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ArribaAbajoDos vaticinios acerca de José Félix Estigarribia

El Comando del general Estigarribia, después de varios meses de esfuerzo, conquistó en el tercer año de la guerra otra victoria capital, poco antes de que empezara, con el verano, la estación lluviosa. En esta campaña Estigarribia llegó a la plenitud de su estatura como Gran Capitán; su estrategia se basó exclusivamente en la aproximación indirecta para derrotar a un ejército boliviano dos veces más numeroso. En sus victorias del Carmen e Yrendagüé, el general paraguayo demostró verdadero genio...


Capitán David H. Zook, jr.                



ArribaAbajoEl vaticinio de Jara



En la antesala esperaba
un delgado subteniente.
Su apellido, Estigarribia;
sus dos nombres: José y Félix.

Nada marcial en la estampa  5
de este casi adolescente,
aunque sus nombres de pila
en horóscopos chispeen.

¿Qué significa José?
En sabio libro se lee:  10
«José, el que va a acrecentar».
Es cierto. Este subteniente,

futuro gran capitán,
será comandante en jefe
de ejércitos invencibles  15
de gloriosos combatientes.

¡Gran capitán que los cactos
del yermo trocó en laureles!
Ahora aguarda en la antesala
un llamado que no viene.  20
—78→

Tres años suma su edad
por encima de los veinte.
Oye pasos de altas botas
sonar en el gabinete;

Albino Jara está inquieto  25
y estarse quieto no puede.
Jara dio cita en palacio
al modesto subteniente.

José Félix se pregunta
por qué el jefe no lo atiende.  30
José, hombre imperturbable
no es hoy el hombre de siempre:

en juego está su destino,
lo presiente, oscuramente.
Cruza de pronto la sala  35
un hombre fornido y fuerte,

que penetra en el despacho
del mandamás, donde éste
pasea a pasos con ecos
en vecinos gabinetes.  40

El visitante que llega
es amigo y confidente
de Jara, a quien da un abrazo.
-¿Quién es ese mozalbete
—79→

que he visto yo en la antesala  45
y que habrá venido a verte?
-Lo voy a enviar a Chile,
y le he pedido que espere.
-¡No cometas ese error!
ha de ser un mequetrefe!  50
-Error no será, y yo creo
que no sólo es muy valiente
sino que en él hay la pasta
nada común de un gran jefe.

Tuve yo sueños extraños  55
en que el mozo subteniente
ya general, comandaba
regimientos de hombres verdes.

El ajedrez de la guerra
y sus azares de muerte  60
eran duros desafíos
de los que triunfaba siempre.



  —80→  

ArribaAbajoEl vaticinio de Gondra




Calle Sebastián Gaboto
al comienzo de la siesta.
Y en esa calle la casa
de don Manuel, residencia

del más ilustre humanista  5
que ha brillado en nuestra tierra.
Don Manuel es Manuel Gondra,
Gondra a quien la Presidencia

se la arrancaron dos veces.
La política, ramera,  10
no es amiga de los sabios,
los desdeña, los desprecia.

En la calle de la casa
de don Manuel, por la acera
frontal a la de esta casa,  15
pasa una figura lenta.

Es un militar modesto,
cuya gran inteligencia
fulge en los ojos tranquilos
cual si ocultarse quisiera.  20
—81→

Don Manuel, profetizando
dice mientras lo contempla:
«Allí pasa el Conductor
de una inevitable guerra.
Usted verá, amigo mío,  25
qué deslumbrante estratega
aquel hombre nos oculta
con su tranquila modestia».

Nunca el amigo de Gondra
olvidará aquella siesta  30
en que el lúcido humanista
fue un auténtico profeta.


Lustros después, estudiando
la historia de la epopeya,
David Zook, entusiasmado  35
afirmará en lengua inglesa,

que ha sido obra de genio
la vencedora estrategia
del soldado que ahora pasa
silencioso, por la acera.  40

Abril

1998





  —83→  

ArribaAbajoEligio Ayala

(1887- 1930)


...Aquel hombre de magra estatura y enjutas carnes era un estadista en el amplio sentido de la palabra... Sin su clarividencia de estadista, sin su prístina honradez de acumular centavo sobre centavo para organizar la defensa nacional, sin su absoluta y abnegada consagración al bien público, la guerra del Chaco nos hubiera encontrado indefensos y desprevenidos...


