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ArribaAbajoArte métrica


ArribaAbajoArtículo primero


ArribaAbajoEstructura del verso

P. -¿Qué se entiende por metro?

R. -La disposición musical de las palabras, que distingue el verso de la prosa.

Llamamos (1) números regulares a la versificación o metro, y dijimos ser el distintivo general y exterior, pero no esencial de la poesía. Con efecto el haber nacido esta, por decirlo así, en el seno de la versificación y conservado necesariamente la misma forma mientras anduvo unida al canto, la magia de los metros, la libertad de dicción y estilo que producen, la fuerza proverbial que dan a la idea, inducen a creer que solo merece el título de eminentemente poético lo que esté escrito en verso. Mas no cabe tampoco duda en que son el sentimiento, la intención y las ideas, y no esta o aquella forma, los que constituyen la poesía, y sería vana cuestión de nombre disputar el de aquella a no pocas obras escritas en prosa en los últimos tiempos.

P. -¿Qué elementos constituyen el verso castellano?

R. -El número de sílabas, la colocación de los acentos y la rima.




ArribaAbajoNúmero de sílabas

P. -¿Cómo se cuenta el número de sílabas?

R. -Por el de vocales.

Ejemplos:

tabla

Exceptúase I.º (1) cuando existe4 diptongo o triptongo o (2) cuando se forma el primero de dos vocales que naturalmente se pronuncian separadas.

Ejemplos:

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Esta licencia o contracción que a ejemplo de los italianos usaban frecuentemente nuestros antiguos, exige poco menos que la dislocación de acento, es decir una pronunciación semejante a esta: 'habiá', 'no seá', o bien 'nósea'.



La diéresis, al contrario, disuelve los diptongos en dos sílabas.

Ejemplo

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II. Cuando debe cometerse sinalefa, esto es, cuando una palabra termina y la siguiente empieza en (1) vocal, (2) diptongo, o (3) h. Cuando media vocal entre dos dicciones de tal naturaleza puede cometerse sinalefa (4) doble o (5) sencilla, es decir, contar como una o dos sílabas la final, la inicial, y la vocal intermedia, bien que lo segundo (5) es más común y conveniente.

Ejemplos:

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No se comete sinalefa cuando (1) empieza con hue la segunda palabra y aun los antiguos solían no efectuarla (2) cuando mediaba h, letra que ellos aspiraban más que nosotros. Algunos a ejemplo de los latinos dejan de cometerla (3) en la primera sílaba del verso, otros (4) en la última acentuada, y aun se hallarían ejemplos de falta de sinalefa en (5) otros casos, que es entonces más bien que licencia falta de corrección.



Ejemplos:

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Un oído ejercitado y ya diestro en percibir la cadencia particular de cada especie de verso, dictará con más acierto que multiplicadas reglas el conveniente uso de las contracciones, diéresis y del número de sinalefas, que sin embargo advertiremos que pocas veces pasan de dos en el verso castellano.



III. Cuando el verso termina con palabra aguda o esdrújula, se debe contar una sílaba más (1) en el primer caso, y (2) menos en el segundo de las que realmente tiene.

Ejemplos:

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De suerte que para medir un verso se contarán todas las sílabas hasta la última acentuada inclusive y se añadirá una.

P. -¿De cuántas sílabas constan los versos castellanos?

R. -Los hay de 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11 y 12 sílabas.

Ejemplos:

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ArribaAbajoColocación de los acentos

P. -¿Cuál es el acento que se toma en cuenta en la versificación, el escrito o el pronunciado?

R. -El pronunciado o prosódico: así la a de albo se considera tan acentuada como la de bárbaro aunque en la segunda no se pinta el acento y sí en la primera.

P. -¿De modo que en todas las dicciones caerá el acento en una u otra sílaba?

R. -Con efecto: solo se exceptúan algunos monosílabos y unos pocos disílabos que por carecer de significación propia parece que se desprenden de su acento y se adhieren a las palabras de más valor. Tales son el, a, de, su, &c. y como, sobre, &c.: si decimos, por ejemplo, de su dueño, el amigo, sobre todas, suena a poca diferencia como si estuviese escrito, desudueño, elamigo, sobretodas.

