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Cabal! Usado como interjección, aprueba, afirma o corrobora lo que otro acaba de decir. En igual caso usan en el Perú ¡Cabales!, según Arona (p. 143), quien copia un pasaje de Fernán Caballero para comprobar que también se usa en España.

Cabalonga. f. Haba de S. Ignacio:   —62→   semilla de la Ignatia amara. Úsase para envenenar perros (Farm. Mex., página 38).

Cuba. PICHARDO, p. 53; MACÍAS, p. 206.

Caballada. f. Manada de caballos o de yeguas.

Esta palabra no aparece en el Diccionario, a pesar de hallarse en el de Autoridades, en el de Terreros y en el de Salvá. También se usa por el conjunto de caballos de servicio, y así un jefe de caballería dice que trae despeada o rendida la CABALLADA.

«Porque acudiesen los soldados que estaban de custodia en la caballada» (ESPINOSA, Vida del P. Margil, lib. II, cap. 24). «Los indios bárbaros dan un asalto en esta ó en la otra hacienda, y se llevan los ganados y caballada» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LXXIII, n. 3). «El motivo fué que junto al mencionado río estaban paciendo la caballada y muchas bestias de carga» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., parte I, lib. 2, cap. 11). «Caballada bruta ó mansa, mulada, pastorías, en fin, lo que se proporcionaba» (Astucia, tom. II, cap. 6, p. 145).

Río de la Plata. «Conjunto de caballos, sea cual fuere su número, con especialidad cuando están destinados á un determinado objeto, como los que se echan por delante en un vehículo para remudar los de tiro, los que pertenecen á un cuerpo de ejército, ó los de una mensajería» (GRANADA, p. 123).

2. Torpeza o necedad.

Cuba. PICHARDO, p. 54; MACÍAS, p. 207. Guatemala. BATRES, p. 147.

Caballazo. m. Encontrón que da un jinete a otro, o a alguno de a pie, echándole encima el caballo.

«Tres ó cuatro rancheros acudieron á su defensa, y rodeándome, me habrían acribillado á cuchilladas y á balazos, á no haber aparecido en ese momento, como un Santiago, mi fiel asistente Martín, llamando á gritos al escuadrón, que no existía, y repartiendo á diestra y siniestra caballazos y cuchilladas» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 16). «Lo acabó de salpicar, teniendo que meterse á gran prisa, por no recibir un caballazo» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 34). «No tengo valor para darte un caballazo» (ID., ib., p. 36).

Caballerango. m. El mozo que en las haciendas o casas particulares cuida y ensilla los caballos.

«Esto hace que tenga que hablar con todo el mundo, y que lo que no sabe por la ama de la casa lo sepa por el cochero, por el lacayo ó por el caballerango» (FACUNDO, Mariditos, cap. 4). «Pero el caballerango no supo darle la dirección». «El vicario escribió la carta. Doña Pancha se la entregó al caballerango» (DELGADO, La Calandria, XV). «A las doce vino el caballerango» (ID., ib., XXIV).

Caballería. f. Medida agraria, cuya extensión varía según los países. No es fácil asignar la que se le atribuía en las primitivas mercedes hechas a los conquistadores y pobladores. Hoy se conoce con este nombre un paralelogramo de 1104 varas de largo por 552 de ancho, o sean 609408 varas cuadradas, que corresponden a 42 hectáreas, 79 áreas, 53 centiáreas y una fracción. Adoptado oficialmente el sistema decimal para las medidas agrarias, el nombre de CABALLERÍA ha desaparecido de los documentos oficiales e instrumentos públicos; pero se conserva en el trato. En estos últimos tiempos han dado ciertos jefes militares en usar el plural CABALLERÍAS para designar el conjunto de cuerpos, destacamentos o pelotones de esa arma, y dicen: Despaché por tal rumbo las CABALLERÍAS. No era propio el terreno para que pasasen las CABALLERÍAS. Disparate excusado y anfibológico; porque en ambos ejemplos puede entenderse que se trata de las CABALLERÍAS o bestias de silla, sin jinetes.

«Esperaremos que la tropa se acabe de alejar, y me iré á buscarlo, pues es regular que esté con sus caballerías» (Astucia, tom. II, cap. 11, p. 344).

Caballete. m. La penúltima acepción que le da la Academia debe considerarse como anticuada, por no haber ya prensas de imprenta que tengan la pieza de ese nombre.

2. En Minería es la masa de roca más o menos grande que se atraviesa en la veta, generalmente sin alterar sus condiciones geognósticas. Los mineros suelen darle, por comparación, el nombre de borrasca.

Caballito del diablo. m. Con este nombre se conocen en México diferentes especies de insectos del orden de los neurópteros, familia de las libélulas. Las dos más comunes son el Lestes grandis, y la Aesna multicolor. Tienen, como todos los neurópteros, cuatro alas membranosas, trasparentes y reticuladas.   —63→   Según las especies varían los colores, y el tamaño es por lo común como el de una mariposa grande.

Cuba. PICHARDO, p. 54; MACÍAS, p. 208.

Caballo. m. Min. Asiento de jarcia tejido en forma de hamaca que se coloca en un extremo del cable para subir y bajar por el tiro.

DAR CABALLO. Tomar cuatro personas a otra por brazos y piernas; y ya tendida, montar otra sobre el cuerpo del paciente, al cual alzan y bajan como si le manteasen. Además de eso y de las costaladas que da en el suelo, sufre los talonazos que el jinete le aplica en el movimiento ascendente.

«Le dieron culebra, caballo, manta y cuanto les ocurrió» (Astucia, tom. I, cap. 7, página 125).

Encuentro también la palabra CABALLO en un refrancillo que nunca he oído, ni hallado en otra parte.

«Vd. es como el caballo de S. Panuncio, donde no brinca se asoma; pero se quedará echando agua como el león de la fuente» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 73).

Del contexto se deduce que el refrancillo del caballo se aplica al que en todo se mete, y si no descubre a las claras sus designios, los da a entender; y lo del león de la fuente es llevarse chasco.

SER DE A CABALLO, expr. fam., fumar cigarro puro, y no de papel. Dícese al que ofrece uno de éstos.

«Sánchez sacó cigarros. ¿Fuma Vd.?, le dijo á su vecino. -Soy de á caballo» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 12).

Cabañuelas. f. pl. Se llama así a los doce primeros días del mes de enero, con relación al vano pronóstico que del tiempo que hace en cada uno de ellos se saca vulgarmente para presuponer el que hará en cada uno de los doce meses del año. Algunos cuentan además otra serie de CABAÑUELAS del 13 al 24 de enero; pero en orden inverso, de manera que el 13 corresponde a diciembre y el 24 a enero.

Se halla este artículo en el Suplemento del Diccionario; pero allí se dice que el pronóstico se saca de los veinticuatro primeros días del mes de agosto. Terreros y el Diccionario de Autoridades le refieren al de enero, como nosotros.

Cabeceada. f. Cabezada; por «Inclinación de la cabeza hacia el pecho del que se va durmiendo y no está acostado» (Dicc.). También es la acción de alzar y bajar con rapidez la cabeza el caballo. Me parece bien formado del verbo CABECEAR, y se evita la equivocación con cabezada, el golpe que se da con la cabeza o se recibe en ella, y con cabezada, arreo del caballo.

Cabero, ra. adj. La Academia califica de anticuado este adjetivo, y no le da otra acepción que la de último. Nosotros le usamos todavía en casos especiales. Llamamos CABERO o CABERA al caballo o yegua que va en el extremo exterior de la cobra; en lo cual nos acercamos a la definición del Diccionario de Autoridades, que es: «El que es postrero y último, como el caballo, macho ú otro animal cuadrúpedo que va de reata en el último lugar».


«La carretela estiraba
Cuando no servía de silla,
Y alguna vez en la trilla
De cabero lo plantaba».


(Chamberín, p. 44)                


Los albañiles llaman vigas CABERAS a las que están en los extremos o cabos de los techos, junto a las paredes.

Cabeza. f. CABEZA DE LOBO. Pretexto colorado que alguno toma para sacar provecho.

«No han servido ni sirven los dichos hospitales sino para dos ó tres mancos ó paralíticos, cuando mucho, y á veces sólo uno, que sirve allí de cabeza de lobo para que los principales hagan sus mangas» (Cód. Franc., p. 74). «Y muchas de ellas [las iglesias] ni las han de acabar, ni han de servir de otra cosa sino de cabeza de lobo» (Cód. Mend., tom. I, p. 139). «La séptima [cosa que hay que remediar] es este repartimiento de que trato, que es cabeza de lobo y lima sorda que va consumiendo á los miserables indios» (Id., tom. II, p. 105). «No es el trigo sino cabeza de lobo, y lo que pretenden los que lo piden y quieren llevar adelante es engordar y ensanchar y tener más para sus vanidades y superfluidades con el sudor y sangre de los pobres indios» (MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. IV, cap. 38).

«La ocasión que uno toma para aprovecharse, como el que mata un lobo, que llevando   —64→   la cabeza por los lugares de la comarca, le dan todos algo, cada uno como puede, en gratificación del bien que ha hecho en matar un animal dañino y pernicioso» (COVARRUBIAS).

«Lograr cabeza de lobo, aprovecharse de la ocasión para su interés, como el que coge un lobo va por los lugares para que le den algo, por haber librado los contornos de un animal nocivo» (TERREROS, art. Cabeza).

El Diccionario trae la frase «Ser cabeza de bobo, tomar pie ó pretexto de una cosa para abonar de este modo actos vituperables». No me parece clara la explicación. ¿El sujeto de ser es el mismo de tomar, como parece pedirlo el sentido? ¿La cabeza de bobo es el que toma el pretexto, ó el pretexto mismo?

CABEZAS. Por antonomasia, las de carnero asadas en horno, que en unas parihuelas y dentro de un horno portátil para que no se enfríen, llevan dos hombres por las calles. Para pregonar su mercancía gritan: A las CABEZAS calientes de horno.


«Buenas cabezas, Tomás,
Están del gobierno en torno;
Pero á mí me gustan más
Aquellas calientes de horno».


(PLAZA, «Epigramas»)                


ECHAR DE o POR LA CABEZA. Descubrir por inadvertencia o con mala intención la parte que alguno ha tenido en un negocio o enredo, de lo cual puede venirle perjuicio o responsabilidad. También se dice cuando alguno maneja con torpeza la negociación que se le ha confiado, y origina pérdida al dueño.

«Cuando haya cogido en su red á cuantos incautos pueda, los echa por la cabeza: los denunciados son perseguidos...» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 141).

METER CABEZA. Encapricharse. Corresponde a Meter la cabeza en un puchero, que trae el Diccionario.

«Adonde el muchacho meta cabeza, hace lo que se le antoje» (Astucia, tom. I, cap. 294).

VOLVERSE CABEZA. Aturdirse, perder la cabeza, no hallar salida, por la multitud de negocios o de acontecimientos que sobrevienen simultáneamente.

«Entretanto Sánchez, según expresión de él mismo, se había vuelto cabeza» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 12).

Cablegrama. m. neol. Parte o despacho telegráfico trasmitido por cable submarino. Esta fea palabra híbrida, introducida poco ha por los periodistas, tiene la ventaja de indicar, desde el título, que la noticia proviene del otro lado del mar.

Venezuela. RIVODÓ, p. 55. Guatemala. BATRES, p. 172.

Cabo. m. Tela que antiguamente venía de China, y que ignoro cuál era.

«La camisa era muy fina, las enaguas blancas lo mismo: tenía las de encima casi nuevas, de fino cabo de China» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 3, p. 128).

CABOS, dice el Diccionario que son «Cola y crines del caballo ó yegua». Olvidó lo principal: los pies; que, a lo menos entre nosotros, es lo que particularmente se entiende por cabos; y parece que así lo cree también el Diccionario de Autoridades: «CABOS. En los caballos y yeguas se entienden los pies, el hocico y la crin de cualquiera color. Equorum extremæ partes».

MUCHOS CABITOS HACEN UN CIRIO PASCUAL, decimos por «muchos pocos hacen un mucho». En igual sentido trae el Diccionario: Muchas candelillas hacen un cirio pascual.

CABO DE ESCUADRA dice el Diccionario; pero acá por abreviar decimos CABO ESCUADRA. Del mismo modo al CABO DE CUARTO, el que está de turno en las guardias para acudir al llamado de los centinelas, llamamos CABO CUARTO.


«Eran el cetro, el hisopo
Los símbolos del poder;
La vara del cabo escuadra...».


(Don Simplicio, enero 2, 1847)                



«Y el rígido cabo cuarto
Me coloca con afán
En la orilla de una acequia,
En un sucio lodazal».


(Don Simplicio, oct. 24, 1847)                


«Enfadado de ser divinidad en Roma [...] cabo-escuadra en Prusia y filósofo en Francia...» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 7). «Los centinelas de palacio llamaron al cabo cuarto, para denunciarle el pelotón de gente, conforme á Ordenanza» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 6).

  —65→  

«... Y por consigna
De que ya estaba uno harto,
Oir esta razón del cabo cuarto...».


(FACUNDO, 13 de set. de 1847)                


En CABO DE ESCUADRA dice el Diccionario: «Es el primer grado de la milicia». Bueno fuera añadir algo, para evitar la anfibología que resulta de la voz primer, que tanto puede significar el primer grado que se obtiene en la milicia, subiendo, como el grado más alto a que en ella se puede llegar.

Cabrestear. n. Úsase en México, con rara excepción, en vez de cabestrear. Salvá trae Cabrestear, como anticuado.

«Le dí un agarrón á tan buen tiempo de la corbata, que cabresteando muy aprisita bajamos al patio» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 91).

Bogotá. CUERVO, § 511. Ecuador. CEVALLOS, p. 42. Guatemala. BATRES, p. 149.

ORTÚZAR, p. 62.

Cuervo (§ 511, p. 367) y Rivodó (p. 269) observan, con razón, que éste es un verbo intransitivo que significa seguir sin repugnancia la bestia al que la lleva; pero no la acción de llevarla. Ejemplos de ese mal uso tenemos aquí como allá.

«-No cabe de gusto desde que vió pasar á Silvestre [el guía] que va cabresteando al amo Astucia» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 138).

O CABRESTEA O SE AHORCA. Si no lo hace por bien, lo hará por mal.

«Ó cabresteas ó te ahorcas» (Astucia, tomo I, cap. 7, p. 130). «Donde lo coja á cargo, cabrestea ó se ahorca» (Id., tom. II, capítulo 3, p. 27).

Cabrestero. m. Cabestrero, el que hace y el que vende cabrestos (o sea cabestros).

Cabresto. m. Es tan general en México el uso de esta forma, que causa extrañeza oír la correcta cabestro. Salvó la califica de anticuada, y en efecto, la encuentro en un manuscrito del siglo XVI.

«Destos magueyales se aprovechan de hacer miel, vino, mantas de nequén, jáquimas y cabrestos» (Descr. de Zempoala, 1580, MS.)

Bogotá. «Generalmente, y ojalá fuera mentira, hemos oído decir á la gente cabresto y cabrestear» (CUERVO, § 511, p. 367). Cuba. PICHARDO, p. 115. Ecuador. CEVALLOS, página 42. Guatemala. BATRES, p. 148.

ORTÚZAR, p. 62.

CABESTRILLO es la «cadena delgada de oro, plata ó aljófar que se traía al cuello por adorno». Aquí se convertía en CABRESTILLO.

«Pérdidas. El 28 del pasado un cabrestillo de oro» (Diario de México, tom. II, p. 200).

El Diccionario Marítimo trae CABRESTILLO, por cabo delgado.

DAR EL CABRESTO POR LAS CORVAS, frase de rancheros; concebir vehementes sospechas de un mal.

«Esa maldita de Dolores cada día me fastidia más con sus celos: ya le ha dado el cabresto por las corvas» (Astucia, tom. I, capítulo 2, p. 34). «Me propuse espiarla para averiguar el motivo, pues no dejaba de darme el cabresto por las corvas» (Id., tom. II, capítulo 1, p. 16).

Cabriola. f. Ya que el Diccionario admite voces de Equitación, podría dar a CABRIOLA el lugar que entre ellas le corresponde, y que le concedió Terreros. Es el salto que da el caballo, disparando un par de coces mientras se mantiene en el aire. Faltan también las voces análogas balotada, y grupada: en la primera, el caballo da el salto mostrando al mismo tiempo las herraduras traseras, sin disparar las coces; en la segunda, recoge los cuatro remos al saltar, y no muestra las herraduras ni dispara las coces.

Cabrito. m. Muchacho que en las obras se ocupa en sacar escombros, o en otras faenas apropiadas a su edad.

Cabro. m. Macho cabrío.

«No disputarían sobre cuál de sus barbas era más parecida á la de un cabro» (ALZATE, Gacetas de Literatura, 8 de julio de 1795).

Bogotá. «El macho de la cabra no es cabro sino cabrón, ó en lenguaje más culto, macho cabrío, ó simplemente cabrío» (CUERVO, § 183).

Esta censura nos prueba que CABRO se usa en Colombia; lo mismo en el Ecuador (CEVALLOS, p. 42), en Chile (RODRÍGUEZ, p. 74) y en Guatemala (BATRES, p. 149). La voz vino de España. Terreros la trae, y se encuentra en Quevedo:


«¿Abro puerta sin toser,
Y sin decir yo soy cabro».


(TALÍA, ed. Rivad., tom. LXIX, p. 218)                


ORTÚZAR, p. 62.

Cábula. f. Probablemente corrupción   —66→   de cábala, cuya última acepción es «negociación secreta y artificiosa». Con este significado hallamos la voz en el Ecuador (Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 62), en Guatemala (BATRES, p. 149) y en Chile (RODRÍGUEZ, p. 74; ORTÚZAR, p. 62); pero aquí la he oído usar más bien por superstición, conforme a la 2.ª acepción de cábala en el Diccionario.

Cacahuacentli. (Pronunciado generalmente cacahuacintle. Del mex. cacahuacentli, mazorca o piña de cacao, MOL.; maíz como cacao, MEND.). m. Variedad de maíz, de grano más redondo, blanco y suave que el común, de cuya harina se hacen los tamales cernidos y varias clases de bizcochos.

«Agrégasele [al chocolate] la misma cáscara del guayaquil; y acaso, acaso, maíz cacahuacentle tostado» (Diario de México, tomo VIII, p. 545).

Cacahuate. (Del mex. tlalcacahuatl; de tlalli, tierra, y cacahuatl, cacao: cacao de tierra. Arachis hypogæa). m. Planta que se cultiva en muchos lugares de la República, para aprovechar su tubérculo, el cual, tostado, es comestible y se consume en grandes cantidades; también se saca de él aceite. En el interior le llaman taltacahuate, que es más conforme a la etimología. En Andalucía avellana americana. El Diccionario da como sinónimos CACAHUATE y CACAHUETE; esta última forma es aquí desconocida. Para Terreros no son sinónimos. El CACAHUATE es el maní de Cuba. (PICHARDO, pp. 56, 242; MACÍAS, p. 215; ARMAS, p. 69).

«Montañas de cacahuates tostados y nueces frescas» (DELGADO, La Calandria, XXIX).

Como los vendedores de CACAHUATE, al pregonar su mercancía omiten el nombre de ella, y sólo gritan «al tostado de horno», se llama así festivamente al CACAHUATE.

«No se omitió el ordinario tejocote ni el tostado de horno» (FACUNDO, Las Posadas, IV).


«Verás qué contentos
Y qué algarabía;
Puestos de tostado
Naranjas y limas».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Las Luces del Carmen», p. 257)                


NO VALE UN CACAHUATE, se dice de una persona o cosa despreciable.

Cacahuatería. f. Este nombre se daba antiguamente en México a las tiendas de comestibles; hoy está olvidado. Los cacahuates no se venden ya en tiendas, sino en grandes montones al aire libre, con ocasión de ciertas fiestas, como la de Navidad, etc.

«Viernes 26, á más de las diez de la noche llegaron á la cacahuatería de Antonio Blanco, en la esquina frente de la Santísima Trinidad, unos embozados» (Diario de ROBLES, 1698, tom. II, p. 226). «La noche del día 24 se prendió fuego por descuido en una tienda de cacahuatería» (Gaceta de México, diciembre 1733). «Como el [incendio] que hubo la noche del 12 en una tienda de cacahuatería» (Id., marzo 1738). «Al amanecer del 28 se prendió fuego á una tienda de cacahuatería» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1753, tomo I, p. 105). «Fué tal su voracidad [del fuego] que abrasó [...] una tienda de cacahuatería» (ID., ib., p. 130). «Han de tener precisamente en sus casas, almacenes ó tiendas de cacahuaterías, su fusil, bayoneta, etc.» (Id., 1757, tom. III, p. 168).

Cacahuatero, ra. m. y f. Antiguamente el que tenía tienda de comestibles; ahora el o la que vende cacahuates en puestos ambulantes.

«Viernes segundo de cuaresma, 26 de Febrero, se alteraron los vecinos cacahuateros» (Diario de GUIJO, 1649, p. 37). «Pregonóse que ningún tabernero anduviese vestido de negro, ni trajese golilla; que los cacahuateros vendiesen sólo cacao y azúcar» (Id., 1653, página 259). «La [cofradía] de los cacahuateros» (Id., 1662, p. 493). «Se descubrió el robo de Negrete, el cacahuatero de Jesús María» (Diario de ROBLES, tom. II, p. 43). «Sábado 5 amaneció muerto junto á S. Sebastián un gachupín armado de coleto, espada y daga, cacahuatero junto á Sta. Inés» (Id., p. 44). «Jueves 22 se degolló un gachupín, cacahuatero, en la esquina de la Profesa, estando haciendo balance» (Id., 1694, p. 146). «Al cacahuatero de la esquina en frente de la torre de la misma iglesia [la Merced] le robaron á la misma hora muchas prendas que tenía empeñadas» (Id., 1701, p. 344). «Sonríe la buñolera, la portera, el peluquero, el fondista, el cacahuatero» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 2).

