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ArribaAbajoCarta de Fray Martín de Valencia, y otros misioneros al emperador.

Este es un traslado bien e fielmente sacado de una carta mesiva que el R. P. Fr. Martín de Valencia, custodio de la orden de Sr. S. Francisco desta Nueva España, enviaba ante S. M. con ciertos padres de la dicha orden, firmada de su nombre e de otros religiosos, su tenor de la cual, de verbo ad verbum, es este que se sigue:

Muy singular y esclarecido Príncipe, Emperador e Rey: - Después de haber escripto una carta los padres dominicos e nosotros juntamente a V. M. nuestro emperador y rey, nos fue mostrada una instrucción que Luis Ponce, santa gloria haya, trajo, por la cual, señor, sois visto querer e desear saber y ser alumbrado cerca de lo que conviene a esta tierra e Nueva España para que ansí a todo Y. M. provea, máxime al provecho y conversión de estos naturales infieles; mira circa nos los frailes pietatis dignatio, porque ninguna otra cosa ansí nos consuela, ni alivia nuestros muchos trabajos, ni responde a nuestras consolaciones, que han sido asaz muchas, y dejo de decir las cabsas, como vernos ser ayudados en esta obra de Dios nuestro Señor, y tener confianza que ha de venir a efecto la conversión destos naturales, la cual bien parece vos, príncipe bendito, por vuestra instrucción desear. Gaudeat terra nostra, et maxime nos los frailes, pues tal e tan grand ayudador tenemos, y de hoy más no haya lugar ni se le dé posada a la desconfianza cruel e descomulgada, la cual muchas veces ha atentado a nos combatir e derrocar, porque ansí desconfiados tornásemos la mano atrás, ya una vez puesta al arado, y no fuésemos dignos de nuestro Dios y obra tan grand e tan bendita como esta, volviéndonos, no sin gran tentación de nuestro adversario, a nuestro natural y esas partes. Siendo, pues, llamados del gobernador y oficiales de V. M. para que diésemos nuestro parecer, y viendo que en algo, aunque en poco, había diferencia de pareceres, como seamos enemigos de muchas altercaciones, escogí tomar el parecer de mis frailes y hermanos, que ya mucha noticia tienen de las cosas desta tierra, y con brevedad por la presente presentar nuestro parecer a V. M., y es, y en esto todos vienen sin faltar ni uno, que estos naturales se den o encomienden perpetuamente. La manera y el cómo, por evitar prolijidad dejamos a los padres que inviamos para se platicar con V. M. y Consejo, si fuere menester; y para que ansí se haga no damos razón, por ser muy clara e magnifiesta a los que acá son. Y porque allá se podrá dar, queriéndola saber, con lo dicho pensamos cumplir a lo que V. M. nos manda por la dicha instrucción, e si algo falta, remitímosnos a los padres que allá van, con los cuales hemos muchas cosas platicado cerca de lo que desta obra de nuestro Dios e Señor conviene. Pero porque allí se platicó si sería bien que alguna cibdad se quedase sin repartimiento para V. M., diremos lo que sentimos, y crea V. M. que a ninguno más añadimos ni queremos más su bien que el de nuestro emperador y rey, y por tanta nos parece que todos se deben de repartir y encomendar, porque todas han de tener y estar en nombre de V. M., y ninguno tener, como dicen, horca y cuchillo; salvo si no quisiese a alguno por sus grandes servicios, desta juredisción civil e criminal V. A. hacer merced; pero la principal razón que nos hace esto así sentir, es porque mucho se impidiría el bien de las ánimas4. Desta manera las cibdades que quedasen sin repartimiento nunca serían pobladas de los cristianos; no se poblando, quítase la conversación dellos y los infieles, la cual, siendo razonable, hace mucho para su conversión; quítase que no habiendo pueblo cristiano no hay oficios divinos, ni cantos, ni cerimonias en las iglesias, ni ven ni entienden lo que la santa Iglesia representa por todo el año; ni basta decir que habrá monesterios, porque sin pueblo no pueden bien los flayres solos hacer aquellas cerimonias y representaciones que la Iglesia santa representa: lo cual todo pensamos ser ayuda a su conversión. Ítem, pues es un solo pastor nuestro Dios, que ansí fuese un solo corral, unum ovile et unus pastor; y que el un pueblo y el otro se juntase, cristiano y infiel, e contrajesen unos con otros matrimonio, como ya se comienza a hacer; lo cual todo se impide quedando sin repartirse algún pueblo; y si a los que son de este parecer, que son bien pocos (tres o cuatro, segund entonces paresció), mueve alguna codicia para V. M., no aciertan, porque en la verdad las rentas verdaderas y que han de ser grandes para V. A. en esta tierra, no ha de ser de lo que los naturales de presente tratan, porque todo es una muy gran miseria, pero de los tratos e crianzas que adelante han de tener los cristianos e comunicar a sus pueblos: ansí que los pueblos y ciudades que menos contribuirían serían los que quedasen sin se repartir, e no se ha de mirar a sólo lo presente. La tierra toda es de V. M.; ponga en ella la imposición que le pluguiere, pero nada quede sin se encomendar, si ansí a todos paresciere convenir. Pero como ya hemos dicho, allá van esos padres, de los cuales V. M. se podrá de muchas cosas informar y ser ayudado, que a este fin son escogidos y enviados; y por tanto y a esta cabsa no más, antes lo dicho podrá ser haber cabsado fastidio; pero perdone V. M. al gran deseo que tenemos de la salvación de todos, y mayormente y con más especialidad de la de V. M.; y ansí quedamos muy deseosos della, e muy humildes capellanes. Fecha en esta cibdad de México, año de veinte e seis. -Muy humildes capellanes de V. M., que sus pies y manos besan. -FR. MARTINUS, Custos. -FRAY TORIBIO, guardián. -FRAY MARTÍN DE LA CORUÑA, guardián. -FRAY LUIS DE FUENSALIDA, guardián. -FRAY FRANCISCO DE SOTTO, guardián. -FRAY FRANCISCO XIMÉNEZ.

Fecho e sacado, corregido e concertado fue este dicho traslado con la dicha carta oreginal, en la dicha cibdad de Tenustitán, primero día del mes de Setiembre de mill e quinientos e veinte e seis años. Testigos que lo vieron sacar, corregir e concertar con el oreginal, Francisco de Medina e Juan Sánchez, estantes en la dicha ciudad. -E yo Pedro del Castillo, escribano público e del concejo de la dicha ciudad lo fice escrebir, e fice aquí este mio signo atal. -(Un signo).

(Testimonio autorizado).