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Lorenzo Hervás (1735-1809) y la tipología lingüística moderna

Manuel Breva-Claramonte


Universidad de Deusto


ArribaAbajoIntroducción

Existe toda una tradición de estudios, que abarcando desde Müller (1862) hasta Tovar (1986, pp. 13-94 en Hervás 1986), ha investigado las ideas lingüísticas de Hervás. Así, se han destacado su aportación a la lingüística románica e hispánica, su contribución al establecimiento de familias lingüísticas, su concepción de substrato y su influjo sobre Wilhelm von Humboldt (1767-1835), Johann Christoph Adelung (1732-1806) y Johann Severin Vater (1771-1826) en el conocimiento que éstos tenían de las lenguas amerindias. Sarmiento (1990) ha estudiado la modernidad de la obra de Hervás y Breva y Sarmiento (1990 en Hervás 1990) han examinado las descripciones de tipo sincrónico que realiza Hervás, un aspecto menos investigado de su obra. Ahora bien, mis estudios recientes de sus análisis morfosintácticos de lenguas indígenas (Breva 1999a) y las repercusiones que tuvieron estos análisis en la tradición europea (Breva 1999b) indican que la obra de Hervás influyó de alguna manera en el desarrollo de la tipología lingüística moderna en Europa. La finalidad que me propongo al escribir este trabajo es ahondar en dicho tema.

Hervás es un autor representativo del siglo XVIII por cuanto desea reunir en una obra enciclopédica el progreso de las ciencias de su siglo. Su enciclopedia en 21 volúmenes, escrita en italiano y titulada Idea dell'universo (1778-1787), dedica los últimos cinco volúmenes a temas lingüísticos. Aquí nos vamos a centrar principalmente en el examen de dichos volúmenes.






ArribaAbajoLa actividad de Hervás y sus antecesores en tipología lingüística

El jesuita conquense se proponía escribir la historia de las lenguas del mundo, la cual debería entenderse como un estudio descriptivo de su «artifizio», esto es, de la pronunciación, la morfología, la sintaxis y el vocabulario, con el propósito de catalogar, descubrir el parentesco entre los diversos idiomas y revisar la historia de las naciones. Tal empresa le parecía utópica de realizar en los años que le quedaban de vida, pero se dio cuenta que para comenzar dicha tarea y para relacionar lenguas entre sí necesitaba una base preliminar de datos lingüísticos. Por ello, intenta recopilar la oración dominical, con los rasgos gramaticales de las palabras, en más de trescientas lenguas. Con relación a América, utilizó los magníficos conocimientos que se tenían de las lenguas generales (como el azteca, el quechua o el tupi-guaraní) y de otras menores1. Sin embargo, Hervás pensaba que los misioneros que le precedieron se vieron limitados en sus actividades lingüísticas, dado que solían estudiar lenguas por separado. En este sentido escribía que «por ignorar la afinidad de sus respectivas lenguas, [los misioneros] encuentran impedimentos en tratarlas y tardan años en estudiarlas, y formar gramáticas y vocabularios de sus lenguas», (Catálogo de las lenguas, 1800, vol. I, p. 29).

El material lingüístico recogido durante los dos primeros siglos de la Colonia fue de gran utilidad para Hervás, pues junto a su trabajo de campo, son el punto de partida de sus estudios sincrónicos.

Como investigador, Hervás disfrutaba de una situación privilegiada, ya que la expulsión de los jesuitas de los dominios españoles en 1767 le llevó a Italia. En este país, utilizó como informantes a los jesuitas expulsos (que habían vuelto de su labor misionera en varios continentes) y de los extranjeros que vivían en Italia (Saggio pratico delle lingue, 1787, vol. 21, pp. 55-56). Como instrumento auxiliar para completar las traducciones literales o identificación de formas gramaticales en los Padrenuestros, Hervás compuso elementi grammaticali o gramáticas breves, que él mismo menciona en su Catalogo delle lingue (1784, vol. 17, p. 9, cf. Batllori, 1966, pp. 208 y ss.). Dichas gramáticas permanecieron inéditas en su mayor parte, si exceptuamos la información sacada de ellas que aparece en los comentarios gramaticales de los Padrenuestros. En realidad, han llegado al conocimiento del mundo erudito a través de las publicaciones de Humboldt y del Mithridates de Adelung y Vater, subtitulado ciencia general de las lenguas con el Padrenuestro traducido a más de quinientas lenguas (cf. Humboldt, Gesammelte Schriften, vol. 3, pp. 304-307; y Batllori, 1966, pp. 202-203)2.

