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ArribaAbajoTribu de los Mensajeros

Tribu de los mensajeros: esta es la última de la familia de rapaces diurnas, y consta de un solo género, que únicamente contiene una especie, a saber el MENSAJERO SECRETARIO, o SERPENTARIO (Falco serpentarius, LIN).

El Mensajero pertenece al África, tiene los tarsos el doble más largos que las demás rapaces, cuyo carácter le hizo colocar entre las aves zancudas; pero sus piernas enteramente cubiertas de plumas, el pico corvo y hendido, las cejas prominentes, y por último la estructura de sus órganos interiores, le colocan incontestablemente entre las rapaces.

Sus tarsos son escamosos, y los dedos cortos a proporción; el contorno de los ojos desnudo de plumas; la nuca adornada con un largo penacho, lo que ha valido a esta ave el nombre particular de secretario; y por último, las penas medias de la cola son mucho más largas que las demás. La altura del mensajero es de 5 pies y medio; los tarsos y dedos están guarnecidos de anchas escamas de color pardo amarillento; el moño o penacho se compone de diez plumas desiguales, que el animal eleva o abate a su arbitrio; las penas de la cola son escalonadas y negras, menos en sus extremos que son blancos; las dos del medio son de un pardo azulado y doblemente largas que las restantes; las plumas de la garganta blancas y las del pecho pardo-azuladas; las remeras negras, lo mismo que las plumas que visten las piernas; el contorno de los ojos, desnudo de plumas como hemos dicho, es amarillo lo mismo que la base del pico, siendo lo demás de este último y las uñas negruzcas. Esta ave es la destructora por excelencia de las serpientes venenosas, por lo que la llaman en el Cabo de Buena Esperanza Comedor de serpientes. Es indudable que la naturaleza ha dado al secretario la misión de mantener el equilibrio entre reptiles peligrosos y los animales inofensivos que viven en los arenales de las regiones del África, equilibrio necesario en la grande obra de la creación, y sin el cual muy pronto quedaría la tierra poblada únicamente de seres malignos y dañinos.

Este enemigo de las serpientes es ave corredora, pues la cortedad de los dedos y lo obtuso de las uñas no le permiten coger una presa; y sus pies solo le sirven para correr o saltar; por cuya circunstancia le han aplicado el nombre de mensajero. Rara vez emplea las alas en el vuelo; pero la naturaleza las ha provisto de ciertas eminencias óseas, especies de apófisis del metacarpo, las cuales, aunque obtusas y redondeadas, constituyen unas armas ofensivas y defensivas más terribles que las garras. Persigue y ataca corriendo a las serpientes; siendo la pelea empeñada entre ambos animales, un espectáculo que rebosa de interés. Atacada la serpiente, se para, se endereza, y amenaza al secretario con terribles silbidos y con el cuello hinchado: este entonces extiende una ala, y se la presenta a modo de un escudo que lo cubre entero; arrójase la serpiente, y su enemigo agita el ala con rapidez, hiere al reptil, dando luego un salto y retrocediendo: así da otros brincos en todas direcciones; de modo que fuera un espectáculo muy divertido, a no tratarse de la muerte de uno de los combatientes. Vuelve a la carga el ave, presentando siempre la punta del ala a los colmillos del reptil, quien agota su veneno mordiendo las insensibles penas; mientras tanto con el ala libre le sacude el ave repetidos y mortales aletazos, como con una fuerte maza. Aturdido el reptil con tan multiplicados ataques, pronto recibe el golpe de gracia que le rompe el espinazo, y se arrolla en el polvo; entonces su contrario lo coge con presteza con el pico, lo arroja al aire, y al caer privado de sentido, el vencedor le rompe los sesos y lo devora. El sabio naturalista inglés Smith dice haber visto a un secretario coger con el pico y las patas una gran serpiente, a la cual había antes aturdido y derribado de un fuerte aletazo, elevarse con la presa perpendicularmente en los aires, y soltarla luego desde grande altura, a fin de acabar con ella del todo y poderla despedazar con entera seguridad.

Esta ave, pues, puede hacer grandes servicios en los países donde vive limpiándolos de los reptiles venenosos que los infestan; así es que la han importado a las Antillas francesas para librar al país de la víbora hierro de lanza, o trigonocéfalo amarillo que abunda especialmente en la Martinica, y cuya mordedura mata con instantaneidad. Esta terrible serpiente, que se alberga en los plantíos de caña de azúcar, y hasta a veces penetra en las casas, tiene de 6 a 7 pies de longitud, y se arroja como una flecha a los pequeños mamíferos, a las aves, y hasta ataca al hombre.

El secretario no come solamente serpientes, sino otros reptiles y grandes insectos. Véase lo que constituye una comida de esta ave: Levaillant encontró en el estómago de un individuo de esta especie 21 tortuguitas enteras, entre las cuales había algunas que tenían dos pulgadas; 11 lagartos de ocho pulgadas de largo; 3 serpientes de dos pies y medio; cuyos animales tenían todos taladrado el cráneo; además contenía una multitud de langostas y grandes coleópteros; y por último, un pelotón de vértebras, estuches de insectos y escamas de tortuga, residuo de las precedentes comidas y destinado a ser provocado por el vómito.

El mensajero construye el nido en forma complanada en los árboles o en los matorrales, cuyas ramas separa y le sirven de apoyo para el nido, echando retoños que subiendo a mayor altura le forman como un muro que lo hace invisible e inaccesible. Los polluelos crecen con tal lentitud, que dura cinco o seis meses; entonces su andar es desagradable; pero cuando el animal es adulto, su porte es ágil y lleno de dignidad, pues cuando no persigue a una presa camina con lentitud y calma. Cuando le persigue un cazador, huye corriendo, y solo toma el vuelo cuando le persigue a caballo y a galope; aunque nunca se eleva mucho, y vuelve al suelo a poco rato. Es desconfiado, astuto y muy difícil de llegarle tiro, pues lo llano de las comarcas donde vive le permite ver entorno suyo a grande distancia. Esta ave tan particular es domesticable, y los habitantes del Cabo de Buena Esperanza la crían para que les libre de ratones y de los reptiles que se introducen en sus gallineros; vive bien con las demás aves domésticas; aunque debe tenerse cuidado de no dejarle en ayunas, pues por poco que el hambre la hostigue sacrifica a sus comensales; por lo demás es de índole tranquila, y cuando se levanta alguna riña en el corral acude a poner en paz a sus habitantes.

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El mensajero.






ArribaAbajoFamilia de las rapaces nocturnas

Vamos ahora a estudiar la familia de las aves rapaces nocturnas. Estas tienen, según ya dijimos, la cabeza gruesa; el cuello sumamente corto; los ojos hacia delante y en extremo grandes; siendo su retina tan impresionable a la luz, que les basta con poquísima cantidad. Esto hace que no puedan sufrir la claridad del día sin quedar deslumbradas; al paso que durante el crepúsculo distinguen perfectamente los objetos menos iluminados. Tienen también el oído delicadísimo, por efecto de las grandes cavidades del cráneo que tienen comunicación con su aparato; los ojos se hallan rodeados por un cerco de plumitas erizadas, de las cuales las anteriores cubren la membrana del pico, y las posteriores los orificios del oído. Su pico es comprimido, y corvo desde la raíz; las barbillas de las plumas son blandas y suaves, y al volar no producen ruido alguno, lo cual les permite acercarse a su presa sin ser sentidas. Las rapaces nocturnas devoran sus víctimas sin desplumarlas ni desollarlas; sino que por un particular mecanismo las partes duras son separadas envueltas en la piel, y en seguida el ave las vomita en forma de pelotillas. Puesto el sol, óyese el graznido áspero y lúgubre del ave de rapiña, el cual siembra el espanto en los alrededores entre los diferentes animalejos, que huyen o se esconden. Durante el día duerme en su agujero; y si casualmente sale del mismo y se muestra a la luz, su aparición es una fiesta para los pajarillos del contorno, quienes acuden a porfía a insultarla y a provocarla con su gritería y sus picotazos: el ave nocturna no trata de defenderse, sino que se encoge y agacha tomando las actitudes más estrambóticas, aguardando a que la vuelta del crepúsculo le permita tomar venganza yendo a buscarles en sus propios nidos. En este odio instintivo que tienen los pajarillos a su opresor se funda la caza al reclamo: basta colocar una lechuza o mochuelo, y aun tan solo contrahacer su voz para atraer a un sitio, que de antemano se ha untado con liga, todos los pájaros de las cercanías. Esta especie de caza conociéronla los antiguos pues de ella habla Aristóteles; verifícase una hora antes de ponerse el sol, porque entonces es fácil coger las avecillas; pero apenas ha empezado el crepúsculo, que el grito de la lechuza las llena de terror y hace huir.

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EL GRAN DUQUE.

La familia de las rapaces nocturnas es tan natural, que de ella se ha hecho un solo género, dividido en varias secciones según son sus penachos, la magnitud de las orejas, y la extensión de las plumas que rodean a los ojos: este es el género Strix de Linneo, cuyas especies más interesantes vamos a dar a conocer.

La sección de los mochuelos tiene por caracteres un disco de plumas delgadas que rodean a los ojos; garzota móvil; la concha de la oreja grande y provista anteriormente de una membrana que la cubre; y en fin el tener los pies con plumas hasta las uñas.

El MOCHUELO COMÚN (Strix otus, LIN.). Es común en Francia y tiene 13 pulgadas desde la parte superior de la cabeza hasta la extremidad de la cola; su plumaje es leonado con manchas pardas oblongas en la espalda y partes inferiores; en las alas y el dorso tiene rayas pardas; las garzotas son largas como la mitad de la cabeza, y en la cola se ven ocho o nueve fajas pardas. Esta ave regularmente se alberga en las peñas, en los edificios arruinados y en los huecos de antiguos árboles; durante la noche despide su voz plañidera, grave y prolongada. De ella se sirven los cazadores como de reclamo para cazar pájaros. Muy raras veces construye nido, sino que se apodera de los que abandona la urraca, el cuervo, o el pernóctero. Cuando no halla pájaros, da caza a los turones y campañoles, acude a las granjas en busca de ratones y vuelve a su retiro al amanecer.

La LECHUZA (Strix ulula, LIN.). Hállase difundida casi por todo el globo; regularmente se abriga en las peñas, ruinas, canteras, lejos de las habitaciones; su altura desde la cabeza a los pies es de unas 13 pulgadas; su plumaje se asemeja al del mochuelo común; no tiene rayas reticuladas en la espalda y sí manchas oblongas en el vientre; solo el macho tiene garzotas, pero muy pequeñas, y las levanta rarísima vez. En algunos países la lechuza no disgusta a los labradores, por cuanto limpia los campos de los turones que los infestan.

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LECHUZA.

La LECHUZA CONEJERA (Strix cunicularia, LIN.). Vive en América; su plumaje es pardo superiormente y blanco en las partes inferiores; sus pies son velludos y están llenos de tubérculos; el pico es blanco verdoso: cobíjase en las madrigueras que han abandonado las zorras y armadillos; pero no las excava él mismo como durante mucho tiempo se había creído. Duerme de día, y en los crepúsculos de la mañana y de la tarde sale a caza de pequeños roedores, reptiles, e insectos de que se alimenta. De todas las aves nocturnas es la que mejor soporta la luz del día.

Las Lechuzas se diferencian de los mochuelos por la falta de garzotas.

La LECHUZA GRIS DEL CANADÁ (Strix nebulosa, LIN.). Tiene la cabeza, el cuello, el pecho, la espalda y las coberteras de las alas de color pardo, con manchas blancas; el vientre blanco sucio con rayas pardas; la cola de este último matiz, y en su extremidad blanca a más de algunas fajas de este color. Es gran destructora de gallinas, ratas, lebratillos, conejos y pájaros; en especial va en busca de cierta rana parda, de modo que en la Luisiana la creen piscívora. Sus gritos, según dice Audubon, pueden compararse al modo de reír de un petimetre: uaha uahaha. Permanece constantemente en la Luisiana, aunque se encuentra también en los bosques aislados, al anochecer y aun a la mitad del día. Cuando el tiempo amenaza lluvia repite esta ave más fuertes sus risotadas, penetra en los lugares más escondidos, donde sus iguales le contestan con gritos extraños y disonantes. Al paso que puesto el sol ataca a los animales de que se alimenta; de día es tan medrosa, que la obligan a huir los pajaritos, y aun hasta que se le presente una ardilla.

Las azumayas o brujas tienen las orejas en la misma disposición que los mochuelos pero en lugar de tener el pico corvo desde la raíz, es recto y solo encorvado en la punta. Carecen de garzotas, y de pelos en los dedos.

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Lechuza azumaya.

La AZUMAYA o BRUJA (Strix flammea, LIN.). Es una especie común en Francia, y que se halla esparcida por todo el globo; tiene unas 14 pulgadas de longitud desde la punta del pico a la extremidad de la cola; la espalda matizada de leonado y ceniciento, con vistosos puntos blancos, colocado cada uno en medio de otros dos puntos negros; el vientre unas veces es blanco y otras leonado, con mosqueaduras pardas o sin ellas. Esta ave es la que el vulgo llama lechuza de los campanarios. Su voz lúgubre, que hace oír en medio del silencio de la noche llena de terror al vulgo crédulo, y ha dado pie para mil consejas. Puede llamarse doméstica puesto que vive en las ciudades más populosas; durante el día se mantiene recogida en los campanarios, torres y otros edificios altos, de donde no sale hasta la hora crepuscular. Su canto, unas veces sibilante, otras áspero y lúgubre, unido a la proximidad en que los campanarios donde se abriga se hallaban antes con respecto a los cementerios, y el campear la lechuza durante las silenciosas horas de la noche, difunde tal terror en los ánimos preocupados, que consideran a la lechuza como nuncio de muerte y del más siniestro agüero.

Los Alucones, se diferencian de las lechuzas comunes por su concha reducida a una cavidad oval, que aún no ocupa la mitad de la altura del cráneo; tienen los pies cubiertos de plumas hasta las uñas.

El ALUCÓN o LECHUZA SILVESTRE (Strix aluco). Pertenece a esta división: es algo mayor que el mochuelo, de cuyos hábitos participa enteramente; su cuerpo está lleno de manchas oblongas transversas y como dentelladas en su contorno lateral; presenta a más otras manchas blancas en los hombros y hacia el borde anterior del ala; el fondo del plumaje es parduzco en el macho, y rojizo en la hembra, lo que durante mucho tiempo los hizo tomar por especies distintas; tiene esta ave unas 15 pulgadas de alto.

El AUTILLO (Strix stridula). Se diferencia del antecedente tan solo en tener 12 pulgadas de altura, en que su canto no es tan confuso, y se parece a un aullido lejano; el cual imita el cazador en la caza al reclamo.

Los búhos están provistos de garzotas lo mismo que los mochuelos, y tienen la concha orejas pequeña como los alucones.

El GRAN BÚHO (Strix buho, LIN.). Es la mayor de las aves rapaces nocturnas, puesto que su longitud es de unos 2 pies; su librea es de color leonado con una raya y puntos pardos en cada pluma: este último color predomina superiormente, y el leonado en las partes inferiores; las garzotas son casi del todo negras. El gran búho es bastante común en los extensos bosques del Este de Europa, y hasta abunda en Francia; se alimenta de liebres, conejos, topos, turones y los hace salir con su terrible canto que resuena lúgubre en medio del silencio de la noche. Según dicen, llega a atacar hasta a los corzos tiernos: come también reptiles, con los que nutre a sus polluelos. El nido del gran búho tiene 5 pies de diámetro, y se compone de tronquitos entrelazados, de raíces flexibles que cubre interiormente con hojarasca: su cría consta de dos o tres polluelos; los cuales siendo en extremo voraces, necesitan la mayor actividad de sus padres en la caza para poder satisfacer el hambre. Estos se baten con los pernócteros para arrebatarles la presa. Puede decirse que el gran búho es el menos nocturno de las aves de que vamos tratando, pues es la que más temprano sale de su retiro al ponerse el sol, y la que lo verifica más tarde después de amanecido.

El BÚHO DE VIRGINIA, o GRAN BÚHO CON CUERNOS (Strix virginiana, LIN.). Pertenece a la América septentrional. Su tamaño es casi igual al del gran búho; su cuerpo superiormente es pardo con rayas delgadas, unas rojas y otras grises; en las partes inferiores es pardo ceniciento, con estrías transversas pardas; la garganta y los costados son anaranjados con manchas negras. En las noches puede vérsele cómo vuela rápido y silencioso en busca de presa.

Sobre el búho de Virginia dice Audubon lo siguiente: «El marinero que baja por el gran río observa al cazador nocturno que pasa volando por encima de su harca con las alas extendidas; traspasa los collados, o baja, o se eleva por los aires semejante a una sombra, o en fin desaparece en el bosque. La barca, que entretanto va siguiendo las sinuosidades del río, pronto llega a una ensenada inmediata a un campo recién labrado; la luna arroja su pálida claridad en la cabaña del colono; en el campo que la rodea vese un árbol que la segur ha perdonado y sirve de dormitorio a la volatería doméstica: entre esta se halla una clueca que está empollando. Entonces el búho, cuya vista penetrante ha descubierto ya su presa, ciérnese circularmente en torno del ave meditando el ataque. Pero la clueca es más vigilante que el búho; levántase, agita las alas y cloquea tan ruidosamente, que despierta a todos los gallos y gallinas sus compañeros: entonces la alarma y vocería se hace general, en términos que despierta al colono; este sale con la escopeta preparada, y al descubrir al merodeador con plumas, parado en una rama, dispárale el arma, y un solo tiro restablece la calma en el gallinero.»

El búho de Virginia tiene el vuelo elevado, rápido y elegante; se cierne con suma facilidad abarcando un extenso círculo, sin más que dar una ligera inclinación a las alas y a la cola. De cuando en cuando roza silenciosamente el suelo con velocidad, y arrebata su presa e improviso; a veces se para de repente en alguna empalizada; sacude las plumas, y despide una voz terrible, la cual ya es semejante a los aullidos de un perro que perdió a su amo, ya combina sonidos ásperos y confusos, de modo que parecen los últimos quejidos de un hombre asesinado que tratase en vano de llamar socorro; a veces, a pesar de hallarnos de él sólo a cincuenta pasos de distancia, su voz parece que viene de una milla lejos. Mientras exhala tan disonantes voces, balancea su cuerpo, en especial la cabeza, toma las actitudes más grotescas, y entre cada grito produce con el pico un chasquido como por vía de pasatiempo, o amuela la punta del pico, lo mismo que amuela sus colmillos el jabalí.

Las gallináceas casi adultas, las gallinas, faisanes, pollos, patos, conejos y oposumes forman el pasto ordinario de esta rapaz, que come también los peces muertos que acaso las olas arrojan a la orilla. Encuéntrasele en las riberas de los ríos y lagos en todas estaciones; gústale dormir en los algodoneros y sauces de las inmediaciones de los pantanos, donde se mantiene derecho, con el plumaje apretado, las garzotas bajas y la cabeza apoyada en el hombro. Cuando buce sol puede uno aproximársele; pero si el día es nebuloso, levanta luego la cabeza y las garzotas, y huye lejos de aquel sitio. A fines del invierno llega para él la estación de la puesta: entonces los ridículos gestos y estrambóticas evoluciones que esta ave hace para agradar a la hembra son verdaderamente indescriptibles; pues consisten en corvetas, medias vueltas, contorsiones y chasquidos dados con el pico; lo cual forma un espectáculo capaz de disipar la más negra melancolía; cuando la hembra admite el homenaje, responde imitando los mismos meneos y pantomimas del compañero, y juntos vanse a construir el nido en alguna rama principal de un árbol inmediata al tronco. Exteriormente está el nido formado de tronquitos tortuosos, y en el interior entapizado de plumas y de yerbas blandas. Tiene un diámetro de 3 pies; el macho comparte con su compañera los cuidados de la incubación; y los polluelos, que son en número de tres a seis, no salen del nido hasta hallarse enteramente cubiertos de plumas, en cuya ocasión van siguiendo a los padres pidiendo alimento con acentos plañideros.

Los Autillos carecen de garzotas; tienen la concha de la oreja oval y apenas mayor que las demás aves; el disco de plumas delgadas que les rodea los ojos es más pequeño e incompleto que en los búhos. Semejante organización los acerca a las diurnas; y en efecto, varias de ellas cazan lo mismo de noche que de día.

El HARFANGO (Strix nyctea, LIN.). Es la mayor de las rapaces nocturnas desprovistas de garzotas; pues su tamaño iguala al del bilbo, si bien tiene la cabeza mucho más pequeña; las alas no pasan de la mitad de la longitud de la cola; las cuatro primeras penas son dentadas a modo de sierra; el plumaje es blanco como la nieve, con manchas negras, que van desapareciendo a medida que el ave envejece; el pico negro y casi del todo oculto entre plumas descompuestas; los pies están revestidos de plumas hasta las uñas; por último, la cola es corta. Esta ave vive en el norte de Europa, Asia y América; y apenas se encuentra alguna más acá de Suecia: caza a la mitad del día, y anida en los peñascos escarpados, o en los añosos pinos de los países glaciales. Pone dos huevos blancos y manchados de negro, y se alimenta de pequeños mamíferos.

La LECHUZA DE TENGMALM (Strix Tengmalmi, LIN.). Es tan pequeña, que no aventaja su tamaño al de un mirlo; lo mismo que la antecedente, tiene las alas cortas y los dedos cubiertos de plumas: el macho es superiormente de un rojo parduzco con matices negruzcos; en la cima de la cabeza y en el cuello se ven manchas blancas redondeadas; el pico es amarillo, lo mismo que el iris, que a más es muy brillante. La hembra es algo mayor; la llaman rubia; las partes superiores son parduzcas, con manchas blancas redondeadas encima de la cabeza y en las penas de las alas; otra mancha negra se observa entre el ojo y el pico; las partes inferiores están entreveradas de blanco, y también el plumón que viste los pies y los dedos. Esta especie vive en Noruega, Rusia, Alemania, y hasta en Francia, donde se alberga en los bosques de abetos. Pone dos huevos enteramente blancos, y hace el nido en los ecos de los árboles. Por último, aliméntase de falenas, escarabajos, y también de pajarillos tiernos o enfermos.

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Lechuza Tegmalm.

La PEQUEÑA LECHUZA (Strix passerina, GMEL.). Es aún más pequeña que la antecedente, siendo casi igual su plumaje; cúbrenle los pies, en lugar de plumas, pelos muy claros; tiene la cola corta, con cinco fajas anchas de color claro. Rara vez se alberga en los bosques, pues prefiere los muros antiguos o medio derruidos. No es enteramente nocturna; da caza a los gorriones, y en particular coge con suma destreza las ratas. Despluma las avecillas antes de despedazarlas en lo que se diferencia de la mayor parte de rapaces nocturnas, quienes devoran su presa entera sin quitarle las plumas.

