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Carmen de Burgos

Biografía de Carmen de Burgos

Carmen de Burgos, pionera a fondo (Almería 1867 - Madrid 1932)

Por Asunción Valdés1

Carmen de Burgos Seguí, hija de José y Nicasia, amaba la vida; llena de sinsabores, sí, pero también de belleza. Y la buscó a fondo: con valentía para lograr la libertad; con estudio y trabajo disfrutando la cultura; con tesón y entrega en pos de los derechos humanos, especialmente los de la mujer. Nulla aesthetica sine ethica. No hay estética sin ética era el lema de su existencia.

Vista general de Rodalquilar

La fuerza luminosa del Valle de Rodalquilar, en el Cabo de Gata, le da el coraje a la niña raquítica y enfermiza, criada en el cortijo familiar. Al volver a su Almería natal sufre el desencanto por la diferencia entre la burguesía ilustrada a la que pertenece y la mayoría marginada de hambrientos y analfabetos.

La biblioteca del padre, vicecónsul del Reino de Portugal, le abre el cofre de la lectura, y la prensa lisboeta, el interés por el periodismo. Así llega el enamoramiento. La adolescente se deja cortejar por Arturo Álvarez Bustos, hijo del principal editor de la capital y la provincia. Carmen salta su primera muralla: se casa contra la voluntad paterna. Poco tarda en descubrir al tenorio, esclavo de sus vicios, que la veja públicamente porque quiere ser maestra. Es la vía para librarse del tormento, ni siquiera compensado por los hijos. Los tres primeros se le mueren antes de cumplir el año, entre lágrimas y reproches. Está dispuesta a revivir en una nueva Carmen.

Estudia intensamente. Con su título, enseña a niñas pobres en el colegio Santa Teresa, al tiempo que trabaja en la imprenta de su suegro. Tiene que contribuir al sustento familiar, bajo mínimos por juergas y amoríos del maltratador, encarcelado además por desacato a la autoridad en su periodiquito, Almería Cómica; adjetivo que cambiará a Bufa y Alegre. Ante tantas humillaciones, y como su marido es incapaz de asumir responsabilidades, decide abandonarlo. En medio de estos problemas, es capaz de escribir su ópera prima, Ensayos literarios, en uno de los cuales, El repatriado, refleja el espíritu de la generación del 98. Dedica el libro, editado en Almería, a su tío don Agustín de Burgos, senador del Reino. Ha tenido que huir de él porque la acosaba, pero no puede desperdiciar el nombre que puede abrirle muchas puertas. Pragmática, sigue su instinto de supervivencia en un mundo dominado por los hombres, para abrirse nuevos caminos profesionales.

En 1901 obtiene plaza en propiedad en la Escuela Normal de Guadalajara. En medio del desconcierto de cónyuge y paisanos, se marcha con su hija María, la única que sobrevive al azote de la mortalidad infantil. Pero quiere que su Maruja se eduque libre. Madrid es la meta. Logra ser destinada al Colegio Nacional de Sordomudos y Ciegos, en comisión de servicios. Como el modesto sueldo no da para vivir en la capital, colabora en publicaciones de moda, arte o religión. Se documenta a fondo sobre cómo vestían personajes históricos, visita monumentos de noche para sentir la emoción de la luna o investiga la iconografía de Jesús, hasta sentir que el Cristo de Velázquez es el que más le impresiona. Incluso logra el indulto, con un artículo publicado en El Globo, para un joven condenado a muerte. Su firma aparece también en periódicos madrileños como El Liberal, El País, ABC y La Correspondencia de España, el de mayor difusión.

El fracaso matrimonial le inspira sus poemas del desamor, que reúne en Notas del alma, y logra publicar en Madrid. Carmen de Burgos pisa fuerte. Dedica el libro con loas y alabanzas a la Infanta doña Isabel de Borbón, La Chata. A lo largo de su vida, la profesora mostrará especial empatía con las damas de la realeza. En 1925 escribirá La emperatriz Eugenia, sobre la fascinante y dramática trayectoria de la granadina, esposa de Napoleón III. Dos años antes, la escritora ha vuelto sobre su matrimonio truncado con la novela La malcasada, ambientada en Almería.

