Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

1.       La percepción no es una recepción pasiva, sino una creación, una investigación, la proyección de una forma definida conjuntamente por las informaciones anteriores, la forma de ser del que percibe y sus expectativas; la escucha del habla, la lectura de lo escrito muestran este funcionamiento según unos modos que les son propios. En efecto, la anticipación pone en marcha la intuición de un sistema que se basa en las frecuencias y las posibilidades de aparición de las palabras, de las categorías, de las estructuras (...). La lectura es un equilibrio entre el proceso de identificación de las palabras que casi no podemos prever, por lo tanto que informan, y el proceso de verificación de la anticipación de las palabras que podemos ver pero que informan menos. J. Foucambert (1989:60). (n. del A.)

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2.       Todas estas clasificaciones pautadas por el criterio de la finalidad, sin embargo, resultan insuficientes. Las finalidades de la lectura no se agotan en estas enumeraciones ni en otras más extensas que pudiéramos elaborar: siempre habrá una matización o una finalidad muy especifica. S. Moirand (1983) ha diferenciado entre las finalidades de la lectura cinco aspectos, matizados en otros subaspectos: 1. Leer para aprender (1.a. para memorizar; 1.b. para desarrollar los propios conocimientos); 2. Leer para saber (2.a para tener información; 2.b. para conocer las opiniones de otros); 3. Leer para soñar... diversión, placer; 4. Leer para hacer, como respuesta a una necesidad instrumental, funcional (4.a. para investigar); y 5. Leer para participar (hacer con un estimulo externo), para dar respuesta, opinión (oral o escrita). Por su parte, Solé (1992) enumeró una serie de finalidades lectoras: 1. Leer para obtener una información precisa; 2. para seguir unas instrucciones; 3. para obtener una información de carácter general: 4. para aprender; 5. para revisar un escrito propio: 6. por placer; 7. para comunicar un texto a un auditorio: 8. para practicar la lectura en voz alta; 9. para dar cuenta de que se ha comprendido. (N. del A.)

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3.       [se comprendido en el original (N. del. E.)]

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4.       La formulación de expectativas pone en interacción lo expuesto por el texto y lo aportado por el lector. La adecuada formulación de expectativas es un indicio del nivel de competencia lectora del individuo; igualmente, la interacción en el proceso de recepción se hace evidente en los ajustes, modificaciones y rectificaciones de las expectativas mediante las explicitaciones que presenta el texto, es decir, a través de las corroboraciones textuales. Las explicitaciones (y éstas asociadas a las inferencias) muestran al lector que está siguiendo una trayectoria coherente y que el texto se la ratifica progresivamente.

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5.       A. Puente (1996: 35) define las inferencias como un tipo de actividades cognitivas a través de las cuales el lector obtiene informaciones a partir de informaciones ya disponibles. La deducción de información no explícita en un texto es un ejemplo de inferencia. Es probable que en un principio las inferencias se basen en el texto, pero los buenos lectores se desplazan rápidamente hacia la generación de inferencias basadas en el modelo (...). Es como si tratáramos de anticiparnos al texto, infiriendo adonde nos lleva, construyendo un modelo mental de lo que nosotros creemos que trata (Johnston, 1989: 25).

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6.       [Conocimiento las en el original (N. del. E.)]

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7.       La identificación de cuestiones de intertextualidad pone de relieve conexiones culturales implícitas o explícitas en toda producción textual (mayormente las literarias, aunque no exclusivamente en ellas). El fenómeno intertextual pone en evidencia las múltiples relaciones de copresencia entre dos o más textos o la presencia efectiva de un texto en otro, que vincula unas modalidades discursivas con otras, facilitando la recepción y la comprensión. (A. Mendoza, 1994, Literatura comparada e intertextualidad. La Muralla. Madrid.)

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8.       [requirimiento en el original (N. del. E.)]

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9.       Esta definición concuerda con la escueta mención propuesta por Riffaterre (1980) cuando señala el concepto de intertexto como la percepción por el lector de relaciones entre una obra y otras que le han precedido o seguido. Se concibe el intertexto como un componente básico de la competencia literaria, apoyado, en parte, en la competencia lingüística del lector y compuesto por un conjunto de saberes y estrategias lectoras que permite establecer conexiones entre la actividad receptiva y comprensiva del lector y las diversas relaciones textuales.