Los Scops forman la última sección del género Strix, y solo difieren de las de la antecedente por sus garzotas semejantes a las de los búhos y mochuelos. Existe en Francia una especie y es la siguiente:

El PEQUEÑO BÚHO (Strix scops, LIN.). Esta ave apenas llega al tamaño de un mirlo; tiene el plumaje ceniciento, con visos de color leonado, y vistosamente salpicado de manchitas oblongas, negras, y de líneas undulosas grises; presenta una serie de manchas blanquizcas en las penas escapulares; cada garzota se compone de seis a ocho plumas. Este animal es de grande utilidad al labrador, puesto que hace continua guerra a los ratones campesinos, que tanto daño causan en los granos.

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ArribaAbajoOrden de los Páseres

Antes de entrar en la historia natural de los páseres, que constituyen el segundo orden de la clase de aves, permítasenos dar algunas noticias relativas a Francisco Levaillant, antecesor de Santiago Audubon, y que hizo en el África meridional lo que este último en la América del norte. Ambos a dos nacieron en el Nuevo Mundo, ambos tuvieron por primer espectáculo la pompa de las selvas vírgenes y primitivas y la majestad del Océano; ambos quisieron apropiarse las maravillosas producciones de la naturaleza de los trópicos para describirlas; y ambos, en fin, sacrificaron la vida material y positiva al cumplimiento de la misión que recibieran del destino. Si Audubon tiene sobre Levaillant la ventaja incontestable de un talento descriptivo y de una expresión iconográfica, Levaillant debe ser considerado como el maestro de Audubon y su modelo; pues fue el primero que desempeñó el papel de viajero emprendedor, explorador sagaz, colector infatigable, cazador consumado y observador paciente y exacto.

Nació Levaillant en 1753 en la Guyana holandesa. Su padre, comerciante acaudalado originario de Metz, era a la sazón cónsul en Paramaribo, y tenía grande afición a los viajes y a la historia natural, lo cual decidió la vocación del hijo. Francisco desde la infancia reunía colecciones de insectos y de plantas, y en su casa criaba pájaros y monos. En esa época le aconteció una desgracia, que fue la causa de su primer pesar de naturalista. Habiendo dejado su mono solo en el pequeño museo que había reunido, lo encontró a la vuelta que se entretenía comiéndose los insectos que tenía clavados con alfileres en unas cajas. La colección entomológica quedó en el mayor desorden, pero el goloso mono que se había tragado algunos escarabajos con las agujas que los sujetaban, murió de resultas de tan indigesta comida.

A los diez años vino Levaillant a Europa con su familia; recorrió la Alemania, la Lorena, los Vosges, siempre cazando, disecando y aumentando su tesoro. A los veinte de edad llegó a París, donde pasó tres años visitando y examinando las colecciones de esa capital y enriqueciendo la suya. Pero de repente sobrecoge a su alma una inmensa ambición, ocurriéndole la idea nada menos que de emprender una expedición al África meridional, país muy poco conocido todavía; y desde aquel instante nada fue capaz de detenerle en Francia. «El interior del África, dice, parecíame un Perú; era una tierra virgen, y el entusiasmo me hacía tomar interiormente por el hombre privilegiado a quien estaba guardada aquella empresa.» En efecto, partió para Holanda, y en 1780 se embarcó en un buque de la Compañía de las Indias, que en tres meses lo condujo al cabo de Buena Esperanza. Empezó su expedición bajo tristes auspicios; pues apenas desembarcado, con el afán de aposesionarse del país, dio principio a sus investigaciones en el litoral, sin aguardar a que fuesen desembarcados su equipaje y sus colecciones, las cuales eran preciosas por sus aves y mamíferos; cuando la flota holandesa estacionada en la bahía de Saldaña viose de improviso atacada por los ingleses; las embarcaciones mercantes fueron a estrellarse en la costa; y Levaillant, que a la sazón estaba haciendo una cacería a lo largo de la costa, vio estallar en su presencia el buque que contenía todos sus efectos; y a más, viose precisado a emprender la fuga, supuesto que a sus pies llegaban las balas inglesas que surcaban la arena de la playa. Desde entonces sus haberes quedaron reducidos a su escopeta de caza, al ligero vestido que llevaba puesto, y a la cantidad de diez ducados. Pero como con sus modales francos y benévolos habíase granjeado amigos en aquella colonia, solo fue momentánea su necesidad: el colono Slaber lo acogió en su casa, donde fue a buscarle Boers, fiscal de la colonia, lo llevó al cabo de Buena Esperanza, y muy en breve, colmado de beneficios por este hombre generoso y otros colonos principales, pudo dar comienzo al gran viaje que meditaba.

El día 18 de octubre de 1781, unos nueve meses después de su llegada, partió del Cabo hacia el interior del África dirigiéndose al este. «Fue entonces, dice él mismo, cuando entregado del todo a mí mismo, volví al estado primitivo del hombre, y por la vez primera respiré el aire puro y delicioso de la libertad.» Su acompañamiento era considerable, pues lo constituían grandes carretones, cargas de armas, jaurías, un tropel de hotentotes para servirle, y además rebaños para alimentar a tantos hombres y animales. Levaillant, que a pesar de su juventud conocía el corazón humano, estableció en su pequeño ejército una severa disciplina: cada cual tenía señalado el puesto que debía ocupar, y las respectivas atribuciones; todos le miraban como a un monarca absoluto; y en efecto, era el Alejandro de la historia natural yendo a la conquista del reino animal al través de las inmensas soledades del África. Su traje pintoresco, su sombrero adornado con un plumero de plumas de avestruz; su fiel escopeta, que nunca apartaba de sí; la bandera que hacía plantar a los umbrales de su tienda como señal de autoridad y de mando; su prudente firmeza, su talento ingenioso y fecundo en expedientes, y la ciega adhesión de los hotentotes; todo en una palabra era adecuado para imponer respeto a las tribus que hallaba tal vez en su camino.

En esta expedición recorrió a lo largo la costa oriental del África; y después de diez y seis meses de ausencia regresó al cabo de Buena Esperanza; donde en vez de entregarse al descanso, desde luego se ocupó en buscar medios para una segunda correría. El 15 de junio de 1783 púsose en viaje con una comitiva aún más numerosa que la de la primera vez; puesto que se componía de 19 hotentotes, 13 perros, 3 caballos y 52 cabezas de ganado: tres grandes carros conducían todos sus efectos. El designio de Levaillant fue en esta segunda expedición atravesar el África del sud al norte pero muy pronto se le opusieron insuperables obstáculos: la aridez del suelo y la falta de agua causó la muerte a la mitad de los animales de carga, de modo que se vio en la precisión de abandonar parte del equipaje en la orilla izquierda del Orange; y seguido tan solo de algunos fieles hotentotes, dirigiose a explorar las comarcas más accesibles.

Al paso que iba adelantando por aquellos países desconocidos, tomaba por guías sucesivamente a los naturalistas de cada horda, cuyo afecto se ganaba con su franqueza y buen trato, con su audacia, su prudencia, y sobre todo con regalos oportunamente repartidos; y así fue como de un punto en otro llegó hasta el país de los Bosquismanes, cuyo afecto se granjeó, no obstante que eran el terror de todas las hordas vecinas. Con su ayuda se propuso llevar a cabo el grandioso proyecto que había formado de atravesar diametralmente el África; sin embargo, tuvo que renunciar al cumplimiento de sus esperanzas. Acompañado de bosquismanes penetró hasta más allá del trópico de Capricornio, a 300 leguas del Cabo; en seguida regresó a su campamento a la orilla del Orange, y emprendió de nuevo la ruta hacia el cabo de Buena Esperanza, a donde llegó después de mil fatigas, privaciones y peligros, pasados diez y seis años de ausencia. En 1784 partió del Cabo, regresó a Francia con sus tesoros zoológicos, y se ocupó en la publicación de sus dos viajes, y en el arreglo de sus colecciones. La relación de sus aventuras ofrece todo el interés de una novela; sus grandes cacerías son dignas de los héroes de Homero; en ellas componen la caza elefantes, jirafas, rinocerontes e hipopótamos: las tranquilas veladas del bivac interrumpidas por la nocturna visita del terrible león que divaga al rededor del campamento, que aunque permanece silencioso y oculto, no deja por ello de aterrorizar instintivamente a todos los animales de la caravana; el hospitalario acogimiento dado a Levaillant por las hordas salvajes que iba a visitar; los pormenores que nos dan a conocer las costumbres de los buenos hotentotes; los variados incidentes de la vida nómada, y finalmente los padecimientos y peligros del viaje, inspiran al lector vivísimo placer y entusiasmo. Siente este un interés profundo por el desgraciado naturalista, a quien devora la sed, y que tendido en el suelo, aguarda con ardiente ansiedad la tempestad bienhechora, cuyas señales precursoras van anunciándole sucesivamente los hotentotes; uno se siente refrescar juntamente con él por las gruesas y abundantes gotas de lluvia, a las que presenta con afán el abrasado pecho; compartimos así su desaliento, cómo sus esperanzas y alegría, cuando tras largas jornadas de marcha por áridos arenales, ve aparecer una yerba delicada, anuncio de la cercanía de agua; haciéndose oír a poco los lejanos mugidos de las olas del Río Grande, hacia el cual corren presurosos, hombres, caballos, bueyes y carneros para tomar un delicioso baño. El interés de esta relación es tan fuerte, que no han faltado envidiosos que han puesto en duda la veracidad del autor. El viajero Barrow acusó a Levaillant de haber inventado nombres de pueblos salvajes que nunca han existido; pero el misionero Campbell, menos escéptico, o acaso menos envidioso que Barrow y que Lichstenstein, reconoció la exactitud de Levaillant en todo lo concerniente a las costumbres y usos de los hotentotes.

Tocante a las colecciones, que componían su única riqueza (puesto que sus expediciones le arruinaron casi completamente), presentolas al gobierno; pero los apuros de la revolución retardaron la compra: mientras estaba redactando sus obras, fue puesto en la cárcel como sospechoso, y solo debió salvar la vida a la reacción del 9 termidor. Por último, el gobierno comprole una parte de la colección, pagándola en obras duplicadas de las bibliotecas nacionales; y lo restante vendiose al ornitologista Temminck, y pasó a Holanda. Este triste resultado de tantas fatigas, trabajos y sacrificios, hirió profundamente el alma de Levaillant, de lo que se resiente el tono general de todos sus escritos: en ellos vemos al hombre que conoce sus méritos, y que se indigna al verse desconocido. Falleció en 1824, a los 71 años de su edad, en una pequeña hacienda que poseía en Noue, cerca de Sezanne.

A más de la relación de sus viajes, dio al público 12 tomos en folio sobre las aves de África, de América, y de las Indias. Esa obra inmensa, que asegura la inmortalidad a su autor, no brilla con respecto al estilo; pues Levaillant no estaba muy práctico en escribir; así fue que Casimiro Varón y Legrand d'Aussy redactaron sus obras; con todo, no debemos dar a semejante redacción más que una importancia simplemente gramatical; pues los pensamientos, y hasta las expresiones, pertenecen a Levaillant, como lo prueban sus cartas particulares, donde se hallan las mismas ideas y de idéntico modo expresadas que en sus libros. Por lo demás si la forma es algunas veces incorrecta, y otras un tanto declamatoria, el fondo es notabilísimo bajo el aspecto de la historia natural: en él admiramos al sagaz observador de las costumbres de las aves, la exacta descripción de estas y de sus caracteres exteriores, una juiciosa determinación de las especies y artificios sutiles de la caza. Añádanse las preciosas láminas del dibujante Barraband, y deberemos confesar que las obras de Levaillant son un monumento imperecedero como la ciencia.

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Hemos hablado ya de los caracteres negativos que distinguen a los páseres: estos no son rapaces, ni nadadores, ni zancudos, ni trepadores; y en su mayor parte se alimentan de granos, frutos o insectos. Los granívoros tienen el pico grueso y cónico; los insectívoros prolongado, para poder zamparse vivos los insectos; algunos hay de pico bastante fuerte para permitirles atacar a los menores pajarillos. Las piernas en las aves de este orden son cortas, o no muy largas; los dedos por lo regular endebles, y en número de cuatro: tres anteriores, y uno posterior; los dos externos se hallan unidos por la raíz; las uñas son delgadas y poco corvas; la garganta musculosa; algunos tienen muy desarrollada la glotis inferior, y son los pájaros cantores.

Forman los páseres un orden muy natural, puesto que todas las aves de que consta ofrecen una gran semejanza en su estructura; sin embargo, aunque es fácil separarlos de los órdenes inmediatos, no lo es determinar entre ellos subdivisiones bien marcadas, a causa de las transiciones casi imperceptibles que conducen de uno a otro género. Cuvier los clasifica según la conformación de los dedos y del pico, dividiéndolos en cinco familias; y en las subdivisiones de estas ha sabido conservar con admirable sencillez los grandes géneros de Linneo, que los autores dejaron sin compasión desmembrados, dando nuevo nombre a cada sección y destruyendo así la más preciosa utilidad de la nomenclatura de Linneo, cual es la de reunir bajo un solo nombre genérico un gran número de especies. Aprovecharemos esta economía de lenguaje, tan favorable a la memoria, y que Linneo transmitió a Cuvier, quien la consideraba como una de las más felices innovaciones del reformador de la ciencia.


ArribaAbajoFamilia de los Dentirrostres

La primera familia de los páseres es la de los dentirrostres, voz que significa pico dentado; y en efecto, el pico presenta en estos una escotadura a cada lado de la punta del pico, y estas escotaduras correspondientes a dos puntas o dientes de la mandíbula superior, comunican al pájaro la facultad de desgarrar una presa blanda. La mayor parte de los dentirrostres son insectívoros, si bien comen bayas y otras frutas tiernas.


ArribaAbajoPega rebordas

El género de las pega rebordas tiene el pico fuerte, cónico o deprimido, y más o menos ganchoso en la punta, lo cual las aproxima a las rapaces, entre las que algunos naturalistas las colocaron. Las especies de este género son muy crueles, aliméntanse de presa viva, cogen grandes insectos, y atacan a los reptiles, mamíferos y pájaros de reducido tamaño.

La PEGA REBORDA COMÚN o GRIS. (Lanius excubitor, LIN.). Es la especie más común en Europa; tiene unas 9 pulgadas; la cima de la cabeza, la nuca, la espalda y las coberteras de la cola son de un pardo ceniciento claro; las alas y la cola negras, lo mismo que una faja que tiene al rededor de cada ojo; la garganta, el pecho y demás partes inferiores blancas, así como la raíz de las remeras primarias, el extremo de las remeras escapulares, y el borde externo de las dos rectrices laterales; los ojos, el pico y los pies son negros. La hembra tiene el vientre algo grisáceo, y del mismo color lo tienen las jóvenes, y a más muchas rayas circulares pardas. El canto de este pájaro es trui, trui; y lo repite sin cesar cuando está parada en la cima de algún árbol: es valiente, y no siempre huye al acercársele el cazador; defiende su nido de los ataques del cuervo con tal firmeza que le obliga a huir. Vive de insectos que coge al vuelo; aunque come también ratones campestres y hasta pajarillos, cuyas carnes despedaza después de haberles comido los sesos. Anda en las bifurcaciones de las ramas inmediatas al tronco principal, y pone seis huevos blanco-rojizos con manchitas pardas. Es pájaro que no emigra.

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Pega reborda común.

El DESOLLADOR (Lanius collurio, LIN.). Habita igualmente en Europa: su tamaño es de 6 pulgadas; tiene la parte superior de la cabeza de color ceniciento azulado, y también la parte superior de la espalda, nácele junto al pico una faja negra que rodea los ojos, y va a perderse en el orificio de las orejas; la garganta y el vientre son blanquizcos; el manto y coberteras de las alas de un rojo-pardo; las remeras negras y en los bordes leonadas; las rectrices del medio también negras, y las laterales blancas en su origen. El desollador destruye los pajaritos, los lagartos, ranas, y sobre todo los insectos, a los cuales ensarta en los aguijones de los espinos y zarzales. El nombre de desollador viene del modo como desuella a sus víctimas después de haberlas ensartado en las espinas de los matorrales. Dicen que a fin de atraer a los pájaros imita sus cantos, aunque semejante astucia solo le sale bien con los jóvenes. Anida en los arbustos; llega a nuestro país en la primavera, y lo abandona en el otoño.

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Pega reborda fiscal.

El FISCAL (Lanius collaris, LATH.). Esta especie pertenece al África, tiene 9 pulgadas de longitud como la pega reborda europea; la cabeza, la cerviz y el manto pardo negruzco; las alas negras con una mancha blanquizca en el centro de las penas; mayores, cuyos bordes son blancos, la cola es más larga y ancha que la de la pega reborda común, con las dos rectrices del medio negras. Abunda esta especie en el Cabo de Buena Esperanza: es infatigable en la caza; desde que divisa una langosta, una manta o un pajarito, se arroja a él, lo coge, y va a colgarlo de una zarza. Esta última maniobra la practica siempre de modo que la espina traspase la cabeza de la víctima; y cuando el arbusto no es espinoso, entonces sujeta con destreza la cabeza en la bifurcación de dos ramitas. Luego cuando al fiscal le aprieta el hambre va a recorrer sus horcas, y como las víctimas que más le gustan. A esta industria rapaz debe el nombre de fiscal, alusión nada lisonjera para la administración de justicia. El instinto destructor de este pájaro lo conduce a amontonar víctimas mucho más allá de lo que exige la necesidad, así es que la mayor parte se desecan en la horca. El fiscal es chillón, pendenciero, vengativo y enemigo de toda concurrencia; así arroja de sus dominios a las aves que se alimentan de las mismas sustancias que él; aunque por mucho que haga, estas siempre hallan medio de soplarle algunos de sus ahorcados.

El BACBAQUIRI (Lanius bacbackiri, SHAW.). Esta especie abunda también en el África meridional: no tiene el pico tan recio como las precedentes, y en su aire se acerca un tanto a los mirlos; su altura es de 7 pulgadas y media; las partes superiores son de un verde oliváceo; la cima de la cabeza, parda, y junto al pico le nace una raya negra, que bajando por los lados del cuello, se ensancha a modo de coraza en el pecho; cuya particularidad le ha dado el nombre vulgar de mirlo con collar; la garganta y partes inferiores son amarillas, y el pico y los pies negros. Esta especie es poco arisca y muy vocinglera. Por el sonido particular de su canto se le ha dado el nombre bacbaquire. Sin embargo de ser mansa, no deja de participar del instinto sanguinario de sus congéneres. Se ha observado que viven en parejas y que hasta la muerte no se separan; anidan en espesos matorrales; durante el primer año los hijos siguen a los padres formando juntos una pequeña familia viviendo amistosamente, lo cual contrasta con la índole quimerista que muestran con las demás aves.

Los pardalotes son unas pegarrebordas muy pequeñas; tienen la cola corta y también el pico, el cual es algo comprimido y escotado cerca de la punta.

El PARDALOTE MOÑUDO (Pardalotus cristatus, VIEILLOT.). Es una especie perteneciente a la América meridional; su longitud es de 3 pulgadas; las partes superiores son de un verde oliváceo, que tira a amarillo; las plumas de la parte superior de la cabeza, de la frente y de la nuca son pardas en su terminación; junto a la nuca presentan un penacho colorado, las pequeñas coberteras de las alas son blancas en su mitad exterior; las remeras pardas, con los bordes exteriormente de un verde oliváceo; rectrices verdes y de mediana longitud; la garganta y partes inferiores de un hermoso amarillo, el cual es más subido en el cuello y parte anterior del pecho; el pico es negro y en el centro grisáceo, y los pies enteramente negros. Este pájaro se alberga en los montes, en las orillas de los manantiales de los ríos. Encima del espumoso lecho de estas aguas, que van despeñándose entre las rocas y dirigiéndose a la llanura, donde correrán tranquilas y silenciosas, inclinan los bambúes sus undulantes ramas, reunidas por medio de enredaderas; allí se ve revolotear continuamente a los pardalotes siempre a pares; saltar de rama en rama, beber el rocío que contienen las hojas de la tidlansia; y saciarse de suculentos frutos y de insectos. Con todo, a veces interrumpe estos festines un trágico acontecimiento. En las rendijas de los bambúes secos, mantiénese emboscada una araña monstruosa, la migala, de largas patas y robustas mandíbulas, cuya mordedura es ponzoñosa. En tanto que los pardalotes persiguen alegremente a los insectos entre las hojas sin el menor recelo, la migala desde la entrada de su agujero detiene a alguno de aquellos pájaros importunos, híncale en la garganta sus tenazas, y chúpale con afán la sangre, en presencia de su compañera, sobrecogida de terror. De esta suerte, aquel vertebrado que durante su vida había inmolado centenares de insectos a su hambre, viene a ser presa al fin de un articulado más poderoso que él: así la Providencia en su misteriosa sabiduría ha permitido esta sangrienta compensación.




ArribaAbajoPapamoscas

Los papamoscas tienen el pico complanado horizontalmente, guarnecido de pelos en la base, y en la punta ganchoso. Dichos pelos laterales son bastante recios, y están sin duda destinados a impedir que se escape la presa. Los hábitos de los papamoscas son semejantes a los de las pegarrebordas: tienen los ojos grandes y perspicaces, y principalmente se alimentan de insectos; aunque los que tienen mayores fuerzas atacan a los pajarillos; habiendo dado Buffon a estos últimos el nombre de tiranos. Tenemos en Europa solo cuatro especies, tres de ellas, de paso en el mediodía de Francia, a saber:

El PAPAMOSCAS GRIS (Muscicapa grisola, LIN.). Es pardo oscuro, con los bordes de las remeras y de las rectrices de un blanco sucio, y algunas manchitas grises en el pecho: su longitud total es de 5 pulgadas y media. Esta especie coge los insectos al vuelo; mantiénese silenciosa y solitaria posada en la cinta de los árboles en los bosques y en los vergeles. Algunos crían este pájaro en las habitaciones para que destruya las moscas.

El PAPAMOSCAS CON COLLAR (Muscicapa albicollis, TEMMINCK.). Esta especie puede dar margen a varios errores por los cambios que experimenta el plumaje del macho en la estación de la cría: durante el invierno es, lo mismo que la hembra, pardo con una faja blanca encima del ala; al paso que en verano tiene el pico, los pies, la cabeza, la espalda, las alas y la cola negras, de cuyo color negro despréndese un blanco puro en figura de un medio collar en la cerviz, ocupando a más la frente, toda la parte inferior del cuerpo, el borde externo de la cola y por último formando una gran mancha en el ala y delante de esta otra más pequeña. Esta ave, así como la antecedente, hace el nido en el hueco de algún árbol, y lo entapiza con musgo y pelos de animales, frecuenta lo interior de los grandes y poblados bosques, mantiénese en la cima de los árboles, y no desciende sino en tiempo lluvioso en busca de presa, que para él consiste en mosquitos. En tiempo de la cría el macho adquiere un canto agradable semejante al del pitirrojo.