Cácalo. m. fam. Yerro, disparate, gazafatón.

* Cacalote. (Del mex. cacalotl, cuervo. MOL.). m. Nombre que el vulgo da al cuervo.

2. Suele usarse asimismo por CÁCALO;   —67→   y en esta acepción es también voz de Cuba, según Salvá. Pichardo no la trae; pero sí Macías, y Armas (p. 68).

3. Granos de maíz tostados al fuego hasta que revientan.

«Pues yo, juro á tal, tampoco tengo un puño de maíz de que tostar y hacer cacalote» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 176).

Cuba. PICHARDO, p. 176; MACÍAS, p. 216; ARMAS, p. 68. Costa Rica. FERRAZ, p. 15.

Molina añade a CACALOTE esta otra acepción: «Tenazuela de palo para despabilar candelas, ó para comer granos de maíz tostado en el rescoldo». En México no se conoce ahora, que yo sepa, ese CACALOTE de maíz, ni las tales tenacillas.

En Cuba, cuando los granos del CACALOTE se aderezan con sal en vez de almíbar se llaman rositas de maíz (PICHARDO, p. 232; ARMAS, p. 68), y esas serán las rosetas de maíz de que habla Alarcón en su preciosa novelita El Sombrero de tres picos, cap. 3.

Cacao. m. PEDIR CACAO: pedir alafia, darse por vencido.

«Me interrumpieron los gritos desaforados que dieron todos, unos pidiendo su carabina, otros su caballo, y todos cacao, como vulgarmente dicen» (PENSADOR, Periquillo, tomo IV, cap. 9, p. 125).

Bogotá. «Los jugadores de gallos [...] han suministrado también su contingente al lenguaje bogotano [...]. Del que se corre y sale pidiendo misericordia dicen que pide cacao, con alusión onomatópica á la voz del gallo que sale huyendo» (CUERVO, § 662, p. 445).

Guatemala. BATRES, pp. 152, 435. Costa Rica. FERRAZ, p. 16. Venezuela. RIVODÓ, p. 284.

El CACAO sirvió antiguamente de moneda (México en 1554, p. 244, y TERREROS, arts. Cacao y Tlaco).


«Pardiez, que aunque hables mucho,
Que no vale un cacao».


(GONZÁLEZ DE ESLAVA, col. II, p. 23)                



«Señor, no valgo un cacao
En estas cosas de ayuda».


(ID., col. XI, p. 142)                


«Hay indios é indias tan diestros y liberales, que cuentan doscientos mil cacaos en un día» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Aun hoy [1780] se acostumbra en las tiendas dar granos de cacao en lugar de monedas de cobre» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 1, cap. 27).

Guatemala. Batres (p. 152) dice que aun se usa en algunos lugares esa moneda.

* Cacaraña. f. Señal ú hoyo que deja la viruela. Por extensión se aplica a los hoyos pequeños y numerosos que hay en cualquier objeto.

Perú. ARONA, p. 77. Chile. RODRÍGUEZ, p. 74; ORTÚZAR, p. 62. Cuba. PICHARDO, página 56; MACÍAS, p. 317. Ecuador. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 63.

* Cacarañado, da. adj. Señalado de cacarañas. Se aplica no sólo al hoyoso de viruelas, sino a cualquier objeto. Pared CACARAÑADA.

«Pobres dioses leprosos y cacarañados, puestos adrede para ludibrio de las gentes» (FACUNDO, Las prosperidades nuestras, I, p. 186).

Bogotá. «Quiere que olvidemos nuestro tuso para echar mano de cacarañado, voz gallega usada en algunas partes de América» (CUERVO, § 607).

Perú. Arona (p. 77) trae la voz, y cita textos que comprueban su uso en Galicia.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 75; ORTÚZAR, página 62. Cuba. PICHARDO, p. 56. Ecuador. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 63. Guatemala. BATRES, p. 150.

Salvá trae CACARAÑA y CACARAÑADO como p. Amér.; el Diccionario reduce ambas palabras a Méj.

Cacarañar. a. Arañar, pellizcar una cosa hasta llenarla de hoyos pequeños o cacarañas. El muchacho se entretenía en CACARAÑAR el dulce.

Guatemala. BATRES, p. 150.

ORTÚZAR (p. 62) le trae como pronominal por «cubrirse de cacarañas».

Cacaraquear. n. Cacarear.

«Alzó escobeta y partió cacaraqueando» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 16). «Y entretanto, no cacaraquee, porque me hará creer que es gallina» (Id., tom. II, cap. 2, p. 91).

Maracaibo. MEDRANO, p. 9. Guatemala. BATRES, p. 150.

Cacaraqueo. m. Cacareo.


«Y usté, ¿por qué á su gallina
Le atiza el cacaraqueo?».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Contesta de Luisa y Tules», p. 215)                


* Cacarizo, za. adj. Lo mismo que cacarañado, y de más uso que éste, sobre todo si se trata del hoyoso de viruelas. VIROLENTO, 2.ª acep. (Dicc.).

* Cacaxtle. (Del mexicano cacaxtli, MOL.). m. Especie de alacena portátil de enrejado en que los indios trasportan pavos, gallinas, huevos, quesos, etc.

Costa Rica, cacaste (FERRAZ, p. 16). Guatemala, cacaxte (BATRES, p. 151).

  —68→  

Los rancheros solían llamar, con afectado menosprecio, CACAXTLE a la silla de montar.

«Voy á echarle mi cacaxtle: y me salí á ensillar» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 162). «Me voy con Vd.: nada más voy á traer mi cacaxtle» (Id., cap. 13, p. 273).

* Cacaxtlero. m. Indio que transporta aves o mercancías menudas en cacaxtle.

V. GALLO.

* Cacle. (Del mex. cactli). m. Sandalia tosca de cuero que usan generalmente los indios, y la tropa cuando camina. Los primeros religiosos la adoptaron.

«Otros traen los propios zapatos antiguos que llaman cactli» (Descr. de Cholula, 1581, MS.).


«Y hoy se retuerce en la impotencia
Bajo del catle de San Miguel».


(PLAZA, «La Mujer»)                


«Que cuanto al vestuario y calzado, no usen [los frailes] de más que hábito, túnica y manto medianamente estrechos, de sayal basto y remendado, y sandalias simples como los cacles de los indios» (Cód. Mend., tom. I, página 240).

En Cuba se toma por chancleta, según Armas, p. 69.

* Cacomite. (Del mex. cacomitl Tigridia Pavonia. Llámase también Flor del tigre: en mex. Oceloxochitl). m. Planta que vive en diversas comarcas de la República mexicana, y produce unas flores muy hermosas, a manera de lirios, y en forma de copa. Son por lo común rojas en la periferia, y en el centro amarillas; pero con manchas también rojas. La raíz o tubérculo es rica en fécula, y, cocida en agua, se usa como alimento.

HERNÁNDEZ, lib. IV, cap. 191; lib. XIV, cap. 14. Farm. Mex., p. 38. MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XCIII, n. 10.

* Cacomiztle. (Bassaris astuta, Lichtenstein; de la familia de los mustelianos, orden de los carniceros y clase de los mamíferos. Clavigero dice que no conoce el verdadero nombre mexicano de este animal, y en efecto, el de CACOMIZTLE no se halla en Molina. Siméon le trae con referencia a Clavigero, indicando, con duda, que viene del mexicano miztli [gato o león]). m. Cuadrúpedo poco más pequeño que un gato, de color gris, con el vientre blanco y cola larga y esponjada, cuyos pelos forman anillos negros y blancos, alternados. Es animal astuto y ágil, que se alimenta con el cerebro y sangre de las aves de corral, en que suele hacer grandes destrozos. Vive en los agujeros de las paredes. Muerto y disecado, le cuelgan los indios, como trofeo, en los techos y soportales de sus cabañas. El Diccionario trae la voz como propia de México, y remite a Basáride.

«Cuente sus gallinas, cuente, no sea que alguna se quede por aquí, y se la meriende el cacomiztle» (Astucia, tom. II, cap. 4, p. 107).

Los rancheros suelen llamar así, por donaire, a las bestias, como despreciándolas.

«Cuando yo lo digo, amito, es porque lo sé hacer, y no digo con esos cacomiztles [mulas]» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 266). «Ya vió Vd. el cacomiztle [caballo] que tenía Manuel, que compró en doce pesos» (Id., tom. I, cap. 15, p. 315). «Bien hayan los Hermanos de la Hoja, que no montan cacomiztles» (Id., tom. I, cap. 15, p. 347).

Cacha. f. Mango o cabo de cuchillo o navaja. En castellano CACHA es «cada una de las piezas ú hojas de que se compone el mango de las navajas y de algunos cuchillos. Úsase más en plural». Nosotros comprendemos en el singular las dos piezas; y usamos el plural únicamente en la frase hasta las cachas. Terreros dice: «CACHA. El mango del cuchillo».

«Me clavó un puñal por entre las costillas con tal furia, que la cacha no entró porque no cupo» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, c. 7, p. 123). «Asomando la cacha de tu puño en el doblez de la bota de campana» (Astucia, tom. I, cap. 7, p. 122). «A poco entregó á Pepe una navaja de muelle con cacha de concha» (Id., tom. I, cap. 14, p. 299). «Voy á metérselo hasta la cacha» (Id., tom. II, capítulo 3, p. 75). «Me le cerré, metiéndole mi puñal hasta la cacha» (Id., tom. II, cap. 6, p. 161).

Ejemplos de nuestro uso se encuentran en otros países hispanoamericanos.

Perú. «Así decimos [...] la cacha, por las cachas del cuchillo» (ARONA, p. XVI).

Chile. «Llamamos cacha, no las hojas que forman el mango de las navajas y cuchillos,   —69→   sino el mango mismo» (RODRÍGUEZ, p. 76). ORTÚZAR, p. 62.

Guatemala. «También dicen la cacha del cuchillo ó de la navaja, por las cachas» (BATRES, p. 153).

Cachaza. f. En nuestras haciendas de caña no significa «aguardiente de azúcar», sino la primera y más sucia espuma que arroja el jugo de la caña cuando empieza a cocerse para hacer la azúcar; acepción adoptada ya por la Academia. Igual significación tiene en Cuba (PICHARDO, p. 57; MACÍAS, página 219) y en Costa Rica (FERRAZ, p. 18).

Cachetada. f. Bofetada.

«Sintió [Ernesto] la luz como una cachetada, y si hubiera podido, habría insultado á la aurora» (FACUNDO, Mariditos, cap. 9).

Perú. «Siendo tal nuestra preferencia por la palabra ésta [cachete], es natural que cachetada (provincialismo puro) prive mucho más que bofetada» (ARONA, p. 78).

Cachete. m. «Es tan instintivo nuestro horror á toda frase ó expresión que se aleja un tanto de lo trivial, vulgar ó común, que en lo general no nos atrevemos á decir carrillo ó mejilla, temerosos de pasar por afectados, pulcros y hasta por poéticos». Estas palabras del Diccionario de peruanismos son exactamente aplicables a México. Pocos se atreverán a decir en conversación carrillo o mejilla, en vez de CACHETE; y nadie dirá jamás CACHETE por golpe dado en el carrillo (o sea bofetada), sino cachetada.


«Al que respira salud
Le dicen que es ordinario,
Y sobre todo si tiene
Los cachetes colorados».


«En España se usa poco ó nada la palabra cachete, refiriéndose al carrillo; pero en México se usa mucho» (SOMOANO, pp. 40, 90).

Guatemala. BATRES (en el art. Candela), p. 162.

Cachetón, na. adj. Cachetudo. Suele tomarse también por gordo.

Bogotá. CUERVO, § 710.

Cachirulear. a. Echar cachirulo a un pantalón o a unas calzoneras.

«Unos pantalones viejos suyos [...] cachiruleados» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 112).

Cachirulo. m. Forro de paño o de gamuza que se pone exteriormente al pantalón o a las calzoneras, y coge la mitad, poco más o menos, de las piernas por la parte interior, y el asiento. Es más útil y usado en el pantalón de montar.

2. CACHIRULO, según la Academia y Salvá, es «Adorno que las mujeres usaban en la cabeza á fines del siglo último». De dos CACHIRULOS, ambos parte del traje mujeril, aunque muy diversos, hallamos noticia aquí. El primero, destinado propiamente al adorno de la cabeza, es una especie de peineta que usan todavía las mujeres de la costa de Veracruz. Las hay muy ricas y costosas.

«Cachirulo es una especie de peineta de carey, de varilla angosta que ciñe hasta la mitad de la cabeza, y á cuyo derredor se enredan graciosamente el pelo, á la manera como se usaba hace algunos años» (PAYNO, Veracruz, XXI).


«Mi dinero no dejmembra,
Y si en gajtarlo me pulo,
Pueo darle un cachirulo
Como el que tiene la jembra
Mujer de ñor Cleto Angulo».


(ESTEVA, El Jarocho)                


El otro CACHIRULO era una pieza de uso equivalente al del chal o la mantilla. Menciónase con frecuencia en el Diario de México de principios del siglo actual.

«Quien se hubiere hallado un cachirulo de sarguilla de Málaga, guarnecido por delante con blonda de una tercia de largo, y por detrás de una cuarta, ambas de Francia, con su cinta de terciopelo de cuadritos, ocurrirá á...» (Diario de México, tom. I, p. 60). «¿Si hay quien se persuada á que una muchacha de cuarto de vecindad ó accesoria haya solicitado con la labor de sus manos el costo del túnico de paño de seda, mantilla correspondiente, crespón, cachirulo y chale, calzado de raso bordado, etc. (Id., p. 154). «Qué dirían nuestras coetáneas [...] si los cachirulos y chales se suplieran con mantillas ú otra cosa que nos cubriera?» (Id., p. 171). «Excluyen de semejantes actos de edificación á las casacas, fraques y levitas en los hombres, y á los túnicos y cachirulos en las mujeres» (Id., p. 347 et alibi).

Cachucho. m. Así hemos oído llamar en Veracruz a un bote o lanchilla, en vez de cachucha, que trae el Diccionario como voz de América. El Marítimo   —70→   dice que cachucho es apodo que se da a un barco muy pequeño.

Chile. ORTÚZAR, p. 6.

Cachureco, ca. adj. fam. Torcido, deformado.

Cade. m. No puedo dar con seguridad el significado de esta palabra, que encuentro en Mota Padilla, Hist. de la N. Galicia, cap. XXIX, n. 7.

«El otro caballero se armó con unos cades de hilo de genique, que usan los indios de Sayula, poniéndoselos en el pecho».

Paréceme que se trata de cadejos o madejas de hilo de henequén, que por ser muy recio podía servir de defensa. El padre Beaumont en su Crónica de la Provincia de S. Pedro y S. Pablo de Michoacán, pte. I, lib. 1, cap. 8, dice que los indios tarascos «iban á la campaña vestidos de su natural fiereza, en carnes, embijados de colorado, negro y amarillo, con petos de maguey»; lo que parece confirmar la interpretación que damos al texto de Mota Padilla.

El Diccionario dice que cadejo viene del árabe caddo; ¿no pudiera considerarse el cadejo como un diminutivo de CADE?

Caer. NO SE CAIGA USTED, o NO SE DEJE USTED CAER, PARA QUE LO LEVANTEN, se dice al que se finge humilde o ignorante, con el fin de que le alaben.

«No sé, señorita, si bailará Vd. cómodamente conmigo. -¿Por qué, Pablito? -Porque no sé bailar. -No se caiga Vd. para que lo levanten» (FACUNDO, Chucho, tom. I, capítulo 6). «No, Arturo, dijo Magdalena: no se deje caer para que lo levanten» (DELGADO, La Calandria, XII)

CAERSE DE MADURO. «fr. fig. y fam. que se aplica al viejo decrépito, cercano á la muerte» (Dicc.). El Diccionario de Autoridades le da otro sentido: «Frase con que al modo que la fruta cuando está en toda su sazón se cae ella por sí sola, se explica metafóricamente que un negocio ú otra cosa que tiene ya todo lo preciso para concluirse, ella por sí misma está para mostrar el fin».

CAER PARADO [de pies]. Quedar en buen concepto, en buena posición, particularmente después de una contienda, privada o pública, por haber obrado con doblez, sin declararse partidario de ninguno de los contendientes mientras el éxito estuvo dudoso.

«Si el periodista descubre mucho la hilaza de que es tejido, adiós, ya no pudo caer parado» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 10). «Reglas de equilibrio para caer parado en las oscilaciones políticas» (ID., ib., p. 21).

Chile. ORTÚZAR, p. 63.

Café. fam. DAR UN CAFÉ, es abochornar, dar una cólera. Otros dicen PEGAR UN CAFÉ; y también se dice del paciente, que le toma.

«Considera tú el café que tomaría Eufrosina con semejante reprensión» (PENSADOR, Quijotita, cap. 3).

Cahuayo. La autoridad de que goza Salvá me obliga a insertar este artículo, para que no se propague el error en que le hicieron caer quienes le proporcionaron voces americanas para su Diccionario. Dice en él: «CAHUAYO. m. Caballo en algunas partes de América». En ninguna corre tal voz, que es puramente la pronunciación corrompida que daban, y aun dan, a caballo los indios mexicanos. Como su alfabeto carece, entre otras, de la letra b, y además la ortografía castellana corriente en el siglo XVI era cauallo, pronunciaban así. A renglón seguido trae Salvá: «CAHUAYOCALCO. m. Caballeriza, en las mismas». Nadie, que no sea indio, conoce tal palabra, compuesta del consabido cauallo, de calli, casa , y de co, posposición de lugar: «la casa ó lugar en que está el caballo». Hállase la voz, como mexicana, en el Vocabulario de Pedro de Arenas. Todavía añadió Salvá otro artículo análogo: «CIHUACAUAYO. m. Yegua en algunas partes de América». Es voz híbrida, jamás usada en español, compuesta de cihuatl y del referido cauallo. Como los sustantivos mexicanos carecen de género, cuando hay que distinguir el sexo de los animales se añaden las palabras oquichtli, varón, macho, o cihuatl, mujer, hembra. Así, cihuacauayo quiere decir «caballo hembra». Deben, pues,   —71→   desaparecer estos tres artículos de Salvá, ajenos al lenguaje hispanoamericano.

Caja. f. En el juego del monte (o sea albures), el dinero que presta el montero a un jugador abonado que ha perdido cuanto traía, y quiere seguir jugando. Las CAJAS no se aseguran con documento alguno, y deben quedar pagadas dentro de veinticuatro horas, porque se consideran como deudas de honor.

«Empecé á abrir caja [...] y á las doce de la noche tenía yo ochocientos y pico de pesos en dinero, y cuatrocientos en cajas» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 161). «La protección consistía en cajas en el juego» (FACUNDO, Fuereños, XV).

V. BUSCA.

PASAR POR CAJAS, en la milicia es asentar a uno por soldado, para que empiece a ganar el pre.

«En efecto, llegó el día en que me sacaron de allí, me pasaron por cajas y me llevaron al cuartel» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 9, p. 162). «El día mismo que se cumplieron los ocho años de mi condena, contados desde el día en que me pasaron por cajas...» (ID., ib., tom. IV, cap. 2, p. 20).

Cajearse. pr. Contraer el jugador deudas con el montero. Perdió todo, y se CAJEÓ, o salió CAJEADO, en mil pesos.

Cajero. m. Dependiente que despacha en el mostrador de una tienda: en Madrid, hortera. Va cayendo en desuso.

«Cayó un rayo [...] y en la esquina del callejón de S. Bernardo, en la tienda, lastimó al cajero» (Diario del ALABARDERO, 1778, página 48). «D. Modesto mandó cerrar el cajón, y que se fueran á casa los cajeros» (PENSADOR, Quijotita, cap. 38). «Un mayordomo de casa grande, un cajerillo, un cualquiera» (ID., Periquillo, tom. IV, cap. 1, p. 19). «El cajoncito bajó de crédito con su ausencia: el cajero hacía lo que quería, fiado en la misma» (ID., ib., tom. IV, cap. 12, p. 157). «Conseguí sorprenderla en cuchicheos con D. Felipito, el cajero de la tienda grande» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 16).



«Luego que en la tienda pára,
Con grata y risueña cara
Sale un cajero doblándose
Allá desde el mostrador.

[...]

El cajero bien quisiera
Sentarse en la delantera.

[...]

Luego releva al cajero
Algún amigo sincero».


(RODRÍGUEZ GALVÁN, La Señorita)                


(Véase OCHOA, Poesías de un mexicana, tom. II. pp. 29, 40, 84).

V. GACHUZO.

Cajeta. f. Caja redonda con tapa de encajar que se usa para echar postres y jaleas. Se hacen de ripia muy delgada, y su fabricación es una industria especial. Las hay de diversos tamaños: las más usadas tienen diez o doce centímetros de diámetro, por cuatro o cinco de altura. También se llama CAJETA al dulce que ésta contiene: Comimos CAJETA de leche, de membrillo, de guayaba. Salvá da a esta palabra una acepción obscena en América, que jamás he oído.

«Cinco géneros de dulces, y entre ellos una cajeta de Michoacán á cada convidado» (Diario de ROBLES, 1702, tom. II, p. 362). «Por el otro [lado] largas filas de cajetas de arequipa, de guayaba y de membrillo, secándose al sol» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 15).

Costa Rica. FERRAZ, p. 17.

V. AYATE.

DE CAJETA. Excelente en su línea: de primera calidad.


«Y harán de Vd. si se casa
(Esto es, si hay bobo que quiera)
Una madre de familia,
¡Pero cómo! ¡De cajeta!».


(OCHOA, Poesías, tom. II, p. 140)                


«Ese sí que es maestro de cajeta, porque afuera de que no es muy demasiado regañón, ni les pega á sus aprendices, los enseña con mucho cariño, y les da sus medios muy buenos así que hacen alguna cosa en su lugar». (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 190). «¿Cuántos [azotes], señor amo? -Doce, pero de cajeta, gritó Astucia» (Astucia, tom. II, cap. 4, p. 107). «Si uno se duerme, le plantifica unos pellizcos de cajeta» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 235).