P. -¿Son muchas las palabras en que sea lícito dislocar o transformar el acento?

R. -Muy pocas: Océano, impío, víuda, descúido, &c. pueden escribirse y pronunciarse en el verso, Oceáno, ímpio, viúda, descuído, &c.

P. -¿En qué sílabas deben caer los acentos?

R. -En los versos de 4, 5, 6, 7 y 8 que se llaman de arte menor no hay necesidad de colocar el acento en sílaba determinada; sin embargo en los de 4 cae mejor en la primera, y suena entonces como dos versos de 2 sílabas: en los de 5 en la misma; en los de 6 en la segunda y suena entonces como dos versos de 3 sílabas; en los de 7 en la segunda y cuarta, de modo que queden acentuados todos los pares. En los versos de 8 escritos para el canto suena bien el acento en la tercera y vienen entonces a formar dos versos de 4; y no estarán mal en los demás casos los octosílabos de esta condición, con tal que se interpolen con otros de acentuación diferente. En los de 12 que no son más que dos de 6 sílabas cae bien el acento en la segunda y octava.

Ejemplos:

imagen5

Los versos de 10 sílabas requieren el acento en la tercera y sexta.

Ejemplos:

Que me pí | des zagál | que te cuente.

La hermo | ra y la ga | la que vanas.



Los de 11 sílabas lo exigen o en la sexta o en la cuarta y octava juntamente6.

Ejemplos.

En la 6.ªEl dulce lamentár | de dos pastores,

En la 4.ª y 8.ªSerena el cié- | lo con su - | yo amado.

Además de estos acentos indispensables y obligatorios, en los endecasílabos de primera clase cae bien (1) en la tercera, o (2) en la segunda y cuarta juntamente, (3) en la séptima si la sexta es final de dicción y la sigue una esdrújula; en los endecasílabos de segunda clase agrada el acento (4) colocado en la primera sílaba.



Ejemplos:


   (1) Respirád, | oh Te | nos, ya los Dioses.
   (2) ¿Podrán | vivír | de sóm- | bras y de engaños?
   (3) Huye llena de amór | cándida ninfa.
   (4) Plácido bús- | co el maternál | regazo.

Endecasílabos hay que si bien en apariencia debidamente acentuados suenan mal por razones particulares.

Ejemplos:

(1)


   Tus claros ojos a quien los volviste.
Plácidamente, como respondía.

(2)


    Repuestos valles de mil bienes llenos.
Las maravillas de aquel arte canto.



El motivo de qué a los primeros falte la debida cadencia se ha dado ya:7 si en el segundo el como conjunción pasase a ser el presente del verbo comer:




    Plácidamente como, respondía,



adquiría más importancia gramatical y sonaría bien el verso. En los dos últimos y especialmente en el cuarto, bienes y arte a pesar de que es perfecto su acento, se hallan tan inmediatos al del mil y al de aquel que pierden no poco su fuerza. Este verso:


    Oh dulces prendas por mi mal halladas,

es perfecto mientras el mi sea adjetivo de mal, pero ofendería el oído luego que se considerase como ablativo de yo por exigir entonces pausa y énfasis en la pronunciación:


    Oh dulces prendas por mal halladas

No tan solo la discreta colocación de los acentos sino también la de las pausas ortográficas contribuyen a la buena cadencia de los endecasílabos. En los de primera clase, caen bien el punto o punto y coma entre (1) séptima y octava sílaba y sobre todo entre (2) sexta y séptima; en los de segunda clase están bien después de la (3) quinta, de la (4) octava o de la (5) nona.



Ejemplos:


   (1) ¿El mal dulce regazo? ¿ni llamado...?
   (2) No más trinos de amor. Así agitaron
   (3) Clama venganza. Al gran rumor confusa.
   (4) ¿Con aire sesgo y baladí? Pues ese
   (5) Llevar al fin mi atrevimiento. Solo.

Es preciso advertir que se excluyen de la versificación castellana los endecasílabos agudos, a no ser cuando la misma ley del metro los reclame.



Ejemplo de endec.º agudo:


    Ya sois esclavos la ambición gritó.