El BECAFIGO (Muscicapa luctuosa, TEMM.). El macho está sujeto a las mismas variaciones de plumaje que el antecedente; pero en él la nuca es negra lo mismo que la espalda; carece de pequeñas manchas en los bordes de las alas: en Provenza es bastante conocido con el nombre de verdadero becafigo. Es poco receloso; así, se le encuentra en las higueras, coge los insectos de la superficie de las hojas y de los frutos, y según Vieillot, come también higos cuando están maduros.

El LINDO (Muscicapa scila, VIEILL.). Es una especie muy hermosa y muy pequeña perteneciente al África meridional: tiene la cola escalonada, y con franjas blancas a cada lado de la misma, siendo negra en el centro, las remeras primarias son negras, y las últimas en parte son de color blanco, el cual va a confundirse con el del borde de las coberteras: los ojos son pardo-encarnados, y les comunica no poco brillo una mancha negra, que naciendo en el ángulo del pico, lo cruza y se extiende hasta la oreja; el centro de la garganta y del pecho presenta un matiz rojizo, el cual parece ser sangre que fluye de una herida; lo restante del plumaje es de un hermoso pardo azulado. Esta avecilla se pone en emboscada para coger a los mosquitos que se presentan a su alcance; y cuando pasa una bandada de estos insectos por cerca del lindo, se lo ve cruzar en todas direcciones y de un solo vuelo por aquella movediza coluna, cuyos movimientos sigue saciándose a su sabor. Én las horas más ardorosas del día en que los mosquitos se hallan en reposo, busca su sustento en los árboles; y entonces come orugas, arañas, etc.; su grito zí, zí, zit lo descubre en medio de la frondosidad de las ramas, donde la vista pudiera apenas distinguirle a causa de su agilidad y pequeñez.

El CORONADO (Muscicapa coronata, LATH.). Pertenece a una sección del género papamoscas, y su pico es largo y complanado; la punta de la mandíbula superior y sus escotaduras laterales son endebles, y tiene en la raíz del pico polos muy largos. La debilidad de estas avecillas no les permite dirigir sus ataques sino a los insectos: todas son extranjeras. El que Buffon llama papamoscas moñudo, o coronado, a causa de la cresta derecha y redondeada que corona su cabeza, tiene superiormente el cuerpo pardo, y las partes inferiores de un hermoso color encarnado, lo mismo que el moño y las partes laterales de la cabeza. La hembra carece de moño; sus colores son los mismos que en el macho, pero menos vivos y marcados. El coronado participa de la resignada paciencia, de la perspicacia de vista y de la rapidez del vuelo que se nota en todos sus congéneres: mantiénese inmóvil en las extremidades de las ramas acechando su presa y despidiendo por intervalos un canto triste. Vive reunido en parejas en las llanuras húmedas y sombrías donde abundan los insectos, y es muy poco arisco. En especial frecuenta los algodoneros, donde da caza a las mariposas que van a chupar el néctar de las flores. Es ave de llano, y por lo mismo nunca penetra en las selvas vírgenes sino que accidentalmente vaya siguiendo la sinuosidad de los valles.




ArribaAbajoCotingos

Los Cotingos son aves de la América ecuatorial, notables por lo lustroso de su plumaje: tienen el pico complanado lo mismo que los papamoscas; aunque a proporción es más corto, bastante ancho, y con una ligera corvadura.

El COTINGA ODINGA (Ampelis carnifex, LIN.). Buffon lo llama Cotinga rojo de Cayena: tiene unas 7 pulgadas de longitud; las partes superiores de un rojo oscuro, cuyo matiz va aclarándose, y pasa a ser escarlata en el obispillo y la cola; el moño que adorna su cabeza es de un colorado vivo, y consta de plumas delgadas y recias; la extremidad de las rectrices de un colorado que tira a castaño, y los bordes son colorados; las remeras pardo rojizas; las partes inferiores son también coloradas con visos pardos; el pico es rojizo; los pies amarillentos y cubiertos en su parte posterior de un ligero plumón. La hembra carece de moño y su plumaje tira más a pardo.

Esta ave, lo mismo que sus congéneres, es silvestre, recelosa y taciturna: vive solitaria en sitios húmedos y umbrosos; nunca penetra en lo interior de los bosques; y sí sólo medio día va a las pendientes de los collados a la altura donde crece el laurel glandífero, cuyo fruto constituye su principal alimento. Desde setiembre hasta enero basta este árbol para alimentar al adinga; pero desde que maduran los granos de la uvaria, va viajando de comarca en comarca, visitando primero el Norte, donde la actividad de la vegetación le proporciona un botín precoz; y en seguida el Sud, donde son los frutos más tardíos. A la estación de la cría es cuando el adinga llega a las provincias meridionales del Brasil. Hace el nido en los árboles más altos a fin de quitarlos del alcance de los mamíferos roedores, a los cuales gustan muchísimo sus huevos.

La CORACINA ENSANGRENTADA, o EL PAVAO (Coracias sculata, LATH.). Esta especie pertenece al Nuevo Mundo; tiene 15 pulgadas de longitud; su plumaje es negro, excepto en el pecho que es de un vivo encarnado: el pico amarillento, el iris y los pies pardo azulados; la hembra tiene el color encarnado marchito y menos marcado sobre un fondo negro.

Esta ave es una de las más silvestres de la América meridional; y así vive solitaria en las selvas vírgenes del Brasil, bajo los umbríos arcos de verdor sostenidos por los troncos de las palmeras: allí se alberga la mayor parte del año, sin salir de la espesura donde crecen sus árboles favoritos. Cuando los frutos del laurel glandífero están maduros, aliméntase con ellos, teniendo por comensales a los tucanes, con los cuales vive en la mejor armonía; pero cuando cesa la abundancia, vuélvese a su soledad y consume gran cantidad de bayas de mirtáceas, en especial las del jabuticaba por contener una pulpa acidulada. Los cazadores miran al Pavao como una pieza excelente: espéranle en acecho, andan silenciosos y con cautela por encima de la yerba que oculta la serpiente de cascabel y dirígense al sitio de donde salen los sonoros cantos del ave.

El CHARLADOR DE BOHEMIA (Ampelis garrulus, LIN.). Esta especie europea se acerca a los Cotingas de América. Es algo mayor que un gorrión; su plumaje presenta una vistosa repartición de matices grises y violados; la garganta es negra; la cola de este mismo color y amarilla en los bordes; y las alas también negras con mezcla de blanco. Adorna su cabeza un tupé de plumas algo más largas que las demás; y las penas secundarias de las alas se ensanchan en su extremidad formando un disco oval liso y colorado.

A pesar del nombre que lleva, es el charlador un pájaro silencioso; su voz es muy débil, y su canto se expresa por las sílabas, zí, zí, zí. Durante el verano habita en el norte de Europa, y acaso allí en la época de la cría despliega un canto más animado que en los países donde pasa el invierno. Por lo regular emigra a los países orientales, y solo por casualidad aparece en nuestras regiones templadas, lo cual le ha hecho mirar como un ave de mal agüero: viaja en numerosas bandadas, es estúpido y fácil de coger y come de todo. Según dicen es su carne excelente.




ArribaAbajoDrongos

Pertenecen los drongos al África y a las Indias, y se diferencian de los papamoscas en que tienen ambas mandíbulas ligeramente corvas en toda su extensión.

El DRONGO CON PENACHO (Laiuus forficatus, LIN.). Es del tamaño de un tordo; tiene el plumaje negro con cambiantes verdes; elévase desde la frente un penacho formado por largas y delgadas plumas, y se encorva hacia delante; el pico, pies y uñas son negros, y los ojos pardos. Los drongos habitan en los bosques en pequeñas bandadas; de estos parten antes y después de ponerse el sol, y se mantienen en los alrededores acechando las abejas que van a la pecorea o vuelven de ella. Forman una escena muy animada unas treinta aves revoloteando confusamente en torno de un árbol, cazando las abejas al vuelo en mil varias direcciones y entre continua gritería. Si un enjambre les escapa, se retiran luego en busca de otro. Los hotentotes miran esta escena nocturna, según dice Levaillant, como una conversación entre esos pájaros y los brujos, de donde nació el epíteto de diabólico que les dio aquel pueblo supersticioso.

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Drongo con penacho.




ArribaAbajoTanagras

Forman este género unas aves que viven en las regiones cálidas de América, y cuyo plumaje presenta vivísimos colores. Tienen el pico cónico triangular, levemente encorvado en su arista, y con escotaduras en la punta: sus alas son cortas. Los tanagras tienen los hábitos muy semejantes a los de los gorriones, y lo mismo comen granos que frutos e insectos.

El RÁNFOCELO ESCARLATA (Tanagra brasilia, LIN.). Tiene 7 pulgadas de alto; el plumaje de un color escarlata vivísimo; las alas, cola y piernas de un negro aterciopelado; el pico negruzco superiormente, y blanco en su parte inferior. La hembra tiene las partes superiores verdes, y las inferiores, de un verde amarillento; las remeras y las rectrices de un pardo verduzco. Este pájaro se alberga en las umbrosas riberas de los ríos, donde se alimenta de frutas pulposas; en especial lo gustan las de la Eugenia, que los brasileños llaman Pitangas, y hacen de ellas jaleas acídulas muy sabrosas.

El ARZOBISPO (Tanagra archiepiscopus, DESM.). Tiene las partes superiores de un verde oliváceo; la cabeza, cuello y pecho de un gris apizarrado, con cambiantes violáceos; el vientre gris; las remeras y rectrices pardo-negruzcas con los bordes verde-amarillentos; las pequeñas coberteras del ala de un amarillo dorado, y el pico y los pies negros. Su tamaño es de 7 pulgadas: abunda mucho este pájaro en el Brasil, donde va en pequeñas bandadas; el canto del macho no es desagradable. Para su alimento, prefiere esta ave la fruta de los solanos, y sobre todo las del fitolaca.




ArribaAbajoMirlos

El género de los mirlos ofrece interesantes especies: las que lo componen tienen el pico comprimido y arqueado, aunque sin punta ganchosa, ni sus escotaduras encajan en dientes tan fuertes como las de las picazas. No obstante, hay circunstancias graduales y de transición entre uno y otro género: estos animales tienen un régimen más frugívoro, y aunque comen insectos, gústanles mucho las frutas. Aquellos que tienen el color del plumaje más uniforme, o distribuido en grandes masas, son los que especialmente llevan el nombre de mirlos; y se reserva el de tordos a los que tienen su plumaje parduzco; es decir, sembrado de manchitas negras y pardas. La primera especie es el mirlo común.

El MIRLO COMÚN (Turdus merula, LIN.). Su tamaño es de 9 pulgadas y media; su plumaje enteramente negro, el pico y el contorno de los ojos, de color amarillo. La hembra es negruzca superiormente, y pardo-rojiza en las partes inferiores, la garganta se halla salpicada de manchas rojizas; el vientre es ceniciento, y el pico y los pies negruzcos.

Los mirlos se hallan difundidos por todos los países de Europa; son aves sedentarias, y aún parece que cobran apego a los sitios donde por primera vez fijaron su residencia: su alimento consiste en insectos y frutas de toda especie. Durante el invierno acuden a los bosques de árboles siempre verdes; como abetos, enebros, etc., y solo entonces van reunidos en bandadas; en los demás tiempos viven solitarios o en parejas; el movimiento de la cola es en ellos muy frecuente, sobre todo cuando les agita alguna pasión; son de índole recelosa y selvática; pero se domestican fácilmente, y puede enseñárseles a silbar algunas notas y hasta a articular palabras. El canto del macho, el cual se oye durante la primavera, es brillante. Junto con la hembra se ocupan en la construcción del nido, lo colocan en los matorrales a muy poca altura del suelo, y lo forman de raicillas, musgo y yerbas secas, acolchándolo en su interior con lana y plumón. La puesta consta de cuatro o cinco huevos, de un verde-azulado con manchas pardas confusas y numerosas.

MIRLO CANTOR (Turdus musicus, LIN.). De todas las especies de nuestros climas este es el que mejor canta, y el que más se apetece como sabroso bocado: su tamaño es de 8 pulgadas y media; sus partes superiores son pardo-oliváceas; los bordes y extremidad de las coberteras de las alas, amarillo-rojizos; las mejillas amarillentas; la garganta blanca; los lados del cuello y el pecho amarillo-rojizos, con manchas pardas que forman como un triángulo; el vientre y costados blancos con manchas pardas de figura elipsoide; el pico es amarillento, y los pies pardos.

Esta especie viaja a bandadas numerosas; y en nuestras comarcas aparece dos veces durante año: llega a fines de setiembre y permanece todo el tiempo de las vendimias; durante el invierno vive en los países del mediodía, y vuelve a Francia por la primavera; aunque muy pronto los calores del estío, que según parece incomodan bastante a este pájaro, le obligan a dirigirse hacia el norte. Durante su primera aparición, es decir, en otoño, las frutas que encuentran en abundancia comunican a su carne un sabor muy delicado; pero por la primavera, faltando aquellas, se ven obligados a vivir de insectos y caracoles, lo cual le quita del todo su estima haciendo de ellos una caza inútil. Algunos pasan en Francia toda la buena estación, en cuyo caso anidan en los manzanos o en los matorrales. El canto del macho es sumamente delicioso; posado en la cima de un árbol no cesa durante horas enteras de exhalar sus melodías. Su grito ordinario consiste en un pequeño silbido. A excepción de las épocas de viaje, estos pájaros solo andan reunidos en cortas bandadas de ocho o diez individuos, que parecen componer una familia.

El TORDO VULGAR (Turdus viscivorus, LIN.). Su tamaño es de 11 pulgadas. Tiene la cara inferior de las alas blanca. Sus hábitos son iguales a los del mirlo; pero es menos estimado como pieza de caza: es de índole tan desconfiada, que rara vez cae en los lazos. Aliméntase de orugas, caracoles, y también de frutas suculentas; como son ayas, cerezas, bayas de enebro, hiedra, y en especial de muérdago; y como a las semillas, de esta última planta no las altera la digestión, el ave va lejos a deponerlas mezcladas con los excrementos, volviendo así a sembrar el muérdago que crece parásito en la encina y el manzano.

El tordo vulgar, a más de su natural desconfianza, es de carácter pendenciero, tanto que a menudo se pelea con los de su misma especie; pero en tratándose de atacar o de rechazar a otra ave de mayores fuerzas, se juntan con afán y mancomunan sus esfuerzos contra el enemigo común; así es como les vemos atacar a los cuclillos, cuervos, picazas, lechuzas, y hasta a las rapaces diurnas coma el gavilán, el esmerejón, etc. Levaillant, que habitaba en la aldea de Asnieres, cerca de París, fue atraído cierto día hacia el llano de Gennevilliers por los gritos de una multitud de tordos, que estaban reunidos delante de un matorral; fue allá, y vio un águila pigarga que se había refugiado allí, donde se mantenía acurrucada. Fue este un afortunado hallazgo para aquel cazador, que aún no había entonces conquistado jirafas y elefantes de África. Volviose al punto a la aldea; tomó una pistola de carga con gruesos perdigones, y volvió al matorral, donde los intrépidos tordos tenían todavía al águila acorralada en el mismo sitio. Pero ¡ah! la escena tenía lugar en el sitio llamado el Recreo del Rey: no ignoraba Levaillant las bárbaras leyes que aún en esa época estaban vigentes para los delitos de caza; pero si por una parte temía las penas que estas imponían a los cazadores intrusos; por otra aguijábale con más fuerza el deseo de poseer un águila encontrada a dos leguas de París: con que, echa una ojeada a los alrededores; acércase al águila; tírale a diez pasos de distancia, y la mata: entierra la pistola; coge el águila, y se vuelve a su casa, creyendo que de todos lados salían guardabosques a detenerle. Por último llegó, sin que hubiese sido notado, a su habitación, con tan preciosa conquista; no menos contento y satisfecho que algunos años después, cuando en África mató por primera vez una jirafa.

Levaillant observó en África numerosas especies de mirlos; de las que vamos a dar a conocer las principales.

El GRIVU (Turdus olivaceus, LATH.). Es semejante a nuestro tordo común, y despide la misma voz de llamamiento zipp, zipp. En la estación de la cría el macho tiene un canto sibiloso, que empieza una hora antes de salir el sol, y por la tarde lo repite, continuándolo a veces toda la noche. Es ave de paso en el Cabo de Buena Esperanza; cuyo paso dura unos doce o quince días: frecuenta los sitios húmedos, y da caza a los insectos a lo largo de los setos y de las malezas. Su tamaño es de 8 pulgadas y media; sus partes superiores son pardo-oliváceas; la anterior del cuello y pecho parduzca con visos anaranjados; la garganta es blancuzca con estrías pardas; y lo restante de las partes inferiores de un amarillo anaranjado; finalmente el pico y los pies son amarillos.

El ROCAR (Turdus rupestris, LATH.). Es semejante al mirlo de roca de nuestros climas: tiene 8 pulgadas de longitud; sus partes superiores son pardas con los bordes de las plumas rojos; la garganta y el cuello de un pardo azulado; las remeras de un pardo oscuro con los bordes azulados, el obispillo, las rectrices laterales, y las partes inferiores de un vivo colorado, y el pico y los pies negros. Es pájaro muy receloso y difícil de obtener, pues se para siempre al borde de hondos precipicios, y anida en los huecos de las peñas, donde es imposible penetrar aún en el caso de haber descubierto la entrada de la hendidura. Su canto es bello, y tiene a más la facilidad de imitar los de otras aves.

El ESPÍA (Turdus explorator, VIEILL.). Lo mismo que el rocar, es una especie muy inmediata a la del mirlo de roca: tiene 8 pulgadas; sus partes superiores son pardas; las coberteras de las alas y las remeras negruzcas, con los bordes blancos; la cabeza, cuello y las escapulares son pardo-azuladas; las coberteras de la cola, y las rectrices laterales rubias; el pecho es de un rojo marrón; el vientre rojizo y el pico y los pies negros.

Vive el espía en enriscados montes, en cuyas peñas cría a sus hijos: es más esbelto y ligero que el rocar, teniendo también mayor envergadura. La caza de esta ave es muy difícil; pues parece que se burla del cazador, alejándose más y más a medida que este se le va acercando, y parándose siempre a distancia segura. Así que llega el ave a una peña, vuélvese de repente a fin de no perder de vista al sujeto que lleva trazas de perseguirla, y se befa de él levantando la cola, batiendo las alas y despidiendo una voz aguda. Si cansado el cazador de sus inútiles pasos, se oculta tras de una roca para acechar y esperarla en aquel sitio, entonces llega el espía, después de haber hecho un gran rodeo, a colocarse de manera que pueda ver a su enemigo y vigilar todos sus movimientos. Necesítase suma destreza para aprovechar el tiro; pues apenas tiene el tiempo este de salir del arma, que ya el ave se ha hundido en el suelo, y evita el plomo mortífero; si la yerran se mantiene oculta muchísimo tiempo; y si quedó herida, dirígese arrastrando debajo de alguna peña, en donde muere siendo una víctima inútil. El único modo de acertarla es esconder el arma en las malezas: entonces, viendo al hombre desarmado el ave se le acerca y al fin puede conducirla al sitio donde está oculta la escopeta; en cuyo caso la coge de improviso y le tira sin darle el tiempo de alejarse. En la época de la cría es menos tímida, y cuando alguien quiere apoderarse del nido, tanto el macho como hembra lo defienden con la mayor intrepidez; aunque por otra parte el nido está situado a tanta profundidad en el hueco de la peña que casi es imposible alcanzarlo.

El RECLAMADOR (Turdus reclamator, VIEILL.). Tiene 7 pulgadas de largo; las partes superiores pardas, variadas de azulado y de oliváceo; las remeras negras con los bordes pardo-azulados; las rectrices intermedias negruzcas y las laterales amarillas con los bordes negros; las partes inferiores son leonadas; el pico ceniciento, y los pies amarillos. Este pájaro tiene una voz de llamamiento muy extraordinaria, y que llenó de terror al alma supersticiosa de un hotentote de los que acompañaban a Levaillant. Habiendo aquel pobre muchacho muerto una hembra de la especie de que tratamos, oyó que un macho repetía en torno suyo: pict myn vraw; palabras que en lengua holandesa significan. Pedro, mi mujer; y le pareció que el ave reclamaba su hembra; en términos que desde aquel punto no quiso tirar a ninguna otra de la misma especie. De ahí tomó pie Levaillant para dar a este pájaro el nombre de reclamador. A más, tiene un canto melodioso en la época de la cría, el cual ejercita a todas horas, así de noche como de día. Pósase en la cima de los árboles más altos, y es difícil acercársele cuando canta.

El IMPORTUNO (Turdus importunus, VIEILL.). Tiene el mismo tamaño y formas que el antecedente: superiormente es oliváceo; los bordes de las renteras y de las rectrices laterales son amarillentos; las partes inferiores presentan un verde oscuro, y el pico y los pies son pardos. No es menos turbulento que el reclamador; el canto consiste en un continuo, pit pit. Abunda en la extensión de las costas orientales del África. Estas aves importunaban a Levaillant revoloteando cerca de él, saltando de árbol en árbol, e impidiéndole otra caza; cerníanse encima de su campamento, y cuando quería trabajar le era preciso desembarazarse a tiros de unos pájaros tan curiosos y bulliciosos.

El JUAN FEDERICO (Turdus phenicorus, LATH.) Tiene 6 pulgadas y media de longitud; sus partes superiores son de un pardo oliváceo; la frente y las cejas blancas; el cerco de los ojos negro; la garganta, el pecho, el obispillo y las rectrices laterales de un vivo colorado; la cola escalonada, y el pico y pies cenicientos. Por la delgadez del pico se asemeja esta especie a los collalbas, de que luego hablaremos. La de que estamos tratando se ha dado ella misma el nombre; pues en su canto, que repite durante todo el día, parece que articula estas palabras Juan Federico bajo distintos tonos; acompañándolo con cierto movimiento de las alas y de la cola. Tiene una vista sumamente perspicaz, de modo que a larga distancia divisa el más diminuto insecto; es poco arisca y muy curiosa, bastando para atraerla con remover algo la tierra; así cae en todos los lazos que le tienden y muere cautiva. Sólo el macho tiene verdadero canto; pues la hembra solo despide la voz tic, tic, semejante a la del pitirrojo. El Juan Federico abunda en el sud del África, donde es muy apetecido por la delicadeza de su carne.

