Obras Poéticas
Clemente Althaus
Prólogo
Este volumen contiene, con algunos cambios y bastantes supresiones, las «poesías patrióticas y religiosas», publicadas en parís el año de 1862, y las «poesías varias»; tomo este último que, publicado el mismo año que el anterior, puede sin embargo considerarse todavía como inédito, pues ni lo puso el autor en venta, ni repartió sino un escasísimo número de ejemplares del escaso que hizo imprimir.
Contiene también muchas de las composiciones, patrióticas o no, publicadas por él desde entonces en el comercio y otros periódicos, y además un gran número de trabajos inéditos del todo y pertenecientes a diversos géneros, entre los cuales hay dos leyendas, un drama, y algunas sátiras literarias y políticas.
Por último, el autor se ha determinado a dar esta vez cabida entre sus obras a algunas de sus antiguas poesías escritas antes del año 1855 y excluidas de sus anteriores colecciones. Las hubiera podido corregir harto más de lo que Lo ha hecho; pero ha creído que pasar de pocas y ligeras enmiendas era exponerse a quitarles la fisonomía propia de aquel tiempo y, por decirlo así, infantil, que a su juicio debían conservar, y que probablemente constituye su único mérito. Serán las primeras que halle el lector, pues el orden seguido en la colocación de estas poesías es el de sus fechas, las cuales comienzan el año de 1852 y acaban el de 1871.
Presento pues a mis paisanos, reunidas en un volumen, las obras que he compuesto en el espacio de casi veinte años que ha que cultivo la poesía: conviene a saber, la parte de ellas que reputo menos indigna de la luz pública, pues otro tanto, por lo menos, como lo publicado aquí será lo desechado o reservado.
Era mi ánimo escribir un largo prólogo en el que hubiera hablado con la conveniente extensión acerca de lo que entiendo por poesía y del alto ministerio civil y moral que tiene para mí esta reina y señora de las artes de lo bello; contestando asimismo al cargo de no haber sido hasta aquí más que poeta que me hacen muchos de los que juzgan que la poesía es una vana gracia, un frívolo adorno, y a quienes la misma belleza y hechizo de la forma hace desconfiar de la gravedad e importancia del fondo.
Pero no me consienten realizar mi propósito, por una parte, la flaqueza presente de mi salud y el deseo, por otra, de que no se dilate por más tiempo la publicación de esta obra.
Me limito pues a llevar al pie del ara santa de mi patria mi humilde ofrenda, templando el temor reverente del que se dirige a un objeto tan grande con la conciencia de haber cumplido con ella en la corta medida de mis fuerzas.
Mis continuos achaques me obligan a suspender por ahora mis trabajos literarios y poéticos; pero, después del descanso necesario, espero volver con mayor empeño al ejercicio de lo que ha sido a la vez el deleite y tormento de mi vida. Y quizá entonces, restauradas mis fuerzas y refrescada mi mente, al cantar de nuevo a dios, la naturaleza, la libertad, la patria, serán mis acentos menos indignos de la majestad de tan augustos e inspiradores temas.
Lima, 15 de enero de 1872.
Canción de Coralay
1852.
Adioses
1853.
Las cautivas de Israel
1854.
A un viajero
1854.
Las aves de la tarde
1851.
Recuerdos
(Fragmento)
1854.
La cautiva
1854.
A mi padre
1855.
La oración
1855.
A España
1855.
Deseo
1855.