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10.       [previble en el original (N. del. E.)]

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11.       Entre otras razones, porque el perfil de ese tipo de lector resulta, en muchos aspectos, imprevisible. Aun así, S. Fish (en Waming, 1987: 124) caracterizó cierto tipo de lector ideal como: a) un hablante competente del lenguaje en que está construido el texto: b) poseedor de conocimientos suficientes para establecer las relaciones semánticas (conocimiento enciclopédico y experiencia); c) capaz de activar los datos y referentes su competencia literaria en la que ha interiorizado las propiedades del discurso literario (desde las microestructuras a las macroestructuras): d) cuenta con una amplia experiencia como lector, que le ha permitido interiorizar las propiedades del discurso literario -desde las técnicas más especializadas (figuras de dicción, retóricas, etc.) hasta los grandes géneros.

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12.       ARTILES F., Títeres: historia, teoría y tradición, Zaragoza. Teatro Arbolé, 1998.

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13.       GARCÍA LORCA. F., Retablillo de Don Cristóbal. Farsa para Guiñol, Obras Completas. Madrid, Aguilar, Tomo II, 1975, págs. 513 y 514.

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14.       JURKOWSKI H., Consideraciones sobre el teatro de títeres, Centro de documentación de Títeres de Bilbao. Ed. de Concha de La Casa. Colección de Ensayos, 1990.

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15.       TEJERINA, I., Dramatización y teatro infantil. Madrid, Siglo XXI. 1994.

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16.       MESCHKE, M., Una estética para el teatro de títeres, Bilbao, Gobierno Vasco, Instituto Iberoamericano y UNIMA, 1988, p. 15.

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17.       PORRAS SORIANO. F., Los títeres de Falla y García Lorca, Madrid, Edición del autor, 1995.

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18.       CERVERA, J., Historia crítica del teatro infantil español. Madrid, Editora Nacional, 1982.

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19.       GONZÁLEZ DEL VALLE, L. T., Perspectivas críticas, horizontes infinitos. La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón y las constantes dramáticas de Federico García Lorca, Anales de la Literatura Española, 7 (1982), pp. 253-264. El texto se publica también en los Anales, Vol. 9. Separata, pp. 295-306. Y felizmente nueva edición en Titirilibros, n 9 (1998).

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20.       HERNÁNDEZ, M., Retablo de las maravillas: Falla, Lorca y Lanz en una fiesta granadina de títeres en Exposición Federico García Lorca. Teatro de títeres y dibujos, Santander, Universidad Internacional Menéndez y Pelayo y Fundación Federico García Lorca, 1992, pp. 33-52.

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21.       RUIZ RAMÓN, E, Historia del teatro español, Madrid, Alianza Editorial, 1971, pág. 227.

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22.       TEJERINA, L, Estudio de los textos teatrales para niños, Santander, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, 1993, págs. 124-127.

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23.       FORTÚN, E., Teatro para niños, Madrid, Aguilar, s. f.

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24.       PORRAS, F., Tittelles. Teatro popular, Madrid, Editorial Nacional, 1981.

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25.       LA IGLESIA, J. A. de, La estaca mágica, 1972. Reedición Editorial Miñón-Susaeta, Colección Las Campanas, Madrid, 1987.

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26.       MUÑIZ, C., El guiñol de don Julito, Madrid, Doncel. 1967.

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27.       GASSET A., (1960), Títeres con cabeza. Madrid, Aguilar, 1982.

     -(1969), Títeres con cachiporra, Madrid, Aguilar. 1986.

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28.       OSORIO. J. M, Teatro guiñol, León, Everest, 1983.

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29.       GÓMEZ YEBRA, A., Un tesoro inverosímil en, Algo de teatro infantil. Universidad de Málaga, 1986. Y El gigante y el dragón en Teatro muy breve. Madrid, CCS, colección Galería del Unicornio, 1998

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30.       JUÁREZ, I., Las aventuras de Pelegrín, Zaragoza, Teatro Arbolé y Cultural Caracola, Col. Titirilibros, 1997.