El MIRLO POLIGLOTO (Turdus polyglottus, LIN.). Es conocido en la América meridional con el nombre de burlón. Tiene 9 pulgadas; las partes superiores de un gris oscuro; en las rectrices del ala se nota una mancha oblicua, regularmente acompañada de algunas manchitas; el sobrecejo es blanco, lo mismo que los bordes de las rectrices, las cuales son negruzcas; las partes inferiores blanquizcas con manchitas blancas, y el pico y los pies negros. La voz ordinaria de este pájaro es triste, pero en la época de la cría el macho despliega un canto sumamente delicioso.

Cuando un viajero oye el fuerte y apasionado canto del mirlo poligloto por entre las ramas de la magnolia de la Luisiana, compáralo a las nocturnas melodías del ruiseñor, y siente, según Audubon, un secreto desdén hacia lo mismo que antes fue su admiración. La bignonia y la ampelopsis enlázanse en torno de los árboles, los coronan, y vuelven a caer formando guirnaldas; aromáticas flores, racimos que maduran, purpúreos corimbos y una atmósfera suave y luminosa embelesan todos los sentidos: si entonces levantamos la vista; en una rama de magnolia vemos que descansa la hembra; mientras que el macho, más ligero que la mariposa, da rápidas vueltas en torno, subiendo, bajando y volviendo a subir, con su bello plumaje medio extendido, saludando con la cabeza a su dulce compañera, y empezando de nuevo su admirable canto cuantas veces se eleva por los aires. No empieza, como el ruiseñor, su canto con largos y melancólicos suspiros; sino que entra de repente en su tema melódico, el cual luego modula, gradúa o varía con un arte increíble, haciendo que su dulce cantilena contenga los más melifluos sonidos que a su imitación le presenta la naturaleza; tales como el susurro de las hojas, el lejano retumbo de la catarata, o el delicioso murmullo del vecino arroyuelo. Este canto acompaña a su vuelo; sin embargo es un simple preludio; pues cuando se posa en la rama que sostiene a la hembra, entonces sus notas adquieren más brillo, mayor dulzura y delicadeza. En seguida toma otra vez el vuelo, y examina, antes de bajar, los contornos por si ve algún enemigo que amenace su calma y seguridad; bate las alas, y parece que en los aires ejecuta una juguetona danza; después vuelve al lado de su amiga, y por final de ese gran concierto, le da la imitación más exacta de todas las melodías, gritos, silbidos y acentos que pertenecen a las demás aves, y hasta a los cuadrúpedos: el ladrido de la zorra, el mugido del bisonte, el mayido del gato cerval, el canto del pardillo, y de la perdiz; el cloqueo de la gallina y hasta el graznido del cuervo y del mochuelo imita con tanta propiedad, que llena de espanto a los pajaritos del contorno. Finalmente, la hembra despide un sonido particular, triste y como sofocado, con que impone silencio al macho; y en seguida la pareja se ocupa en buscar un sitio a propósito para hacer el nido, el cual hacen siempre cerca de alguna casa habitada. El poligloto al parecer conoce que su canto agrada al hombre, por lo que es muy manso. Regularmente escoge para colocar el nido un naranjo, una higuera o peral, en la bifurcación de una rama: pone cinco huevos de forma regular, de un viso verde, con manchas pardas: hace tres crías cada dos meses, desde que empieza la primavera hasta el otoño; y en el tiempo de la incubación, el macho va en busca de insectos, y los lleva a la hembra, que se lo agradece con un grito lleno de ternura: muy rara vez se aparta esta última del nido para refrescarse o revolcarse en la arena; y si a la vuelta halla algún huevo fuera de su lugar, suelta un grito bajo y triste, que atrae luego al macho, y ambos se consuelan mutuamente. No se crea que por ello abandone los huevos; antes al contrario multiplica sus cuidados, y ya no los deja más hasta que nacen los pollitos, guardándolos con tal afán, que cuando están cerca de nacer, antes se deja coger que abandonarlos. La incubación dura quince días, tiempo igual al que dura la infancia de los pajarillos, a quienes los padres alimentan con gusanos. Los plantadores tienen mucho respeto a tan amables vecinos, y prohíben a sus chiquillos que los inquieten. Los enemigos más peligrosos son los gatos domésticos y las serpientes; en cuanto a los pájaros de rapiña, son muy pocos los que atacan al burlón, pues siempre se defiende vigorosamente, y hasta se anticipa con frecuencia al agresor: el único que alguna vez le sorprende es el HALCÓN DE STANLEY (Falco Stanleii), el cual vuela bajo y arrebata al burlón sin pararse; pero si llega a errar el golpe, entonces el páser es quien le ataca a su vez, persiguiéndole, y llamando en su auxilio a sus iguales, y aunque no pueda alcanzar al merodeador, la alarma movida entre los pájaros le aturde y desconcierta.

Los poliglotos de la Luisiana no emigran; solo que en octubre llegan del norte los viajeros, a quienes reciben los sedentarios primero a picotazos, lo cual desde luego intimida a los recién llegados; pero viene el invierno y se restablece la sociabilidad. El burlón es muy domesticable; sigue al hombre lo mismo que el perro; a veces sale a cantar en los bosques, y vuelve cuando regresa su amo: con todo, el adiestramiento no perfecciona las facultades músicas de esta ave.




ArribaAbajoMirlos de agua

Se han separado de los mirlos propiamente dichos por tener el pico comprimido, recto y compuesto de mandíbulas igualmente altas, delgadas y puntiagudas, siendo la superior ligeramente arqueada. Constituyen el género Cinclo.

El BUZO (Turdus cinclus, LATH.). Tiene las partes superiores pardo-negruzcas, con visos cenicientos; el pico negruzco; el iris gris; y su longitud es de 7 pulgadas. En la hembra son dichos matices más claros, y la cima de la cabeza y la cerviz de color ceniciento oscuro. Este pájaro pertenece a Europa; tiene las piernas algo largas, y frecuenta las orillas de los claros arroyos en busca de insectos acuáticos, de que se alimenta. Lo que comunica a su historia bastante interés, es la facultad que tiene de caminar por el fondo de las aguas. Las aves nadadoras tienen los pies palmeados; las zancudas solo se sumergen hasta el cuerpo; pero el buzo, sin ser palmípedo ni zancudo, se sumerge enteramente, y se pasea por el fondo con sus pasos contados cual si se hallara en terreno seco, ya siguiendo a lo largo la pendiente del lecho, ya al través desde una orilla a la opuesta. Cuando entra en el agua, al llegarle debajo de las rodillas extiende las alas, las deja colgantes y las agita con cierto temblor; en seguida sumérgese hasta el cuello y por último hunde la cabeza, la cual lleva en el mismo plano que cuando se encuentra al aire. Baja al fondo, donde avanza o retrocede, recorriéndolo en todas direcciones y zampándose al propio tiempo los insectos de agua dulce que encuentra, y que constituyen su principal alimento. Así pues, para esta avecilla es el agua un elemento tan natural como el aire: no titubea al entrar en ella, ni busca rodeos, sino que se sumerge directamente. Las plumas del buzo, a semejanza de las del pato, están cubiertas de cierta grasa que impide que el agua las penetre; y cuando se pasea por el fondo parece cubierto de vejiguillas de aire que le dan un brillo argentino.

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Buzo.




ArribaAbajoOropéndolas

El género de las oropéndolas sólo se diferencia de los mirlos por alguna mayor fuerza en el pico, y tener a proporción algo más largas las alas.

La OROPÉNDOLA EUROPEA. (Oriolus galbula, LIN.). Esta especie es de las más hermosas que tenemos en Europa; tiene a corta diferencia el tamaño del mirlo; el macho es de un hermoso amarillo; las alas y la cola negras, lo mismo que una mancha que tiene entre el ojo y el pico, y el extremo de la cola amarillo. No obstante, los individuos jóvenes mientras no son adultos y las hembras durante toda su vida presentan en lugar del color amarillo el oliváceo, y el pardo en lugar del negro. El paso de la oropéndola tiene lugar en abril, cuando regresa del África, y en agosto cuando vuelve allá a pasar el invierno. A su llegada se aparean y trabajan en la construcción del nido, el cual es admirable: afiánzanlo en la bifurcación de dos ramitas, y al rededor de estas entrelazan varias briznas de paja, cáñamo o lana, parte de las cuales yendo directamente de una a otra rama forman el borde del nido por su cara anterior; al paso que las otras, penetrando en su entretejido y pasando por debajo, van a parar también en la rama opuesta y dan mucha solidez a la obra. Lo interior está acolchado con una capa de musgo, telarañas, plumas, etc. La hembra pone cuatro o cinco huevos oblongos, blanquizcos, salpicados de manchitas pardas. Aliméntanse los pequeñuelos con insectos y larvas; los padres defiéndenlos de todo ataque extraño, aunque venga del hombre: así refiere Geneau de Montbelliard que habiendo cogido un nido, la hembra murió en la jaula junto a los huevos por no abandonarlos. Estas aves, además de insectos, comen cerezas y otras frutas suculentas cuando están maduras, con lo que su carne adquiere un gusto delicado.




ArribaAbajoLiras

LA LIRA (Menura lira, VIEILL.). Es una ave de la Nueva Holanda, de tamaño casi como el del faisán, por cuya razón algunos autores la pusieron entre las gallináceas; pero Cuvier ha demostrado que pertenece a los páseres, por tener los dedos de los pies separados, excepto la primera articulación del externo y del medio; y que se acerca a los mirlos por el pico triangular en la raíz, largo, poco deprimido, y escotado hacia la punta. Es el macho muy notable por la configuración de la cola, compuesta de diez y seis penas; doce de ellas separadas y paralelas; dos medias guarnecidas de barbas espesas solamente de un lado, y dos externas, encorvadas formando una S, a semejanza de los brazos de una lira, cuyas barbas internas son largas y densas formando como una ancha cinta; y las externas cortas, menos en la extremidad, en que van alargándose. La hembra solo tiene doce penas en la cola, y su configuración y estructura son lo general a todas las aves. Esta ave magnífica se alberga en los bosques de eucaliptus y de casuarina, y en las soledades australes, representa la lira de los griegos del antiguo mundo.

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LIRA.




ArribaAbajoPicofinos

Vamos ahora a tratar de un género sumamente numeroso, caracterizado por un pico recto, delgado y semejante a un punzón, es decir, del género picofinos, el cual se ha dividido en varias secciones; aunque nos limitaremos a dar a conocer las especies que mayor interés ofrecen.

La CALLALBA COMÚN (Motacilla rubicola, LIN.). Es un pajarito de 4 pulgadas y media, pardo, con el pecho rojo, la garganta negra, los lados del cuello blancos, lo mismo que encima de las alas y el obispillo. Habita en Europa y África; vésele revolotear ligero en torno de los matorrales, siendo incesantes los rápidos movimientos de las alas y de la cola. Aliméntase de insectos, y hace el nido en los troncos de los matorrales y en las hendiduras de las peñas. Su paso por nuestros países es en la primavera y en el otoño; aunque en el África es sedentaria.

El FAMILIAR (Sylvia sperata, VIEILL.). Esta especie pertenece al África meridional, tiene unas 5 pulgadas; las partes superiores son pardo-verduscas; las remeras y sus coberteras, pardas, con los bordes de un matiz más claro; las rectrices intermedias, negruzcas; y las laterales, leonadas, con manchas oblicuas negruzcas; las partes inferiores, grises con visos rojos, y el pico y los pies negros. Este pájaro tiene la costumbre de batir las alas a cada instante, y por intervalos levantar y abatir prontamente la cola. Casi nunca se posa en el suelo, y cuando esto sucede, no permanece más tiempo que el simplemente indispensable para tragarse un gusano. De todos los páseres este es el menos arisco; pues, según Levaillant, se deja alcanzar y acariciar, sin dar muestra de susto, y para atraerlo hasta con enseñarle una lombriz, y al punto acude a posarse en la mano.

El PITIRROJO (Motacilla rubecula, LIN.). Tiene el pico algo más estrecho en la base que la collalba; su tamaño es de 5 pulgadas y media; superiormente es pardo oscuro; la garganta y el pecho, son colorados, y el vientre negro. Encuéntranse los pitirrojos en Francia en casi todas las estaciones; los que han permanecido durante el invierno cuando aparecen los fríos rigurosos van a buscar un refugio en las casas. Por la primavera vuélvense a los bosques para hacer su cría. El pitirrojo es muy madrugador, así es que se oye su canto desde la aurora, con el cual distrae a la hembra mientras está empollando los huevos.

La PEZPITA DE GARGANTA NEGRA (Motacilla phaenicurus, LIN.). Superiormente es parda; tiene la garganta negra, el obispillo y las penas de la cola de un encarnado claro. Anida en los muros derruidos, en el techo de habitaciones aisladas, y en los huecos de los árboles. El macho por la primavera tiene un canto melodioso, que hace oír especialmente al amanecer y después de puesto el sol.

CURRUCAS

Las currucas tienen el pico recto y delgado en todas sus partes, algo deprimido hacia delante, con arista superior y ligeramente corvo en la punta. La más célebre de todas es el ruiseñor (Motacilla luscinia, LIN.). Su longitud es de 6 pulgadas y 2 líneas; sus partes superiores son pardo-rojizas; la garganta y el vientre blanquizcos; el pecho y costados cenicientos; la primera remera es corta, la segunda más corta que la tercera, e igual a la quinta. He ahí los matices del ruiseñor; pero lo que sobre todo caracteriza a este pájaro es la melodiosa variedad de su canto. Hay en la obra de Buffon una página admirable, en que su autor Geneau de Montbelliard se elevó a la altura del asunto que trata; y dejando aparte ciertas exageraciones, que hacen del ruiseñor un artista sobrado civilizado, aunque por otra parte son hijas de un sincero entusiasmo, el capítulo que trata de este pájaro es una obra perfecta. Pudiera creerse que el autor tenía delante en la ventana de su gabinete una de esas currucas, y que en cierto modo escribía bajo su dictado cuando iba enumerando con tal gallardía las maravillosas cualidades de su canto. «Brillantes gorjeos, vivas y ligeras tiradas, celeridad de puntos, en que la limpieza compite con la volubilidad; un sordo murmullo interior, que a pesar de no ser del todo apreciable al oído, da mayor realce a los tonos sensibles; trinos briosos, rápidos y fuertemente articulados con el mejor gusto; animación; deliciosos y penetrantes sonidos, verdaderos suspiros de amor y voluptuosidad: he ahí un melodioso conjunto de bellezas que naciendo del corazón, hacen palpitar todos los corazones.» El alemán Bechstein probó a escribir las sílabas que este pájaro al parecer articula: y son como sigue: Tiúu, tiúu, tiúu, tiúu, schpetiú tocúa. -Tió, tió, tió, tió, tioitia. -Kuntío, kuntío, kuntío, kuntío, etc. Pero esta traducción no da idea más que de los consonantes articulados, siendo imposible reproducir con todo su embeleso las sonoras vocales del ruiseñor; de modo que para quien no oyó al pájaro es una letra muerta.

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Ruiseñor.

El ruiseñor es de índole tímida, viaja, parte y vuelve solo; llega a nuestras comarcas a principios de abril; y para cantar no aguarda a la hembra, aún cuando en la época de la incubación su canto se vuelve mucho más animado y expresivo. Hace el nido en los matorrales a poca elevación del suelo, y a veces basta entre las raíces, construyéndolo con musgo, hojas de encina, crines y estopa. La puesta consta de cuatro o cinco huevos redondeados pardo-verduzcos; y durante la incubación canta así de noche como de día; pero luego de nacidos los pajarillos, lo que se efectúa a últimos de mayo, altérase la voz de esta ave, convirtiéndose en una especie de graznido ronco. Alimenta a su cría con gusanitos y larvas de insectos, lo que desengurgita en sus piquitos. Al fin de setiembre emigra a Egipto, Siria y Asia en busca de alimento, de que carecería en nuestros países.

Las currucas que siguen después del ruiseñor tienen en su mayor parte agradable canto y alegres movimientos, y también dan una caza continua a los insectos.

La CURRUCA GRIS o COMÚN (Motacilla orphea, TEMMINCK.). Es la mayor de las que existen en nuestro país, pues tiene 6 pulgadas de longitud; su plumaje es pardo-ceniciento en las partes superiores, y blanquizco en las inferiores; el extremo del ala es blanco; la pena externa de la cola es blanca en sus dos tercios; la segunda tiene una mancha en la extremidad, y las restantes un ribete. Llega a nuestro clima por la primavera: su índole es tímida, pero muy alegre, y el más leve ruido la asusta y la obliga a esconderse entre las hojas, aunque no pasa un momento sin que vuelva a revolotear de un árbol a otro en persecución de insectos. Anida en los arbustos o en las ramas; por último, aunque durante la primavera esta avecilla es insectívora, por el otoño se vuelve frugívora, y es entonces su carne exquisita y muy estimada.

La CURRUCA DE CABEZA NEGRA (Motacilla atricapilla, LIN.). Tiene 5 pulgadas y media de largo; la parte superior de la cabeza es en el macho de un negro perfecto, y por una parte se extiende hacia la nuca; mientras que por otra pasa por encima del ojo, partiendo de la raíz de la mandíbula superior; lo restante del cuerpo es pardo, cuyo matiz va siendo más claro a medida que desciende a las partes inferiores. Esta especie es común en Europa, y se alberga en los setos de nuestros jardines, sin que la asuste la aproximación del hombre. El macho tiene un canto brillante que se acerca al del ruiseñor.

La CURRUCA PEQUEÑA (Motacilla salicaria, LIN.). Tiene las partes superiores pardas, y a veces con un matiz oliváceo; las inferiores blanquizcas en el vientre, las coberteras de la cola y la garganta; el pecho y costados son pardo-rojizos; el espacio entre el pico y el ojo es blanco; las penas del ala y de la cola son de un pardo claro, y lo mismo el pico y los pies. La hembra tiene el cuerpo sembrado superiormente de manchas y de visos verduzcos, y las inferiores de un ceniciento claro: el tamaño es de 5 pulgadas y medía. Este pájaro frecuenta nuestros vergeles, bosquecillos y arbustos de los jardines hasta en el interior de las ciudades más populosas. Sale de acá en otoño, y va a pasar el invierno en Asia y África. El canto del macho se asemeja al del antecedente, si bien es más melodioso y vario. Anida en los setos y grandes arbustos, colocando el nido casi al descubierto, el cual se compone de tallos de yerbas en el exterior y de crines interiormente.

El RUISEÑOR DE RÍO (Turdus arundinaceus, LIN.). Tiene el plumaje pardo-rojizo superiormente, y amarillento en las partes inferiores; la garganta blanca, y un rasgo blanco en el ojo; el pico casi tan arqueado como el de los mirlos, lo cual indujo a Linneo a clasificar este género entre los tordos. Su tamaño es de 7 pulgadas; hace el nido en los juncales, y se alimenta de insectos.

El PICOFINO DE LOS CAÑAVERALES (Motacilla arundinacea, LIN.). Aseméjase al ruiseñor de río así en el plumaje como en los hábitos; sin embargo es una tercera parte más pequeño; sus partes superiores son pardo-rojizas, de un solo matiz y sin manchas; la garganta es blanquizca, y se ve un rasgo de ese mismo color al rededor de los ojos; todas las partes inferiores presentan un baño rojo, en especial los costados; la cola es bastante larga y redondeada; el pico deprimido lateralmente; la mandíbula superior es parda, y la inferior amarillenta; los ojos negros, los pies y las uñas pardo-oscuros. Esta especie frecuenta los ríos, lagos, pantanos, etc.; el macho hace oír su canto ronco durante el día, y a veces también por la noche. Casi siempre le vemos trepar por los cañaverales cogiendo el tallo de una caña y recorriéndolo, a saltitos en toda su extensión. Hace un nido oblongo, diestramente entrelazado en las cañas; y la hembra pone cuatro o cinco huevos de un blanco verduzco y con manchas pardas y verdes.

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El picofino de los cañaverales.

La COSTURERA (Motacilla sartoria, LIN.). Es esta una pequeña especie de las Indias, de 5 pulgadas de longitud y cuyo plumaje es del todo amarillo. Acaso es este pájaro el que manifiesta entre todos una industria maternal más ingeniosa y admirable: construye el tejido del nido con fibras delicadas, plumas, plumón, vilano de los cardos; y luego con el pico y las patas hila el algodón que ha sacado del gossipium; en seguida agujerea los bordes de varias hojas de limbo sólido y ancho, y en tales agujeros pasa su hilo, de modo que va cosiendo juntas varias hojas hasta que forman un dosel suspenso y que envuelve del todo el nido que el ave quiere esconder de los extraños y de los enemigos.

La CURRUCA DE INVIERNO (Motacilla modularis, LIN.). Es la única especie de curruca que permanece en estas comarcas durante todo el año; su voz ordinaria, que es muy suave, consiste en las sílabas trit, trit, trit, trit, repetidas con viveza y con timbre argentino, lo que permite distinguirla muy fácilmente entre el murmullo de las demás aves; y no obstante la monotonía de este canto, nos gusta tanto más, cuanto que es el único que se oye durante la triste estación de invierno. Esta avecilla, destinada a pasar entre nosotros el tiempo de riguroso frío, tiene el plumaje más denso que las demás currucas. Tiene 5 pulgadas y 5 líneas de longitud, la parte superior la cabeza cenicienta con manchas pardas; los lados del cuello, la garganta y el pecho de un gris apizarrado, que se vuelve más claro bajando hacia el vientre, donde acaba por ser blanquizco; la espalda, las alas y los costados, las rectrices el obispillo y las remeras son pardas con los bordes rojizos; el pico es más perfectamente cónico que el de los demás picofinos, y tiene los bordes algo reentrantes. Esta especie abandona los bosques en otoño, y aparece en nuestros vergeles y jardines; en verano vive de insectos y de frutas, y en invierno se contenta con granos. Al aproximarse la estación estiva dirígese a los bosques, y en su más densa espesura hace el nido, que construye con musgo, lana, crines y plumas: la puesta se compone de cinco huevos de un hermoso azul claro.

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Curruca de invierno.

La CURRUCA MANCHADA DEL CABO DE BUENA ESPERANZA (Motacilla macroura, LIN.). Pertenece al mediodía de África; su tamaño es de 6 pulgadas; su plumaje superiormente pardo, y en las partes inferiores blanco-amarillento con manchas pardas; el sobrecejo es blanco, y la cola prolongada y de figura cónica.

