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Véase Miguel Ángel Pérez Priego, ed. Encina, Teatro completo, Madrid: Cátedra, 1991: págs. 46 y ss.

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Que los símbolos animalísticos opuestos se convierten en tipos tópicos de Cristo en su resurrección se comprueba al encontrarlos repetidos en el sermón de la Resurrección que predica no mucho después el prestigioso exegeta agustino fray Dionisio Vázquez, ed. Félix G. Olmedo, Madrid, Clásicos Castellanos, 1956, págs. 7 y 21: «¡Oh, redentor del mundo, cordero-león y león-cordero! León porque venciste, cordero porque sin crueldad».

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Quevedo, Obras completas, ed. Luis Astrana Marín, Madrid: Aguilar, 1941, vol. I, pág. 914. A pesar de lo cual, del juicio de Encina como erudito poeta, la vena satírica de Quevedo le sitúa entre la barahúnda de cabezas, brazos y bultos extraordinarios de su Sueño de la Muerte, quejándose de haber quedado convertido en autor de refranero como antonomasia del disparate (puede verse en la edición de los Sueños de James O. Crosby, Madrid: Castalia, 1993, pág. 341). La historia de Encina en la posteridad la reconstruyó R. O. Jones en «Juan del Encina and Posterity», en Medieval Hispanic Studies Presented to Rita Hamilton, ed. A. D. Deyermond, Londres: Tamesis, 1976, págs. 99-106.

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Diego de Estella, Modo de predicar, ed. Pío Sagues Azcona, Madrid: CSIC, 1951, vol. II, cap. 7, págs. 42-43. Lo que muestra que la exégesis posterior no renuncia a la tradición alegórica, por más que nos esforcemos por ver en la exégesis humanista una imposición del sentido literal, como señala Domingo Ynduráin, Humanismo y Renacimiento en España, Madrid: Cátedra, 1993. Cf. C. Maurer, «La figura en Fray Luis: poesía y traducción», en V. García de la Concha y Javier San José Lera, eds., Fray Luis de León. Historia, Humanismo y Letras, Salamanca, Universidad, 1996, págs. 441-450.

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