El viaje al Pindo
Viaje al Pindo, tonadilla | |
Propia de la Navidad, | |
Compuesta para teatros | |
De casa particular. | |
Personas, las nueve Musas | |
Antiguas, y veinte más, | |
Hijas de las dos hermanas, | |
Fantasía y Novedad; | |
Un Poeta, una cuadrilla | |
Pastoril o pastoral, | |
Y otros varios individuos | |
Que no es preciso nombrar. | |
Decoración, el Parnaso, | |
Casa pobre; hay un corral | |
Con bardas de cambroneras, | |
De que falta la mitad: | |
Asnos que dentro se meten, | |
Las derriban al brincar. | |
Es de noche, y hace un frío | |
De exquisita calidad; | |
Olor a besugo asado | |
Perfuma el aire glacial, | |
Y de liras y zampoñas, | |
Que resuenan a la par, | |
Un majadero de almendras | |
Lleva majando el compás. | |
Las Musas, como es ya tarde, | |
Tienen gana de cenar, | |
Y la hambrecilla entretienen | |
Cantando en la soledad: | |
��Gloria a Dios en las alturas | |
De la esfera celestial, | |
Y paz en la tierra al hombre | |
De piadosa voluntad!� | |
Llaman. -�Quién es? -Un poeta. | |
-Si dice que no ha cenado, | |
Que no pase del zaguán.- | |
Coro de silencio, pieza | |
Fácil de vocalizar. | |
-�No abren aquí? -Somos niñas, | |
Y no está en casa papá. | |
-Pero oigan siquiera ustedes. | |
-Pues diga con brevedad. | |
-En Madrid esta noche | |
Soy convidado, | |
Casa antigua de Abrantes, (62) | |
Calle del Prado. | |
�Ay, Musas mías! | |
El convite me cuesta | |
Mil agonías. | |
Musical academia | |
Forma el convite, | |
Y al que no musiquiza, | |
No se le admite. | |
De esta manera, | |
Si no canto ni toco, | |
Me quedo fuera. | |
De tañer la zambomba | |
Tomé lecciones, | |
Para entrar en aquellos | |
Ricos salones. | |
Un compañero | |
Me ha birlado la plaza | |
De zambombero. (63) | |
Dicen que entre las nuevas | |
Obras de Apolo, | |
Un rabel se distingue | |
Que toca solo. | |
Dadle alquilado, | |
Y esta noche se estrene | |
Cerca del Prado. | |
Duda, confusión, consulta.- | |
�Se le da o no se le da?- | |
�Se le alquila o se le presta? | |
-Señoras, determinad, | |
Que son ya más de las once, | |
Y tengo mucho que andar.- | |
Erato, dásele tú. | |
-Voy por él... Mas �dónde está? | |
-Yo no le tengo. -Tampoco | |
Yo.-�Si no lo encontrarán? | |
-�Si Apolo se lo ha llevado!!! | |
-�Hay mayor fatalidad! | |
Bastaba que yo viniera, | |
Para que echara a volar. | |
-Consuélese usted, buen hombre, | |
Que todo se arreglará. | |
De instrumentos desechados | |
Hay lleno en casa un desván; | |
Para usted, de los mejores | |
Henchiremos un costal, | |
Y usted verá si consigue | |
Que alguno llegue a sonar. | |
-Pague Dios, castas doncellas, | |
a ustedes la caridad. | |
-Vaya enhorabuena usted | |
a su función musical. | |
(La Musa Talía entrega al poeta un saco de márraga lleno mes, que suenan como talega de sartenero. Éntrase Talía en la casa, y quédase acechando por un ventanillo. El poeta desata el costal, saca una trompeta, y le toma felizmente la embocadura: como estaba el instrumento bien enseñado, las primeras notas salen magníficas. Los Faunos y las Ninfas del bosque (o sean los gañanes y las mozuelas de por allí) acuden al son, trayendo numerosa comitiva de perros, que no han hecho colación todavía. Toca el poeta y declama alternadamente, a usanza de comedia antigua o de pregonero: dos estilos que se parecían bastante. Dice, pues, el poeta:) | |
POETA | |
Esta es, noble Caliope, la trompa | |
Con que los grandes hechos preconizas: | |
Cobre en ella mi voz fuerza que rompa | |
Las columnas del aire movedizas. | |
Dice un refrán sin elocuente pompa | |
Que más días habrá que longanizas... | |
�Longanizas! �Jesús! �Vienen a cuento! | |
Vuelva usted al costal ese instrumento. | |
(Obedece el poeta con resignación, y en seguida coge y prueba una flauta, y dice:) | |
Dulce avena de Erato, | |
Ven a mi labio tú, que los amores | |
En son difundes grato; | |
Y consagra al Señor de los Señores, | |
Y orna en ofrenda pía, | |
El reverente amor del alma mía. | |
Dejad vuestros ganados, | |
Los que moráis en el repuesto ejido; | |
Dones de fe colmados | |
Al Rey llevad en el portal nacido | |
Entre el buey y el jumento... | |
Costal pide también ese instrumento. | |
Talía, por compasión, | |
Aunque siempre me rehúsas | |
Tu festiva inspiración... | |
No la implores de las Musas; | |
Haz que hable tu corazón. | |
Dios niño, vos que venís | |
A salvar a los mortales, | |
Poned término a los males, | |
Que padece este país. | |
Por sus culpas le afligís, | |
Y las llora con afán: | |
Los que lloran, cerca están | |
De volver a la virtud: | |
�Niño Dios! �pan y quietud! | |
Virgen Madre! �paz y pan! |
23 de diciembre de 1856.