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31.       ARAÚJO. L., Las aventuras y andanzas del Aurelio y la Constanza, en IV Concurso Iberoamericano de Dramaturgia Infantil. Bilbao, Centro de Documentación de Títeres de Bilbao, 1997.

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32.       RUIBAL. E. R., Brinquemos ó teatro, La Coruña, Xunta de Galicia, 1990.

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33.       VÁZQUEZ FREIRE, M. y SÁNCHEZ. G., A Princesiña Socorro, o trobeiro Carolo e o demo dos cornos, Hércules de Ediciones y Xunta de Galicia, 1995.

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34.       TORRADO, A., Serafim e malacueco na corte do rei Escama en Teatro às três pancadas, Porto, Civilizaçao, 1995.

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35.       VAZ, J., A carochinha vaidosa e o joâo gutao en A ilha mágica, Porto, Ediçoes Asa, 1998.

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36.       CORBERAN, C. y CLARAMUNT. E., Dracus B-7. El gos que no sabia lladrar y L'aneguet lleig, en La Mundia, n 2 y La Mundia, n

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37.       BAIXAS, J., Compare llop en La Mundia, n 3, pp. 17-18. y DOMÍNGUEZ, J. V., La cova de les bruixes en La Mundia, n 5, pp. 17-19.

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38.       RUMBAU, T., Apuntes panfletarios de dramaturgia titiritil. El arte de la cachiporra, La Mundia, n 3, UNIMA País Valencià, 1993. p. 11.

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39.       En el BOE, de 12 julio 1975, una Orden Ministerial establecía lo siguiente: De acuerdo con lo establecido en el anexo I de la Orden ministerial de 22 de marzo de 1975, las obras literarias que se utilicen para las lecturas comentadas del Bachillerato serán seleccionadas de la relación siguiente: Edad Media (7 obras); Siglo XVI (9 obras); Siglo XVII (16 obras); Siglo XVIII (4 obras); Siglo XIX (12 obras) y siglo XX (30 obras). Se añadía que tal relación podría ser ampliada por la Dirección General de Ordenación Educativa cuando así lo aconsejen las necesidades de la enseñanza.

     El Real Decreto 1179/1992, de 2 de octubre (BOE, 21 octubre 1992) establecía para el Primer Curso de BUP el estudio de las épocas de la Edad Media al siglo XX y de los géneros -narrativa, lírica, teatro y periodismo- proponiendo para ello la lectura, estudio y valoración crítica de una obra significativa de cada una las formas referidas. En el Segundo curso, esa misma normativa establecía el estudio de la Literatura del siglo XX (España e Hispanoamérica), añadía el género de ensayo y mantenía esa lectura, estudio y valoración de una obra significativa, encuadrada en el siglo XX, de cada una de las formas literarias referidas.

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40.       Para una ampliación acerca del concepto de Literatura Juvenil, véase mi artículo Vuelve la polémica: Existe la literatura... juvenil?, en Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, núm. 31, enero/abril 1998, pp. 101-110.

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41.       [ese en el original (N. del. E.)]

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42.       Véase la colección Alba y Mayo, de Ediciones De la Torre, que viene cumpliendo una extraordinaria labor por ampliar el círculo de lectores interesados por la poesía hacia las edades más juveniles. Asimismo quiero citar la nueva edición aparecida en los últimos meses de 1997, de la obra ya clásica Poesía española para niños (1967), de Ana Pelegrín, donde criterios editoriales han divido esa obra en dos volúmenes: Poesía española para niños y Poesía española para jóvenes.

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43.       Con esta realidad vuelve el recuerdo de otra distinción ya clásica que exponía Jesualdo sobre literatura absorbida y literatura penetrable, aplicando el aspecto de la penetrabilidad en las leyes del aprendizaje que, a su vez, formuló Carlos Vaz Ferreira en los primeros años de este siglo como medio para combatir el infantilismo pedagógico. Véase el capítulo titulado Concepto y alcance de una literatura penetrable, en Jesualdo (Jesualdo Sosa), La literatura infantil. Ensayo sobre ética, estética y psicopedagogía de la literatura infantil, Buenos Aires, Losada, 6 ed., 1971 pp. 33-37.