La Curruca manchada del Cabo es una de las avecillas más familiares del orden de los páseres; así es que los colonos del cabo de Buena Esperanza no le hacen daño alguno, aunque se introduce sin empacho en las habitaciones; siendo muy golosa de sustancias grasientas, va a picotear en las mesas las candelas de sebo, y demás materias crasas. Llegada la estación de la cría, va a buscar en las estancias, en las camas y en los cestos, algodón y estopa para la construcción del nido, el cual coloca con preferencia en un arbusto que llaman capoc-boschje y que produce una abundante estopilla, que el ave sabe bien aprovechar. La poca altura de este arbusto, y en especial el carácter confiado del pájaro que en él anida, permitieron observar del todo las costumbres de este pájaro a Levaillant en lo concerniente a la estructura del nido, incubación y modo de criar los hijos. El 11 de octubre empezaron los trabajos observados por dicho naturalista; al día siguiente, hallose ya sentada la base del nido, que consistía en una masa bastante informe, de 4 pulgadas de espesor y 6 pulgadas de diámetro, siendo los materiales musgo, estopa y hebras herbáceas; la hembra estuvo todo aquel día aplanándolo o apisonándolo con los pies; en tanto que el macho iba en busca de nuevos materiales y se los traía, acabando ambos de formar el colchón, revolcándose por encima, rozándolo de continuo con el pecho, y batiéndolo con el borde de las alas como con un palo. Al tercer día los alados arquitectos trabajaron en las paredes del edificio: el uno con la espalda levantaba los bordes del colchón para enderezarlo en el interior; mientras que el otro entrelazaba con el pico algodón en los bordes levantados, y los afianzaba en el arbusto, cuyas ramas servían también de armatoste, aunque sin formar prominencia en el nido. Acompañaban a dichos trabajos, que duraron seis días, mil caricias, arrullos, aletazos, y se animaban y congratulaban con tiernos acentos que se dirigían ambos esposos. El séptimo día estaba ya el fondo del nido acolchado con una capa algodonosa tan diestramente entretejida, que hubiera sido imposible desprender de la misma la menor hilacha sin desgarrarla. Al terminar el día séptimo puso la hembra un huevo; el octavo, otro y al día nono otro, el décimo ninguno, pero al siguiente hubo dos más; el duodécimo día, otro, y el último huevo lo puso el décimo tercio: en todo siete huevos. Durante la construcción del nido y la puesta, en los intervalos de descanso, uno de los dos se mantenía muy cerca del sitio, a fin de velar sobre su propiedad, acudiendo cada vez que se acercaba algún importuno, o alguna otra ave; la que tal vez se hubiera apropiado aquel domicilio tan diestramente preparado: semejantes usurpaciones no son raras entre las aves, y sin la intervención de Levaillant, no hay duda que unos paros, aves más fuertes que la curruca manchada, acaso hubieran conseguido apropiarse dicho nido echando de él a sus industriosos dueños, Empolló la hembra los huevos con admirable paciencia, y cuando la necesidad de movimiento o de alimento era demasiado imperiosa, llamaba a su compañero, quien al punto acudía a relevarla. Con todo, esta sustitución duraba poco, tan poco que a los veinte minutos volvía la hembra a su puesto, y despedía al macho, quien posado en un matorral inmediato, exhalaba un canto lleno de tierna alegría. Cuando se acercaba un perro o un extraño, daba el macho un grito penetrante y la pareja emprendía la fuga; pero a pocos momentos volvía la madre al nido. Sólo Levaillant podía acercarse sin espantarlos: era como el amigo de la casa; tomaba parte en sus placeres como en sus disgustos, y a veces se halló dándoles consejos cual si tratase con unos seres capaces de entender sus palabras. Durante la incubación, conoció la hembra que iba a poner otros huevos. ¿Qué hacer con aquellos hijos supernumerarios para quienes faltaba lugar o espacio en la casa materna? ¿Cómo era posible empollar estos y al mismo tiempo ir en busca de alimento para sus hermanos nacidos con antelación? Nunca fue más exigente el derecho de primogenitura, como ni tampoco más legítimo. ¿Hizo acaso la madre las antecedentes reflexiones? Esto solo lo sabe Dios; lo cierto es que cada huevo de los últimos fue puesto en el suelo friera del nido; la hembra llamaba a su compañero y los dos con el pico los rompían y comíanse juntos las yemas. A los catorce días de incubación nacieron los siete hermanitos primitivos, implumes y con los ojos cerrados. La madre desembarazaba el nido de los restos de cáscaras a medida que los pajarillos iban naciendo, y hasta al anochecer no les suministró alimento. Al día siguiente fueron juntos a hacer provisión el padre y la madre: al tercer día de nacidos los hijos la parte superior de la cabeza, las alas, la espalda y del obispillo se les cubrió de un plumón, y se entreabrieron sus ojos, los que al otro día estaban enteramente abiertos; al quinto las plumas de la espalda empezaron a tener una línea o dos, así como las del obispillo y de los costados: desde este instante los hijos parecían hambrientos, y a proporción se aumentó la actividad de los padres en buscarles el sustento. Al sexto día se estableció Levaillant cerca del nido desde que salió el sol hasta el anochecer: desde las siete hasta las diez de la mañana fueron los padres cincuenta y tres veces a hacer provisión, consistente en orugas verdes, arañas y huevos de hormiga: de las diez a las doce hicieron diez y nueve viajes; y de las tres de la tarde hasta el anochecer, sesenta y seis. Al día octavo los parvulillos tenían todo el cuerpo cubierto de plumas excepto el vientre, y durante los tres días siguientes exigieron tanta cantidad de alimento, que, los padres ocupáronse todo el día en satisfacerles, en términos que el día once los pobres animalitos hicieron doscientos diez y seis viajes. A los quince días halló Levaillant en su visita de por la mañana que tres de los parvulitos estaban fuera del nido, y muy luego fueron saliendo sucesivamente los cuatro restantes, excitados por el hambre y por la voz de sus padres, que se abstuvieron de entrar a darles de comer. Al mediodía el nido quedó desocupado y abandonado para siempre, y las tiernas curruquitas se establecieron en los arbustos y setos de los jardines. Los padres continuaron dándoles la comida por algunos días, y por último constituyeron una pequeña bandada, viviendo en la más perfecta armonía. La verdad histórica nos obliga a dar cabida a un rasgo sombrío en medio de un cuadro tan embelesador y de tan halagüeño colorido. Imagínese el lector una de esas hermosas curruquitas que acababa de salir del nido y triscaba alegre en los matorrales y de improviso se halla entre las quijadas de una hedionda serpiente, que la estaba acechando bajo de la hojarasca: figúrese los gritos de angustia de la víctima pidiendo el socorro de sus protectores naturales, y compréndase, si es posible, la impotente desesperación de la madre... Añadamos, sin embargo, que aquella inocente criatura, con todo y ser tan joven, había privado de la vida y de la posteridad a centenares de arañas y de hormigas. ¡Oh ley misteriosa de las compensaciones! Lo mismo el mundo físico que el mundo moral están bajo tu dominio; y la meditación de esto es el principio de la sabiduría.

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Reyezuelo.

El REYEZUELO COMÚN (Motacilla regulus, LIN.). Pertenece a una sección cuyo pico fino es perfectamente cónico y sumamente agudo. Es el más pequeño de los pájaros de Europa; tiene 4 pulgadas de longitud total; la cabeza adornada con una coronilla, cuyos bordes de cada lado son negros sobre un fondo claro, y cuyas plumas pueden erizarse en forma de crestón: de allí su nombre reyezuelo; la cerviz, el cuello, el obispillo y las coberteras de la cola son de color oliváceo con matices amarillos; la garganta y pecho rojizos; el vientre y demás partes interiores blanquizcas; las remeras y rectrices pardas, con mezcla de oliváceo; obsérvanse dos fajas blanquizcas en las alas, y por último tiene el pico negro y los pies amarillos. Este lindo pajarito se solaza en los arbolados, en incesante movimiento, examinando las grietas de las cortezas, escarbando en las hojas secas agarrándose a las ramas en todos sentidos, y despidiendo de continuo el grito zí, zí, zí, zí que le descubre; no es receloso, y así permite que se le aproximen bastante. Suspende el nido, que construye con exquisito arte, en la bifurcación de las ramas de una haya o abeto; su forma es esférica, con la entrada hecha en un lado. El tejido exterior está formado de musgo y telarañas; y en el interior se halla el nido acolchado con blando plumón; donde descansan los huevos, que son tamaños como guisantes y de un color blanco ligeramente rosado.

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Reyezuelo troglodita.

La NEVATILLA (Motacilla alba, LIN.). Su pico es aún más delgado que el de las currucas: las piernas altas, y la punta de las alas replegada y cubierta por las plumas escapulares. La longitud total de la nevatilla es de unas 7 pulgadas; sus partes superiores con cenicientas, y las inferiores blancas; la garganta, pecho y una calota que cubre la nuca son negros, lo mismo que las coberteras superiores de las alas, aunque sus bordes son blancos:

También son negras las remeras y rectrices; pero las dos penas más externas de la cola son blancas con los bordes negros.

Las nevatillas, que también se llaman lavanderas, llegan a nuestros climas muy a los principios de la primavera, y forman pequeñas bandadas que viven a orillas de las aguas: con frecuencia andan aparcadas, llamándose sin cesar mientras vuelan. A más de la voz de llamamiento bist-bist, bist-bist, tienen otra fuerte y clara que puede expresarse por guit, guit. No hay cosa más ligera ni más alegre, graciosa y elegante, que el aire y movimientos de estos pajaritos. Viendo el vulgo que este pájaro frecuenta las orillas de las aguas, y comparando el continuo movimiento con que esta avecilla levanta y baja la cola a la pata de lavar la ropa, le dio el nombre de lavandera. Aliméntase con insectos; y construye el nido en algún hueco debajo del musgo, o entre raíces, siendo los materiales yerbas secas, musgo y crines: el macho da muestras de un amor a la familia igual al de la hembra.

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Nevatilla.

Las aguzanieves son iguales a las nevatillas, sin otra diferencia que tener algo más larga y ligeramente corva la uña del dedo pulgar.

La AGUZANIEVE DE PRIMAVERA (Motacilla flava, LIN.). Es cenicienta en las partes superiores, verde olivácea en la espalda, y en las partes inferiores amarilla; tiene las penas laterales de la cola blancas en sus dos tercios, y una faja del mismo color que va desde el pico a la parte superior de los ojos. La longitud total del cuerpo es de 6 pulgadas y media. Estas avecillas están muy esparcidas por Europa, y son las primeras entre las de su género que reaparecen en nuestros campos al terminar el invierno. Por la primavera se reúnen en numerosas bandadas; y recorren los terrenos elevados y las tierras labradas. Durante el verano permanecen en lugares húmedos, en los prados, y también a menudo siguen a los rebaños, donde acuden en persecución de los insectos.

La AGUZANIEVE AMARILLA (Motacilla boarula, LIN.). No es tan común como la antecedente, y vive especialmente en el norte de Europa. Su tamaño es de 7 pulgadas y media; su plumaje ceniciento en las partes superiores, el obispillo amarillo oliváceo, la garganta y parte anterior del cuello negras; el sobrecejo, el pecho y partes inferiores de un amarillo muy vivo; nótase debajo de los ojos una fajita blanca, que a veces desciende por los lados de la garganta; las remeras primarias y las coberteras son negruzcas, las secundarias presentan los bordes de un amarillo claro y blanco en su origen; las seis rectrices intermedias son negruzcas con franjas exteriores de un verde oliváceo; las seis laterales blancas. Esta ave es con frecuencia solitaria, mueve continuamente la cola, y cuando vuela su voz parece que pronuncie bist, bist, bist; al paso que cuando se para tiene un canto particular, que parece ser de llamamiento.

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Aguzanieve amarilla.

Vamos a terminar el numeroso género de los picofinos con los autos o bizbitas, que confundió Linneo con las alondras a causa de la longitud de la uña del pulgar; aunque la circunstancia de tener el pico delgado y con escotaduras las coloca entre los picofinos.

La BISBITA COMÚN o ALONDRA DE LOS PRADOS (Alauda pratensis, LIN.). Tiene 5 pulgadas 8 líneas de longitud total; el plumaje superiormente pardo oliváceo, y en las partes inferiores blanquizco con manchas pardas en el pecho y costados; el sobrecejo blanquizco, y los bordes de las rectrices externas blancos. Este pájaro vive en los prados húmedos, y anida en los juncales y matas de yerbas. Las frutas azucaradas de que en otoño se alimenta le comunican mucha gordura, y a su carne un sabor muy delicado; en cuyo tiempo es buscado bajo el nombre de becafigo.






ArribaAbajoFamilia de los Fisirrostres

Los fisirrostres forman la segunda familia en el orden de los páseres; su pico es corto, ancho, complanado horizontalmente, ligeramente ganchoso, muy hendido, y sin escotaduras; así la abertura de la boca es anchísima y entran con facilidad los insectos que estas aves van persiguiendo al vuelo. Fisirrostres significa literalmente, pico hendido; aseméjanse a los papamoscas, sin más diferencia que la falta absoluta de escotaduras en el pico. Es la familia de que tratamos poco numerosa, pues solo contiene dos grandes géneros: las golondrinas y los papavientos o chotacabras. Siendo su régimen alimenticio puramente insectívoro, son por necesidad aves viajeras que abandonan en invierno nuestras comarcas. Las golondrinas son notables por el espesor de su plumaje, la grande longitud de las alas y la rapidez del vuelo; se subdividen en golondrinas propiamente dichas y en vencejos, diferenciándose estos últimos por la particular conformación de las patas, cuyos dedos todos se dirigen hacia delante, incluso el pulgar, y no tienen más que tres falanges; al paso que en las golondrinas tanto el número de estos como la posición del pulgar nada ofrecen al de excepción.


ArribaAbajoGolondrinas

Hay en Francia cuatro especies de golondrinas propiamente dichas, y son las siguientes:

La GOLONDRINA DE CHIMENEA (Hirundo rústica, LIN.). Tiene 6 pulgadas y media de longitud; la frente y la garganta de color de chocolate; las partes superiores del cuerpo negras, con cambiantes violáceos; en el pecho vese una ancha faja parda; las remeras son negras lo mismo que las rectrices, que excepto las intermedias, todas tienen una mancha blanca más o menos redondeada en las barbas internas; la cola es bifurcada, el vientre de un blanco mustio, el pico negro y los pies pardos. Es la mensajera de buen tiempo, pues llega acá en abril, siendo la última que emigra. Anida en lo alto de las chimeneas: el nido exteriormente se compone de barro mezclado con paja y crines, y en su interior de yerbas secas y de plumas. La hembra pone de tres a cinco huevos, blancos con manchitas pardas o violadas. Lo mismo que las que siguen, hace guerra a los insectos, que coge al vuelo, ya en las elevadas regiones del aire, ya rozando con la tierra.

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Golondrina de chimenea.

La GOLONDRINA DE VENTANA (Hirundo urbica, LIN.). Es superiormente negra, y en el obispillo y partes inferiores blanca; tiene los pies cubiertos de plumas hasta las uñas; su tamaño es de 5 pulgadas; es la que más esparcida se halla y que más abunda entre todas las especies de Europa. Llega a Francia ocho o diez días antes que la de chimenea; construye el nido en un recodo de ventana, o debajo de las de las granjas y establos; el cual en su extremo se compone de barro; el centro de este cimento, está consolidado con paja, y acolchado en el interior con una grande cantidad de plumas. La hembra pone cuatro o cinco huevos blancos y sin manchas. Cada pareja se sirve del mismo nido durante una serie de años, y sabe encontrarlo y reconocerlo después de sus lejanas emigraciones: lo que se ha comprobado atando un cordoncito de seda a una de las aves dueñas del nido. Spallanzani, vio por espacio de diez y ocho años consecutivos volver una pareja al mismo nido, sin practicar en él casi reparación alguna. Lo mismo ejecuta la de chimenea; solo que cada año hace un nuevo nido encima del anterior. Son estas aves muy sociables: apenas un enemigo amenaza a alguna o a su cría, despide agudos silbidos; al instante acuden todas las demás golondrinas del contorno, y unidas hostigan al animal cuyos ataques se temían. Hase visto en Ermenonville a una bandada numerosa de golondrinas delante de uno de sus nidos, del cual un gorrión se había apoderado, y con mortero tapiaron la entrada condenando al intruso al suplicio de Ugolio.

La GOLONDRINA DE MONTE (Hirundo rupestris, LIN.). Diferénciase de la de chimenea en tener la cola menos ahorquillada; el plumaje superiormente pardo claro; y el vuelo más lento; siendo sus hábitos idénticos a los de la antecedente.

La GOLONDRINA RIBEREÑA (Hirundo riparia, LIN.). Su longitud no pasa de 4 pulgadas 8 líneas; las partes superiores y el pecho son pardas; y las inferiores y la garganta blancas; pone sus huevos en agujeros a lo largo de las riberas de las aguas. Se ha dicho que esta especie en vez de emigrar como las demás, pasa el invierno aletargada en el fondo de los estanques, etc. Varios observadores dignos de fe han asegurado haber sacado del agua algunas de estas aves en estado de muerte aparente, habiéndoles vuelto la vida por medio de un calor gradual. No obstante lo inverosímil de este hecho, no vemos que Cuvier lo ponga en duda. Lo cierto es que la mayor parte de las golondrinas emigran a los países cálidos; por el equinoccio de otoño se reúnen en numerosas bandadas, y luego desaparecen. El punto de reunión general es en las orillas del Mediterráneo, donde se las ve juntas en innumerables legiones en alguna considerable eminencia. Allí esperan durante algunos días el momento oportuno, y por último emprenden de común concierto su viaje al través del mar. Asegúrase que llegan al Senegal en octubre, donde pasan el invierno y mudan el plumaje.

La SALANGANA (Hirundo esculenta, LIN.). Pertenece esta especie al Archipiélago Índico; tiene la cola ahorquillada; las partes superiores pardas, y las inferiores blanquizcas, lo mismo que la extremidad de la cola. Los chinos tienen en grande aprecio el nido, y lo venden muy caro, pues lo consideran como alimento muy nutritivo. Los tales nidos son amarillentos, semidiáfanos, y de rompimiento como vítreo; tienen la figura de una pila de agua bendita, y presentan arrugas concéntricas semejantes a las de las conchas de ostra.

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Nido de golondrina Salangana.

La procedencia de los materiales empleados en la construcción de dichos nidos ha sido por mucho tiempo objeto de dudas para los naturalistas. Los Chinos dicen ser la freza de pescado, que el ave recoge de la superficie del agua; los Javaneses, el jugo balsámico de un árbol que llaman calambuco; ciertos viajeros pretenden ser un jugo animal elaborado en el estómago de la ave; pero la opinión más general en el día es que la salangana construye el nido con ovas del género Gelidium, recogidas en la superficie de las aguas, y que luego junta y amontona con simetría en el nido, después de macerarlas con saliva. Séase lo que fuere, dichos nidos se disuelven en el agua lo mismo que gelatina, de suerte que se prepara con los mismos una especie de bebida de muy grato sabor. En Java es donde con especialidad los recogen a fin de venderlos a los Chinos: las profundas cuevas abiertas en las peñas se hallan entapizadas por tales nidos; los que se encuentran igualmente en los montes del interior, y aún tienen un color más vivo, por entrar en su construcción yerbas terrestres menos gelatinosas. Descienden los naturales de Java a las cuevas por medio de escalas hechas de bambú, y alumbrándose con antorchas. Es una expedición tan arriesgada como productiva, para cuyo buen éxito invocan a cierta divinidad que tiene por especial atributo la protección de los cazadores de nidos. Hácenle el sacrificio de un búfalo, y nunca descienden a un precipicio sin haber hecho perfumar antes su entrada por un sacerdote, quien quema en él benjuí, resina balsámica muy suave.

Los vencejos tienen las alas más largas, y las piernas más cortas que las golondrinas; de modo que cuando se hallan en el suelo, les es imposible arrancar el vuelo, el cual es sin embargo en ellos más vigoroso y rápido que en todas las demás aves.

El VENCEJO NEGRO (Hirundo apus, LIN.) Esta especie es la más común en nuestros climas; tiene unas 8 pulgadas de longitud, y 15 pulgadas de abertura de las alas; la cola bifurcada; el plumaje negro fuliginoso, a excepción de la garganta, que la tiene blanca.

Llega a nuestras comarcas en el mes de abril, más tarde que las golondrinas, en razón de que los insectos que constituyen su peculiar alimento no se elevan a las regiones donde el ave acostumbra a volar hasta estar suficientemente templada la atmósfera. Lo mismo que las golondrinas, vuelve a aposesionarse cada año del mismo domicilio que ocupó los años precedentes; siendo en los huecos o hendeduras de las paredes o bajo los tejados donde prefiere colocar el nido. Cuando halla el nido en que hizo la última cría; no se toma la molestia de construir otro. Durante los más intensos calores permanece el vencejo de día en su habitación, saliendo solamente por la mañana y al anochecer a caza de insectos, y a volar, sin más objeto que solazarse y ejercitar el vuelo, describiendo en los aires infinitas evoluciones, en torno de las torres y campanarios y delante de los edificios y exhalando agudos silbidos. Pero cuando se entregan a la caza, tienen un modo de volar lento y sin mover a veces casi las alas; andan solas y silenciosas, interrumpiendo o mudando con rapidez la dirección del vuelo en distintos sentidos. Levaillant observó en África una especie de vencejo, que llama velocífero a causa de la maravillosa rapidez del vuelo, que recorre media legua en un minuto; tiene el plumaje negro vivo, con reflejos azules en la cabeza, alas y cola, y de un negro menos intenso en las partes inferiores del cuerpo. Sus hábitos son semejantes a los del vencejo negro.




ArribaAbajoChotacabras

Los chotacabras o papavientos son páseres nocturnos cuyo plumaje está matizado de pardo o ceniciento, lo mismo que en las rapaces también nocturnas; como estas, tienen así mismo los chotacabras los ojos grandes, que se deslumbran a la luz del día; su pico, guarnecido de recios bigotes, puede zamparse los mayores insectos, los cuales detienen mediante una saliva glutinosa; cázanlos a la hora del crepúsculo. Viven aislados, y cuando vuelan lo efectúan con la boca anchamente abierta, de modo que engolfándose el aire en su cavidad produce un susurro particular, al cual estas aves deben el nombre de papavientos.

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Chotacabras europeo.

CHOTACABRAS EUROPEO (Caprimulgus europaeus, LIN.). Es del tamaño del tordo; su plumaje es pardo con ondulaciones y manchas negruzcas; desde el pico a la nuca extiéndese una lista blanca, lo mismo que en la garganta y en el borde de las rectrices laterales. Aliméntase de abejorros y avispas, y su voz tiene cierta semejanza al graznido de un reptil; por lo que el vulgo le llama sapo volante. No construye nido, sino que deposita simplemente los huevos en el hueco de un árbol, y hasta a veces en medio de un camino. Si nota haberse desarreglado algún huevo, examínalo un buen espacio volviéndolo y revolviéndolo, hasta que al fin lo coge con el pico y lo lleva a otra parte.






