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ArribaAbajoFamilia de los Palpicornios

Los palpicornios tienen lo mismo que los clavicornios, las antenas en figura de maza, y por lo regular perfoliadas; pero solo constan todo lo más de nueve artículos; están insertas a los lados de la cabeza, siendo su longitud apenas la de esta o de los palpos de la mandíbula, y aún a veces son más cortas que estas partes; el mentón es grande y en forma de escudo; el cuerpo oval o semiesférico; los pies varían: en unos son anchos para la natación, y solo presentan cuatro artículos en los tarsos, en otros son propios para andar, y los tarsos tienen cinco artículos bien distintos, cuyos caracteres constituyen dos géneros; los hydrófilos y los esferoideos.

Los hidrófilos, así llamados por sus hábitos acuáticos, tienen las antenas terminadas en maza oval; el esternón prominente en forma de quilla, prolóngase hacia atrás en una larga punta; los palpos maxilares son más largos que las antenas, los tarsos planos, interiormente provistos de pelos, y terminados en garfio.

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Hidrófilo pardo.

El HIDRÓFILO PARDO (Hydrophilus piceus, LIN.) Es uno de los coleópteros más grandes de Europa; pues tiene de largo 1 pulgada y media: es su forma oval, y su color pardo, negro, lustroso y como barnizado; la maza de las antenas es en parte rojiza; y en los élitros presenta algunas estrías poco marcadas; el extremo posterior de estos es redondeado hacia fuera, y prolongado formando un pequeño diente en el ángulo interno. Encuéntrase este insecto en las aguas dulces, en las que nada con velocidad; la punta de que está armado su coselete puede herir la mano que lo coge, o el pie de los que andan descalzos por los pantanos, en que vive este coleóptero. Si bien puede vivir mucho tiempo sumergido, necesita respirar de cuando en cuando; y en este caso sube a la superficie del agua, eleva por encima de esta la extremidad del abdomen, levanta algo los élitros, de manera que entre estos y el cuerpo resulte un vacío, donde penetra el aire exterior sin que pueda el agua introducirse, siendo conducido a las aberturas de las tráqueas, situadas debajo de los élitros a lo largo de los costados. Cuando el animal quiere volverse al fondo del agua, cierra su estuche, sin que el agua pueda nunca penetrar en sus órganos respiratorios. Al aproximarse la noche, el hidrófilo pardo abandona su morada y vuela hacia otro distinto domicilio; vuela muy bien, zumba lo mismo que un abejorro; pero camina trabajosamente. La hembra tiene en el extremo del abdomen, dos hileras que le sirven para fabricar una especie de capullo de seda en forma de un gorro puntiagudo, en el cual pone sus huevos; esta especie de cuna se llena de aire y ya flotante en el agua; a ella están unidos los huevos mediante un cierto vello, y sirve de lastre a la navecilla una especie de cuerno de color pardo, sólido y encorvado, que la sostiene cuando el viento u otro accidente la pone un peligro de zozobrar. A los quince días nacen las larvas, semejantes a gusanos, largas, complanadas y negruzcas. Tienen estas seis patas, la cabeza escamosa y las mandíbulas fuertes y ganchosas. Respiran por el extremo del abdomen, provisto de dos apéndices carnosos, destinados a mantenerlas en la superficie del agua, con la cabeza hacia abajo, cuando van a buscar el aire que necesitan para la respiración. Nadan con rapidez, son voraces y para mantenerse atacan a los demás insectos acuáticos; así es que en los estanques causan grandes perjuicios consumiendo los huevos de los peces. En especial comen pequeños moluscos; y para abrir las conchas, dice el célebre Lionnet que lo verifican del modo siguiente: «Su espalda les sirve de punto de apoyo para romper la concha, y de mesa para comer el contenido: una vez la han cogido con los dientes, se doblan hacia atrás elevando un poco el dorso y apoyando en él el molusco; en esta actitud, inclinada la cabeza naturalmente hacia atrás, cae más a plomo encima del marisco y la concha queda rota, tragando el animal con más facilidad que si la tuviese inclinada hacia el vientre.»Terminado su crecimiento, salen del agua y se escavan una especie de madriguera a la orilla; allí se construyen una especie de capullo oval, donde se convierten en ninfas. Tienen las ninfas tres cuernecitos muy delgados, corvos en cada uno de los ángulos anteriores de la pieza que pronto será coselete, y el cuerpo termina en dos puntas. Sale por último de su envoltorio en estado de insecto perfecto; sus hábitos han cambiado enteramente con su organización: entonces el insecto ya no es carnívoro, y solo se mantiene de materias vegetales en descomposición, y su tubo digestivo, que en la larva era corto, ha adquirido mayor longitud, lo mismo que en los animales herbívoros.

Los esferoideos son palpicornios terrestres de pequeñas dimensiones, cuyo nombre nace de la forma redondeada de su cuerpo: viven en el estiércol.

El ESFEROIDEO DE CUATRO MANCHAS (Spheridium scarabaeoides, FABR.). Forma casi media esfera, y es negro y liso; el escudete es en forma de triángulo oblongo; en cada élitro se ven dos manchas rojizas, una en la base, menos marcada que la otra, que está en el extremo y es más extensa y de color más claro: tiene los pies muy espinosos.




ArribaAbajoFamilia de los Lamelicornios

Esta hermosa familia, cuyo tipo podemos considerar en el abejorro, está caracterizado por las antenas insertas en una fosita profunda, debajo de los bordes laterales de la cabeza; siendo además cortas, compuestas de nueve o diez artículos, y terminadas en clava, la cual forman los últimos de estos en forma de lámina (por esto se han llamado lamelicornios). Dichas láminas, ya están dispuestas en figura de abanico, ya como las hojas de un libro, y como estas se abren y se cierran, ya contorneadas y encajadas las unas en las otras, de modo que la inferior, representa como medio embudo y recibe a las superiores, ya finalmente puestas perpendiculares al eje a semejanza de las púas de un peine. Tienen el cuerpo grueso y pesado; el lado externo de las piernas delanteras dentado; el extremo anterior de la cabeza dilatado a modo de capucho; el mentón grande y cubriendo a la lengüeta, o confundido con esta, y las mandíbulas en general membranosas: cuyos caracteres no se presentan en ninguna otra familia de coleópteros. En muchas especies, el macho se diferencia de la hembra por eminencias caprichosas en la cabeza, o en el coselete, así como por la magnitud de las mandíbulas. Ningún animal carnívoro hay en esta familia, pues los unos se mantienen de hojas o del néctar de las flores, y otros de estiércol o de cortezas carcomidas y de materias excrementicias. Las larvas tienen el cuerpo medio cilíndrico, corvo superiormente, blanquizco, y compuesto de doce segmentos, con seis pies escamosos; viven en tierra, y se mantienen con estiércol o raíces, y con los restos de las materias que roen se fabrican un capullo. Algunas no se convierten en ninfas hasta al cabo de tres o cuatro años, y causan grandes daños en los jardines.

Linneo divide esta familia en dos grandes géneros. Escarabeos y Lucanos; los primeros tienen las láminas de las antenas en forma de abanico o de hojas de un libro, y encajadas unas en otras; al paso que los últimos las tienen como las púas de un peine. A más ha sido preciso subdividir el género escarabeo en varias secciones, y estas en otros géneros subalternos; pero hablaremos simplemente de los instituidos por Latreille, que comprenden las cinco secciones siguientes, fundadas en los hábitos de este insecto: 1.ª los Boñigueros, o coprófagos, 2.ª los Arenícolas, 3.ª los Jilófagos, 4.ª los Filófagos, 5.ª los Melitófagos.

Los Boñigueros, peloteros o coprófagos, tienen las antenas compuestas de ocho o nueve artículos, cuyos tres últimos forman la maza; el labio y las mandíbulas membranosas y ocultas, y también membranoso el lóbulo terminal de las maxilas. Semejante conformación no les permite alimentarse más que de materias blandas; y a más, la longitud del tubo digestivo, diez o doce veces mayor que la del cuerpo, indica que su régimen alimenticio debe ser de poca sustancia. Algunas especies de este género llamadas atheucus, tienen una industria maternal bastante notable: colocan sus huevos, cada uno en una pelotilla de estiércol tamaña como un bolo de los que confeccionan los farmacéuticos, la cual hacen rodar por el suelo con las patas traseras hasta dar con algún agujero que las reciba. Regularmente se juntan dos para trasladar cada pelotilla, cogiéndola con las patas delanteras y andando para atrás; y trabajar con tanto afán, que no cesan con todas las volteretas y caídas que sufren, y la infinidad de vueltas que se necesitan para dar a la masa la esfericidad conveniente a su transporte. Así la llevan a grande distancia, sin tomar descanso hasta haber hallado un hoyo donde colocar su carga, en el cual la entierran a bastante profundidad.

Esta maniobra la ejecutan los peloteros principalmente en terrenos secos y arenosos. Cuando hallan algún obstáculo (y para ellos la menor eminencia es una montaña), o cuando han dejado resbalar su pelotilla en un hoyo sobrado profundo, van a buscar auxiliares, los cuales llegan en gran número y juntos sacan del precipicio la cima de su posteridad. Es preciso notar que en este caso no se trata, como en el de los necróforos, de un interés común; pues el servicio que los auxiliares hacen a sus semejantes es del todo gratuito; y una vez logrado el objeto, se vuelven a su boñiga, a continuar la confección de bolos, cuya ocupación suspendieron para ayudar a sus cuitados compañeros.

El PELOTERO (Scarabaeus pitularis, LIN.). Tiene 6 líneas de longitud, sobre 4 de anchura; su color es negro; la cabeza forma una especie de capucho oblicuo; el coselete es ancho, con finos granitos; y presenta a cada lado un punto grueso y hueco; los élitros son también como granujientos, con estrías poco visibles; el vientre y los élitros más cortos que la cabeza y coselete juntos, y componen más de la mitad de la longitud total del insecto; las patas traseras más largas que las demás; hay una escotadura a los lados de los élitros, en la cual se mete una eminencia del abdomen, y aparenta un repliegue o costura de los élitros. Este insecto es muy común especialmente al mediodía de Francia: su morada es en las boñigas y estercoleros.

El BOÑIGUERO DE SCHOEFFER (Scarabaeus Schoefferi, LIN.). Tiene 4 líneas de largo, sobre 2 líneas y media de latitud: es notable por la figura casi triangular de su abdomen, cuanto por la longitud de sus patas medias y posteriores; las cuales presentan en los muslos una espina hacia cada extremidad; el cuerpo es negro; el capucho forma dos puntos; el coselete y los élitros son finamente granulados; y los élitros presentan ligeras estrías. Encuéntrase en los alrededores de París, así como en todos los puntos de Francia, y se alberga y complace en medio de los excrementos.

El ATEUCO FLAGELADO (Ateuchus flagellalus, FABR.). Diferénciase del pelotero únicamente en que tiene el flagelado la espalda rebotosa. Vive en los alrededores de París, y al mediodía de Francia.

El ESCARABAJO SAGRADO (Scarabaecus sacer, LIN.). Es negro: tiene los bordes del capucho recortados en seis dentellones; dos tubérculos en el vértice de la cabeza; el coselete liso; las piernas anteriores con cuatro dientes en el lado externo, y el extremo en punta; y tres dientecitos al lado interno; por último, los élitros presentan simples vestigios de estrías. Este insecto vive al mediodía de Europa y también en África, con especialidad en Egipto.

Los antiguos egipcios se servían del escarabajo sagrado como de una especie de amuleto, y como de un signo jeroglífico, tanto como de un objeto religioso. Encerraban a veces estos insectos en los sepulcros; y con mucha frecuencia colocaban su efigie junto al cadáver, esculpida en piedra o en preciosos metales; por ejemplo, el oro, la cornalina y el ónix. Todos los monumentos egipcios presentan el escarabajo sagrado, pintado o cincelado, en diversas posturas, y a menudo bajo extraordinarias dimensiones. ¿Cuál pudo ser el motivo de tan extraño culto? ¿Vieron acaso los egipcios en este insecto el emblema de la vigilancia que ejerce el Criador en la conservación de las especies? ¿Hallaron acaso alguna semejanza entre un animal que nace en medio de las materias corrompidas, y los tesoros vegetales de su país producidos por el limo del Nilo? ¿Adorábanle como el nuncio de la primavera y del despertar de la naturaleza? Lo ignoramos; pero cualquiera que sea la verosimilitud de estas diversas conjeturas, no fue el escarabajo sagrado el único que gozó de tan supersticiosos honores. No hace mucho tiempo que en Senuaár se ha descubierto otro ateuco, que al parecer llamó la atención de los Egipcios antes que el sagrado, y que Latreille denominó Ateuco de los Egipcios: es de color verde con visos dorados; su vértice solo presenta una ligera eminencia oblonga, lisa y muy reluciente el coselete, excepto el centro de la espalda, es enteramente puntuado y hasta granujiento en los costados, con los bordes dentellados; a más los intersticios de las estrías de los élitros presentan finas granulaciones, y puntos huecos bastante anchos y numerosos.

Los boñigueros propiamente dichos solo se diferencian de los ateucos en que tienen las cuatro patas traseras muy dilatadas, y truncadas en su extremidad, no tienen escudete, ni hueco en su lugar, y además su cuerpo es diferente según el sexo.

El BOÑIGUERO LUNAR (Scarabaeus lunaris, LIN.). Encuéntrase en toda Europa; tiene 8 líneas de longitud; el color negro y reluciente; el capuz escotado en su borde anterior; lleva un cuernecito levantado, largo y puntiagudo en el macho; y en la hembra corto y truncado, por lo que durante mucho tiempo ha sido mirada como una especie distinta bajo el nombre de scarabaeus emarginatus de Olivier; el coselete es también truncado en su parte anterior, con un cuerno en cada lado; por último, en los élitros se ven profundos surcos. Vive este insecto en las inmundicias.

El MIMAS (Scarabaeus mimas, LIN.). Dístinguese de los boñigueros en que no tiene escudete, y el sitio de este está señalado por un hueco. El macho se diferencia bastante de la hembra en las eminencias córneas de la cabeza y del coselete, siendo este último anguloso; en la cabeza se ven solo vestigios de cuernos; los élitros son estriados y de un hermoso verde dorado. Pertenece este lindo insecto a la América meridional.

Los ontófagos no tienen escudete; su cuerpo es corto; el coselete grueso, más ancho que largo, muy escotado por delante, y de figura redondeada: los machos son cornudos.