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44.       Incluidas ambas en la colección Tus libros, del Grupo Anaya, y que comentaremos más adelante. La obra de Santiago R. Santerbás, subtitulada en esa segunda edición como Tres pastiches victorianos, apareció sólo con ese título en 1980, publicada por Ediciones Hiperión (Véase el prólogo de Juan Tébar y el apéndice de Eduardo Torres-Dulce Lifante, en Pickwick, Alicia y Holmes al otro lado del espejo, de Santiago R. Santerbás. Madrid: Anaya, 1996).

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45.       En los primeros años sesenta contaba con cerca de doscientos títulos publicados.

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46.       Véase para más detalles sobre este panorama editorial el capítulo El libro infantil en el siglo XX, de Jaime García Padrino, dentro de la obra colectiva Historia ilustrada del libro español. La edición moderna. Siglos XIX y XX. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez/Pirámide, 1996. pp. 299-343.

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47.       Parece clara la atención que la industria cinematográfica estadounidense dedica a auténticos subproductos concebidos para ese sector de público juvenil.

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48.       [el en el original (N. del. E.)]

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49.       En España, la primera de esas ediciones de la que hoy tenemos noticia apareció publicada en Barcelona, en 1847, con el título de Cuentos de Shakespeare, ó sea teatro de este autor novelado por Carlos Lamb, puesto en castellano por D. Andrés T. Mangláez (Existe un ejemplar en la Biblioteca Británica, de cuyos catálogos hemos tomado esta referencia).

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50.       Citaré ahora sólo los nombres de H. E. Marshall -autora de versiones de la Chanson de Roland, de las Historias de Guillermo Tell y sus amigos, de La cabaña del tío Tom, del poema épico inglés Beowulf, -de Mary McGregor- autora de las Historias de Dante, de una versión de Los héroes, de Los caballeros de la Tabla Redonda, entre otras- y de Jeannie Lang, adaptadora de La Iliada.

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51.       Soriano, Marc: Adaptation et vulgarisation, en Guide de littérature pour la jeunesse, Flammarion, Paris, 1975, p. 29.

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52.       La técnica actual nos permite consultar desde nuestro despacho los ficheros de las bibliotecas más importantes del mundo. Así, una consulta a los catálogos on-line de nuestra Biblioteca Nacional nos proporciona los datos bibliográficos de veintinueve adaptaciones de la obra cervantina.

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53.       Cervantes Saavedra, Miguel de: El Quijote de los niños y para el pueblo. Madrid: [s.n.], 1856.

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54.       Entre las veintinueve referencias de la colección de ediciones de El Quijote, en nuestra Biblioteca Nacional, encontramos otras curiosidades y datos bien relevantes acerca de los presupuestos que guiaron a sus adaptadores. Por ejemplo, en 1863 aparece una versión en Valparaíso (Chile) realizada por un entusiasta del Autor para el uso de los niños y de toda clase de personas, con ese mismo sentido que antes calificaba como democratizador (Cervantes Saavedra, Miguel de: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, por Miguel de Cervantes Saavedra abreviado por un entusiasta del Autor para el uso de los niños y de toda clase de personas. Valparaíso: Imprenta y librería del Mercurio de Santos Tornero, 1863).

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55.       El Quijote de los niños abreviado... y declarado de texto para las escuelas. 4 ed., Madrid: F. Martínez García, 1870; 6 ed., Sevilla: G. Fernández, 1877; 7 ed., Madrid: Rivadeneyra, 1885; 8 ed., Madrid: Viuda e Hijos de M. Tello, 1897.

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56.       Calleja, Saturnino: El Pensamiento Infantil: método de lectura conforme con la inteligencia de los niños. Madrid: Saturnino Calleja: Est. Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1896-1897 (Contenido: 1 parte- Catón de los niños. Instruir deleitando. Sistema iconográfico. 2 parte- Lenguaje de los niños. 3 parte- Los deberes de los niños y conocimientos útiles. Páginas para la infancia. 4 parte- Enciclopedia para niños. 5 parte- Lectura de versos y de manuscritos. 6 parte- El gráfico. Trabajos manuales y lecciones de cosas sobre ciencias, artes y oficios. 7 parte- Recuerdos de España. Libro de lectura. 8 parte- El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra. Edición Calleja para escuelas ilustrada con artísticos grabados. -Madrid. -G. López del Horno. -1876).