Costa Rica. FERRAZ, p. 20.

* Cajete. (Del mex. caxitl; escudilla. MEND.). m. Especie de cuenco o cazuela honda de barro sin vidriar. Los hay de varios tamaños.

«Llenas sus ruedas de cajetes con aceite de ocote y brea» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1756, tom. III, p. 60). «Jamás comió [...] más que á medio día un cajete ó plato de frijoles» (ESPINOSA, Vida del P. Margil, lib. I, cap. 12). «Dos ó tres cajetes con orines»   —72→   (PENSADOR, Periquillo, tom. III, capítulo 8, p. 132).

Guatemala. BATRES, p. 156.

* Cajón o CAJÓN DE ROPA. m. Lencería; tienda en que se venden géneros al menudeo, y hoy día otros muchos artículos, como muebles, papel tapiz, ornamentos y objetos para iglesia, etc.

«Nos volvimos al coche con los ochocientos pesos restantes, que se quedaron dentro de hora y media en distintos cajones de ropa» (PENSADOR, Quijotita, cap. 36). «Abierto el cajón de D. Dionisio [...] presentaba las mejores esperanzas» (ID., ib.). «Tenía un cajoncito bien surtido en el Parián» (ID. Periquillo, tom. IV, cap. 12, p. 156). «Doña Rosario, por su parte, había tomado efectos en el cajón de Orvañanos» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 3). «Vino; pero dijo que iba al cajón, y volvía» (ID., Jamonas, tom. I, c. 2). «La conocían en todos los cajones de ropa» (ID., ib., cap. 7).


«Los comercios más lujosos
Y de grandes proporciones,
No se llaman allí tiendas,
Se llaman sólo cajones».


(SOMOANO, p. 39)                


Creese que este nombre vino de que antiguamente había en la plaza mayor muchas tiendecillas de madera, llamadas CAJONES. Tenían ruedas, y se trasportaban a otra parte, para despejar la plaza cuando había que celebrar en ella alguna fiesta. El Diccionario dice: «CAJÓN. Tienda amovible de madera».

«Estos dichos cajones [de la plaza] estuvieron ocuparlos por mercaderes de ropa, y los que se llamen de tiendas mestizas de comestibles y otros efectos» (SEDANO, Noticias de México, tom. II, p. 91).

2. CAJÓN, o CAJÓN DE MUERTO. Ataúd. Hoy se dice comúnmente caja o caja de muerto, o mortuoria.

Perú. ARONA, p. 82. Guatemala. BATRES, p. 158.

Cajonear. n. Andar de cajón era cajón, más para matar el tiempo, y ver lo que ha llegado nuevamente, que con fin determinado de comprar. Ir a tiendas dicen en Madrid.

Cajonero. m. Dueño, y á veces dependiente, de cajón de ropa.

Cajuela. f. Hueco, a manera de arca, que queda debajo de los asientos de algunos coches, y que suele tener en la parte superior, debajo del cojín, una puerta, por la cual se introducen los objetos que se desea llevar sin que estorben.

Cala. f. Min. Pequeña porción que se saca de un criadero para reconocer su composición, ley, etc., o los caracteres que presenta en aquel punto. Suélese también designar con este nombre el lugar del criadero de donde se sacó.

Calabacear. a. Dar calabazas.

«Como yo me he reído de ellas al verlas calabaceadas» (Astucia, tom. II, c. 9, p. 303).

También se usa en España.

«¡Bueno fuera que creyese Rosita que yo iba á pretenderla en busca de su dote, como fuí en busca del de D.ª Constanza, é imitar á mi prima calabaceándome (VALERA, Las Ilusiones del Dr. Faustino, XIV, in fine).

Chile. ORTÚZAR, p. 63.

Calabacilla. f. Llamamos así a la perla que tiene figura de pera. El Diccionario no trae esta palabra; pero en el de Autoridades leemos: «CALABACILLAS. Se llaman también, por semejanza, las perillas de perlas ú de vidro que se ponen en las orejas las mujeres. Lat. Unio turbinatus. CERV., Nov. 8, pl. 244. Pendiéndola de las orejas dos calabacillas de vidro. PALOM., Vid. de Pint., pl. 474. Un platero le traía dos pares de pendientes de calabacillas de perlas». Terreros las llama calabazas.

«Quien se hubiese hallado una calabacilla fina con palito largo y una florecita arriba de diamantes [...] ocurra», etc. (Diario de México, tom. I, p. 168). «En la calle del Puente de Jesús María se entregará un arete de diamantes: tiene su calabacilla» (Id., tom. II, página 468, et alibi).

Calabaza tacha, o EN TACHA. f. La que, metida en un tompeate, se confita en las calderas en que se está fabricando la azúcar.

«Tercios de cecina, cueros de melado, calabazas en tacha» (Diario de México, tomo II, p. 3). «No contento con cuanto me había estafado con los encarguitos continuados de guajes de melado, calabazas tachas...» (Astucia, tom. I, cap. 5, pág. 102).

En los antiguos aparatos de los ingenios se hacía la concentración del guarapo en juegos de dos calderas cónicas colocadas sobre un solo horno, lo cual se llama mancuerna; una de las calderas era la melera, y la otra la tacha.   —73→   Concentrado un tanto el jugo, se reunía el contenido de la melera al de la tacha, y allí se confitaban las calabazas. De aquí el nombre de CALABAZA EN TACHA. El de tacha por caldera para hacer la azúcar es bien antiguo. Se encuentra varias veces en Ximénez, Quatro libros, etc., lib. I, pte. 3, cap. 14.

Calabazo. m. «Especie de calabaza de que se hacen vasijas» (Salvá).

«Nos trajo un calabazo ó guaje grande lleno de aguardiente de caña» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 8, p. 139).

Chile. ORTÚZAR, p. 63.

2. Persona inútil e ignorante. Fulano es un CALABAZO.

Calador. m. Entre comerciantes, instrumento para sacar muestras, de los tercios cerrados que contienen almendras, cacaos, semillas y otros áridos. Es un tubo de hierro, como de una cuarta de largo, aguzado, a manera de pluma para escribir, en uno de sus extremos, por el cual se introduce en el tercio; y como sale lleno el hueco del tubo con una parte del contenido, se reconoce la calidad de él.

Calaín. m. Metal amarillo usado en China, y cuya composición ignoro. Engelmann y Dozy, en su Glossaire, dan a Calaim el equivalente «étain indien».

«El mismo día 1.º se estrenó en el coro de la Metropolitana, ya finalizada, la magnífica reja de los ricos y exquisitos metales de tumbago y calaín, que se labró en Macao» (Gaceta de México, mayo, 1730). [Esa reja existe todavía en su lugar. De iguales materias es la crujía].

Calandrio, a. adj. De color de calandria: amarillo.

V. BABUCHA.

CALANDRIA es hoy, en estilo familiar y jocoso, un coche de sitio de los de ínfima clase; y le llaman así porque tales coches tienen, por reglamento, pintado de amarillo el juego.

Calar. a. Reconocer el contenido de un fardo, sacando de él muestra con el calador.

2. Min. Hacer calas.

Calce. m. Pie, 17.ª acepción. Decimos: Ponga Vd. su firma al CALCE de este escrito. Y aun algunos sacan verbo del nombre en esta acepción: Vea Vd. bien la firma que CALZA este documento.

Guatemala. BATRES, p. 159.

Caldear. n. Producir la caña de azúcar, al molerla, mucho caldo en proporción a su peso: ser rica en jugo.

Calderero. m. En los ingenios de azúcar, operario que cuida del cocimiento y limpia del caldo o guarapo en las calderas.

Calderetero. m. Calderero; el que hace o vende calderetas y otras vasijas pequeñas de cobre. He oído la palabra en Andalucía.

Cuba. PICHARDO, p. 115.

Caldo. m. El jugo que se exprime de la caña de azúcar, llamado en otras partes guarapo.

Calendario exfoliador. m. Género de calendario de pared, nuevamente discurrido, en el que hay una hojilla para cada día, pegadas ligeramente por la orilla una sobre otra, de manera que forman un bloc, y arrancando la del día anterior, queda descubierta la del corriente. Es común imprimir epigramas, charadas, cuentecillos, etc., en el reverso de las hojas.

«En la pared, arriba del asiento principal, un calendario exfoliador» (DELGADO, La Calandria, II).

Calentura DE POLLO Y MAL DE PERRERA, exp. fam. que se dice del niño que se finge enfermo por berrinche, o para que le regalen y eximan del estudio. El Diccionario trae, en sentido semejante, «calentura de pollo por comer gallina».

Calera. f. Aposento o galera en que se guarda la cal.

Calibre. m. El Diccionario dice que «Ser de buen ó mal calibre una cosa» es «ser de buena ó mala calidad». Creemos que CALIBRE se aplica más bien al tamaño, que a la calidad.

«Nadie la amaba ya, y en medio de este aislamiento, Amalia miraba á los hombres como viera un arpón (si el arpón tuviera ojos) á un pescado de gran calibre» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 13).

Calientito, ta. dim. de Caliente. Censura Cevallos (p. 42) el uso de este   —74→   diminutivo por calentito. Este último le usan, por lo menos, los andaluces, y fue propuesto por Salvá; mas no se halla en la última edición del Diccionario. Aquí todos decimos CALIENTITO.

Calificación. f. Llámase así en México a cierta distribución (no sé si legal) que acostumbra hacer cada noche el gobernador del Distrito Federal, o su secretario, de los reos de delitos no graves o de infracciones de policía, que han sido aprehendidos en el día, y a su arbitrio suelta a unos, impone a otros ciertas penas y envía el resto a la cárcel, consignados al juez de turno.

«Es seguro que se queden allí á esperar la calificación, y mañana temprano, ó van á Belén [la cárcel] ó salen en libertad» (FACUNDO, Fuereños, XVIII).

Cáliga. f. Galga, 4.º art. «Cada una de las cintas cosillas al zapato de las mujeres para sujetarle á la canilla de la pierna». Alcancé el uso general de las CÁLIGAS, que hoy han desaparecido por completo, y hasta el nombre.

«Aguardad: se me ha desatado una cáliga, y esto me impide seguir bailando» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 2). «Todo el mundo sabe de cuánta importancia es para un amante una cáliga, un cabellito, la cosa más insignificante que pertenece á la mujer que ama» (ID., ib., tom. I, cap. 3). «Elena llevaba un zapatito de raso azul, sujeto con delgadas cáligas, y además una media finísima de la patente» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 7).

Calilla. f. Cala, por mecha, etc. Está en la 11.ª edición del Diccionario, y en Salvá.

Cuba. PICHARDO, p. 64; MACÍAS, p. 239. Guatemala. BATRES, p. 159. Perú. ARONA, p. 83.

2. fig. y fam. Molestia, pejiguera.

«Me hacen cargar el niño, lavar los pañales, ir á la pulquería, fregar toditos los trastes y aguantar cuantas calillas quieren» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 189).

En Guatemala se aplica al individuo que molesta (BATRES, ubi supra).

Calillar. a. Echar calas o calillas.

2. fig. y fam. Molestar.

Calmudo, da. adj. Calmoso, 2.ª acep.

Cuba. PICHARDO, p. 64. Venezuela. RIVODÓ, pp. 15, 35, 139. Este autor cree que es tan bueno como calmoso, y que en calmudo hay algo de irónico, mientras que calmoso es expresión más seria. Acá no se usa el calmoso.

Calor. El Diccionario no asigna a esta voz más que el género masculino; pero hasta hace poco era ambiguo, como lo nota Cuervo (§ 202), y lo confirma con cita de Bretón de los Herreros. En Andalucía es común decir la CALOR.

ENTRAR EN CALOR, por entrar en celo, se dice de algunos animales, como la vaca y la yegua. El Diccionario trae estar caliente, en ese sentido.

* Calpixque. (Del mex. calpixqui, mayordomo. MOL.). m. ant. Mayordomo, capataz, administrador.

«Lo mesmo han hecho los calpisques, que eran unos hombres que tenían los encomenderos puestos en sus pueblos para hacer dar el servicio cada día é arrendarlo á otros, y enviar gente á las minas, y hacer recoger los tributos, y molestar en cuanto podían pensar á los Señores y á todo el común del pueblo, y quitaban y ponían Señores con muy gran libertad todas las veces que se les antojaba» (ZURITA, Breve Relación, p. 100).

La palabra ocurre con frecuencia en los documentos antiguos, y casi siempre acompañada de execraciones contra los calpixques. Vaya otra muestra:

«La cuarta plaga fué de los calpixques, ó estancieros, y negros, que luego que la tierra se repartió, los conquistadores pusieron en sus repartimientos y pueblos á ellos encomendados criados ó negros para cobrar los tributos y para entender en sus granjerías. Estos residían y residen en los pueblos, y aunque por la mayor parte son labradores de España, hanse enseñoreado de esta tierra y mandan á los señores principales naturales de ella como si fuesen sus esclavos; y porque no querría descubrir sus defectos, callaré lo que siento con decir que se hacen servir y temer como si fuesen señores absolutos y naturales, y nunca otra cosa hacen sino demandar, y por mucho que les den nunca están contentos, que á do quiera que están todo lo enconan y corrompen, hediondos como carne dañada, y que no se aplican á hacer nada sino á mandar: son zánganos que comen la miel que labran las pobres abejas, que son los indios, y no les basta lo que los tristes les pueden dar, sino que son importunos. En los años primeros eran tan absolutos estos calpixques en maltratar á los indios, y en cargarlos y enviarlos lejos de su tierra y darles otros muchos trabajos, que muchos indios murieron por su causa y á sus manos, que es lo peor» (MOTOLINÍA, Hist. de los Indios de N. E., trat. I, cap. 1).

Calza. f. Hallamos en el Diccionario, que CALZA (1.ª acep.) es «Vestidura   —75→   que cubría el muslo y la pierna», y Calzacalzón «Vestidura que cubría la pierna y el muslo». ¿Cuál era, pues, la diferencia entre estas piezas de la antigua indumentaria? No la alcanzo.

CALZA es aquí cierta tirilla de badana con que se rodea una de las patas de los gallos de pelea, y mediante un trozo de cuerda delgada que de la tirilla pende, sirve para mantenerle sujeto a estaca o clavo fijado en el suelo.


«Y ves que si te ponen una calza
Pierdes las plumas, pero no el valor».


(FIDEL, en el Gallo Pitagórico, p. 387)                


Calzón. m. Enfermedad que padece la caña de azúcar, y consiste en secarse, antes de tiempo, las dos hojitas del pie, con lo cual se detiene su desarrollo. Proviene comúnmente de falta o de exceso de riego.

Calzones blancos. m. pl. Calzoncillos.

V. COTÓN.

* Calzonera. f. Más usado en plural. Pantalón de paño o gamuza, abierto de arriba abajo por ambos costados, donde hay ojales y botones para cerrarlos a voluntad, en todo o en parte. Usábase antes más que ahora, en especial para montar a caballo.

«Se la guardó en la bolsa de unas calzoneras de venado que tenía puestas» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 12). «Se le ve con su ancha calzonera con botonadura de plata, su camisa llena de randas, su mascada sujeta con un anillo al cuello, y su gran sombrero con chapetas de plata» (ID., Veracruz, 5). «El jinete traía una chaqueta de afelpado negro con agujetas y botones de plata, calzonera negra con botonadura triple de pequeñas conchas de plata, chaparreras de piel de tigre sobre la cabeza de la silla [...] y un Spencer [rifle] en su carcaj» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 2).


«Sombrero arriscado,
Camiseta roja,
Calzoneras amplias,
Botones de bola».


(PLAZA, «Talento en las corvas»)                


Véase CAMPIRANO. CHAPARRO. ZARAPE.

Calzonudo. m. fam. Hombre.

«Allí apenas va una ú otra visita, y eso de viejas, como dice ella; porque calzonudos, según dice, no pisarán su estrado por cuanto el mundo tiene» (PENSADOR, Periquillo, tomo II, cap. 6, p. 105). «No consiento calzonudos en la cocina» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 312). «Por cierto de calzonudos» (ID., ib., p. 343).

Camalote o Camelote. (Panicum holciforme, Stend., fam. de las gramíneas). m. Planta que abunda en las costas de México, y cuyos tallos contienen una médula semejante a la de la aralia papyrifera. Hácense con ella flores y figuras con que suelen adornarse cajitas de dulce para regalos.

«En la chocolatería de la calle del Espíritu Santo se dará razón dónde pueden ocurrir los que necesiten cajoncillos de camalote, que se trabajan con primor» (Diario de México, tomo III, p. 392).

Cuba. PICHARDO, p. 65; MACÍAS, p. 246.

Camapé. m. Canapé.

«Se tiró en un camapé de la sala» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 340).

Bogotá. «Acaso por imaginar alguna conexión con cama, dicen muchos, sin fundamento, camapé en igual de canapé» (CUERVO, § 692).

Ecuador. CEVALLOS, p. 43. Guatemala. BATRES, p. 160.

V. TULE.

Camarista. m. Camarero, últ. acep. También llamamos así al criado de un particular que cuida de la ropa de éste, aseo de la habitación, etc.

Camaronera. f. Lugar en que se pescan camarones.

Cambiador. m. Guardaaguja. En los ferrocarriles, el que cuida de cambiar las vías donde se cruzan dos o más, a fin de que cada tren siga la que le corresponde.

Cambiar es trocar una cosa por otra: supone un convenio entre dos personas, mediante el cual dos cosas mudan de dueño, de modo que la que antes fue propiedad del uno pasa a serlo del otro. Así pues, CAMBIAR de ropa quiere decir que A y B se quitan la que tienen puesta y la truecan, vistiéndose A la de B, y B la de A.

Mudar es simplemente dejar una cosa y tomar otra. Mudar de parecer, dejar el que se seguía y adoptar otro. Mudar ropa o de ropa, o mudarse, es quitarse   —76→   la puesta y tomar otra. Para CAMBIAR casa es necesario que quien ocupa la que voy a habitar venga a la que dejo. Me mudo cuando me paso a otra casa, sea de quien fuere.

Covarrubias (art. CAMBIO) cita una Ley de Partida que dice: «Cambio es dar é otorgar una cosa señalada por otra». Y en seguida añade: «En esta significación cambiar vale tan solamente trocar y permutar una cosa por otra». En MUDAR dice: «Mudar parecer. Mudar color ó demudarse. Mudar hito. Mudarse, pasarse de una casa á otra».

En Terreros tenemos «CAMBIAR, trocar de cualquier modo una cosa por otra. Mudar, dejar una cosa que se tenía por otra, y Mudarse, mudar casa».

La etimología de estos dos verbos corrobora lo asentado. El primero viene de cambire, al cual da Forcellini los equivalentes commuto, permuto. Freund (o más bien Theil) le traduce por échanger, troquer. Le da además la equivalencia de muto, expresando que es posterior al período clásico y de muy raro uso. Apoya esta equivalencia únicamente en la autoridad de Charisius (Flavius Sosipater), gramático cristiano, que floreció según unos en el siglo IV, y según otros a mediados del V. La baja latinidad convirtió a cambire en cambiare (MAIGNE D'ARNIS).

Mutare, intensivo o frecuentativo de movere, tiene por principal acepción la de trasladar de un sitio a otro, y además las de variar de parecer, modificar, y aun cambiar una cosa por otra, conmutar. Por donde se ve que más bien invade este verbo las atribuciones del otro que al contrario.

Esta confusión, comenzada en el latín, pasó desgraciadamente al castellano. En el Diccionario de Autoridades tenemos que «CAMBIAR se toma algunas veces por mudar, variar y alterar, haciendo que una cosa sea ó parezca diferente y otra de lo que es». Como autoridad, cita ésta de Saavedra Fajardo: «No cambia más semblantes el mar, que la condición del hombre»; y esta otra de Mendoza (Vida de Ntra. Sra.):


«Las piedras y hombres cambiaron
Su natural, y cedieron
Ellos su sentir en ellas
Y ellas su dureza en ellos».


Aquí no se trata de mutación, sino de trueque o verdadero cambio entre los hombres y las piedras, de manera que la autoridad no corrobora la acepción a que se aplica, sino la primera y legítima que da el mismo Diccionario, de «trocar ó permutar una cosa por otra».

Poco más abajo viene esta otra acepción: «Significa también mudar una persona ó cosa de una parte á otra». Y la autoridad es de las Leyes de Partida: «E otrosí el Papa puede CAMBIAR el obispo ó electo confirmado, de una iglesia á otra». Esta autoridad proviene, pues, del mismo código que dio a Covarrubias la definición exacta.

En Mudar, todas las acepciones del propio Diccionario concuerdan con nuestro modo de ver, y enseña expresamente que es dejar una cosa que antes se tenía y tomar otra, como mudar casa, vestido, etc. Añade que mudarse es tomar otra ropa o vestido, dejando el que antes se tenía: «regularmente se entiende de la ropa blanca». Expresa, por último, que mudarse se toma por dejar la casa que se habitaba, y pasar a vivir en otra.

En el Diccionario Vulgar se nota igual confusión. El art. CAMBIAR comienza por la acepción genuina de «trocar ó permutar una cosa por otra»; pero la cuarta es «mudar ó trasladar á alguno de una parte á otra». No admite la forma pronominal CAMBIARSE, sino tratándose del viento, o como término de equitación. Esa forma, con referencia a personas, puede usarse asimismo en la frase No me CAMBIARÍA por un emperador, u otras semejantes. Las acepciones de mudar son (entre otras) dejar una cosa que antes se tenía y tomar otra: mudar casa, vestido, etc. Como pronominal, dejar la casa que se habita, y pasar a vivir en otra.