A un niño
En el puro azul de cielo | ||
de esos ojos que en mí fijas, | ||
en las doradas sortijas | ||
de tu finísimo pelo, | ||
y de tu corpóreo velo | 5 | |
en las otras ricas galas, | ||
hermoso niño, te igualas | ||
con los ángeles de modo, | ||
que para serlo del todo | ||
solo te faltan las alas. | 10 | |
¡Cuan dulce descanso son; | ||
de mis pensamientos graves | ||
tus palabras que aun no sabes | ||
decir con entero son; | ||
tu infantil conversación, | 15 | |
tu preguntar inocente, | ||
tu labio que nunca miente, | ||
y la consonante fe | ||
que a cuanto dicho te fue | ||
concede fácil tu mente! | 20 | |
¡Goza, goza, rubio infante, | ||
de tu ventura presente: | ||
ríe, core, juega, aumente | ||
tus contentos cada instante; | ||
nunca de noche te espante | 25 | |
medroso duende, y tus sueños | ||
de ángeles cual tú pequeños | ||
te ofrezcan la grata imagen, | ||
que a jugar contigo bajen | ||
Cariñosos y risueños! | 30 | |
Pero ¿por qué de repente, | ||
y cuando más me recrea | ||
tu vista, importuna idea | ||
viene a entristecer mi mente? | ||
como tú, feliz, rïente, | 35 | |
era yo en aquellos años | ||
al mal y al dolor extraños; | ||
mas sueño los juzga ahora | ||
mi alma que sin cuento llora | ||
dolores y desengaños. | 40 | |
¿Con que (1) te habrán de afligir | ||
los que a mí me afligen hoy? | ||
Temblando, al pensarlo, estoy, | ||
niño, por tu porvenir. | ||
Y ¿habrá de ser tu vivir | 45 | |
como mi vivir? ¡Ah! ¡no! | ||
Y, si ya Dios decretó | ||
días negarte serenos, | ||
¡nunca te veas al menos | ||
tan infeliz como yo! | 50 |
1855.
A la quina
1855.
Al Perú
A Rossini
Después de haber oído por primera vez la plegaria del «Moisés»
1855.
Rossini y Mozart
A uno que me preguntó cual de estos dos músicos me parecía mayor
1855.
Mis sueños
1855.
A Flérida
A Colón
Descubridor de un mundo y adivino, | ||
¡quién añade a mi lira cuerdas nuevas! | ||
¡quién da a mis manos el laúd divino | ||
del lírico de Tebas, | ||
o de aquel por quien osa | 5 | |
la palma a Tebas disputar Venosa! | ||
¡Lograra entonces con ingenio y arte | ||
dignos de tu grandeza celebrarte! | ||
Que igualarla tan solo alcanzaría | ||
de aquellos dos el portentoso metro | 10 | |
a quien corona y cetro | ||
dio del lírico canto Poesía. | ||
Mas, aunque remontarse no presumen | ||
de tu grandeza hasta el remoto cielo | ||
las cortas alas de mi infante numen, | 15 | |
en entusiasmo tanto | ||
tu rara celsitud mi pecho inflama, | ||
que me fuerza a juntar mi humilde canto | ||
con el sonoro aplauso de tu fama. | ||
Yo, que hijo soy del mundo descubierto | 20 | |
por tu divino acierto, | ||
que sin ti de los mares de la nada | ||
jamás saliera de la vida al puerto, | ||
mi agradecida voz es bien que añada | ||
a tan glorioso universal concierto: | 25 | |
y aunque con verso inculto | ||
indignamente tu alabanza trate, | ||
es cantarte, oh Colón, forzoso culto, | ||
saro deber de americano vate. | ||
Mi amor mi audacia excusa, | 30 | |
no la ofrenda desdeñes de mi musa; | ||
que acaso fuerzas y vigor un día | ||
y en el difícil arte la destreza | ||
ayuntando a su ingénita osadía, | ||
podrá, mi numen, que a volar empieza, | 35 | |
menos indigno canto dedicarte; | ||
y dilatar así por toda parte, | ||
tu nombre no, que el universo llena, | ||
sino el de tu cantor, hoy en olvido | ||
y odiosa y vil oscuridad sumido. | 40 | |
Pero nunca será el ingenio mío | ||
el que, igualando tan sublime tema, | ||
entre los hijos de Caliope y Clio | ||
logre la palma merecer suprema, | ||