El ONTÓFAGO DE CERVIZ ESPINOSA (Scarabaeus nuchicornis, LIN.). Tiene 2 ó 3 líneas de longitud: es negro o bronceado, puntuado y con los élitros grises y sembrados de puntos negruzcos; el borde, anterior de la cabeza es algo escotado, y encima de la misma se ve una línea transversal poco aparente; en el macho la nuca presenta una elevación comprimida en forma de lámina y terminada en una punta casi recta; y en la nuca de la hembra se ven dos líneas transversas y de relieve; el coselete está provisto de un tubérculo en su parte anterior. Vive este insecto en las boñigas de los bueyes.

Los afodios tienen los pies insertos a distancias iguales entre sí; al paso que en los géneros precedentes las dos patas intermedias están más separadas en su arranque que las del primero y tercer par. A más, tienen los afodios un escudete muy marcado, y el abdomen del todo cubierto por los élitros, caracteres que faltan en los géneros que preceden; solo citaremos el siguiente:

El ESTERCOLERO, (Scarabaeus fimetarius, LIN.). Es largo de unas 3 líneas, y ancho 1 línea y media; tiene la cabeza negra y formada de un capucho tirado hacia delante y superado por tres puntas o elevaciones situadas transversalmente, y delante de ellas una línea en relieve; la clava terminal de las antenas es roja; el coselete negro, liso y con una mancha en sus ángulos anteriores; los élitros son colorados, hermosos y con nueve estrías longitudinales y puntuadas; lo restante del cuerpo es negro. Abunda este insecto en toda Europa: así en estado perfecto, como en el de larva, se mantiene en los estercoleros y en las boñigas de los bueyes.

La sección de los arenarios o arenícolas, se diferencia de la antecedente en que tienen las mandíbulas córneas, y en general salientes; el labio coriáceo, también saliente; las antenas compuestas de ocho a once artículos; los élitros separados por la base mediante un escudete y cubriendo enteramente el abdomen. Viven también en las materias excrementicias; abren profundos agujeros en el terreno; vuelan particularmente al anochecer después de puesto el sol; y hacen la mortecina cuando se ven cogidos. Esta sección contiene el interesante género de los Geotropos, que tienen el labio terminado en dos lóbulos salientes; la clava de las antenas en forma de láminas o de hojas de un libro; el labro formando un cuadrado transversal; las mandíbulas arqueadas, muy deprimidas y dentadas en sus extremos, y por último las maxilas ribeteadas con densos pelos; tal es el siguiente:

El FALANGISTA (Scarabaeus typhaeus, LIN.). Tiene 8 líneas de largo, y 4 y media de ancho; el cuerpo también ancho y corto; los élitros con estrías longitudinales que se borran hacia los lados; la cabeza está situada hacia delante y sostiene un tuberculito: todo el insecto es negro, excepto algunos pelos pardos que se hallan en la cara inferior del cuerpo. Pero lo más particular es la forma del coselete, cuyas dos puntas laterales avanzan horizontalmente, y sobresalen de los bordes de la cabeza, con una pequeña eminencia hacia el lado; al paso que la punta del centro es más corta y erizada. La semejanza que se ha creído hallar entre esos cuernecitos y las largas picas de los soldados que componían la falange macedonia ha sido el origen del nombre de falangista que se ha dado al insecto que nos ocupa; el cual abunda en los sitios arenosos y algo elevados del mediodía de Francia: la larva vive en los excrementos.

El ESTERCORARIO (Scarabaeus stercorarius, LIN.) Tiene 10 líneas de longitud y cinco de latitud; el color negro; el coselete sin cuernos; los élitros con estrías muy marcadas y puntuadas; la clava de las antenas inferiormente rojiza; el cuerpo en su totalidad muy reluciente, ya azul, ya verde, cuyos colores penetran a veces hasta los bordes del coselete y de los élitros en su cara superior. Este escarabeo es muy común en toda Europa; su morada habitual es en los excrementos y en las materias más inmundas; fabrica también pelotas de excrementos para depositar en ellas sus huevos, hace el muerto por poco que lo toquen; aunque no contrayendo o encogiendo las patas, como hacen los dermestes, sino al contrario extendiéndolas y manteniéndolas tiesas de modo que pudiera creérsele muerto ya desde algún tiempo: así engaña a sus enemigos, y con especialidad a la corneja que no gusta de escarabajos muertos; aunque no le vale esta estratagema con las pegarrebordas, quienes los cogen y los ensartan en las espinas del primer matorral que encuentran.

La sección de los Xilófagos, o roedores de madera, comprende los escarabeos propiamente dichos. Estos tienen un escudete muy marcado; y sus élitros no cubren el extremo del abdomen; las antenas constan de diez artículos, cuyos tres últimos forman una clava en forma de láminas; las mandíbulas son enteramente córneas y sobresalen de la cabeza; las maxilas córneas y recias, la lengüeta oculta por el mentón, y el labro no saliente, sino a lo más desprendido del capillo.

El NASICORNIO (Escarabaeus nasicorni, LIN.). Es una especie muy común en Europa, el cual, lo mismo que su larva, vive en el mantillo, en las camas de los jardines y en la madera carcomida. Tiene unas 15 pulgadas de longitud; el color pardo castaño reluciente, con la punta del capillo truncada; la cabeza armada de un cuerno cónico truncado hacia atrás; el coselete está cortado oblicuamente, y su prominencia es tridentada en el centro; finalmente, los élitros son lisos. La hembra no tiene más que un cuerno muy pequeño y una ligera truncadura. Las diferentes fases de la vida de este insecto son bastante conocidas, pues cada día tenemos ocasión de observarlas en nuestros jardines. A mediados del verano, la hembra se hunde excavando la tierra y deponiendo en ella sus huevos de un amarillo claro, oblongos, del tamaño de un cañamón; al cabo de seis semanas, de cada uno de ellos nace, un gusanito de un amarillo sucio con alguna mezcla de gris; la cabeza de un rojo vivo lustroso sembrado de puntitos. Este gusanito emplea cuatro o cinco años en su crecimiento. Entonces presenta bien distintos doce segmentos, provisto cada cual de dos estigmas; tres pares de patas; la boca armada de maxilas duras y cortantes, y cuatro pequeñas antenas. Después la larva se hunde, profundamente en el suelo, donde se construye un alojamiento de forma oval prolongada y en el interior muy lisa; recógense en él, y pasa el estado de ninfa, en el cual permanece acostada de continuo sobre su espalda. Finalmente rompe su envoltorio, y procura con trabajo cambiar de situación y levantarse sobre sus patas. Todas sus partes son aún blandas y levemente coloridas; así es que hasta después de unas cuatro semanas nos se aventura a salir de su tumba. Pero si fue larga la infancia, brevísima ha de ser su adolescencia; de modo que a pocos días de ver la luz sumérgese de nuevo en la oscuridad para hacer su puesta; sobrecogiéndola la muerte apenas esta función queda desempeñada.

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El enema.

El ENEMA (Scarabaeus enema, FABR.). Este grande insecto pertenece a las Indias orientales: tiene su cuerpo 10 pulgadas; el coselete está armado de un gran cuerno, cuya base es muy recia, y aguda la punta, formando un arco cóncavo por la parte que mira a la cabeza; la cual lleva otro cuerno, no tan corvo, bífido en la terminación, y cuya curvatura corresponde con la del cuerno del coselete. Su color es pardo negruzco reluciente; los élitros están señalados con tres surcos poco marcados; y en su tercio son ásperos, lo mismo que los costados del coselete. La hembra se diferencia del macho en que tiene en lugar del cuerno del coselete una prominencia bidentada: siendo a más cuatro veces más corto en ella el cuerno de la cabeza que en el macho, aproximado y extendido por encima del coselete, y puntiagudo en su extremo.

El HÉRCULES (Scarabaeus Hercules, LIN.). Es un enorme coleóptero, cuya longitud es de 5 pulgadas: tiene la cabeza, el coselete, el cuerpo y las patas de un negro reluciente, al paso que los élitros son grises y algo verduzcos, con algunas manchas redondas, negras, más o menos extensas, y dispuestas sin orden o regularidad; la cabeza, cuyo tamaño no guarda proporción con lo voluminoso del cuerpo, tiene la forma prolongada y un gran cuerno de tres traveses de dedo de longitud, arrimado a los lados y adelantando en línea recta hasta cierta distancia de su extremidad, la cual se encorva hacia arriba; en el borde superior presenta tres grandes dentellones redondeados, dos de los cuales están situados casi en el centro, y el tercero inmediato a la extremidad del cuerno. El coselete, convexo en su cara superior, prolóngase asimismo dando nacimiento al otro cuerno insensiblemente arqueado, y cuya curvatura mira hacia abajo. Este cuerno presenta en su parte inferior dos largos dentellones el uno junto al otro y algo más cerca de la cabeza que de la extremidad. El extremo bifurcado del cuerno de la cabeza encuentra al del coselete entre la punta de este y los dos dentellones que acabamos de señalar, cuya circunstancia da al insecto la facultad de coger y apretar entre ambos cuernos los objetos que desea. El cuerno del coselete en toda la extensión de su cara inferior está cubierto de pelos rojizos, densos y de igual longitud, como los de un cepillo; iguales se ven en la cara inferior, en los muslos, y formando una línea delante de la cabeza entre esta y el coselete. Los ojos son grandes y pardo-grisáceos; los élitros lisos, esto es sin estrías. Vive en la América meridional, siendo sus hábitos iguales los de los demás jilófilos.

La sección de los filófagos, se concreta casi únicamente en los abejorros: tienen las mandíbulas cubiertas por el capucho, e inferiormente cubiertas por las maxilas: las antenas constan de ocho a diez artículos, y la clava varía según el sexo.

El BATANERO (Melolontha fullo, FABR.) Es la mayor de todas las especies indígenas; su longitud de 16 líneas; el cuerpo pardo o negro con gran número de manchitas blancas formadas por un vello fino; el capillo es recto hacia delante, y tiene un rasgo blanco a cada lado; el coselete presenta una línea blanca en su parte media, y otras dos a los lados, interrumpidas; en el escudete vese una mancha blanca en figura de corazón: el abdomen es ceniciento, la clava de las antenas dividida en siete láminas de color pardo lustroso, y que en el macho son muy grandes, y encorvadas hacia atrás; al paso que la hembra tiene estas mismas láminas cortas y reducidas. Encuéntrase este insecto en las costas marítimas y en las dunas de Holanda, Francia e Inglaterra: su larva se alimenta de raíces.

El ABEJORRO COMÚN (Scarabaeus melolontha, LIN.). Este insecto, de todos conocido, es negro, velludo, con las antenas, borde interior del capucho, los élitros y la mayor parte de los pies de un matiz bajo rojizo. El coselete se ensancha poco y tiene una depresión en la parte media de los lados; en los élitros hay cuatro líneas en relieve; a los lados del abdomen se ven unas manchas blancas de figura triangular, y esta parte va estrechándose por grados insensibles hasta terminar en punta; por último el macho tiene siete láminas en la clava de las antenas.

El ABEJORRO DEL CASTAÑO DE INDIAS. (Melolontha hippocastani, FABR.) Solo difiere del antecedente en que tiene la cabeza, menos en su parte posterior, y el coselete rojizos, lo mismo que los élitros y las patas. En los élitros y en el abdomen se ve un vello fino y grisáceo; y en los muslos traseros no aparece el color negro. A veces esta especie abunda más que el abejorro común en los contornos de París.

Los abejorros en todos sus estados causan grandes perjuicios a la agricultura: en el de larva roen por espacio de tres o cuatro años las tiernas raíces de las plantas anuas, vivaces, y hasta las de los árboles más duros; y al fin acaban por causar la muerte de los vegetales que atacan de esta suerte. Dejan las larvas de hacer daño en invierno; pues se hunden profundamente en el suelo, donde se construyen una celda, y en ella pasan la estación sin tomar algún alimento. Al estado perfecto este insecto no ataca ya las raíces, y en su lugar destruye las hojas y los renuevos, despojando de todo su verdor a aquellos bosques que pocos días antes admiraban por su frondosidad y lozanía. Los abejorros comunes pasan la mayor parte del día como aletargados, adheridos a las ramas y hojas de los árboles, y rara vez vuelan durante el día, sino en tiempo caluroso y seco; al paso que luego de puesto el sol vuelan de uno a otro árbol, zumbando, y su vuelo pesado y desatentado ha pasado a ser proverbial: chocan entre sí y con los obstáculos que encuentran, cayendo al suelo y volviendo a levantarse, de modo que parecen enteramente faltos de tino. En estado perfecto apenas viven ocho días, y solo se muestra la especie durante un mes. La hembra abre en el suelo con las patas delanteras, armadas de tres fuertes dientes, un agujero de seis pulgadas de profundidad, en el cual deposita un centenar de huevos unos al lado de otros; luego los abandona y vuelve a los árboles; pero desde entonces ya no se alimenta, y muere a los dos días de haber hecho la puesta.

Las larvas que salen de los huevos son largas, blandas y de color blanco-sucio; aseméjanse a las del nasicornio; y lo mismo que a estas, se les llama gusanos blancos: tienen seis patas cortas; la cabeza gruesa y escamosa; dos antenas de cinco artículos, y nueve estigmas a cada lado; al parecer están faltas de ojos. El cuerpo se compone de trece segmentos bastante marcados: en este estado viven tres o cuatro años pegadas a las raíces y royéndolas sin cesar mientras dura el buen tiempo. En otoño se hunden en la tierra hasta que vuelve a asomar la primavera, y entonces abandonan su retiro, y suben a medio pie del suelo a roer otra vez raíces. Cuando estas larvas han adquirido todo su desarrollo, lo que sucede a fines del tercer año, dejan de tomar alimento, descienden a 18 pulgadas o a 2 pies del nivel del suelo, y se construyen una celda muy lisa la que entapizan con sus excrementos y algunas hebras de seda; luego se encogen, se entumecen; y desprendiéndoseles la piel, conviértense en crisálidas; y al trasluz de su envoltorio se distinguen muy bien los órganos de que debe constar el insecto en su estado de perfección. Por febrero desgárrase dicho envoltorio; sale el abejorro del capullo con su última organización, aunque blando y de color amarillento. Permanece todavía algún tiempo debajo de tierra, donde se descarta de la humedad superflua, va por grados aproximándose a la superficie del suelo, y no sale a la luz hasta que a ello le invita la suavidad del sol de mayo.

Diferentes recetas se han formulado para destruir, o a lo menos disminuir, la innumerable multitud de abejorros que infestan nuestros bosques y jardines: unos se han valido del vapor de azufre; otros han plantado lechugas en torno de los árboles, para atraer las larvas, quitándolas en seguida junto con estas plantas; otros dan de sebo la circunferencia de los árboles tiernos; otros emplean la hornaguera, la turba y hasta la cal; pero de todos estos medios el más eficaz es sin contradicción el propuesto por Rosier en su Curso de agricultura, y que quiso poner en práctica el prefecto de uno de los departamentos meridionales de Francia. Consiste en hacer durante algunos años seguidos una guerra mortal a estos insectos, a fin de destruirlos bajo su última forma, desde que empiezan a aparecer y antes de efectuar la puesta. Este medio obtendría buen éxito si se continuase con perseverancia; pero en una nación como la Francia, donde los autores de dicharachos hacen la ley, es imposible una cruzada permanente contra los abejorros a pesar de su evidente utilidad.

