Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Anterior Indice Siguiente





101    Eran adúlteros e fornicarios,
e otros notados de inçestuosos,
e muchos que juntan tales criminosos
e llevan por ello los viles salarios,
e los que en efectos así voluntarios
su vida deleitan en vano pecando,
e los maculados del crimen nefando,
de justa razón e de toda contrarios.

102    Vimos en uno vilmente abraçados
la compañera de aquel grant Atrides,
duque de todas las greçianas lides,
tomar con Egisto solazes furtados;
e vimos a Mirra, con los derribados,
hermana ya fecha de quien era madre,
e madre del fijo de su mesmo padre,
en contra de leyes humanas e grados.

103    Allí era aquél que la casta cuñada
fizo por fuerça non ser más donzella,
comiendo su fijo en pago de aquélla
que por dos maneras d'él fue desflorada;
e vimos en forma muy mal aviltada
ser con Macareo la triste Canaçe,
de los quales amos un fijo tal naçe
que la humana vida dexó injuriada.

104    De los Centauros el padre gigante
allí lo fallamos con muy poca graçia,
al que fizo Juno con la su falaçia
en forma mintrosa cumplir su talante;
e vimos, movidos un poco adelante,
plañir a Pasife sus actos indignos,
la qual antepuso el toro a tí, Minos;
non fizo Çilla troque semejante.

105    Tanto andovimos el çerco mirando
que nos fallamos con nuestro Macías,
e vimos que estava llorando los días
con que su vida tomó fin, amando;
lleguéme más çerca, turbado, yo quando
vi ser un tal hombre de nuestra nación,
e vi que dezía tal triste canción,
en elegíaco verso cantando:

106    «Amores me dieron corona de amores
por que mi nombre por más bocas ande;
entonçes non era mi mal menos grande
quando me davan plazer sus dolores;
vençen el seso los dulçes errores,
mas no duran siempre segunt luego plazen;
pues me fizieron de mal que vos fazen,
sabed al amor desamar, amadores.

107    »Fuid un peligro tan apassionado;
sabed ser alegres; dexad de ser tristes;
sabed desservir quien tanto servistes,
a otros que amores dad vuestro cuidado;
los quales, si diesen por un igual grado
sus pocos plazeres segunt su dolor,
no se quexara ningunt amador
nin desesperara ningunt desamado.

108    »E bien como quando algunt malfechor,
al tiempo que fazen de otro justiçia,
temor de la pena le pone cobdiçia
de allí adelante bevir ya mejor,
mas desque passado por él el temor,
vuelve a sus viçios como de primero,
así me bolvieron a do desespero
deseos que quieren que muera amador».

109    Tan grant multitud turbada veyendo
por fuego viçioso de ilíçito amor,
fablé: «Providençia, tú dime mejor
aquesta mi dubda que yo non entiendo;
éstos atanto discretos seyendo,
¿por qué se quisieron amar çiegamente?;
bullada devieran tener en la fruente
la pena que andan aquí padesçiendo».

110    Respuso reyendo la mi compañera:
«Nin causan amores nin guardan su tregua
las telas del fijo que pare la yegua;
nin menos agujas fincadas en çera,
nin filos de alambre nin agua primera
del mayo bevida con vaso de yedra,
nin fuerça de yervas, nin virtud de piedra,
nin vanas palabras de la encantadera.

111    »Mas otras razones más justas convocan
los coraçones a las amistades:
virtudes e vidas en conformidades,
e sobre todo beldades provocan,
e delectaciones a muchos advocan,
e quando los dones son bien resçebidos,
o por linage naçer escogidos,
o dulçes palabras allí donde tocan.

112    »Val assí mesmo para ser amado
antiçiparse primero en amar:
non es ninguno tan duro en el dar
que algo non diese si mucho ha tomado;
pues mucho deviera ser más que culpado
aquel coraçón que si no querer
quiere, que quiera querido non ser,
o por ser querido biva despagado.

