—59→
Ciertos pájaros Y lo que vuela en mí se manifiesta en la ecuación
errante de sus alas
a Rubén Bareiro Saguier camarada
cardinal
—60→
—61→
Acendra su vuelo el kuarahy mimby1
Rauda lengua
solar, incisión amarilla que practica el invierno en el aire del lunes: cada vez
más cenceño, cada vez más preciso,
tu pico ansioso entiende la gira de las nubes.
La falange
inmediata de tu airón sensitivo
5 azuleja la frágil
sucesión de las luces en esta siesta fría
que convoca tu vuelo, que enaltece tu aliento, que te
suelta y te cubre.
Dulce
flauta trasversa, grisalla musicada sobre el suelo propenso
del raigón a la cumbre;
10 instrumento templado
por el cerro y los árboles, de tus hermanos brotas,
hacia tu padre subes.
(agosto
1993)
para
Luly Codas
—62→
Los engaños del guyrapaje2 Aunque
tus bruscas timoneras enfilen a contracorriente,
en un momento te disipa la resolana de setiembre.
Y aun
cuando, en la flor de la piedra,
5 parezca que tu sombra
crece, la fronda trabuca tus alas y humea tu pluma
y se pierde.
Ligero
tabaco encendido por desaparecidos duendes:
10 como
en sus ojos; en tu pico se toma el azul por el verde.
Trampa
en el viento alucinado, fino y vidrioso del naciente:
quien te mira en la rama, sueña;
15 quien dijo
que te escucha, miente.
(setiembre
1993)
para
Helio Vera
—63→
Larga danza inmóvil del mainumby ka'aguy3 Ya
seas colibrí el jubiloso joyelero del
tiempo glauco en su cenit o sólo un súbito
incidente
5 del rocío más sutil aunque
gires de frente y de perfil tu pico es tu copa tu pinza
tu verga tu espadín
10 orfebre del pistilo y
del estambre catador de un mínimo elixir guerrero
iridiscente violador carmesí.
Multifloral
solitario polígamo
15 hasta el frenesí penetras en la rosa siete hermanas en la guaireñita
en la sinesia en el jazmín de leche y en el niño
azoté en perlas y corales en el alelí
20 en la dama de noche en el manaká en la hortensia
y de allí en la coronita de novia
—64→
en el apeyvá
del país en la orquídea suelda con suelda
25 en el raído sombrero y en el torongil cuya
corola sexualmente te obsede con su olor a limón
ceutí.
Secuestrador
de los nectarios trompo de aéreo carril
30 la
ráfaga del sol es tu piolín y tu lujosa
zarabanda fija es un laberinto añil un remolino
de topacios
35 una morada transparencia sin fin mientras
tu cola como blanco exornado violín concierta
el redondel de la mañana y las vislumbres del confín.
40
Para
que los sépalos sepan de tu vertiginoso mal cariz
con zumbido de avispa de derrame norteas por ahí
y cuando junto al estigma y al ovario
45 estalla tu
quieto éxtasis danzarín ni el hilo de un
dios pasaría entre el tubo de tu lengua y el cáliz
febril.
Por
último tanto revuelas del racimo al capullo inverniz
50 que no hay diferencia si ejecutas la nupcial parada
motriz
—65→
o el famoso pichichí duro baile antiguo
55 de las lloronas y el espolín.
Mas
después de bañarte y de sorber y hacer el
amor por mil te aplaudes a ti mismo entrechocando tus
alas con punta de marfil.
60
Pero
no sabes que portas el aura del feliz que tu visita
asegura una suerte gentil y entonces nos conmueve
65 que se concentre tu impaciencia aquí: ésta
es tu casa tu campo tu monte tu altura colibrí.
(setiembre
1993)
para
Edgar Valdés
—66→
Contrariedades del ypekû sayju4 Asoleado
asolador de brotos del oscuro maíz guaikurú
y asimismo azuelador de alta madera; opalino robador
del albur de nuestra siembra
5 y también arcángel
de florido capuz.