ArribaAbajoFamilia de los Conirrostres

Forman los conirrostres la tercera familia de los páseres; tienen el pico recio, más o menos cónico y sin escotaduras en la punta, y su régimen es en general tanto más exclusivamente granívoro, cuanto mayor es la fortaleza del pico.


ArribaAbajoAlondras

El género de las alondras tiene por carácter la uña del pulgar recia, recta y mucho más larga que las de los demás dedos. Las alondras son granívoras, herbívoras, e insectívoras. Hacen dos puestas al año, y en otoño se ponen tan gordas que constituyen un bocado exquisito para los gastrónomos.

La ALONDRA DE LOS CAMPOS (Alauda arvensis, LIN.). Tiene 6 pulgadas y 10 líneas de longitud; el vientre blanco, las rectrices pardo-negruzcas, a excepción de las dos laterales que tienen los bordes blancos. Vive en todo el antiguo Continente; la elevación de su vuelo y la fuerza de su canto son cosas conocidas. El macho es quien ejecuta esa ascensión vertical acompañándola con tan alegres modulaciones; y después de haberse elevado a las regiones superiores del aire, déjase caer desplomado hasta muy cerca del suelo, volviendo muy pronto a levantarse volando.

La ALONDRA DE LOS BOSQUES (Alauda nemorosa, LIN.). Tiene 6 pulgadas de longitud, adórnale la cabeza un moño de plumas, que el ave levanta o aplaca a su antojo; rodéale la cabeza un rasgo blanquizco; las rectrices son negras, salvo las dos laterales que tienen el borde externo blanco. Vive en Europa, y a veces se para en los árboles.

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Alondra de los bosques.

La CENTINELA (Alauda capensis, LATH.). Es la más hermosa entre todas las de África; tiene la garganta amarilla, ceñida de una corbata negra, cuyas cintas forman el marco, mientras el amarillo constituye el fondo. El sobrecejo es de un hermoso matiz anaranjado, el cual es también el de toda la parte superior del cuerpo; la cola es blanca en la extremidad de las rectrices laterales; las alas pardas con manchas grises; llevan una especie de charreteras amarillentas; el pico es gris; los pies pardo-amarillentos, y los ojos pardo-anaranjados. Este brillante pájaro es propio del cabo de Buena Esperanza, donde le dan caza para comerlo. Particularmente abunda en los prados húmedos. Al ver presentarse otro animal, suelta una voz que parece decir, ¡quién vice! ¡quién vive! cuya circunstancia, junto a los vivos colores del plumaje, o dígase uniforme, le hizo dar el nombre de centinela.




ArribaAbajoParos

Los paros tienen el pico corto, cónico, recto, guarnecido de pequeños pelos en su raíz, y los orificios de la nariz ocultos bajo las plumas. Son vivos, petulantes, y se hallan en continuo movimiento, revoloteando sin cesar de un árbol a otro, examinando todas las ramas, suspendiéndose en ellas de mil maneras, y hasta a veces cabeza abajo, sin soltarlas, desgarrando las yemas, comiendo insectos, y también pajaritos si alguno encuentran enfermo o enredado en un lazo; en cuyo caso le taladran el cráneo y le comen los sesos.

CARBONERA o EL HERRERILLO (Parus major, LIN.). Es la mayor entre todas las especies de paros de Europa, pues su tamaño es de 6 pulgadas; tiene el plumaje oliváceo superiormente, y amarillo en las partes interiores; la cabeza negra, lo mismo que una faja longitudinal que se nota en el pecho; en cada mejilla tiene una mancha blanca triangular. Aunque es ave fiera, gústale la sociedad de sus semejantes; pero si la enjaulamos junto con otros pájaros, los persigue sin cesar hasta que les ha dado muerte. En especial se hace temible cuando una vez ha gustado los sesos de alguno. Abunda este paro en los árboles de nuestros jardines, donde con facilidad puede observarse su agilidad y movimientos y su canto alegre. Anida en el hueco de un árbol, y a veces en el agujero de un muro, en el nido que abandonó una ardilla, un cuervo, etc. Constrúyelo sin arte, y compónese de musgo, lana y plumas. La puesta consta de ocho o diez huevos blanquizcos, salpicados de puntos grandes y pequeños y de rasgos de un rojo oscuro.

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La carbonera.

La CARBONERA PEQUEÑA (Parus ater, LIN.). Diferénciase de la antecedente en ser más pequeña, y en que los puntos que aquella tiene de color oliváceo, son en esta cenicientos, y blanquizcos los que en aquella son amarillos. Este paro habita con preferencia en los grandes bosques de abetos.

El MOSTACHO o PARO BIGOTUDO (Parus biarmicus, LIN.). Difiere de los paros comunes por la corvadura que se nota en la punta de su mandíbula superior. Este hermoso pájaro es del tamaño de la carbonera; tiene el plumaje leonado, y el macho la cabeza cenicienta, con un pincel de plumas negras al rededor de los ojos que termina en punta dirigiéndose hacia atrás; habita en los pantanos y arbolillos acuáticos, donde se alimenta de insectos y de las semillas de las cañas; tiene un canto muy suave y alegre.




ArribaAbajoAves Tontas

Las aves tontas tienen el pico cónico, corto y algo comprimido, con un tubérculo duro y prominente en el paladar. Son casi exclusivamente granívoras; buscadas de los cazadores, y muy fáciles de coger, pues tienen poca previsión y caen en toda especie de lazos. La especie que de más fama goza es el Hortelano.

El HORTELANO (Emberiza Hortulana, LIN.). Tiene la espalda pardo olivácea; la garganta amarilla; las dos rectrices externas de la cola blancas en su parte interna. Engorda en otoño y es muy apetecido por la delicadeza de su carne. A macho llega a imitar algunas modulaciones de otros pájaros, si se le coloca cerca de estos.

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El hortelano.




ArribaAbajoFringílagos

Constituyen los fringílagos un género muy fecundo en especies; sus caracteres son: pico cónico más o menos grueso en la base, y no anguloso en sus comisuras. La mayor parte son granívoros. Los fringílagos se han subdividido en tejedores, gorriones, pinzones, pardillos, jilgueros, pico-gruesos, buvrelos, etc. Entre los tejedores, así llamados por el arte con que entretejen el nido, distínguese el Republicano.

El REPUBLICANO (Loxia socia, LATH.). Habita en el cabo de Buena Esperanza; su plumaje es pardo oliváceo superiormente, y amarillento en las partes inferiores; la cabeza y las penas son pardas. Aproximan sus nidos de manera que vienen a constituir un solo cuerpo con diferentes comparticiones.

Los gorriones propiamente dichos tienen el pico algo más corto que los tejedores, cónico y algo convexo, citaremos como tipo al siguiente:

El GORRIÓN DOMÉSTICO (Fringilla doméstica, LIN.). Es pardo con manchas negruzcas superiormente, y gris en las partes inferiores; con una faja blanquizca encima de las alas; la calota del macho es roja en los lados, y la garganta negra. Este pájaro abunda en todos los puntos del antiguo Continente donde el hombre cultiva cereales.

Al paso que el gorrión doméstico manifiesta grande atrevimiento y confianza en nuestras ciudades, en los campos se vuelve receloso y astuto, y se burla de la persecución del cazador. Por lo regular anida debajo de las tejas, en los agujeros de las paredes, o en vasos de barro que el hombre le proporciona, en cuyo caso se contenta con arreglar en él cierta cantidad de paja; pero cuando coloca el nido en altos árboles, constrúyelo con grande arte, y a más de ello añádele una especie de techo que lo pone a cubierto de la lluvia: hace varias puestas al año, cada una de seis huevos azulados, con más o menos manchitas pardas. Su longevidad no deja de ser notable, habiéndose visto un gorrión que vivió 21 años.

Los pinzones tienen el pico algo más convexo que los gorriones; hablaremos primero del pinzón común.

El PINZÓN COMÚN (Fringilla caelebs, LIN.). Es uno de los pájaros más comunes en nuestros campos; su tamaño es de 5 pulgadas y media; es pardo superiormente, y de un rojo violáceo en las partes inferiores en el macho, y grisáceo en la hembra: tiene dos fajas blancas en el ala, cuyo matiz se ve en las partes laterales de la cola. Es vivo, alegre en el canto, y se halla en toda Europa.

El pinzón común es un pájaro que se coge con facilidad, y con la misma se le puede adiestrar en una jaula cuando se ha cogido joven, siendo capaz de imitar y apropiarse el canto de las demás aves. Este resultado se obtiene cuando su dueño para impedirle distinguir el día de la noche, le pasa por los ojos un hierro candente... ¡Es una atrocidad! sin duda exclamará el lector; pero se verá que esto es nada si lo comparamos con las crueldades que ejerce el rey de la naturaleza sobre todos los seres que le rodean, por utilidad, diversión y aún por el simple gusto de atormentar y hacer mal. A pesar de que los alemanes no usan tan bárbaro medio de educación música, no hay en el mundo otro punto donde más se aprecie el canto del pinzón que en Alemania; en términos, que los aficionados han estudiado todos sus matices, y ningún sonido se ha escapado a su inteligente oído. Como el canto de este pájaro ofrece semejanza con ciertos sonidos articulados, han determinado distinguir sus numerosas variedades por medio de sílabas finales de la última estrofa que entona el ave, y en ellas han creído encontrar palabras alemanas. Los habitantes de Rould a veces andan treinta leguas para coger a la liga alguno de esos apreciados pájaros, y se ha visto labradores dar una vaca en cambio de un pinzón bien enseñado.

El PINZÓN DE MONTAÑA (Fringilla montifringilla, LIN.). Se ha llamado también pico grueso de las Ardenas. Es más grueso que el pinzón común, puesto que su tamaño es de 6 pulgadas y media; de las cuales la cola se lleva 2 y media y el pico media. Este es amarillo con la punta negra; la altura de las piernas es de 9 líneas, y son de un color de carne oscuro; las plumas de la cabeza y de las mejillas son negras, con los bordes rojizos, más anchos y marcados en los machos jóvenes, y que con el tiempo se van debilitando más y más; así la nuca como el vientre parecen empolvados de gris blanquizco; las plumas de la espalda son negras, con anchos bordes de un amarillo oscuro; el obispillo es blanco; la parte anterior del cuello, el pecho y las pequeñas coberteras de las alas son de un rojo más o menos vivo; las grandes coberteras negras con el extremo blanco; las penas pardo-oscuras comarcas en invierno, echado de su país por el rigor del frío. Con todo, en otoño se encuentran a millares en los bosques de Alemania. Su canto ofrece poco brillo, como que lo forman leves silbidos, aunque es capaz de perfeccionamiento.

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Pinzón de montaña.

Los jilgueros tienen el pico exactamente cónico, sin que ofrezca convexidad en ningún punto: son exclusivamente granívoros.

El JILGUERO COMÚN (Fringilla carduelis, LIN.). Es uno de los pájaros más lindos pertenecientes a Europa; tiene 5 pulgadas y 3 líneas de longitud; la parte superior parda, y la inferior blanquizca; la cara de bellísimo escarlata; una hermosa mancha amarilla en cada ala; las remeras terminan todas en una manchita blanca de figura más o menos triangular; las rectrices intermedias son blancas en su extremo, y lo mismo las laterales, aunque en mucho mayor espacio. Para alimento prefiere las semillas del cardo y de otras plantas de la misma familia. Es muy domesticable, y le obligan a veces a subirse él mismo el agua en unos cubitos, y la comida en un carretoncito. Tiene el canto muy variado, y vive 20 y más años.

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Jilguero.

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EUROPA.

El Reyezuelo de triple venda, el Jilguero, el Abejaruco, el Paro y el Pico-gordo.

El PARDILLO (Fringilla cannabina, LIN.). Tiene 5 pulgadas y 4 líneas de longitud; el plumaje de la espalda pardo-leonado; las penas del ala y de la cola negras con los bordes blancos; las partes inferiores blanquizcas; a los machos cuando son viejos cúbreseles el pecho y la cabeza de un hermoso rojo; por último, el pico es pardo. Este pájaro se halla casi en toda Europa; hace el nido en los viñedos, arbustos o matorrales; la hembra lo construye y empolla sola los huevos; el macho alimenta la parva. Su canto es grato, brillante y flautado: los aficionados lo tienen en grande estima, pues es susceptible de adiestramiento y se perfecciona a punto de reproducir las sonatas que se le enseñan.

El VERDERÓN (Fringilla spinus, LIN.). Esta especie es harto conocida; su pico se adelgaza hacia la punta, la cual es sumamente aguda; su plumaje es superiormente oliváceo, y amarillo en las partes inferiores, con una calota o solideo, la cola y las alas negras, y en estas dos fajas amarillas. Anida en las levadas cimas de los abetos: acostúmbrase pronto a la jaula; de modo que cogido joven se le enseña a volver espontáneamente después de haberle abierto la puerta y dejádole salir libre.

El VERDECILLO (Fringilla serinus, LIN.). Pertenece a las montañas meridionales de Europa: su tamaño es como el del antecedente; en las partes superiores oliváceo, y en las inferiores amarillento, con manchas pardas, y una faja amarilla en el ala.

Déjase coger con la mayor facilidad, y una vez enjaulado es este pájaro en extremo cariñoso; halaga con el pico a sus compañeros de esclavitud, gustándole sobre todo la compañía del jilguero, cuyo canto imita sin dificultad: aunque su voz no es fuerte, tiene melodía, asemejándose su canto al del canario, de que vamos a hablar.

El CANARIO (Fringilla canaria, LIN.). Tiene el pico más corto que el pardillo; su agradable canto y su aptitud para el cautiverio, han generalizado este pájaro en todas partes. No se halla aún bien determinada su primitiva patria; y si bien se le encuentra en estado silvestre en las Islas Canarias, algunos viajeros lo creen originario del Asia.

El CARDENAL DOMINICANO (Loxia dominicana, LIN.) y el CARDENAL MOÑUDO (Loxia cucullata DAND.) son dos especies raras de la América meridional; ambos algo mayores que un gorrión, y notables por el hermoso color purpúreo de la cabeza y de la garganta; diferéncianse principalmente entre sí en que el segundo tiene las plumas de la parte posterior de la cabeza largas y escalonadas, con la facultad de levantarlas en forma de moño; lo restante del plumaje ofrece en ambos una faja negra en la cerviz; el matiz blanco en los costados, pecho y partes inferiores; y negras las alas, espalda y cola. Su canto no tiene nada de particular, y aún rara vez se les oye la voz; pero la riqueza del plumaje les hace dignos de ocupar un distinguido lugar entre las aves más hermosas del mundo. Estas aves nunca se encuentran en los grandes bosques, pues prefieren los matorrales de los llanos, y muy rara vez se alejan de su acostumbrado albergue. Aliméntanse con las semillas del agrimonio y de gramíneas, etc.

VIUDAS. Son aves del África y de las Indias que tienen el pico como los pardillos, y constituyen la transición de estos a los pico-gruesos: todas ostentan el color negro en el plumaje; por cuyo motivo se ha dado el nombre de viudas a esta sección del numeroso género de los gorriones.

La VIUDA CON COLLAR DE ORO (Emberiza paradisea, LIN.). Llámase también gran viuda de Angola; tiene 5 pulgadas y media de longitud; la cabeza, la espalda, las alas y la cola de un negro intenso; el collar y partes inferiores de un castaño rojizo muy vivo; el vientre blanco; las rectrices larguísimas, y las dos del medio anchas, fuertes y puntiagudas. Esta especie abunda en el Senegal, siendo sus costumbres semejantes a las de los pico-gruesos de que vamos a tratar.

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Viuda con collar dorado.

Los pico-gruesos tienen el pico exactamente cónico, y solo se diferencia por su excesivo grosor.

El PINZÓN REAL, o PICO-GRUESO COMÚN (Loxia coccothrausies, LIN.). Es de notar por su gran pico amarillento, y su figura gruesa y encogida; su longitud es de 6 pulgadas y media; su espalda y parte superior de la cabeza son de color pardo, y lo demás del plumaje grisáceo; la garganta y las remeras, negras, con una faja blanca en cada ala; es pájaro solitario, agreste y silencioso; no es adiestrable; y vive en los bosques. Anida en las hayas; y se alimenta con toda especie de frutas que tengan hueso.

El VERDERÓN (Loxia chloris, LIN.). Es del tamaño de un gorrión; y tiene de longitud 6 pulgadas y media. Las partes superiores del cuerpo son verduscas; las inferiores amarillentas, y el borde externo de la cola amarillo; el pico no es tan grueso como en la especie precedente, complácese en los bosquecillos de los jardines y en los parques sombríos; y abunda en los alrededores de París. Es muy manso y familiar. Aliméntase de frutas, granos y alguna vez de insectos. Acostúmbrase a la jaula, y su canto se asemeja al del pinzón.

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Verderón.

Los Buvrelos, tienen el pico redondeado, grueso y convexo en todos sentidos. Nuestro BUVRELO COMÚN (Loxia pyrrhula, LIN.), tiene 6 pulgadas y 3 líneas de longitud; es ceniciento en sus partes superiores, y rojo en las inferiores, con la parte superior de la cabeza negra a manera de un solideo. Este pájaro junta a la hermosura del plumaje las más apreciables cualidades: tiene una garganta tan flexible, que aprende con facilidad el canto, y hasta la articulación de palabras; y sobre todo es susceptible de cobrar adhesión al dueño. Anida en los bosquecillos de arbustos. El macho alimenta a la hembra mientras empolla los huevos, y hasta la reemplaza en esta función durante algunas horas al día: su alimento consiste en frutas, granos y yemas.

Los pico-cruzados tienen el pico deprimido en los lados, y las mandíbulas tan cortas que sus puntas se cruzan, ya hacia un lado, ya hacia otro.

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Pico-cruzado común.

El PICO-CRUZADO COMÚN (Loxia curvirostra, LIN.). Albérgase en los bosques de árboles verdes, como pinares, etc., donde se alimenta de piñones, que sabe sacar con el pico de dentro las piñas de pino o de abeto. Su tamaño es de 6 pulgadas. El macho, cuando tiene el plumaje así en las partes superiores como en las inferiores de color de ladrillo, con un baño de color verde o amarillento; las remeras y rectrices pardas; las coberteras de la cola de un blanco sucio, y en el centro de cada pluma se nota una gran mancha oblonga de color pardo. De este último color son el iris y los pies. Con la edad desaparece el color rojo de la garganta. El pico cruzado hace el nido en invierno; con líquenes dados de trementina.

El Pico-duro (Loxia ennucleato, LIN.). Diferénciase de los pico-gruesos en que la punta de la mandíbula superior se encorva por encima de la inferior. Este pájaro habita en el norte de ambos continentes; siendo en sus hábitos semejante al pico-cruzado; tiene el plumaje rojo o rojizo, y las penas de las alas y de la cola negras con los bordes blancos.

El AGUIJA-BUEYES (Buphaga africana, LIN.). Esta especie del África, es cercana a los pico-duros; tiene el pico que empieza siendo cilíndrico, y luego se pone convexo antes de llegar a la punta, la cual es obtusa. Las partes superiores son pardo-rojizas, y las inferiores de un leonado claro, que se vuelve casi blanco en el vientre; el pico es amarillo en su origen y rojo vivo en la punta. Debe su nombre a la costumbre de agarrarse a la espalda de los bueyes, picándoles fuertemente la piel para hacer salir y comer las larvas de tábano que en ella se crían. Conoce el punto donde se esconden en las eminencias del cuero. El buey, conociendo que le libran de tan incómodos huéspedes, se presta gustoso a las operaciones quirúrgicas del pájaro.




ArribaAbajoCásicos

El género de los cásicos o tropiales, comprende las especies americanas que tienen un gran pico exactamente cónico, grueso en la base y sumamente agudo en la punta. Linneo los colocó en el género de las oropéndolas. Son pájaros muy sociables, y forman numerosas bandadas, que a menudo hacen estragos en los campos cultivados.

El CÁSICO CON MOÑO (Oriolus cristatus, LIN.). Tiene 18 pulgadas de longitud; el plumaje pardo castaño en el obispillo y debajo de la cola; de las doce rectrices de esta, diez son de un hermoso color de limón, y las dos restantes de un negro marchito, como todo lo demás del plumaje. Habita en el Brasil, y 5 veces se le encuentra en las selvas vírgenes; bien que lo más frecuente se establece cerca de los lugares habitados.

Vive a bandadas y se reúne a otra especie de cásico (el Jupuba), cuyo plumaje es negro aterciopelado como el suyo, con plumas de un colorado sanguíneo en la rabadilla. Estos pájaros echan a perder gran cantidad de naranjas, las cuales taladran a picotazos para comer la pulpa, y arrojan las pepitas. Las tórtolas que, al contrario, apetecen las pepitas, se aprovechan de los restos del festín del cásico. El moñudo construye el nido con un artificio y precaución que admira: dale la forma oblonga de una bolsa hinchada en la parte inferior; la entrada se halla en la parte superior y en uno de los lados: su tejido se compone de líquenes y hebras de cortezas, en especial de filamentos de la Ticlandsia usneoïdes, que ha el puesto el ave tan delgados como crines de caballo. Cuélgalo ya en la extremidad de una palma, ya de una rama, cuidando siempre de ponerlo apartado del tronco a fin de que esté fuera del alcance de enemigos que pudieran trepar por él.

El TROPIAL BALTIMORE (Oriolus Baltimore, LIN.). Hanlo colocado en el género de los cásicos. Tiene 7 pulgadas de largo; las partes superiores negras, la rabadilla de un matiz anaranjado verduzco; las coberteras del ala negras con bordes anaranjados; las grandes remeras pardo-negruzcas, las secundarias, negras, con los bordes blancos; las rectrices amarillas y en su origen negras, lo mismo que las dos rectrices intermedias en toda su extensión las partes inferiores son de un amarillo anaranjado la garganta negra; los pies y el pico pardos, siendo este del todo recto. Este pájaro vive en América y principalmente en la Luisiana, establécese en las pendientes de los collados, y coloca su maravilloso nido en los tulipanes, en cuyas hojas y anchas flores encuentra las orugas y coleópteros que son su alimento. Componen el nido poniendo el macho una hebra del Tillandsia usneoïdes extendida entre dos ramas, y luego pone otra al través la hembra formando cruz; y repitiendo esto mismo sucesivamente, resulta una red o tejido admirable en figura de nido. En este no entra ninguna sustancia cálida, y lo colocan con exposición hacia el norte, tal vez presintiendo los grandes calores que han de sobrevenir; puesto que en las regiones no tan cálidas como la Luisiana, por ejemplo en la Pensilvania y Nueva York, lo sitúan siempre expuesto al mediodía, y lo tapizan de lana y algodón. Tiene el Baltimore unos movimientos graciosos que le son peculiares; su voz es suave; aliméntase con insectos en la primavera, con fresas y cerezas en verano, y con higos en otoño. Emigra al sud, donde pasa el invierno, y después del equinoccio vuelve a los Estados Unidos.

