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ArribaActo tercero

 

La misma decoración. Es de día.

 

Escena I

 

DOÑA MENCIA, ISABEL, RAMIRO

 
MENCIA
Cáusanme a fe maravilla
tan impensados sucesos.
ISABEL
¡Qué escándalo, Virgen santa!
MENCIA
El raptor era don Diego
y en su poder estaría
Juana, a no ser por don Pedro
que rondando cauteloso
pudo acudir a buen tiempo.
ISABEL
Pues se dijo que, don Nuño...
RAMIRO
El amante caballero
está inocente de todo.
ISABEL
El raptor se encuentra preso.
RAMIRO
Si acaso queda con vida
será un milagro del cielo.
Este don Diego de Illezcas
es un vil aventurero,
un malvado.
MENCIA
Quiero hablar,
Ramiro, ¡por Dios!
RAMIRO
Accedo.
Que es una dueña callando
candil sin aceite y fuego.
MENCIA
Llegó don Pedro, os decía,
y desnudando el acero,
castigó de aquellos hombres
el audaz atrevimiento.
ISABEL
Es valiente el buen anciano.
MENCIA
Que no interrumpas te ruego.
Juan Iniestra quedó herido
y sus cómplices huyeron.
—76→
Don Pedro entonces airado
le puso la espada al pecho
y él confesó que el delito
fue tramado por don Diego.
Por fin, aclarado todo
al ser el de Illezcas preso,
el buen anciano celoso
de su honor, que es caballero,
llevóse a su casa a Inés,
y desde entonces no ha vuelto.
ISABEL
Malo es don Diego.
RAMIRO
Tan malo,
que vino de España huyendo
por homicida.
MENCIA
¡Jesús!
RAMIRO
Así consta del proceso.
Desde ayer lo sujetaron
a la cuestión del tormento,
y declaró la inocencia
de Juana Inés.
MENCIA
¡Qué perverso!
Va a pagar todos sus crímenes
y sus infames proyectos.
¿Y qué pena le impondrán?
RAMIRO
La muerte, según yo creo.
MENCIA
¡Válgame Dios!
RAMIRO
Merecida
será la pena. A este reino
pasó de Murcia, que allí
robó al conde de Vallejo
diez mil doblas; y le dio
la muerte el infame.
ISABEL
¡Cielos!
¡Cuánta maldad!
MENCIA
¿Y por qué
tuvo aquí tan buen empleo?
RAMIRO
Engañaba a su excelencia,
con su audacia y con su ingenio,
pues cambió su nombre antiguo
por el que hoy le conocemos.
ISABEL
Al virrey aborrecía.
RAMIRO
Eran rencores de celos.
MENCIA
¡Cómo! ¿Qué dices, Ramiro?
¡Imposible!...
RAMIRO
Pues es cierto.
Cuando el marqués pretendía
a la condesa, don Diego
rondaba también su calle,
con amorosos intentos.
Una noche, en que el nublado
su oscuro manto tendiendo
sobre Madrid remedaba
la oscuridad del averno,
le halló el marqués a la reja
de la casa, conviniendo
con una dueña los planes
para un rapto. En el momento,
veloz, cual rayo, su espada
dio al atrevido escarmiento.
Huyó don Diego cobarde,
receloso y encubierto,
con su sangre matizando
aquellos sitios desiertos.
Dirigióse a Murcia, oculto,
y vino a América luego.
MENCIA
¡Vaya! ¡Y las tramas que urdía!
¡Era un archivo de enredos!
Al escalar el balcón,
todas las damas creyeron
que era Nuño, pues llevaba
un adornado sombrero
al de Alba igual, y una capa
de la de Nuño remedo.
Y la noche tan oscura
favoreció sus intentos.
Mas pronto el castigo halló;
no son los plazos eternos;
no hay deuda que no se cumpla...
RAMIRO
¡Su excelencia!
MENCIA

  (A ISABEL.) 

Pues entremos.


Escena II

 

(RAMIRO y el VIRREY. RAMIRO se dirige a la galería.)