Cierto es que la intrusión de CAMBIAR en los terrenos propios de mudar puede   —77→   defenderse, en ciertos casos, con la autoridad de buenos escritores, y que está ya aceptada en frases como éstas: CAMBIAN los tiempos, las circunstancias, las condiciones de la vida, etc., en que no se trata de trueque sino de mudanza, y nos lo permite el Diccionario de Autoridades; pero ¡cuánto ganarían la claridad y propiedad del lenguaje, si se procurara atajar esa corruptela, y se diera a cada verbo su propio oficio! ¿Por qué no decir múdanse los tiempos, las circunstancias, etc., pues que la primera acepción de mudar es «dar ó tomar otro ser ó naturaleza, otro estado, figura, lugar», etc.? Lejos de eso, vamos desterrando a mudar y metiendo en todo a CAMBIAR, quepa o no quepa. Es consecuencia del virus galicano que infesta hasta los últimos rincones de nuestra habla. El francés no tiene mudar (porque muer sólo se aplica hoy a la muda de las aves, y por extensión a la que se nota en la voz de los adolescentes); para él todo es changer, pues echemos fuera el mudar y venga el CAMBIAR a sustituirle, hasta en forma pronominal que produce locuciones ridículas. «Aviso á Vd. que ayer ME CAMBIÉ. -¡Cómo! No comprendo. -Quiero decir que me he mudado; que me he ido á vivir en otra casa». «Aguárdeme Vd. un poco, que voy á CAMBIARME. -¿Por quién? -Digo que voy á mudarme, á mudar de ropa». Observa, y con razón, Arona (porque en el Perú hace también estragos este endiablado galicismo o disparate), que si lo que nos trae la lavandera es una muda de ropa, y no un CAMBIO, debemos mudarnos, y no CAMBIARNOS. A Guatemala se ha extendido el contagio, según expresa Batres, quien copia (p. 156) lo dicho por Arona.

Ha entrado también CAMBIAR por mudar el género de vida, el afecto, la opinión, y por mudar de semblante. En uno y en otro caso oímos decir: «Fulano ha CAMBIADO sus horas de comer. Qué CAMBIADO está Vd., se le conoce que ha estado enfermo» Esto, por lo generalizado, puede ser tolerable; pero no propio.

Si conversamos un rato con cualquier persona, de seguro que no faltará un CAMBIAR intruso, y aun corren impresos. Ahí van algunos, y pluguiera a Dios que fueran los únicos.

«Acababa de cambiar de casa por aquellos días una familia». «Se necesita de una circunstancia extraordinaria [...] para que estas gentes piensen en bañarse, lo cual no hacen nunca sino para cambiarse de ropa». «C... no había vuelto á cambiarse ropa». «Salía de debajo de la cama el vetusto baúl, porque P... se cambiaba la camisa». «Muchas veces mis hermanas y yo habíamos tratado de convencer á mi padre de que nos cambiáramos de casa» (Escritores mexicanos contemporáneos).

Cambiavía. m. Lo mismo que cambiador en los ferrocarriles. (V.).

Cuba. PICHARDO, p. 65.

* Cambujo, ja. V. CASTAS.

Camisón. m. Camisa con mangas holgada y muy larga, que las señoras usan para dormir.

En Cuba es «camisa larga sin mangas, que usan las mujeres de primer vestido sobre el fustán» (PICHARDO, p. 66; MACÍAS, p. 246). En Bogotá (CUERVO, § 710), en Chile (RODRÍGUEZ, p. 83), y en Venezuela (RIVODÓ, p. 249) se toma por vestido o traje de las mujeres. El Diccionario trae «p. Antill. Camisa de mujer», lo cual, como se ha visto, no es exacto.

Camotal. m. Lugar plantado de camotes.

* Camote. (Del mex. camotli, batata. MOL. Batatas edulis. Convolvulus batatas) m. Batata: bulbo o tubérculo bien conocido, de que se hace gran consumo cocido, asado, guisado y confitado de diversas maneras. Los hay de varias especies y colores: blanco, amarillo, morado, acastañado, etc. Son muy estimados los de Querétaro. Suele darse el mismo nombre a todo bulbo. Esta palabra mexicana ha pasado a Costa Rica (FERRAZ, p. 21), al Perú (ARONA, p. 87), a Chile (RODRÍGUEZ, p. 83), y a Cuba (MACÍAS, p. 247; ARMAS, p. 68).

En lenguaje familiar significa igualmente bobo, sandio.

«Camote, para hacer las barajas como yo te digo no son menester tantas cosas» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 29). «Ya se ve; el muy camote me tenía por un buen muchacho ó por un mentecato» (ID., ib., tom. II, cap. 10, p. 178).

  —78→  

Ecuador. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 64.

ATORARSE EL CAMOTE. No saber qué responder.

«En eso de las declinaciones se me atoró el camote» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 113).

TRAGAR CAMOTE. Expresarse con dificultad, buscando ambajes e indirectas, por no atreverse a expresar en términos claros una proposición o respuesta que se teme haya de ser recibida con desagrado.

«Si se les hiciera esa pregunta, vieras como empezaban á rascarse la cabeza y á tragar camote» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 493).

Camotear. n. Andar de ceca en meca hecho un bobo sin dar con el lugar o la persona que se busca. También dar pasos inútiles en un negocio. Después de hacerme CAMOTEAR mucho, al fin no conseguí de él nada.

Camotero, ra. m. y f. Que vende camotes.

Campanada. POR CAMPANADA DE VACANTE. Rarísima vez.

«Me economizaban los baños terriblemente, y cuando me bañaban por campanada de vacante, era en la recámara muy abrigada y con una agua bien caliente» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 1, p. 10).

Campanazo. m. Campanada, en sus tres acepciones.

Cuba. PICHARDO, p. 116.

Campa-te-dije. Persona imaginaria cuyo nombre se toma cuando no se quiere expresar el verdadero de un sujeto, aunque por los antecedentes se sabe ya quién es.


«Tales son las mañas
De Campatedije,
Desacreditarnos
Y no desistirse».


(OCHOA, letrilla VI)                



«Pasa perdonando vidas
El Charro Campa-te-dije,
Con su sombrero tendido
Y en la toquilla mil dijes».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p., 298)                


Campechana. f. ant.

«Campechana se llama en esta América la mezcla de dos licores, como vino y aguardiente» (BERISTAIN, Biblioteca, pról., p. XIII, nota).


«Los Congresos parecen campechana,
Revuelto el aguardiente con el vino».


(Don Simplicio, febrero 17, 1847)                


Esta voz se oye ya poco; pero aún corre en Cuba, según Pichardo, p. 66, y Macías, p. 247.

En el Diccionario hallamos: «CALABRIADA. f. Mezcla de vinos, especialmente de blanco y tinto. || fig. Mezcla de cosas diversas».

* Campero. m. Dícese de cierto paso de caballo a manera de trote muy suave.

* Campestre. m. Baile usado antiguamente en México.

«A más de esto, ya Vd. ha visto que baila un campestre, unas boleras, una contradanza, un vals, y todo con primor» (PENSADOR, Quijotita, cap. 6).

* Campirano. m. Hombre entendido en las faenas del campo; y el diestro en la equitación, y en los ejercicios de lazar, colear y jinetear animales.

«Como viejo campirano era aficionadísimo á ensillar caballos jóvenes briosos» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 7). «Presume de ser campirano» (Id., tom. I, cap. 12, p. 229). «Quiere ser campirano» (Id., tom. I, cap. 13, página 270). «Y los mejores campiranos, al verle con sus calzoneras de paño azul y botonadura de plata...» (R. BÁRCENA, Noche al raso, V, p. 79).

Campista. m. Campirano. Poco o nada usado.

V. BOTA.

Canalla. f. Es (lo mismo que gente) nombre colectivo, y no admite plural, como lo dice expresamente el Diccionario de Autoridades: «Esta voz no se puede usar en plural, sin que sea barbarismo». Hay que exceptuar, sin embargo, el caso de que se trate de dos o más CANALLAS o conjuntos de gente baja, ruin y de malos procederes. Aplicar este nombre a un individuo de la CANALLA (Fulano es un CANALLA) téngolo por galicismo inútil, por más que corra ya mucho y le haya canonizado el Diccionario. Aquí es aun más inútil porque tenemos para el caso otro término más enérgico: Fulano es un lépero. Los que a uno de la CANALLA llaman CANALLA, no han de escandalizarse de   —79→   que a un individuo del cuerpo de policía se le llame un policía.

Canario. adj. m. Hablando de colores, se entiende el del pájaro así llamado: amarillo semejante al del azufre.

Cuba. PICHARDO, p. 66.

Canas. f. pl. Esta voz ha caído en desuso, y el Diccionario no ha creído necesario conservarla entre las muchas antiguas y olvidadas que registra. La traigo aquí porque se encuentra en nuestros escritores, y me valgo de la Academia misma, que insertó, en su Diccionario de Autoridades, el siguiente artículo: «CANAS. Vale lo mismo que límites; pero en esta acepción no tiene uso. Lat. Fines, ium. Limes, tis. COLM. Hist. Segob., cap. 41, § 2. Contradecían la fundación los dominicos, alegando que el sitio se incluía dentro de sus CANAS ó territorio privilegiado, para que dentro dél no se fundase otro convento». Terreros, por su parte, dice: «CANAS de una casa, convento, etc. Aquel término propio que es como aledaño de la casa misma, y que en algunas partes es de cincuenta á sesenta pasos al rededor de ella».

El artículo del Diccionario de Autoridades aclara suficientemente los textos que cito en seguida.

«Aunque las otras tres Religiones sagradas nos hicieron toda buena acogida en México [...] todavía una de las principales de ellas, pareciéndole que el sitio que habíamos escogido caía intra cannas y perjudicaba á su privilegio, hizo contradicción. Visitó el P. Pedro Sánchez al procurador, mostróle los privilegios de la Compañía [...] de los cuales no podía haber entera noticia en las Indias, y en especial el que nos exime de las cannas» (FLORENCIA, Hist. de la Prov. de la Comp. de Jesús en N. España, cap. 5). «Aunque el sitio era tan excusado, pareció á los religiosísimos Padres Predicadores que caía dentro de sus cannas ó lindes, y modestamente expusieron su dicho á la Real Audiencia. Noticioso el P. Pedro Sánchez de tan justa oposición, pasó á verse con el R. P. Fr. Pedro Pravia [...]. Propúsole [...] que la Sede Apostólica había concedido á la Compañía el privilegio de edificar intra cannas de los otros órdenes religiosos, etc.» (ALEGRE, Hist. de la Comp. de Jesús en N. España, tom. I, p. 62). «Los religiosos de Sto. Domingo, S. Francisco y S. Agustín se opusieron á la fundación de la Casa Profesa, alegando estar dentro de sus canas, que así llamaban la distancia que debe haber de una iglesia á otra» (SEDANO, Noticias, tom. II, p. 102).

Canasta usamos siempre por cesto, cesta y canasto, palabras que tenemos olvidadas: acá todo es CANASTA o chiquihuite.

Ecuador. CEVALLOS, p. 43.

ALZAR LA CANASTA A ALGUNO, vale en estilo familiar, suprimirle el sueldo o la pensión que recibía; negarse a darle o prestarle más dinero.

Cancanear. n. Leer desmañadamente a pausas, y sin dar sentido a lo que se lee.

«Leía tan cancaneado, deletreando tan á menudo, equivocándose con tanta frecuencia, que...» (D. COVARRUBIAS, Gil Gómez, capítulo 4 p. 55).

En Bogotá, según Cuervo (p. 535), CANCANEAR significa tartalear, pujar.

Cancaneo. m. Acción y efecto de cancanear.

Cancón. HACER UN CANCÓN, exp. fam., amenazar con algo que no se piensa llevar a efecto.

Candil. m. Úsase exclusivamente en vez de Araña (4.ª acep.).

«Tres candiles con treinta y seis luces cada uno» (Gaceta de México, abril 1722). «Frontales, jarras, candiles, hacheros de plata» (Id., octubre 1734). «Su arquitectura, retablos, ornamentos, custodia, vasos sagrados, lámparas, candiles, hacheros y blandones, pasa su costo de seiscientos mil pesos» [Se refiere a la iglesia parroquial de Tasco que costeó el minero D. José de la Borda] (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1755, tom. II, p. 100). «Haciendo limpiar sus ricas y exquisitas alhajas de lámparas, candiles, hacheros, blandones, tibores, crujía, todo de plata de martillo» (Id., 1756, tom. III, p. 69). «Diez y seis pantallas iguales á los espejos, tres candiles de cristal y una alfombra muy buena» (Diario del ALABARDERO, 1785, p. 214). «En el patio se puso un gran tablado, é iluminó con veinte candiles de plata y muchas pantallas de lo mismo» (Id., 1790, p. 336). «Multitud de quinqués, candiles y candelabros de cristal» (PAYNO, Fistol, tom. I, capítulo 2). «Se acordó entonces de que un día había salido el piano, otro los candiles, y finalmente todos los muebles» (ID., ib., tomo I, cap. 10). «Saldaña se ocupaba de poner velas en los candiles y en los candelabros» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 6). «Aquel vestido, que pesaba diez libras, era la irradiación de todos los colores imaginables: brillaba como un candil» (ID., ib.). «Pablito y la   —80→   Sra. D.ª Rosalía se ocupaban en poner velas en el candil de la sala» (ID., Chucho, tom. I, cap. 5). «Alfombras, candiles, vajillas, farolas [...] Colocaban faroles, candiles, columnas y candelabros» (ID., ib., tom. I, cap. 13). «Estaba profusamente iluminado por medio de un candil con quinqués» (ID., Jamonas, tom. I, cap. 12).


«Y un mundo de luces
En lo alto y cornisas,
Con tantos candiles
Con tantas bandillas».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Las Luces del Carmen», p. 257)                



«Allí los grandes saraos
Rayan siempre en lo sublime;
Pero ¡qué cosa más rara!
Los alumbran con... candiles».


«Candiles llaman allí á las que aquí llamamos arañas» (SOMOANO, pp. 55, 92).

El uso de la palabra española podría dar aquí origen a equívocos atroces. Se quedaría estupefacto el que oyera decir: ¡El salón estaba lleno de arañas!

V. ARAÑA.

CANDIL DE LA CALLE Y OSCURIDAD DE SU CASA. fam. El que se muestra afable y obsequioso en la calle y con los extraños, y desahoga su mal genio con los de su casa, tratándolos duramente.


«Chicho, candil de la calle
Ayudante del sereno».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Pepa y el tuerto», p. 315)                


Canevá. (Del francés canevas). m. Tela cruda, gruesa y rala que se usa mucho para bordar tapicería.

«Bordar en canevá, tocar mal unas piezas en el piano» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 98). «Tenía á la sazón la Chata el compromiso de ayudar á unas amigas á acabar una cartera de cuentas; con otras emprender un cojín bordado en canevá» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 7).

Cuba. MACÍAS, p. 253.

Cangrejo. m. Apodo que, por alusión al supuesto andar retrógrado de estos animales, daban, en la pasada guerra civil, los liberales a los conservadores. Fueron muy repetidas la música y letra de la «Marcha de los Cangrejos», por fortuna ya olvidada, juntamente con el apodo.

Cangro. m. Cáncer, 1.ª acepción, y Cancro. El Diccionario trae: «CANGROSO, SA. (De cancro). adj. ant. Que adolece de cáncer».

Bogotá. «Las letras guturales (g, k, j) se truecan igualmente entre sí; por eso decimos cangro por cancro ó cáncer» (CUERVO, † 681).

Guatemala. «Esta incurable enfermedad se llama cancro ó cáncer; pero no cangro, como decimos generalmente» (BATRES, p. 162).

Canica. f. Bolita maciza de vidrio, y de varios colores o dibujos, que de algún tiempo acá usan los muchachos para diversos juegos.

«Otros más allá, en el corredor más lejano [...] jugaban á las canicas» (DELGADO, La Calandria, I). «Mientras los escolares se detenían en la esquina para emprender [...] un partido de canicas» (ID., Angelina, IX). «En aquellas escapadas se mordía el pedazo de pan, resto del desayuno, se contaban las canicas» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, página 15). «Dicen que ahí guardaba todo lo que les quitaba á los niños, muchas canicas [...] baleros, trompos» (ID., ib., p. 16). «¡Cómo me cambian por pizarrines y canicas (ID., ib., p. 134). «La caja de las canicas es la estación» (ID., ib., p. 201).

En los dialectos montañés y vizcaíno, canica es «bolita de barro ó vidrio con que juegan los chicos», según Múgica, pp. 26 y 60.

Canilla. TENER CANILLA, fr. fam. con que se denota que alguien tiene gran fuerza física.

«Presume mucho de tener canilla para contrarrestarme» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 229). «Dios le conserve su canilla, que seguramente como esta no hay dos» (Id., tom. I, cap. 13, p. 267). «Ya sabes que tengo canilla» (FACUNDO, Isolina, tom. II, capítulo 7).

Canoa. CANOA trajinera, es la destinada a conducir carga. Si carece de toldo, se llama serenera.

Algunos lexicógrafos, entre ellos Covarrubias, atribuyen a la CANOA la circunstancia de ser hecha de una sola pieza de madera socavada. Hoy son de una pieza las chalupas; las CANOAS se componen de muchas. Armas (p. 19) no cree que CANOA sea palabra del lenguaje criollo [de las Islas], sino inventada por los descubridores. Le dejamos la responsabilidad de su aserto, que apoya con cita de otro autor.

«Surcados [los lagos] por canoas trajineras que hacen el tráfico cargadas de botas de miel, tercios de azúcar...» (PAYNO, Veracruz, I).

  —81→  

También se dice simplemente trajinera.


«Metióse alegre en una trajinera».


(Don Simplicio, tom. II, n.º 13)                


2. Canal de madera que, tendida á manera de puente sobre una acequia ó zanja, sirve para dar paso á una corriente de agua. Las hay muy largas, hechas de varios trozos sostenidos por pies derechos, y hacen oficio de acueductos económicos.

Lo mismo en el Perú. ARONA, p. 93. Y en Chile, RODRÍGUEZ, p. 88.

3. Significa además un gran cajón de una pieza, largo y angosto, que suele servir como depósito de leche u otro líquido, y también para dar de comer al ganado.

Cuba. PICHARDO, p. 69.

Canoero. m. Que trajina en canoa, o es dueño de ella.

Río de la Plata. GRANADA, p. 139.

Cantada. f. Acción y efecto de cantar, en la acepción de descubrir o confesar lo secreto. Dar la CANTADA.

V. CHINGUIÑOSO.

Cantaletear. n. Dar vaya o cantaleta.

«Comenzaron los compañeros á cantaletear y darle vaya» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. IX, n. 2).

Cantamisa. f. El acto de cantar su primera misa un sacerdote.

«Tales [ocasiones] son, por ejemplo, la bendición de una casa ó hacienda; el parabién de un empleo ó la asistencia á su posesión; una cantamisa, un bautismo, un casamiento y otras funciones semejantes» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 6, p. 104). «No había almuercería afamada donde algún día no les hiciera el gasto, ni casamiento, día de santo, cantamisa ó alguna bullita de estas donde no fuera convidado» (ID., ib., tom. IV, cap. 6, p. 85). «Y si yo celebraría tus órdenes, tu cantamisa con crecido júbilo y alegría...» (Diario de México, tom. III, p. 178).

Cantamisano. m. El sacerdote que canta su primera misa.

Cantera. f. Cantería. CANTERA significa el sitio de donde se saca piedra para edificar u otros usos; pero no la piedra misma.

«El santo de cantera, el roto macetón en la azotea» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 11).

«Aquel palacio de valiosas canteras, de arquitectura monumental» (ID., ib., p. 98). «Entre cada dos columnas un santo de cantera» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 215). «Rodeaban el cementerio corredores techados con vigas, y sostenidos por columnas de cantera» (ID., ib., p. 344).

Cantina. f. Por desgracia, las CANTINAS no están ya sólo «inmediatas á los cuarteles y campamentos», como dice el Diccionario, sino que tropezamos a lo menos con una en cada calle, y más en las principales.

2. CANTINAS. Dos bolsas cuadradas de cuero, con sus tapas, que unidas se colocan junto al borrén trasero (o teja) de la silla, quedando una a cada lado de la grupa del caballo. Sirven comúnmente para llevar en ellas comestibles, y han sustituido a las alforjas, árganas y cojinillos.

Cantón. m. Tela de algodón que imita el casimir y tiene los mismos usos.

«Me colgó junto á unos pantalones de cantón remendados» (G. VIGIL, Cuentos, p. 31).

Canuto. m. Sorbete de leche, huevo y azúcar que se cuaja en moldes cilíndricos, y queda en forma de CANUTO.

«Concluida la función se les ministró á SS. EE. un especial y exquisito refresco de todo género de dulces, masas, frutas de horno, quesos, canutos y bebidas heladas» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1758, tom. III, página 252).

Caña. f. Por antonomasia, la dulce o de azúcar.

Perú. ARONA, p. 94. Cuba. PICHARDO, p. 69.

Cañafístola. f. Cuenta el Sr. Cuervo (§ 708) esta voz entre las adulteradas, y corrige cañafístula. Y en nota añade: «Es de uso muy antiguo: véase un ejemplo en La Moza de Cántaro, de Lope de Vega, act. II, esc. II, y otro en el Apéndice V á la Vida de Fr. Bart. de las Casas, por Quintana. Según el Prof. Blumentritt, se usa también en las Filipinas». CAÑAFÍSTOLA se encuentra en Covarrubias y en el Diccionario de Autoridades.

«Dase cañafístola» (Descr. de Iguala, 1579, MS.). «Hay otro género de zapotes prietos, que es de color de dentro de cañafístola». «Limones, cidras, cañafístola y higos» (Descr. de Teozacualco, 1580, MS.).   —82→   «La cañafístola cómo se ha de tomar, y á qué hora para que purguen» (FARFÁN, Tratado Breve de Medicina, 1592, fol. 198 vto.).

Ecuador. CEVALLOS, p. 44. Cuba. PICHARDO, p. 70; MACÍAS, p. 261. Guatemala. BATRES, p. 164.

Cañamelar. m. «Sitio poblado de cañas de azúcar» (Dicc.). Jamás he oído ni hallado en otra parte esta palabra.

Cañaverero. m. Persona entendida en el cultivo de la carta de azúcar.