113    »Estonçes se puede obrar discreçión
si amor es ficto, vaníloquo, pigro;
mas el verdadero non teme peligro
nin quiere castigos de buena razón,
nin los juizios de quantos ya son
le estorvan la vía de como la entiende,
ante sus flamas mayores ençiende
quando le ponen mayor defensión».

114    Por ende, monarcha, señor valeroso,
el regio çeptro de vuestra potençia
fiera mesclando rigor con clemençia,
por que vos tema qualquier criminoso,
e los viles actos del libidinoso
fuego de Venus del todo se maten,
e los humanos sobre todo caten
el limpio cathólico amor virtuoso.

115    El qual es tal medio de dos coraçones
que la voluntad que estava no junta
la su dulçedumbre concorda e ayunta,
faziéndoles una sus dos opiniones,
e dando tal parte de sus afecçiones:
a los amadores sin gozo cadena,
e a los amados deleite sin pena,
a los menos méritos más galardones.

116    Aquí vi grant turba de santos doctores
e contemplativos de aquel buen saber
que para siempre nos puede valer,
faziéndonos libres de nuestros errores;
philósofos grandes e flor de oradores,
aquí çitaristas, aquí los profetas,
astrólogos grandes, aquí los poetas,
aquí quadruvistas, aquí sabidores.

117    Está sobre todos grant turba compuesta
de claros maestros, doctores muy santos;
estava Gerónimo alçando los cantos,
Gregorio, Agustino velando respuesta;
e vimos el santo doctor cuya fiesta
nuestro buen César jamás soleniza,
e otros doctores a quien canoniza
la silla romana por vida modesta.

118    Vi los philósofos Crato e Polemo,
el buen Empedocles y doto Zenón,
Aristótiles çerca del padre Platón,
guiando a los otros con su dulçe remo;
vimos a Sócrates tal que lo temo,
con la ponçoña mortal que bevía,
e vi a Pitágoras que defendía
las carnes al mundo comer por estremo.

119    Vi a Demóstenes e a Gabiano,
e vi más a Tulio con su rica lengua,
Casio Severo, sofriendo grant mengua,
dado en exilio del pueblo romano;
Mostróse Domiçio, rector africano,
e vimos a Pluçio con Apolodoro,
e vimos la lumbre del claro thesoro
del nuestro rectórico Quintilïano.

120    Mostróse Tubal, primero inventor
de cónsonas bozes e dulçe armonía;
mostróse la farpa que Orpheo tañía
quando al infierno lo truxo el amor;
mostrósenos Fíliris, el tañedor,
maestro de Archiles en çitarizar,
aquel que por arte ferir e domar
pudo a un Archiles, tan grand domador.

121    La compañía virgínea, perfecta
vimos en acto de vidas tranquilas,
el décimo número de las Sibilas,
que cada qual pudo llamarse profeta:
estava la Pérsica con la Dimeta,
e la Babilónica, grand Eritea,
e la Frigiana, llamada Albunea,
vimos estar con la Delfijineta.

122    Femonoé por orden la sesta
estava, la qual en versos sotiles
cantó pregonando las guerras ceviles,
de quien ovo Apio la triste respuesta;
vimos a Líbisa, virgen honesta;
estava Vetona con el Amatea;
era la déçima aquella Cumea
de quien los romanos fazen oy fiesta.

123    Vimos a Omero tener en las manos
la dulçe Ilíada con el Odisía;
el alto Virgilio vi que lo seguía
Ennio con otro montón de romanos:
trágicos, líricos, elegïanos,
cómicos, sátiros, con eroístas,
e los escriptores de tantas conquistas
quantas nasçieron entre los humanos.

124    ¡O flor de saber e de cavallería!,
Córdova madre, tu fijo perdona
si en los cantares que agora pregona
non divulgare tu sabiduría;
de sabios valientes loarte podría
que fueron espejo muy maravilloso:
por ser de ti mesma, seré sospechoso;
dirán que los pinto mejor que devía.

