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Alfredo Costa Rubert


Revista de la Facultad de Letras y Ciencias (Habana).- En esta revista de la Universidad cubana hay un discurso pronunciado por el catedrático doctor Juan M. Dihijo, en la apertura de las Escuelas Públicas y una conferencia de otro catedrático, el doctor Manuel Valdés Rodríguez.

Es el primero, un estudio del estado de la enseñanza en Cuba, cosa que allí no está descuidada, al contrario, el aumento de las escuelas es rapidísimo.

La enseñanza, es tema de los hombres que estudian y piensan, las conferencias son allí frecuentes y no por ser frecuentes son inútiles y poco provechosas.

La educación preocupa y se oye siempre, en las conferencias inaugurales de cursos, la palabra de los más autorizados. En nuestro país no siempre pasa lo mismo; si hay un hombre que en estos últimos años haya hecho tal cosa, ese hombre es el vicedecano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, el doctor Juan M. Garro; y a ese hombre pocos fueron los que lo alentaron. ¿Para qué? Es preciso arrancar un título a las facultades y después ya terminó todo: el título es una patente muy acomodaticia de sabio y que faculta para ser diputado y otras cosas que dan buena renta sin mayor estudio.

¿La gloria? bah2, es una cosa tan lírica, que sólo se deja para un Sarmiento o un Farinelli.

Allí, en aquella Universidad, se oye la palabra autorizada de un catedrático que dice: «Nuestros maestros, en tesis general, dedican sus mejores empeños en pro de la enseñanza, y   —92→   de tal modo, que lo que fue en sus comienzos ensayos empíricos, sin otra orientación, inspiración y preparación que la buena voluntad, ha ido evolucionando, tan satisfactoriamente, que ya hoy podemos decir que se encuentran encauzadas nuestras escuelas, no ya según nuestro sentir, sino con el testimonio de extranjeros, ingleses, americanos y alemanes, que han visitado nuestras aulas y han confesado ingenuamente que la objetividad del método empleado puede competir con el sancionado en sus respectivos países».

Y no se crea que esto es simplemente chauvinisme, no; el ilustre catedrático dice más adelante: «No quiero decir, en manera alguna, que pueda darse todo por hecho, ni tampoco que todos los maestros hayan alcanzado uniformemente el mismo nivel; ese es un ideal difícil de lograr en lo humano y mucho más en tan corto tiempo de dedicación; pero, a lo que me refiero, y lo que, desde luego constituye el triunfo, es la implantación honrada y entusiasta de métodos que han dado buenos y palpables resultados, permitiendo, si los esfuerzos no se desvían, acariciar la unificación posible, en plazo no muy lejano en graduación, métodos y procedimientos». Así se habla, así se forman hombres con amor al estudio. Con este ideal de educación se llegará a formar hombres para que en la plaza mundial no sólo se coticen nuestros productos, sino también los talentos de nuestra tierra americana.

Archivos de Psiquiatría y Criminología (Buenos Aires).- Esta revista que dirige nuestro colaborador el doctor Ingegnieros, publica en su último número un artículo del sabio profesor español, doctor S. Ramón y Cajal, titulado: «El Renacimiento de la Doctrina neuronal».

En este artículo, el doctor S. Ramón y Cajal, refuta a un su amigo, el doctor García Sola, que ha hablado del ocaso de la neurona. Con firmeza habla el ilustre sabio de esos adversarios de la doctrina neuronal, de «la psicología de los jóvenes investigadores, quienes ávidos de nombradía y hallando el filón de la originalidad demasiado hondo y trabajoso caen a menudo   —93→   en la tentación malsana de hacer obra negativa, desacreditando doctrinas y empañando prestigios, aun en aquellos dominios en que la ciencia parece haber fijado definitivamente las fórmulas; que salvadas honrosas excepciones, los antineuronistas no rayan muy alto en punto a modestia y sincera devoción a la verdad científica, mil indicios lo declaran».

Expone los «argumentos esgrimidos por los antineuronistas más autorizados» no sólo para examen sino también «para información de quienes ignorando la fase actual de la cuestión, se atienden al último figurín de hace diez años». Los argumentos pasan por el cerebro del sabio, quien con lentitud, para que puedan ser vistos, los va exponiendo con claridad y los va desechando. ¿Qué la victoria se anuncia próxima y definitiva?, no hay en el doctor Cajal sobresaltos, no: sigue él pensando en la doctrina neuronal, y más hoy, que nunca, pues con los trabajos de: van Gehuchten, Michotte, Donaggio, Tello, Schiefferdecker, Marinesco, Azoulay Harrison, Neal, Münzer Mott, Medea, Lugaro, Perroncito, Guido, Sala, Krassin, Nageotte y muchos otros más, que han «desembarazado de los artificiosos argumentos de reticulismo y catenarismo», se ha «llegado a un grado de solidez y prestigio jamás alcanzados».

Por falta de espacio no podemos ocuparnos de las siguientes revistas, a las cuales agradecemos su remisión: La Lectura (Madrid), Revista de Letras y Ciencias Sociales (Tucumán), El Fígaro (Habana), La Verdad (Bueno Aires), La Revista Artística y Teatral (Buenos Aires), etc., etc.