En enero de 1903 nace la primera periodista profesional con el seudónimo Colombine, idea de Augusto Figueroa, director del Diario Universal. En la sección Lecturas para la mujer, hábilmente, entre consejos cosméticos y culinarios, informa de avances femeninos en el extranjero. La semilla germinará, espera. En su columna diaria inicia la encuesta sobre la necesidad de una ley para divorciarse. El resultado es positivo. Participan Miguel de Unamuno, Azorín, Vicente Blasco Ibáñez o Pío Baroja, y políticos como Antonio Maura o José Canalejas. Valiosos testimonios, junto a otros, que recopila en El divorcio en España, obra indispensable para su consecución, publicada en Valencia por Sempere y Cía. Carmen de Burgos gana popularidad, a la vez que recibe insultos de sectores carlistas y religiosos. La llaman despectivamente «la divorciadora». Despunta su anticlericalismo, influido asimismo por Blasco Ibáñez, director literario de la editorial valenciana. Al poco de llegar a Madrid, fue la correctora del escritor y político republicano.

Las reformas que Colombine quiere para su país se afianzan en su primer viaje a Francia e Italia. Pensionada por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, estudiará sus sistemas de enseñanza. En octubre de 1905 parte en tren con su hija. Entra en contacto con círculos femeninos que luchan por sus derechos, y pronuncia -prudente, pero reivindicativa- su primera conferencia en el extranjero: La Mujer en España, en la Asociación de la Prensa de Roma. Refleja el periplo europeo en sus crónicas y, más tarde, en el libro que revela su vocación viajera y su pensamiento regeneracionista: Por Europa.

Al regresar, está decidida a lanzar otra encuesta; esta vez, sobre el voto femenino. El resultado es negativo, pero Colombine insiste informando en su nuevo diario, el Heraldo de Madrid, sobre la lucha de las sufragistas, desde Estados Unidos a Escandinavia. Además, empieza a escribir en El Pueblo con el seudónimo Gabriel Luna, el seminarista «revolucionario» de La Catedral de Blasco Ibáñez, director de ese diario valenciano. Los artículos de Carmen se radicalizan.

Para la encorsetada sociedad española, «la dama roja» está rompiendo demasiados moldes. El Gobierno conservador de Maura la destina a Toledo. Ella siente su «destierro». Trabajadora empedernida e inquieta, descubre el expolio de obras de El Greco, que denuncia en sus crónicas. Años después, le inspirarán la magistral novela Los Anticuarios. En la ciudad del Tajo se agravan sus problemas: le abren expediente en su carrera docente, aunque logra demostrar con creces que cumple sus obligaciones.

En Madrid, la maestra y periodista cultiva la tertulia literaria. Un domingo abrileño de 1908 aparece un escritor precoz, Ramón Gómez de la Serna, veintiún años más joven que ella. Inician una fecunda relación literaria, compatible con el amor. Carmen de Burgos ha publicado ya Cuentos de Colombine, la gran revelación. Son traducidos al francés y al inglés. La crítica la alaba. Augura que será gran novelista.

Aumenta su capacidad de iniciativa al fundar y dirigir el mensual: Revista Crítica, con la sección pionera, Letras sefarditas, para desagraviar a los judíos expulsados por los Reyes Católicos. La directora e intelectuales -entre ellos, Benito Pérez Galdós- defienden su importancia cultural y mercantil, a través de la Asociación Hispano-Israelita, promovida por Carmen. Las dificultades económicas obligan a cerrar la revista, a pesar de contar con firmas como la de Juan Ramón Jiménez. La señora de Burgos no desiste; continúa defendiendo la causa sefardí en Prometeo, el mensual creado por don Javier Gómez de la Serna, padre de Ramón. El muchacho con talento, su admirador, le pide que escriba en sus páginas su semblanza: en Autobiografía ella expone sus «muchos yoes».

La polifacética andaluza sigue imparable: ha empezado a traducir obras de gran impacto, como La inferioridad mental de la mujer; en el prólogo refuta al autor, el polémico psiquiatra alemán, Paul Julius Moebius. Arregla manuales prácticos de éxito en el extranjero: La mujer en el hogar, El arte de vivir, Nuevos modelos de cartas o ¿Quiere usted ser amada? A todo le imprime un aire culto y ameno, aunque hay colegas que se burlan de ella, porque dicen que es una gorda que escribe recetas de cocina.