En parte, la tipología lingüística tuvo su origen en los estudios gramaticales y de vocabulario de lenguas que intentaban descubrir semejanzas entre ellas con el fin de clasificarlas en grupos afines. Los intentos de analizar y comparar las lenguas europeas, asiáticas y americanas para buscar relaciones genéticas y lazos históricos llevaron a los eruditos a desarrollar, de manera gradual, clasificaciones tipológicas desligadas de cuestiones históricas. Sobre el tema del parentesco entre las lenguas, se ocuparon en España Rodríguez Ximénez de Rada (s. XIII) en su Rerum in Hispania gestarum chronicon, Andrés de Poza en su De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de España (1587) y Bernardo Aldrete (1560-1641) en Del origen y principio de la lengua española (1606). En Italia, José-Justo Escalígero (1540-1588) realizó una clasificación léxica de varias lenguas en Opuscula varia antehac edita (1610); Escalígero agrupa las familias lingüísticas europeas tomando como base la palabra Dios. Hervás también realizó una tipología léxica a partir del análisis del término Dios cuando buscaba la relación genética entre varias lenguas de la América meridional (Vocabulario poligloto, 1787, vol. 20, p. 33; cf. Droixhe, 1978, pp. 60-61).

Tipologías basadas en las flexiones nominales y verbales ya habían sido formuladas, en los Países Bajos, por Marcus Zuerius Boxhorn (1602-1653) en su ensayo Antwoord van Marcus Zuerius Boxhorn gegeven op de Vraaghen (1647) y por Adriaan Reeland o Relandus (1616-1718) en Dissertationes miscellaneae (1706-1708). Este último se salía del marco lingüístico europeo y estudiaba las relaciones entre el malayo y el malgache en Asia. Ignacio de Armesto Osorio en su Theatro anticrítico universal (1735) mantenía que cuando se buscaban diferencias formales entre lenguas, importaba menos el parecido o desemejanza de sus raíces que el de su morfología y sintaxis (Droixhe, 1978, pp. 42-44 y 91-98; y Lázaro, 1949, pp. 126-127). Así pues, Hervás seguía esta tradición cuando comparaba las formas verbales en avéstico, griego y latín para hallar afinidades en dichas lenguas (Trattato dell'origine degl'idiomi, 1785, vol. 28, pp. 164-165).




ArribaAbajoLa aportación de Hervás a la tipología lingüística

Hervás contribuyó al desarrollo de la tipología de base morfológica con su método de análisis lingüístico. El enfoque que utiliza para la identificación de «morfemas» ya se encontraba de manera incipiente en las gramáticas de los misioneros que habían estudiado lenguas de forma aislada. Por ejemplo, Hervás explica que en aimara el infijo ca aparece en los verbos de movimiento para indicar que la acción se realiza súbitamente: apatha significa «llevar» y apa-ca-tha quiere decir «llevar súbitamente». Sin embargo, si el verbo no es de movimiento, la partícula ca expresa la acción actual o progresiva del verbo; ikitha equivale a «duerme», pero iki-ca-tha quiere decir «duerme actualmente o está durmiendo» (Saggio pratico delle lingue, 1787, vol. 21, p. 16). Igual que hicieron sus predecesores y sus coetáneos, Hervás recogió muestras lingüísticas de tipo descriptivo con el fin de establecer clasificaciones genéticas o continuidades históricas. Ahora bien, la amplitud de su investigación y la diversidad geográfica de sus materiales le llevaron a realizar clasificaciones o tipologías en las que la búsqueda del origen común, que era fundamental en la lingüística histórica y comparativa, no era la cuestión relevante. Es en este punto donde encontramos la semilla de lo que constituirá la tipología lingüística moderna, en la que las clasificaciones tipológicas son geográficamente discontinuas, es decir que las mismas clases de palabras o tipologías pueden surgir en distintos lugares del mundo sin que para ello tengamos que estar obligados a buscar en ellas consecuencias o conexiones históricas.