ArribaAbajoRima

P. -¿Qué es rima?

R. -La igualdad o semejanza en la terminación de las palabras.

P. -¿Cuántas especies de rima conoce la versificación castellana?

R. -Dos: rima perfecta o consonancia, y rima imperfecta o asonancia.

P. -¿Cuándo consuenan las palabras?

R. -Cuando desde la última vocal acentuada inclusive son iguales todas las letras. Así consuenan entre sí o son consonantes aman, claman e infaman; amor y loor; diálogo y análogo.

P. -¿Cuándo suenan dos palabras?

R. -Cuando son iguales todas las vocales desde la última acentuada inclusive, v. gr. en amor, atroz y en cama y alta. En las palabras esdrújulas solo se tienen en cuenta las vocales de la primera y última sílaba y en los diptongos la acentuada, si la hay, o sino la que más suene. Así son asonantes bárbara y sátira; faraute y donaire; breva lengua y comedia.

P. -¿Cuándo consuenan o asuenan dos versos?

R. -Cuando (1) consuenan o (2) asuenan las palabras con que terminan.

Ejemplos:

(1)


    Bien habrá visto el lector...
Por mover el asador.

(2)


    Bien habrás visto mi amigo...
Cuando esmaltaba el rocío...



P. -¿Se permite alguna licencia respectiva a los consonantes?

R. -Solo la de considerar como una misma letra la b, y la v, a la que en efecto dan igual sonido la mayor parte de españoles.

P. -¿Y con respecto a los asonantes?

R. -La de contar como tales algunas terminaciones que en realidad no lo son: v. gr. dice y Filis, por cierta semejanza que entre las dos vocales últimas se cree percibir; pero no se contarán como asonantes dice y Felix palabras en que la diferencia de vocales recae en la sílaba principal o acentuada.

P. -¿Queda algo que advertir relativamente a la rima?

R. -Que no se consiente que se haga rimar una palabra consigo misma, a no ser que se tome en dos acepciones diversas; y que no son los consonantes que más favorecen a la versificación los que consisten en la repetición de las inflexiones en aba, ia, &c. de los verbos, en ado, ante, de los participios y especialmente en la terminación en mente de los adverbios.






ArribaAbajoArtículo segundo


ArribaAbajoDe los metros

P. -¿Qué es lo que constituye las diferentes especies de metros?

R. -El número de versos, el número de sílabas de cada uno de ellos y la disposición de las rimas si las hay.

P. -¿Cuáles son las principales especies?

R. -Pareado, Terceto, Cuarteto, Quintilla, Octava, Décima, &c.

P. -¿De qué se compone el pareado o pareja?

R. -De dos versos inmediatos que consuenan entre sí.

Ejemplos:

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P. -¿En qué consiste el terceto?

R. -En tres versos, generalmente de 11 sílabas, de los cuales el primero consuena con el tercero.

Ejemplo:

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Cuando se suceden varios tercetos se encadenan en esta forma: A. B. A-B. C. B-C. D. C-D. E. D....M. N. M..-N. O. N. O.8

Ejemplo:

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P. -¿En qué consiste el cuarteto?

R. -En cuatro versos, generalmente de 8 o de 11 sílabas, con los consonantes en esta forma: A. B. B. A. o bien A. B. A. B. y entonces se le da también el nombre de serventesio. Cuando el cuarteto es de versos octosílabos llámase también cuartilla o redondilla.

Ejemplos:

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P. -¿Qué disposición se suele dar a los dos consonantes de los cinco versos octosílabos la quintilla?

R. -Las siguientes: A. B. A. A. B. y A. B. A. B. A.

Ejemplos:

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P. -¿Explíqueme V. las dos especies de octava?

R. -I.ª Octava real, heroica, o rima: ocho endecasílabos con dos consonantes en esta disposición: A. B. A. B. A. B. C. C.

Ejemplo:

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II.ª Octava de arte mayor o copla de Juan de Mena: ocho versos de 12 sílabas en esta forma: A. B. A. B. B. C. C. B.

Ejemplo:

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P. -¿Cómo se disponen los cuatro consonantes de los diez octosílabos de la décima o espinela?

R. -Así: A. B. B. A. A. C. C. D. D. C.

Ejemplo:

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P. -¿Cuál es la más usada entre las Coplas de pie quebrado, es decir aquellas en que se mezclan versos de 8 y 4 sílabas?