125    Venimos al çerco de nuestros presentes,
donde fallamos muy pocos de tales:
oy la doctrina mayor es de males
que non de virtudes açerca las gentes;
mas entre otros allí prefulgentes
vimos a uno lleno de prudençia,
del qual preguntada la mi Providençia,
respuso dictando los versos siguientes:

126    «Aquel que tú vees estar contemplando
el movimiento de tantas estrellas,
la obra, la fuerça, la orden de aquéllas,
que mide los cursos de cómo e de quándo,
e ovo notiçia philosofando
del movedor e de los comovidos,
de lumbres e rayos e son de tronidos,
e supo las causas del mundo velando,

127    »aquel claro padre, aquel dulçe fuente,
aquél que en el Cástalo monte resuena,
es don Enrique, señor de Villena,
honrra de España e del siglo presente».
¡O ínclito sabio, autor muy çïente,
otra y aún vegada yo lloro
porque Castilla perdió tal thesoro,
non conosçido delante la gente!

128    Perdió los tus libros sin ser conosçidos,
e cómo en esequia te fueron ya luego
unos metidos al ávido fuego,
otros sin orden non bien repartidos;
çierto en Athenas los libros fengidos
que de Pitágoras se reprovaron
con çerimonia mayor se quemaron,
quando al senado le fueron leídos.

129    Fondón d'estos çercos vi ser derribados
los que escodriñavan las dañadas artes,
e la su culpa vi fecha dos partes,
de los que las muestran e de los demostrados;
magos, sortílegos mucho dañados,
prestigïantes vi luego seguiente,
e los matemáticos que malamente
tientan objectos a nos devedados.

130    Los ojos dolientes al cerco baxando,
vimos la forma del mago Tereo,
con la d'Erito que a Sesto Pompeo
dio la respuesta, su vida fadando;
estava sus fijos despedaçando.
Medea, la inútil nigromantessa,
ferida de flecha mortal de deessa,
que non supo darse reparos amando.

131    Estavan las fembras Liçinia e Publiçia,
dando, en obprobio de los sus linages,
a sus maridos mortales potages,
mesclados con yervas llenas de maliçia;
ca, desque se pierde la grant pudiçiçia,
virtud nesçesaria de ser en la fembra,
tal furia cresçe, tal odio se siembra,
que han los maridos en inimiçiçia.

132    Por ende vosotros, algunos maridos,
si sois trabajados de aquella sospecha,
nunca vos sienta la vuestra derecha,
nin menos entiendan que sois entendidos;
sean remedios enante venidos
que nesçesidades vos trayan dolores;
a grandes cautelas, cautelas mayores:
más val prevenir que non ser prevenidos.

133    Para quien teme la furia del mar
e las tempestates reçela de aquélla,
el mejor reparo es no entrar en ella,
perder la cobdiçia del buen navegar;
mas el que de dentro presume de andar
sin que padesca miseria ninguna,
a la primera señal de fortuna
deve los puertos seguros tomar.

134     A vos, poderoso grand rey, pertenesçe
fazer destruir los falsos saberes
por donde los ombres e malas mugeres
asayan un daño mayor que paresçe;
una grand gente de la que pereçe
muere secreto por arte malvada,
e fingen que fuesse su muerte causada
del mal que a los malos pensar no fallesçe.

135    Magnífico prínçipe, non lo demanda
la grant honestad de los vuestros siglos
sufrir que se críen atales vestiglos
que matan la gente con poca vianda;
la mucha clemençia, la ley mucho blanda
del vuestro tiempo non cause maliçias
de nuevas Medeas e nuevas Publiçias:
baste la otra miseria que anda.

136    Las líçitas artes con vuestra clemençia
crescan a bueltas los rectos ofiçios,
caigan los daños; fenescan los viçios,
non disimule más mal la paçiençia,
por que contemplen en vuestra presençia
los años quinientos de vuestra grant vida,
el arte malvada por vos destruida,
e más restaurada la santa prudençia.

137    Es la prudençia çiençia que mata
los torpes deseos de la voluntad,
sabia en lo bueno, sabida en maldat,
mas siempre las vías mejores acata;
destroça los viçios, el mal desbarata,
a los que la quieren ella se combida;
da buenos fines, seyendo infinida,
e para el ingenio más neto que plata.