 
VIRREY
Buen Ramiro, ven aquí.
¿Has visto a Inés?
RAMIRO
No, señor.
VIRREY
Crece por ella mi amor.
no sé qué será de mí.
Hoy con su ausencia he sentido
que un nuevo dolor me oprime;
en dónde, Ramiro, dime,
¿en dónde se halla el olvido?
Es mi pasión fuego intenso;
no puedo dejar de amarla;
pues cuando quiero olvidarla,
más y más en ella pienso.
Hoy sin ver su luz querida
siento en mí amarga aflicción,
desierto mi corazón
y sin encanto la vida.
RAMIRO
El tiempo quizás...
VIRREY
No creo
ya mi remedio posible,
que acrecienta el imposible,
el atractivo al deseo.
De la calumnia maldita
pasó ya la nube oscura,
y hermosa cual sol fulgura
de mi bien la luz bendita.
—77→
Bella, pura, vencedora
su alta virtud resplandece;
y crece, Ramiro, y crece
el fuego que me devora.
RAMIRO
Mirad, señor...
VIRREY
Nada miro;
que la adoro sólo sé;
quiero verla y la veré.
Lleva esta carta, Ramiro.
RAMIRO
¿Mas vuestra esposa, señor...
el deber y la grandeza
en que estáis? ¿Vuestra nobleza?
VIRREY
Todo lo olvida mi amor.
¿Viste formando rumores
correr el manso arroyuelo,
pintando en cristal el cielo,
suspirando entre las flores?
Pues así del alma mía
el amor se deslizaba,
y los cielos retrataba
cuando libre me veía.
¿Le viste luego el sombrío
bosque cruzar, impaciente,
aumentando su corriente
y ser caudaloso río;
y las blancas amapolas
marchitas en la ribera,
inundando la pradera
con el vaivén de sus olas;
y por fin con fiera saña,
la llanura estremeciendo,
raudo y rápido rugiendo,
descender de la montaña,
y enfurecido, en oscuro
vapor envuelto, entre lodo,
romper, destrozarlo todo,
arrancar el fuerte muro,
correr, volar, agitarse,
saltar con audacia loca,
quebrarse de roca en roca
y al abismo despeñarse?
Así mi amor, por ligeras
barreras encadenado,
loco, ciego, desbordado,
quiere arrancar las barreras:
lazos, deberes, poder,
gloria, opinión y grandeza,
orgullo, ambición, nobleza,
todo lo quiere romper,
todo ha de verlo deshecho;
que es mi virtud impotente
a contener el torrente
que se desborda en mi pecho.

 (Vase RAMIRO.)  



Escena III

 

El VIRREY.

 
VIRREY
No puedo vivir así;
do quiere la suerte voy;
a todo resuelto estoy...
Dios tenga piedad de mí.

 (Se sienta pensativo cerca de la mesa con el rostro entre las manos.)  



Escena IV

 

(Dicho, la CONDESA y RAMIRO en la galería. La CONDESA lleva en la mano una carta.)

 
RAMIRO
Ya sabéis que os reverencio;
pero el virrey...
LUISA
Basta ya.
RAMIRO
Si lo sabe...
LUISA
Bien está.
RAMIRO
¡Pero, señora!...
LUISA
¡Silencio!

 (Vase RAMIRO.) 



Escena V

 

VIRREY, LUISA

 
LUISA
¿A quién escribe?

 (Abre la carta.) 

¡Qué miro!
VIRREY
(¿Y dejaré abandonada
a mi esposa desdichada?)
LUISA
¡Y esto es verdad! Yo deliro...
Me olvida infiel y traidor.
¡Alma, calla, esconde el llanto!
¡Celos, silencio!, entretanto
ocultemos mi dolor.

 (Pausa.) 

¡Conde!

 (Avanzando.) 

VIRREY
Señora.
LUISA

 (Con ternura.) 

Un instante,
a solas, señor, os veo,
y el impaciente deseo
calma al fin el pecho amante.
Quisiera hablaros.
VIRREY
(¡Dios mío!)
LUISA
Olvidad tantos enojos,
no quieren mirar mis ojos
ese ceño tan sombrío.
La dulce quietud, la calma
en mi regazo buscad,
y un instante consagrad
a los anhelos del alma.
No quiero que triste estéis.
  —78→  
VIRREY
(Su cariño y su ternura
acrecientan mi tortura.)
LUISA
¡Ah!, ¿pero no respondéis?
VIRREY
¡Condesa!...
LUISA
Si estáis airado
por el suceso enojoso
de anoche, que os dé reposo
mi inocencia. Ya el osado
que me ultrajó de esa suerte
ofendiendo mi opinión,
yace en oscura prisión
y está condenado a muerte.
VIRREY
¿Y qué, lo sentís?
LUISA
No, a fe:
sus errores compadezco,
Dios le acoja.
VIRREY
(No merezco
su casto amor... Yo no sé
qué me pasa... En vano lucho.)
LUISA
(En vano el secreto esconde.)
Estáis muy pálido, conde.
VIRREY
Sí, señora, sufro mucho.
LUISA

 (Con ternura.) 