Mientras, es solicitada por la nueva colección de novela corta, El Cuento Semanal, que triunfa entre los españoles. Su primer relato, El tesoro del castillo, la lleva a sus raíces de la infancia. Rodalquilar es asimismo escenario del género que considera «la diosa de la Literatura»: la novela extensa. Publica Los inadaptados, obra recia, bravía y rural que escribe con el alma, dolida por trágicos sucesos familiares.

Postal de Carmen de Burgos en Melilla, 1909 (Fuente: Archivo personal de Roberto Cermeño)

En verano de 1909, el malestar crece en España por la movilización de jóvenes, la mayoría sin recursos, para luchar contra los ataques de las cabilas del Rif, en el norte de África. Carmen de Burgos sabe dónde está la noticia. Se convierte en la primera corresponsal de guerra. Envía crónicas estremecedoras desde Melilla. Sorprendentemente ha logrado llegar a la ciudad española. En esta ocasión, para evitar riesgos a la pequeña María, le acompaña su hermana Catalina, su fiel compañera. Colombine escribe la narración breve, En la guerra, impresionada por los heridos de los hospitales de campaña. Brota su antibelicismo.

Paralelamente, desde que visitó la tumba de Giacomo Leopardi, cerca de Nápoles, está trabajando en la traducción de sus poemas y en su biografía. Sempere, su principal editor, publica la obra en dos tomos con dedicatoria al presidente del Consejo de Ministros, el liberal Segismundo Moret, amigo y mentor de la autora.

Con beca de la Junta de Ampliación de Estudios, heredera de la Institución Libre de Enseñanza, viaja a Bélgica, Luxemburgo y Holanda; ocasión para conocer personalmente a Rubén Darío, y sacar nuevo libro de viajes en 1912: Cartas sin destinatario, manifestación de la vasta cultura de Carmen y de su preocupación por el nacionalismo de la región flamenca. También le preocupan los catalanistas. Cree en los sistemas federales, pero no en la multiplicación de fronteras. De su interés por los Países Bajos Españoles, nacen también novelas cortas: La indecisa y La justicia del mar.

Su fama salta el charco. Será conferenciante en la Argentina. La alegría de encontrarse en la América hispana no opaca su espíritu crítico. Expresa abiertamente su decepción ante las injusticias sociales que ha visto en el país de la Pampa. De la larga travesía emanarán nuevos títulos narrativos: Malos amores y Sorpresas.

En su tercer viaje europeo con su hija, estalla la I Guerra Mundial. Carmen de Burgos es detenida en Alemania, sospechosa de espiar para el Imperio ruso. Su valor y la diplomacia española la salvan de un posible fusilamiento. Todas las experiencias, -las espantosas y las bellas- le inspiran crónicas vibrantes; novelas cortas que son alegatos antibélicos, como El permisionario o El desconocido, y el icónico libro Peregrinaciones, desde el Cabo Norte, en Noruega, hasta Portugal.

En tierras lusas, es recibida como gran intelectual que ingresa en su Academia de Ciencias. Más tarde, el presidente de la joven República la convierte en la única española distinguida con el Collar de la Cruz y de la Espada. Pero Portugal significa mucho más. Un flechazo. Desde pequeñita lo lleva en el corazón. Además, allí descubre la amistad con la influyente escritora y periodista, Ana de Castro Osório, miembro de la Masonería. Empieza su militancia en organizaciones feministas. Funda la Cruzada de Mujeres Españolas que entrará en contacto con asociaciones similares en la otra orilla. Carmen de Burgos llegará a presidir la Cruzada de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas y la Federación Internacional de Mujeres.