R. -La siguiente: A. B. c. A. B. c.

Ejemplo:

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P. -¿En qué consiste el soneto?

R. -En catorce endecasílabos aconsonantados en esta forma: A. B. B. A.-A. B. B. A.-C. D. C.-D. C. D. o bien A. B. B. A.-A. B. B. A.-C. D. E.-C. D. E.

Ejemplos:

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P. -¿En qué consiste la Silva?

R. -En la mezcla de versos de 7 y 11 sílabas, aconsonantados al arbitrio del poeta.

Ejemplo:

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P. -¿En qué consisten las estrofas o estancias líricas, y cuales son las más usadas?

R. -Consisten en una combinación adaptada por el poeta en los primeros versos y que sigue como pauta o regla en lo restante de la composición. Las más usuales para la oda son las siguientes: (1) un serventesio de endecasílabos los impares y de versos de siete sílabas los pares: (2) una especie de quintilla de versos de 11 y 7 en esta disposición, a, B, a, b, B; (3) tres endecasílabos seguidos de uno de siete sin rima alguna; (4) tres versos de 11 sílabas con acento en la cuarta y octava, o en la cuarta y sexta, si esta pertenece a una palabra esdrújula, seguidos de uno de cinco sílabas. Este verso se llama adónico y la estrofa sáfica: (5) en algunas Odas se hace rimar el segundo verso con el hemistiquio o medio verso, es decir con la cuarta y quinta sílaba del tercero. (6) Las estancias de las Canciones constan de mayor número de versos que las de las Odas y concluyen generalmente por un Pareado.

Ejemplos:

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P. -¿Queda algo que advertir sobre el uso de los consonantes o rima perfecta?

R. -(1) En los versos compuestos para el canto que no suelen pasar de 10 sílabas, se procura generalmente que los versos en que termina el sentido y debe descansar la voz sean agudos. (2) Las varias estancias o coplas de muchas letrillas repiten su verso o versos finales, que forman lo que se llama estribillo.

Ejemplos:

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P. -¿No se impone a veces el poeta la obligación de que tal o tal verso de sus estancias termine en dicción esdrújula?

R. -Sí señor: v. gr. en los dos ejemplos siguientes.

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P. -¿Cómo se colocan los asonantes?

R. -En los versos pares, dejando libres los intermedios. (1) Úsanse con toda especie de versos; (2) cuando estos son de octosílabos adquiere la composición el nombre de Romance propiamente dicho; (3) cuando endecasílabos el de Romance heroico. (4) También se usa el asonante en estancias de tres versos de siete y uno de once y forma entonces lo que se llama Endecha.

Ejemplos:

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P. -¿Qué es verso libre o suelto?

R. -El que no está sujeto a consonante ni asonante. Dejando a parte dos de las combinaciones líricas que hemos mencionado y algunas otras de la misma clase, generalmente solo se usan sin rima los versos endecasílabos, y aun en estos debe procurarse, que la precisión del lenguaje, la diferente colocación de los acentos, la variación de las pausas ortográficas y el encadenamiento de los versos &c., los diferencien de la prosa a que sin tales requisitos correrían riesgo de parecerse.

Ejemplo:


    Yo vi del polvo levantarse audaces
A dominar y a perecer, tiranos:
Atropellarse efímeras las leyes,
Y llamarse virtudes los delitos.
Vi las fraternas armas nuestros muros
Bañar en sangre nuestra, combatirse
Vencido y vencedor, hijos de España,
Y el trono desplomándose, al vendido
Ímpetu popular. De las arenas
Que el mar sacude en la fenicia Gades
A las que el Tajo Lusitano envuelve
En oro y conchas, uno y otro imperio
Iras, desorden esparciendo y luto
Comunicarse el funeral estrago &c.


Moratín                


P. -¿Se servirá V. indicarme el uso de los principales metros?

R. -El pareado apenas sirve más que para inscripciones y sería intolerable en poemas de mucha extensión; el terceto, único que antiguamente se empleaba en epístolas, sátiras y elegías ha cedido el lugar en muchas modernas al endecasílabo suelto; el cuarteto, la quintilla, las coplas &c. son propias de la poesía ligera nacional; en silva se suelen escribir las poesías pastorales que tienden a la meditación y los recitados de las cantatas: el octosílabo asonantado es cuasi sinónimo de romance o poesía popular y ocupa buena parte de las antiguas comedias y la totalidad de algunas modernas; el romance heroico, en que posteriormente se escribieron las tragedias es casi el único metro que no entró en los dramas del siglo de oro de nuestro teatro; en octavas reales se versifican los poemas y cantos épicos. Del soneto que un género de poesía al mismo tiempo que de metro y de las estrofas de la canción y de la oda no hay que decir para que sirven.