La sección de los melitófilos, comprende aquellos insectos que tienen el cuerpo complanado; el coselete redondeado, o trapeciforme; el escudete bien distinto; la extremidad del abdomen descubierta; las antenas compuestas de diez artículos, tres de los cuales forman clava lamelosa; el labro y las mandíbulas ocultas en forma de láminas casi membranosas; las maxilas sin dientes y terminadas en un lóbulo sedeño; y los garfios de los tarsos sencillos e iguales. Las larvas viven en la madera carcomida; al paso que el insecto en su perfecto estado vive en las flores y también en los troncos de los árboles de los cuales trasuda un humor que le gusta mucho.

Los triquios tienen el capucho entero, el mentón igual en longitud y más ancho que largo, y deja las maxilas al descubierto.

El TRIQUIO RAYADO (Scarabaeus fasciatus, LIN.). Tiene 4 líneas y media de longitud, sobre 3 líneas de anchura; es negro y enteramente cubierto por un denso vello amarillo-rojizo; los élitros son de color amarillo-leonado, con tres listas negras transversales, las cuales no se extienden hasta la línea de unión de estos órganos, que es también negra. La lista del extremo de cada élitro presenta un punto en relieve y reluciente. Este pequeño escarabeo se complace en las flores, y en especial en las rosas, cardos y escabiosas, cuyo néctar chupa: durante el día es sumamente ágil, y toma con prontitud el vuelo.

Los cetonios tienen el coselete en figura de trapecio; en el borde externo de los élitros junto a su raíz, un seno bastante notable, el cual recibe una pieza del coselete que se prolonga superiormente; el cuerpo oval; el mentón cuadrado; el capucho largo y estrecho; y el coselete, prolongado en punta por entre las patas del segundo par, tal es la esmeraldina.

La ESMERALDINA, o CETONIO DORADO (Scarabaeus auratus, LIN.). Encuéntrase muy a menudo en las flores, especialmente en las del saúco y las rosas: tiene 9 líneas de largo; el color superiormente verde brillante-dorado; y rojo cobrizo en su cara inferior, con manchas blancas en los élitros. No es este insecto dañino como el abejorro; en estado perfecto chupa el humor meloso que contienen las flores; al paso que las larvas viven en el mantillo craso y húmedo que existe debajo de las habitaciones de la hormiga roja (formica rufa, LIN.); siendo lo más admirable de esta hormiga, que no solo no perdona insecto alguno de cuantos van a su domicilio que no lo despedace, sino que a más va a atacar a los de fuera; con todo, respeta las larvas y las ninfas del cetonio dorado. Por esto tal vez en algunos países se designa este insecto con el nombre de rey de las hormigas. Cuenta Wilhiam que los traficantes en ganado de Alemania le atribuyen virtudes sobrenaturales, y mantienen algunos en cajitas al propósito de que hagan mantener a su ganado en estado próspero.

El SUDARIO (Scarabaeus sticticus, LIN.). Abunda en los cardos; tiene 5 líneas de longitud; el color negro, algo velludo y con puntos blancos; los del vientre están distribuidos en dos o tres líneas.

En cuanto a los cetonios exóticos, diremos únicamente que brillan en ellos los más vistosos y ricos matices; pues por otra parte sus hábitos son iguales a los de los indígenas.

Los goliatses, pertenecientes antes al género antecedente o de los cetonios, se han separado en la actualidad; por tener el coselete casi redondo; los bordes de los élitros rectos, y en estos un seno notable junto a su arranque; por fin el capucho se ve adelantado, y dividido en dos lóbulos semejantes a unos cuernos. Son unos lamelicornios grandes y hermosos que habitan en la zona tórrida en ambos continentes.

El GOLIAT DE DRUNY (Cetonia goliath, FABR.). Tiene la cabeza negra, y cubierta de un polvillo escamoso y denso, de un blanco sucio; el coselete pardo con rayas blancas; los élitros también pardos, con un poco de blanco sucio en su base; y la cara inferior del cuerpo de un verde oscuro. Hállase este magnífico insecto en Sierra Leona.

El GOLIAT CACIQUE (Cetonia cacica, FABR.). Tiene el coselete amarillento, con rayas negras; los élitros blanco-plateados y los bordes negros. Lléganos de la América meridional.

Los Lucanos, género que forma la segunda tribu de la familia de los lamelicornios, tienen la clava de las antenas compuesta de láminas, o de dientes perpendiculares a un eje, como las púas de un peine; las antenas constan de diez artículos, siendo el primero mucho más largo; las mandíbulas córneas, por lo regular mayores en los machos que en las hembras; los tarsos terminados en dos garfios iguales y sencillos, con un pequeño apéndice terminado por dos sedas. Esta tribu o sección abraza los lucanos propiamente dichos y los pasalos. En los lucanos las antenas son angulosas, lisas o poco velludas; el labro, muy pequeño, se confunde con el capillo; las maxilas terminadas en un lóbulo membranoso o coriáceo, muy sedeño, en forma de pincel, y sin dientes; la lengüeta se halla incorporada en el mentón, y está dividida en dos lóbulos delgados, sedosos, y más o menos sobresalientes del mentón: tienen un escudete bien distinto entre los élitros.

El CIERVO VOLANTE (Lucanus cervus, LIN.). Es el más notable de todos los lucanos; el macho es dos pulgadas más largo que la hembra, negro y con los élitros pardos; la cabeza más ancha que el cuerpo, las mandíbulas muy grandes y arqueadas, con tres recios dientes, dos en el extremo y uno en la parte interna, dentados también. La hembra, designada con el nombre de cierva, tiene la cabeza más estrecha y las mandíbulas mucho más pequeñas. Así en el tamaño como en las mandíbulas hay variedad en esta especie.

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Ciervo volante (macho y hembra).

El CORZO (Lucanus capreolus, FABR.). Acaso sea una simple variedad del precedente; del cual se diferencia en ser más pequeño, y en tener el macho las mandíbulas poco o nada bifurcadas. Son estos insectos comunes en los encinares (lucus); y de ahí el nombre lucanos que se les ha dado. Véseles revolotear durante el solsticio de verano, después de puesto el sol; al paso que lo restante del día lo pasan pegados a las ramas de los árboles; pues gustan de chupar el humor que rezuma de la corteza: pero sobre todo es tal su afición a la miel, que el célebre Swammerdam domesticó uno, el cual le seguía lo mismo que un perro como pusiese miel a su alcance. Danle en Alemania un nombre equivalente a incendiario, a causa de cierta creencia popular que le atribuye la facultad de coger con sus tenazas las ascuas encendidas de un hogar llevándolas a otras partes, pudiendo así causar incendios. La hembra hace la puesta en los árboles carcomidos, y la larva se alimenta del polvo de la corteza; aseméjase a la del nasicornio, y pasa seis años antes no sufre su última metamorfosis. En este caso se hunde en un terreno arcilloso, donde construye una bola en forma de huevo muy sólido; y al cabo de un mes de permanecer enterrada, despréndese de la piel y muéstrase bajo la forma de ninfa, la cual presenta todos los miembros del insecto perfecto, aunque encogidos. Créese que la larva que tanto buscaban los antiguos bajo el nombre de cossus para la mesa de los ricos era la del lucano; y Olivier presume que el tal cossus pudiera ser muy bien la larva del Capricornio héroe, de que luego hablaremos.

El LUCANO CARABIDEO (Lucanus caraboides, LIN.). Esta linda especie es pequeñita y vive en la madera carcomida; su longitud es de 5 líneas, y de 2 líneas su anchura; tiene el cuerpo azul, o azul-verduzco, reluciente, plano y puntuado; las antenas, mandíbulas y patas, negras; el borde anterior del capullo muy cóncavo en el centro; las mandíbulas anchas, de la misma longitud de la cabeza, y más o menos arqueadas en su parte interna cuyo lado presenta varios dientecillos.

Los Pasalos tienen las antenas simplemente arqueadas, o poco angulosas y velludas; el labro siempre descubierto, crustáceo y transversal; las mandíbulas enteramente córneas, con dos fuertes dientes por lo menos; la lengüeta también recia, situada en una escotadura superior del mentón y terminada en tres puntas; el abdomen separado del coselete por una notable estrechez o adelgazamiento; y el escudete distinto. Estos animales viven en América, Indias Orientales y Nueva Holanda; sus larvas se mantienen de raíces. El insecto perfecto se halla en los troncos de los árboles y entre las cañas de azúcar.

El PASALO INTERRUPTO (Passalus interruptus, LIN.). Tiene de 15 a 20 líneas de longitud; el cuerpo de un hermoso negro y muy reluciente; la clava de las antenas compuesta de tres artículos; el borde anterior del capucho recto, y delante de este un espacio hueco triangular; en el coselete una línea hueca que se extiende a todo el dorso; y un punto grande también hueco, cuyo fondo es estriado; además se ven de cada lado junto a los bordes otros puntos; lo restante es liso. Los élitros tienen estrías puntuadas. Esta especie abunda en las Antillas.

Hemos dado a conocer las especies más interesantes de los coleópteros pentámeros vamos ahora a tratar de los heterómeros, cuyo carácter estriba en tener cuatro artículos en los dos tarsos traseros, y cinco en los del primero y segundo par. Todos estos insectos se alimentan de sustancias vegetales, y se dividen en cuatro familias: los Melasomos, los Taxicornios, los Estenélitros, y los Traqueloides.




ArribaAbajoFamilia de los Melasomos

Esta voz significa cuerpo negro, y en efecto todos los insectos de esta familia lo tienen negro o ceniciento; la mayor parte son nocturnos y huyen de la luz del día; viven en tierra, en la arena, o debajo de las piedras; en las bodegas, despensas, y lugares bajos y oscuros de las casas. Casi todos son ápteros; es decir, faltos de alas membranosas, en cuyo caso son los élitros duros, firmes y unidos entre sí; los garfios de los tarsos en general son simples; las mandíbulas bífidas, o escotadas en su extremo; las maxilas armadas en su lado interno de un diente o de un garfio; las antenas son granujientas, y poco o nada abultadas en la punta. Compónese esta familia de los tres géneros: Pimelios, Blaptos y Tenebrios, aunque Linneo la comprendía entera en su género Tenebrión.

Los Pimelios son ápteros, y sus élitros naturalmente se repliegan debajo del vientre, de modo que cubren los lados de este inferiormente; sus palpos son casi filiformes, o terminados por un artículo medianamente dilatado.

La PIMELIA CORONADA (Pimelia coronata, OLIV.). Esta especie es particular del alto Egipto, donde se la encuentra en los sepulcros; tiene unas 15 líneas de largo; es negruzca, cubierta de pelos, pardo rojiza, con una serie de espinas encorvadas hacia atrás en el borde lateral de cada élitro.

La PIMELIA PUNTUADA (Akis punctata, FABR.). Pertenece al mediodía de Europa, su cuerpo es reluciente; en el coselete y los élitros vense varias depresiones irregulares; aquel se prolonga en punta, y en estos se notan granulaciones, formando una línea bastante incierta a lo largo de su lado externo; no se juntan por su extremo, sino que con su separación forman dos puntas cortas.

Los blaptos tienen los palpos maxilares terminados en un artículo, visiblemente ensanchado en forma de triángulo o de hacha; están privados de alas, y tienen el cuerpo oblongo; el coselete casi cuadrado, y el abdomen abrazado lateralmente por los élitros, los cuales por lo regular se prolongan más allá formando una especie de cola.

El BLAPTO DE MAL AGÜERO (Tenebrio mortisaga, LIN.). Tiene unas 10 líneas de longitud, y es negro, lustroso, liso, y solo con algunos puntos en la parte superior: el coselete es casi cuadrado; los costados algo redondeados y formando un pequeño reborde; los élitros terminan en punta corta y obtusa. Este insecto habita en los lugares oscuros y sucios; y el vulgo al encontrarlo en lo interior de sus habitaciones, cree que es présago de muerte.

El BLAPTO SEMEJANTE (Blaps similis, LATREILL.). Esta es una especie que tenemos en Francia, y que se asemeja a la antecedente: tiene el coselete algo más ancho que largo; al paso que en aquel los dos diámetros son casi iguales; la longitud del coselete es por lo menos un tercio de la del abdomen; mientras que en el antecedente es este más corto; los élitros del semejante presentan puntos mayores, más aproximados, y casi confluentes, lo que hace aparecer ligeramente rugosa su superficie; aunque terminan en punta, no forman cola.

El BLAPTO SURCADO (Blaps sulcala, LIN.). Esta especie tiene mucha fama entre las mujeres turcas, las cuales lo comen frito con manteca para adquirir gordura; pues es sabido que entre los orientales constituye la mayor belleza. A más consideran los turcos este insecto como un remedio eficaz en las dolencias de los oídos; así como para las mordeduras de escorpión.

Los Tenebrios propiamente dichos están provistos de alas; tienen el cuerpo largo y estrecho y el coselete casi cuadrado.

El MOLINERO (Tenebrio molitor, LIN.). Tiene 7 pulgadas de largo; superiormente es pardo y casi negro; y en la cara inferior es de color castaño y lustroso; la anchura del coselete es igual a la de los élitros, es cuadrado y con dos leves depresiones hacia su parte trasera. Los élitros son largos, y cada uno con nueve o diez estrías al parecer lisas; aunque con una lente se perciben una infinidad de puntitos en los estuches. Este insecto habita en los lugares húmedos y oscuros; y a menudo se le encuentra en las inmundicias de las casas. Su larva tiene una pulgada de largo, es cilíndrica y amarilla de ocre, lisa y escamosa; tiene el cuerpo compuesto de doce segmentos, y cubierto de una piel dura y reluciente que no la permite encogerse: es dicha piel tan lisa y resbaladiza, que apenas puede cogerse al animal entre los dedos. Tiene en la cabeza dos antenas; en los tres primeros anillos o segmentos del cuerpo se adhieren seis patas, encorvadas hacia dentro o debajo del cuerpo, de modo que son poco aparentes mirada la larva por su cara superior. Su movimiento progresivo efectúase como resbalando, y con muy poca viveza, pero cuando alguno quiere cogerla, entonces trata de desprenderse haciendo mil contorsiones, moviendo el cuerpo hacia todos lados como una pequeña víbora. Hállanse estas larvas en la madera carcomida y en la harina; con ellas se da un manjar delicado a los ruiseñores. Los que crían estos pájaros las llaman gusanos de la harina; colócanlos en un vaso lleno de esta sustancia, en la cual al instante se hunde la larva, y se convierte en ninfa, y después en insecto perfecto. En este último estado producen sucesivas generaciones con que puede alimentarse a un ruiseñor por espacio de un año.