Portada de «La mujer moderna y sus derechos», Valencia, Editorial Sempere, 1927

En 1921 lideró la primera manifestación femenina frente al Congreso de los Diputados para reivindicar la igualdad jurídica con los hombres. En 1927 publica su gran tratado feminista mundial, La mujer moderna y sus derechos. Es la primera en reclamar el control individual de la natalidad y reivindica de nuevo el derecho de la mujer a votar y ser votada. Ha evolucionado desde posturas tibias -las que le permitían las circunstancias- hasta luchar contra la discriminación de la mujer en los códigos y en la enseñanza. Pero la pionera tendrá que esperar una década para lograr el voto femenino, tras la valiente defensa de Clara Campoamor, en el Congreso de los Diputados. Aunque incomprensiblemente muchos han olvidado a Carmen de Burgos, no faltan periodistas españoles y extranjeros que destacan su labor precursora en este y demás avances alcanzados por la II República.

Para llegar tan alto, Colombine trabaja con denuedo. Le dan las cuatro o las cinco de la mañana y su lámpara sigue encendida. Como periodista ha demostrado su talla entrevistando a la gran polígrafa, Emilia Pardo Bazán; después, con la serie Confidencias de artistas, en el Heraldo, que saldrá en libro en 1916. Ahí están La Fornarina, La Niña de los Peines, María Guerrero, Margarita Xirgu, Sara Bernhardt, María Álvarez de Burgos… Sí, su hija se hace actriz. Más tarde, la boda con un actor la llevará lejos. La madre sabe que la va a echar de menos y escribe Las inseparables, con visión optimista, porque cree en la libertad.

En 1917 llega la gran novela de Madrid, La rampa. La mujer de la sufrida clase media es la protagonista. Tiene que hacer frente a penurias económicas y a la discriminación frente al varón. Ese protagonismo femenino lo refleja en numerosos relatos breves: El hombre negro, El abogado o El Artículo 438. El marido que mata a su esposa presuntamente infiel solo sufre una leve pena de alejamiento. En caso contrario, la mujer es condenada a duros años de prisión. Personas que se dan por aludidas en sus publicaciones la demandan judicialmente. Aunque es absuelta, Colombine ya sabe que «vivir es luchar ¡Vivamos!» Otro de sus lemas. Los dos últimos títulos, junto a El Novenario, Los huesos del abuelo y La mujer fría, son sus preferidos. A petición de Prensa Popular, los selecciona para Mis mejores cuentos, porque al escribirlos sintió «la aspiración a una obra de justicia».

Portada del «Fígaro», Madrid, Imprenta de Alrededor del mundo, 1919

Su consagración como erudita es la biografía de Mariano José de Larra, que publica en 1920. Fígaro, basada en fuentes totalmente novedosas, será el referente para cualquier investigador sobre el romántico inconformista. Es el vaticinio de Ramón en su espléndido epílogo del libro que cuenta con el reconocimiento de los descendientes de Larra y de la Real Academia Española.

Los dos escritores, tras muchos altibajos en su relación, buscan un lugar tranquilo para dedicarse con intensidad a la creación literaria. Además, a ella, enferma del corazón, no le sientan bien los inviernos madrileños. Gómez de la Serna construye un precioso chalet en Estoril. Ambos adoran Portugal. Amor correspondido. En portugués se publica El retorno, novela de Carmen de Burgos, bien recibida después, igualmente, en español. Antes, había iniciado su fecundo ciclo luso con narraciones breves: Don Manolito, Las tricanas, Los míseros, Los amores de Faustino, el suicida asesino, El hastío del amor y La Flor de la Playa. Pero las deudas obligan a vender el hotelito. Se marchan a Nápoles. Allí, asimismo, son demasiados los gastos para la pareja, cuando es casi imposible vivir solo de la literatura y el periodismo.

De regreso a Madrid, Ramón recibe una oferta tentadora. Estrena su obra vanguardista, Los medios seres, donde surge el fugaz amor con María. Carmen llora la traición de las personas que más quiere. El zarpazo no le impide seguir escribiendo: Quiero vivir mi vida, con prólogo de Gregorio Marañón, es su novela más innovadora por el estilo y el argumento; versa sobre la intersexualidad.

Colombine también es capaz de emular el estilo picaresco español con Vida y milagros de Andresillo Pérez; defender la emancipación de la mujer en ¡La piscina, la piscina!; el perdón, en Perdónanos nuestras deudas o su confianza en el amor con Puñal de claveles. Esta narración, basada en el crimen de Níjar, antes del estreno de Bodas de sangre, es su legado de esperanza frente al fatalismo trágico de Federico García Lorca. Es la que cierra el prolífico ciclo rodalquilareño. El último contrabandista, como novela grande, lo había cerrado ya en 1920.