138     Ya reguardamos el çerco de Mares
do vimos los reyes en la justa guerra
e los que quisieron morir por su tierra,
e los enemigos sobraron a pares;
e vimos debaxo, sufriendo pesares,
los bellicosos en cabsas indignas
e los que morieron en ondas marinas
e d'otros sobervios muy muchos millares.

139    Los fuertes Metellos allí se mostravan,
sepulcro rabioso de cartageneses;
allí relumbravan los claros arneses
de aquellos Camilos que a Françia bastavan;
los dos compañeros acordes estavan
Petreo e Afraneo, vedando con saña
la gente de Çésar entrar en España,
segunt que de Lérida lo porfiavan.

140    Vimos a Craso, sangrienta el espada
de las batallas que fizo en Oriente,
aquél de quien vido la romana gente
su muerte plañida, mas nunca vengada;
e vimos la mano de Muçio quemada,
al qual la salud del fuerte guerrero
más triste lo dexa que no plazentero
le faze la vida por él otorgada.

141    Belígero Mares, tú, sufre que cante
las guerras que vimos de nuestra Castilla,
los muertos en ellas, la mucha manzilla
que el tiempo presente nos muestra delante;
dame tú, Palas, favor ministrante,
a lo que se sigue depara tal orden
que los mis metros al fecho concorden
y goze verdat de memoria durante.

142    Allí sobre todos Fortuna pusiera
al muy prepotente don Johan el segundo:
de España no sola, mas de todo el mundo
rey se mostrava, segunt su manera,
de armas flagrantes la su delantera,
guarnida la diestra de fúlmina espada,
y él de una silla tan rica labrada
como si Dédalo bien la fiziera.

143    El qual reguardava con ojos de amores,
como faría en espejo notorio,
los títulos todos del grant abolorio
de los sus ínclitos progenitores,
los quales tenían en ricas labores
çeñida la silla de imaginería,
tal que semblava su masonería
iris con todas sus bivas colores.

144    Nunca el escudo que fizo Vulcano
en los etneos ardientes fornaçes,
con que fazía temor a las hazes
Archiles delante del campo troyano,
se falla tuviesse pintadas de mano
nin menos escultas entretalladuras
de obras mayores en tales figuras
como en la silla yo vi que desplano.

145    Allí vi pintadas por orden los fechos
de los Alfonsos, con todos sus mandos,
e lo que ganaron los reyes Fernandos,
faziendo más largos sus regnos estrechos;
allí la justiçia, los rectos derechos,
la mucha prudençia de nuestros Enrriques,
por que los tales tú, Fama, publiques,
e fagas en otros semblantes provechos.

146    Escultas las Navas están de Tolosa,
triumfo de grande misterio divino,
con la morisma que de África vino
pidiendo por armas la muerte sañosa;
están por memoria también glorïosa
pintadas en uno las dos Algeziras;
están por espada domadas las iras
de Almofaçén, que nos fue mayor cosa.

147    Cresçían los títulos frescos a bueltas
de aqueste rey nuestro muy esclaresçido,
los quales avrían allende cresçido
si non recresçieran algunas rebueltas,
las quales, por pazes eternas disueltas
presto nos vengan a puerto tranquilo,
por que Castilla mantenga en estilo
toga y oliva, non armas y peltas.

148    Con dos quarentenas e más de millares
le vimos de gentes armadas a punto,
sin otro más pueblo inerme allí junto,
entrar por la vega talando olivares,
tomando castillos, ganando lugares,
faziendo por miedo de tanta mesnada
con toda su tierra temblar a Granada,
temblar las arenas fondón de los mares.

149    Mucha morisma vi descabeçada
que, más que reclusa detrás de su muro
nin que gozase de tiempo seguro,
quiso la muerte por saña de espada;
e mucha más otra por pieças tajada,
quiere su muerte tomarla más tarde:
fuyendo non fuye la muerte covarde,
que más a los viles es siempre llegada.