Rápido
gastrónomo de la sustancia morena del yvapurû
de la pingüe mariposa del coco pocos al igual
que tú
10 alternan el escoplo del carpintero fino
con la sinvergüencerías del tahúr
y en tu pelaje entonces se mixturan (lomo y cogote gualdos
pico azul) el tenue rebozo de la Virgen
15 y el botellón
de caña áurea de Belcebú.
Las alboradas
te atavían con una baticola de tisú y
al propio tiempo con un áspero tatuaje de urukú.
20
Tu
vuelo verticalmente violento quiebra del este al sur
o -bordado en aire blando y lentas ramas- se ciñe
como en pausas de laúd.
—67→
Tu
voz misma
25 entre aquella y esta luz puede ser un solemne
cloqueo aguardentoso o el silbo legendario del urú.
Cerrado
en la capuera trozador de la salud
30 de rozas y cosechas
no has de recular ante ningún espantahombres
ni espantasombras ni espantapájaros en cruz
y en busca del salado gusano de la ura
35 del moscón
intrincado del verde lembú eres capaz de horadar
el herraje de un ataúd.
Desde
temprano retumba tu trabajo tu tornadiza inquietud
40 picando del lapacho de cerro hasta un apepú:
de tal modo estamos cantando bienhechor perjudicial
ah ypekû sayjú esa tu condición bifronte
45 esos vicios de tu virtud.
(setiembre
1993)
para
Maybell Lebron
—68→
La ambiciosa jornada del tukâ hovy5 De
bucanero y artista exorbitante te vamos a calificar:
lúcido saltimbanqui, voluptuoso rapaz, entre
volantines empinas la garganta
5 y sobrevienes y saqueas
y te vas del goce purpúreo de un guayabal a los riesgosos pichones de karakará,
10 del
huevo sagrado de la perdiz tataupá al cauteloso
pimpollo de la canela montaraz, y se malicia
15 que
hasta sabes volar sin alas, mascando la semilla soltadora
del kurupa'y itá.
Un
breve espejo recamado es para ti la aurora enhiesta del
palmar;
20 en ella te contemplas, cónyuge de
la luz ungido ya,
—69→
desde tu grácil bañadera:
la corola intensa del ñandypá. Pero el resplandor
embiste
25 y es menester aparejar -pirata de párpado
pelado, polícromo capitán- tu navegación
de bandera negra y azafrán,
30 de verde espolón
descomunal.
Así
empieza y ocurre el abordaje de las presas que aliña
tu afán; sin embargo, apenas anochece
35 por
la oscilante ramazón, estribas el gran pico en
la espalda y además le cobijas con tu cola;
ahora bien, arduo tucán:
40 ese cumbreño
anclaje en el silencio tampoco te saciará.
(setiembre
1993)
para
Ramiro Domínguez
—70→
Arrullo del jeruti pytâ en la siesta de los bosques6 Cuando
agravas tu zureo la siesta juzga y espera, pero
el monte se exaspera como en un denso goteo de sueño
y sombra y deseo;
5 monótono desconsuelo, junta
de amor y recelo desde tu garganta roja, y empeño
torcaz que arroja purgatorios contra el cielo.
10
(setiembre
1993)
para
Gladys Carmagnola
—71→
Acometida del taguato'i7 Con
el silencio violento de tu penacho azulejo hincas
y ejerces un viejo embate oblicuo en el viento un choque,
un destello hambriento
5 bastan: la sangre despena tu
sed, el aire refrena su ardor o su sobresalto, y un
vago plumón en alto declara la muerte ajena.
10
(setiembre
1993)
para
Francisco Madariaga
—72→
El cheoropara, artífice de su pasión8 Trino
de carbón y espuma bajo el celaje fragante,
y el mismo ajedrez constante en el trazo de tu pluma;
luz que esparce, azul que suma,
5 van desanudando el
día mientras tu oficio confía su intimidad
clamorosa y un limpio quebranto acosa tu altanera simetría.