Por su labor en la cúspide del feminismo mundial, Carmen de Burgos continúa viajando por el Nuevo Mundo. Bellos reportajes en La Esfera, prestigioso semanario cultural, reflejan sus recorridos, en distintas etapas, por Panamá, Colombia, Bolivia, Perú, Chile, Brasil, México, Cuba y Argentina. Estos últimos países son musas de novelas cortas: La misionera de Teotihuacan, El dorado Trópico y Guiones del destino.

Para escribir crítica literaria en el Heraldo de Madrid, Colombine se transmuta en Perico el de los Palotes; seudónimo que refleja el humor que trata de aplicar a su vida. En una de las muchas entrevistas que le hacen, dentro y fuera de España, al referirse a su inmensa obra, Carmen ironiza y dice que parece «un catálogo» por sus numerosos y variados títulos. En total, casi cien novelas cortas, cuentos, micro relatos, una decena de novelas largas, traducciones, manuales prácticos, ensayos, biografías, prólogos, conferencias, libros de pedagogía, de viajes, de interviús, participación en obras colectivas…, a los que hay que añadir los aproximadamente diez mil trabajos periodísticos, publicados en Europa y América.

Su corazón está cansado y herido. El 8 de octubre de 1932 pronuncia una conferencia. Le falla la respiración; apenas puede hablar. De madrugada fallece en su casa de Nicasio Gallego, 1. La prensa española y extranjera llora su muerte y ensalza su obra. Semanas después, se publica como novela póstuma: Los endemoniados de Jaca, título que dio a Los espirituados, para recordar a los militares fusilados por el levantamiento contra Alfonso XIII, en el cuartel pirenaico, en diciembre de 1930.

El entierro de Carmen de Burgos en el cementerio civil de Madrid ha sido un duelo intelectual y popular. Ha sido su primera muerte. La segunda llega al finalizar la Guerra Civil: su obra es censurada. La tercera, en los años cuarenta: es perseguida por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, por haber fundado una logia masónica femenina. Demasiadas losas sobre su nombre. Demasiadas décadas en el olvido.

Desde la Transición democrática española, Carmen de Burgos está reviviendo. Su experiencia vital, audaz y cosmopolita, fue un prodigioso recorrido a lo largo de cientos de miles de cuartillas. La niña debilucha se convirtió en un personaje de fama y prestigio; su firma fue admirada como docente, periodista, escritora e intelectual a nivel internacional. La maestra provinciana, a pesar de las injurias que cayeron sobre ella, incluso después de muerta, llegó a ser la pionera que defendió a fondo los derechos que sus principios éticos le dictaron.

[1]. Asunción Valdés participó en el 150.º Aniversario del nacimiento de Carmen de Burgos mediante conferencia en la sede central del Instituto Cervantes. Su ópera prima es Revivir, la nueva Carmen de Burgos, editada por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, de la Diputación Provincial de Alicante, 2022. Ha intervenido en obras colectivas como periodista de la Transición y premio FEDEPE, Federación de Mujeres Directivas y Empresarias para fomento del liderazgo femenino.

Máster del Colegio de Europa, en Brujas, ha estudiado y trabajado además en Alicante -su ciudad natal-, Madrid, Granada, Bruselas, Bonn y Estrasburgo. El Periodismo y las Ciencias Políticas y Sociales han dado versatilidad a su carrera en prensa, radio, televisión, comunicación, el Parlamento Europeo y la Casa de S. M. el Rey. Tras una década con la Familia Real, fue nombrada vocal del Patronato de la Fundación Reina Sofía y miembro del Consejo Asesor de EY España. Al frente de la Fundación Euroamérica, fomentó las relaciones de la Unión Europea con el continente americano, especialmente a través de España y Portugal. Columnista en Prensa Ibérica, El País, Mundiario y Fleet People, es miembro del Consejo Asesor de la Fundación Conexus y fellow del German Marshall Fund of the United States. Condecorada por el Rey Juan Carlos y el Presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, le emociona especialmente la calle alicantina, Periodista Asunción Valdés.

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