Cañero. (De caña). m. En los ingenios de azúcar, el lugar que en el edificio del molino sirve para depositar la caña que va llegando y no se muele inmediatamente. Es también cada uno de los rimeros que se forman con esa misma caña.

2. adj. Lo que sirve para ciertos trabajos concernientes a la caña: machete CAÑERO, el que se usa para cortarla; carro CAÑERO, el destinado para el acarreo de ella.

Caño. NO SIRVE NI PARA TAPAR UN CAÑO, se dice familiarmente de una persona totalmente desmañada e inútil.

Cañón. m. Paso áspero y estrecho entre altas Montañas, por donde ordinariamente corre algún río, como en el norte el famoso CAÑÓN del Río Colorado, y en el sur el de Tomellín (Oaxaca). Beaumont llama a estos pasos cajones.

«Por aquí pasa el río Jabesua que nace en el laberinto de cajones que hay por todas partes». «A distancia de unas seis leguas de tierra quebrada, donde siguen todavía aquellos profundísimos cajones, va entre ellos el Río Colorado, regando estas tierras» (Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 11).

Los norteamericanos han adoptado la palabra CAÑÓN (BARTLETT, Dict. of Americanisms).

Cañonazo. m. Golpe dado con el cañón del fusil, usado a guisa de tranca.

«A la voz de un par de cañonazos que sentimos cada uno en el lomo nos apartamos y sosegamos» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 4, p. 61). «Los soldados comenzaron á repartir cañonazos á diestro y siniestro...» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 19). «Repartiendo á diestro y siniestro cañonazos con el fusil de que estaban armados» (ID., ib., tomo II, cap. 12).

Cañonera. f. Pistolera.

«Se le olvidó á su pariente pedirme el cachorrito que le chispé de la cañonera» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 210).

Ecuador. CEVALLOS, p. 44; y Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 64.

Capadero. m. Diversión de rancheros que se organizaba con motivo de capar los toros destinados al trabajo o a la carnicería. Era de rigor colearlos antes de la operación; había además almuerzo y bulla, por lo cual acudía mucha gente. Aún se usa en algunas haciendas.


«Desde esta vez cuando había
Las corridas ó herraderos
Rodeos, ó bien capaderos,
Yo el primero concurría».


(Chamberín, p. 17)                



«Fué el lance que sucedió,
Que estando en un capadero,
Se descuidó un compañero
Y un toro me lo manteó».


(ID., p. 36)                


Capar. a. Hablando del maguey, es destruir el órgano generador de la planta por medio de una incisión triangular que se practica en el cogollo, para impedir el desarrollo del bohordo o quiote. Por virtud de esta operación se forma en el cogollo el aguamiel de que se hace el pulque.

Caparón. m. No hallo esta voz en los Diccionarios. En las Constituciones de la Provincia de S. Diego de México (fol. 48), tratándose del vestuario de los religiosos, se dice: «En los novicios el caparón sea la forma de media luna en la delantera, y cuatro dedos de ancho de sayal pendientes de la chía, de manera que llegue á pasar tres ó cuatro dedos de la cuerda, y á la espalda tenga la forma menor que la de la capilla, con otros cuatro dedos de sayal que penda de la puncta, para que pase también de la cuerda otros cuatro dedos». Era, pues, el CAPARÓN de los novicios un equivalente de la capilla. En varios lugares de las mismas Constituciones se ve que la pena de llevar CAPARÓN los religiosos por determinado tiempo era grave e infamante. V. ff. 63, 70, 72, etc.

«Y por la segunda [vez] se le eche el caparón por un mes, y á la tercera por tres» (Cód. Franc., p. 156).

  —83→  

Capaz. adj. Singular uso, y continuo, hacemos de esta palabra, en el sentido general de posible o probable. Más claro se verá por los textos siguientes:

«¿Cómo era capaz [posible], Señor Ilustrísimo, que estando presente mi prelado fuera yo tan grosero que me atreviera á seguir mi sermón?» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, capítulo 6, p. 64). «Prueba de ello son las diligencias y el dinero que he gastado por librarlo; pero no fué capaz [posible]» (ID., ib., tom. IV, cap. 10, p. 140). «¿Cómo era capaz que Vd. se fuera de mi casa, atenido á una suerte casual?» (ID., ib., tom. IV, capítulo 14, p. 189).


«Porque no es capaz
Que hable así un caudillo
De la libertad».


(Don Simplicio, dbre. 16, 1846)                


«Es capaz [probable] que esté esa pobre vieja encomendándose á la corte celestial» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 29). «Voy á estar muy fea: es capaz [puede suceder] que Enrique...» (Id., tom. II, cap. 13, p. 392).

Bogotá. «Si Vd. me dice una palabra más, es capaz que le dé una bofetada» (CUERVO, § 366).

¡QUÉ CAPAZ! equivale a es absolutamente imposible.


«Que un rico cuando hay función
Asista á misa y sermón,
      Vaya en paz.
Mas que sin que convite haya
Por devoción sólo vaya:
      ¡Qué capaz!».


(OCHOA, letrilla II)                



«Que el militar adamado
Se encuentre aquí sosegado,
      Vaya en paz.
Pero que si dicen "Tejas"
Lo oiga sin fruncir las cejas:
      ¡Qué capaz!».


(Don Simplicio, sept. 9, 1846)                



«Mas nunca baja del coche:
¡Qué capaz! sólo de noche».


(RODRÍGUEZ GALVÁN, La Señorita)                


«Esp.
Veremos si el fariseo
Al amo le cierra el paso.
Pulg.
¡Qué capaz!
Esp.
Sólo hace caso
De hombres de espléndido arreo».

(ID., El Privado del Virrey, act. I, esc. 3)                


«Hombre, Perico, no debes de ir el sábado al baile. -¡Qué capaz que falte! aunque sea cojeando» (FACUNDO, Baile y Cochino, capítulo 3).


«Que no hace falta,
No ¡qué capaz!
Do está el compadre
Con su mitad».


(G. PRIETO, Poesías festivas, «La Sacamisa», p. 117)                


En Guatemala se usa también el ¡qué capaz! por ¡imposible! (BATRES, p. 477).

NO ES CAPAZ, o es incapaz, se dice de aquel de quien es imposible sacar partido.


«¿Y dentro de casa?
¡Qué! ¡si no es capaz!
Duerme catorce horas,
Riñe con papá».


(Don Simplicio, tom. II, n.º 17)                


Capelo. m. Fanal, por campana de cristal que sirve para resguardar del polvo lo que se cubre con ella. CAPELO de doctor: Capirote, 2.ª acep.

Capense. m. Estudiante que no vive en colegio, y sólo acude a las lecciones. Todos los alumnos de las escuelas nacionales son hoy CAPENSES, por estar abolido el internado.

«Había infinidad de muchachos, entre pupilos y capenses» (PENSADOR, Periquillo, tomo I, cap. 4, p. 47). «El año de 1750 se contaban en el colegio de S. Ildefonso 268 colegiales de beca, fuera de los estudiantes capenses» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 299). «Siguió las cátedras de jurisprudencia, como capense ó alumno externo, en el colegio de S. Ildefonso» (ZARCO, pról. al Gallo Pitagórico, p. IV). «Desde el capense que estudia en su clase...» (FACUNDO, Vida de noche, p. 181). «Con el barragán del capense» (ID., Vistazos, p. 114).

Capirotada. f. vulg. Lugar de enterramiento para gente muy pobre; fosa común; carnero (2.ª acep.).

Capitulación. f. Acción y efecto de capitular, en la acepción de hacer o poner a uno capítulos de cargos por excesos o delitos en el ejercicio de su empleo.

«La capitulación que sufrió dicho juez» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 9, página 147).

Capote. m. DAR UN CAPOTE, era, entre estudiantes, dar a un compañero, y aun a algún inspector o maestro, una tunda de capotazos hasta aturdirle y ponerle en fuga.

«En junta de colegiales viejos se determinó   —84→   dar un capote al recién venido» (D. COVARRUBIAS, Gil Gómez, cap. 4, p. 64).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 90.

DARSE CAPOTE, renunciar a un empeño: darse por vencido.

DE CAPOTE. mod. adv. Ocultamente, clandestinamente.


«Secuestrarse un islote
Ó hundir en el abismo
Una ciudad, que viene á ser lo mismo
Tratándose de entierros de capote».


(FACUNDO, El Mundo)                


Captación. f. Acción y efecto de captar. Está en Salvá.

V. CAPTAR.

Captador. m. Que capta, Traen la voz Terreros y Salvá.

Captar. a. Usado en el foro. Atraer alguno la voluntad, benevolencia o atención de otro con palabras halagüeñas, con la dulzura en el trato, con el discurso elocuente o con otros medios, para que le haga alguna donación, le nombre heredero, o le dé su voto en la elección de algún empleo. Para que la captación haga nulas las disposiciones en que interviene, es preciso que medie dolo o artificio (ESCRICHE). Está en Salvá.

* Capulín. m. Árbol y fruto tienen igual nombre, que es mexicano. Hállase escrito Capolí, Capollí, Capulí y CAPULÍN: este último ha prevalecido, y nadie usa los otros. En mexicano se hallan Capolin y CAPULIN; Molina y Sahagún dan sólo este último; Siméon ambos. La variante no tiene importancia por ser frecuente en la lengua mexicana el trueque de esas letras, según los lugares. Hernández escribe Capoli, Capolli y Capolin, y enumera varias especies; Ximénez sólo trae Capolin y Capulin. Colmeiro distingue dos: Capolí de Méjico, Cerasus Capollin, D. C. (Rosáceas), y Capulí Mejicano, Physalis Coztomatl, Sess. et Moc. (Solanáceas). La Farmacopea Mexicana da CAPULÍN, con las equivalencias, Capolin, Mex., Cerassus Capollin, D. C. (Rosáceas); y Capuli Costomatl, Mex.; Physalis Costomatl, Moc. y Sessé (Solanáceas). Del Coztomatl habla separadamente Hernández.

En la Sinonimia de plantas que puso Bustamante al fin del libro XI de su edición de Sahagún, y le fue proporcionada por los botánicos Cervantes y La Llave, se asigna a CAPULÍN la equivalencia Prunus Capulin; que adoptó Orozco y Berra en su Historia, tomo I, p. 323.

«Hay mucha cantidad de árboles á manera de cerezos, que en hojas y frutas diferencian poco de los de España, que llaman, así á la fruta como al árbol capulli» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Tienen un árbol que se dice capolli; la fruta es como cerezas de Castilla, muy buenas y sanas» (Descr. de Tiripitío, 1580, MS.).

El CAPULÍN se compara al cerezo: la fruta se asemeja ciertamente a la de éste en lo exterior, aunque es de color algo más oscuro; pero en el sabor no hay comparación posible. Para mi gusto, el CAPULÍN es detestable.

Perú. ARONA, p. 95. Costa Rica. FERRAZ, p. 22.

Capulina. f. Como sustantivo y como adjetivo veo y oigo esta palabra, siempre en el género femenino. En el primer caso parece significar mujer de malas costumbres: buena pieza.

«No seré Pepe el Diablo, sino un verdadero demonio, si mañana á estas horas está esa capulina por aquí» (Astucia, tom. I, capítulo 14, p. 299).

Hay en Oaxaca unas arañas llamadas CAPULINAS. ¿No vendría de ellas la aplicación del nombre CAPULINA a las mujeres disolutas? Las tales arañas adquirieron hace poco tiempo mucha y muy pasajera notoriedad, por habérseles atribuido la virtud de curar el tifo.

Como adjetivo he oído la palabra junta siempre con el sustantivo vida, expreso o suplido: Fulano se pasa una vida CAPULINA, o simplemente, se la pasa CAPULINA, esto es, se pasa una vida regalada y exenta de cuidados.

Caquinos. (Del latín cachinnus). m. pl. Carcajadas: reír a CAQUINOS, reír a carcajadas. En caso de necesidad prefiero mil veces la palabra latina a la antipática frase reír a mandíbula batiente, que usan algunos revisteros. Y si tenemos la castiza reír a carcajadas ¿para   —85→   qué necesitamos de esa mandíbula batiente ni de los CAQUINOS?

«El pícaro de Juan Largo añadía nuevas facetadas, con que redoblaban sus caquinos» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 6, p. 62). «Esa genial compasión no me permitía reir cuando todos reventaban á caquinos» (ID., ib., tom. I, cap. 7, p. 74). «En cuanto aquellos hermanos oyeron mi nombre renovaron los caquinos» (ID., ib., tom. II, cap. 4, página 66).


«Al oir tales desatinos
Ya por loco lo juzgaron,
Y aun los que antes le alabaron
Le burlaban á caquinos».


(PENSADOR, Fáb. 36)                


CAQUINO, por carcajada, se halla en Terreros.

Cara. f. DAR o HACER CARITA, exp. fam.; demostrar la mujer con alguna señal exterior, y particularmente con la mirada, que corresponde al afecto del que la galantea.

«Me dió carita, le hablé, y ya estoy al otro lado» (DELGADO, La Calandria, XIII). «Yo las conozco al palmo, le dan á Vd. carita, lo explotan á su satisfacción, y á lo mejor...» (FACUNDO, El Egoísmo, p. 69).


«Le da carita, y lo deja
Cuando le baila el porfiado».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 136)                


CARA DE HERRERO MAL PAGADO, cara de vinagre.

«Poniéndome una cara de herrero mal pagado» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, capítulo 11, p. 205).

CARA AMARRADA. V. AMARRAR.

Carabao. m. Especie de búfalo. Bubalus Kerabau. Animal feroz cuando no está domesticado: de la familia de los bóvidos, algo mayor que un buey, y con cuernos largos, encorvados hacia atrás. Es originario de las islas Filipinas y regiones próximas, donde se le domestica para emplearle como bestia de silla. En México hemos visto varios, y en alguna hacienda del Estado de Morelos se trató de emplearlos en el tiro, por su mucha fuerza; pero fue preciso prescindir de ello, porque conforme a la costumbre de su especie, luego que entraba el calor del día, corrían, llevándose tras sí el arado o la carreta, a meterse en el agua, donde se sumergían sin dejar fuera más que la nariz, y nadie podía detenerlos, ni sacarlos de allí hasta la caída de la tarde, en que ellos salían voluntariamente.

«Sin que les hubiese quedado cosa alguna para sustentarse, y con grande imposibilidad de salirse de dicho paraje, manteniéndose con los puercos de monte, carabaos y otros animales que muertos traían las corrientes que bajan de los montes» (Gaceta de México, febrero 1737).

Carabino. adj. Hemos oído usar esta palabra, como adjetivo únicamente, en la frase: Es partido CARABINO, por es partido desigual, desventajoso. Del origen de la frase puede darnos alguna luz este artículo del Diccionario de Pichardo: «CARABINA. s. f. La corta cantidad que alguno juega, comparativamente á la grande que otro apuesta á la carta contraria, siendo ambos apuntes». MACÍAS, p. 271.

Caracas. m. Úsase familiarmente por chocolate, en atención a que antes era el cacao CARACAS uno de los que principalmente entraban en la fabricación de aquel alimento.

«Exigiendo, como de justicia, en recompensa de sus disparates, el de caracas con sus alrededores» (Diario de México, tom. II, página 358). «Conque dennos nuestro caracas» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 13). «¡Señorita! ¡Señorita! no duerma siestas tan largas, porque el caracas se enfría» (Id., tom. I, cap. 4, p. 75). «Ante los bollitos y el caracas, D. Manuel estaba grave y reservado» (FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 3).

Caracol. m. Chambra.

«Las medias grises, el caracol ajado, y el saquillo de lana con los codos rotos» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 183).

2. Rizo, bucle en el pelo.

«Vea Vd. qué caracoles me hizo tan feos; parecen escaleras arruinadas» (PENSADOR, Quijotita, cap. 12).

Carátula. f.. Portada de libro o cuaderno; impreso o manuscrito.

«Entonces arroja aquel licurgo su instrucción ó autos entre los demás que hay en la mesa, y de que tal vez no ha visto en muchos meses más que la carátula ó principio» (Diario de México, tom. I, p. 182). «Se perdieron unos papeles importantes que se componen de un cuaderno sin carátula ni forro...» (Id., p. 398). «No se le puede dar crédito á cuanto esté impreso, sólo porque están las letras estampadas con moldes, ni porque se lea en   —86→   las carátulas, que están con las licencias necesarias» (PENSADOR, Quijotita, cap. 27).


«Diciendo así, de su pecho
Un sucio libro sacó
En pergamino aforrado
Y de pésima impresión.
Tomólo temblando el viejo,
La carátula leyó,
Y gritó en voz balbuciente:
Es el Quijote: ¡Gran Dios!».


(RODRÍGUEZ GALVÁN, El anciano y el mancebo)                


«Edimburgo es hoy la medalla de dos caras: el libro de dos carátulas: el pasado y el presente» (PAYNO, María Estuardo, I).

Bogotá. «Más agudeza que tontería arguye el llamar carátula á la portada, frontis ó frontispicio de los libros: carátula es lo mismo que careta ó mascarilla, y ¿en cuántos libros no es la portada una máscara con que se engaña al público prometiéndole cosas que jamás se cumplen en el cuerpo de la obra?» (CUERVO, § 497).

Perú. ARONA, p. 97. Chile. RODRÍGUEZ, p. 91 (copia el texto de Cuervo). Ecuador. CEVALLOS, p. 45, y Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 64. Venezuela. RIVODÓ, p. 56. Maracaibo. MEDRANO, p. 27. Guatemala. BATRES, p. 165.

2. Muestra de reloj. (Nunca decimos muestra).

«Se les figuraba que al través de la bolsa de su chaleco veían su reloj con la carátula iluminada» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 4).


«Ya para el bien general
Hay un relox excelente
Fijado en sitio eminente
Y en las horas muy puntual.
Su carátula hermosea
Y da perfección al todo:
Lástima que esté de modo
Que ni se oiga ni se vea».


(OCHOA, epig. XXIII)                


Caravana. f. Reverencia, cortesía, por lo común afectada.

«Preséntase á las puertas del estudio de un letrado un litigante, y todo es hacerle caravanas y cortesías en sus primeros saludos» (Diario de México, tom. I, p. 41). «Le hice una gran caravana» (Id., tom. II, p. 331).


«Y á mi caravana
Contesta el señor:
Ya vamos mejor,
Vuelva Vd. mañana».


(OCHOA, letrilla IV)                


«Una línea de jóvenes hermosas [...] sonreían á una fila de elegantes, que con sus contorsiones, caravanas, movimientos y miradas se esforzaban en competir en coquetería con sus bellísimas compañeras de baile» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 2). «Se adelantó haciendo caravanas y dirigiendo á la joven algunas excusas» (ID., ib., tom. II, cap. 8). «D. Pedro le hizo mil caravanas y mudos cumplimientos» (ID., ib., tom. II, cap. 12). «El Padre hizo con muy buen estilo dos caravanas, y salió» (ID., ib., tom. III, cap. 12). «Tributo y compensación que inútilmente se demandarán á las muelles y acicaladas maneras de este siglo de luces y de caravanas» (J. F. RAMÍREZ, Nuño de Guzmán, p. 221). «Entró Pepe, hizo una caravana á la niña» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 300). «En cumplimiento de tan sensata prescripción hemos inventado frases, caravanas, genuflexiones» (FACUNDO, Vistazos, p. 125). «Pálidos, desvelados, se vestían oyendo las recomendaciones del director de escena, que les encargaba hiciesen elegantes caravanas» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 164). «Se ponían el sombrero de tres picos en el estómago, y hacían una caravana: ¡y qué caravana (ID., ib., p. 166).

CORRER LA CARAVANA, dar aviso, por pura cortesía, de lo que se ha ejecutado o se va a ejecutar.

«A la tarde, con los referidos sus padrinos, pasó á la villa de Tacubaya á practicar con SS. EE. la misma caravana [la de avisar un canónigo que había tomado posesión de su plaza]» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1756, tom. II, p. 240).

El Diccionario y Terreros dan a esta frase el significado de hacer las diligencias que regularmente se practican para lograr alguna pretensión.

Caravanista. adj. Que hace muchas reverencias, aun fuera de propósito.

«En los corredores y en el patio había ya multitud de hombres muy corteses y caravanistas» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 26). «Un mulato sumamente político y caravanista se comidió á servirme» (ID., Veracruz, 16).

Caray. interj. «Voz de infame parentela, que ojalá no se usara en ninguna parte», dice Cuervo (§ 433); y asentimos por completo a su dictamen. Pero desgraciadamente corre también por acá; y ojalá, digo a mi vez, que de la parentela infame fuera ésa la única que oyéramos.

«¡Caray! amigo D. Juan, dijo Garduño» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 339). «¡Caray, hombre, qué preguntón eres!» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 3). «El portero [...] aplaudió á la cantora con el ¡caray! más entusiástico que oirse puede» (DELGADO, La Calandria, VI).

No sólo en México y en Bogotá anda   —87→   la palabrita, sino que parece haber invadido media América. La hallamos en el Perú, según Arona (p. 97), quien sospecha que «pudiera venir del quichua, por la rara coincidencia de haber en esa lengua una interjección aray! que vale lo mismo». Me parece eso pura coincidencia, porque la palabra de que tratamos se usa en España, y su origen no es dudoso. Rodríguez (p. 91) dice que se usa en casi toda la América española. Pichardo (p. 73) cree que es voz derivada del catalán. V. MACÍAS, p. 274. Venga de donde viniere, nunca deben usarla personas bien educadas. ¿A qué conducen tales interjecciones, habiendo tantas muy inocentes? Ni aun estas conviene prodigarlas, como acertadamente aconseja el Epítome de la Gramática de la Lengua Castellana.

Carbón. CARBÓN DE ENTREGO: frase que usa el pueblo bajo para indicar traición o entrega. Tiene origen de que cuando a los indios carboneros se pregunta si venden su mercancía, suelen contestar que es o va de entrego (entriego, dicen ellos), esto es, que no la venden porque van a entregarla a quien ya la tiene comprada.