a más dichoso vate reservada | 45 | |
que a ti consagre el épico poema | ||
que ha de vencer a la divina Iliada. | ||
- | ||
¿Cuál, entre los varones inmortales | ||
que, de virtud y de grandeza ejemplo, | ||
celebran de la tierra los anales; | 50 | |
cuál hay que en sí reúna | ||
tantas glorias y tales | ||
cuantas en ti resplandecer contemplo, | ||
oh sólo a quien no falta gloria alguna? | ||
que en ti, de su obra el Creador contento, | 55 | |
juntó adivinador entendimiento, | ||
constancia vencedora de fortuna, | ||
valor de que se espanta el Valor mismo | ||
y que halla en el peligro su elemento; | ||
irresistible mágica elocuencia, | 60 | |
fe de santo y piedad, de rey clemencia... | ||
Mas ¿dónde así me abismo? | ||
ni ¿quién sintió jamas vanos antojos | ||
de contarle a la mar toda su arena, | ||
o sus hermosos rutilantes ojos | 65 | |
a la noche de estío más serena? | ||
Tantos semblantes tu grandeza muestra, | ||
lograr pudiste tan diversas palmas, | ||
cual si te diera la divina diestra | ||
en muchas vidas diferentes almas: | 70 | |
y si en mil y mil héroes te divides, | ||
cada cual de ellos basta | ||
A ser de los mayores | ||
que cantan de la fama los loores. | ||
¿Qué Teseo ante ti? ¿Qué ante ti Alaídes? | 75 | |
¿O el que, en busca del áureo vellocino, | ||
por peligrosos campos de Neptuno, | ||
nunca surcados antes de otro alguno, | ||
más avaro que audaz se abrió camino? | ||
¿Que en fin cuantos endiosa | 80 | |
remota antigüedad y mentirosa | ||
en pródigas ficciones lisonjeras? | ||
Exceden sus fantásticas hazañas | ||
las tuyas verdaderas: | ||
que en héroe ideal o semidiós fingido | 85 | |
la fábula ingeniosa en vano aspira | ||
a ofrecer tu trasunto y tu figura | ||
y a igualar tu verdad con su mentira. | ||
Entre las grandes famas de la historia | ||
resplandece tu gloria, | 90 | |
bien así cual descuella, | ||
entro las cinco en que se parte el mundo, | ||
la región portentosa | ||
que arrancaste al océano profundo. | ||
- | ||
a la capacidad venía estrecho | 95 | |
de tu gigante pecho | ||
el mundo conocido hasta tus días; | ||
otro mundo mayor necesitabas, | ||
y así tal vez en tu anhelar decías: | ||
«será que del planeta, | 100 | |
de los humanos natural morada, | ||
la contraria mitad entera invada | ||
el horrendo océano inhabitable? | ||
No: mi ambicioso corazón desdeña | ||
en tierra aprisionarse tan pequeña: | 105 | |
inmenso solitario continente | ||
guarda la mar de Atlante prisionero; | ||
y al que los ojos miran de mi mente | ||
de cerca osado contemplar espero: | ||
de la suerte la envidia no lo estorbe, | 110 | |
y seré yo el primero | ||
que dé la vuelta, como el sol, al orbe: | ||
Yo salvaré las lindes y señales | ||
que de océano incógnito el misterio | ||
y horror de los mortales | 115 | |
hoy ponen a la tierra apequeñada, | ||
y antípoda hemisferio | ||
sumido dejan en segunda nada.» | ||
Tu patria preferida, | ||
Venecia rica y en el mar potente, | 120 | |
y el lusitano y el francés monarcas | ||
desdeñaron tu espléndido presente | ||
y el valioso laurel de cien comarcas: | ||
cual suele, el mundo te llamó demente; | ||
y los que el mundo sabios denomina | 125 | |
con su ciencia mezquina | ||
medir quisieron tu gigante numen | ||
y mente creadora | ||
que, sola, sabe lo que el mundo ignora. | ||
¡Y a punto estuvo la envidiosa huesa | 130 | |
de hundir contigo tu divina empresa! | ||
Y por siglos sin cuento | ||
se dilatará el gran descubrimiento | ||
que concebir y ejecutar podía | ||