10
(octubre
1993)
para
Luis Szarán
—73→
Canto fiel del masakaragua'i9 Nueve
sílabas veloces infundes, congregas, sueñas
de la fronda que desdeñas hasta el resol que
conoces; honra de las otras voces,
5 fiesta de alhaja
temprana, tan liberal como ufana tu música condesciende
y nítidamente aprende nutre y salva la mañana.
10
(octubre
1993)
para
Emilio Pérez Chaves
—74→
Cantilena del aka'ê hovy10 Con
crugido de nuez cascada, Ritma
sus saltos de perfil
Con
un sermón copioso y tres capotes índigos,
fácilmente difundes tu jactancia de obispo.
Pero
el ocaso apunta
5 que al final no eres sino monago descuidero
o insensato domínico.
Como
frunciendo el aire turbas nido tras nido,
10 más
curioso que osado y voraz más que pícaro.
Centinela
espontáneo, cuadrillero imprevisto, por un instante
azoran
15 la penumbra tus gritos.
—75→
Comprobatorio
inútil de crótalo y colmillos, distrae
antes que avisa tu plagueo aturdido.
20
Y
así tu obtuso moño, tu antiguo ladronicio,
justifican y empujan sólo este romancillo.
(noviembre
1993)
para
Pilar y Carlos Filártiga
—76→
Doble loor del suruku'a11 Los brillos y esmaltes del macho son superiores
a los de los picaflores... No prolonga sus vuelos que son
violentos y a ondulaciones... Toda la cabeza y cuello son
negros, con bellos cambios azules y morados; el pecho hasta
la cola es escarlata, con el costado del cuerpo y tapadas,
aplomado. La espalda hasta la rabadilla, con las cobijas
menores, de un verde bellísimo en conjunción
con la luz y dorado en oposición. Las cobijas mayores
son una conjunción de puntos menudísimos, agraciados,
blancos y negros... La central de la cola es azul con la
punta negra... Todos los colores brillan lo que la imaginación
no puede concebir... Es sin duda alguna el más hermoso
de los pájaros del Paraguay
CARLOS
GATTI, Enciclopedia Guaraní-Castellano de Ciencias
Naturales y conocimientos paraguayos, II, 265, 266
I
Aderezo
suntuario que se abrocha o se desata, exhalación
escarlata de encendimiento plumario y encandilante
inventario
5 del ámbar verde, el morado,
—77→
del
azabache, el dorado, cumpliendo frente a la siesta
parábolas de ballesta en nuestro cielo exaltado.
10
I
...
pájaro raro, suruku'a
Tu
deudo el quetzal norteño pliega su lluviosa espalda
y una envidia de esmeralda roza su sagrado ceño:
columbra, como en un sueño,
5 tus fulminantes
alardes cuando surcas marzo y ardes con tu diamantado
giro, con impulsión de zafiro contra el nácar
de las tardes.
10
(marzo
1994)
para
María del Carmen Paiva
para
Elinor Puschkarevich
—78→
Solo soberbio del havia corochire12 Minha
terra tem palmeiras, Onde
canta o Sabiá
Tu
flautín de platino rebana el aire, alertando
las albas de parte a parte.
Se
escalofría el monte,
5 riñen los árboles;
tu seguidilla pasa no hay quien la guarde.
Melodiosa de
engaños o claridades,
10 tu pasión no
pronuncia la última frase.
Corochiré,
tu endecha vuela sin nadie y te clava en el alma
15 hasta la carne.
(abril
1994)
para
Abelardo de Paula Gomes
—79→
Se yergue de amores desiertos la calandria13 ... en su libro «Pájaros del Paraguay»...
Azara dice, con precisión, que la Calandria no remeda
o imita los cantos de otras aves... En conjunto, el canto
es emitido de un modo distinto al de cualquier otra ave...,
pues las mismas notas no son nunca repetidas por segunda
vez en el mismo orden, y aunque la Calandria tiene muchas
notas favoritas, puede variar cada una de cien maneras distintas...
también emite notas parecidas a las de la flauta,
a las que suceden otras agudas y quejumbrosas... luego hermosos
floreos musicales o frases...