El TROPIAL VARIADO (Oriolus varius, LIN.). Ofrece mucha variedad en sus colores, según la edad o el sexo del individuo: el macho hasta haber llegado a la tercera primavera no lleva su librea definitiva; tiene 6 pulgadas de longitud, el pico azulado y convexo en toda su extensión; el plumaje negro, excepto en la parte inferior del dorso, en la rabadilla y el vientre que es pardo castaño; los bordes de las remeras secundarias son blancos. Esta ave, inferior al Baltimore en cuanto a viveza de colores, acaso le aventaja considerada como industrioso arquitecto: su nido tiene contornos más graciosos, siendo tan ligero, que apenas pesa media onza: por lo regular lo coloca en algún árbol frutal. Oblíganle a veces, sin embargo, colocarlo en algún árbol de ramas menos consistentes, tal como, por ejemplo, un sauce llorón; en cuyo caso, excitado su instinto por la necesidad, llega a rayar casi en inteligencia. Después de examinar el árbol con la más escrupulosa atención, y de mostrarse como afligida la pareja de no tener sitio más adecuado, atan con hebras herbáceas las ramas más delgadas y flexibles del sauce, de manera que vienen luego a tomar la figura de un cesto cónico, y en él colocan el nido, al cual, en vez de darle la forma semiesférica que acostumbran en los frutales, lo construyen oblongo, y de un tejido menos apretado, a fin de que tenga mayor elasticidad y se adapte a los movimientos de las ramas cuando las agita el aire.

El JAMACAI (Oriolus Jamacaii, LIN.). Pertenece igualmente al género de los cásicos. Tiene 8 pulgadas de largo; las partes superiores, inclusa la cabeza, amarillas; las remeras de un negro puro, lo mismo que una faja que tienen en la espalda y que las rectrices; las partes inferiores son amarillentas; la garganta y parte anterior del cuello, el pico y los pies, negros. Solo se halla esta ave en algunas comarcas del Brasil; su canto es tan melodioso, como hermoso su plumaje. Vive a bandadas en los llanos, recorriendo los guayabos, cuyo fruto apetece en gran manera a causa de su pulpa aromática y azucarada. Las semillas del guayabo, aún después que han pasado por la acción digestiva del estómago del Jamacai, conservan su potencia germinativa; de modo que este pájaro, al paso que goza de la dulzura de la fruta, se convierte en un medio para propagar tan interesante y provechosa planta.




ArribaAbajoEstorninos

Los estorninos se diferencian de los tropiales o cásicos por su pico enteramente recto y deprimido, en especial en la punta.

El ESTORNINO COMÚN (Sturnus vulgaris, LIN.). Esta especie abunda mucho en el antiguo Continente; tiene el plumaje negro con cambiantes verdes y violados, y en todos puntos se ven manchitas blancas o leonadas. El macho cuando joven es gris parduzco. Aliméntase este pájaro de insectos de toda especie; vuela en numerosas y densas bandadas, siendo fácil cogerlo y domesticarlo; y aunque naturalmente su voz es áspera y chillona, el adiestramiento comunica suma flexibilidad a su garganta: de modo que aprenden a silbar, a cantar, y hasta a articular palabras.

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ESTORNINO COMÚN.




ArribaAbajoCuervos

Los cuervos, a los cuales ciertos autores consideran como formando una familia separada, en realidad solo difieren de los demás páseres conirrostres por ser de mayor tamaño, el cual les permite perseguir a otros pájaros. Se han dividido en tres géneros: cuervos propiamente dichos, grajos, y paradíseos.

Los cuervos propiamente dichos tienen el pico complanado lateralmente y muy fuerte; y los orificios de las narices cubiertos de plumas dirigidas hacia delante.

El CUERVO COMÚN (Corvux corax, LIN.) Es el mayor de los páseres europeos, pues tiene 23 pulgadas de longitud, siendo su tamaño igual al del gallo. Tiene el plumaje enteramente negro, con reflejos purpúreos y azulados en la parte superior del cuerpo; el vientre es verduzco con ligeros cambiantes; la cola redondeada, y la mandíbula superior convexa superiormente. Vive solitario; vuela muy alto, y huele los cadáveres a más de una legua de distancia; es omnívoro, y hasta arrebata la volatería de los corrales: anida en altos árboles o en escarpadas peñas. Domestícase fácilmente; y adiestrado imita la voz de otros animales y hasta la humana; es ratero por instinto, y esconde hasta aquellas cosas que de nada pueden servirle; como monedas, joyas de plata, y objetos brillantes. Encuéntrase en todas partes, y los antiguos romanos deducían mil agüeros de su vuelo, movimientos, etc.

La CORNEJA (Corvus corone, LIN.). Es una cuarta parte más pequeña que el cuervo; tiene la cola menos redondeada, y el pico más recto. Durante el verano se mantiene en las selvas, donde se alimenta con toda especie de fruto, de lombrices, insectos, carne corrompida, etc.; pero en el invierno se acercan a los sitios habitados y déjanse caer a bandadas en las tierras labradas para comer la sembradura y los insectos; retirándose por la noche otra vez al bosque. Lo mismo que el cuervo común, la corneja se domestica y aprende a articular: roba los objetos relucientes. Habita en todo el hemisferio septentrional.

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Corneja.

La CORNEJA CABIZCANA (Corvus cornix, LIN.). Es algo mayor que la corneja común; tiene el cuerpo ceniciento, y la cabeza, alas y cola negras. Frecuenta las riberas del mar y los estanques, y se alimenta de peces, conchas y reptiles.

La CORNEJA DE PICO BLANCO (Corvus frugilegus, LIN.). Es más pequeña que la corneja; y tiene el pico más recto y puntiagudo; es igualmente frugívora que insectívora: vive con las demás cornejas, pero no apetece como estas la carne corrompida.

La CHAVA (Corvus monedula, LIN.). Llámanla también pequeña corneja de los campanarios: es una cuarta parte más pequeña que la corneja común; su color es menos negro, y tira a ceniciento al rededor del cuello y debajo del vientre. Anida en los campanarios y antiguas torres, y vive reunida en bandadas. Su régimen alimenticio es el mismo que el de las cornejas comunes, y en especial hace cruda guerra a las aves de rapiña.

La PICAZA COMÚN, URRACA o MARICA (Corvus pica, LIN.). Tiene 18 pulgadas de longitud; la cola larga y escalonada; el plumaje es negro sedeño, con cambiantes purpúreos, azules y dorados; el vientre blanco y una gran mancha de este mismo color en cada ala; su charla y ratería instintiva son proverbiales. Es omnívora, amontona abastecimientos, y come granos, ratones, insectos, lombrices, carne corrompida y hasta ataca a los polluelos de los corrales y gallineros.

El GRAJO COMÚN (Corvus glandarius). Tiene las mandíbulas algo más cortas que las especies antecedentes, y terminan ambas de repente en una curvatura casi igual; el tamaño de esta ave es de 15 pulgadas; su plumaje gris violáceo, con los bigotes y las penas negros; siendo especialmente notable por una gran mancha de brillante azul con rayas de un azul más oscuro que forman las coberteras de las alas. Los grajos son de índole viva y petulante, y cuando los irritan erizan las plumas de la frente; aliméntanse de insectos, granos y sobre todo de bellotas. Esconden los objetos, y hacen provisiones, lo mismo que las urracas; pueden adiestrarse, y tienen inclinación a imitar todos los sonidos.

El CASCANUECES (Caryocatactes, LIN.) Tiene ambas mandíbulas puntiagudas e igualmente rectas; su tamaño es de 13 pulgadas; su color pardo manchado de blanco en todo el cuerpo. Es el más desconfiado de entre los cuervos. Al verle trepar a los árboles, picoteando la corteza para hacer salir las larvas de insectos depuestas en su espesor, pudiera tomársele por un ave del orden de los picos. El cascanueces se alimenta también de frutas, y hasta de pajarillos.

El CUERVO GARLADOR (Coracias garrula). Es del tamaño del grajo; su plumaje es de color verdemar; la espalda y penas escapulares leonadas; la extremidad del ala azul. Es ave sociable con sus semejantes, aunque de otra parte es selvática y chillona. Habita en los bosques de encinas y abetos en el norte de Europa, y se alimenta de insectos y reptiles. Emigra en el invierno.

Los paradíseos, llamados vulgarmente aves del paraíso, tienen, lo mismo que los cuervos, el pico recto y deprimido, y las ventanas de las narices cubiertas de plumas; las cuales, en vez de ser recias y delgadas, presentan un brillo metálico. Estas aves son originarias de Nueva Guinea e islas inmediatas; tienen las plumas de los costados largas y delgadas en forma de penachos, mucho más largos que el cuerpo del ave. En ellas obra el viento de modo que, según su dirección, lleva al ave contra su voluntad, obligándola a elevarse hasta hallar una atmósfera más tranquila. En algunas, dos de las plumas que visten el obispillo adquieren además una extensión filiforme de mayor longitud aún que los penachos que dejamos mencionados. Unos pájaros tan magníficos solo se conocían en Europa por las muestras secas y mutiladas que se usan en la fabricación de plumeros.

Los naturalistas de su país les arrancan los pies y las alas; de suerte que se llegó a creer que carecían de tales miembros, y que vivían continuamente en los aires, sostenidos por sus largas plumas laterales; pero desde que hemos podido proporcionarnos individuos enteros, se ha visto que no presentaban anomalía alguna, y que naturalmente debían ocupar un lugar entre los cuervos. Empezaremos su descripción por la especie que de más antiguo conocemos.

La ESMERALDA (Paradisea apoda, LIN.). Es del tamaño de un zorzal; tiene el plumaje de color marrón, la parte superior de la cabeza y del cuello amarilla; el contorno del pico y de la garganta verde esmeralda. El macho es quien se halla adornado con esos hacecillos de plumas amarillentas con que embellecen las damas su tocado. Esta ave por la noche se mantiene posada en la cima de altos árboles, y de día desciende, manteniéndose oculta entre las hojas. Los papús le hacen una guerra incesante; durante la noche trepan al árbol, acercándose al ave en tanto que hallan ramas bastante firmes para sostenerles: así aguardan con paciencia a que salga la aurora, y al primer albor de la madrugada, antes que el ave despierte, le arrojan aceradas flechas.






ArribaAbajoFamilia de los Tenuirrostres

Hemos llegado a la cuarta familia de los páseres, compuesta por los Tenuirrostres, así llamados por la delgadez del pico, que además es largo y sin escotadura. Comparados a los conirrostres, vienen a ser como los pico-finos con respecto a los demás dentirrostres: su principal alimento consiste en insectos.


ArribaAbajoSitelas

Las Sitelas son el primer género de esta familia, y tienen el pico recto, puntiagudo y deprimido en la punta; sus hábitos se asemejan a los de los picos, pues también, como estos, descostran la corteza de los árboles a picotazos en busca de insectos, y trepan en todas direcciones, a pesar de no tener más que un dedo posterior. Tenemos en nuestros países la especie llamada Sitela europea.

La SITELA EUROPEA (Sitta europea, LIN.) Es del tamaño del pitirrojo; su plumaje ceniciento azulado superiormente, y rojizo en las partes inferiores, con una faja negruzca que le baja por detrás de cada ojo. Vive solitaria en los bosques. En el verano hace su cría en el hueco de algún árbol, estrechando dicho hueco cuando ofrece demasiada capacidad, para lo cual emplea tierra crasa. Es granívoro tanto como insectívoro. Es ave que nunca se aleja del lugar donde nació, y el hueco que le sirvió de cuna le sirve después de almacén, donde reúne las avellanas, nueces y demás que le sirve de comida, y lo rompe con el pico sujetándolo con las patas.




ArribaAbajoTrepadoras

Son las trepadoras unos tenuirrostres cuyo pico es corvo; su nombre les viene de la semejanza que tienen con los picos en cuanto a trepar a los árboles, sirviéndose del pico como de una palanca; y de tener, corno estos, la cola gastada y terminada en punta fuerte.

El TREPADOR DE EUROPA (Certia familiaris, LIN.). Es una avecilla de 5 pulgadas de longitud total; superiormente es cenicienta con estrías blancas, rojas y negruzcas, las remeras son pardo-oscuras, con una mancha amarillenta en su terminación, y una faja de este mismo color en medio de la garganta; el pecho y vientre son blancos. Frecuenta los bosques y vergeles; pasa una vida laboriosa trepando sin cesar y recorriendo los árboles en toda su extensión, examinando las ramas, y picoteando sin parar un momento en la corteza para hacer salir las larvas e insectillos, en especial de los que se crían en los pinos. Cuando revolotea despide una voz tan fuerte que es maravilla pueda salir de un animal tan pequeño.

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El trepador de Europa.

El TREPADOR PINZÓN (Dacnis viridis, VIEILL.). Es una especie perteneciente al Brasil, notable por el hermoso color verde de su plumaje, que ofrece mil cambiantes según le da la luz con más o menos oblicuidad, unas veces oscuro, otras brillante y limpio, y siempre sedeño y como plateado. Esta ave magnífica se muestra todo el año, si bien abunda más en octubre y en marzo, en la estación de las lluvias, que es también cuando fructifican los arbustos de cuyo fruto se alimenta. En lo que va de abril a noviembre permanece en los bananeros inmediatos a los ríos del interior del Brasil.




ArribaAbajoSuimangas

Los suimangas son especies que ni trepan, ni tienen gastada la cola; pero que se colocan entre las trepadoras a causa de la conformación del pico: todos pertenecen a la América, chupan el néctar de las flores, y les gustan mucho los insectos. El pico de estas aves es largo y delgado, con los bordes de las mandíbulas dentados a modo de una finísima sierra; su lengua puede dilatarse hasta fuera del pico, y es ahorquillada en la punta. Viven entre las flores, cuya miel chupan, de donde les vino el nombre suimangas, que significa comedores de azúcar. Estos pajarillos, cuyo plumaje brilla con metálicos colores, viven en el antiguo continente, y son como la representación de los colibrís: tienen un natural alegre y un canto agradable.




ArribaAbajoColibrís

Los colibrís pertenecen todos a la América, y habitan la zona intertropical, sin nunca extralimitarse. Su pico es largo y delgado; la lengua se prolonga lo mismo que la de los picos, y se divide en dos filamentos, que sirven como una especie de sifón para absorber el néctar de las flores. Especialmente se nutren de insectos: como tienen las piernas cortas, no son aptos para andar; pero esta desventaja se halla ampliamente compensada por la perfección de los órganos del vuelo. Estos pájaros, los más pequeños de su clase, son también los que han recibido de la naturaleza unos colores más brillantes; cada una de sus plumas se halla provista de una gran cantidad de barbillas, verdaderos puntos de reflexión, los cuales, según los grados de incidencia del lumínico, descomponen este fluido y reflejan los rayos de varios colores que no han absorbido. Los peruanos los llamaban cabellos del sol, y formaban con sus plumas cuadros de una brillantez extremada. No son huraños; antes bien permiten acercárseles hasta muy cerca; pero se escapan como una flecha al menor ademán que se haga para cogerlos. Siendo irascibles, a proporción de su pequeñez, se pelean entre sí con encarnizamiento; y cuando se trata de defender la cría atacan con denuedo a aves diez veces mayores, y acaso logran ahuyentarlas. Pero su más terrible enemigo es la migala, o araña-cangrejo, de que ya hicimos mención al tratar del pardalote. Su nido, en cuya contextura corren parejas la solidez con la delicadeza, consiste en una cápsula pequeña acolchada con seda y algodón, y suspendida de una rama, de una hoja, y hasta a veces de una paja de las que cubren las chozas en la América meridional; contiene dos huevos blancos apenas del tamaño de un guisante, y de ellos al cabo de doce días de incubación salen unos pajaritos del tamaño de una mosca ordinaria.

Los colibrís con dificultad viven enjaulados; pues la jaula los mata de languidez, toda vez que les impide el movimiento, circunstancia esencial para que puedan vivir. Con todo, pueden conservarse cautivos por algunos meses suministrándoles para comida una pasta muy fina, compuesta de bizcocho, vino y miel, cuya sustancia tornan pasando la lengua por encima de ella. Un general inglés logró alimentarles durante cuatro meses con jarabe que ponía en el fondo de unas flores artificiales, que imitaban perfectamente las corolas acampanadas que más gustan a esos pajarillos. En vano se ha tratado de transportarlos conservándolos vivos a Europa. El ornitologista Latham refiere que cierto joven, al partir de Jamaica para regresar a Inglaterra, cortó la rama que sostenía un nido, en el que empollaba la hembra del COLIBRÍ ALZACUELLO VERDE (Trochulus gramineus, LIN.). Esta muy pronto se familiarizó hasta tomar el alimento que le ofrecían; siguió empollando con asiduidad en la embarcación; pero después de nacidos los pajarillos murió.

Estos últimos llegaron vivos a Inglaterra: resistieron la influencia del clima por espacio de dos meses en casa de lady Hamon, llegando a ser tan familiares, que iban a tomar el alimento en los labios mismos de aquella señora.

El género de los colibrís comprendo dos secciones: la primera contiene los pájaro-moscas, cuyo pico es recto; y la segunda los colibrís propiamente dichos, cuyo pico es corvo.

PÁJARO-MOSCA

El PÁJARO MOSCA MÍNIMO (Trochilus minimus, LIN.). Es el más diminuto de los pajaritos de su nombre; puesto que no es mayor que una abeja. Su plumaje es de un gris violáceo.

El PÁJARO MOSCA GIGANTE (Trochilus gigar, VIEILL.). Así como el anterior es el más pequeño de la especie, este es el que presenta mayores dimensiones, de modo que iguala a nuestro vencejo; tiene el pico largo, recio y convexo; y el plumaje verde brillante en las partes superiores, más oscuro en las pequeñas coberteras y en las rectrices, y el cuerpo pardo, rojizo, con puntos pardos.

Tratándose del pájaro-mosca no puede prescindirse de citar a Buffon, quien se expresa en estos términos: «Entre todos los seres animados este pajarito es el más elegante en su forma, al paso que el más brillante en sus colores. Las piedras preciosas, los metales abrillantados por el arte del hombre, no pueden parangonarse con esa joya de la naturaleza, quien en el orden de aves la ha colocado en el mínimo grado de magnitud: maxima miranda in minimis. El pájaro-mosca es su obra maestra, y así le ha colmado de todos los dones que sólo dejó repartidos entre las demás aves: ligereza, rapidez, volubilidad, gracia y magnífico plumaje, todo lo reunió en este ser predilecto. Brillan en su bella librea la esmeralda, el rubí y el topacio; y nunca los mancha el polvo de la tierra, puesto que esta avecilla, en su vida enteramente aérea apenas toca el suelo algunos instantes; muy al contrario, de continuo en el aire, vuela de flor en flor, de cuyo brillo y matices participa, lo mismo que de su frescura; y como se alimenta con su dulce néctar, nunca se aparta de los climas donde aquellas sin cesar se renuevan. En esos países, los más cálidos del Nuevo Mundo, se encuentran todas las especies de pájaro-moscas, las cuales son bastante numerosas, y parecen confinadas entre ambos trópicos; pues las que en el verano adelantan hasta las zonas templadas, permanecen en ellas muy poco tiempo. Parece que andan siguiendo al sol, que adelantan o se retiran con este astro, y que vuelan en alas de los céfiros en pos de una eterna primavera... Su pico es una aguja delicada, y su lengua un hilo sutil; sus ojuelos negros, dos puntos brillantes. Su vuelo es continuo, zumbón y acelerado; siendo tan vivo el batimiento de las alas, que parándose el pájaro en el aire, no solo parece que ocupa siempre el mismo punto, sino que se halla enteramente inmóvil, así es como por algunos instantes le vemos detenido delante de una flor, y dispararse en seguida como una saeta hacia otra. Recórrelas todas, y en sus cálices introduce la lengüecita delicada, halagándolas con sus salas, sin fijarse en ninguna, aunque sin abandonarlas jamás; y solo apresura su inconstancia para seguir mejor sus amores y multiplicar sus inocentes deleites; puesto que ese voluble amante de las flores vive a expensas de estas sin marchitarlas, contentándose con chupar su miel, a cuyo uso parece su lengua únicamente destinada.»

He ahí una de esas brillantes páginas que nunca podremos admirar cuanto lo merecen, y que colocaron a Buffon entre los primeros prosadores de Francia; sin duda el colorido, la riqueza y elegancia del pájaro-mosca no aventajan a la belleza de esta descripción. Pero trátase de historia natural y no de mitológicas alegorías: ni el ánimo más propenso a ilusionarse puede ver en el pájaro-mosca al voluble amante de las flores, especie de petimetre en miniatura, vestido de terciopelo, oro y pedrería, revoloteando de una a otra hermosa, y repartiendo sus favores entre unos seres que no pertenecen a su especie. Si el pájaro-mosca chupa el néctar de las flores, principalmente lo que en ellas busca es una presa viviente; he ahí cuáles son los inocentes deleites que les pide; y su amorosa inconstancia, consiste en dejar la flor donde acaba de picotear a un insecto por la inmediata donde cree que encontrará otro. Compárese con esas graciosas ficciones la biografía del pequeño rubí de la Carolina, referida sin exageración, aunque con calor, por un hombre que cuenta lo que vio, y luego podrá hacerse un juicio exacto entre el poeta y el historiador. Pero antes de presentar esta descolorida traducción del texto inglés de Audubon, expongamos los caracteres específicos del pájaro-mosca pequeño rubí.

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El Pájaro-mosca brillante en una Tidlensia

(Vanesa Antigonel).

El PEQUEÑO RUBÍ (Trochilus colubris, LIN.). Llámanle en los Estados Unidos, pájaro murmullo, (Humming bird), a causa del continuo zumbido de sus alas: tiene 5 pulgadas de largo; superiormente es verde dorado; blanco grisáceo en las partes inferiores; la garganta de un matiz de rubí en extremo brillante en el macho; y en la hembra ocupa su lugar una especie de corbata blanca; la cola es poco ahorquillada, y se compone de rectrices delgadas; y el pico es recto y negro, lo mismo que los tarsos.