¿Sufrís, y en almas ajenas
buscáis al dolor abrigo?
Debierais partir conmigo
vuestro afán y vuestras penas.
¿No soy vuestra esposa?
VIRREY
(¡Oh, Dios!)
LUISA
Nada debe deteneros.
¿Quién como yo ha de quereros,
si sólo vivo por vos?
VIRREY
Los negocios me arrebatan
la quietud, y el alma siente
que la sofoca este ambiente,
y que estas luchas la matan.
LUISA
Pues dejad la agitación
del mando, dejad su encono;
¿no os basta, señor, el trono
que os alzo en mi corazón?
Dejando aquí los pesares,
nos lleve nave ligera
a la querida ribera
del querido Manzanares,
y halle allí vuestro dolor
serenidad apacible.
VIRREY
No, condesa, es imposible...
LUISA
(Funesto, funesto amor.)
La dulce calma os convida.
VIRREY
No lo permiten los cielos.
LUISA
(¡Ay!, el áspid de los celos
sangre le arranca a mi vida.)
Resuelto romped los lazos
del poder, lazos penosos;
que otros lazos más dichosos
os esperan en mis brazos;
y una existencia sin duelo
veréis, señor, deslizar,
cual la barquilla en el mar,
como la nube en el cielo.
Pensando en ese placer,
ved que gozosa sonrío...
VIRREY
(¡Qué horrible lucha! ¡Dios mío!
¿Por qué no triunfa el deber?)
LUISA
Volvamos, señor, a España,
que en esa tierra bendita,
de los cielos favorita,
la dicha al bueno acompaña.
VIRREY
¡Ah! ¡Si pudiera!...
LUISA
Apartados
de la corte viviremos,
y gloria de amor seremos
ni envidiosos ni envidiados.
¡Cuán venturosa me haréis!
Y a vos también os espera
felicidad verdadera.
VIRREY
(¡Ay de mí!)
LUISA

 (Con ternura.) 

¿Qué resolvéis?
Presto partamos de aquí:
ved que os lo ruego.
VIRREY
(¡Dios santo!
¡Es tan buena y me ama tanto!)
LUISA
¿Qué decís, señor? Allí
triste y enfermo, pensando
que ya mucho en veros tarda,
un noble padre os aguarda,
y está por vos suspirando.
VIRREY

 (Conmovido.) 

¡El padre del alma mía!
¡Ah!, sí, sí, verle quisiera.
LUISA
Pensad que ansioso os espera.
VIRREY

 (Como embelesado.) 

Verle, verle, ¡qué alegría!
Pienso que tras duelo tanto,
de nuevo mi oído halagan
esas frases que se apagan
y se traducen en llanto;
y pienso en el desvarío
de tan hermosa ilusión,
que siento su corazón
palpitar junto del mío.
LUISA
Cuando ya a la eternidad
toca su pie...
VIRREY
Necesita...
de una ternura infinita
que apoye su ancianidad.
LUISA
Llevémosle esa ternura.
VIRREY
¡Oh!, ¡qué sueño tan hermoso!
LUISA
Allí hallaréis el reposo.
VIRREY
Ésa fuera mi ventura.
LUISA
Pues buscad ese placer.
VIRREY
¡Qué imagen tan seductora!
LUISA
Os quiere tanto.
  —79→  
VIRREY
Me adora;
soy la vida de su ser.
LUISA
Con él nuestro hijo querido...
VIRREY
En sus brazos lo estoy viendo,
como un ángel sonriendo,
plácidamente dormido;
y, que mi padre le mira...
LUISA
Que contempla en su semblante
vuestra imagen...
VIRREY
Y que amante
le besa y por mí suspira...
LUISA
Que con castos embelesos...
VIRREY
Suspirando tiernamente
yo deposito en su frente
todo mi amor con mis besos.
LUISA
Y que el niño no os asombre...
VIRREY
Sí, sí, que despierta el niño.
LUISA
Que os sonríe con cariño.
VIRREY
¡Y que pronuncia mi nombre!
LUISA
Que sin duelo en la existencia
vuelve su frente a inclinar.
VIRREY
Y otra vez vuelve a soñar
con la paz de la inocencia.
LUISA
Que vuestro padre al buen Dios
invoca, al veros ufano...
VIRREY
Que alza trémulo su mano
y nos bendice a los dos.
LUISA
Y en ese cuadro risueño
veréisme, señor, de hinojos,
mirándome en vuestros ojos,
velando del niño el sueño.
VIRREY
¡Ah! ¡Padre del alma!...
LUISA

 (Llora.) 