GUILLERMO
ENRIQUE HUDSON, Aves
del Plata, 26, 27
Tu
cántico se inflama como si pretendieras
con la sola quejumbre ganar tu guerra.
Ah
monja enamorada
5 que su tortura ostenta con hábitos
de lino y de arpillera.
—80→
Sumisión
anhelosa y denodadas penas,
10 ofertorio de aromas,
leche y pimienta.
Mas
las horas desairan, calandria volandera, tus remontes
intactos,
15 tu sed perfecta.
(abril
1994)
para
María Teresa y Gustavo Laterza
—81→
Estrépito y luces del sakuaju14 Tu
rapidez, salpicada de vino y oro, ilustra este
tiempo raso, zurce el verano al otoño.
Duro celaje
pequeño
5 de acerbos rojos, de turbulentos celestes
y de verdes licenciosos.
Va
codiciando mazorcas tu errante asombro,
10 mientras
embriagan la aurora tus coléricos antojos.
Qué
griterío caliente hueco de pronto cuando el
naranjal concita
15 tu trabajado reposo.
—82→
Lampadario entre
las ramas, nítido loro, rindo aquí pleito
homenaje a tus hambres y a su arrojo.
20
(abril
1994)
para
Aldo Delpino
—83→
Plenilunarmente baladra el urutau15 Vertical
en la noche, tu alarido rubrica el altivo follaje
que la sombra escarmienta y tu estertor precoz de bruja
parturienta la rogación destrenza, los agüeros
complica.
Pero
un hervor de luna severamente rica
5 acentúa tu
crudo diapasón, alimenta tu quebrantoso curso,
tu pureza violenta, y monda ese suplicio que en tu pecho
repica.
Tu
lamento es tu escudo, tu aventura, tu dueño, y
hasta el confuso invierno se sabe poseído
10 por
tus anchos agravios, por tu espantoso empeño.
Gritas como
si un sueño descuajara tu oído o como si
tu lengua te trepanase el sueño: reclamo contra
viento, delirio contra olvido.
(agosto
1994)
para
Adolfo Cáceres Romero
—84→
Preámbulo para el ataque del halcón morotî16 Quejándose
venían sobre el guante los
blancos torbellinos de Noruega
La
majestad mutante de las nubes atestigua el preludio:
las pulsaciones lentas de tu insomnio, la primaria
paciencia de verdugo. Centella predispuesta que atalayas
5 plumajes y terrores errabundos, tu deseo concéntrico
recauda tolvaneras y rumbos, tu engañoso gemido
vaticina cercano tu triunfo;
10 cetrero de ti mismo,
no se dará en los nortes el disturbio sino en
este fragoso contrafuerte: desde su pétrea gravedad
consulto esa luz que te hamaca
15 y el asalto presumo:
el precipicio de tu incendio blanco que con fiebres
idénticas saludo.
(setiembre
1994)
para
Rafael Montesinos
—85→
Preñado reposo augusto del taguato apyratî17 Cuando el azor águila encopetado, uno
de los más bellos y feroces cazadores de las selvas
neotropicales, descubre una presa o presiente un enemigo,
pliega su copete occipital. En realidad este adorno, patente
durante el descanso, contribuye a descomponer la silueta
de su cabeza... Esta formidable rapaz alcanza el tamaño
de una pequeña águila perdicera. Sus garras,
no obstante, son mucho más fuertes y desarrolladas
que las de las cazadoras mediterráneas. En el plumaje,
de belleza asombrosa, se combinan los tonos oscuros del dorso
con los claros, ocres y barreados de las partes inferiores,
de tal manera que su aspecto resulta increíblemente
imponente y exótico... También captura mamíferos
de extraordinaria robustez
FÉLIX
RODRÍGUEZ DE LA FUENTE Enciclopedia
de la fauna, VIII, 144
Tu
descanso geométrico procura menguar la transparencia
de la espera, como si usases garras de madera, como
si encaneciese tu negrura. las amnistías de la
primavera,
5 es propiamente un banderín que altera
la aciaga ordenación de tu postura. Ejecutante
sobrio del venado, imparcial asesino del enjuto tigrillo
y del lagarto novelero,
10 tormenta
quieta, príncipe surcado de miel abrupta, de granizo
y luto, escudriño en el verbo, y te pondero.