P. -¿En qué épocas se introdujo alguna novedad de consideración en la métrica española?

R. -I. En el siglo XII se escribió el poema del Cid, donde largas series de versos desiguales van unidas con una rima sumamente informe.

II. A mediados del XIII aparecieron los alejandrinos, es decir, los de 14 sílabas rimados de cuatro en cuatro.

III. A mediados del XIV empiezan a usarse de 8 y de 12 y con menos frecuencia los de menor número de sílabas, que acabaron por desterrar a los alejandrinos.

IV. A principios del XVI Boscán y Garcilaso introdujeron el verso de 11 sílabas que de los provenzales habían tomado los italianos, y las varias combinaciones que con él se forman. Desaparecieron entonces los de 12 y aun los de arte menor fueron tenidos en menos hasta que a últimos del siglo volvieron a privar y a cobrar brío en romances y comedias.

En el siglo pasado apenas se imaginó otra innovación que la acertada de aplicar el asonante al endecasílabo.

V. Últimamente se han probado nuevos metros, ya con acentuar el final de los endecasílabos en este o aquel punto de la estancia, ya con mezclar de diversas maneras los de 11 y 7 sílabas, los de 6 y 4 o quebrados. Los ensayos han sido sobrado numerosos para salir todos acertados.

Los siguientes son los más notables: de 79 8 u 11 sílabas, A. B. B. C',10 A. D. D. C', de 8 y 4, A. B. B. A. C. C. d, e, e, d; de 11 y 7, A. B. B. c', A. D. D. c'; A. b', C. C. b'; A. A. b', c. c. b'; de 11 y 7 libres, a, b, C' d, e, F'; de 12 y 6 libres A. B. C. d'.

P. -¿Siempre ha sido el número de sílabas y la colocación de los acentos lo que ha constituido el verso?

R. -No señor: entre los Griegos y Romanos lo constituía el número y la naturaleza de los pies, esto es, de grupos de sílabas, los cuales se distinguían entre sí por el número de las últimas y por el tiempo que se gastaba en pronunciar cada una de ellas11.

Desde luego que empezó a perderse la verdadera prosodia de la lengua latina y de la cantidad de sus sílabas, esto es la exactitud del tiempo doble o sencillo que se gastaba en pronunciarlas, asoman unas leyes de versificación muy semejantes a las de los idiomas hijos del romano. La mayor parte de metros actuales pueden reducirse a los latinos pronunciados con prosodia moderna: el de 5 sílabas a su adónico, el de 7 a su anacreóntico, el endecasílabo a su jámbico y sáfico juntamente. El último empero tuvo al principio un carácter distinto del de los latinos y no enteramente igual al del que usamos hoy día: parece que su única ley entre Walones y Provenzales fue que terminase la cuarta con palabra acentuada, en que hacían grande hincapié, dejando el restante medio verso sin acentuación fija12. El octosílabo que algunos creen que hemos tomado de los árabes se halla también en la poesía latina, continua en latino bárbara y es común a la antigua francesa y provenzal. Se aviene tan de grado a la naturaleza de nuestro idioma y a la colocación artificiosa y casual de nuestras palabras, que lo usamos no solo como el único metro que se enseñorea bien de veras de los oídos españoles, sino también e indeliberadamente en la prosa escrita y en la conservación familiar.

A los árabes se ha atribuido también la introducción de los consonantes; y es indudable que las composiciones rimadas que como anteriores a su irrupción se presentan (entre otras un himno atribuido a S. Agustín) son apócrifas, y de mucho más recientes.