ArribaAbajoFamilia de los Taxicornios

Los taxicornios, así llamados porque tienen las antenas perforadas y granujientas tienen las maxilas faltas de la uña córnea que se ve en los melasomos; todos son alados; regularmente tienen el cuerpo cuadrado; la cabeza se mete o se oculta en el coselete. La mayor parte de estos insectos viven debajo de las cortezas de los árboles, o en los hongos y debajo de las piedras. Citaremos como tipo de esta familia al siguiente:

El DIAPERO DEL HONGO (Diaperis boleli, FABR.). Tiene 3 líneas de largo y 2 de ancho; el cuerpo negro lustroso; los élitros con puntitos, formando estrías longitudinales, y con tres listas transversas recortadas, y de un amarillo leonado; una en la base, otra en medio y la última en la extremidad. Encuéntrase este insecto en toda Europa, y abunda con especialidad en los agáricos, cuya sustancia roe lo mismo que su larva, y les sirve de alimento.

El COSIFO DEPRIMIDO (Cossiphus hoffmanseggii,FABR.). Pertenece a un género muy notable, caracterizado por un cuerpo oval y complanado; el coselete y los élitros forman al rededor un ancho borde plano, delgado y horizontal; la cabeza se oculta bajo una especie de égida semicircular, y el abdomen se halla como envainado por los élitros. La especie que nos ocupa tiene unas 4 líneas de longitud; el color pardo-oscuro, con el reborde de un pardo muy claro, que tira a amarillo y es algo diáfano; la sutura que reúne los élitros forma relieve, lo mismo que una línea recta longitudinal que cada uno tiene en su parte media. Vive este insecto al mediodía de Europa, al norte de África y en las Indias orientales.




ArribaAbajoFamilia de los Estenélitros

Diferénciase esta familia de la antecedente en la conformación de las antenas granujientas y perfoliadas, y sobre todo en la estrechez de los élitros, que ha dado margen a dicha denominación. Los insectos que abraza son en general mucho más ágiles que los melasomos y los taxicornios; y viven debajo de las antiguas cortezas, lo mismo que en las hojas y en las flores; tocante a sus hábitos conócense poquísimos pormenores; pero debemos hacer mención de algunas especies que sirven para establecer un enlace entre las familias ya estudiadas y las que iremos sucesivamente estudiando.

El HELOPS BRONCEADO (Tenebrio lanipes, LIN.). Tiene las antenas cubiertas en su raíz por el reborde de la cabeza; su longitud de 5 líneas y media, y su anchura de 2 líneas; el color superiormente bronceado cobrizo oscuro, más negro en su cara inferior, y muy puntuado en la cabeza y coselete, menos lustrosos que los élitros; este último es casi cuadrado, redondeado en los lados y adelgazado en los ángulos posteriores; el abdomen es prolongado y termina en punta; los élitros tienen estrías puntuadas; los cuatro primeros artículos de los tarsos son velludos. Encuéntrase este insecto en los países templados y meridionales de Europa, y vive oculto en las escabrosidades de las paredes.

El EDEMERO AZUL (Oedemera caerulea, FABR.). Tiene las antenas filiformes más largas que el coselete; las mandíbulas bífidas superiormente; la boca prolongada hacia delante, formando un pequeño hocico; el cuerpo oblongo y la longitud total 3 líneas sobre 2 de ancho. El macho se conoce fácilmente en el grosor de los muslos del tercer par; su color es verde, tirante a azul; las antenas son más pardas que el resto del animal, y están situadas hacia la parte superior de la cabeza e inmediatamente delante de los ojos; el coselete es áspero, casi cilíndrico, como deprimido en su parte media, y puntuado, lo mismo que la cabeza; los élitros van estrechándose, y están igualmente sembrados de puntitos que se confunden; vense en cada uno dos rayas longitudinales y de relieve, las cuales no llegan al extremo del élitro: las alas son pardas. Este insecto se encuentra en toda Europa, y habita en los prados.




ArribaAbajoFamilia de los Traquélidos

Los coleópteros heterómeros de que se compone este grupo, se distinguen de todos los demás por su cabeza, que es triangular o en figura de corazón, y está sostenida por una especie de cuello o pedículo; su cuerpo es blando; los élitros flexibles; y las mandíbulas desprovistas de uñas. Viven en las plantas y se mantienen con las hojas y el néctar.

Los Pirocros, tienen el cuerpo complanado; el coselete orbicular o en figura de trapecio; las antenas del macho dispuestas como peine, y las de la hembra como sierra; por último, los élitros anchos en sus extremos.

El PIROCRO ESCARLATA (Pyrochroa coccinea, FABR.) Este lindo insecto tiene 6 líneas de longitud sobre 3 de anchura; la cabeza negra lo mismo que toda la parte inferior del cuerpo; el coselete y los élitros de un hermoso escarlata, y el escudete negro; encuéntrase en los setos por el otoño.

Los notoxios tienen las antenas que se engruesan insensiblemente, y casi del todo compuestas de artículos en forma de conos inversos; divídese su coselete en dos nudos globulosos, y el cuerpo es oblongo; la especie más notable de este género es la siguiente:

El NOTOXIO CUCULIO (Anthicus monoceros, FABR.) Tiene 2 líneas de longitud; el cuerpo velludo y leonado claro; la cabeza negra con la parte anterior y las antenas del mismo color del cuerpo; el coselete negro, con los costados, borde posterior y la punta leonados. Esta punta está formada por una prolongación de la parte anterior del coselete; tiene su cara superior áspera y desigual; la base cortada en ángulo recto; el extremo plano con los bordes también desiguales; en los élitros se notan puntos finos y dispersos, con una mancha negra al rededor del escudete, otra algo más baja cerca del borde exterior, y una faja transversa más allá del centro, también negras. Encuéntrase este insecto en toda Europa, encima de los árboles, y aún con más frecuencia en el suelo, donde corre con bastante velocidad.

Los meloes se distinguen de los demás géneros de la familia de los traquélidos, por la conformación de los tarsos, cuyos ganchos están tan divididos que parecen ser dobles; su cabeza es gruesa, ancha y redondeada hacia atrás; los élitros algo inclinados hacia los lados, es decir, dispuestos a modo de tejado. Estos insectos devoran las hojas de las plantas; cuando se ven cogidos no tratan de escapar de la mano, y solo repliegan las antenas debajo del cuerpo, bajan la cabeza, y no dan señal alguna exterior de vida. Entonces algunos derraman por las articulaciones de las patas cierto humor oleoso, amarillenlo, de olor penetrante y de naturaleza cáustica. Casi todos los meloes tienen el cuerpo blando, y en la sección de los heteromeros, ocupan el lugar que los malacodermos en la de los pentámeros. La especie más conocida de este género es la Cantárida.

La CANTÁRIDA OFICINAL (Catharis vesicatoria, o Meloe vesicatorius, LIN.). Su color es verde-dorado con las antenas negras, cuya longitud es dos tercios de la del cuerpo. En medio de la cabeza hay una línea profunda a modo de cisura, lo que la hace parecer como dividida en dos lóbulos por su parte posterior; el coselete es desigual y dividido también por su parte posterior por una línea longitudinal; en cada élitro se observan dos nerviosidades poco aparentes, longitudinales, y situadas hacia el lado interno. Estos insectos abundan en Italia, España, y hasta en Francia. Viven en bandadas numerosas, en los fresnos, lilaces, y en la mayor parte de las jazmíneas, cuyas hojas amargas devoran. Aparecen en nuestros climas en el solsticio de mayo; y desde lejos se anuncian por un olor ingrato, el cual no puede respirarse mucho tiempo sin peligro. La larva vive en la tierra, y roe las raíces de las plantas.

Los que hacen la recolección de estos insectos, para que luego sean destinados a la confección del tópico que llaman vesicante, tienden por la mañana un lienzo debajo del árbol que ocupan las cantáridas, aún entorpecidas por el frío de la noche; y las hacen caer por medio de fuertes sacudimientos dados al árbol; y en seguida los asfixian con vapor de vinagre.

Contiene este insecto un principio particular, que puesto en contacto con la piel determina en ella una fuerte irritación local; así la medicina tiene en él uno de sus principales medios de tratamiento para infinitas enfermedades. Tomada la cantárida interiormente es un fuerte veneno, y su acción se dirige a las partes genitales.

El MILABRO DE LA ACHICORIA (Meloe chichorii,LIN.). Era este insecto la cantárida de los antiguos, según el testimonio de Plinio y de Dioscórides; tiene de 6 a 7 líneas de longitud; el color negro, velludo, con una mancha amarillenta casi redonda en la raíz de cada élitro; con dos listas de igual color, transversas y dentadas, una en la parte media, y la otra junto al extremo. Las antenas son siempre del todo negras.

El MELOE DE MAYO (Meloe majalis, FABR.). Es también de un negro intenso, liso, y con los bordes superiores de los segmentos abdominales de color rojo o amarillo. El abdomen es grande y cubierto en su origen por dos estrías que a su nacimiento se cruzan un poco; separándose luego en razón de la corvadura del borde inferior; dichos élitros dejan al descubierto gran parte del abdomen, especialmente en las hembras: no existen alas membranosas. Igual estructura se nota en el siguiente:

MELOE PROSCARABEO (Meloe proscarabeus, LIN.). Tiene cosa de una pulgada de longitud; el color negro lustroso y muy puntuado; con las partes laterales de la cabeza, del coselete, las antenas y los pies, que tiran a violáceo. Los élitros son delicadamente arrugados; en el macho las antenas se ensanchan en su parte media que forma curvatura.

Vemos al proscarabeo arrastrarse con pesadez en los terrenos labrados y en los prados, donde se alimenta de yerbas y de hojas de plantas no muy altas. El aceite espeso y amarillento que trasuda de las articulaciones de sus muslos, le sirve como medio de defensa con respecto a otros animales, especialmente, insectos; pero el hombre le atribuye virtudes medicinales; de modo que lo mismo que la naturaleza dio al proscarabeo para librarse de sus enemigos le atrae su propia destrucción. Antiguamente fue preconizado para los casos de hidropesía, así como para la peste, y además se ha hecho del mismo un cosmético para corregir las grietas del cutis. Últimamente se ha propuesto como preservativo de la hidrofobia, enfermedad de las más terribles que afligen a la humanidad. El gran Federico compró por la suma de 500 escudos a un silesiano un remedio, que este daba por infalible en caso de mordeduras de perros rabiosos, siendo la base principal de dicho remedio el aceite del proscarabeo. La receta vio la luz pública en los periódicos; pero por desgracia la experiencia no ha confirmado la fama que dieran a dicho aceite la ignorancia o la mala fe. El célebre naturalista de Geer, observó que la hembra pone en el suelo una infinidad de huevos amontonados; de los que salen unas larvas con seis patas, y dos filamentos en la extremidad posterior del cuerpo: estas se ponen en contacto con las moscas y les chupan la sangre. Varios naturalistas se negaron a creer que estas larvas fuesen parásitas; sin embargo, las observaciones auténticas de Lepelletier, Saint-Fargeau y Serville, quienes aislaron algunas hembras del proscarabeo, y obtuvieron de ellas larvas idénticas a las descritas por de Geer, no dejan duda de que estas larvas sean las del meloe Véase lo que condujo al célebre naturalista sueco por la senda de dicho descubrimiento. Había encerrado en una salvadera una hembra de proscarabeo, la cual pronto puso un gran montón de huevecillos oblongos y de color anaranjado-claro; aplicados los unos encima de los otros, pero sin estar pegados, formaban juntos una masa del tamaño de una avellana. Algún tiempo antes de nacer, halló por acaso ciertas larvas pequeñísimas encima del cuerpo de unas moscas velludas, de dos alas, semejantes a abejarrones y pertenecientes al género sirfo. Dichas larvas estaban pegadas a la cara inferior del coselete de la mosca, fuertemente agarradas con los garfios de las patas: observolas, y trazó su esmerada y detenida descripción. No tardaron en nacer los huevos del proscarabeo; y con gran sorpresa del naturalista de Geers, salieron unos gusanos del todo idénticos a los que había hallado en el cuerpo de las moscas. Entonces puso dos moscas domésticas en la salvadera donde guardaba dichas larvas; y en efecto, apenas pasó por donde estas se hallaban una de las moscas, se le pegaron debajo del coselete y no la abandonaron más; puso luego una mosca velluda y en menos de media hora se le cogieron debajo del cuerpo una multitud de larvas, colocándose bajo del coselete, de una parte del abdomen y sobre todo al rededor de las articulaciones de las patas, tan acumuladamente, que fue imposible calcular su número. «Fácilmente se concibe, dice de Geer, que una mosca sobrecargada con tal número de enemigos no debía hallarse muy a sus anchas; así fue que no perdonó esfuerzo a fin de sacudírselos, frotando continuamente las patas, ora al cuerpo, ora unas con otras; pero todo en vano, pues ni una sola larva quiso soltar la presa. No sin motivo habían elegido estas la cara inferior del coselete para adherirse a ella; pues en ningún punto hubieran estado tan seguras y fuera del alcance de las patas. Desde que murió la mosca, es decir, al cabo de tres días, abandonaron su cuerpo las larvas, sin duda porque no podían alimentarse; por lo que tuve cuidado durante algunos días de proporcionarles moscas, a las cuales no dejaron de adherirse desde luego. Admira la destreza con que estas larvas se pegan a la mosca. Cuando pasa por cerca de ellas siempre hay algunas prontas a cogérsele primero a una pata o a una ala; conseguido esto, ya no la sueltan, y al fin llegan al punto de elección.» No habiendo notado de Geer cambio alguno sensible en el crecimiento de estas larvas, dejó de procurarles moscas, y por consiguiente murieron unas tras otras.

Hétenos llegados a la tercera sección general de los coleópteros; es decir, a la de los Tetrámeros, caracterizados por cuatro artículos en todos los tarsos. Lo mismo que la segunda, consta la que va ocuparnos de insectos aptos para alimentarse exclusivamente de sustancias vegetales. Divídense los tetrámeros en siete familias, a saber: en Rincóforos, Jilófagos, Platisomos, Longicornios, Éupodes, Cíclicos y Clavipalpos.