En el Trattato dell'origine degl'idiomi (1785, vol. 18, pp. 39-42), un título con una clara orientación histórica, Hervás estudia un «fonostema» que, según él, tiene prácticamente un carácter universal. Los fonostemas son grupos de palabras que se asocian entre sí por compartir rasgos fónicos que son demasiado vagos para que se puedan convertir en morfemas3. Para Hervás, la arbitrariedad en la correspondencia sonido-significado tenía sus límites. Así explica que en muchos idiomas aparecen letras «linguales» como la l, r o s en palabras que indican algún tipo de actividad lingual:

Latín: lambere, lingere.
Español: lamer.
Francés: lecher.
Vascuence: lamicatu, milliscatu.
Turco: jalamak.
Inglés: lick.
Malayo: djilap.
Árabe: lisiden, laehs.
Madagascaro: lelea.
Tagalo: dilai.
Mejicano: papaloa.

Aduce ejemplos de hasta un total de 37 lenguas que contienen esas letras linguales, es decir que se articulan con el ápice o dorso de la lengua y que significan acciones o cosas que tienen que ver con la lengua. Desde nuestra perspectiva actual, el jesuita conquense formulaba aquí, de una manera ambigua, un universal lingüístico que parecía no tener consecuencias, ni conexiones históricas.

Hervás escribió una Aritmetica di quasi tutte le nazioni conosciute (1786, vol. 19), donde expone los sistemas de los numerales en las lenguas de América, Europa, Asia y África. En sus taxonomías, observamos que muchas lenguas tienen sistemas de base diez, cien, mil, etc., o sea que en la formación de los numerales ésas son las cifras que más se repiten. Así, señala que el araucano tiene como base el número diez (siendo el once marikeñe [mari «diez» + kiñe «uno»] y el veinte epumari [epu «dos» x mari «diez»]). El coyubaba tiene como base el número cinco (siendo el seis caratarirobo [carata «uno» + rirobo «cinco», palabra relacionada con mano] y el siete mitiarirobo [mitia «dos» + rirobo «cinco»). También explica que en celta o bretón, las decenas se formaban con base veinte (siendo el cuarenta daouhugent [daou «dos» x hugent «veinte»], el cincuenta degadaouhugent [dega «diez» + daou «dos» x hugent «veinte»] y el noventa dekapervarhugent [deka «diez» + pervar «cuatro» x hugent «veinte»]) (Aritmética, 1786, vol. 19, pp. 95, 102-103 y 127-128). De hecho, los contenidos de la Aritmética del jesuita constituyen una tipología lingüística de los numerales en las lenguas conocidas de finales del siglo XVIII (cf. Breva, 1987, pp. 140-141). Adelung y Vater (Mithridates, 1806, vol. 1, nota 1) citan a Hervás como la fuente más completa para el estudio de los numerales y Alexander von Humboldt siguió igualmente a Hervás en su Des systèmes des chiffres en usage chez différent peuples (1829).

Apoyándose en el Génesis, Hervás defiende la existencia de una lengua primera de la cual procederían todas las demás. Dicha creencia le lleva a opinar que toda semejanza tipológica presuponía una relación genética o tronco común, a pesar de que existieran importantes discontinuidades geográficas entre las lenguas. Por otro lado, piensa que la diversidad lingüística existente en el mundo era una prueba evidente de la «confusión de lenguas», que fue la consecuencia del célebre castigo de la Torre de Babel. Puesto que sus investigaciones le mostraban claramente que había una gran diversidad de lenguas en el mundo, tuvo gran interés en examinar dicha diversidad. Desde la perspectiva religiosa, la «confusión de lenguas» le eximía de la labor de tener que buscar el mismo origen para todas las lenguas, tanto es así que la idea de la poligénesis del lenguaje también se halla en sus escritos.