El uso del asonante o de cosa parecida es aún más visible en la poesía latino-bárbara que el de la rima perfecta, y el verdadero o perfecta igualdad de vocales fue tal vez una cadencia o gala inherente al primitivo estado de las lenguas modernas meridionales. La terminación igual o semejante de los versos pares o de los que por su extremada longitud pueden considerarse como dos escritos en una sola línea, está fundada en la naturaleza de la primitiva poesía moderna y a más de contentar el oído servía para ayudar la memoria, marcar el sentido o complemento de la frase y dar un colorido semejante a toda la extensión del relato. -En la colección de refranes que formó el marqués de Santillana y que ya en su tiempo debían de ser muy antiguos, puesto que los decían las viejas tras el huego, hay muchos que constan de dos miembros asonantados. Pero los copleros del siglo XV consideraron como un descuido imperdonable en los antiguos romances la falta de rima perfecta y la guardaron escrupulosamente en los que compusieron o modernizaron. El asonante bastó sin embargo a los antiguos romanceros, cuanto más que terminando generalmente los pares en sílaba acentuada, la vocal ya de sí muy sonora en castellano recibía allí una nueva fuerza oratoria y prosódica y dejaba un sonido sumamente débil a la consonante inmediata.

Lo que tal vez fue costumbre impremeditada o si se quiere falta de corrección de los antiguos, se redujo a reglas fijas y constantes a últimos del siglo XVI, y el asonante desconocido ya y olvidado de las demás naciones es aún la más exquisita gala no solo del idioma castellano, sino de cuantos dialectos latinados se hablan en una y otra España.







ArribaAbajoArtículo tercero


ArribaAbajoLectura de los versos

P. -¿Cuál ha de ser la lectura prosódica de los versos?

R. -Exactamente acomodada a las sinalefas, diéresis, dislocaciones de acento &c. de que se haya valido el poeta; en caso de que tal pronunciación exigiese algún esfuerzo penoso o que pareciese afectado, culpa será del versificador, no del que lee.

P. -¿El lector deberá procurar que los oyentes no perciban la cadencia del verso, para dar de este modo más naturalidad a la lectura?

R. -De ninguna manera; los versos se han escrito para que sean versos y se lean como tales; el arte del lector consistirá en marcar de un modo claro, pero delicado, el número de sílabas, la acentuación &c. sin dañar a la lectura oratoria, esto es a la que expresa el sentido de las frases.

Parece que ciertos versos exigen una pronunciación particular, aunque por de contado deberá acomodarse al estilo de la composición. Los versos muy cortos necesitan de alguna detención para que se perciba su cadencia; los octosílabos llevan consigo cierto garbo español; los romances piden una sencilla solemnidad, semejante a la de las tonadas con que acostumbran cantarse &c.



P. -¿Qué vicios generales se acostumbran observar en los que leen versos?

R. -I. Algunos conservan aún el tono escolástico que se usaba en las contiendas peripatéticas, o el de pesada cantinela con que los niños recitan sus lecciones.

II. Otros el sabor enfático, declamador y poco natural que hace algunos años estaban los actores obligados a sostener desde la primera escena de la tragedia, hasta la última del quinto acto.

III. Más recientemente han adoptado algunos, y aplican fuera de sazón el dejo sentimental y solemne que acostumbra percibirse en muchos actores del día y que estos y aquellos deberían reservar para un corto número de casos.

IV. Finalmente ha nacido una escuela, si tal nombre merece, de declamación, la más absurda, monstruosa e incalificable que darse pueda, con la particularidad que los que la han adaptado, entre los cuales, lo que es extraño y lastimoso, no faltan literatos de gusto e ingenio, solo la creen apta para la lectura de versos y la silbarían en un actor. Consiste en un prolongado aullido que solo admite una inflexión en el último verso de la estancia; ni ha sido, ni ha parecido jamás natural; nada expresa, ni puede expresar pues no admite variedad ni matices; y si a algún idioma conviniese, no sería ciertamente al español.

P. ¿Tenga V. la bondad de indicarme algunas reglas para la lectura de los versos?

R. -Lo que desde luego debe procurarse es una entera seguridad en la pronunciación y en las pausas: sin ella se fatiga el que lee o recita y aún más el que oye.

En segundo lugar búsquese con ahínco la naturalidad, la cual tampoco se ha de confundir con el tono familiar que solo conviene a escritos familiares, ni con la incuria o dejadez, ni con la falta de entonación o carácter.