(octubre
1994)
para
Jorge Escobar Argaña
Un soneto shakespeariano al ñakurutû hû18 Con
un aullido de mastín remoto y un ácido
siseo encapuchado, tu envergadura atisba desde el roto
murallón del crepúsculo vidriado.
Troquel de
la sapiencia, percutor
5 en nuestras altitudes fragorosas
de una verde impiedad, y tomador de carne oculta y
lunas minuciosas.
Cepo
de piedra y ceño embosquecido, uñas amargas,
cuerno rotatorio,
10 tu tarso alberga el eco del graznido,
del tardío aletazo mortuorio.
Cofrade
bruno, ávido sargento y capataz del aniquilamiento.
(noviembre
1994)
para
César Alonso de las Heras
—88→
Imitaciones o apariencia del guyraû pakova19 Al
borde de tu atril basculante en el acaudalado bananal
-emporio de tus ensueños teatro de tu nidal-
eres el roturador
5 inicial del mutismo convexo de
los amaneceres pero no con tu trova natural sino lealmente
plagiando la de tu tío carnal
10 el guyraû
chopî concertino del maciegal.
Y
al paso que la lumbrería reconcilia el fluyente
lindero con los coágulos azules
15 vas contrahaciendo
el cancionero de tu parentela eficaz: el amargo guyraû
estero el carmíneo guyraû tropero
20 y el picoblanco guyraû choré en su mentidero
del caraguatal.
—89→
Mientras
se vanagloria el día expandes tu premiosa afición
zahorí
25 copiando verbigracia al chiricote que
revela su nombre porque sí o a la calandria que
llora un bien perdido como aquel rey granadí o al tumultuario quinceliño
30 con su acre reclamo
baladí o al havía cejijunto disuelto
en su trino turquí o al suruku'a esmaltado y
su melancólico piripipí
35 o al cheoropará
celoso en su algebraico gorjeo y así también
el risueño eneasílabo del marakaragua'i
o el ronco cheuchéu alarmista
40 de la urraca
de hirsuto bigudí o el silbato que anuncia amor
y muerte propia del solitario isócrono chochî
o la infusión metálica de la perdiz chororí
45 cuando está pardeando el chircal...
Y justamente
a boca de noche ensayas tu grito personal: la voz diverge
pero el tono es otramente general;
50 por consecuencia
tu visible acentuación sentimental ímprobo
guyraû paková
—90→
es una resonancia apenas espectral
o sea extraña o de nadie o de nada
55 en el desierto
áureo del bananal.
(diciembre 1994)
para
Carmen y Enrique Riera
—91→
Sombría matriz estival del yvyja'umi20 Dilacerada,
rasante, tu bruñida melopea entra en la
noche y puntea la estrellería rampante.
Ojos de fósforo
ciego
5 y oídos de tierra suelta, no es de amores
tu revuelta ni tus sueños son de fuego.
Frota, ofusca
los caminos de golpe el descendimiento
10 de tus dudosos
destinos.
Cruz
de arenados anhelos, es de polvo tu ardimiento, son
de ceniza tus vuelos.
(enero
1995)
para
Gonzalo Lema
—92→
—93→
Entremedio frutal ...no
de purpúrea fruta, o roja, o gualda a
tus florestas bellas falta
matiz alguno
ANDRÉS
BELLOa
Óscar Gustavo Oddone hermano
y consultor
—94→
—95→
Pakuri loma21 Mediodía
que restalla sobre las escabrosas ensenadas de
selva,
5 sobre el vértigo de las barrancas.