Coronel Arturo Bray
Armas y Letras, Tomo I -1981
               



ArribaAbajoAños de gloria patria

(1924 - 1936)





I

¡Qué Providencia propicia
durante más de una década!
Al desdichado país
de fratricidas contiendas,

al país infortunado  5
de banderías funestas,
de verdugos endiosados
y tradición patriotera,
¡ahora, el año veinticuatro,
un gran patriota gobierna!  10

A la cumbre del poder,
¡qué oportunamente llega
Eligio Ayala. La patria
gloriosa vida le adeuda!

Tras una guerra civil  15
más que ninguna sangrienta,
diezmado tiene el ejército
y en sus ciudades y aldeas
tras una atroz hecatombe
se ha alojado la miseria.  20
—86→

¡Pero hoy, insólita dicha
el gran patriota gobierna!
La lucha por el poder,
de feroz concupiscencia
dilapidó el armamento:  25
la patria quedó indefensa.

Y ahora un pequeño gran hombre
de incomparable entereza,
el estado reorganiza,
magras finanzas sanea,  30
restaura lo destruido
y da el ejemplo doquiera
de patriotismo creador
y de abnegada grandeza.


II

Amenaza al Paraguay,  35
Bolivia, nación norteña:
un poderoso enemigo
se ha infiltrado en nuestra tierra,
y ya cerca del gran río
iza agresivas banderas,  40
y ha establecido fortines
donde acumula sus fuerzas,
—87→

El austero mandatario
lo sabe todo. Planea
como armar a su nación  45
con eficiencia secreta.
El adversario no debe
saber que el país inerme
se hace fuerte y está alerta.

Obtiene del parlamento  50
la indispensable licencia
de grandes erogaciones
sin noticia en las gacetas.

Entretanto la invasión
sin dilaciones progresa.  55
La apoya la criminal
Standard Oil petrolera.

¡Qué grande aquel hombrecillo
de energía gigantesca,
que levanta a una nación  60
de tantas desgracias yerta!

Cuando muere Eligio Ayala
en mil novecientos treinta,
es su muerte prematura,
mas su obra está completa.  65
—88→

Preparado está el país
para su urgente defensa:
Mentira la indefensión
que hostil denuncia una prensa
acaso de buena fe  70
juzgando las apariencias,
e ignorando que el país
se armaba en forma secreta.

Había en los arsenales
potentes armas modernas  75
adquiridas legalmente
mas no a toque de trompeta.

Y surcan el patrio río
veloces buques de guerra,
cuyos cañones custodian  80
su caudalosa carrera.
Y la patria está de pie,
de sus miserias repuesta.





  —89→  

ArribaAbajoProclama del presidente de la República al ejército del Chaco

Francia, 11 de diciembre de 1933

... Desde el Puesto de Comando del general Estigarribia envío a los jefes, oficiales y tropas combatientes y de todos los servicios, el agradecimiento del Gobierno de la República y de la nación entera. El éxito alcanzado no es el fruto del azar, sino el resultado lógico de un plan concebido con inteligencia y ejecutado con alto espíritu de abnegación y firme voluntad de vencer. El pueblo paraguayo, que revive en estas horas su pasado de gloria, está demostrando al mundo que su tradición de honor, de bravura y patriotismo es mantenida.

El nombre del Paraguay se dibuja de nuevo en la historia con fulgores de heroísmo. En nuestros corazones de ciudadanos late con fuerza la fe en la patria inmortal.


Puesto de Comando del General en Jefe.
Eusebio Ayala
(Tras la batalla de Zenteno y la rendición de Campo Vía)
               


El botín recogido por el ejército paraguayo: Doscientos cincuenta jefes y oficiales, entre ellos dos coroneles, y 8.000 individuos de tropa, prisioneros; 24 piezas de artillería, 60 morteros, 1.000 ametralladoras pesadas y livianas, 80 camiones y algunos millones de cartuchos de infantería).

  —91→  

ArribaAbajoEusebio Ayala, Presidente

(1932-1936)




Sobre el páramo sediento
que el altiplano codicia,
ya ha comenzado la guerra
que el Paraguay no quería.

Y ya se libran batallas  5
al mando de Estigarribia,
aún Teniente Coronel,
no muy alta jerarquía...

Y hay jefes en el ejército
de dudosa disciplina,  10
reacios en aceptar
rigores de la milicia.