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57.       Así era descrita en la publicidad incluida en algunos de aquellos volúmenes: Benemérita colección, cuyo verdadero carácter es poner al alcance de la inteligencia infantil las obras maestras de la literatura que han producido los más gloriosos genios de todos los países y de todas las épocas, todo ello descrito de una manera agradabilísima y amena.

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58.       Estos son los títulos de aquellos primeros diez números de la colección: 1. Historias de Shakespeare: 2. Los héroes; 3. La Divina Comedia: 4. Historias de Andersen; 5. Guillermo Tell.; 6. Cuentos de Grimm; 7. Viajes de Gulliver; 8. Historias de Wagner; 9. Don Quijote (1 Parte); y 10. Don Quijote (2 parte).

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59.       Armas, Alfonso y Sebastián de la Nuez, Prólogo a Episodios Nacionales para niños. Las Palmas de G. Canaria: Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1974, p. 12.

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60.       Episodios Nacionales por Benito Pérez Galdós. Narrados por su hija María Pérez Galdós. 2 vols. 2 ed., Madrid: Lib. y Casa Edit. Hernando, 1959.

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61.       Veáse para una más completa información mi obra Libros y literatura para niños en la España contemporánea. Madrid: Fundación GSR/Pirámide, 1992, pp. 151-157.

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62.       Alejandro Rodríguez Álvarez, Alejandro Casona (Besullo, 1903-Madrid, 1965), ingresó en 1922 en la Escuela Superior de Magisterio, donde se tituló inspector. Después de su primer destino en el Valle de Arán (1928), regresó a Madrid destinado a la Inspección Provincial coincidiendo con la proclamación de la II República. Desde ese momento participó en las actividades de las Misiones Pedagógicas, con la dirección del Teatro del pueblo.

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63.       Almendros, Herminio, Pueblos y leyendas. Barcelona: Seix y Barral, 1936. 4 ed. Barcelona: Seix y Barral, 1951; Pueblos y leyendas; con la colaboración de Joaquín Garay (selección de textos poéticos), Carmen Artal (introducciones a los países del antiguo continente y vocabulario); [21 ed.] Barcelona: Teide, 1986.

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64.       Almendros, Herminio: Oros viejos: libro de lectura para los grados superiores de la escuela primaria. Habana: Cultural, 1956.

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65.       Almendros, Herminio: Oros viejos. La Habana: Gente Nueva, 1989, p. 11.

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66.       Baeza, José: Bernardo del Carpio. Epopeya que evoca las hazañas heroicas de este paladín español relatada a los niños por. Barcelona: Araluce, 1937.

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67.       Véase J. García Padrino: El libro infantil en el siglo XX, en Aa. Vv., Historia Ilustrada del Libro Español. Tomo 3: La edición moderna. Siglos XIX y XX. Madrid. Fundación GSR/Pirámide, 1996, pp. 314-316.

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68.       El patito feo (Cuento de Andersen, cambiado de época por Antoniorrobles), Barcelona, Estrella, (s.a.: 1938); Los músicos improvisados (Cuento de Grimm, cambiado de época por Antoniorrobles), Barcelona, Estrella. (s.a.: 1938); Alí Baba y los cuarenta ladrones (Cuento) de Las Mil y Una Noches, cambiado de época por Antoniorrobles), Barcelona, Estrella, (s.a.: 1938): Caperucita Roja (Cuento de Perrault, cambiado de época por Antoniorrobles), Barcelona, Estrella. (s.a.: 1938); El gato con botas (Cuento de Perrault, cambiado de época por Antoniorrobles). Barcelona, Estrella, (s.a.: 1938); Pulgarcito (Cuento de Perrault, cambiado de época por Antoniorrobles), Barcelona, Estrella, (s.a.: 1938); Cenicienta (Cuento de Perrault, cambiado de época por Antoniorrobles), Barcelona, Estrella, (s.a.: 1938).

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69.       Molina, M Isabel: Vida del Lazarillo de Tormes. Madrid: GISA, 1974.

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70.       De la publicidad de esos volúmenes en la tapa posterior de sus volúmenes.