tu ingenio solo y sola tu osadía! | 135 | |
Mas no cedes, y al cabo a la dichosa | ||
presencia de magnánima princesa, | ||
que levantarse a comprenderte pudo, | ||
te guió la amistad; fe generosa | ||
concede a tu promesa; | 140 | |
y uniendo en fuerte nudo | ||
su gloria con la tuya, | ||
nunca será que el tiempo la destruya. | ||
- | ||
Y a romper de los mares las cadenas | ||
y descubrir su pavoroso arcano | 145 | |
de playas españolas al fin sales: | ||
¡Cuán heroicas escenas | ||
Mirar pudo el atónito océano, | ||
que no tuvieron en la tierra iguales! | ||
La chusma, en vano del terror esclava, | 150 | |
con tempestuosos gritos te intimaba | ||
que la sonante quilla | ||
rauda volvieras a la patria orilla: | ||
¿Rayos brotaba tu semblante augusto? | ||
¿Hablaba un dios por tu inspirada boca, | 155 | |
que así la saña y el valiente susto | ||
domar pudiste de esa turba loca? | ||
¿Dejaba acaso los felices cielos | ||
alado mensajero de Dios pío, | ||
para traerte fuerzas y consuelos? | 160 | |
Al mirar siempre en torno cielo y onda, | ||
y eterno centro tu veloz navío | ||
ser de la mar redonda, | ||
¿temor no te asaltaba | ||
que nuca, nunca, de acabar hubiera, | 165 | |
o allá tan solo donde el orbe acaba, | ||
aquel trémulo llano y tu carrera? | ||
¡Y sólo a ti no consiguió vencerte | ||
el ciego horror que a tantas | ||
almas amedrentaba, aunque españolas, | 170 | |
y por do apenas, de pavor confusa, | ||
osa seguirte la valiente musa! | ||
Viendo que tan seguro te adelantas | ||
por medio de aquellas misteriosas olas, | ||
¿quien no dirá pasmado | 175 | |
que privilegio celestial consiente | ||
a tus miradas solas | ||
América remota estar patente? | ||
¿O que no es ya para tus plantas nueva, | ||
y que a su rica playa | 180 | |
no es hoy cuando te lleva | ||
por vez primera tu impaciente nave | ||
que la ancha senda que surcó ya sabe | ||
y va segura adonde el sol desmaya? | ||
¿Mas no temes (2) que sea | 185 | |
hija de engaño tu atrevida idea? | ||
¿Ni un instante la duda | ||
la fe combate que tu pecho escuda? | ||
Piensa en el justo escarnio que te espera | ||
en la hispana ribera, | 190 | |
si no es tu extraño pensamiento cierto; | ||
dado que al fin a puerto | ||
de la distante tierra | ||
tu nave frágil a llegar acierte, | ||
y huyas la horrenda misteriosa muerte | 195 | |
que en los abismos de la mar se encierra... | ||
Mas mis voces desoyes, y adelante | ||
tu leve carabela, | ||
que a tu impaciencia perezosa vuela, | ||
diriges impertérrito y constante. | 200 | |
Sí, firme sigue, sin reposo avanza, | ||
no llorarás perdida tu esperanza: | ||
Constancia tan tenaz, fe tan ardiente | ||
dignas se ostentan de que Dios por ellas | ||
mundos al mundo, liberal, aumente | 205 | |
y al firmamento estrellas; | ||
y si el mundo que llevas en la mente | ||
no existiese en la tierra todavía, | ||
la diestra omnipotente | ||
tan solo para ti lo crearía. | 210 | |
- | ||
Y llega, y llega la anhelada llora, | ||
y a tu absorta mirada | ||
se presenta la tierra adivinada, | ||
al rico albor de tropical aurora; | ||
verde, feraz, magnífica, opulenta, | 215 | |
no ajada su beldad por los humanos, | ||
a tus ojos ostenta | ||
el virginal semblante | ||
con que salió de las divinas manos. | ||
Como Dios en el día del reposo, | 220 | |
al contemplar el universo infante, | ||
se recreaba en el secreto seno | ||
de su inmensa grandeza creadora: | ||
tal de un placer que el pensamiento ignora | ||
el pecho sientes rebosarte lleno, | 225 | |