«No quiero que tus vecinos sepan nada, para que no nos delaten, y vayan á hacer carbón de entrego» (Astucia, tom. II, cap. 6, página 175).


«Ya que tiene su guardado,
No lo arriesgue todo al juego,
Que vende carbón de entrego
Cualesquiera endemoñado».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Décimas glosadas», p. 176)                


CARBÓN QUE HA SIDO LUMBRE CON FACILIDAD SE PRENDE, frase con que se denota cuán fácil es que reviva una pasión aunque parezca apagada.

«Somos conocidos viejos, y carbón que ha sido lumbre con facilidad se prende» (Astucia, tom. I, cap. 14, p. 299).

Carcaj. m. La funda de cuero en que se lleva el rifle al arzón de la silla.

«Quitó los botones de las fundas de las pistoleras, y el del carcax en que llevaba el Spencer» (FACUNDO, Ensalada de pollos, tom. II, cap. 10).

Carcajear. n. y pr. Reírse a carcajadas. Verbo antipático que solamente el vulgo usa.

«Al contarlo en la casa hizo perecer de risa á Manuel y su familia, y principalmente á Camila, que se carcajeaba con muchas ganas por cualquier cosa» (Astucia, tom. I, cap. II, p. 222). «Le soltó los pies, recogió su vara, y carcajeándose [...] se fué á sentar con Camila» (Id., tom. I, cap. 15, p. 339). «Al ver entrar las niñas á Garduño con semblante alegre y carcajeándose con D. Pepe, también se pusieron halagüeñas» (Id., tom. I, cap. 15, p. 359). «Me rasqué la cabeza para coordinar mi discurso, faltando poco para soltarme carcajeando» (Id., tom. II, cap. 7, p. 186).


«Carcajean los zaguanes,
Ve el balcón á los que pasan,
Y hacen un ruido que aturde
Con su charla las ventanas».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 267)                



«Al gruñir de los mastines,
Y al carcajear de la flauta
Que de la calle á la puerta
Junto á dos guitarras canta».


(ID., ib., p. 269)                


Salvá trae «CARCAJEAR. n. ant. Dar carcajadas».

Bogotá. «Con frecuencia hemos oído él se lo ríe, él se lo carcajea. Véase Dozy y Engelmann, Glossaire, en la voz Carcajada» (CUERVO, § 330, y nota). Guatemala. BATRES, página 166.

* Cardillo. m. Escardillo: viso que, heridos del sol, despiden los cuerpos reflectantes.

«Esta aparición hizo en el rostro de D. Aristeo el efecto del cardillo, y estuvo á punto de retroceder rodando la escalera» (FACUNDO, Jamonas, tom. II, cap. 1).

LO HA DICHO EL CARDILLO: lo ha dicho el escardillo, expr. con que se apremia a los niños para que confiesen lo que han hecho, suponiendo que ya se sabe.

Careado. adj. m. En la lid de gallos, el que por contraposición a tapado, se presenta descubierto y a la vista de los jugadores: es decir, que el contrario sabe de antemano con cuál gallo va a pelear el suyo. Úsase como sustantivo: Se jugarán dos CAREADOS.

Cargada. f. Acción y efecto de cargar.

2. CARGADA. adj. Se dice de las hembras   —88→   de los animales que están preñadas.

IR A LA CARGADA es, entre jugadores, apostar a la carta en cuyo favor hay ya puestas mayores cantidades. ¡Metafóricamente se toma por adherirse, sobre todo en tiempo de revolución, a la causa o partido que cuenta con mayores probabilidades de triunfo.

Cargador. m. Úsase, sin excepción, en vez de mozo de cordel.


«Cuando vas muy de pretor
Por la Tiburtina senda,
Y van cinco cargadores
El bacín y la frasquera
Llevando en tu seguimiento...».


(P. ALEGRE, trad. de la «Sát. VI», lib. I, de Horacio)                


«Fuera necedad decir que todo payo, cargador ó cochero es tonto por ser cochero, cargador ó campesino» (PENSADOR, Quijotita, cap. 12). «Doce reales de un cajón, un peso para los cargadores, y otro para el sepulturero» (ID., Periquillo, tom. I, cap. 13, p. 165). «Uno se ofreció á ponerme el recibo, otro dió el papel, otro contó el dinero, otro llamó al cargador» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 5). «Sabía como se ajustan cargadores» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 13). «Agrupados á la reja están un cargador con todo y mecapal: una cocinera con todo y canasta» (ID., El Correo, p. 98). «Más de quince cargadores estaban en acecho» (ID., Gabriel, tom. I, cap. 5). «Lo cual era oro molido para los cargadores ó mozos de cordel» (S. POLO, Cuarto Poder, cap. 1). «Las andas en que estaba colocada la imagen pesaban tanto, que apenas podían con ellas doce cargadores» (DELGADO, La Calandria, VII).

Perú. ARONA, p. 98. Guatemala. BATRES, p. 166.

V. CASERO.

CARGADOR DE HATAJO: mayordomo de recua; jefe de los arrieros.

CARGADOR es también la correa o soga de cuero que en los carros de dos ruedas va de una vara a la otra y descansa sobre la silla o fuste que lleva la bestia.

Cuba. PICHARDO, p. 76; MACÍAS, p. 282.

Cargar. a. Traer, llevar consigo; usar, gastar: CARGA pistola, anteojos.

«Cargan buenos arcos y flechas» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, libro 2, cap. 12). «Se fué presentando un D. Petate en el escritorio demandando quinientos pesos con la libranza que mi amigo cargaba en su cartera» (Astucia, tom. II, capítulo 3, p. 87). «Vamos á casa por mi revólver: ¿traes el tuyo? -Yo siempre lo cargo» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 9). «El general abrió su cuarto con una llave que cargaba siempre» (ID., Noche Buena, cap. 12). «Cargaba un calendario de santos en la bolsa» (ID., Gentes, tom. II, capítulo 1).


«Y aunque cargues arma corta
Ya lo verás con mi hermano».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Quintillas», p. 143)                



«Y más de cuatro ladinos
Cargan daga y tosen recio».


(ID., ib., «Contesta de Luisa y Tules», p. 212)                


Bogotá. CUERVO, † 504. Chile. RODRÍGUEZ, p. 92. Maracaibo. MEDRANO, p. 27. Guatemala. BATRES, p. 166. Río de la Plata. GRANADA, p. 146.

V. CATREDAL.

Cariacontecer. a. Poner cariacontecido a alguno. Jamás he oído este verbo, ni le he hallado escrito más de una sola vez. El ejemplo no es de imitarse.

«La negra imagen de la muerte cariacontecía al pollo insustancial» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 6).

Caridad. f. Dase todavía este nombre a la comida que se ministra en las cárceles a los presos, porque antiguamente no se les daba ninguna, y había personas caritativas que andaban pidiendo limosna para el sustento de los encarcelados desvalidos que no tenían familia o amigo que los socorriesen. Pero hasta hoy se tiene por muy desdichado al pobre preso que no cuenta con más alimento que la comida oficial, es decir, la CARIDAD, que ya no lo es.

«Ellos engullían muy bien, tanto por no estar acostumbrados á mejores viandas, como por ser éstas de las que les daba la caridad; pero yo apenas las probaba, de manera que si no hubiera sido por un bienhechor que se dignó favorecerme, perezco en la cárcel de enfermedad ó de hambre» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 8, p. 136). «El contratista, abastecedor de reclusos é indefensos consumidores de la carne de la caridad» (FACUNDO, Vistazos, p. 168).

Covarrubias dice que en algunas partes llaman CARIDAD a «cierta refección que se da de pan, vino y queso en los entierros y honras de difuntos».

Caries. La Academia le da el género masculino: mas en el art. CREOSOTA   —89→   dice: «Se extrae del alquitrán, y se emplea en medicina para combatir LA CARIES de la dentadura». Aquí decimos CARIE y le damos género femenino. Decimos también creosote, masculino, y no creosota, femenino.

Carmelita. m. y f. Color de café, como el del hábito que usan los religiosos carmelitas.

«Los puros que contenía [la purera] eran de un tabaco de color carmelita oscuro» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 7).

Bogotá. CUERVO (§ 512). Cuba. PICHARDO, p. 76; MACÍAS, p. 285. Venezuela. RIVODÓ, p. 57.

2. f. Diminutivo de Carmen, nombre propio de mujer; en España Carmela, Carmencita.

Carnaza. f. Corrupción de carnada: cebo hecho de carne para pescar, etc.

ECHAR A UNO DE CARNAZA, hacerle que acometa empresas o negocios arriesgados, en provecho y sin peligro del instigador.

Carnear. a. vulg. Herir y matar con arma blanca en un combate o alcance.

«Voltearon caras, se hicieron bolas, y los carnearon bonitamente, lanceándolos y correteándolos un gran trecho» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 199).

Carneraje. m. Conjunto de carneros. Es común el uso de la terminación aje con significación colectiva; becerraje, terneraje, y aun animalaje.

Carpanta. f. Pandilla, trulla de gente alegre y maleante.

«De esos pollos que empluman en chiribitil y se exhiben el día menos pensado, ingresando sin ceremonia á la carpanta» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 6).

V. CRESTA.

Carpintear. n. A algunos médicos he oído usar este verbo por toser continuamente. Toda la noche ha estado el enfermo CARPINTEANDO.

Carrera. f. ant. Cópula carnal.

«Quien las quiere [las rameras] para su libidinoso uso, les da por una carrera ocho ó diez almendras [de cacao] como él é ella se conciertan» (OVIEDO, Hist. de Indias, libro VIII, cap. 30).

CARRERA DE BAQUETAS. Además del sentido recto que da el Diccionario, tiene el figurado de paso por entre las dos hileras de gente que se forma a la salida de teatros, bailes y otros espectáculos. Alude a la inspección que sufren personas y trajes en ese tránsito, y a los comentarios de los espectadores, casi nunca favorables ni caritativos.

«Aplaudían con una vehemencia y una animación que por no estar motivadas, servían á la infeliz premiada, de una verdadera carrera de baquetras» (FACUNDO, Sabios y Presidiarios, p. 167).

Carretada. f. Medida usada para vender cal. Consta de doce cargas de a diez arrobas cada una, o sean ciento veinte arrobas.

En Cuba, CARRETADA es «la carga de una carreta, que se computa de ciento veinte arrobas» (PICHARDO, p. 77; MACÍAS, p. 289).

Carretonero. m. Carretero.


«Paseándome por la viña
Estaba tomando fresco
A tiempo que descargaba
Su carro un carretonero».


(Diario de México, tom. I, p. 60)                


«Falta en el Diccionario», dice Ortúzar (p. 70).

Carta particular. Aquella en que sólo se tratan asuntos privados o de familia, y que se supone ha de ser vista únicamente por la persona a quien va dirigida. Se le da especialmente ese nombre cuando se endereza a persona con quien se tienen negocios de comercio, etc., los cuales se tratan en otra carta, llamada por algunos ostensible.

Cartapacio. m. Carta muy abultada.

Cartucho. m. Esta voz y la de cucurucho han dado tarea a los provincialistas. La diferencia entre ambos objetos está a la vista, pues el CARTUCHO es de forma cilíndrica, y el cucurucho de cónica. La dificultad consiste en el uso de los nombres. No hay duda de que el rollo de monedas de una misma especie es un CARTUCHO; aunque la Academia concede que puede haber también cucuruchos de monedas; supongo que eso será cuando vayan juntas y en   —90→   confusión monedas de varias especies que no puedan reducirse a CARTUCHOS. Pero en algunas partes se nombra CARTUCHO al de dulces, y eso es lo que se tacha, porque se da por supuesto, sin duda, que los dulces han de ir invariablemente envasados en cucuruchos, y por tanto en forma cónica.

Cuervo (§ 438) dice: «Cometemos los bogotanos la nefanda profanación de ofrecer á las damas cartuchos, y reservamos los cucuruchos para los nazarenos». Rodríguez (p. 95) reproduce, y por tanto hace suyo, el pasaje de Cuervo. Por Arona (pp. 99, 144) sabemos que en el Perú se hace igual confusión. En el Ecuador lo mismo (CEVALLOS, p. 46), y en Cuba (PICHARDO, p. 79; MACÍAS, p. 292). Rivodó (p. 270) asegura que en España dicen también CARTUCHO de dulces, y que el de dinero se llama indistintamente de uno u otro modo. Medrano (p. 128) confirma la confusión o trueco de tales voces. Respecto al uso en España, hallamos en el lugar de Cuervo antes citado: «Cartucho de dulces se dice en Andalucía, y con mucha propiedad, atento á que semejante receptáculo tiene allí figura cilíndrica; debemos esta observación á nuestro respetable amigo el Señor Sbarbi, y ella explica el origen del uso bogotano».

Lo que más nos interesa es asentar aquí el mexicano. Desde luego, lo mismo que en Bogotá y en Chile, no conocemos otros cucuruchos que los usados olim por los nazarenos, cuando había procesiones de Semana Santa, y los que hoy suelen encasquetarse los payasos. Nadie dice cucurucho de dulces ni de otra cosa, sino alcartaz, y aun alcatraz, que se tiene por disparate, aunque el Diccionario le admite. Engelmann y Dozy no dan más que alcartaz; el otro tiene el inconveniente de ser equívoco, por llamarse así cierta ave acuática. Decimos CARTUCHO de pesos, de onzas, y en estilo familiar chorizo. También CARTUCHO de dulces; pero únicamente cuando en realidad tiene la forma cilíndrica, muy usada hoy en las dulcerías extranjeras. Un alcartaz de almendras garapiñadas. Un CARTUCHO de bombones.

Parece, por lo dicho, que no andamos por acá muy descaminados.

Casa. f. Nombre que comúnmente se da a los conventos en las crónicas religiosas antiguas.

«Decían cada lunes una misa cantada, la cual hasta hoy día en alunas casas se dice» (MOTOLINÍA, Hist. de los Indios de N. E., trat. I, cap. 2).

CASA DE EMPEÑO. V. EMPEÑO.

HACERSE DE LA CASA DE LA VIRGEN, hacerse el bobo. Ya desusado.

«Vd., hermano, á la verdad, se está haciendo de la casa de la Virgen» (PENSADOR, Quijotita, cap. 6).

SABER IRSE A SU CASA, ser listo, saber hacer su negocio.

«No sabe quebrar un plato, y la echa de caritativo y de sabio; pero bien que sabe hacer su negocio é irse á su casa» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 8). «Aquí hay intríngulis, Mister. Este fraile sabe irse á su casa» (DELGADO, La Calandria, XXXIV, 1.ª ed.).

Era corriente, en lo antiguo, usar el plural casas, aunque se tratase de una sola; las Actas de Cabildo están llenas de ejemplos de tal uso, al extremo que casi nunca se encuentra el singular. Hasta decían par de casas.

«Le hacemos donación [al hospital] de unos cuatro pares de casas que son y están en esta dicha ciudad [...] las cuales alindan con casas de Juan Marín, vecino de esta ciudad, por la una parte; y por la otra con casas de Martín de Zavala» (Donación de las casas del Hospital del Amor de Dios, hecha por el Sr. Obispo Zumárraga, 1541). «En cabildo de 4 de Noviembre de 1524 se dió por servido un solar á Antón de Arriaga frontero de las casas del Concejo» (Actas del Cabildo).

Igual uso hubo en Chile, y aun se da el plural casas a la casa de una hacienda (RODRÍGUEZ, p. 98).

CASA ENTRESOLADA.

«Se vende una casa entresolada en el Puente de Alvarado» (Diario de México, tom. I, p. 148). «La casa entresolada que está frente de la pulquería de las Maravillas se traspasa», (Id., p. 350).

V. ALTOS.

CASA DE CALDERAS. En los ingenios de azúcar, el edificio contiguo al trapiche en que se hallan colocadas las   —91→   calderas y demás utensilios necesarios para la fabricación de la azúcar.

Cuba. PICHARDO, p. 63; MACÍAS, p. 292.

Cascaciruelas. HACER LA DE CASCACIRUELAS; acá es salir mal de un negocio o empeño, especialmente si es por torpeza. El Diccionario dice: «HACER LO QUE CASCACIRUELAS. fr. fig. y fam. «Afanarse mucho por nada, ó sin resultado equivalente al trabajo». Como se ve, difieren bastante estos sentidos.

Cascaje. m. Conjunto de barriles vacíos, y aun cuando están llenos, si la calificación se refiere a los barriles, y no al contenido. El CASCAJE de este vino está malo, chico, etc.

Cascalote. m. Sustancia sacada del Cæsalpinia Cacalaco, familia de las leguminosas. El fruto es una vaina encorvada en forma de C o de S, de piel lisa y de color castaño rojizo. Contiene una pulpa amarillenta, de sabor muy astringente, y semillas de un color moreno. Abunda en tanino, y se emplea para curtir. Salvá le confunde malamente con cacalote, cuervo.

«El cascalote es árbol de mucha consistencia y duración, y suele tener el tronco como vara y media de circunferencia» (ALZATE, Gacetas de Literatura, 20 febrero 1790).

(Farm. Mex., p. 42).

Cascarilla. f. Afeite o muda para cubrir de blanco la tez. CASCARILLA de la Habana.

«CASCARILLA. N. s. f. La cáscara del huevo perfectamente molida con agua, hasta formar una pasta fina y blanca, la cual usa el bello sexo para limpiar y blanquear la tez. Sirve también como medicinal secante, en lugar de magnesia, para la acedía. Llaman Cascarilla de caracol la que se hace de la concha de éste, que es más brillante y apreciada que la otra. También se trae de Mérida» (PICHARDO, p. 80). MACÍAS, p. 295.

Cascarón. m. El de huevo, relleno de tiza, almidón, papel picado u otras cosas, que por diversión se cascan unos a otros en las cabezas, durante las carnestolendas. Va desapareciendo esta costumbre, y poco se pierde.

«Así, desde luengos siglo; acá, han pasado de mano en mano la tarasca, la matraca, la careta y los cascarones» (FACUNDO, Decadencia del Carnaval, p. 239).

Casco. m. En las fincas de campo se da este nombre al conjunto de los edificios y terrenos contiguos a ellos.

«Casi no contaba Lorenzo más que con los cascos de los ranchos, incluso el suyo» (Astucia, tom. II, cap. 7 bis, p. 239).

V. TOPILLO.

«CASCO DE CASA Ó LUGAR. Es el recinto en que se contiene, sin los agregados ó accesorias» (Dicc. de Aut.).

Casero, ra. m. y f. Además de las acepciones de dueño de casa y de persona que corre con la administración de ella, significa en México la persona que en las casas de vecindad cobra el alquiler de los cuartos, conserva el orden entre los vecinos, cuida del aseo y alumbrado, etc. Este cargo se da comúnmente a mujeres pobres que por única remuneración de su trabajo, que no es poco, disfrutan, sin pagar renta, el cuarto en que habitan, regularmente uno de los peores de la casa.

«La primera pieza habitada es la de la casera, mujer de un cargador y madre de cinco muchachos» (FACUNDO, Casa de vecindad, p. 102). «La casera cuenta que han muerto en la casa nada más seis personas en menos de dos meses» (ID., ib., p. 104).

Casilla. f. Portal o zaguán donde se ponen las mesas para recibir las boletas de los votantes en las elecciones primarias.

2. También tienda pequeña en que se venden al menudeo ciertos artículos: CASILLA de carnes, de pulque, etc.

Caso. ¡MIREN QUÉ CASO! Exclamación de sorpresa del que sufre un desengaño, o se queda abobado.

«Como no han entendido nada se han quedado con la boca abierta, diciendo: ¡mira qué caso!» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, capítulo 4, p. 55). «Se quedó el pobre gallo diciendo: ¡miren qué caso!» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 434). «Nos hemos quedado con los brazos cruzados, diciendo: ¡miren qué caso!» (ID., ib., p. 573).

Casta. f. Entre impresores es el conjunto de letras, números, signos, etc., de un mismo grado y ojo: Esta CASTA está trunca. Esta letra es de otra CASTA. Algunos dicen fundición; pero es voz equívoca.

2. CASTAS. pl. En tiempos pasados   —92→   se daba el nombre genérico de CASTAS a las varias mezclas de las tres razas, blanca, india y negra, y se distinguían con denominaciones particulares. La clasificación era bastante complicada, y aun no alcanzaba para la multitud de combinaciones que resultaban de la mezcla de los elementos primitivos, de éstos con las mezclas, y de éstas entre sí. En el Museo Nacional existe una pintura antigua donde en cuadretes están representadas las cabezas típicas de las mezclas, y al pie tiene la explicación que copio en seguida.

  • Español con India.- Mestizo.
  • Mestizo con Española.- Castizo.
  • Castizo con Española.- Español.
  • Español con Negra.- Mulato.
  • Mulato con Española.- Morisco.
  • Morisco con Española.- Chino.
  • Chino con India.- Salta atrás.
  • Salta atrás con Mulata.- Lobo.
  • Lobo con China.- Gíbaro.
  • Gíbaro con Mulata.- Albarazado.
  • Albarazado con Negra.- Cambujo.
  • Cambujo con India.- Zambaigo.
  • Zambaigo con Loba.- Calpamulato.
  • Calpamulato con Cambuja.- Tente en el aire.
  • Tente en el aire con Mulata.- No te entiendo.
  • No te entiendo con India.- Torna atrás.

He aquí otra clasificación tomada de las inscripciones de unos cuadretes semejantes que existen en Michoacán:

    Modo de cómo se deben entender las generaciones de este reino de las Indias.

  1. Generación de español y de india produce Mestizo.
  2. De español y de mestiza produce Castizo.
  3. De español y de castiza produce Español.
  4. De español y de negra produce Mulato.
  5. De español y de mulata produce Morisco.
  6. De español y de morisca produce Albina.
  7. De español y de albina produce Tornatrás.
  8. De español y de tornatrás produce Tente en el aire.
  9. De indio y de negra produce Cambujo.
  10. De chino cambujo y de india produce Lobo.
  11. De lobo y de india produce Albarazado.
  12. De albarazado y de mestiza produce Barnocino.
  13. De indio y de barnocina produce Zambaigo.
  14. De mestizo y castiza produce Chamizo.
  15. De mestizo y de india produce Coyote.
  16. De dicha y de indios gentiles [sic].