ArribaAbajoFamilia de los Rincóforos

Distínguense los animales que la componen en que tienen el hocico, o trompa, formado por la prolongación de la parte anterior de la cabeza; por lo que se denominan Rincóforos, que equivale a portapico. En general tienen el abdomen grueso; las antenas angulosas, claviformes, y el penúltimo artículo del tarso dividido en dos lóbulos. Las larvas tienen el cuerpo largo, blando y blanquecino, son semejantes a lombrices, y en lugar de patas nótanse simples mameloncillos: aliméntanse con diversas partes de los vegetales, y algunas solamente viven en lo interior de los frutos y granos produciendo daños de consideración. Las ninfas están encerradas dentro de un capullo. No trataremos de agobiar la memoria del lector con la enumeración y nomenclatura de los géneros que a centenares acaban de establecerse para clasificar esta familia; pues nos bastarán los establecidos por Linneo y por Fabricio.

Los Brucos (voz que significa roedores) tienen un labio aparente; la prolongación anterior de la cabeza, ancha, corta, complanada y en figura de hocico, y los palpos muy visibles. Estos insectos depositan sus huevos uno por uno en las semillas todavía tiernas de ciertas plantas, en especial de las leguminosas, gramíneas y palmeras: en ellas nacen las larvas y se alimentan con la sustancia de los cotiledones, o del albumen. En seguida, cuando la larva ha sufrido ya su metamorfosis, desprende una porción de epidermis y sale de su retiro, lo cual produce los agujeritos redondos que tan a menudo se noten en las lentejas, guisantes y otras legumbres.

El BRUCO DE LOS GUISANTES (Bruchus pisi, LIN.). Es negruzco, y tiene 2 líneas de longitud; la base de las antenas, las piernas, los tarsos anteriores y el extremo de las piernas intermedias, de color leonado; en el centro del borde posterior del coselete tiene una mancha gris, y en sus costados un diente; los élitros son estriados, tienen algunos puntos de color gris, y muchos de estos forman rayas transversales. El extremo del abdomen es blanquizco con dos puntos negros; los muslos posteriores tienen una espina recia y aguda; por último, se ven algunos puntos grises debajo de los lados del cuerpo. Encuéntranse estos insectos en Europa y en la América septentrional; y en esta última región se les ha visto destruir del todo las cosechas de guisantes por muchos años. En vano se han buscado medios para oponerse a su propagación; el único que ha tenido algún resultado ha sido sumergir en agua hirviendo los granos de los guisantes desde el instante de cosecharse. Pueden igualmente someterse a un color seco de cincuenta grados; en ambos casos la larva perece; pero la semilla pierde su facultad reproductiva.

El BRUCO LATIRROSTRE (Anthribus latirostris, FABR.). Esta linda especie se encuentra a veces en los alrededores de París. Tiene de 6 a 7 líneas de largo, sobre 2 y media de ancho; el cuerpo y parte superior de la cabeza negro; en los élitros y en su extremo posterior varias manchitas de un gris amarillento aterciopelado; la cabeza es ancha y complanada desde los ojos hasta su extremidad, donde están situadas dos fuertes mandíbulas; los ojos son muy salientes y colocados lateralmente; el coselete es más ancho en el centro que en los extremos, y en sus lados hay dos eminencias con varias arrugas y desigualdades en el dorso, su parte anterior está cubierta por un ligero vello; en cada élitro se no tan diez líneas de puntos huecos separados entre sí; y a más cuatro aristas redondeadas y de poco relieve; las partes inferiores del pecho y del abdomen son grises. Encuéntrase este insecto en las flores; y su larva vive en los leños ya viejos.

Los Atelabos no tienen labro aparente; sus palpos son diminutos, poco perceptibles a simple vista y de figura cónica; la prolongación anterior de la cabeza figura un pico o una trompa; las antenas insertas en la trompa, son rectas, compuestas de nueve a doce artículos, de los cuales los tres o cuatro últimos están reunidos en forma de clava. Roen las hojas de las plantas. Las hembras depositan sus huevos en las hojas arrolladas formando cucurucho; de manera que las larvas al nacer encuentran a un tiempo alimento y abrigo.

El ATELABO BACO (Curculio baccus, LIN.). Su longitud es de 2 líneas y media, y de 1 y media su anchura. Su color carmesí, con visos verde-dorados, y está cubierto de un vello fino de color gris, y de numerosos puntitos confluentes. La trompa es de longitud doble de la que tiene la cabeza, con una pequeña línea de relieve en su base; su extremo y las antenas son negras; el coselete de figura cónica truncado, o cilíndrico; el macho presenta a cada lado una espina dirigida hacia delante. Este insecto es bien conocido de los labradores por los grandes perjuicios que les ocasiona. Empieza a manifestarse en junio, y entonces se adhiere a las hojas tiernas, con especialidad a las de la vid (por esto se le ha llamado Baco). Como chupa los jugos de la planta con su trompa, no tarda en detenerse la circulación de la savia; la hoja se arrolla, y en el interior de ese barquillo tapizado de un vello sedeño, es donde depositan los huevos.

Existe un medio fácil y económico para destruir estos insectos dañinos: como al menor motivo de alarma para ellos se arrollan en forma de bola y se dejan caer al suelo, para rodar debajo de las yerbas y librarse así de los pájaros insectívoros, es fácil aprovechar esta ocasión para apoderarse de ellos. Basta para lograrlo poner debajo de cada vid o cepa un cartón, y sacudir ligeramente las ramas. Los insectos no resisten a ello, y caen en el cartón; arráncanse luego las hojas arrolladas que contienen los huevos, y todo junto se echa al fuego.

Los Brentos son insectos pertenecientes a los países cálidos; tienen trompa, y en ella insertas las antenas, rectas, filiformes, compuestas de nueve a doce artículos, y el último solamente en forma de clava. La trompa se halla siempre hacia delante, en dirección horizontal y el cuerpo es muy largo.

El BRENTO ESTURIÓN (Brentus anchorago, FADR.) Es negro, lustroso; en el coselete tiene un surco longitudinal; los élitros estriados, y con una raya longitudinal de color leonado, interrumpida en su parte inferior. En el macho los cuatro muslos de los dos primeros pares tienen una espina, y los posteriores dos; en la hembra solo los muslos del primer par tienen una. Este insecto, notable por su figura aguda y prolongada, vive en la América meridional, con especialidad en Cayena y en Surinam, y habita debajo de las cortezas de los árboles.

Los Gorgojos se diferencian de los brentos y de los atelabos en que tienen las antenas distintamente angulosas e insertas junto al extremo de la trompa y al nivel de la raíz de las mandíbulas; constan de 11 a 12 artículos, cuyos tres últimos forman la clava. A este género pertenecen las magníficas especies que viven en la América meridional, tales como el siguiente:

El GORGOJO IMPERIAL (Curculio imperialis, FABR.). Tiene 1 pulgada lo menos de longitud; los élitros abultados y angulosos junto a la base, y casi puntiagudos en su extremidad; con estrías negras y prominentes, entre las cuales se ven otras tantas líneas de puntos huecos, gruesos, y de un verde-dorado brillante; en el coselete tiene dos fajas negras longitudinales, y tres en la cabeza.

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Gorgojo imperial.

El GORGOJO COLONO (Curculio colon, LIN.). Pertenece al grupo de que estamos tratando, y es muy común en Francia: es en sus colores tan sencillo y humilde, cuanto es ostentoso el gorgojo imperial en los suyos. La longitud del gorgojo colono no excede de cuatro líneas; su forma es prolongada, el color pardo y algo negruzco, mezclado con visos blanquizcos; la trompa es bastante recia, larga como el coselete y con una arista longitudinal; en los lados del coselete vense dos rayas longitudinales blancas y algo leonadas; y un punto también blanco en el centro de cada élitro; formado, como las líneas, por una acumulación de pelillos: en los élitros hay estrías formadas de puntos no contiguos.

Los Lixos difieren de los gorgojos en que tienen las antenas insertas más acá de la raíz de las mandíbulas, casi siempre cerca del centro de la trompa, la cual es larga: constan lo menos de diez artículos, y los termina una clava en forma de huso; el cuerpo es largo y estrecho.

El LIXO PARAPLÉCTICO (Curculio paraplecticus, LIN.). Hállase en toda Europa; y es largo, cilíndrico, negro y cubierto de un polvo gris o amarillento; su pompa es larga, delgada y lisa; los élitros tienen en su extremo líneas longitudinales de puntos convergentes; están separados y cada uno termina en punta. Atribúyese a esta especie la extraña propiedad de producir en las caballerías que la comen al pastar, junto con el phellandrium, la parálisis de las partes inferiores del cuerpo.

Los Rinquenos se diferencian de los lixos y de los gorgojos en que tienen la trompa muy larga, y en el centro de la misma insertas las antenas.

El RINQUENO DE LAS AVELLANAS (Curculio nucum, LIN.). Es corto oval, cubierto enteramente de vello denso y amarillento rojizo, o pardo con matices más oscuros. El escudete es más claro, la trompa es muy delicada, de color pardo, y larga lo menos como la mitad del cuerpo. La larva de este insecto es la que encontramos a menudo en las avellanas. Vive en toda Europa.

Los Calandros se distinguen de los rinquenos, de los lixos y del gorgojo por sus antenas, que a lo más constan de nueve artículos, el último, o bien este y el penúltimo, forman la clava, de epidermis coriáceo y de extremidad esponjosa. Las larvas se alimentan con semillas y sustancias leñosas.

El CALANDRO PALMISTA, (Curculio palmarum, LIN.). Es la mayor de todas las especies, pues tiene cerca de 2 pulgadas de longitud, incluso la trompa; el cuerpo negro y aterciopelado superiormente; la clava de las antenas truncada; la mitad del borde superior de la trompa, guarnecida de pelos densos e iguales como las cerdas de un cepillo, vense líneas longitudinales profundas en los élitros las cuales se desvanecen al aproximarse al lado externo. Hállase este hermoso insecto en la América meridional: su larva se alimenta con la médula de las palmeras; tiene 2 pulgadas de longitud; y solo presenta una sustancia blanda, cubierta por una película transparente. Compáranla los europeos a un pelotón de grasa de gallina contenida en delicada membrana; y los naturales la tuestan en las parrillas, y la encuentran exquisita.

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Calandro palmista.

El CALANDRO o GORGOJO DEL TRIGO (Curculio granarius, LIN.). Es el más dañino de los rincóforos; tiene 1 línea y media de largo, sobre media de ancho; su figura es oblonga; la trompetilla larga y delgada, el color pardo-negruzco; la cabeza y el coselete puntuados; los élitros con estrías longitudinales; y con una lente se descubren varios puntitos; la longitud del coselete es igual a la de los élitros. Este pernicioso animal conocido bajo la denominación general de gorgojo; se alberga en los graneros, y pone los huevos en los granos de trigo. En estos nace la larva, la cual devora toda la fécula, sin dejar más que la cascarilla: «Cada larva, dice Latreille, ocupa un grano de trigo; adquieren poco a poco su crecimiento comiendo la sustancia farinácea; luego después de haber ensanchado insensiblemente su habitación se cambian en ninfas. Son blancas, de una línea de largo y tienen la figura de un gusanito: consta su cuerpo de nueve segmentos prominentes y redondeados, y la cabeza es amarilla y escamosa. Las ninfas son blancas y diáfanas, y enciérranse bajo su envoltorio las partes del animal futuro, si bien encogidas. Después de haber permanecido en este estado por espacio de ocho o diez días, llegan a su último desenvolvimiento; despréndense de la vaina que las envuelve, y taladran la cascarilla del grano; así abandona el insecto el asilo de su infancia y se ostenta tal como debe ser en lo restante de su vida. La hembra hace su puesta por la primavera y para ello hace un agujerito oblicuo en un grano de trigo o de centeno; por lo regular el más grueso que encuentra, y pone en él un huevo en un lado y debajo de la cáscara; de un grano pasa a otro hasta que ha concluido la puesta. Cuando esta se ha efectuado temprano, todas las metamorfosis del insecto se suceden en el espacio de cuarenta y cinco días: en julio, convertido el gorgojo en insecto, abandona su estrecha morada. Es tanto más difícil resguardarse de estos insectos, cuanto que emigran de una casa a otra, y además en cuanto son diminutos, corren con suma rapidez y tienen un color oscuro que les hace poco visibles. Su fecundidad es asombrosa; tal que se ha calculado que una sola pareja puede producir en un año 6.045 descendientes, cada uno de los cuales destruye cuatro granos para subsistir. No debemos olvidar que los granos en que existen las larvas no presentan agujero alguno, puesto que las larvas al salir del huevo tapan con cierto gluten la abertura por la que el huevo fue introducido.»

El gorgojo en estado de reposo no vive a la superficie del montón de trigo, sino que permanece a cierta profundidad; y como deja intacta la cáscara, a primera vista no aparece todo el daño, puesto que no han sufrido cambio alguno los granos: así es que solo se nota en la diminución de peso, y echándolos en agua, en cuyo caso los averiados sobrenadan.

No han faltado recetas para la destrucción del gorgojo; sin embargo, ninguna ha conseguido completamente el objeto. Se han propuesto los decoctos de yerbas fétidas; las cuales han perjudicado al trigo sin afectar al gorgojo; el olor de la esencia de trementina, el vapor del azufre, no han tenido mejores resultados; la criba es insuficiente para desprender los huevos, pegados como se hallan fuertemente al grano; un calor súbito de 70º, termómetro de Reaumur, puede matar a los insectos; pero deseca el trigo, sin preservarlo del gorgojo que ha quedado en el granero, y que lo ataca de nuevo cuando no encuentra otro mejor. Se ha pensado en emplear una temperatura fría en lugar de la elevada de 70 grados, proponiendo un ventilador que mantenga el aire del granero constantemente frío, para aletargar a los insectos e impedir así su reproducción; y no hay duda de que este medio sería el mejor si fuese posible mantener sin interrupción una corriente de aire bastante fría para el efecto. Otro procedimiento hay muy sencillo para desalojar el gorgojo de un montón de trigo. Al llegar la primavera, y cuando se nota que el trigo que ha permanecido en el granero se halla infestado por los insectos, que no tardarán en efectuar sus crías, entonces se forma otro montón de algunas fanegas colocándolo a distancia del principal; luego se remueve bien el trigo de este con una pala; y hallándose el gorgojo, el cual necesita tranquilidad, agitado, trata de huir; viendo entonces otro montón al lado de aquel de que es arrojado, corre a refugiarse en él. Si algunos de estos insectos tratan de escapar subiendo por las paredes se les mata. Cuando todos los insectos se han recogido en el insidioso asilo que se les ha ofrecido; échaseles encima agua hirviendo, meneando el grano antes que se enfríe para que el líquido alcance a todos, y mueran. Luego se seca el grano y se acriba para separarlo de los insectos muertos.