Son austeros, son valientes
más de condición arisca,
y hay entre ellos más de uno  15
de soberbiosa autoestima.

Ejerce el mando civil
Eusebio Ayala, estadista
de gran talento y visión
de quien muchos desconfían  20
—92→

porque hombre de leyes, es
fervoro pacifista.
(no suele ser muy zahorí
ante los grandes, la crítica).

Profundo conocedor  25
de disciplinas jurídicas,
se ignora que cuando asume
sus decisiones políticas,
una férrea voluntad
las sostiene e ilumina;  30
que él sabe mejor que nadie
lo que exigen esos días:

El pacifista declara
la guerra a nuestra enemiga:
«LAS GUERRAS NO DECLARADAS  35
NO SON MATANZAS LEGÍTIMAS.»

Díganlo los artilugios
que usan las cancillerías:
las guerras de hecho permiten
maquinaciones e insidias».  40

Mejor que nadie lo sabe
este internacionalista
que hoy gobierna el Paraguay
con sutil sabiduría.



  —93→  

ArribaAbajoEusebio Ayala en el Chaco




I

No hace un mes que el presidente
Eusebio Ayala medita
en que es forzoso afirmar
el mando de Estigarribia.

Consciente de su prestigio  5
y con riesgo de su vida
en un avión muy viejo
vuela al Chaco y aterriza

cerca de bosques sedientos
y de marañas de espinas,  10
donde sangrientas batallas
se libran día tras día.

Y a la sombra calurosa
de amplia tienda de campaña
convoca a todos los jefes  15
que en las unidades mandan.

Eusebio Ayala examina
con penetrante mirada
los rostros de hombres enérgicos
que van llenando la carpa.  20
—94→

Tras un silencio elocuente
el mandatario les habla.
Su voz resuena tranquila
y a la vez autoritaria.

Señores jefes: explica,  25
«los convoco esta mañana
para tratar un asunto
de perentoria importancia.

La guerra en que nuestras fuerzas
Se encuentran hoy empeñadas  30
exige un comando en jefe
de competencia muy alta.

El alto mando es un mando
que sin reservas se acata,
por eso debe inspirar  35
aquiescencia incuestionada.

Hoy ejerce de hecho el mando
por obra de circunstancias,
circunstancias bien sabidas
que no preciso evocarlas,  40

un militar de brillantes
estudios de guerra en Francia.
Quiso la suerte que fuera
por raro azar el que hoy manda
—95→

sin nombramiento oficial,  45
pero sí con dotes máximas.

Las valoró el mismo Foch,
gran mariscal de su patria
y le predijo un futuro
militar de ilustre fama.  50

El vaticinio de Foch
abona mi confianza:
el jefe predestinado
Estigarribia se llama.

Yo voy a dejarlos solos  55
y deliberen ustedes,
acerca de lo que he dicho
sobre un comandante en jefe».


II

¿Qué ocultan estas palabras
si no duras, reticentes?  60
¿Formulan una pregunta
con una amenaza en cierne?

Difícil es descifrar
lo que enuncian o previenen;
las dice un hombre muy serio  65
entre imperioso y solemne.
—96→

El Presidente-Sargento,
o el Sargento-Presidente,
llamarán a Eusebio Ayala
por el uniforme verde  70
sin presillas y la gorra
que le sombrea la frente.

De militar nada había
en su porte; pero este
político uniformado  75
era no obstante imponente:

notoria su autoridad
de eximio doctor en leyes,
hombre magnánimo, honesto,
mas de carácter muy fuerte.  80


III

Ya de regreso en la tienda
después de una ausencia breve
-no dura veinte minutos
el gran hombre reaparece
sabiendo que se ha acatado  85
su opción unánimemente.
—97→

Ya se ha afirmado el comando
de quien, general en jefe,
al cabo de sus victorias
llegará a los contrafuertes  90
andinos.
Y el Mandatario
se despide cortésmente.