Y allí,
ramaje adentro, cuajan la quebrada penumbra fosforescencias
quietas, candiles de callada tersura,
10 conmociones
redondas, frutas de cáscara solar y frescor
sustantivo de luna.
Pakurí
de los altos,
15 resumen fugaz de la espesura, silabario
perfumado y cruza de repentina miel de lechiguana
con astringente limasutil profunda.
20
—96→
Entretanto,
el mediodía no acaba de ensañarse
encima de esta trabazón empinada
25 de islerías.
(octubre
1993)
para
Raquel Saguier
Ñandypa guasu22 Estuche
de leves azúcares ardientes y tintura de
antiguas guerras.
Mágicamente
habidos del arco
5 del Gemelo Mayor, sus maderos arredran
al jaguar, su hojarasca se percata de los silentes
pasos moteados.
Oleo
10 elemental y zumo que en la piel se hace cárdeno
violento.
Frutos
que penden de su padre abierto
15 como imperiosos genitales cenicientos, de linaje tan pródigo
—98→
que aun caídos, deshechos ya en su madre,
20 huelen a espíritu de vino célebre o a
bálsamo secreto.
Pequeño
dulzor de fiebre, ungüentario de lejanos pleitos.
25
(octubre
1993)
para
Tadeo Zarratea
—99→
Yvaporoity23 Licor
de irrupción segura, el rescoldo de la aurora
cose, apresta y condecora su exacta camisa oscura,
punza y cuece su dulzura,
5 pulimenta su turgencia;
trámite, señal, sentencia del trimestre
generoso y compacto ejemplo umbroso de la frutal insurgencia.
10
(octubre
1993)
para
Luisa Moreno
—100→
Ñangapiry24 El
jalde Ñangapiry Agridulce
Naranjado
primo hermano de la exultante guayaba y apremiante
baya brava que agrupa el sabor montano; diminuto miliciano
5 de la arisca especiería, en la verde algarabía
manda tu yelmo de escamas y desde su alcor proclamas
tu gustosa nombradía.
10
(noviembre
1993)
para
Raquel Chaves
—101→
Como
a un amante Noviembre espera Con
impaciente savia feraz
Cuando
te desflora algún desfrutador, prorrumpe
en un sollozo duro tu desnudo tornasol.
Convite
de pupilas hondas
5 y virgo crujidor.
(Para
que te beban luego con azúcar, fermentado chacolí
mareador),
Noviembre
disemina en tu corazón
10 una leche que entrecortan
simientes de recóndito arrebol.
Noviembre,
tu amador, tu continente,
15 tu sazón.
—102→
Iris
negros engarzados en su tronco surtidor.
Y atezado, dispuesto
pezón
20 amamantando a su mismo suelo criador.
Oh
simultáneo privilegio de ser -en el solsticio mejor-
apetito y sacramento,
25 bombonera y galardón.
(noviembre
1993)
para
Meca y José Félix Fernández Estigarribia
—103→
...la
chirimoya, talega de brocado, con su envoltura impide
que gotee el dulzor de su nieve redonda
Bestia
o esfera primordial suspendida en los márgenes
ambiguos del sotobosque.
El
rigor
5 de tu caparazón inmóvil de veras
defiende esa delicadeza fácil que las nubes
acendran.
10
Carapacho
amarillo, tedio y hartazgo de vieja tortuga insolándose
sobre el sospechoso
15 matorral.
—104→
Pero
también dorado coracero firme vigilando sin
relevo la conjuración meticulosa de las hojas,
20 la temática crueldad de las hormigas atigradas,
Y
para tus adentros la ambrosía blanca que el
consecutivo cielo
25 condensa.
(diciembre
1993)
para
Jorge Enrique Adoum
—105→
Guavira pytâ27 Rubio
subido del diciembre y suave adobador de fauces o
de labios o de picos que infrinjan tu hermosura; túnica
complaciente, hollejo blando
que
acidula una franca dulcedumbre,
5 casi pulpa lustral y
casi ensalmo, sabor rotundo que nos limpia el pecho de humedad, de tinieblas y de espasmos.