Ellas y ellos
Años ha que hay en el mundo | |
Reñidísima cuestión | |
Sobre cuál, de hombre y mujer, | |
Es en lo moral mejor. | |
Cada uno defiende el pleito | |
Pidiendo sentencia en pro; | |
Y a falta de juez que pueda | |
Fallar sin apelación, | |
Uno y otro litigante | |
Se proclama vencedor. | |
Satisfechos de este modo | |
Entrambos con su opinión, | |
Viven en tregua apacible | |
Hombres y mujeres hoy, | |
Y para el día del juicio | |
Se aplaza la decisión | |
Que a ellas y ellos manifieste | |
Quién acertaba y quién no. | |
Pero como a cada riña | |
Que tienen hembra y varón, | |
La suspendida contienda | |
Se renueva con calor, | |
Y es en circunstancia tal | |
La salida de cajón | |
Decirse ambos al sacarse | |
Todos los trapos al sol: | |
�Ustedes son los peores,- | |
Ustedes sí que lo son;� | |
Yo, sin ánimo de hacerme | |
De ninguno defensor, | |
Quiero agregar a los autos, | |
Por vía de ilustración, | |
Unos apuntes históricos, | |
Obra de ignorado autor, | |
Que hallé por casualidad | |
En un viejo cronicón. (64) | |
Cuando la alta Omnipotencia | |
La obra del mundo acabó, | |
Al poner a hombre y mujer | |
En su plena posesión, | |
Árbitro de su destino | |
Hizo al hombre el Criador. | |
Todos los vicios y males | |
Encerrados se los dio | |
En una caverna horrible, | |
Segurísima prisión, | |
De cuya puerta de acero | |
La llave al hombre fió. | |
Las virtudes y placeres | |
En tanto a su discreción | |
Dueños del orbe quedaron: | |
Edad venturosa, �ay Dios! | |
Y tanto más envidiable | |
Cuanto más breve pasó. | |
Tuvo una vez la mujer | |
El deseo tentador | |
De ver qué clase de gente | |
Guardaba aquella mansión; | |
Pues conociendo de trato | |
La paz, el gozo, el amor, | |
Quiso conocer de vista | |
Y oír un rato la voz | |
A la tristeza, la envidia, | |
La cólera y la ambición. | |
Cogió por desgracia un día | |
Al hombre de buen humor; | |
Cogiole luego la llave, | |
Y sin más meditación | |
Fue a la gruta, y para abrirla | |
La osada mano tendió. | |
Los firmes ejes del mundo | |
Se estremecieron al son | |
Que hizo la llave al girar | |
De su punto en derredor, | |
Abrió la puerta; los vicios | |
Salieron en pelotón, | |
Y tropezando de golpe | |
Con la mísera que abrió, | |
Hicieron en ella presa | |
Sin ninguna compasión. | |
El hombre, que estaba lejos, | |
Mejor al pronto libró, | |
Porque al fin sólo pudieron | |
Entrar en su corazón | |
Los vicios que, por salir | |
Con ligereza menor, | |
No hallaron en la mujer | |
Desocupado rincón. | |
Pero esta desigualdad | |
Pronto desapareció; | |
Pues llorando la curiosa, | |
Aunque algo tarde, su error, | |
En busca de su consorte | |
Guió la planta veloz: | |
Abrió el esposo los brazos; | |
Ella en ellos se arrojó, | |
Y al seno del hombre entonces | |
Pasaron sin dilación | |
Las demás calamidades | |
Con que la mujer cargó, | |
Heredando al abrazarla | |
Cuanta humana imperfección | |
Cifró en la naturaleza | |
La ley del Sumo Hacedor, | |
De esta memoria secreta | |
Infiere el que la escribió | |
Que, a vivir hombre y mujer | |
Con total separación, | |
Quizá el hombre en ese caso | |
Fuera de ambos el mejor; | |
Mas como ella y él se tienen | |
Invencible inclinación; | |
Como es, a pesar de todo, | |
Ese sexo encantador | |
La maravilla que puso | |
Término a la creación, | |
Busca el hombre a la mujer, | |
Copia de ella lo peor, | |
Y así junta en su persona | |
Los vicios de ambos a dos. |
1839.
La composición para el Liceo
A los reformadores del sombrero
1859.
El peor, el último olvido
Dio Perico Muñoz en olvidar | |
Hasta el comer a veces y el dormir: | |
Sólo una vez se le olvidó el vivir, | |
Y nunca más lo pudo recordar. |
1874.
La vida del hombre
Hoja en que estampo mi nombre, | |
Tú me sobrevivirás: | |
�Qué vale �ay! el ser del hombre | |
Cuando un papel dura más? |
En un álbum
Te vi en un baile, me miré al espejo: | |
�Ay, qué rabia me dio de verme viejo!... |
Epigrama
La dicha
Tras la dicha corremos | |
Y ella se esconde, | |
Y jamás en la vida | |
Sabemos dónde. | |
�Qué, triste suerte! | |
�Ser la dicha dudosa, | |
Cierta la muerte! |
1859.
Epigrama
Llamó tocaya un chulo | |
A una manola: | |
�Barbarita me llaman,� | |
Dijo la moza; | |
�Y usted, buen hombre, | |
Será, como es rollizo, | |
Un barbarote.� |
1869.
Epigrama
Cuando veo una boda, | |
Verla me carga; | |
Cuando miro un entierro, | |
Doy a Dios gracias. | |
Rabio y me alegro, | |
Porque no soy el novio | |
Ni soy el muerto. |