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71.       Soriano, M., ob. cit., pp. 31-33.

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72.       Los alumnos que responden a esta encuesta suelen oscilar entre ciento cincuenta y doscientos cada curso de las especialidades de Educación Infantil, Lengua Extranjera (Inglés) y Lengua extranjera (Francés).

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73.       Existe una interesante y exhaustiva investigación de Pascuala Morote y M Teresa Torrecilla basada en los resultados obtenidos a partir de diversas encuestas realizadas a estudiantes de Magisterio, a maestros de Educación Infantil en ejercicio y a profesores universitarios relacionados con la formación de maestros de Educación Infantil. Véanse La memoria del cuento: un impulso didáctico, en Pedro C. Cerrillo y Jaime García Padrino (eds.): Literatura infantil y su didáctica, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1999, págs. 117-137; Memoria y Literatura infantil, en Kepa Osoro (ed.): Homenaje a Juan Cervera, Madrid, Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, 1998, págs. 25-40.

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74.       Conviene precisar que la asignatura se cursa en castellano y, en muchas ocasiones, los alumnos son valencianohablantes o viven en zonas valencianohablantes, por lo que la literatura de tradición oral que recuerdan es en valenciano. Sobre todo, es la zona sur de la provincia de Alicante la que conserva más riqueza de tradición oral infantil en castellano.

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75.       Jaime García Padrino:, La literatura infantil en la formación del profesorado, en Innovación en la enseñanza de la lengua y la literatura, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 1987, págs. 139-146.

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76.       Arturo Medina Padilla: El papel del educador en la promoción y difusión de la literatura para niños en Y Simposio Nacional de Literatura Infantil, Madrid, Ministerio de Cultura, 1980, págs. 146-147, apud García Padrino, art. cit.

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77.       Vid. R Cerrillo, Literatura infantil y universidad en P. Cerrillo y J. García Padrino (coords.), Literatura infantil, Cuenca, Universidad Castilla-La Mancha, 1990, 2 ed., p.12.

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78.       Pedro C. Cerrillo, ibídem, págs. 11-20; Pedro Cerrillo: La literatura infantil en la universidad, Trabajadores de la Enseñanza, 204 (junio 99), pág. 18 (número dedicado a Libros infantiles y juveniles).

     Mientras este trabajo se encuentra en la imprenta han aparecido dos nuevos artículos en la Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, 123 (enero 2000): A. Moreno Verdulla y Lourdes Sánchez Vera: 30 años de LIJ en las universidades españolas, págs. 23 y Pedro C. Cerrillo y M Carmen Utanda: Literatura infantil y universidad, págs. 24-28.

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79.       En el Plan de Estudios de E. Primaria existen 12 créditos troncales para la asignatura Lengua y literatura y su didáctica, donde pueden entrar estos contenidos. Véanse los trabajos de Luis Sánchez Corral: Literatura infantil y lenguaje literario, Barcelona, Paidós, 1995, págs. 50-55: F. Abascal Cobo, La literatura ante la reforma en P. Cerrillo y García Padrino, Literatura infantil y enseñanza de la literatura, págs. 45-54; J. M. Navarro: La enseñanza de la literatura en el D.C.B., ibíd, págs. 53-57: Amando López Valero, La literatura en Educación Infantil y Primaria, ibíd, págs 59-84: M T. Barbadillo de la Fuente, Presencia de la literatura infantil en el currículo de las Escuelas Universitarias de Formación del Profesorado d'EGB, en Monteolivete, 8. Valencia, 1990-1991, 51-55.

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80.       Vid. La Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), capítulo 2, art. 13 -apartados f) y g)- y artículo 14 y el Decreto 20/1992, de 17 de febrero del Gobierno Valenciano que establece el currículum de la educación Primaria en la Comunidad Valenciana.

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81.       Antonio Mendoza Fillola: Función de la Literatura Infantil y Juvenil en la formación de la competencia literaria, en Pedro C. Cerrillo y Jaime García Padrino (coord.): Literatura Infantil y su didáctica, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1999, págs. 11-53. En este artículo, Mendoza señala los objetivos de la competencia literaria.

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82.       Ibídem, pág. 22.

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83.       Ibídem.

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84.       García Padrino, art. cit., p. 143.

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