Septiembre,

1998



  —98→  

ArribaAbajoAños de gloria patria

(1924 - 1936)


II




En el año treinta y dos
glorias patrias reverdecen:
dos grandes hombres aunados
los altos mandos ejercen:

el civil, Eusebio Ayala  5
en ese año presidente;
y el militar, un soldado
del más aguerrido temple:
Estigarribia. Su estrella
brilla en su Comando en Jefe.  10

Y hoy acaudillan un pueblo
de hombres recios, y mujeres
abnegadas, heroínas
tan heroicas, tan valientes
como los héroes que luchan  15
desafiando la muerte,
venciendo el hambre, la sed
y al invasor prepotente.
—99→

¡Oro para la victoria:
las más humildes ofrecen,  20
unas, el único anillo,
y otras todo lo que tienen:
la medallita, el collar
y el modesto par de aretes!

Las niñas de sociedad  25
con la prisa más urgente
en gentiles enfermeras
eficaces se convierten;
y en hospitales de sangre
tristes heridos atienden  30
y sus manos virginales
restañan llagas crueles,

escriben cartas a madres
y familiares ausentes
y junto a los moribundos,  35
llorosas rezan sus preces.

¿Y quién empuña en capueras
la mancera del arado
si no las madres o esposas
de combatientes del Chaco?  40
—100→

Las muy humildes burreras,
cubiertas de negro manto,
vacían en hospitales
las árganas de los asnos.

Todo el país es honesto,  45
desde el Primer Magistrado
que sabiamente gobierna
con los altos funcionarios,
y hasta aun los más modestos
servidores del estado.  50

Lo mismo los militares
los de los más altos rangos
hasta la gente del pueblo,
sargentos, cabos, soldados.

Y cuando al fin de la guerra  55
triunfante, se ha recobrado
el territorio invadido,
termina en el treinta y seis
el período iluminado
de la gloria nacional  60
que ha durado doce años.

Tras haber estado presos
para en su gloria humillarlos
Ayala y Estigarribia
son del país expulsados.  65
—101→

El segundo dictador
del siglo, ejerce hoy el mando.
Los trofeos de la guerra
conquistados en el Chaco
se venden al extranjero  70
por Decreto Reservado:
aún no se firma la paz
con el ladino adversario
y ya se venden las armas
que con sangre se han ganado.  75





  —103→  

ArribaAbajoEusebio Ayala, desde el exilio: en la muerte de José Félix Estigarribia

(Telegrama enviado al político, ensayista e historiador Justo Pastor Benítez desde Buenos Aires, el 9 de septiembre de 1940).

«Nuestro héroe ha muerto. Desaparece trágicamente en plena juventud. Y el dolor es por eso más agudo. Para mí su memoria está unida a las horas inciertas del Paraguay, cuando la serenidad lúcida de su espíritu nos alentó y dio fe. El valor y el patriotismo de Estigarribia salvaron las grandes dificultades de la defensa. La posteridad deberá ser instruida de las íntimas virtudes que hicieron de él un gran jefe y un gran ciudadano».


Eusebio Ayala
El País 10 de septiembre de 1940
(Texto proporcionado por el Dr. Ramón Selliti)
               



ArribaAbajoEn la muerte de Eusebio Ayala


ArribaAbajo(1875 - 1942)

«El Dr. Ayala fue el Presidente de la guerra del Chaco. En la duración de esa prolongada contienda, de ese dilatado y cruel desgarramiento, se mostró su actitud impresionante para gobernar, organizar la defensa, acumular angustiosamente armamentos y mantener en la masa popular el ánimo enérgico necesario para el triunfo. Su influencia se multiplicaba en todos los órdenes de la vida paraguaya, su participación personal se sentía en la multiplicidad de asuntos que suscitaban las condiciones excepcionales y dramáticas en que se agitaba el país, mientras su ejército realizaba su heroica faena al mando de Estigarribia, el insigne y victorioso héroe del Paraguay...»


LA NACIÓN, Buenos Aires, Junio, 1942                


«Conoció de tal modo el arte y la ciencia de la política que fue, a justo título uno de los estadistas más prestigiosos del continente en la hora actual...».


LA PRENSA, Buenos Aires, Junio, 1942                





ArribaAbajoEl tereré o mate frío



Esto ha pasado en Toledo,
mas no en Toledo de España,
sino en la guerra del Chaco
en un frente de batalla.

En rueda de tereré  5
unos siete hombres descansan
saboreando el mate frío,
no tan frío en la campaña.

Uno de ellos, un sargento
de facciones angustiadas,  10
el rostro amarillo y triste
es de muy pocas palabras.

Los demás, de buen humor,
se ríen a carcajadas
como suele acontecer  15
en tertulias paraguayas.