150    Como en Seçilia resuena Tifeo,
o las ferrerías de los milaneses,
o como gridavan los sus entremeses
las saçerdotisas del templo lieo,
tal vi la buelta de aqueste torneo;
en tantas de bozes prorrompe la gente
que non entendía sinon solamente
el nombre del fijo del buen Zebedeo.

151     E vimos la sombra de aquella figuera
donde a desoras se vido criado
de muertos en pieças un nuevo collado,
tan grande que sobra razón su manera;
e como en arena do momia se espera,
súbito viento levanta grant cumbre,
así del otero de tal muchedumbre
se espanta quien antes ninguno non viera.

152    ¡O virtuosa, magnífica guerra!
En ti las querellas bolverse devían,
en ti do los nuestros muriendo bivían
por gloria en los çielos y fama en la tierra,
en ti do la lança cruel nunca yerra
nin teme la sangre verter de parientes:
revoca concordes a ti nuestras gentes
de tales quistiones y tanta desferra.

153    Non convenía por obra tan luenga
fazer esta guerra, mas ser ella fecha,
aunque quien viene a la vía derecha
non viene tarde, por tarde que venga;
pues non se dilate ya más nin detenga,
ayan envidia de nuestra victoria
los reinos vezinos, e non tomen gloria
de nuestra discordia mayor que convenga.

154    Otros entalles non tanto bruñidos
con epitafios de títulos çiertos
vi cómo eran deletos e muertos,
unos testados e otros raídos:
en los que pudieron por mí ser leídos
las guerras que ovo Aragón fallarán,
real de Hariza e Belamaçán,
do non vençedores fallé nin vençidos.

155    Vi más la furia çevil de Medina
e vi los sus muros non bien foradados,
vi despojadores e vi despojados
fechos acordes en paz muy aína;
vi que a su rey cada qual inclina
yelmo, cabeza, con el estandarte,
e vi dos estrenos fechos una parte,
temiendo la justa real desçeplina.

156    Bien como quando respuso en el huerto
el Sumo Maestro de nuestras merçedes
aquel mote santo de «¿A quién queredes?»
a fijos de los que libró del desierto,
e como aquel pueblo cayó casi muerto,
así en Medina, siguiendo tal ley,
vista la cara de nuestro grant rey,
le fue todo llano e allí descubierto.

157    Segunt que se fazen el viso más fiero
los que entran en juego llamado palestra,
en quanto son dentro su saña se muestra,
mas fuera se ríen como de primero,
así fazen muchos en lo postrimero
los ínclitos reyes e grandes señores:
buelven en gozo sus muchos rigores
e nunca el enojo les es duradero.

158    Mirad a los fines, vosotros, por ende,
si sois de diversas quistiones secaçes;
non vos engañen los vultos minaçes,
ca uno a las vezes por otro se entiende;
yerra quien fabla do se reprehende;
en dichos e fechos bevid mesurados,
ca buelven acordes los desacordados
e queda ofendido quien antes ofende.

159    Baxé más mis ojos, mirando las gentes
que vi sublimadas del trono mavorçio,
dignas el mucho famoso consorçio
donde fallamos los muy prepotentes;
yo que mirava los tan inoçentes
en un cavallero tardança más fiz,
del qual preguntada por mí la dutriz
respuso ditando los metros siguientes:

160    «Aquel que en la barca paresçe asentado,
vestido de engaño de las bravas ondas,
en aguas crueles ya más que non fondas
con una grant gente en el mar anegado,
es el valiente, non bien fortunado,
muy virtüoso, perínclito conde
de Niebla, que todos sabéis bien adónde
dio fin, el día del curso fadado.

161    »E los que lo çercan por alderredor,
puesto que fuesen magníficos ombres,
los títulos todos de todos sus nombres,
el nombre los cubre de aquel su señor;
ca todos los fechos que son de valor
para mostrarse por sí cada uno,
quando se juntan e van de consuno,
pierden su nombre delante el mayor.