(Se ha salvado; ya respiro.)

 (Pausa pequeña.) 

VIRREY
¡Ah!, pero no; yo deliro:
es imposible, señora.
LUISA
(¡Ah!)
VIRREY
Que el rey en su favor,
servirle aquí me ha mandado,
y me cumple como honrado
acatar a mi señor.
LUISA
¡Vano placer! Sombra esquiva
donde el dolor se renueva,
eres la espuma que lleva
la corriente fugitiva.


Escena VI

 

Dichos, DON PEDRO

 
PEDRO
Dios guarde al señor virrey
y a la señora condesa.
VIRREY
Él también venga con vos,
señor don Pedro.
PEDRO
Las muestras
de mi respeto, os dirán
lo que mi labio no acierta.
LUISA
Mucho en palacio, señor,
se ha extrañado vuestra ausencia.
PEDRO
Dejad, señora, que humilde
vuestra bondad agradezca.
VIRREY
Nos tenéis muy ofendidos.
PEDRO
¿Yo, señor?
VIRREY
Sin mi licencia
llevasteis a Juana Inés...
LUISA
(¡Ay, Dios!)
VIRREY
A la casa vuestra.
Con esto a mi noble esposa
le hacéis, don Pedro, una ofensa.
pues con materno cariño
a Inés quiere la condesa,
y por su fama y su dicha
su afán solícito vela.
¿No es esto verdad, señora?
LUISA

 (Esforzándose por sonreír.) 

Sí, sí, conde.
Las funestas
causas que ayer al escándalo
dieron las miras perversas
de don Diego, me obligaron.
VIRREY
Probada está la inocencia
y virtud de vuestra hija.
LUISA
(¡Oh, Dios!, mi desgracia es cierta.
¡Cuánto la quiere!)
VIRREY
Señor
don Pedro, evitar es fuerza
murmuraciones injustas.
Haced que al momento vuelva.
Decidle, señora.
LUISA
Sí.
PEDRO
Complaceré a su excelencia.
 

(El VIRREY se va por un lado y MARÍA LUISA por otro.)

 
LUISA

  (Viendo al VIRREY.)  

(Volvedle, ¡oh, cielo!, a mis brazos,
o permitid que me muera.)


Escena VII

 

DON PEDRO, solo

 
PEDRO
Yo velaré por mi honor.


Escena VIII

 

Dicho, DON NUÑO

 
PEDRO
Don Nuño.
NUÑO
Señor don Pedro,
—80→
a vuestras no desmentidas
y altas bondades atento,
y además, teniendo en cuenta
irresistibles afectos,
voy a haceros confesión
de un honrado atrevimiento.
PEDRO
¿Atrevimiento?, no tal,
honrado sí, como vuestro.
No caben en limpia sangre
sino honrados pensamientos.
NUÑO
Ya sabéis que yo soy noble...
PEDRO
Sois cumplido caballero,
y por noble y por honrado
os estimo y os respeto.
NUÑO
Sabéis que de mi familia
muy pingües rentas heredo.
PEDRO
Es la riqueza mayor
la que se guarda en el pecho,
que más quilates que el oro
tiene un noble sentimiento.
NUÑO
Sabéis que el virrey me estima.
PEDRO
Sois su amigo predilecto,
el alma de sus acciones
y su mejor consejero;
y se os mira en Nueva España
como árbitro del gobierno.
NUÑO
Sabéis...
PEDRO
Conozco, don Nuño,
vuestras prendas; mas no infiero...
NUÑO
Tenéis, señor, una hija
que es de virtudes modelo,
que es fénix de la hermosura,
que es asombro del ingenio,
que es musa de nuestro olimpo,
que es astro de nuestro cielo.
PEDRO
Cual galán y cortesano,
favorecéisla en extremo.
NUÑO
Ella ha logrado inspirarme
un ardiente sentimiento;
por ella muriendo vivo,
por ella viviendo muero.
Por eso hablaros quería,
y con profundo respeto,
ofreciéndoos cuanto soy,
su mano a pediros vengo.
PEDRO
Tomad mis brazos, don Nuño,
como hijo desde hoy os veo;
la mano de Juana Inés
sin vacilar os concedo.
Voy por ella; adiós, quedad.