La disposición del gorgojo a emigrar cuando se revuelve el montón de trigo en que habitan, ha sugerido a los sabios que con sus teorías ilustran la agricultura práctica, la ingeniosa idea de los graneros móviles. Este aparato que lleva el nombre de su inventor Mr. Velley, consiste en un cilindro de madera hueco que gira horizontal a su eje. Este cilindro se divide en varias comparticiones, reunidas simétricamente en torno de un tubo hueco: solo se llena en unas tres cuartas partes de su capacidad para que los granos tengan libre movimiento sobre sí mismos. Por medio de un ventilador colocado a un extremo del aparato absorbe el aire que este contiene, y obliga al exterior a atravesar el grano, escapándose luego por el tubo central. Un hombre solo puede sin gran trabajo dar vueltas a este instrumento, empleándose menos tiempo que en el modo general de remover el trigo con la pala. Puesto el trigo en movimiento por la rotación del cilindro, se deja al gorgojo un solo instante de reposo; y así no tarda en emprender la fuga. Otra ventaja no menos apreciable reúne esta máquina, tan sencilla como manejable; y es que la ventilación impide que la humedad altere el grano.




ArribaAbajoFamilia de los Jilófagos

Los jilófagos (cuyo nombre equivale a roe-madera) no tienen trompa; las antenas son cortas, más abultadas en su extremo, perfoliadas desde la base, y compuestas de menos de once artículos. La mayor parte de estos insectos viven en la madera, la cual taladran sus larvas en todas direcciones. Solo hablaremos de dos géneros pertenecientes a esta familia, a saber: los escólitos y los bostriquios.

Los escólitos tienen las antenas compuestas de ocho o nueve artículos, terminados en una clava fuerte, precedida de cinco artículos lo menos; los palpos pequeños y cónicos; el cuerpo convexo y redondeado superiormente, con la cabeza globulosa y hundida en el coselete. Son los escólitos la plaga de los bosques; pues hay pocos árboles que no se hallen atacados por alguna especie particular de estos insectos; y a más de la especie propia de cada uno, se abrigan otras distintas. Vamos a describir las más perniciosas y a dar a conocer los daños que producen en los grandes árboles.

El ESCÓLITO DESTRUCTOR (Scolytus destructor, FABR.). Tiene 1 línea y media de largo, y un tercio de línea de anchura; el color negruzco, con los élitros pardos, truncados y estirados; el abdomen como cortado hacia atrás, y la cabeza cubierta de pelos grises cenicientos. Encuéntrase en todos los almacenes o depósitos de maderas.

El ESCÓLITO PIGMEO (Scolytus pigmeus, OLIV.). Es mucho más diminuto que el destructor; de un negro oscuro lustroso, con los élitros pardos, enteros, y el abdomen cortado oblicuamente hacia atrás.

El ESCÓLITO IMPRESOR (Scolytus typographus, OLIV.). Tiene 3 líneas de largo; es todo él pardo, lustroso y velludo, con la cara inferior casi negra; los élitros truncados, estriados y dentados en su extremidad, abunda en la corteza de los árboles verdes.

El ESCÓLITO GRABADOR (Scolytus chalcographus, OLIV.). Se asemeja al impresor en cuanto a la forma, pero es mucho más pequeño, y no tiene mayor tamaño que una pulga de las mayores, pulula bajo las cortezas de los árboles.

El ESCÓLITO ROEDOR DE MADERA (Scolytus ligniperda, OLIV.). Es pardo negruzco, velludo, y con los élitros llenos de estrías, puntos y algunas arrugas. Sus cuatro piernas traseras son dentadas. Encuéntrase bajo la corteza de los árboles cariados.

Vamos ahora a trazar la relación de los daños que causaron estos animalillos en los bosques de Alemania a fines del pasado siglo. ¿Quién creyera, dice el naturalista alemán Vilhelm, que el escólito impresor, al cual llamamos cáncer del pino, sabe hacerse más temible que las fieras más sedientas de sangre? ¿Quién creyera que es capaz de causar la completa destrucción de los pinares o de los bosques de abetos? Solo ataca a los demás árboles coníferos en un caso de extrema necesidad; y nunca en los de hojas redondas. Desde mucho tiempo gozaba en Alemania mala fama la larva de este insecto, conocida bajo el nombre de gusano negro. La robusta constitución de este animal, le hace resistir una temperatura sumamente baja, en que mueren la mayor parte de los otros insectos. En mayo, los escólitos que durante el invierno han crecido debajo de las cortezas, se abren paso royendo la más externa desecada. Entonces al anochecer se les ve a veces aislados, pero en los años favorables a su reproducción se encuentran reunidos en enjambres semejantes a nubes, y se echan encima de los árboles. En tiempo frío se mantienen en los valles; pero al elevarse la temperatura los enjambres suben por encima de los más altos abetos; y siendo el viento favorable a su vuelo, van a caer a algunas millas del lugar donde nacieron. En la época de estos viajes es cuando los escólitos andan en parejas en busca de los puntos cariados de los árboles recién derribados; y cuando faltan estos, se fijan en los que están del todo sanos y en pie, y entre las láminas de las cortezas eligen un sitio donde se fabrican royendo una habitación. Cuando el árbol está lleno de savia, esta le sofoca; y es por esta razón que busca siempre el punto en que la savia no circule. Percíbese el ruido que produce al roer la madera, y el polvo que cae le descubre. Lo primero que observamos es una ranura recta en el interior de la corteza; y a los lados de la misma abre la hembra dos canales, algo hacia fuera, de modo que no entran en la ranura. En estos canales hace la hembra su puesta, que consta de sesenta u ochenta huevos, cada uno aislado en una cavidad redondeada, cubriéndolo con el polvo de la madera. En seguida se abren paso al través del leño para salir a la luz del día, a menos que la muerte les sorprenda antes de lograrlo, dejando el cuidado de lo demás a las larvas, las cuales pronto empiezan su trabajo destructor. A los quince días salen de los huevos las larvas en forma de gusanitos, en los cuales con la lente se ven los anillos o segmentos muy abultados, las patas terminadas en punta y mi color amarillento. Entonces dichas larvas salen cada cual de su nicho, y trabajan en la construcción de conductos o galerías, que por su dirección curva y serpentina se asemejan a las letras del alfabeto, aunque indescifrables; por lo que se ha calificado de tipógrafo a este insecto. Dichas galerías nunca se cruzan; y solo van ensanchándose a medida que la larva adquiere mayor grosor. El modo como estos insectos trabajan en el interior de la madera vale la pena por cierto de observarse; y no deja tampoco de ser notable en tan numerosa familia de insectos su amor a la paz, tan raro en todas partes, por el que ningún individuo usurpa el terreno en que otro trabaja. La fecunda hembra, antes de salir al exterior permanece en la galería principal; las larvas ocupan los extremos de las galerías laterales y curvilíneas; y todas juntas componen una familia; aunque sucede a veces que se aproximan tanto dos de estas familias que se destruyen la una a la otra. Pasadas algunas semanas, la larva se convierte en ninfa; en cuyo estado es sumamente sensible y delicada; de modo que si la estación es poco favorable perecen a millares. Igualmente depende de la estación la duración de tiempo mayor o menor que necesita la ninfa para llegar a estado perfecto: si la época de su desarrollo cae en el tiempo más cálido del año, la larva recorre todas sus fases en el espacio de ocho semanas; pero si la puesta no se efectuó hasta en otoño, puede tardar otros tantos meses. Llegado el insecto a su estado perfecto, devora luego cuanto quedó entre el leño y la parte dura de la corteza exterior, dejando solo lo que aún no está bastante seco; hasta que por fin se abre una salida al aire libre. Cuando examinamos un pedazo de corteza así roída, no vemos ya las galerías que van serpenteando, y sí solo simples cavidades. Si se ven muchos agujeros al exterior del árbol, es una prueba de que las larvas ya metamorfoseadas, a veces en número de 80.000 en un solo árbol, le han abandonado; pero cuando proporcionalmente son pocos dichos agujeros, prueba que los destructores empiezan, a introducirse para ejercer sus malas mañas. No es posible ver sin asombro el grado de dureza a que llega la vida de estos animalitos: por más que se derribe el árbol, que se ponga flotante en el agua o se coloque encima de la nieve, siempre queda sano y salvo el escólito.

Los árboles atacados por el impresor empiezan presentando en sus hojas un color amarillento, y mueren al fin empezando por su copa o parte superior. Pocas selvas hay en Alemania que no hayan sufrido semejante epidemia; y en las antiguas liturgias hállase este insecto indicado bajo el nombre de gusano negro. Existe ya en los registros del año 1665 una exacta relación de los daños que causó; y ya entonces ocurrió la idea del único medio seguro que puede oponérsele; cual es derribar desde un principio todo árbol infecto y descortezarlo completamente. A principios del siglo pasado presentose esta plaga por algunos años consecutivos en las selvas de Hartz. Reapareció en 1757, aumentó sus estragos en 1769, que fueron siempre mayores hasta 1777. Pareció que iba a cesar ese azote en 1778 y 1779; pero en los años siguientes, tras de un verano muy cálido y seco, no hizo más que adquirir grandes creces de modo que solamente en Clausthal se hallaron más de 300.000 troncos de árboles en pie enteramente secos, y en toda la comarca en general más de un millón: por consecuencia de tales estragos, los habitantes de Hartz se vieron amenazados de una completa ruina, y de una suspensión total de laboreo en la explotación de sus minas. Los augurios que se presentaban para el porvenir eran más y más terribles: aquellos bosques de abetos, no había mucho tan lozanos y de un verde tan oscuro; solo ofrecían a la vista un tinte amarillento sucio, y llevaban el sello del ahitamiento y de la muerte. A medida que el mal cobraba aumento, crecía también la imposibilidad del remedio. Viose en dicha época a los escólitos dirigirse en enjambres, como los de las abejas, a Suavia y Franconia. Por último, después de 1784 hasta 1789, disminuyó considerablemente el mal por efecto de las estaciones frías y húmedas que sobrevinieron. El año 1790 reapareció más terrible el antiguo enemigo; y en el de 1796 aún se aguardaba la suerte que tendrían los pocos bosques de abetos que habían quedado incólumes. En la actualidad se halla demostrado que, si bien prefieren estos insectos los árboles derribados y secos, no por ello deja de atacar a los sanos y que se hallan en plena vegetación, cuando no encuentran otros; y podemos asegurar que la sobrada confianza con que por mucho tiempo se ha creído que estos insectos solo atacaban los árboles enfermos, y que casarían por sí mismos sus estragos cuando estos les faltasen, ha costado al país la pérdida de centenares de árboles. Ciertamente que un corto número de escólitos no pudiera hacer caer un árbol sano desecándolo; y en los años en que no abunda tan dañino insecto puede mirarse con indiferencia; pero no solo será prudente, sino necesario quitar al instante todo tronco derribado, ya sea por el hacha o por la furia de los vientos. No obstante, puede a veces servir para recoger todos aquellos que andan dispersos o errantes, y que se dejan caer primero sobre este tronco, donde se les tiene como en un lazo. Importa muchísimo no dejar que los carpinteros establezcan su taller junto a los arbolados; y prohibir severamente a los cazadores el que tiren a los picos, pájaros que al parecer ha criado la naturaleza para oponerse a los progresos de semejante calamidad. Pero el punto capital consiste en derribar desde luego los árboles atacados, y enterrar hondamente las cortezas que se procurará quitarles, y aún será mejor quemarlas. Es sabido ya que un árbol después de muerto y seco se deja por mucho tiempo en pie en el suelo, luego es inútil tanto para obrar o edificar como para arder.

«Hay otro escólito más fecundo, pero menos dañino que el que antecede; tal es el gravador (chalcografus). También su larva corroe las capas corticales y ahueca galerías en los árboles verdes y llenos de savia; solo la galería principal de los padres forma curvatura, adelantan su trabajo hasta penetrar algo en el mismo leño lo cual nunca hace el tipógrafo. El Taladro, o roedor de madera (Ligniperda) hace su trabajo de un modo distinto; al paso que los antecedentes deponen los huevos a los lados de la galería principal; la hembra de este últimos pone los suyos en un montón, de modo que las larvas empiezan su tarea partiendo todas de un centro común.»

Los bostriquios tienen las antenas compuestas de diez artículos, cuyos tres últimos forman la clava perfoliada; los palpos no van adelgazándose hacia su extremidad, sino que o esta la tienen ensanchada, o bien se nota igual grosor en toda la extensión del palpo. El cuerpo es más o menos cilíndrico; la cabeza redondeada y casi esférica; y puede hundirse hasta los ojos en el coselete; este es más o menos convexo anteriormente y forma una especie de capucho; los dos primeros artículos de los tarsos son largos, lo mismo que el último.

El CAPUCHINO (Bostrichius capticinus, LATREILL.). Es negro, con los élitros y el abdomen leonados: el coselete es convexo, con puntos en relieve. Encuéntrase en toda Europa en los troncos de los árboles muertos.




ArribaAbajoFamilia de los Platisomos

Este reducido grupo de tetrámeros tiene por caracteres las antenas de igual grosor en toda su extensión o adelgazadas en el extremo; los tarsos compuestos de artículos enteros; las mandíbulas salientes; el cuerpo plano y prolongado; por cuya circunstancia se les denomina platisomos; voz griega que equivale a cuerpo plano. Viven estos insectos debajo de las cortezas de los árboles, y constituyen el género Cucujo, cuya especie más conocida es el cucujo deprimido.

El CUCUJO DEPRIMIDO (Cucujus depressus, FABR.). Es de color rojo; el coselete surcado y dentado en los bordes, la parte inferior del cuerpo y las patas negras. Habita en los bosques de Europa.




ArribaAbajoFamilia de los Longicornios

Los coleópteros tetrámeros que componen esta familia; tienen los tres primeros artículos de los tarsos provistos de pelos iguales en su parte inferior; el segundo y tercero en figura de corazón; el cuarto dividido en dos lóbulos, y en su raíz presenta cierto entumecimiento que se asemeja a un artículo; las antenas son filiformes y muy largas, especialmente en los machos, y a veces exceden de la longitud del cuerpo. Estos animales despiden cierto sonido agudo y débil producido por el roce de la base del abdomen con la del tórax. Los longicornios regularmente pasan el día en los troncos de los árboles, y solo vuelan de noche, especialmente al anochecer, las hembras están provistas de una especie de tubo córneo, contenido por lo regular en el abdomen, y en el tiempo de la puesta lo alargan para introducirlo en los agujeros y rendijas de los árboles en que deponen sus huevos. Las larvas carecen de patas, y en su mayor parte viven en el interior de los árboles, o debajo de las cortezas; los mamelones que ocupan el lugar de las patas les sirven para andar por dentro de las galerías que ahuecan en el leño; otros roen las raíces de las plantas, causando no pocos daños a la vegetación. Esta familia, que comprende los insectos de mayor tamaño que se conocen, se ha dividido en cuatro tribus, o géneros principales; como son, los Priones, los Capricornios, los Lamias, y los Lepturos.