162    »Arlança, Pisuerga e aun Carrión
gozan de nombres de ríos; empero,
después que juntados, llamámoslos Duero:
fazemos de muchos una relaçión;
oye por ende, pues, la perdiçión
de sólo el buen conde sobre Gibraltar;
su muerte, llorada de digno llorar,
provoque tus ojos a lamentaçión.

163    »En la su triste fadada partida
muchas señales que los marineros
han por auspiçios e malos agüeros
fueron mostradas negar su venida;
las quales veyendo, con boz dolorida,
el cauto maestro de toda su flota
al conde amonesta del mal que denota,
por que la vía fuesse resistida.

164    »'Ca he visto', dize, 'señor, nuevos yerros
la noche passada fazer las planetas;
con crines tendidas arder las cometas,
e dar nueva lumbre las armas e fierros,
gridar sin ferida los canes e perros,
triste presagio fazer de peleas
las aves noturnas e las funereas
por los collados, alturas e çerros.

165    »'Vi que las gúminas gruesas quebravan
quando las áncoras quis levantar;
vi las entenas por medio quebrar,
aunque los cárbasos no desplegavan;
los másteles fuertes en calma temblavan;
los flacos triquetes con la su mezana
vi levantarse de non buena gana
quando los vientos se no conbidavan.

166    »'En la partida del resto troyano
de aquella Cartago del bírseo muro,
el voto prudente del buen Palinuro
toda la flota loó de más sano,
tanto que quiso el rey muy humano,
quando lo vido, pasado Acheronte
con Leucaspis açerca de Oronte,
en el Averno tocarle la mano.

167    »'Ya pues, si deve en este grant lago
guiarse la flota por dicho del sage,
vos dexaredes aqueste vïage
fasta ver día non tan azïago;
las deidades levar por falago
devedes, veyendo señal de tal plaga;
non dedes causa a Gibraltar que faga
en sangre de reyes dos vezes estrago'.

168    »El conde, que nunca de las abusiones
creyera, nin menos de tales señales,
dixo: 'Non pruevo por muy naturales,
maestro, ninguna de aquestas razones;
las que me dizes nin bien perfecçiones
nin veras prenósticas son de verdat,
nin los indiçios de la tempestad
non veemos fuera de sus opiniones.

169    »'Aun si yo viera la mestrua luna
con cuernos escuros mostrarse fuscada,
muy rubicunda o muy colorada,
creyera que vientos nos diera Fortuna;
si Febo, dexada la delia cuna,
ígneo viéramos o turbolento,
temiera yo pluvia con fuerça de viento:
en otra manera non sé que repuna.

170    »'Nin veo tampoco que vientos delgados
muevan los ramos de nuestra montaña,
nin fieren las ondas con su nueva saña
la playa con golpes más demasiados;
nin veo dalfines de fuera mostrados,
nin los merinos bolar a lo seco,
nin los caístros fazer nuevo trueco,
dexar las lagunas por ir a los prados.

171    »'Nin baten las alas ya los alçïones,
nin tientan jugando de se roçiar,
los quales amansan la furia del mar
con sus cantares e lánguidos sones,
e dan a sus fijos contrarias sazones,
nido en invierno con grande pruína,
do puestos, açerca la costa marina
en un semilunio les dan perfeçiones.

172    »'Nin la corneja non anda señera
por el arena seca paseando,
con su cabeça su cuerpo bañando
por ocupar el agua venidera;
nin buela la garça por alta manera,
nin sale la fúlica de la marina
contra los prados, nin va, nin declina
como en los tiempos adversos fiziera.

173    »'Desplega las velas, pues, ¿ya qué tardamos?
e los de los bancos levanten los remos,
a bueltas del viento mejor que perdemos;
non los agüeros, los fechos sigamos,
pues una empresa tan santa levamos
que más non podría ser otra ninguna;
presuma de vos e de mí la Fortuna
non que nos fuerça, mas que la forçamos'.

174    »Tales palabras el conde dezía
que obedesçieron el su mandamiento
e dieron las velas infladas al viento,
non padesçiendo tardança la vía;
segunt la Fortuna lo ya desponía,
llegaron açerca de la fuerte villa
el conde con toda la rica quadrilla,
e por el agua su flota seguía.