 (Vase.) 

NUÑO
Id con él, señor don Pedro.


Escena IX

 

NUÑO

 
NUÑO
Tras la pasada amargura
el premio mi amor alcanza,
y va a tocar mi esperanza
el cielo de la ventura.


Escena X

 

Dicho, el VIRREY, después RAMIRO

 
VIRREY

 (Llamando.) 

¡Ramiro!... ¡Don Nuño aquí!
NUÑO
Señor...
VIRREY
Esperad.
RAMIRO
(¿Qué haré?)
VIRREY
¿Diste mi carta?
RAMIRO
(No sé
qué contestar.)
VIRREY
Vamos, di.
RAMIRO
La tomó, perdón espero,
la condesa...
VIRREY
¿Qué?
RAMIRO
¡Señor...!
VIRREY
¿Así me sirves, traidor?
Vete, mirarte no quiero.
 

(Se va RAMIRO.)

 


Escena XI

 

Dichos, menos RAMIRO

 
VIRREY
(El destino se conjura
contra mí.) Don Nuño... (Inquieto
estoy.)
NUÑO
Mi respeto
lealtad os asegura.
Una difícil empresa
intento.
VIRREY
Decid.
NUÑO
Señor,
de vos aguardo...
VIRREY
(Mi amor
ha sabido la condesa.
¡Qué terrible compromiso!
En mucho, don Nuño, os tengo.
NUÑO
Señor, a pediros vengo
para casarme permiso.
VIRREY
Saber, amigo, quién es
la que pudo vuestro gusto
cautivar, parece justo.
NUÑO
Es la hermosa Juana Inés,
  —81→  
VIRREY
¿Qué? ¿Qué decís?
NUÑO
Ya su mano
su buen padre me concede.
VIRREY
(¡La infiel olvidarme puede!)
NUÑO
Con ese ángel soberano,
feliz hoy mismo seré.
VIRREY
(¡Ay de mi!)
NUÑO
Si su licencia
me otorgare su excelencia.
VIRREY
Hoy con don Pedro hablaré.
(No sé qué siento. ¡Gran Dios!,
el alma tiembla cobarde.)
Ya me veréis: Dios os guarde.
NUÑO
Él quede ¡oh, conde!, con vos.

 (Vase.) 



Escena XII

 

El VIRREY

 
VIRREY
¡Por otro afecto me olvida!...
Es tan horrible mi suerte
que fuera dicha la muerte,
porque es la muerte mi vida.
Quererla tanto, quererla
para llevarla a otros brazos,
¡rotos ver tan dulces lazos!...
Amarla, para perderla...
¿Dejaré que me abandone?...
A mi gloria, a mi placer,
el implacable deber
sus duras leyes opone.
Leyes, ¡ay!, que el sentimiento
quieren herir despiadadas,
encadenar las miradas
y matar el pensamiento.
En la eterna agitación
de incesante batallar,
siento el alma agonizar
y perderse mi razón...
¿Acaso podré sin duelos
ver que un rival venturoso
suya la llame amoroso?...
¡Me están matando los celos!

 (Saca el retrato.) 

¡Oh, trasunto en que el humano
pincel sus tintas apura,
reflejo de la hermosura
de ese cielo soberano!

 (Sale MARÍA LUISA y se va acercando lentamente al VIRREY hasta ver el retrato.) 

Tú miraste en otros días
de glorias y bienandanzas
las risueñas esperanzas
de mis dulces alegrías.
Hoy, tus hechizos al ver,
romperte airado debiera...
¡Ay de mí! Dichoso fuera
si pudiera aborrecer.

 (Lo besa.) 

Mas de firmeza y valor
quiero en vano hacer alarde,
que el alma ciega y cobarde
amor me repite, amor.


