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A su manera,
clásica.
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Abre un hombre el
periódico del lunes
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Acepta mi
consejo,
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Afín a ella,
la luna
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aguacero con
viento
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Ah, belleza de
ayer.
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Ahora viene un joven
que no sabe
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Al azar de la calle,
al tuntún de los pasos
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al azar de las
ventanas
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Al este de la vieja
ciudad y, se diría,
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Al sol
saluda,
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Al sur de un bosque
de bambú,
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Antes de encaminarme
a la blancura
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Arbolito
esquinero
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Así, tal
cual lo pinto.
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Bajo tantas y
tantas hojas caídas
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¿Beber? Te
bebo, luz divinizante
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Bellas flores
carnívoras
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Buen vino, pan y
libros.
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Callejera
gente
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Camino de la
noche,
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Canto el oscuro
esplendor
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Casi el campo,
galpón de estilo establo.
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Casitas
humilladas
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Cientos a coro
cantan al héroe de la tribu.
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Cincuentón,
pronto sexagenario,
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Con cigarras al
borde del otoño,
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Cordial y
olvidadiza
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Cuando no quiere el
hierro
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Cuesta abajo, la
senda
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Demorado en el
límite
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Depuesto al modo
pretoriano,
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Desalentado,
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Descalza y de
sombrero.
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Día de huelga
legal y pesca obligatoria.
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Domingo, tus horas
ya fueron.
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Ejemplo
inútil, porque la ciudad no quiere
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El aire es fresco y
dulce,
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El fuerte sol de
aquellas islas
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El futuro durmiente,
si es sincero,
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El nuevo
etnógrafo
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El río
crece, el tiempo no ayuda.
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El río no
devuelve sino arrugas
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El río y los
gendarmes a la vista.
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El sauce es apenas
un árbol, pero llora
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El techo roba
cielo
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El único
partido
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El vellocino,
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Ella y él
siguen, rezagados,
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Elocuentes, digamos,
las herramientas,
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En este día
francamente lindo y epistolar
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En la mañana
perezosamente cálida,
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En la ventana,
marco de la luna
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En los ojos que hoy
miran
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En los
países del calor sin mar
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En mi camino
encuentro
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En mínimas
aceras,
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En un país
de bosques, en un pueblo de cántaros,
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Entra el campo en
las casas,
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Entre pares apenas,
entre canes
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Era una hormiga del
contrabando hormiga.
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Es el primer
domingo de abril,
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Es más amable
la sombra
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Es tan hermosa como
su leyenda,
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Esa nube tan
grande, tan lenta,
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Ese oscuro
vecino,
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Esta caravanera y
triste,
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Estricta
jovencita
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Faro, fanal,
antorcha,
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Frente a
miríadas de Mónicas de moda, que a Max,
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Fruta y pico de
pájaro.
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Gentil,
perezoso,
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Han pasado los
años
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Humo, sombra y
silencio
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Ignorante del
brazo,
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Inopinada,
sorpresiva, febril y taxativamente,
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La calle de mi
noche
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La calle se demora
en la ventana
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La efigie
sustentada
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La fina escarcha
que la aurora teje
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La hierba es pasto
y es acera.
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La luna de hoy
recuerda
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La luna vuelve con
un parpadeo.
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La Luna,
Fábrica de Velas.
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La madre de este
campo es aún la selva,
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La manzana
mordida
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La oscura
biblioteca insuficiente y pública,
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La quieren los
labriegos sin tierra.
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La sed en un
vaso,
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La tarde te conoce
mejor que yo.
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La vida money, la
gran vida moni o mani,
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La villa es
ágora y monte;
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Labios a los que va
cerrando la telepatía,
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leño del
árbol
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Lentas aves
dispersas
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Llamarse Albino
Jara, vivir en Asunción.
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Lo iban
deshojando
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Lo saben
todos,
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Los baldíos,
aquellos grandes
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Mira el gato a su
estrella
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Miraba Simbad la
luna
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Mis horas hoy
celebran
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Monógama,
feliz y maternal con críos,
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Muéstrate
más, no seas intratable,
-
Muro y musgo,
jazmín y pacholí, dulce rosa
-
Musgo,
jazmín, palmeras,
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Ni yo ni tú
ni usted ni él.
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niño de
pecho al pecho
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¿No es un
río el olvido?
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No me vengas
ahora
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No oye un
árbol la queja
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Oír,
oír a un pájaro, al viento,
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Oirán los
dos un canto
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Oscura, si es que
peina
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Otro día de
fútbol (en el césped
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Panípos era
un músico de antaño,
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Para Tobías,
viejo fotógrafo de plaza y fogonazo,
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Paz
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Pintor del
paraíso terrenal.
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Pintura, no
retórica ni ciencia.
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¿Qué
fue de aquella vida
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Quizás
nació en Tasmania, no sé porqué lo
digo.
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Rancho intacto a la
vera
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Roma del
Tíber, de Tiberio, Roma
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Ron de
náufrago y mar de canción.
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Rosa de algún
lapacho,
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Se acerca el
líder a la cinta,
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Se ahogó la
luna
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Se fue Alfredo al
exilio.
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Se veía
venir, yo lo sabía por la luna,
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señorita
quizá señora de buena presencia
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Si es que la sed
compite
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Si no
comuniqué/comunicaba
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Si no fueras tan
obesa,
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Si
oficialista,
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Siempre el mismo
lapacho en flor, el mismo
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Sobre el campo y la
fábrica
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Sudar, sudar a sol y
sombra
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tejas caídas
esquiva el pie
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Terraza, piano,
nube.
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Tierra del cactus y
el desempleo juntos,
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Triste escriba sin
paga
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Un árbol a la
vera del camino dice buen día
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un barco y sus
pies
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Un cántaro,
una Venus
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¿Un crimen?
No tanto, pero más
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Un día entre
los muchos días grises,
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Un día pasa
un pájaro, canta
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Un enrubiado y
ceniciento
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Un pájaro,
una nube, caballos, la llanura,
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Un rato sopla el
viento por unas calles
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Un techo
rojo
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Una actriz,
sospechosamente madura,
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Una noche de tragos
y de luna escondida
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uno mira y mira
detrás
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Va dejando el
arroyo
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Verde paraje apenas
poblado:
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Vive el Japón
en muchas lenguas
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Vivir quisiera al
margen
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Y bien, amigos
míos,
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Y después de
una mueca, frente a manchas de aceite,
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Y por saber de ti,
de tu belleza,
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y siempre sale el
sol
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Yo te canté,
pitogüé,
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