El jefe del grupo es un
teniente de linda cara,
niño bien nada cobarde,
y excelente camarada.  20

Como es bravo entre los bravos,
su criolla aristocracia,
por aquella gente humilde
con afecto es aceptada.
—106→

Llegado al frente hace poco,  25
los campesinos en armas,
al bisoño niño bien
miraban con muda lástima.

Pero en un terrible asalto
durante la gran batalla  30
se mostró gran combatiente
de sorprendentes agallas.

Y entonces cambió la cosa
y ahora sí lo acataban
con respeto afectuoso  35
de gente humilde y honrada.

Se supo que a aquel teniente
sólo un año le faltaba
para ser médico, y él
prefirió en esta campaña  40
pelear en la infantería
que es Reina de las Batallas.

-¿Oficial de Sanidad?
No señores, muchas gracias:
prefiero ser combatiente,  45
y lo soy de buena gana-.
—107→

Mientras iba entre los siete
de mano en mano la guampa,
el teniente cuasi médico
medita en forma callada.  50

-Sólo una sola bombilla
y siete bocas. ¡Caramba!
¡Qué suciedad, pobre higiene!
¡Siete salivas mezcladas!-
Y mientras esto medita  55
mira al soslayo la cara

del sargento. ¡Pobre hombre!
A mí no me gusta nada
su palidez. -Al sargento
llega el turno de la guampa.  60

Y éste, sin mucha energía
da cuatro o cinco chupadas.
De pronto cae redondo
como de muerte instantánea.

Y es que una tuberculosis  65
galopante, allí lo aplasta.
El cadáver fue enterrado
aquella misma mañana.

El pelotón, compungido,
sin disimulo lloraba.  70
—108→

Desde entonces el teniente,
durante su vida larga,

tuvo su propia bombilla
y tuvo su propia guampa.

Octubre,

1998



  —109→  

ArribaAbajoA un veterano modesto

(Ante una desteñida fotografía de los oficiales del Regimiento Acá Yuasá, en el Chaco).

(1933)



Entre estos veinte oficiales,
todos jóvenes y fuertes,
¿quién ha de ser Ramón Flores
que entonces era teniente?

La vieja fotografía  5
de hombres vestidos de verde,
sólo insinúa retratos
que no son muy diferentes:

¿Es que a la fotografía
la ha desteñido la muerte,  10
borrando la identidad
aún de los supervivientes?

Estos guerreros que antaño
eran jóvenes y alegres,
-su edad no distaba mucho  15
de los más floridos veintes-.

Los años desdibujaron
hasta los rostros imberbes.
Ramón Flores ha de ser
uno de estos sonrientes  20
—110→

oficiales. Ramón Flores
ayer ágil, muy valiente,
no quiere evocar los días
de la guerra, y hoy prefiere

guardar silencio si alguien  25
le recuerda sus laureles.
-Mejores hubo que yo
sin que nadie los recuerde-.

Y hoy nadie puede vencer
su actitud indiferente:  30
¿Medallas, honores, gloria?
Ramón Flores no apetece.

Acepta ser lo que es,
un tranquilo ex combatiente
que cumplió, con su deber  35
según lo impone la suerte.

-Mi familia, mis amigos,
lo que se llama mi gente,
estos valen para mí;
lo demás no me concierne.  40

-Don Ramón, su regimiento
famoso, el número veinte,
¿Fue como se oye decir
triunfante en todos los frentes?
—111→

Acá Yuasá se llamaba.  45
Sus oficiales, ustedes
¿han sufrido muchas bajas?
¿Usted fue herido tres veces?

-Dos veces en la cabeza...
Nunca herido mortalmente.  50
-Y otra herida, la tercera,
según su amigo Garcete.

-En un brazo, el brazo izquierdo,
o no sé si ha sido en éste...
Del combate hasta Asunción  55
me trajeron inconsciente...

-¿Y se ha curado del todo,
don Ramón, y ya no siente
ningún dolor? ¿Nunca sueña?
-Rara vez. Muy raras veces...  60

-¿Tiene usted la Cruz del Chaco?
-Por favor, no me atormente,
señor, con tantas preguntas:
¡Déjeme tranquilo, déjeme!

