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1. La percepción no es una recepción pasiva, sino una creación, una investigación, la proyección de una forma definida conjuntamente por las informaciones anteriores, la forma de ser del que percibe y sus expectativas; la escucha del habla, la lectura de lo escrito muestran este funcionamiento según unos modos que les son propios. En efecto, la anticipación pone en marcha la intuición de un sistema que se basa en las frecuencias y las posibilidades de aparición de las palabras, de las categorías, de las estructuras (...). La lectura es un equilibrio entre el proceso de identificación de las palabras que casi no podemos prever, por lo tanto que informan, y el proceso de verificación de la anticipación de las palabras que podemos ver pero que informan menos». J. Foucambert (1989:60). (n. del A.)

 

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Todas estas clasificaciones pautadas por el criterio de la finalidad, sin embargo, resultan insuficientes. Las finalidades de la lectura no se agotan en estas enumeraciones ni en otras más extensas que pudiéramos elaborar: siempre habrá una matización o una finalidad muy especifica. S. Moirand (1983) ha diferenciado entre las finalidades de la lectura cinco aspectos, matizados en otros subaspectos: 1. Leer para aprender (1.a. para memorizar; 1.b. para desarrollar los propios conocimientos); 2. Leer para saber (2.a para tener información; 2.b. para conocer las opiniones de otros); 3. Leer para soñar... diversión, placer; 4. Leer para hacer, como respuesta a una necesidad instrumental, funcional (4.a. para investigar); y 5. Leer para participar (hacer con un estimulo externo), para dar respuesta, opinión (oral o escrita). Por su parte, Solé (1992) enumeró una serie de finalidades lectoras: 1. Leer para obtener una información precisa; 2. para seguir unas instrucciones; 3. para obtener una información de carácter general: 4. para aprender; 5. para revisar un escrito propio: 6. por placer; 7. para comunicar un texto a un auditorio: 8. para practicar la lectura en voz alta; 9. para dar cuenta de que se ha comprendido. (N. del A.)

 

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[«se comprendido» en el original (N. del. E.)]

 

4

La formulación de expectativas pone en interacción lo expuesto por el texto y lo aportado por el lector. La adecuada formulación de expectativas es un indicio del nivel de competencia lectora del individuo; igualmente, la interacción en el proceso de recepción se hace evidente en los ajustes, modificaciones y rectificaciones de las expectativas mediante las explicitaciones que presenta el texto, es decir, a través de las corroboraciones textuales. Las explicitaciones (y éstas asociadas a las inferencias) muestran al lector que está siguiendo una trayectoria coherente y que el texto se la ratifica progresivamente.

 

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A. Puente (1996: 35) define las inferencias como «un tipo de actividades cognitivas a través de las cuales el lector obtiene informaciones a partir de informaciones ya disponibles. La deducción de información no explícita en un texto es un ejemplo de inferencia». «Es probable que en un principio las inferencias se basen en el texto, pero los buenos lectores se desplazan rápidamente hacia la generación de inferencias basadas en el modelo (...). Es como si tratáramos de anticiparnos al texto, infiriendo adonde nos lleva, construyendo un modelo mental de lo que nosotros creemos que trata» (Johnston, 1989: 25).

 

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[«Conocimiento las» en el original (N. del. E.)]

 

7

La identificación de cuestiones de intertextualidad pone de relieve conexiones culturales implícitas o explícitas en toda producción textual (mayormente las literarias, aunque no exclusivamente en ellas). El fenómeno intertextual pone en evidencia las múltiples relaciones de «copresencia entre dos o más textos o la presencia efectiva de un texto en otro», que vincula unas modalidades discursivas con otras, facilitando la recepción y la comprensión. (A. Mendoza, 1994, Literatura comparada e intertextualidad. La Muralla. Madrid.)

 

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requirimiento» en el original (N. del. E.)]

 

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Esta definición concuerda con la escueta mención propuesta por Riffaterre (1980) cuando señala el concepto de intertexto como la percepción por el lector de relaciones entre una obra y otras que le han precedido o seguido. Se concibe el intertexto como un componente básico de la competencia literaria, apoyado, en parte, en la competencia lingüística del lector y compuesto por un conjunto de saberes y estrategias lectoras que permite establecer conexiones entre la actividad receptiva y comprensiva del lector y las diversas relaciones textuales.

 

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[«previble» en el original (N. del. E.)]