Hervás trata de mostrar que todas las lenguas no procedían de un tronco común, argumentando que así como de un caballo no nace un perro, tampoco es verosímil que de un idioma pueda proceder otro sustancialmente distinto. Se sirve del orden de palabras para ejemplificar la falta de origen común de las lenguas, comparando el cochimí, lengua hablada en California, con el japonés y las lenguas europeas. Del cochimí, nos proporciona la frase Diò-juò noogosò paedèbat kaenambal majua muguibi («creo en Dios porque no se puede engañar»), que traducida literalmente sería Dios-en creo engañarse no puedo porque, y del japonés fito no maie uo-tuore («pasaré delante del hombre»), que vertida literalmente sería hombre delante de pasaré. Se trata de órdenes sintácticos que eran totalmente distintos al latín o al de cualquier otra lengua europea. Su intento muy rudimentario de realizar una tipología sintáctica tenía consecuencias importantes, ya que implicaba la posible poligénesis del lenguaje (Saggio pratico delle lingue, vol. 21, pp. 15-17).




ArribaAbajoHervás y sus coetáneos

La colección de datos de Hervás, sus muestras lingüísticas, sus clasificaciones y sus análisis morfosintácticos actuaron como un revulsivo para el futuro desarrollo de la tipología lingüística4. Los vocabularios comparativos de Pedro Simón Pallas (1741-1811) y de Theodor Jankiewitsch de Miriewo (1741-1814) no fueron la fuente del Mithridates de Adelung y Vater, pues la utilidad de dichos vocabularios se limitaba fundamentalmente al estudio de tipologías léxicas. La obra en italiano de Hervás fue utilizada en su totalidad y completada por los eruditos alemanes. En ella, adoptan el mismo procedimiento de análisis morfosintáctico que Hervás; un método que recibió grandes elogios por parte de ambos, pues destacan la utilidad de las traducciones literales del jesuita y afirman que su método de análisis era «el único camino para descubrir la estructura del lenguaje» («das eizige Mittel, den Bau der Sprachen aufzuschliessen», Mithridates, 1806, vol. 1, pp. 670-673).

Con la ayuda de otros vocabularios y esbozos gramaticales, Adelung y Vater mejoraron los intentos de Hervás por establecer relaciones de parentesco entre las lenguas, ya que para los eruditos alemanes diferencias entre idiomas no significaban necesariamente falta de relación genética, ni tampoco determinadas semejanzas implicaban obligatoriamente una relación de parentesco. Así, la diversidad en las lenguas de América no quería decir que éstas tuvieran un origen distinto, ni las marcas de concordancia de objeto directo en el verbo de las lenguas de América del Sur, del vasco y del georgiano significaban que esas lenguas procedieran de un tronco común (véase Mithridates, 1813, vol. 3, pp. 362, 386 y ss. y cf. Hassler, 1994, pp. 124-125)5.

Humboldt obtuvo de Hervás información sobre las lenguas del mundo y, con la excepción del esquimal, de todas las lenguas amerindias utilizadas en sus estudios; dicha información incluía también los elementi grammaticali o esbozos gramaticales del jesuita. Un estudio contrastivo de los materiales de Hervás en Archivum Romanum Societatis Jesu en Roma y los de Humboldt, recientemente redescubiertos, en la Biblioteca Jangiellonska de Cracovia arrojaría más luz sobre este punto6. Pero Humboldt le juzgó con dureza como alguien que había recogido gran cantidad de datos de manera confusa y con poco método (cf. Gesammelte Schriften, 1906, vol. 5, p. 2). Opiniones como éstas en las que se minusvalora a los predecesores para engrandecer las aportaciones propias se repiten con frecuencia en la historia de las ciencias.

La publicación de algunos de los materiales de Humboldt encontrados en la Biblioteca de Cracovia realizada por Ringmacher (en Humboldt, 1994) es importante por cuanto revela no sólo el empeño del alemán por recoger gramáticas de lenguas indígenas, sino también su interés por esclarecer dudas sobre cuestiones gramaticales a través de sus contactos personales. La identificación morfémica de palabras que realizó Hervás le permitió tener un mejor conocimiento del funcionamiento interno de numerosas lenguas. Los Sprachproben de Humboldt o muestras lingüísticas de palabras subdivididas en unidades mínimas de significado seguían fielmente la metodología que había utilizado Hervás en la separación de «morfemas» en los Padrenuestros. Humboldt debió sentir cierta decepción cuando los esbozos gramaticales y los análisis morfosintácticos del jesuita no satisfacían sus expectativas.