Agosto,

1998



  —112→  

ArribaAbajoJuramento de Gondra


ArribaAbajo(Junio 18, 1933)



Aquí, en este cañadón
del Fortín Gondra, escenario
no sólo de heroicas luchas
sino de un célebre acto:

¡el Juramento de Gondra!  5
A los compases sagrados
del himno patrio, es izada
la bandera. Jura Franco

y juran los oficiales
aguerridos a su mando,  10
antes morir que dejar
arriar el ínclito lúbaro
por las sacrílegas garras
del acechante adversario.

Un regimiento famoso,  15
rígidamente cuadrado,
sus armas presenta, mientras
electrizan el espacio
con sus compases marciales
las notas del himno patrio.  20
—113→

La tricolor, orgullosa,
está flameando en lo alto.
La mañana de aquel día,
el bravo, esforzado Franco,
quiso ver el despertar  25
de la aurora, un espectáculo
que, al pie de la tricolor,
ensalzaría su ánimo.

Y contempló la bandera
al fresco viento ondeando  30
en el alto desafío
de los tres colores sacros.

Y es entonces cuando súbitos,
atruenan mil cañonazos
todo área del fortín,  35
y el aire es fuego y es lampo.

Pero la bandera, jura
en patriótico milagro
antes que nadie, no ser
trofeo del adversario.  40

El rugir de los cañones
puede seguir retumbando:
allá arriba, ufano, altivo,
el pabellón sigue intacto.



  —114→  

ArribaAbajoLuz matinal



En el frescor matinal
mis mañanitas recobro.
¡Mañanitas aldeanas
de cristalinos arrobos!

¡O mansa lluvia en las calles  5
de greda con charcos rojos!
¡Vagas visiones, deleites
de un mundo maravilloso,
de cielos en que lo azul
se iba tiñendo de öro!  10

¡A esta hora, en este sitio
bajo un árbol melodioso,
con la gran montaña verde
iluminada en el fondo

del paisaje amanecido  15
en un sopor perezoso!
¡Cómo reviven su magia
aquellos días remotos!

¡Luz matinal que devuelves
al corazón, ese poco  20
de inocencia, que en el hombre
es recobrado tesoro!
—115→

¡Luz matinal que me traes
no sé qué dichas, qué gozos
que se volaron al cielo  25
ocultándome su rostro!

1980



  —116→  

ArribaAbajoFlores en la recoleta



Delfina Servín hoy vende
flores en la Recoleta.
Hoy nadie la reconoce:
sombra es de la que fuera.

¿Qué le ha pasado a Delfina,  5
tan desmirriada, tan vieja?
¡Aquella mujer airosa
deslumbrante de belleza!

-Cuenten ustedes floristas
qué aqueja a su compañera.  10
¿Por qué hoy aquí vende flores
y cada noche pasea
alrededor de una tumba
siempre de flores cubierta?

-Delfina Servín hoy vende  15
flores en la Recoleta
y vive aquí en muerte viva
como si estuviera muerta.

Iba a casarse Delfina
con novio indigno de ella:  20
lo apasionaban mujeres
de mala vida y perversas.
—117→

Informaron a Delfina
de bacanales secretas.
Disfrazada fue a un burdel  25
en noche de infame fiesta.

El infiel estaba allí
abrazado a una ramera.
Los balazos fueron seis,
fueron seis y de muy cerca.  30

Tanto ella amaba a su muerto
que, cumplida su condena,
vino a este gran cementerio
a arrastrar su vida muerta.

Noviembre

1998



  —118→  

ArribaAbajoDía de Reyes Magos



Ya la víspera escrutábamos
en los caminos del cielo,
huellas que en noches aquellas
imprimían los camellos.

Sus herraduras de plata  5
de clavos como luceros,
visibles y casi audibles
marcaban su paso etéreo.

Poníamos los zapatos
sobre un alféizar estrecho.  10
Llegaban los Reyes Magos
y, desmontando muy quedo,
metían nuestros juguetes
entre barrotes de hierro.

¡El tren a cuerda alemán  15
o el diminuto velero,
o el rifle que disparaba
rápidos dardos sin fuego!

¡El tren que sobre rieles,
-si no firmes, paralelos-  20
corría veloz haciendo
un ruidito ferroviario
y lanzando su humo al viento!
—119→

Con vagones de hojalata
-de carga o de pasajeros-  25
por la magia de los Magos,
era, a veces, tren expreso,
y otras era un tren más tren
que los trenes verdaderos.