Tienen los Priones los ojos escotados o en figura semilunar; la cabeza metida hasta los ojos en el coselete, el labro muy pequeño; las mandíbulas recias; las antenas, cuya base no está rodeada por los ojos, y el coselete presenta dentellones en los bordes laterales. En el estado de larva viven en los troncos carcomidos de las encinas y abedules, o en la sustancia de su corteza. Su nombre alude a la forma dentada de las antenas la larva para metamorfosearse se hunde en la tierra.

Los Capricornios tienen la cabeza metida en el coselete; los ojos escotados como los priones, y a más, con su escotadura rodean la raíz de las antenas, en todo o en parte. Las antenas son tanto o más largas que el cuerpo. Al frente de este género debemos colocar el siguiente:

El GRAN CAPRICORNIO (Cerambyx heros, FABRIC.). Tiene 1 pulgada y media de largo; es negro, con el extremo de los élitros de color de pez; el coselete es áspero y con una espina en cada lado las antenas simples. Este insecto abunda en los países templados y cálidos de Europa; habita en los olmos y encinas, las cuales taladra profundamente su larva. La mayor parte de los naturalistas creen que esta larva sea el cossus de los antiguos, servido en sus mesas como un manjar exquisito.

El CAPRICORNIO ZAPATERO (Cerambyx cerdo, LIN.). Es la mitad más pequeño que el héroe, al cual por lo demás se asemeja no poco; de modo que Linneo cree que ambos son dos variedades de una misma especie; sus élitros son ásperos y de un matiz uniforme. Encuéntrase también en toda Europa.

El CAPRICORNIO ALMIZCLADO (Cerambyx moschatus, LIN.). Tiene cosa de 1 pulgada de longitud; es enteramente verde o azul oscuro, y a veces algo dorado; despide un agradable olor de rosa. Encuéntrase en los sauces por el mes de julio.

El CAPRICORNIO ROSALÍA (Cerambyx alpinus, LIN.). Esta especie pertenece a los Alpes, y a veces lo hallamos en París, en los depósitos de madera, o en las leñeras: su color es azul-ceniciento, con una faja y cuatro manchas pardo-negruzcas y aterciopeladas en los élitros. Dos espinitas a los lados del coselete; las antenas largas, de color azul ceniciento, con los extremos de los artículos muy negros y velludos. Vive este hermoso insecto en los árboles de los altos bosques de Europa.

El CAPRICORNIO SANGUÍNEO. (Cerambyx sanguineus, LIN.). Esta pequeña especie nos gusta tanto más cuanto que apareciendo al terminar el invierno, nos anuncia con su presencia la primavera. Tiene 5 líneas de largo; el color negro; y el coselete y los élitros colorados y aterciopelados. A menudo lo hallamos en las ventanas y hasta en lo interior de las casas.

El SEMILUNAR DORADO (Callidium arcuatum, FABR.). Encuéntrase muy a menudo en los troncos carcomidos de los árboles, donde establece su mansión: varía muchísimo en cuanto a su tamaño; por lo regular su longitud es de 5 a 8 líneas; el colorfundamental pardo negruzco y como aterciopelado; el de las patas y antenas, leonado claro; estas casi de la longitud del cuerpo; en la mandíbula superior tiene una faja transversa de amarillo de limón; otra igual en la cabeza entre las antenas; y otra finalmente de igual color en la base de la cabeza. En el coselete, el cual es ancho y redondeado termina por ambos extremos en unas listas iguales a las de la cabeza; pero solo se ven en la cara superior; y además en el centro del coselete existe otra línea amarilla y transversa, interrumpida por lo común en su parte media. El escudete es amarillo; y a los lados de este, en cada élitro se ve una mancha o punto amarillo. En la sutura más abajo del escudete hay una gran mancha, redonda y amarilla común a entrambos élitros; y siguiendo hacia la parte inferior, vénse en cada élitro tres fajas transversales curvilíneas o semilunares, cuyos extremos o puntos miran inferiormente: la primera de estas fajas no llega hasta la sutura; pero sí las otras dos, las cuales se ponen en contacto con las correspondientes del élitro del lado opuesto. Por último en el extremo de cada élitro, hay aún otra faja o mancha, que partiendo del ángulo externo, sube hacia la sutura. Todas las referidas manchas y listas están formadas por unos pelillos dorados. En su cara inferior este insecto es negro, con algunos pelos amarillos y cuatro rayas transversas de este mismo color en los anillos o segmentos abdominales.

Las Lamias, lo mismo que los priones y los capricornios, tienen la cabeza metida en el coselete, y los ojos escotados; pero se diferencian por la posición vertical de la cabeza.

La LAMIA CURCULIONOIDES (Lamia curculionoides, FABR.). Esta linda especie se halla en Francia; tiene 6 líneas de longitud; el color pardo ceniciento, con cuatro manchas u ojos negros en los élitros, y otras cuatro en el coselete; faltan en este las espinas.

La LAMIA CARPINTERA (Lamia aedilis, FABR.). Tiene 8 líneas de largo; el color gris ceniciento; el coselete espinoso y con cuatro puntos amarillos; los élitros redondeados en sus extremos, nebulosos, y con dos listas más oscuras y algo nudulosas, y las antenas muy largas. Encuéntrase esta especie en los almacenes de madera, en las vigas y tablones.

Hay otras varias lamias que han recibido diferentes nombres, sacados de su habitación o de su color como el sastre, el zapatero, el deshollinador; así como el funesto, la triste, la lúgubre, etc.

Diferéncianse los lepturos de los tres géneros precedentes en que tienen los ojos redondos, enteros o apenas escotados, y entonces las antenas se insertan hacia delante o cuando más al extremo anterior de dicha ligerísima escotadura. La cabeza guarda siempre una posición inclinada; el coselete es cónico o trapezoide y se estrecha por la parte anterior; por último, los élitros se estrechan también de un modo gradual.

El LEPTURO MORDIENTE (Leptura mordax, LATREILL.). Tiene 9 líneas de largo, sobre 3 líneas de ancho; la cabeza prolongada hacia atrás; pero sin estrecharse de repente; el coselete con espinas; el color gris; los élitros con nebulosidades, dos listas pardas poco aparentes, y dos líneas en relieve, y los muslos puntuados de negro. Este insecto es muy ruin y muerde con encarnizamiento al que pretende cogerlo.

El LEPTURO ESPOLONADO (Leptura calcarata, FABR.). Tiene 7 líneas y media de largo; la cabeza se estrecha de repente detrás de los ojos; el coselete carece de espinas. Este insecto es negro, con los élitros amarillos, delgados, con cuatro fajas negras; las antenas anilladas de amarillo y de negro, y las patas traseras dentadas. No es raro en los alrededores de París.




ArribaAbajoFamilia de los Éupodos

Los coleópteros de esta familia tienen el cuerpo oblongo, con la cabeza y el coselete más estrechos que el abdomen, el cual es grande. Todos los artículos de los tarsos, a excepción del cuarto, se hallan provistos de pelotillas; los muslos del tercer par a menudo se ven muy abultados; y de estas circunstancias toman el nombre de éupodos, que equivale a bellas patas. Las antenas son filiformes, o van gradualmente aumentando de grosor, y en todas las especies existen alas. El cuerpo es prolongado, lo mismo que en los longicornios; pero los ojos no rodean la raíz de las antenas. Viven estos insectos en los tallos y hojas de varios arbustos y yerbas terrestres o acuáticas. Divídese la familia en dos géneros, las Sagras y los Crioceros.

Las Sagras tienen las mandíbulas terminadas en punta aguda; la lengüeta profundamente escotada o bilobulada, y los muslos traseros enormemente abultados: todos son exóticos y notables por sus hermosos matices, verde, dorado o colorado.

La SAGRA ESPLÉNDIDA (Sagra purpurea, FABR.). Es una especie perteneciente a la China; tiene su cuerpo 8 ó 10 líneas de largo; el color verde-dorado hermoso, con reflejos purpúreos; los muslos traseros, están provistos de tres dientes en su cara inferior; siendo la del medio muy fuerte y aguda.

Los Crioceros se diferencian de las sagras en que tienen los extremos de las mandíbulas truncados, con dos o tres dientes; y la lengüeta entera o muy poco escotada.

El CRIOCERO DEL LIRIO. Esta es una linda especie de 3 líneas de largo con el coselete y los élitros de un bello encarnado; el coselete se estrecha por los lados, y los élitros presentan puntos huecos dispuestos en líneas longitudinales. Este insecto se encuentra en toda Europa, y habita en el lirio blanco; cuando lo cogen óyese un ligero sonido, lo mismo que el producido por los capricornios, el cual se debe al roce de la prolongación posterior de la cabeza o del cuello, con las paredes anteriores del coselete, en que se introduce y vuelve a salir dicha prolongación al arbitrio del animal. Los hábitos de la larva son muy interesantes; y nada tan fácil como estudiarlos y comprobar las observaciones del ilustre Reaumur, de las cuales vamos a hablar. La hembra depone los huevos en la cara interna inferior de las hojas, en número de ocho o diez de que consta la puesta; los arregla uno al lado de otro, y quedan pegados a la hoja mediante un humor viscoso de que están como barnizados. Así que la larva nace puede ya hacer uso de las patas, lo cual se verifica a los quince días después de la puesta. Juntas se ponen en marcha una al lado de otra, presentando todas la cabeza en una misma línea. Los primeros días todas comen juntas, pues les basta con el parénquima de la hoja; pero al cabo de cierto tiempo se separan, y devoran las hojas en todo su espesor. Cuando comen dan un paso atrás de cuando en cuando: puesto que no toman la porción de hoja que tienen delante, sino la que se halla debajo de su cuerpo. Si este insecto en su estado completo atrae las miradas con lo vistoso de sus colores; al contrario su larva es repugnante, por el asqueroso traje que la envuelve, y además es corta, gruesa, blanda y provista de seis patas. A primera vista no se diferencia de la hoja, y solo vemos un montón de materia húmeda, de color y consistencia de las hojas maceradas y molidas; esta materia informe cubre una larva. Si se fija la atención, se verá en uno de los extremos de la masa la cabeza de la larva, la cual es negra, y a los lados los tres pares de patas, también negras, y terminadas en dos ganchitos, con los que el insecto se adhiere a la hoja. Habiendo dado la naturaleza a estas larvas una piel tierna, que hubiera podido haberse desecado por la acción del sol y del aire; al propio tiempo les ha suministrado los medios de ponerse al abrigo de ellos; abrigo que le proporcionan los propios excrementos. Así, por una disposición del todo excepcional de los dos últimos segmentos abdominales, los excrementos a su salida suben encima del cuerpo del insecto; luego los primeros son empujados más arriba por los sucesivos, llegando así hasta la cabeza. Favorecen esta ascensión las contracciones de la piel, y también el paso retrógrado que da cada vez que come una nueva porción de hoja. De todo resulta al insecto una especie de techo, que lo pone a cubierto de la sequedad, conservando la suavidad de la piel. Pero dicha materia no se adhiere al cuerpo de la larva; supuesto que se desembaraza de la misma cuando es sobrado voluminosa o dura; y le basta una comida de tres horas para sustituirle otra nueva. A los quince días de nacida, adquirió la larva todo su desarrollo; siendo entonces menos sucia, más ágil, y adquiere un matiz rojizo. Recorre las hojas con cierta inquietud, causada por la proximidad del tiempo en que debe mudar de forma. No tarda en bajar de la planta; húndese en la tierra, y se forma un capullo, cuyas paredes interiores cubre con un barniz blanco plateado, y en él queda encerrada. No forma este barniz la reunión de filamentos sedeños, sino que debe su formación a cierta baba o espuma que al endurecerse produce las láminas que tapizan el interior del capullo, cuyo exterior está compuesto de granos térreos. El color oscuro de estos capullos impide que se noten; y si abrimos uno de estos hallamos la ninfa, que contiene todas las partes de que debe constar el animal perfecto. Quince días después de su metamorfosis, taladra el criócero su capullo, sale de la tierra, y va a posarse en las plantas.

Al género de los crióceros pertenecen los Donacios, que se distinguen de aquellos por tener los muslos traseros grandes y abultados; largos los artículos de las antenas, y de igual grosor en toda su extensión. Estos insectos tienen colores brillantes y metálicos; los ojos globulosos y el abdomen casi triangular; viven en las plantas acuáticas, a las que permanecen fuertemente adheridos.

El DONACIO DEL NENÚFAR (Donacia nymphae, FABR.). Tiene 4 líneas de longitud; el color cobrizo o verde broncíneo superiormente; el coselete con dos tubérculos laterales y anteriores, con un surco dorsal, terminado hacia atrás por una ligera depresión; los élitros son estrechos, convexos y llenos de estrías puntuadas, y como arrugados transversalmente, en los muslos traseros tienen un diente. Este hermoso insecto hállase en Europa en las hojas del nenúfar y del iris de los pantanos.




ArribaAbajoFamilia de los Cíclicos

Esta familia abunda en especies; en ella los tarsos y antenas están conformes con los de los éupodos; pero el cuerpo ofrece casi siempre una forma redondeada (de ahí procede su nombre cíclicos); y la división externa de las maxilas, en vez de tener la figura de un lóbulo membranoso, se asemeja más bien a un palpo. Estos insectos son pequeños; tienen el cuerpo liso y sin vello, adornado por lo regular con metálicos y brillantes matices: en general son lentos y tímidos; y cuando queremos cogerlos, repliegan sus patas y antenas y se dejan caer al suelo. Algunas especies saltan muy bien, y las hembras son muy fecundas. Las larvas se alimentan de hojas. Componen esta familia cinco géneros y son: los Hispos, las Casidas, los Griburis, las Crisomelas y las Galerucas.

Los Hispos tienen las antenas insertas en la cima de la cabeza, aproximadas hacia delante, cortas y casi filiformes; la cabeza enteramente descubierta; dos o tres dientes en las mandíbulas; el cuerpo oblongo y el coselete trapezoideo. Solo citaremos el siguiente:

El HISPO NEGRO (Hyspa atra, LIN.). Llámanle vulgarmente castaña; tiene de largo 1 línea y media; el color negro opaco, y es muy espinoso; cada año de los primeros artículos de las antenas tienen una espina en la base; dos tiene el coselete reunidas al borde anterior; tres en cada borde lateral, y otra pequeña en cada ángulo posterior. Los élitros tienen grandes puntos en hueco, con varias líneas de puntas o espinitas, de las cuales las de los lados son algo mayores. Este insecto es harto raro en las cercanías de París; al paso que abunda al mediodía de Francia, donde vive en las hojas de las gramíneas.

