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Los jardines interiores

Amado Nervo

Ruelas y de Montenegro (il.)



portada



A don Enrique C. Creel,
mi amable mecenas, mi distinguido amigo,
dedico este libro.

Amado Nervo

Ex libris



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Expone la índole del libro



Hay savia joven, la de potentes glóbulos rica,
que las arterias del tronco núbil invade y llena
y en policromo florón de pétalos se magnifica;
tórrida savia, jugo del Cáncer, que en la serena
noche de luna crepita y cruje de fuerza plena,
en el misterio donde la flauta de Pan resuena...

       Hay savia enferma,
      sangre doliente,
      savia tardía,

que cuando brota, las ramazones del árbol cubre
con hojas mate, con hojas tenues... tal es la mía,
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Tal es la mía, savia del yermo, que solo encubre
gérmenes locos de la futura yema insalubre
y tiene pompa, mas es la pompa solemne y triste del viejo octubre...





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ArribaAbajo[Jardines Interiores I]

Mi verso




ArribaAbajoMi verso


Abajo    Querría que mi verso, de guijarro,
en gema se trocase y en joyero;
que fuera entre mis manos como el barro
en la mano genial del alfarero.
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   que lo mismo que el barro, que a los fines  5
del artífice pliega sus arcillas,
fuese cáliz de amor en los festines
y lámpara de aceite en las capillas;

   que, dócil a mi afán, tomase todas
las formas que mi numen ha soñado,  10
siendo alianza en el rito de las bodas,
pastoral en el índex del prelado;

    lima noble que un grillo desmorona
o eslabón que remata una cadena,
crucifijo papal que nos perdona  15
o gran timbre de rey que nos condena;

   que fingiese a mi antojo, con sus claras
facetas en que tiemblan los destellos,
florones para todas las tiaras
y broches para todos los cabellos;  20

   emblemas para todos los amores,
espejos para todos los encantos
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y coronas de astrales resplandores
para todos los genios y los santos.

   Yo trabajo, mi fe no se mitiga,  25
y, troquelando estrofas con mi sello,
un verso acuñaré del que se diga:
Tu verso es como el oro sin la liga:
radiante, dúctil, poliforme y bello.

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Nocturno




ArribaAbajoNocturno


ArribaAbajo    Y vi tus ojos, flor de beleño,
raros abismos de luz y sueño;
ojos que dejan al alma inerme,
ojos que dicen: duerme... duerme...

   Pupilas hondas y taciturnas,  5
pupilas vagas y misteriosas,
pupilas negras, cual mariposas
nocturnas.
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    Bajo las bandas de tus cabellos
tus ojos dicen arcanas rimas  10
y tus lucientes cejas sobre ellos,
fingen dos alas sobre dos simas...

   ¡Oh! plegue al cielo que cuando grita
la pena en mi alma dolida e inerme,
tus grandes ojos de zulamita  15
murmuren: «duerme»...

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