atentados experimentaron hasta aquí los vecinos del Paraguay, les han dado alas para cometer otros mayores y para irse precipitando   —5→   en la temeridad, pocas veces oída, de matar a su propio gobernador, según veremos en esta historia. Hubieran probablemente sido buenos los sucesores, si sus mayores hubieran sido dignamente castigados, como mereció muchas veces su insolencia; mas la indulgencia demasiada les prestó alientos para continuar los delitos sin temor; que la impunidad abre sin duda puerta a la insolencia, porque el primer error que se comete y no se castiga llama al segundo, e insensiblemente dispone los ánimos poco disciplinados para excesos inauditos, iguales a los que hemos llorado estos años, llegando a tal punto la osadía, que para reducirla al orden debido será necesaria gran violencia, porque llevan muy mal los vasallos comúnmente se castigue a lo último lo que les fue disimulado al principio, y es cosa sin duda que aunque los males cuando suceden se remedian fácilmente por los términos corrientes; pero la enfermedad envejecida y arraigada necesita de cura más violenta. ¡Ojalá no hubiera afianzado aquí esta verdad la experiencia!

13. Los sucesos lamentables que referiré serán la mejor prueba. Pequeña centella fue al principio, como suele suceder, la que en esta ocasión levantó un voracísimo incendio que ha envuelto en sus llamas cuanto se le ha puesto por delante, consumiendo a un tiempo mismo los caudales, las honras y aun las vidas de muchos. Empezaron estos disturbios por la impudencia de un gobernador y excesiva elación de algunos individuos súbditos; continuolos la poca fidelidad de un mal ministro, fomentada de muchos ambiciosos, y remató en la licencia de un vulgo desaforado, al paso que poco cultivado, prorrumpiendo en las atrocidades más enormes. Todo lo iremos viendo en esta historia.





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