«Quien al ver zumbar por el aire a esa lindísima criatura, sostenida por sus armoniosas alas, volar de flor en flor con giros y movimientos tan agraciados y vivos, recorriendo las vastas regiones americanas, donde al parecer va sembrando rubíes y esmeraldas; ¿quién, decía, al ver brillar esa partícula del arco iris, no siente elevarse sil ánimo y consideración hacia el Criador de semejante maravilla? Puesto que si Dios no ha dotado a todos los hombres del genio que a su ejemplo crea, al menos a nadie ha negado el don de admiración. Cuando el sol nos vuelve la primavera, y con ella se abren a millares los gérmenes del reino vegetal, aparece entonces el pequeño pájaro-mosca yendo de acá para allá en alas de una hada; inspecciona con solicitud cada flor abierta, y saca los insectos en ella introducidos; al modo que un diligente aficionado a las flores cuida de su planta predilecta librándola de enemigos interiores que pudieran empañar el terso candor de sus pétalos. Vémosle suspenso en el aire, el cual sacude con tan rápido estremecimiento de alas, que hace parecer al pájaro en una inmovilidad completa. En esta posición echa una mirada penetrante hasta los recodos más ocultos de las corolas; y con los leves movimientos de sus plumas es un viviente abanico que refresca la flor que está examinando; al mismo tiempo produce un zumbido dulce y sonoro, propio para adormecer a los insectos ocupados en hacer su botín. De improviso introduce el agudo y largo pico; la dilatable y bifurcada lengua, que se halla cubierta de un humor viscoso, va a buscar al insecto, y en un instante el pájaro lo traga. Esta operación es cosa de un abrir de ojos, y no cuesta a la flor más que una gotita de néctar que sale junto con el insecto; pero este hurto, sin empobrecer a la planta, la libra de un parásito dañino.

»Así los prados como los vergeles, los campos como las florestas y las selvas, son alternativamente objeto de las excursiones del Humming bird, quien en todas partes encuentra placer y alimento. Su garganta es superior a toda ponderación: ya presenta el móvil brillo de la llama, ya el profundo negro del terciopelo; su cuerpo, que superiormente reluce con un verde dorado, atraviesa el espacio con la instantaneidad del relámpago, y cae en cada flor como un rayo del sol; se levanta, se precipita, sube, baja, va y vuelve, siempre a saltos tan rápidos como imprevistos... Tal le vemos en las provincias septentrionales de la Unión adelantando en los bellos días de la primavera y retirándose cuerdamente al asomar el otoño.

»¡Cuánto placer hallé estudiando las costumbres y siguiendo la viva expresión de los sentimientos de una par de estas lindísimas criaturas durante la época de la cría! Extiende el macho su magnífico pectoral a fin de que reluzcan con más viveza las plumas; salta sostenido sólo por una de las alas, y gira al rededor de la hembra; en seguida se arroja a una flor abierta, llena su pico de botín, y va a deponer en el de su dulce compañera el insecto y el néctar que para ella ha cogido... Cuando sus delicadas atenciones son aceptadas, muestra una viveza particular en todos sus movimientos que retratan la dicha y satisfacción de que se halla poseído, y mientras la hembra se saborea con el regalo que ha recibido de su obsequioso amante, este la refrigera con las alas. Las atenciones y cuidados del macho aumentan a medida que se acerca el tiempo de la puesta, y da muestras de un valor que supera de mucho a sus verdaderas fuerzas, así es que ni teme dar caza al pájaro azul, ni al martín, y hasta resiste al papa-moscas tirano, volviendo luego junto a la hembra lleno de júbilo, y batiendo sus zumbadoras alas. Aunque sin dificultad pueden comprenderse, es imposible hallar términos con que expresar esas pruebas de animosa y fiel ternura que el macho, en apariencia tan débil, da a la hembra para justificar la confianza y seguridad de que debe estar poseída en el nido, donde en breve la retendrá el amor materno.

»En el nido de este pájaro-mosca, ¡cuántas veces eché una mirada furtiva a su recién nacida progenie! Dos pajaritos, tamaños cada uno como una abeja, desnudos, ciegos y endebles, apenas podían levantar el pico para recibir el sustento: pero por otra parte, ¡cuánta ansiedad causaba mi presencia a los padres! Rozaban mi rostro con inquieto vuelo, descendían a la rama más inmediata, subían otra vez, revoloteaban de derecha a izquierda y viceversa, aguardando con mortal afán el resultado de mi visita. Después, una vez asegurados de que esta era inofensiva, ¡qué transportes de alegría manifestaban! En su sencilla y natural expresión creía ver las angustias de una pobre madre que teme perder su idolatrado hijo atacado de peligrosa enfermedad, y la felicidad de la misma luego que el médico acaba de declararle que pasó la crisis y que el hijo está salvado.

»El nido del rubí es de una delicada contextura; la parte exterior fórmala un liquen gris, y parece ser parte integrante de la rama, cual excrecencia accidentalmente desarrollada; la parte contigua está formada de algodonosas materias, y el fondo de filamentos sedeños sacados de diferentes plantas. Contra el axioma que supone el número de huevos en relación con la pequeñez de la especie, la hembra solo pone dos huevos, de un blanco puro. La incubación dura diez días; y el ave en una estación hace dos crías. A una semana de haber nacido los hijos son aptos ya para el vuelo, aunque reciben el alimento de sus padres durante otra semana todavía, y estos lo desengurgitan a sus piquitos, a semejanza de lo que hacen las palomas. Luego después, cuando los jóvenes se encuentran en estado de proveer por sí mismos a sus necesidades, júntanse con los de otras nidadas y juntos emigran a otros sitios dejando a los viejos. Hasta la siguiente primavera no tiene su plumaje el colorido perfecto, sin embargo de que en los machos la garganta ofrece la viva impresión de los colores de rubí antes de la emigración de otoño.

»Estos pajaritos muestran particular afición a las flores tubulosas; tales como la datura stramomium, la bignonia radicans y la madreselva; y esto no solo para mitigar su sed con el néctar que en ellas se contiene, sino por los pequeños coleópteros y moscas que dicho humor atrae. No son ariscos, pues no solo no huyen a la aproximación del hombre, sino que hasta se introducen en las habitaciones donde hay flores recientes. Esta especie es abundante en la Luisiana: cógenlos con una escopeta cargada de agua a fin de no malograr su plumaje, y también, lo que es mejor, con unas redecillas como las que se emplean para cazar mariposas.»

Si hay especies de colibrís muy mansos y que buscan lugares habitados, no faltan otras que prefieren la soledad y retiro de las selvas vírgenes: de este número es el COLIBRÍ RADIANTE (Trochilus radiosus, que en el Brasil llaman Abeja flor, y cuyos individuos ha dado a conocer en Europa el primero el sabio explorador A. de Saint Hilaire). Gústale la sombría espesura de los árboles y las rocas graníticas, entre las cuales los bulliciosos torrentes se abren un sendero sinuoso, cayendo en los remansos orillados de bambúes. La perpetua frescura de estos sitios favorece al crecimiento de una multitud de plantas parásitas; las vainillas, las amarilis y las tidlansia serpentean a porfía en torno de una delgada rama, o en la árida superficie de una roca, y se entremezclan con los yaros y escolopendras. Allí vive la Abeja flor cuya índole arisca hace que sus costumbres difícilmente puedan observarse. Su vuelo es rápido, y su fuga va acompañada de un grito fuerte y quejumbroso. Cuando está irritada, o bien cuando se defiende de los ataques de otra ave, extiende la cola, vivamente matizada de color de fuego.

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AMÉRICA.

El Pájaro-mosca rubí topacio, el Eufono vendado, el Ranfocelo flamígero, el Pájaro-mosca Delalande, la Cotorra tui-ete.




ArribaAbajoAbubillas

Terminaremos la familia de los páseres tenirrostres con el género Upupa o Abubilla: adornan la cabeza de estos pájaros dos hileras de plumas largas, que se levantan o se bajan a voluntad del animal; el pico es más largo que la cabeza, ligeramente encorvado, y triangular en su raíz; la mandíbula superior más larga que la inferior. Las abubillas son muy golosas de los escarabajos, y los magullan a picotazos hasta que los reducen a una bola oblonga; luego la echan al aire de modo que al caer puedan cogerla y tragarla según su longitud; si cae atravesada, vuelven a empezar. Al paso que van proveyendo a su mantenimiento, no dejan de estar alerta con respecto a las aves de rapiña que pudieran tomar en ellas el desquite de los insectos que acaban de sacrificar. Si, por ejemplo, pasa por encima de la abubilla un cuervo, esta se agacha tocando su vientre al suelo, extendiendo las alas y la cola, que la rodean a modo de una corona; y doblando la cabeza sobre la espalda, presenta el pico hacia arriba, en cuya extraña postura tomaríase al ave por un trapo viejo.

La ABUBILLA COMÚN (Upupa epops, LIN.). Este hermoso pájaro tiene 11 pulgadas de longitud total; cabeza, cuello, manto, pecho y vientre, rojo-vinoso, el bajo vientre y las coberteras inferiores de la cola, de un blanco puro, con algunas manchas oblongas negruzcas en los costados; las coberteras superiores de las alas se ven transversalmente rayadas de blanco y de negro; las remeras primarias son negras, y a cosa de un tercio de su longitud las atraviesa una faja blanca; otra faja blanca atraviesa las rectrices hacia su mitad, siendo estas negras; las plumas que forman la cresta o moño que adorna la cabeza terminan en una mancha negra precedida inmediatamente de otra blanquizca. La abubilla vive solitaria y le gusta pasear por el suelo en los sitios húmedos, donde encuentra lombrices insectos acuáticos y coleópteros.

Coloca Cuvier entre las abubillas al Corvus graculus de Linneo y demás de su especie. Tiene este el tamaño de una corneja; el plumaje negro con reflejos violáceos, verdes y colorados; las piernas y el pico de brillante color de púrpura, y el iris pardo. Esta ave se alberga en los Alpes y en los Pirineos; anida en las hendiduras de las peñas quebradas, y su descenso a las regiones bajas es anuncio de nieves y de un frío intenso: esto explica bastante su régimen alimenticio, que consiste en frutos e insectos. Los Proméropes y los Epímacos son abubillas exóticas faltas de moño, al paso que de plumaje magnífico por la viveza de los colores.

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Abubilla.






ArribaAbajoFamilia de los Sindáctilos

Hétenos al fin llegados a la familia última y menos numerosa entre las de los páseres, la cual se diferencia de las demás por un carácter bien marcado, del cual les ha venido el nombre: hablamos de la familia de los sindáctilos. Los pájaros de que consta tienen todos el dedo externo tan largo como el del medio y ambos están unidos hasta la penúltima articulación; al paso que en las otras cuatro familias los dedos son desiguales, y unidos solo en uno o dos falanges.


ArribaAbajoAbejarucos

Los abejarucos tienen el pico largo y triangular en su raíz, ligeramente corvo y muy puntiagudo; la cortedad de los pies, la extensión de los alas y la rapidez del vuelo, les comunica alguna semejanza a las golondrinas.

El ABEJARUCO DE EUROPA (Merops apiaster, LIN.). Tiene 10 pulgadas de largo; la espalda de color leonado, la frente y el vientre azul de mar y la garganta amarilla con cerco negro. Esta hermosa ave viaja en numerosas bandadas por el mediodía de Europa; frecuenta los vergeles, donde caza al vuelo a los insectos de alas membranosas que van a chupar el humor de las flores, como son abejas, avispas, etc., que nunca le pican. Coloca el nido en las arenosas riberas de los ríos, en hoyos que el pájaro mismo excava, de 4 a 5 pies de profundidad. Los pequeñuelos permanecen en ellos bastante tiempo en compañía de sus padres; lo cual hizo creer a los antiguos que el abejaruco cuidaba de sus padres cuando eran viejos.

Los alciones tienen el pico recto, anguloso, puntiagudo y mucho más largo que los abejarucos; como estos, anidan igualmente en los hoyos de las riberas. Tenemos en Europa una especie que por la hermosura de sus colores pudiera competir con los páseres más brillantes de las regiones tropicales: tal es el Martín pescador.

El MARTÍN PESCADOR (Alcedo ispida, LIN.). Es del tamaño de Un gorrión; su plumaje es liso, y le permite sumergirse en el agua sin inconveniente; la espalda, obispillo y coberteras superiores de la cola son de un hermoso azul celeste; y este mismo color forma manchitas en la cabeza y en las escapulares; las demás partes superiores son verduscas con cambiantes de verde-mar; entre el pico y el ojo, y también en las mejillas, hay una lista roja; en la garganta y lados del cuello una faja blanco-rojiza; y el pecho ostenta un color rojo ígneo que se extiende hasta el vientre y por las coberteras inferiores de la cola: las plumas de esta son en extremo cortas, negruzcas en su cara inferior, y de un bello azul en la superior; de cada lado del pico nace y se extiende una faja colorada como la parte superior de la cabeza; las remeras son negras en sus barbas interiores, y de un verde azulado en las externas; el pico es negro y en la parte inferior rojizo, y el iris y los pies rojos.

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Martín pescador.

Es el martín pescador un animal triste, receloso y selvático, y vive solitario durante casi todo el año. Su vuelo arranca rápido y sigue a lo largo las sinuosidades de los arroyos, rozando casi con la superficie del agua; y luego va a posarse en una piedra, o en una rama seca que avanza por encima de la corriente, desde cuyo punto acecha paciente una presa, y se deja caer a plomo encima de los peces e insectos acuáticos de que se alimenta. Después de algunos instantes de inmersión, vuelve a salir del agua con un pez en el pico; el cual va a quebrantar en una roca antes de comerlo. En la Nueva Holanda hay especies, cuyo plumaje grisáceo y no liso parece que indica hábitos terrestres: en efecto, no frecuentan las aguas y viven tan solo de insectos, por lo que les llaman martincazadores.




ArribaAbajoCalaos

Por último, el género más extraordinario de la familia de los sindáctilos, y tal vez del orden de los páseres, es el de los calaos, aves de la India y del África, sumamente notables por un pico enorme, dentado y superado de prominencias a veces tan grandes como él mismo. Los hábitos de estas aves son iguales a los de los cuervos: comen frutos tiernos, dan caza a los ratones, a los pájaros y a los reptiles, y hasta se alimentan de cadáveres.

El CALAO RINOCERONTE (Buceros rhinoceros, LIN.). Tiene 4 pies y 4 pulgadas de longitud, incluso el pico que coge cerca de 1 pie; su plumaje es negro; excepto en el obispillo, vientre y la raíz y extremidad de las rectrices, lo cual es blanco: su pico tiene la figura de una hoz, y lleva un enorme casco encorvado hacia arriba, semejante al cuerno del rinoceronte, de color rojo y de anaranjado, separados por 2 líneas negras. Cuando jóvenes solo presentan como un rudimento de casco, y nada de cuerno. Esta especie se halla en las Indias Orientales.








ArribaAbajoOrden de las Trepadoras

Las aves de que se compone este orden tienen la misma organización y el mismo régimen que los páseres, de los cuales difieren por tener el dedo externo dirigido hacia atrás lo mismo que el pulgar: esta disposición de los dedos, en que hay dos hacia delante y los dos restantes hacia la parte posterior les da mayor aptitud para cogerse de las ramas de los árboles; y aún algunos aprovechan esta facilidad para trepar por ellas en todas direcciones. De ahí se han llamado trepadoras: sin embargo, no debemos tomar esta denominación en todo rigor; puesto que si entre los páseres hemos hallado aves que trepan, hallaremos algunas que no lo hacen entre las que se llaman trepadoras, tal es, por ejemplo, el cuclillo: este es el inconveniente de los nombres sobrado exclusivos; pues vemos que un orden de animales designado por alguno de esos caracteres fisiológicos, de repente se encuentra dislocado desde que viene a añadírsele una nueva especie, cuyo aire es diferente, aunque sea idéntica su estructura anatómica.


ArribaAbajoPicos

Empezaremos a tratar de este orden por el numeroso género de los picos; pues a sus especies es aplicable con toda propiedad la denominación de trepadoras. Los picos trepan perpendicularmente, o describiendo una línea espiral a lo largo de los troncos y gruesas ramas de los árboles; su cola se compone de diez penas fuertes y elásticas, y con ella se apoyan en el acto de trepar; tienen el pico largo, recto y anguloso, propio para hender la corteza de los árboles; su lengua es delgada, viscosa y provista en su extremidad de puntas a modo de espinas dirigidas hacia atrás, y gracias a las grandes astas del hueso lingual, que la empujan hacia delante, puede prolongarse mucho por defuera del pico. Su alimento son larvas e insectos coleópteros, que hallan entre la corteza de los árboles. Después de haber picoteado en un lado del tronco o rama para cazar los insectos, acuden luego al lado opuesto; no para ver si han taladrado el árbol, como cree el vulgo, sino para coger los insectos que por contragolpe han despertado y puesto en movimiento. Dice Buffon que los picotazos de estas aves les manifiestan por medio del sonido los puntos huecos donde anidan los gusanos, como también si hay alguna cavidad en la que puedan anidar o cobijarse. Los picos son inquietos, ariscos y regularmente viven solitarios. En tiempo de la cría, se llaman unos a otros dando repetidos picotazos en una rama seca. Vamos a hablar sucintamente de las principales especies de este interesante género.

El PICO NEGRO (Picus martius, LIN.). Tiene 17 pulgadas de largo, siendo casi del tamaño de una corneja; su plumaje es de un hermosísimo negro, excepto la cabeza que en el macho es enteramente colorada, y en la hembra solamente hacia la nuca. Viven en los bosques de abetos del Norte. Esta especie es muy golosa de abejas, avispas, hormigas y orugas; y alguna vez es frugívora.

El PICO VERDE (Picus viridis, LIN.). Es uno de los pájaros más hermosos de Europa; tiene de largo unas 12 pulgadas y media, siendo su tamaño el de una tortolita. Superiormente es verde, y en su parte inferior blanquizco; la cabeza colorada, y el obispillo amarillo. La hembra tiene menos color en la cabeza, y unos bigotes negros. Vive el pico verde en los bosques, en especial de hayas y de olmos. No solo come insectos en los árboles, sino que durante la primavera y el verano se mantiene y anda por el suelo, hábito de que no participa ningún otro de los picos de Europa: esto es efecto de ser muy goloso de hormiga. Hacen el nido en un árbol tierno, y trabajan de mancomún el macho y la hembra en excavar un hueco oblicuo y profundo, en que hacen un lecho de musgo y lana. La hembra pone de cuatro a seis huevos blancos.

El PICO PEQUEÑO (Picus minor, LIN.). Es del tamaño de un gorrión sus partes superiores son negras con manchitas blancas; la frente y región de los ojos, las partes laterales del cuello y las inferiores son blancas con delicadas estrías negras en el pecho y costados; la cima de la cabeza es colorada; la nuca, el manto y coberteras de las alas son negras, de igual color que los bigotes, los cuales descienden por los lados del cuello. Las rectrices laterales son blancas y rayadas de negro en su terminación; el pico y los pies negruzcos, y el iris rojo. La hembra no tiene color rojo en la cabeza; su plumaje en general está más matizado de color castaño, y presenta mayor número de manchas. Esta especie no es muy común en Francia, pues se halla más extendida por el norte de Europa y países orientales de la Siberia. No excava el nido, sino que aprovecha algún hueco que se ofrezca naturalmente en los árboles.

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Pico pequeño.

El PICO ARADOR (Picus arator, LIN.). Pertenece al África meridional: su longitud es de unas 10 pulgadas; sus partes superiores son de un color castaño oliváceo, con manchitas y rallitas de matiz leonado, la parte anterior del cuello y superior del pecho de color castaño-oscuro con manchas leonadas; lo restante del pecho, el vientre y el obispillo colorados; los costados oscuros, los pies castaños y el pico negro. Esta especie no trepa a los árboles, sino que busca su alimento por el suelo picoteando y escarbando, y así coge las larvas de los insectos que cubre la tierra. Estos pájaros viven en los riscos del África meridional, crían en las cavidades de las peñas, y de día descienden a los llanos.

El PICO DORADO (Picus auratus, LATH.). Este pájaro pertenece a la América septentrional: su longitud es de 11 pulgadas; tiene las partes superiores de color castaño con rayas negruzcas; la parte superior de la cabeza y el cuello de un pardo plomizo; la nuca de un vivo encarnado, los bigotes negros; blanco

encima del obispillo, y las coberteras de la cola variadas de negro y de blanco; los troncos de las remeras y de las rectrices son de un amarillo oscuro dorado; la parte anterior del cuello de un ceniciento vinoso con una ancha semiluna negra en el pecho; las partes inferiores son blanquecinas, y como con un baño de rojizo; finalmente el pico y los pies son oscuros.

Llegada la época de la cría, hace oír el pico dorado desde las copas de los árboles su canto sumamente alegre. Vese una docena de machos que cortejan a una sola hembra, a cuyo alrededor revolotean subiendo, bajando y saltando; de lo que resulta una especie de baile grotesco, imposible de presenciar sin reírse. Así es cómo demuestran esos enamorados sus deseos a su hermosa, sin celos entre sí ni odio; y en cada árbol repiten los mismos galanteos. Entonces la hembra, con toda coquetería, da un picotazo al que honra con su preferencia, y los demás pretendientes huyen volando. La dichosa pareja se ocupa en buscar una habitación cómoda para su futura prole. Así el macho como la hembra trabajan alternativamente en excavar con el pico el hueco que ha de ocupar el nido, y quince días después de concluido este pone la hembra seis huevecitos blancos y transparentes como el cristal. Pero desgraciadamente no siempre escapan de la voracidad de la culebra negra; así como también los padres suelen alguna vez ser víctimas del gavilán; pero hallan por otra parte un asilo impenetrable en los agujeros estrechos y profundos de los árboles.




ArribaAbajoTuercecuellos

El reducido género de los tuercecuellos presenta en sus individuos una lengua capaz de prolongarse fuera del pico, lo mismo que en el género antecedente, aunque sin puntas o espinas. Las penas de la cola tienen la forma ordinaria: son estos pájaros poco trepadores; aunque por lo demás tienen los hábitos de los picos. Solamente se conocen tres especies, una de las cuales vive en nuestros países.

El TUERCECUELLO DE EUROPA (Yunx torquilla, LIN.). Tiene 6 pulgadas y media de altura, siendo su tamaño el de una alondra. Superiormente es de color castaño, con undulaciones y manchas longitudinales de color leonado, que producen un efecto muy vistoso, inferiormente domina el color blanquizco con rayas transversales negruzcas. Su voz es una especie de silbido más o menos agudo. Vive solitario, y antes busca su alimento en tierra que en los árboles, prefiriendo a todo las hormigas, en cuyos hormigueros introduce su lengua delgada y glutinosa, retirándola cargada de presa. Su nombre genérico le viene del extraño hábito que tiene de volver la cabeza lentamente, de modo que queda en posición del todo inversa, lo cual efectúa cuando ve algún objeto nuevo o cuando se le sorprende.