En el aire congeniaban  30
lo temporal y lo eterno,
un aire en que relucía
un polvillo de luceros.

Avanzada la mañana
y el sol en mitad del cielo,  35
horas después de marchados
los coronados viajeros,
en la azotea encontrábamos
rastros -tal vez de camellos-
o de noctívagos gatos,  40
de esos que turban el sueño...

Era nuestra fe tan honda
-más que la del carbonero-
que, al final de la inocencia,
nos volvimos algo ateos:  45
si nunca los Reyes Magos
fueron visita del cielo,
magia perdía ese azul
remontándose muy lejos...

6 de Enero



  —120→  

ArribaAbajoLos hermanos desertores y el Coronel Luis Irrazábal



Formado ya está el piquete
de rígidos fusileros.
Hay inminencia de muerte
en el aire frío y tenso.

Los dos desertores miran  5
cual si no fueran los reos,
hacia el piquete ya listo
para su múltiple fuego.

Ya en el último minuto
un oficial corpulento  10
pregunta a los condenados
cuál es su último deseo.
Y uno de ellos, el más joven
-Hablar con el Jefe quiero,-
responde con voz entera  15
y calma en sus ojos negros.

Hacia los reos avanza
el Coronel que, severo,
-Escucho -dice- Es un héroe
famoso en todo el ejército,  20
que en los campos de Nanawa
ganó su prestigio épico.
—121→

-Mi Coronel, ¿será tarde
lo que ahora le confieso?
Mi compañero, señor,  25
es mujer-, mi compañero,
es, sí, mi hermana mayor:
Ella enfrentándose al fuego
resultó ser tan valiente
o más que los MACHETEROS  30
DE LA MUERTE. Disfrazada
de soldado dejó el pueblo
y ha venido a acompañarme
con cariñoso denuedo.

Nuestra madre cayó enferma  35
allá en el valle, y por eso
íbamos a nuestra casa
para llevarle consuelo-.

Suspende la ejecución
el Coronel; llama al médico  40
y le ordena que compruebe
lo afirmado sobre el sexo
de aquel bravo combatiente
en diez combates sangrientos.

En una carpa discreta  45
el doctor descubre senos
con vendas muy bien ceñidas
a las curvas de aquel pecho.
—122→

Y también comprueba que
la moza es virgen; que incesto  50
no ha habido entre los hermanos,
ambos castos compañeros.

1998



  —123→  

ArribaAbajoJardín con benteveos



¡Cómo goza la araucaria
del amor del sol y el cielo!
¡Cómo el oro y el azul
hacen al mundo de nuevo!

El césped de puro goce  5
acoge el oro más tierno
y lo amarillo y lo verde
estallan en mil reflejos.

Las santarritas suspiran
como palomas en celo  10
esponjadas con el goce
que estremece el universo.
Los crotos verdean mudos
disfrutando su silencio,
urdiendo en varios colores  15
primores de terciopelo.

De pronto, sin anunciarse
y sin imperial cortejo,
bajan los emperadores
del más dorado gorjeo.  20

Y, emperadores del garbo,
el casal de benteveos
se hace dueño del jardín
—124→

en cortos, rápidos vuelos,
con los esguinces y saltos  25
de sus áureos galanteos.

Enero

1997



  —125→  

ArribaMemorable excursión en Ford modelo T



En un coche de alquiler
mi madre va de visita
llevándome de escudero
a casa de doña Emilia.

Mi madre, muy elegante,  5
luce sus joyas más finas:
el medallón con cadena
de excelente orfebrería,

el largo anillo que llaman
no sé por qué, marquesina,  10
y otras alhajas que pese
a ser buenas se me olvidan.

Doña Emilia es una dama
dueña de espléndida quinta
en que con rumbo feudal  15
como una duquesa habita.

El coche que nos conduce
hipando va cuesta arriba,
y entre seguir avanzando
o detenerse, vacila.  20
—126→

El motor que es de explosión,
más explota a cada esquina:
ha de ser su combustible
de cargas de dinamita.

Yo, chico de cinco años  25
no encuentro muy divertida
la excursión a las afueras
para ver a doña Emilia.

El coche desvencijado
avanza como a su ruina,  30
hasta que al fin, jadeante
a nuestro destino arriba.

Vestido de marinero
junto a mi madre muy linda,
me siento yo como náufrago,  35
que llega, salvo, a una orilla.

1997




 
 
FIN