Las Casidas tienen las antenas lo mismo que los hispos; de quienes solo difieren por su cuerpo redondeado, oval o casi cuadrado; el coselete, que es casi semicircular, cubre u oculta la cabeza formando un marco o cuadro con su escotadura anterior. Los élitros sobrepasan del cuerpo; las mandíbulas tienen cuatro dientes lo menos. Estos insectos, cuyo nombre deben a la forma del coselete, que cubre la cabeza como la visera de un capacete (Cassis), son notables por la extrañeza de sus formas y brillo de sus colores. Estos desaparecen muerto el insecto, pero puede restituírseles, teniendo el insecto sumergido por un rato en agua hirviendo. Las casidas andan con lentitud, y vuelan raras veces; viven en las plantas, y a menudo las hallamos al lado de sus larvas. Estas tienen seis patas; y lo mismo que los crióceros, se forman un cobertizo con sus excrementos; conviértense en ninfas sin hacer capullo, en las mismas hojas donde pasan su vida, a las que se pegan por los dos segmentos siguientes a las patas traseras; en esta posición permanecen hasta haberse desembarazado de su piel de larva, la cual hacen resbalar hacia abajo del cuerpo hasta el último segmento, y en él se recoge en un pelotón y sirve para sostener la ninfa en la hoja. Estas ninfas son planas, ovales, verdes, y miradas por la parte superior se distinguen todos los miembros de que ha de constar el animal perfecto, el cual se muestra a los veinte días después del cambio de la larva.

La CASIDA VERDE (Cassida viridis, LIN.). Es la especie más conocida en Europa; su longitud es de 3 líneas, y su anchura de 2, el coselete largo y algo complanado, con rebordes también planos y muy salientes, que cubren del todo la cabeza; los élitros presentan estrías formadas de puntos, y también sobresalen mucho del cuerpo; lo cual da al insecto cierta semejanza a una pequeñísima tortuga; toda la cara superior de la cásida es lisa, y de color verde de manzana; por debajo vese el cuerpo del animal más pequeño y angosto que los élitros, y de color negro, a excepción de las patas, que son de un matiz claro. Encontramos a este insecto en las plantas de la familia de las rubiáceas y en los cardos.

La CASIDA GIBOSA (Cassida gibbosa, FABR.). Es una especie perteneciente al Brasil; tiene de 8 a 9 líneas de longitud, sobre 4 de anchura; el color negro; el coselete escotado en su parte anterior, y en sus dos cavidades anchas y superficiales tiene una mata de pelillos dorados; los élitros son negros, velludos, ahuecados en forma de red, cuyas mallas se ven también puntuadas, con pelos amarillos lisos; sus bordes son negros; en la línea que forman con su unión, se ven abultados formando una especie de giba.

La CASIDA SUTURAL (Cassida suturalis, FABR.). Esta linda especie pertenece al Cabo de Buena Esperanza: tiene 5 líneas de largo; el cuerpo pardo, lo mismo que las antenas; el capucho se halla tirado hacia delante, y es entero; los élitros anchos y amarillos; su sutura parda, lo mismo que la línea de su unión con el primer artículo del coselete.

La CASIDA BORDADA (Casida marginata, LIN.). Aseméjase a la precedente; es negra azulada; con los élitros amarillo-rojizos, y los élitros con los bordes del coselete de un azul oscuro. Esta especie pertenece a las Indias orientales.

Los Griburis tienen las antenas insertas delante de los ojos y apartadas; la cabeza metida en el coselete, el cual es abovedado en forma de capuz, de modo que mirado el animal por la superficie inferior parece decapitado. Estos insectos son lentos y pesados; viven en las plantas, a las cuales causan bastante daño, pues echan a perder las yemas a medida que se desarrollan, no cortándolas o royéndolas, sino macerando las hojas.

El GRIBURI SEDEÑO (Criptocephalus sericus, FABR.). Tiene de 3 a 4 líneas de longitud; superiormente es de un hermoso verde brillante y sedoso; su figura es algo prolongada; el coselete es convexo y cubierto de puntitos separados entre sí; las antenas y los tarsos son negruzcos; los élitros cuajados de puntitos que se tocan; lo que hace el animal menos liso, al paso que comunica mayor riqueza a su color. Encuéntrase en Francia en los sauces y en los cardos.

El GRIBURI DE LA VID (Eumolpis vitis, FABR.). Su longitud es de 2 líneas sobre 1 línea de anchura; la cabeza negra, lo mismo que las antenas; y el coselete pardo lustroso, abultado y como giboso en su parte media, el abdomen ancho y cuadrado; los élitros, de color de sangre y sembrados de pelillos; la superficie inferior del insecto es negra, y las patas muy largas. La larva, que se encuentra en las vides, causa tales daños que la hacen temible a los agricultores. Preséntase por la primavera; su color es oscuro el cuerpo oval y provisto de seis patas escamosas y la cabeza armada con dos maxilas bastante fuertes. Esta larva no tan solo devora las hojas ya crecidas de la vid, sino también las yemas y renuevos, y hasta el pedúnculo de la uva en el punto que sale de la yema; y cuando no la destruye del todo, altera su organización, y como la uva recibe en este caso jugos mal elaborados queda flaca y ahilada.

El GRIBURI CON CUERNOS PECTÍNEOS (Labidos tomis taxicornis, FABR.). Es una hermosa especie perteneciente al mediodía de Francia y de Europa; las antenas son dentadas en forma de sierra o de peine; la cabeza y el coselete azules, y los élitros amarillos; por último, los pies del primer par son muy largos.

Las Crisomelas tienen las antenas dispuestas lo mismo que los griburis; y solo se diferencian en su cuerpo ovalado, saliente, o meramente inclinado.

La CRISOMELA DEL ÁLAMO (Crisomela populi, LIN.). Es una de las especies más comunes de su numeroso género. Tiene 6 líneas de longitud; la forma oval y oblonga; el color azul-verdoso, con los élitros leonados; señalado el ángulo interno de sus extremos con un punto negro; las antenas son también negras, y constan de once artículos, que van sucesivamente aumentando de grosor; en los lados del coselete hay dos fositas oblongas. Encontramos a este insecto en los sauces y álamos, cuyas hojas roe la larva, dejando intactas sus nervosidades. Esta larva echa muy mal olor, y cuando la tocan trasuda de su cuerpo una especie de aceite amarillento.

La CHRISOMELA TENEBRICOSA, (Chrysomela tenebricosa, FABR.). Es una especie grande de 6 a 7 líneas de longitud; todo el cuerpo es de un negro violáceo; las esponjitas de los tarsos son amarillentas; pero su carácter especial consiste en tener los élitros unidos y formando un solo estuche, pero que no cubre alas membranosas. Encuéntrase en toda Francia en el césped.

La CHRISOMELA SANGUINOLENTA (Chrysomela sanguinolenta, LIN.). Es del tamaño de la del álamo; negra, con los élitros ásperos, rojo-sanguíneos en sus bordes; y en las alas membranosas se ve un baño de ese mismo color.

La CHRISOMELA GLORIOSA (Chrysomela gloriosa, FABR.). Es algo más pequeña, su color verde brillante, con una línea azul en el centro de cada élitro. Lo mismo que la precedente, encuéntrase en las labiadas, en toda Europa.

La CHRISOMELA CEREAL (Chrysomela cerealis, LIN.). Llámala Geoffroy Arlequín dorado. Superiormente es dorada, con tres fajas azules longitudinales en el coselete, y cinco en los élitros. Encuéntrase en los sitios áridos y elevados, especialmente en los retamares, y es una de las especies más hermosas de Francia.

Las Galerucas tienen las antenas lo menos tan largas como la mitad del cuerpo, y de igual grosor en toda su extensión, o bien engrosándose gradual e insensiblemente hacia sus extremos; insértanse entre los ojos y a corta distancia de la boca, y en general se aproximan entre sí por su raíz, junto a una pequeña arista longitudinal; el cuerpo es ovalado o hemisférico. De estos insectos unos son saltadores y otros no; y estos últimos tienen todos iguales las patas.

La GALERUCA RÚSTICA (Galeruca rustica, FABR.) Tiene de 3 a 4 líneas de longitud; el color superiormente negro, y gris en su cara inferior, con puntos huecos y líneas en relieve en los élitros. Esta especie vive en los prados y árboles en casi toda Europa.

Las galerucas saltonas o saltadoras, se conocen en el abultamiento de sus muslos traseros, y se designan con el nombre de Alticas; son muy pequeñas, pero de ricos colores; saltan a mucha altura y devastan las hortalizas; por lo que las llaman vulgarmente pulgas de jardín.

La ALTICA DE LA HORTALIZA (Altica oleoracea, LATREILL.). Tiene 2 pulgadas de largo; la forma oval y prolongada; el color verde o azulado, con una depresión transversa en el coselete, y los estuches finamente puntuados. Este insecto es muy abundante en las huertas, especialmente en las plantas crucíferas, cuyas hojas acribilla.




ArribaAbajoFamilia de los Clavipalpos

Los insectos que componen esta reducida familia tienen por caracteres las antenas terminadas en clava perfoliada y muy distinta; y las maxilas provistas en su interior de un grande diente córneo; su cuerpo es convexo o hemisférico; los palpos terminan en un artículo más grueso; y de ahí toman el nombre de clavipalpos, que equivale a palpos en forma de clava. Son animales roedores, y viven en los hongos de los árboles, y debajo de la corteza.

El EROTILO GIGANTE (Chrysomela gigantea, LIN.). Esta especie exótica es de forma oval, de color negro, con un sinnúmero de manchitas encarnadas y algunas reunidas en los élitros. Este insecto pertenece a la América meridional, y procede de la Guyana, y de Surinam.

Vamos a tratar de la cuarta sección de los coleópteros; a saber, de los trímeros, cuyos tarsos se componen todos de tres artículos solamente. Esta sección comprende tres familias; los Fungícolos, los Selafios, y los Afidilagos.




ArribaAbajoFamilia de los Fungícolos

Estos insectos tienen el cuerpo oval; las antenas compuestas de once artículos, terminados en forma de clava, y más largos que la cabeza y el coselete; los élitros cubren enteramente el abdomen, y el penúltimo artículo de los tarsos se halla profundamente bilobulado. Los insectos de esta familia viven debajo de las cortezas, o en los hongos de los árboles, de cuya circunstancia toman el nombre de fungícolos. Solo citaremos la especie siguiente:

El ENDOMICO ESCARLATA (Chrysomela coccinea, LIN.). Es negro; y su coselete sanguíneo, con una mancha negra; los élitros del mismo color que el coselete, con dos manchas negras en cada uno. Hállase esta especie en los alrededores de París.




ArribaAbajoFamilia de los Afidífagos

Los insectos que componen esta familia, tienen el cuerpo redondeado; el coselete muy corto, transverso y casi de figura semilunar; la cabeza descubierta; las antenas compuestas de once artículos bien distintos, formando los últimos una clava en figura cónica inversa. Casi forma esta familia el género coccinela exclusivamente.

Las Coccinelas tienen el cuerpo casi hemisférico, y el penúltimo artículo de los tarsos profundamente dividido en dos lóbulos; lo vistoso de sus colores, la viveza de sus movimientos, y especialmente su aparición precoz las hacen muy notables. Cuando las coge alguno repliegan las patas; por las articulaciones de los muslos con las piernas hacen salir cierto humor amarillo de olor fuerte e ingrato. Estos animalejos se alimentan de pulgón, y por esto se llaman afidífagos. De la misma clase de alimento usa la larva, y coge a los pulgones con las patas delanteras, con las que las lleva a la boca. Son estas larvas muy carnívoras, tanto que a veces se devoran entre sí. Para convertirse en ninfas péganse a las hojas mediante un mamelón carnoso que tienen en el extremo del abdomen, del cual trasuda un humor glutinoso. Poco a poco el cuerpo se acorta, y a los dos o tres días se desembarazan de la piel, que se desliza y recoge en el extremo del vientre, de modo que forma una especie de nido; y en él queda metida la ninfa por la parte inferior del cuerpo. Es amarilla con pintas negras. Después de doce o quince días de haberse metamorfoseado la larva nace el insecto en su estado de perfección. Las coccinelas jóvenes son descoloridas con los élitros blandos y flexibles; pero en breve la acción del aire les da color y comunica a los élitros la consistencia que deben tener. Cuando tratemos de la historia de los pulgones, se verán los terribles enemigos a que están expuestos estos animales indefensos, entre cuyos enemigos no es la coccinela el menos temible; pues desde que nace la pequeña larva ya anda a caza de pulgones; tanto más cuanto que la madre tuvo buen cuidado de colocar el huevo en un sitio en que abunda esta especie de caza. Cuando ha despoblado una hoja, pasea a la inmediata, que regularmente está cuajada de dichos animalejos; y si pasadas algunas horas se examinan todas las hojas, entonces podrá juzgarse de la voracidad de la larva, por el sinnúmero de pulgones muertos, a los cuales ha chupado el humor. Pueden criarse coccinelas debajo de una campana o globo de cristal suministrándoles alimento; es decir, hojas cubiertas de pulgón. El género de las coccinelas es muy natural, y por la misma razón la clasificación de sus especies no deja de presentar bastantes dificultades; pues solo se distinguen entre sí por ligeras diferencias en el fondo del color y en las machas. A más de esto, el cruzamiento de especies vecinas ha producido un sin número de variedades, de las cuales se han hecho especies que embarazan aún a los naturalistas. Nos contentaremos con dar la descripción de las tres o cuatro que se hallan más difundidas.

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Coccinela de siete puntos.

La COCCINELA DE SIETE PUNTOS (Coccinela septem punctatu, LIN.). Tiene unas 3 líneas de largo; el color negro; los élitros colorados, con tres puntos negros en cada uno, y uno que forma el séptimo dividido entre ambos élitros debajo del escudete, la cabeza negra, con dos puntitos blancos; el coselete también negro intenso y lustroso, con un rasgo blanco amarillento a cada lado. Este insecto saca especialmente de los tilos el botín; la larva es gris, con manchas negras y blancas.

La COCCINELA DE DOS PUNTOS (Coccinela bipunctata, LIN.). Tiene 2 líneas y media de longitud; la cabeza negra, con dos puntitos blancos; el coselete también negro con dos manchas laterales, y otro en figura de corazón, pequeñita, situada en su parte posterior inmediata al escudete; los élitros son colorados, y en el centro de cada uno tiene un gran punto negro. Encuéntrase este insecto en diversos árboles. La larva vive particularmente en los alisos, y es negra, larga y con manchas amarillas.

La COCCINELA DE SEIS PÚSTULAS (Coccinella quadripustulata, LIN.). Es del tamaño de la precedente, negra, con los lados del coselete delicadamente bordados de blanco; dos manchas coloradas en cada élitro, la una en la espalda, y la otra junto a la sutura, algo más allá del medio. Esta linda especie encuéntrase en todos los jardines; y podemos asistir a su comida por poco que observemos los pulgones que cubren los árboles y arbustos de la familia de las rosáceas.