al contemplar el mundo | ||
del cual tú fuiste creador, segundo. | ||
Gózate, sí, descubridor sublime, | ||
que has acabado la mayor hazaña | ||
que vio la edad pasada o ver espera | 230 | |
la edad advenidera: | ||
El mundo que hoy arranca al océano | ||
tu osado numen, tu constancia extraña | ||
es de todos los mundos soberano: | ||
sus montañas, del cielo cual pilares, | 235 | |
de oro se encumbran y de plata llenas, | ||
y de sus ríos, que semejan mares, | ||
son oro las arenas; | ||
son edenes sus vastas praderías | ||
y son sus noches días: | 240 | |
cuan bello rico y cuanto rico vasto, | ||
tres mundos a la par contrapesando, | ||
del orbe la mitad ocupa sólo; | ||
su talle en derredor la zona ardiente | ||
ciñe, cual ancho cinturón de fuego, | 245 | |
y es un polo corona de su frente | ||
y estrado de su planta el otro polo. | ||
- | ||
Vuele a henchir de profunda maravilla | ||
la vieja Europa tu triunfal regreso; | ||
hinche de orgullo la feliz Castilla | 250 | |
que tu promesa, para el vulgo insana, | ||
cumplida palpe con inmenso exceso, | ||
y se engría, de un mundo soberana: | ||
y arrebatada entonces, | ||
en celebrar tan único suceso | 255 | |
canse la Fama sus sonantes bronces: | ||
La Fama que por ti dilatar pudo | ||
En ámbito mayor tu excelso nombre, | ||
sin que a tu nombre baste | ||
digno de más, el mundo que doblaste. | 260 | |
y cual de hado enemigo, los rigores | ||
probaron tu invencible sufrimiento, | ||
en medio de la dicha y los honores | ||
muestra darás de tu templanza heroica; | ||
que de la suerte al inconstante, viento | 265 | |
las grandes almas, de la tuya hermanas, | ||
no obedecen livianas, | ||
de escollo empinadísimo al estilo | ||
que el piélago, ya manso, ya furente, | ||
encuentra siempre inmóvil y tranquilo | 270 | |
y a sus mudanzas mil indiferente. | ||
Y te está bien esa igualdad del alma, | ||
que tardan poco los veloces años | ||
en darte sus usados desengaños, | ||
y en olvidar los hombres tus inmensas | 275 | |
portentosas hazañas | ||
que jamas igualarán recompensas: | ||
malvados, viles, envidiosos pechos, | ||
hombres no, pero monstruos infernales, | ||
atán con férreos lazos | 280 | |
tu débil planta y tus ancianos brazos! | ||
¡Y no ya en triunfo, cual la vez primera, | ||
que eterno para ti durar debiera, | ||
mas aherrojado como vil pirata | ||
o malhechor insano, | 285 | |
llegar te mira la nación ingrata | ||
a quien un mundo regaló tu mano! | ||
¡Cual tu vivir entonces lastimero! | ||
¡Cuán cruda y largamente la Amargura | ||
apurar te hace su colmada copa | 290 | |
hasta que el mudo acero | ||
corta de Atropos tu vital estambre! | ||
Y ¡oh vergüenza de Europa! | ||
¡Oh del siglo baldón no encarecido! | ||
¡A las congojas de miseria y hambre | 300 | |
gimió tu santa ancianidad sujeta! | ||
¡Y el más rico varón que el tiempo vido, | ||
de quien era el caudal medio planeta, | ||
murió como el postrero desvalido! | ||
- | ||
Si, que en el mundo que habitar nos cabe | 305 | |
es la desdicha fiera | ||
calidad de grandeza verdadera. | ||
Nada turbe tu paz, oh Dios humano; | ||
que, si tu mortal vida | ||
fue por tantas desgracias afligida, | 310 | |
no habrá edad que la gloria no acreciente | ||
de aquel que pudo completar la tierra, | ||
hallando el misterioso continente | ||
que el porvenir del universo encierra. |
1856.
A Lima
1856.
A mi hermana Grimanesa,
Con motivo de la muerte de su hija Eufemia, niña de tres años
1856.
A la tarde
1856.
El desgraciado
1856.