Y
en el linde del agua y de la roca derramas tus rubores
sosegados,
10 el piso de la selva se esclarece, comienza
el escrutinio del verano.
(diciembre
1993)
para
Nila López
—106→
Jakarati'a28 El fruto es una baya ovoideo cilíndrica
de 3-8cm. de largo por 1-3 cm. de ancho, anaranjada, con
pulpa jugosa, dulce y comestible, colgante en el tallo. Hay
numerosas semillas amarillas de 1-3 mm. de diámetro.
Fructifica en enero-febrero... Esta especie habita la selva
de la Región Oriental, formando una parte del estrato
medio en los sitios húmedos... se ha observado que
los monos (Cebus apella) comen los frutos.
JUAN
ALBERTO LÓPEZ et al Árboles comunes del
Paraguay, 112
Morrión
de enmarañadas lujurias, almagre azufrado
contra la magnitud cerúlea.
Camafeo
suculento y granazón que relumbra.
5
Un mástil
espinoso mantiene tu explosión simétrica,
bienhallada de cristianos trajinantes y monos oriundos.
10
—107→
La
escarcha tibia de tu tallo expulsa crasas crisálidas
del cuerpo o a veces abejas irritadas del ánima.
Y
bajo la ceniza del fogón tu cariñoso tuétano
15 se enternece más todavía para bañar
después los pómulos de un niño.
(enero
1994)
para
Alfredo Stevens
—108→
Arasa pytâ29 Una
luz permisiva, cimera, oronda, tu madurez sostiene,
tus perfumes adorna.
Zarcillo
del verano
5 y juntadora de zumbos, de gorjeos que
apetecen tu forma.
Esta
virtud de enero calma la boca;
10 toda mi infancia cabe
en tu médula roja.
Latir
de la inocencia o de otras cosas. palpo tu piel y entiendo
15 la sumergida historia.
—109→
Candela
del guayabo ingente y poca: el conjuro no basta, su jarabe me sobra.
20
(enero
1994)
para
Francisco Pérez-Maricevich
—110→
Mburucuja30 Rubicundo
confitero de aglutinadas delicias, con qué
celos acaricias la cintura de febrero; fresco gentil,
prisionero
5 de su tirante vestido, fundas tu manso
estallido en un tiemblo reluciente, en un fuego transparente
y en un tumulto escondido.
10
(febrero
1994)
para
Esther González
—111→
Naranja ombligo ygatimi31 Si
tu corteza distante finge sortijas de bronce, el
dictamen de tu almíbar nos fecunda y nos compone.
Dignidades
del boscaje
5 y golosina del pobre vecino de estas escarpas
y arriero de los desmontes.
En
India aprendió tu ombligo a descorrer su horizonte
10 y de Ygatimí regaste el aliento de tus orbes.
Pomo
de placer aurífero, ofrecida curva prócer,
unes la enjundia castiza
15 al lujerío del porte.
—112→
Yo
digo de tu apogeo, del cristal de tu renombre, con
el designio inocente de poner letra a tus dones.
20
(mayo
1994)
para
Susana Gertopan
—113→
Mandarina cazapa32 Abril
y mayo te fraguan, pero junio es el que elige esa
crispada fragancia que bien te ciñe.
Múltiple
luna cubierta
5 que sus disfrutes repite en un suceso
de gajos y jugo firme.
Las
caravanas del Asia desatracaron tu origen,
10 y así
es hoy nuestro arrebato el que te rige.
Vegetal
crisoberilo que con resplandor audible tramonta aquí
sus favores,
15 sus limpios índices.
—114→
Juventud de
mis recuerdos, casta mandarina insigne, te debía
esta alabanza pulida y triste.
20
(junio
1994)
para
Hugo Rodríguez-Alcalá