Escena XIII

 

El VIRREY, MARÍA LUISA

 
LUISA
¡Ah!, conde...
VIRREY
¿Vos?...
LUISA
(¡Hay de mí!)
Conde...
VIRREY
Decid: ¿qué queréis?
LUISA
Que vuestro enojo calméis
pues ya mi desdicha vi.
VIRREY
Yo, condesa...
LUISA
Disculparos
no intentéis; ya nadie ignora
vuestro amor...
VIRREY
Mirad, señora...
LUISA
Yo no pretendo acusaros.
Sé que a mi lado vivir
os causa acerbo dolor,
y yo no quiero, señor,
miraros por mí sufrir.

 (Llora.) 

Espero se me conceda
buscar la sombra sagrada
de un claustro, donde olvidada,
llorar mi desdicha pueda.

 (Aparece JUANA INÉS.)  

Esposo y señor, espero
que no os opongáis cruel...


Escena XIV

 

Dichos, JUANA INÉS

 
INÉS

 (Avanzando rápidamente.) 

¡Su esposo, su esposo!... Él... Él...
LUISA
¡Ah!
VIRREY
¿Qué miro?
INÉS
¡Yo me muero!...
VIRREY
(Implacable me provoca
audaz el destino impío.)
INÉS
Él, su esposo... Él... Él... ¡Dios mío!...
¡Yo voy a volverme loca!
LUISA

  (Al VIRREY.) 

(Es una horrible traición
la vuestra.)
  —82→  
VIRREY
(Callad, señora.)
INÉS
Que venga la muerte.

 (Prorrumpiendo en llanto.) 

LUISA

 (Estrechándola en sus brazos.) 

Llora,
Inés, en mi corazón.
 

(Se oye el toque de agonía y rumor de atambores.)

 

 (Dentro.) 

PREGONERO  Ésta es la injusticia que en nombre de Su Majestad manda hacer el excelentísimo señor conde de Mancera, virrey, gobernador y capitán general de esta Nueva España, en la persona de Diego de Illezcas, por homicidio y otros delitos. Quien tal hizo tal pague.

INÉS
¡Ah!

 (Arrodillándose a los pies del VIRREY.)  

Le debéis perdonar;
compadeced su amargura;
ya matasteis mi ventura;
basta, señor, de matar.
VIRREY
Ved que intentó vuestra afrenta.
INÉS
Yo no quiero, al contemplaros
por vez postrera, miraros
con una mancha sangrienta.
Pensad, señor, que ese encono
Dios tal vez os lo demande;
—83→
sed, hoy por lo menos, grande,
perdonadle.
VIRREY
Le perdono.

 (Escribe rápidamente, toca una campanilla y da a RAMIRO el papel.) 

(Cesa, ¡oh, pecho!, de latir,
triunfe el deber.)
LUISA
(Yo confío
en que ha de amarme.)
INÉS
(Dios mío,
me estoy sintiendo morir.)


Escena XV

 

Dichos, DON PEDRO y DON NUÑO

 
PEDRO

  (A INÉS.) 

Pide don Nuño tu mano,
y si otorga su licencia,
cual lo espero, su excelencia...
 

(El VIRREY vacila; LUISA le mira suplicante.)

 
VIRREY

 (Con un esfuerzo.)  

La otorgo.
LUISA

 (Con alegría.) 

(¡Dios soberano!)

 (Estrecha las manos del VIRREY, éste la abraza.) 

NUÑO

  (A INÉS.)  

Respuesta aguardo de vos.
INÉS

 (Con solemnidad.) 

Ya tengo mi esposo.
PEDRO
¡Inés!
VIRREY
¡Ah!

 (Quiere avanzar hacia INÉS. LUISA lo detiene, con cariño.) 

NUÑO
Y ese esposo, ¿quién es?
INÉS
Mi esposo, don Nuño, es Dios.
NUÑO
Pienso, Juana, que hacéis mal.
INÉS
Mi esposo es santo, inmortal;
¿tenéis celos, tenéis celos?
Mi esposo es rey de los cielos;
¿quién es aquí su rival?

 (Saca la rosa y la rompe.) 

Te deshojo, pobre flor

 (Llora.) 

con sentimiento profundo,
cual se deshoja mi amor...
LUISA
¡Juana Inés!

 (Con ternura.) 

INÉS
Huya el dolor,

 (Serenándose.) 

huya el llanto, y huya el mundo.

 (Se arrodilla y alza la mirada al cielo.) 

Mi cruz, Señor, tomaré;
tú eres mi gloria, mi luz;
yo tu ejemplo imitaré,
y desde hoy me llamaré
Sor Juana Inés de la Cruz.




 
 
CAE EL TELÓN