Adquiridas las dos calidades esenciales de seguridad y naturalidad, nada queda que hacer sino penetrarnos de las ideas del poeta, abrir el corazón a sus sentimientos, pintarnos en la fantasía sus imágenes y dejarnos dominar en la lectura de lo que fantasía y corazón nos dicten. Los que no carecen de práctica, leen mejor en ocasiones lo que se les presenta por primera vez y como tal les embarga el ánimo, que lo que ya conocen y les da lugar a acordarse de los oyentes. Aunque la principal atención debe reservarse para sentir las ideas, a más de marcar con precisión la estructura esencial de cada verso, no se olvidará el buen lector de percibir y hacer percibir la magia de las palabras y los delicados y fugitivos secretos de la armonía que halagan no pocas veces el alma, aun antes de haber descifrado el sentido de la frase.

No se imitará a los que marcan la palabras más insignificante y dan énfasis a las proposiciones más sencillas e inocentes; ni a los que confundiendo la lectura con la declamación teatral arrugan las cejas, contraen las fisonomía y gesticulan como si pisasen la tabla escénica. Con el sentimiento, el gusto y las inflexiones de la voz, no con gestos ni visajes se ha de producir el efecto deseado.

Sumamente difícil es dar con palabras escritas una idea de la recitación particular que requiere tal o cual poema; no obstante aventuremos algunas indicaciones sobre la que nuestro parecer conviene a la célebre Profecía del Tajo de Fray Luis de León, lo que nos proporcionará al propio tiempo ocasión oportuna para presentar alguna de las estancias de esta bellísima imitación de Horacio.


    Folgaba el Rey Rodrigo
Con la hermosa Caba en la ribera
   Del Tajo, sin testigos;
   El río sacó fuera
El pecho, y le habló de esta manera.

Esta estrofa exige una recitación llana, seca, desnuda que convenga a la sencillez y ningún aparato con el autor pone en la escena sus figuras. Empieza a hablar el Río y sus acentos imprecativos deben resentirse de la justa indignación de que está poseído.


    En mal punto te goces,
Injusto forzador, que ya el sonido
   Oyó ya, y las voces,
   Las armas y el bramido
De Marte, de furor y ardor ceñido.
Ay esa tu alegría
Que llantos acarrea &c.

Sigue luego el magnífico cuadro del armamento y de la llegada de los árabes: el Genio del Tajo debe presentarlo al culpable monarca con la entereza y calma de un juez, y como si la magnificencia de los objetos le distrajese por un momento de los desastres que amenazan a la patria.


    Ya dende Cádiz llama
El injuriado Conde, a la venganza
   Atento y no a la fama
   La bárbara pujanza
En quien para tu daño no hay tardanza.
   Oye que al Cielo toca
Con temeroso son la trompa fiera,
   Que en África convoca
   El Moro a la bandera,
Que al aire desplegada va ligera.
   La lanza ya blandea
El Árabe cruel y hiere al viento
   Llamando a la pelea;
   Innumerable cuento
De escuadras juntas veo en un momento. &c.

La proximidad del peligro colma de energía e impetuosidad al Genio, que quisiera comunicarla al enervado Rodrigo, por medio de frases rápidas y reduplicadas.


    ¡Ay triste! ¿y aún te tiene
El mal dulce regazo? &c.
   Acude, acorre, vuela
Traspasa el alta sierra. &c.

Pero dotado de un fatal instinto profético, prevé la perdición de España; su voz poco antes tan fuerte y animada decae repentinamente y solo sabe modular tonos tristes y querellosos.


    ¡Ay cuánto de fatiga!
¡Ay cuánto de sudor está presente
   Al que viste loriga,
   Al infante valiente,
A hombres y a caballos juntamente.
   Y tú, Betis divino,
De sangre ajena y propia amancillado
   Darás al mar vecino,
   ¡Cuánto yelmo quebrado!
¡Cuánto cuerpo de nobles destrozado!

Hay un instante de pausa y de esperanza:


    El furibundo Marte
Cinco luces las haces desordenada

Igual a cada parte:

Mas luego añade con el acento del más entrañable dolor, con un canto tan dulce y más lastimoso que el canto con que el cisne presagia su próxima muerte.


    La sexta ¡ay! te condena,
Oh cara patria, a bárbara cadena.