Fuera de ésas, corren o corrían otras denominaciones, como mulato con española, cuarterón, en vez de morisco, etc.

«Por mi desgracia, entre tanto hijo de su madre como estaba encerrado en aquel sótano, no había otro blanco más que yo, pues todos eran indios, negros, lobos, mulatos y castas» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 7, p. 109).

Hoy se dice guerra de castas a la que hacen, o se teme que hagan, los indios contra los que no pertenecen a su raza.

Castaña. f. Barril pequeño, a veces ovalado.

«Estirando dos mulas flacas mal aparejadas, cargadas con cuatro castañas vacías que le prestó el padrino» (Astucia, tom. I, cap. 4, p. 81).

Castañeta. f. ant. Cosa fútil y despreciable: una nada.

«Como el Diego Velázquez era tan favorecido del obispo de Burgos [...] no tuvo todos aquellos requerimientos que le hicieron en una castañeta, antes se mostró más bravoso» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., cap. 109).

Castigar. a. Apretar un tornillo, una cuerda.

Castilla. f. «Son tantas las cosas que se han llamado, y que se llaman quizá todavía de Castilla, que hemos creído conveniente registrarlas bajo este epígrafe general. Como por muchos siglos Europa estuvo cerrada para nuestro comercio, Castilla, es decir España, era para nosotros el punto de procedencia de toda especie europea de importación; y así se decía pimienta de Castilla, bayeta de Castilla, ciruela de Castilla, vinagre de Castilla, planta de Castilla, conejo de Castilla, paloma de Castilla» (ARONA, p. 101).

Usábase aquí como en el Perú y por igual razón, calificar de CASTILLA muchas cosas de procedencia extranjera, para distinguirlas de las nacionales. Nunca oí decir pluma, conejo ni paloma de CASTILLA; en cambio los artesanos solían llamar así a las herramientas extranjeras: un formón de CASTILLA. Todavía se conserva ese uso en calabacitas, rosa, jabón y vinagre de CASTILLA.   —93→   Las verdaderas ciruelas se han llamado y llaman de España, a distinción de los xocotes o jobos, que corren con el simple nombre de ciruelas.

Guatemala. «Cera de Castilla, paloma de Castilla, vinagre de Castilla, pimienta de Castilla» (BATRES, p. 171).

Castillejo. m. Cada una de las armazones de hierro colocadas verticalmente a ambos lados del trapiche o molino de cañas, y en que descansan los ejes de los cilindros, moledores o mazas.

Castillo de fuego. m. No acostumbramos distinguir entre CASTILLO y árbol de fuego: todos son CASTILLOS.

V. VENDIMIA.

Castor. Tejido de lana, mezclado de blanco y rojo, que las mujeres del pueblo y las rancheras usaban mucho y aún usan para hacer sus enaguas.

«Con enaguas de castor llenas de lentejuelas, y rebozo de la calandria» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 147). «Se fué presentando Camila con unas enaguas de castor» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 220). «Su sencillo traje, compuesto de unas enaguas de castor, un rebocito lleno de rejas y unos zapatoncitos viejos, hacía realzar su belleza» (Id., tom. II, cap. 3, p. 70). «Las hijas de Matiana son verdaderos tipos de limpieza y donaire, con sus enaguas de castor ó de mascadas, y sus zapatitos de raso de color» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 2). «Vestía enaguas de castor rojo y blanco». (ID. Gentes, tom. I, cap. 3).


«Va una moza á la maroma
Con su enagua de castor».


(ID., ib., tom. II, cap. 9)                



«Use el túnico el gran tono,
Todo flaquezas y huesos,
Y revivan los traviesos
Zagalejos de castor».


(G. PRIETO, Poes. fes., «El túnico y el zagalejo», p. 82; y 83-86)                


V. JARANITA. PIECITO.

Cata. f. Min. Excavación superficial, vertical o inclinada, hecha en el cuerpo de un criadero metalífero para reconocerle antes de explotarle, o sobre una roca que se presume le contiene, para descubrirle.

«En otros muchos parajes de este obispado se están haciendo muchas catas (al modo antiguo con que se explicaban á los principios de las Indias) de varias minas» (Gaceta de México, marzo 1733).

Catalán. m. Aguardiente catalán.

«Echó un buen trago de catalán, y comenzó á barajar» (PAYNO, Fistol, tom. II, capítulo 13). «Después de echar todos unos buenos tragos de catalán» (Astucia, tom. I, capítulo 3, p. 53). «Solares destapó el catalán con un tirabuzón de bolsa» (FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 17). «Solares dió otras dos copitas de catalán á sus amigos» (ID., ib., tom. II, cap. 1). «No escasearon, antes de sentarse á la mesa, las copitas de catalán con anisete» (DELGADO, La Calandria, XVI).

V. ARTE.

Catana. f. No trae esta voz el Diccionario. En el de Autoridades leemos: «CATÁN. s. m. Una especie de alfanje que usan los indios, que en el Japón le llaman CATANA». Terreros dice «CATÁN, y más comunmente CATANA». Así se encuentra siempre en las relaciones del Japón.

«Y sabiéndolo un caballero gentil, y teniendo que probar unas catanas nuevas ó alfanjes, para ver su fineza, envió [...] á pedir el ya sentenciado á muerte [...] y juntos los caballeros que habían de probar sus catanas, las probaron en el cuerpo del santo Luis, mi compañero [...]. Cortáronle primero la cabeza, y después, en la prueba de las catanas, le hicieron todo su cuerpo muy menudos pedazos» (FR. DIEGO DE San Francisco, Mártires del Japón, fol. 44 vto.).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101.

Catarina. f. Nombre propio de mujer. Cuervo (§ 685) condena el uso de CATARINA por Catalina, que califica de forma neta castellana. Por el contrario, Macías (p. 300) dice: «Catalina es una corruptela española. En México y en la América del Sur pronuncian CATARINA las personas cultas, porque leen Catharine en las obras francesas: Catharina-e ó Catherine en las inglesas, Katharine en las alemanas, Caterina en las italianas, Catharina en las portuguesas; sólo ven escrito Catalina en las españolas. Procede del ablat. sing. del lat. mod. Catharina, æ, voz orig. de la gr. katharós, ê, ón, puro, nítido, irreprochable». Hassey, en sus Raíces griegas (p. 17) dice: «CATARINA (a\ikaqar/ina, a\i, en eolio por a)ei/ siempre, y kaqaro/j, limpio), la mujer pura, siempre limpia». Dejando el punto a la decisión del lector, me limitaré a decir que aquí llaman (ignoro con qué fundamento)   —94→   Santa Catalina a la de Sena y de Ricci, y Santa Catarina a la mártir. Hay iglesia de Santa Catalina de Sena y parroquia de Santa Catarina Mártir.

V. APARTADOR.

Cata, Catita y Catana son diminutivos de este nombre; el último poco usado.

A la rueda catalina llamamos siempre CATARINA, como sustantivo.

CATARINITA decirnos a la cotorrita cuyo nombre propio es catalnica (ant. según el Dicc.). También a un pequeño coleóptero de color rojo.

Cateador. m. Que catea casas.

2. Min. Que abre catas.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101.

Catear. a. Según el Diccionario, este verbo está anticuado; significa «buscar, descubrir»; y se deriva del latín catus, diestro, astuto. Más bien parece ser forma frecuentativa de catar, «ver, examinar, registrar». Aparte de eso, el verbo no está anticuado entre nosotros, ni tiene la significación de «descubrir», sino la de «allanar y registrar la policía una casa en busca de conspiradores ó papeles»; cosa que antes se ejecutaba con deplorable frecuencia. Era el pan de cada día oír decir al levantarse: Anoche CATEARON la casa de fulano. En este sentido le trae Salvá como pr. de Méj. Ortúzar le tiene por prov. de América (p. 71).

Bogotá. CUERVO, † 503. Venezuela. RIVODÓ, p. 177.

2. Min. Abrir catas.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101.

Catedral. f. V. CATREDAL.

Catedrático. m. Ya que el Diccionario nos da «CATEDRÁTICO DE PRIMA, el que tiene este tiempo destinado para dar sus lecciones», habrá que añadir el de vísperas, con igual definición. Y más claro sería decir en la primera «el que da sus lecciones por la mañana»; y en la segunda «el que las da por la tarde». Aquí no hay ya catedráticos de prima ni de vísperas: los catedráticos se llaman profesores.

Cateo. m. Acción y efecto de catear o allanar casas.

2. Min. Acción y efecto de catear o abrir catas.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 101. Según Ortúzar es prov. de América.

Catite. m. El Diccionario de Autoridades dice que es «Piloncillo de azúcar moreno que se hace en las fábricas ó ingenios de él, y es muy útil para el pecho». No hay autoridad. Terreros: «Piloncillo de azúcar pectoral». El Vulgar: «Piloncillo que se hace en los ingenios ó fábricas del azúcar más depurado». No se indica la etimología de la voz, ni se expresa en qué país se fabrica ese producto. Por mi parte digo que no he oído jamás tal nombre de azúcar, y que no está en los Diccionarios de cubanismos de Pichardo y de Macías. Me sospecho que todo es filipino.

CATITE se llama, o llamaba, aquí a cierta clase de seda.

* Catoche. m. fam. Mal humor. Va cayendo en desuso.

Catredal. f. Forma anticuada o metátesis de Catedral, que el vulgo retiene todavía y es ya un barbarismo.

«Este pueblo y su comarca está sufragánea al obispado y catredal de la ciudad de Guadalajara». «Está la catredal de la ciudad de Guadalajara doce leguas» (Descr. de Ameca, 1579, MS.). «Está este pueblo en el Obispado de Antequera veinte y cinco leguas de la catredal» (Descr. de Teozacualco, 1580, MS.). «La voz común de esta tierra es que esta ciudad de la Vera cruz está nombrada por cabeza de obispado é catredal» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.). [Hállase igualmente en otras de esas descripciones antiguas].

Bogotá. CUERVO, § 666. Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Guatemala. BATRES, p. 169.

Es común en México suprimir el artículo cuando se habla de la catedral. Voy a catedral. Dan las doce en catedral.

«La tarde del día 12 estando en catedral...» (Diario de México, tom. I, p. 60). «Es capaz de cargar no sólo papeles de música, sino la torre de catedral» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 310). «Mejor me iba á enfriarme en las cadenas de catedral» (ID., ib., p. 465). «¿Y al día siguiente qué función hubo en catedral (ID., ib., p. 594). «Efectivamente, contestó Castaños, mi reloj está con el de   —95→   catedral» (FACUNDO, Gentes, tom. III, capítulo 1).


«Vienen dos padres
De catedral».


(G. PRIETO, Poes. fest., «La Sacamisa», p. 115)                


Catrín, na. m. y f. Petimetre, lechuguino, elegante. Esta palabra se va anticuando, y sólo se conserva entre la gente del pueblo, como apodo injurioso y despectivo que aplica a la que no usa el traje de ella, motejándola de ociosa e inservible, cuando no de mal entretenida. Y aun para esto usan más de la palabra roto. El Pensador Mexicano dio a una de sus novelas el título de Don Catrín de la Fachenda, donde, como es natural, se repite mucho la palabra.

«Nos amarán todos nuestros compañeros y compañeras, las catrinas, gente moza, útil, alegre y liberal» (PENSADOR, Catrín, cap. 9, p. 230). «No hay catrín [...] que no tenga su Clori ó su Filis» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 5). «De los viejos catrines enamorados» (ID., ib., p. 20). «Prométame Vd. que escuchará lo que yo le diga, que se dejará de andar con catrines, y yo lo compondré todo» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 11). «Yo no soy ese catrín que tanto la fascina» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 160). «Me han contado que está muy endiosado con una catrincilla mexicana» (Id., tom. I, cap. II, p. 216). «¡Qué lindas son las catrinas (Id., tomo II, cap. 5, p. 123). «¡Malditas, malditas sean de Dios las catrinas (Id., p. 136). «¡Ya se la llevan á la sacristana; que se va la sacristana, se la roban los catrines (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 9). «Sepamos con quién se fué. ¿Con quién había de ser? con el catrincito que le ha trastornado los sesos» (ID., ib.). «El muchacho se ha desnaturalizado, y se ha hecho más catrín de lo que yo quisiera» (ID., Fuereños, tom. II, cap. 16). «El mexicano en las carreras ya no se permite decir los elegantes por prosaico [...] ni los catrines por ordinario» (ID., El Aseo, p. 217). «Casi todos son catrines de ¡ay mamá!» (ID., Gentes, tom. II, cap. 16). «¡Caritas! ¡Esas catrinas no sirven para nada! ¡Más orgullosas y más groseras!» (DELGADO, La Calandria, VI). «Digan lo que quieran los catrines que le hacen la rueda, no me gusta» (ID., ib., IX). «Los catrines seguían hablando» (ID., ib., X).

V. EMPAREJARSE. FACHOSO.

Catrinería. f. Calidad de catrín, y el conjunto de ellos.

«Tú eres un pobre aprendiz de la verdadera catrinería» (PENSADOR, Catrín, cap. 9). «Quién sabe por qué causa me inclinaba á la catrinería, aunque después de haber olvidado mi nobleza» (ID., ib., cap. 11).

Caudillo. m. En las estancias de ganado, el segundo jefe, inferior solamente al caporal.

Causante. m. y f. En lenguaje fiscal, el que tiene que pagar al erario alguna gabela; particularmente la alcabala o derecho de portazgo.

Cazón. m. Según el Diccionario, es el pez de que se saca la lija. Terreros añade que es también el tiburón pequeño. Respecto a Cuba, confirma esto Pichardo (p. 83), y lo mismo es en Veracruz.

Ceba. f. Cebo: la pólvora que se pone en la cazoleta de las armas de fuego llamadas de chispa.

Hallamos el mismo trueco en Chile (RODRÍGUEZ, p. 104). Solar (p. 35) opina que es arcaísmo, lo cual dudo, en esa acepción: la autoridad que aduce de Salvá no hace al caso; pudiera más bien haber traído la de Terreros, aunque vaga. Rivodó (p. 239) asegura ser constante que en muchos países, especialmente de América, se llama invariablemente ceba al cebo de la cazoleta.

2. La cantidad que se añade a otra de igual naturaleza para que no cese su efecto y se logre el resultado apetecido; o bien para que se complete la cantidad necesaria. En términos de metalurgia es la cantidad de mercurio que en el beneficio por amalgamación se añade a la masa, cuando la operación está terminada, para recoger las partículas metálicas desparramadas, o disminuir la consistencia de la pella a fin de evitar pérdidas mecánicas en las manipulaciones posteriores.

Cebadero. m. Sitio donde se guarda la cebada en las casas.

Cebar. a. El Diccionario dice que es «Ir añadiendo materia proporcionada al fuego ó á la luz para que no se acaben». Mas este verbo no significa exclusivamente alimentar el fuego, sino añadir cualquier materia a otra semejante, para obtener el efecto que se desea.   —96→   Así en los ingenios de azúcar, CEBAR es añadir, una o más veces, cierta cantidad de jarabe o meladura a la caldera en que se está dando el punto, particularmente si se opera en el vacío. La cantidad que de cada vez se añade es una ceba. CEBAR en el juego es ir aumentando el fondo conforme disminuye.

CEBAR LA BORRACHERA, exp. fam.: beber de nuevo cuando comienzan a disiparse los efectos de la embriaguez, a fin de que continúen.

Ceboruco. m. Lugar de rocas ásperas y puntiagudas. Conocemos especialmente con el nombre de CEBORUCO un grupo de montañas de Tepic. Una de ellas es un volcán en actividad.

«Hubimos de dar al través entre unos ceborucos, que los hay muy grandes en aquella costa, de manera que se nos quebró la canoa [...] y todos salimos descalabrados de los golpes de los ceborucos [...]. Para nuestra Villa de la Trinidad no había camino por la costa, sino malos países y ceborucos, que así se dicen, que son las piedras con unas puntas que salen dellas, que pasan la planta de los pies [...]. Pues como las olas que reventaban de aquellos ceborucos nos embestían [...]. Pues como por aquella costa no podíamos caminar, por causa de que se nos hincaban por las plantas de los pies aquellas puntas y piedras de los ceborucos, con mucho trabajo nos metimos en un monte» (BERNAL DÍAZ, Hist. verd., capítulo 7).

Cecear. a. Decimos por acá que los espectadores comenzaron a CECEAR al actor; pero CECEAR (que pronunciamos sesear) significa solamente «pronunciar la s como c, por vicio ó defecto orgánico», y también «decir ce, ce, para llamar á alguno». El verbo propio es sisear o chichear.

Ceceo. m. Siseo o chicheo. Véase CECEAR.

Cedulario. m. Colección de reales cédulas, impresa o manuscrita. Entre nosotros es famoso el CEDULARIO llamado de Puga, por haberle compilado el oidor de este nombre. Se imprimió por primera vez en 1563, y por segunda en 1878.

Salvá trae esta voz.

Cegatón, na. adj. Cegato; corto de vista.

Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Guatemala. BATRES, p. 170. Ortúzar (p. 72) dice que falta en el Diccionario.

Celeste. adj. usado en la frase fam. quedarse CELESTE, esto es, impasible, sin hacer caso alguno de lo que se oye, cuando hay motivo para lo contrario.

Celuloide. (De celulosa). f. Sustancia orgánica, sólida, flexible, trasparente, compuesta de una mezcla de algodón-pólvora y alcanfor, pulverizada, comprimida fuertemente y sujeta después á la acción del calor. Puede teñirse de diversos colores, y tomar la apariencia de marfil, carey, cuerno, ámbar, coral, etc..

Cemita. f. Acemita; pan hecho de acemite; y a éste llamamos también CEMITA.

«Estaba listo el almuerzo al estilo de arriero [...] un jarro de atole y cemitas...» (Astucia, tom. I, cap. 10, p. 323).

Bogotá. CUERVO, § 577. Guatemala. BATRES, p. 170).

Cena de negros. Confusión, desorden, riña. Hablando de cualquier reunión que acabó en desorden, decimos Se volvió CENA DE NEGROS. El Diccionario dice: boda de negros, y merienda de negros.


«Cena de negros
Tornaréis vos
La sacrosanta
Federación».


(Don Simplicio, set. 30, 1846)                



«Y aquello es cena de negros,
¿Y quién la culpa tendrá?».


(Id., abril 7, 1847)                


Cenada. f. Acción y efecto de cenar.

«En las diligencias del empeño y de la cenada se me fué el tiempo sin advertirlo» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 8, página 109).

Cenaduría. f. En cambio de las almuercerías, que casi han desaparecido, van asomando unos figones con el título de CENADURÍAS, porque allí se sirven especialmente comidas por la noche.

Cenegal. m. Cenagal. Salvá, Terreros, y Ortúzar traen CENEGAL como anticuado.

Centavo. m. Moneda de cobre que, como su nombre lo indica, vale la centésima   —97→   parte de un peso fuerte. Es de introducción reciente.

SOMOANO, pp. 71, 93. Venezuela. RIVODÓ, p. 150.

[...] Centrífuga. f. En las fábricas de azúcar se da este nombre al aparato que por medio de la fuerza CENTRÍFUGA separa en breve tiempo la miel y la azúcar cristalizada.

Centro. m. Pantalón y chaleco, o éste solamente. Frac negro y CENTRO blanco.

«En el Ecuador se emplea esta voz para designar el zagalejo interior de bayeta, y también una especie de saya de la misma tela ó de paño» (Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 65). En Cuba «Pantalón, camisa y chaleco» (PICHARDO, p. 84); «Pantalón y chaleco de un color» (MACÍAS, p. 316). En Buenos Aires «Chaleco» (SEIJAS, p. 57).

Centzontle. (Del mex. centzontlatolli, pájaro que canta mucho. MOL. De centzontli, cuatrocientos, y tlatolli, voz, lengua, palabra. Mimus polyglottas, Bp.). m. Ave canora, de la cual dice Hernández, que por lo variado y armonioso de su canto la llaman los indios cenzontlatolli (cuatrocientas lenguas). «Es del tamaño de nuestro estornino [...]. Encerrado en jaulas canta suavísimamente, y no hay ave ó animal cuya voz no imite con perfección. ¿Qué más? Excede con mucho al ruiseñor, tan alabado de los antiguos» (Hist. anim., trat. II, cap. 30).

«Hay también un ave que llaman centzontlatolli, que quiere decir cuatrocientas lenguas, y este nombre tiene porque canta de muchas y diversas maneras y muy suavemente: son pardos y del tamaño de tordos, con la cola larga: algunos meten en jaulas y son muy preciados» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Luego que cesan aquellos auxilios vuelven á cantar como unos cenzontles» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 325). «En medio de estas plantas verdes y hermosas se veían las jaulas con cenzontles y calandrias que saltaban y gorjeaban contentos» (PAYNO, Fistol, tom. I, c. 6).

En Cuba, corrompido el vocablo mexicano, le llaman Sinsonte, y así está en el Diccionario. Pichardo le describe, p. 335. V. MACÍAS, p. 1106. En Costa Rica Cenzonte y Sinsonte (FERRAZ, p. 26).

Cepa. f. Foso que se abre para echar un cimiento, plantar árboles, o colocar algún conducto de agua.

Cepo de campaña. m. «Género de suplicio que consiste en oprimir á un hombre mediante un fusil y el correaje del soldado. Sentado, juntas y amarradas las muñecas, pasados así los brazos por sobre las rodillas, métese un fusil por entre ellos y las corvas, dejando en ese estado al paciente, que si lo han atado reciamente, acaba por desmayarse» (GRANADA, p. 152).

En otro tiempo se usó en México.

«Lo pusieron en cepo de campaña con dos fusiles» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 57).

Cequia. f. Acequia. Le trae Terreros.