175    »Con la bandera del conde tendida
ya por la tierra su fijo viniera
con mucha más gente qu'el padre le diera,
bien a cavallo e a punto guarnida,
por que a la ora que fuese la grida,
súpitamente, en el mesmo deslate,
por çiertos lugares oviese combate
la villa que estava desaperçebida.

176    »El conde y los suyos tomaron la tierra
que era entre el agua y el borde del muro,
logar con menguante seco e seguro,
mas con la cresçiente del todo se çierra;
quien llega más tarde presume que yerra,
la pavesada ya junta sus alas,
levantan los troços, cresçen las escalas,
cresçen las artes mañosas de guerra.

177    »Los moros, sintiendo cresçer los engaños,
veyéndose todos çercados por artes
e combatidos por tantas de partes,
allí socorrieron do ivan más daños,
e con nesçesarios dolores estraños
resisten con saña las fuerças agenas;
botan los cantos desde las almenas,
y lançan los otros que non son tamaños.

178    »Bien como médico mucho famoso
que tiene el estilo por mano seguido,
en cuerpo de golpes diversos ferido
luego socorre a lo más peligroso,
así aquel pueblo maldito, sañoso,
sentiendo más daños de parte del conde,
a grandes quadrillas juntado, responde
allí do el peligro más era dañoso.

179    »Allí desparavan bombardas e truenos
e los trabucos tiravan ya luego
piedras e dardos e fachas de fuego
con que fazían los nuestros ser menos;
algunos de moros tenidos por buenos
lançan temblando las sus azagayas,
pasan las lindes, palenques e rayas,
doblando su fuerça con miedos agenos.

180    »Mientra morían e mientra matavan,
de parte del agua ya cresçen las ondas,
y cubren las mares sobervias e fondas
los campos que ante los muros estavan,
tanto que los que de allí peleavan
a los navíos si se retraían,
las aguas cresçidas les ya defendían
llegar a las fustas que dentro dexavan.

181    »Con peligrosa e vana fatiga
pudo una barca tomar a su conde,
la qual lo levava seguro, si donde
estava nol fuera bondat enemiga:
padesçe tardança, si quieres que lo diga;
quando quedavan e ir lo veían,
de muchos que ir con él non podían
¡presume qué boz dolorosa se siga!

182    »Entrando tras él por el agua, dezían:
'Magnánimo conde, ¿ya cómo nos dexas?,
nuestras finales e últimas quexas
en tu presençia favor nos serían;
las aguas la vida nos ya desafían:
si tú non nos puedes prestar el bevir,
danos linaje mejor de morir:
daremos las manos a más que devían,

183    »'e bolveremos a ser sometidos
a aquellos adarves, maguer non devamos,
por que los tuyos moriendo podamos
ser dichos muertos mas nunca vençidos;
sólo podremos ser redargüidos
de temeraria, inmensa osadía,
mas tal infamia mejor nos sería
que non en las aguas morir sepelidos'.

184    »Fizieron las bozes al conde a desora
bolver la su barca contra las saetas
e contra las armas de los mahometas,
ca fue de temor piedat vençedora.
Avía Fortuna dispuesto la ora,
e como los suyos comiençan a entrar,
la barca con todos se ovo anegar
de peso tamaño non sostenedora.

185    »Los míseros cuerpos ya non respiravan,
mas so las aguas andavan ocultos,
dando y trayendo mortales singultos
de aguas, la ora que más anelavan;
las vidas de todos ansí letigavan
que aguas entravan do almas salían;
la pérfida entrada las aguas querían,
la dura salida las almas negavan».

186    ¡O pïedat fuera de medida!
¡O ínclito conde!, quisiste tan fuerte
tomar con los tuyos enantes la muerte
que no con tu fijo gozar de la vida.
Si fe a mis versos es atribuida,
jamás la tu fama, jamás la tu gloria
darán a los siglos eterna memoria:
será muchas vezes tu muerte plañida.