Una de estas decepciones ocurrió en la utilización que hacía Hervás de los alfabetos español, portugués y, en algunas ocasiones, del francés para simbolizar de manera imprecisa los sonidos de lenguas indígenas. En su correspondencia con Lucas Alamán (véase nota 6), Humboldt buscaba aclaraciones sobre la pronunciación exacta de varios grafemas en azteca o mejicano y, a su vez, Lucas Alamán solicitaba la ayuda de un indio mejicano, tal como se lo comunicaba a Humboldt:

Je dois les explications antérieures à l'obligeante bonté de Mr. Castorena, indien, plein de talent et instruction, actuellement Deputé aux Cortès nommé par la Province de Mexico.


(Humboldt, 1994, p. 277).                


Hervás le procuró a Humboldt muestras lingüísticas, esbozos gramaticales y una metodología que tenía sus fallos en lo concerniente a los equivalentes fónicos de determinadas grafías y a la identificación morfémica de ciertas formas verbales. Humboldt aclaró áreas que permanecían oscuras en Hervás y extendió sus análisis descriptivos a un corpus más amplio. Apoyándose en datos lingüísticos del vasco, de varias lenguas americanas y del malayo, Humboldt propuso una nueva clase tipológica, las llamadas lenguas aglutinantes (que probablemente coincidía con la de lenguas polisintéticas apuntada por Duponceau). En este tipo de lenguas el verbo representa toda una frase. El ejemplo del mejicano que aduce el alemán es ni-naca-qua «yo-carne-como». A dicho proceso lo denominaba Einverleibung, es decir «incorporación» en español (Gesammelte Schriften, vol. 7, pp. 118 y 144; Coseriu, 1972 y cf. Leopold, 1984, pp. 69-70).






ArribaAbajoConclusión

La tipología lingüística actual se ocupa de las correlaciones existentes entre los diversos subsistemas dentro de una misma lengua, entre diversas lenguas o entre grupos lingüísticos, sin buscar relaciones de parentesco, ni comparaciones históricas. Los estudios de tipología modernos surgieron de los corpus preliminares de carácter descriptivo que se recogían para comparar lenguas entre sí, con el fin de encontrar árboles lingüísticos o continuidades históricas. Aunque en los siglos XVIII y XIX la tipología lingüística todavía operaba dentro de un esquema evolutivo, la abundancia de datos y la extensión geográfica de las investigaciones, a veces, llevaba a los eruditos a realizar estudios comparativos de ciertas facetas del lenguaje sin tener en cuenta ninguna consideración de tipo genético o histórico. Así, en su estudio de letras linguales, Hervás examinó un fenómeno fónico del que extraía un universal lingüístico desde una perspectiva sincrónica, a pesar de que su finalidad última todavía tuviera una motivación religiosa o genética. Sin embargo, en la Aritmética de Hervás, la clasificación tipológica de los numerales en más de trescientas lenguas conocidas a finales del siglo XVIII era un estudio desprovisto de cualquier ilación histórica.

El jesuita conquense desarrolló un método para la identificación de «morfemas» que se inspiraba en el trabajo realizado por los misioneros. Sus muestras lingüísticas o Padrenuestros hubieran sido inservibles, de no haber ido acompañados por comentarios gramaticales y traducciones literales, es decir con las divisiones morfémicas de las palabras. Este enfoque ayudaba a desvelar el «artifizio» o estructura de las lenguas. Sirviéndose de esta metodología, Adelung y Vater aumentaron las muestras lingüísticas o Padrenuestros en más de 100. Al mismo tiempo incorporaron la clasificación tipológica de los numerales de Hervás a su Mithridates y mejoraron el estudio de las relaciones tipológicas entre lenguas. Por último, la base de datos de Hervás, su metodología para descubrir la estructura de las palabras y sus taxonomías de familias lingüísticas permitieron a Humboldt emprender un estudio a nivel de varios continentes de lenguas relacionadas entre sí genética o tipológicamente. También facilitaron al alemán la búsqueda de nuevas clasificaciones tipológicas y le proporcionaron un corpus de observaciones empíricas, muy útil para alguien que estuviera interesado en formular una teoría de lingüística general.




ArribaBibliografía

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