187    Después que yo vi que mi guiadora
avía ya dado su fin a la estoria,
yo le suplico me faga notoria
la vida de otros que allí son agora;
la qual, mis plegarias oídas, implora
el divino nombre con más sumo grado,
el qual omillmente por ella invocado,
respóndeme breve como sabidora:

188    «Las claras virtudes, los fechos estremos,
la biva victoria que Mares atorga
al conde bendito don Juan de Mayorga,
razón non lo sufre que nos lo callemos;
alçe Fortuna sus pérfidos remos,
Fama sus alas doradas levante,
por que la vida de aqueste se cante
jamás por el modo que nos cantaremos.

189    »Primero su vida muy leda cantamos,
su mano feroçe, potente, famosa,
segundo la su joventud virtuosa,
terçero su muerte tan presta lloramos;
mas con los que tanto sus fechos amamos
usó de clemençia la divina mano:
dexónos en prendas a un tal hermano
con cuya vida su muerte olvidamos.

190    »Aquel que tú vees con la saetada,
que nunca más faze mudança del gesto,
mas por virtud de morir tan honesto
dexa su sangre tan bien derramada
sobre la villa no poco cantada,
el adelantado Diego de Ribera
es, el que fizo la vuestra frontera
tender las sus faldas más contra Granada.

191    »Dentro en Ematía más Çeva non pudo
mostrarse animoso, allí donde quiso
sacarse aquel asta de medio del viso
quel diera Cortino con fierro atan crudo,
nin tanto constante aquél no estudo
donde aquel triste de Aulo, creyendo
que la virtud le faltase muriendo,
más lo fallava feroçe e sañudo.

192    »Tú adelantaste virtud con estado,
muriendo muy firme por la santa ley;
tú adelantaste los reinos al rey,
seyéndole firme, leal e criado;
tú adelantaste tu fama, finado,
en justa batalla moriendo como ombre;
pues quien de tal guisa adelanta su nombre,
¡ved si devía ser adelantado!

193    »El que de días paresçe mayor,
por ira tan justa su gesto sañudo,
que preso e ferido demuestra que pudo
enantes matarlo pesar que dolor,
aquel que tú vees con tan grande honor
el adelantado es aquél de Perea,
que ovo victoria de tanta pelea
que bien lo podemos llamar vençedor.

194    »Ansí como Curio perdió la cobdiçia
de toda su vida, veyendo el estrago
çerca los rotos muros de Cartago,
que fizo en su gente Juba con maliçia,
porque con falso color de justiçia
Curio, queriendo a Juba grant mal,
quisiera tirarle la silla real
quando mandava la ley tribuniçia,

195     »pues bien como Curio non pudo sofrir
el ánima contra la falsa fortuna,
así el de Perea, veyendo la puna,
muertos los suyos, non quiso bivir;
antes comiença, moriendo, a dezir:
'Sobro a quien fizo sobrar mi virtud;
pues la vergoñosa no es buena salud,
purgue la falta el honesto morir'.

196    »El otro mançebo de sangre ferviente,
que muestra su cuerpo sin forma ninguna,
par en el ánimo, no en la fortuna,
con las virtudes del padre valiente,
Narbáez es aquél, el qual agramente
muriendo, deprende vengar la su muerte,
la qual, infortunio de non buena suerte,
saltea con manos de pagana gente.

197    »Segunt lo que fizo su padre Rodrigo,
bien lo podemos fazer semejante
Evandro a su padre, su fijo a Palante
al qual el comienço fue fin enemigo;
mas es otorgada, sin esto que digo,
a él la corona del çielo e la tierra
que ganan los tales en la santa guerra
do fin semejante les es más amigo».

198    Allí, Johan de Merlo, te vi con dolor,
mayor vi tu fin que non vi tu miedo,
mayor vi tu daño que non el remedio
que dio la tu muerte al tu matador.
¡O porfïoso, pestífero error!
¡O fados crueles, sobervios, rabiosos,
que siempre robades los más virtuosos,
e perdonades la gente peor!

Anterior Indice Siguiente