Rivodó dice (p. 177): «Es más usado por la generalidad de los que hablan el idioma, que acequia, y creemos que tan buena es la una como la otra». Engelmann da las dos formas. Ortúzar opina que es anticuado, y que «tiene tendencias á rehabilitarse».

Cera. f. El vulgo le hace sinónimo de vela de cera, y dice: Voy a comprar unas CERAS para mis difuntos.

ESTAR, PONERSE o QUEDARSE COMO UN PAN DE CERA, equivale a estar o ponerse sumamente pálido, por enfermedad o por susto.


«Pero la infeliz era otra
Está como pan de cera».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «La Migajita», p. 147)                


CERA DE CAMPECHE. Cera algo blanda y muy amarilla, que se trae de Campeche. Es producto de una abeja indígena. Úsanla mucho los muchachos, como pegamento, y se emplea también en medicina para la preparación de varios ungüentos y emplastos (Farmacopea Mexicana, p. 45).

«Un hombre con el rostro amarillo como una cera de Campeche» (PAYNO, Fistol, tomo III, cap. 14).

Cerillera. f. Cajilla para guardar los cerillos que se llevan en el bolsillo.

Cerillo. m. Velilla muy pequeña que tiene en uno o en ambos extremos un mixto cuyo principal ingrediente es el fósforo, y que se inflama al pasarla sobre un cuerpo áspero. CERILLO de seguridad es el que solamente se inflama pasándole por la superficie áspera   —98→   que se halla en las cajillas que le contienen. Nuestro CERILLO se llama en España cerilla; mas no se encuentra esta acepción en el Diccionario. Le corresponde la última de fósforo; acá llamamos así a la pajuela de madera o cartón (muy poco usada ya) dispuesta de igual manera y para el mismo fin, reservando el nombre de CERILLO a la pajuela de cera o de estearina. También llamamos CERILLO y no cerilla a la «Vela de cera muy delgada y larga que se enrosca en varias figuras, y más comunmente en la de librillo» (Dicc.).

«La recién venida sacó cerillos, y ofreció la lumbre á la mamá» (FACUNDO, Baile y Cochino, cap. 5). «Cigarros, cerillos, tranvías y dinero de bolsillo» (ID., Mariditos, cap. 6). «Sacaron un cerillo» (ID., ib., cap. 9). «Una gran caja de cerillos de lujo» (ID., ib., cap. 10). «Y no permite que Vd. reciba el cerillo, ni encienda primero» (ID., El trabajo y la pereza, p. 263). «Alguna frase suelta ó el frotamiento enérgico de un cerillo» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, p. 142).

Cuba. PICHARDO, p. 86. Salvá trae CERILLO por cerilla, como provin., sin expresar de dónde.

V. MASCADA.

Cernidero. m. Cernedero, 2.ª acep. Paraje o sitio destinado para cerner la harina.

Cernidor. m. Torno para cernir harina.

2. Tamiz.

Bogotá. Cuervo (§ 714) admite cernidor y cernedor. Agrega que aquél es de uso común en el Perú, Chile y Buenos Aires, y aun cree probable que se usa en España. Guatemala. Batres (p. 172) dice «Cernidor: dígase cernedor».

En ninguna de las dos formas se halla en el Diccionario, ni en Terreros ni en Salvá.

Cernir. a. Cerner. Esta forma del verbo se encuentra en el Diccionario de Autoridades, apoyada con texto de Fr. Luis de Granada; pero se omitió en las ediciones siguientes, hasta que volvió a aparecer en la duodécima. En México nunca se oye decir cerner; siempre CERNIR.

Cuervo (§ 253) añade, en apoyo de cernir, una autoridad de Balbuena. V. también Pichardo, p. 116, y Rodríguez, p. 106. Terreros trae Cerner y Cernir.

Cerrado. adj. Dícese de la persona necia, torpe, incapaz de entender. Es lo mismo que cerrado de mollera.

Cuba. PICHARDO, p. 86.

2. «El que tiene todo el acento de la provincia á que pertenece; y así decimos: es un andaluz, aragonés, etc., cerrado». Es acepción de Salvá, que también corre aquí, y se dice de todos los que conservan muy marcado el acento español.

HABLAR CERRADO, hablar apretado y confuso.

Cerrero, ra. adj. Cerril, 2.ª acep. Se aplica al ganado no domado todavía, y particularmente al caballar y mular. Potro CERRERO, mula CERRERA.

Cuba. PICHARDO, p. 87; MACÍAS, p. 320; MERCHÁN, p. 245. Río de la Plata. GRANADA, p. 152, quien trae una autoridad de Baltasar de Alcázar, la cual, a mi entender, no basta para probar que en España tenga esta palabra la acepción de no domado que aquí le damos, sino la de «que anda entre cerros», que le da el Diccionario.


«Cómo ha de parar un potro
Cerrero y desenfrenado?».


2. met. Aplícase a la persona inculta, huraña.

Certeneja. f. Pantano de corta extensión, pero profundo.

«En esto llegó á una certeneja» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 364).

Cestón. m. Cesto grande cuadrado, especie de cajón, hecho de mimbres y palos, o sólo de palos, en que suelen venir empacadas las piezas de loza. Aquí le sustituye el huacal.

Zerolo (p. 58) le trae como palabra usada en Canarias.

Cíbolo. m. Bisonte (Dicc.). Dase el mismo nombre a la piel del animal curtida, de que, por lo espeso y blando de su pelo, solían servirse los caminantes en vez de colchón.

Cieguito. adj. dim. de Ciego. Conocida es nuestra afición a los diminutivos en ito, y la enemiga que tenemos contra ico. En el caso presente, el Diccionario da cieguecico, cieguecillo, cieguecito, cieguezuelo, ceguecillo y ceguezuelo. Ninguno de estos usamos, sino que invariablemente decimos CIEGUITO. En el Ecuador le hallamos (CEVALLOS, página   —99→   47), y de seguro anda también por otras partes.

«¡Ah qué cieguito tan bravo!» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 479).

Ortúzar le considera incorrecto.

Cielo. JUNTÁRSELE A UNO EL CIELO CON LA TIERRA, fr. fig. y fam., llenarse de congoja y amilanarse por el repentino descubrimiento de un mal grave y al parecer sin remedio.

«Reconocí mi caja y la hallé con una suma de dinero, menos de la que producía la existencia de mi cuenta. Aquí se me juntó el cielo con la tierra» (Diario de México, tom. XII, p. 255).

Ciénega. f. ¡Cuántas veces hemos oído censurar a los que dicen o escriben ciénega, como si hubiesen soltado un enorme disparate! Sin embargo, habrán usado, cuando más, de un arcaísmo tan generalizado entre nosotros, que la gente se reiría del que dijese ciénaga. Veamos ejemplos del uso en diversas épocas.

«Se cree que por ser la tierra por do iban tan fragosa y llena de ciénegas que los indios los tomaron en parte donde no pudieron valerse» (Actas de Cabildo, 22 agosto 1525). «Le hicieron merced de una ciénega é juncal que es junto á Chapultepeque» (Id., 26 mayo 1526). «Por la parte de leste hay otro río que pasa junto á una ciénega». «La ciénega que por esta parte tiene solía ser antiguamente muy grande». «En esta ciénega se crían aves diversas» (Descr. de Antequera, 1579, MS.). «Por respeto de las ciénegas y ríos que hay son los caminos torcidos». «Están poblados en tierra baja de ciénegas y lagunas». «Cercado de agua y ciénegas». «Todo de serranías, ríos y ciénegas» (Descr. de la Villa del Espíritu Santo, 1580, MS.). «Puercos se criarían muy bien por ser tierra de muchas ciénegas» (Descr. de Justlavaca, 1580, MS.). «Hay unas ciénegas al rededor [del pueblo] que en tiempo de aguas con dificultad se entra en él» (Descr. de Hueytlalpan, 1581, MS.). «Hasta llegar á una ciénega que empieza desde estas casas». «La ciénega es de largo legua y media». «Críanse en esta ciénega muchos patos blancos». «Por delante tiene una muy grande ciénega». «Fuera de la ciénega de que se ha hecho mención hay un llano encima de ella muy grande». «Tales ciénegas y ejidos para sus ganados» (Descr. de Tiripitío, 1581, MS.). «Es lugar malsano por ser el suelo muy húmedo, y casi todo de ciénegas» (Descr. de Citlaltepec, 1579, MS.). «En tiempo de aguas [camino] de muchas ciénegas y ríos y esteros» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.). «Dicen se llama así porque hace una muy grande ciénega» (Descr. de Iztepec, 1581, MS.), etc. «Chiautla, que quiere decir "cenegado", se llamó así por las ciénegas que en él hay» (J. B. POMAR, Relación, p. 5). «El capitán saltó en tierra á ver si hallaría agua [...] é no la hallaron, sino ciénegas» (OVIEDO, Hist. de Indias, libro XVII, c. 10). Bernal Díaz usa indistintamente las dos formas ciénega y ciénaga. Pondremos algunos de los lugares en que usa de la primera. «Iba un camino angosto desde los palmares al pueblo, por unos arroyos ó ciénegas» (Cap. 31). «É nuestro Cortés se apartó un poco espacio ó trecho de nosotros por autor de unas ciénegas que no podían pasar los caballos» (Capítulo 33). «Y después que los hubimos desbaratado, Cortés nos contó como no había podido venir más presto por causa de una ciénega» (Cap. 34). «Ciénega es lo mismo que laguna» (FR. P. SIMÓN, Not. hist., glosario). «Se pusieron, como pláticos en la tierra, entre unas acequias y ciénegas de mal paso». «Estando en este aprieto llegó Fernando Cortés harto de pasar acequias y ciénegas» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. IV, capítulo 11). «Andaba á pie, y anduvo tanto y tan malos caminos, ciénegas y montes cerrados, que admirará cuando dellos se trate en su lugar». «Pasó lagunas y ciénegas que le llegaban á la cintura». «Y con ayuda no podían pasar los ríos y ciénegas que este santo religioso» (P. LIZANA, Hist. de Yucatán, pte. II, cap. 19). «Llevóse también la agua tres carretas con sus seis yuntas de bueyes cada una hasta la cieneguilla que llaman de Navarrete» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LIII, n. 8). «Tiene ciénegas para ganados» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, libro 2, cap. 5). «He cortado algunos bosques perniciosos [...] sofocado algunas ciénegas» (Diario de México, tom. I, p. 231). «El cabecilla indígena Juan Pablo ha secundado el plan con cien hombres de la ciénega» (S. POLO, La Bola, cap. 6).

Por otras tierras hispanoamericanas anda también el CIÉNEGA. Bogotá. CUERVO, § 669, p. 449. Chile. RODRÍGUEZ, p. 106. Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Cuba. PICHARDO, p. 116; MACÍAS, p. 320; ARMAS, p. 40. Guatemala. BATRES, pp. 173. Venezuela. RIVODÓ, página 234. Buenos Aires. SEIJAS, p. 37.

En el Diccionario Marítimo hallamos: «CIÉNEGA. s. f. Pil. Laguna formada por el desaguadero de uno ó más ríos».

A pesar de tantos valedores españoles, la pobre CIÉNEGA no ha podido entrar en el Diccionario.

Cierto. POR CIERTO, expresión usada para denotar que se desprecia alguna cosa.

  —100→  

«¡Por cierto de esos regalos!» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235). «Ya lo conoce Vd., y yo no sé qué le ven las mujeres. -Su dinero. -¡Por cierto de su dinero!» (FACUNDO, Isolina, tom. I, cap. 7).

V. CALZONUDO.

Ciguatera. f. Omitiríamos esta voz, desconocida en México, si no fuera porque la Academia le atribuye, aunque en duda, origen azteca, y pregunta: «¿Del azteca cihuatl, mujer, por la debilidad que produce esta enfermedad?». Paréceme que esta etimología debe desecharse. Pichardo dice (p. 334) que Siguatera (así escribe) es voz indígena, o de las Islas, y Macías (art. ACIGUATARSE) afirma que es «antillana y muy antillana».

Cincha. f. A REVIENTA CINCHAS quiere decir lo mismo que a mata caballo, según la Academia. Acá usamos rara vez o nunca de ese modo adverbial en tal sentido, y en cambio se oye con frecuencia en el de «á fuerza, de mal grado, con gran repugnancia».

«El amo, á revienta cinchas, se arrimó á la puerta, y dijo fingiendo amabilidad...» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 142). «Era [yo] huésped en mi casa, y sólo el cariño de las chiquillas me hacía llegar á revienta cinchas, pujando y agachando la cabeza» (Id., tom. II, capítulo 5, p. 126).

Cincho. m. Cincha; la faja con que se asegura la silla sobre las bestias.

Ciprés. m. Dase este nombre al altar mayor de las catedrales cuando queda aislado, como en general sucede, y tiene en sus cuatro frentes otras tantas mesas o altares para celebrar.

«En abril de 1847 el Cabildo Eclesiástico mandó que la fundiera José Folco: el producto se invirtió en construir parte del nuevo ciprés» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 289: adición de V. de P. A.).

Este pasaje se refiere a la imagen de oro que poseía la Catedral, y que conocí, de la cual nos da Sedano la siguiente noticia:

«La imagen de Ntra. Sra. de la Asunción, de oro macizo, que se venera en la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad se estrenó en las vísperas de la celebridad de la Santísima Señora, día 14 de agosto de 1610. Pesa 6984 castellanos de oro».

Circo. m. La compañía de gimnastas, funámbulos, volteadores, jinetes, etc., que trabaja en el CIRCO. Ha llegado un buen CIRCO.

«Pertenecer al circo era para Gabriel una dulce compensación» (FACUNDO, Gentes, tomo I, cap. 5).

Circular. m. Por antonomasia, el jubileo CIRCULAR o indulgencia de cuarenta horas.

«Por las tardes, luego que reposaban la comida, se vestían y marchaban para la iglesia donde estaba el circular» (PENSADOR, Quijotita, cap. 29).

Ortúzar se burla del nombre jubileo CIRCULAR o circulante, porque no es jubileo, y «nada tiene que ver con círculos ni cosa que lo valga». En cuanto al sustantivo tiene razón; el adjetivo pudiera defenderse, ya que CIRCULAR es andar, pasar, moverse de una parte a otra; y el jubileo en cuestión pasa de una iglesia a otra, sin cesar más que en la semana santa, en la octava de Corpus y en los días de Todos Santos y difuntos. Lo cierto es que nadie dice indulgencia de cuarenta horas.

Cirgüela. f. ant. Ciruela. La forma antigua pertenece, según Cuervo (§ 689), a la «monserga vulgar» de Bogotá, y proviene de «la levísima aspiración que lleva consigo el diptongo ue, así al principio como en medio de dicción». Aquí retiene todavía el vulgo esa forma; mas parece que la cosa es antigua y que vino de España. Nuestro vulgo usa, pues, de un arcaísmo vulgar.

«Llevan un fruto amarillo de razonable gusto, casi como el de la cirgüela» (Descr. de Tenamaztlán, 1579, MS.). «Cirgüelas de la tierra, é árboles de cacao» (Descr. de Tetiquipa, [circa 1580], MS.). «Una fruta que llaman chicozapotes, á manera de peruétanos, y cirgüelas de la tierra» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.).

Ecuador. CEVALLOS, p. 47. Maracaibo. MEDRANO, p. 9.

Cirquero, ra. m. y f. Individuo de una compañía de circo. Dase especialmente este nombre a los que ejecutan ejercicios ecuestres.

«Aprovechando la casualidad de estar allí unos cirqueros». «Escogieron del repertorio de los cirqueros» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 374). «Sobre todo, había una gran novedad: una cirquera» (FACUNDO, Gentes, tomo   —101→   I, cap. 2). «Se trataba de una compañía de cirqueros» (ID., ib., tom. I, cap. 4).

2. El empresario de una de esas compañías.

«Pusieron á prueba la filantropía de los cirqueros Orrin» (FACUNDO, El Lujo y el Dormitorio público, p. 298).

Ciruela. (Spondias purpurea). f. Frutilla silvestre, que poco se parece a la verdadera CIRUELA. Es pequeña y comúnmente de color rojo; las hay amarillas, y a éstas llaman en algunas partes hobos o jobos (Spondias mombin). El hueso ocupa casi todo el interior, y apenas queda para comer una pequeña parte de pulpa amarilla; por eso dice Oviedo, hablando del jobo, que «aunque se coman muchos, se come poco» (VIII, 2). El jugo es más o menos agrio, según las especies. Algunos llaman a esas ciruelas xocotes, que es el nombre mexicano (xocotl, de xoca cosa agria). Oviedo (VIII, 21) da una descripción del árbol y cuenta una estupenda virtud curativa de su albura.

(Farm. Mex., p. 46).

En Costa Rica, jocote (FERRAZ, p. 79). Cuba. PICHARDO, p. 88; MACÍAS, p. 330; ARMAS, p. 68.

Cisca. f. vulg. Vergüenza, empacho, mortificación.

«Me arrimé á la rueda con alguna cisca, porque los que jugaban eran payos con dinero, y ninguno tan mugriento y desharrapado como yo» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, p. 79).

Ciscarse. pr. vulg. Avergonzarse, correrse.

He aquí un verbo peliagudo por la sucia acepción que tiene en castellano. Mas hay que resolverse a estamparle, porque aquí se usa, aunque no entre gente educada, y no despierta idea indecorosa. No sería malo, con todo, dejarle caer en olvido, para mayor seguridad, habiendo, como hay, otros sin mácula de que echar mano. No es ésta la única palabrita que siendo inocente en su casa deja de serlo en la ajena: como por ejemplo, cierto infame verbo bogotano y chileno que por allá puede andar y anda en boca aun de señoritas, y aquí nos espeluzna cuando le vemos en aquellas letras de molde (que en las nuestras nunca aparece), por la obscenísima significación que le da la plebe, y tanto que colocado en determinada frase causa cada día graves riñas y aun muertes.

«Pascual no dejó de ciscarse, y no quisiera verlos tan alegres á su costa» (PENSADOR, Quijotita, cap. 15). «Viendo que yo me había ciscado con su risa me dijo el coime...» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 4, p. 66).

Cuba. «CISCAR. v. a. fam. Se usa más frecuentemente como recíproco, y en el sentido de cortarse, avergonzarse» (PICHARDO, página 88).

Ciscón, na. adj. vulg. Que se cisca, corre o avergüenza con facilidad.

Cívico. m. Individuo de la milicia cívica instituida en 1822. Diose luego este nombre a los guardias nacionales de 1846, y vino a ser sinónimo despectivo de soldado bisoño e indisciplinado.

«Quién sabe si será como los cívicos de allá» (Astucia, tom. II, cap. 9, p. 296).


«Que proclamas vienen,
Que cívicos van;
Que dice la tropa
No quiero marchar».


(Don Simplicio, 12 sept. 1846)                



«El cívico que ha dejado
Ó la brocha ó el formón
Marcha adusto por la calle,
Gran bigote, ceño atroz».


(Id., 19 sept. [17 oct. y 14 nov. 1846)                


Cizallas. f. pl. He oído esta palabra por «tijeras grandes para cortar metales». El Diccionario no trae esta acepción; pero se halla en Terreros y en Salvá.

Claco. m. Pronunciación corriente de la palabra tlaco, moneda de cobre usada hasta hace poco. Los españoles encontraban, y aún encuentran, gran dificultad en pronunciar la articulación tl, comunísima en el idioma mexicano. Si se halla al principio o en medio de dicción, la convierten en cl, y si al fin, en te. Lo primero prevalece todavía, aun entre mexicanos, y se oye decir claco, clecuile, mezclapique, etc., aunque muchos pronuncian ya correctamente esas voces. Lo segundo ha quedado definitivamente   —102→   aceptado: todo el mundo dice y escribe mecate, tompeate, petate. En Guatemala parece que sucede lo mismo, porque Batres (p. 175) trae CLACO, por moneda de poco valor en México.

Claotlali. «m. p. Méj. Cacique». He aquí dos artículos de Salvá, que no sé de dónde salieron. Son evidentemente palabras mexicanas corrompidas, y no acierto a restablecerlas. Desde luego habría que leer tlaotlali y tlotali, porque la combinación de c y l no existe en esa lengua; mas nada se adelantaría. Señor o cacique es tlatoani. De todas maneras, esas palabras no corren y salen sobrando.

Clarear. a. Atravesar una bala de parte a parte cualquier cuerpo.

«La bala que pasó clareando la falda del sombrero de Vicente Ne, les infundió tal pavor, que...» (Astucia, tom. II, cap. 4, página 103). «Otros cuatro [tiros] por la parte de afuera clarearon los tablones» (Id., página 105). «Uno de sus arrieros, el Chango, clareada la pierna de un balazo» (ID., tomo II, cap. 7 bis, p. 199).

Claridoso, sa. adj. Que acostumbra decir claridades, o frases amargas y ofensivas, sin rebozo ni atenuación.

«Yo le enseñaré á claridoso» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 313). «Especialmente en el desempeño de su profesión, en que era excéntrico y claridoso» (ROA BÁRCENA, Noche al raso, XI, p. 37).


«Y ¡ay si es claridosa
Y el mundo revuelve!».


(G. PRIETO, Poes. fest., «Letrilla», p. 75)                


En Cuba clarioso (PICHARDO, p. 88; MACÍAS, p. 331).

Clarín de la selva. Myadectes unicolor. m. Ave canora del grupo de los dentirrostros. Es de tamaño algo mayor que el de un gorrión de Europa, de color apizarrado uniforme, y con un ribete blanco alrededor de los ojos. Se domestica y se le tiene en jaula por gozar de su canto.

Claro. m. El blanco de la azúcar purificada: buen CLARO; CLARO acotensado.

2. pl. Las espumas que se recogen en las calderas donde se cuece la azúcar, después de quitada la cachaza. Las primeras, cocidas, se convierten en miel de CLAROS; de las últimas suele hacerse azúcar de inferior calidad, o se pasan a otra caldera cuya limpia comienza.

Cuba. PICHARDO, p. 88; MACÍAS, p. 331.

Clausurar. a. Cerrar, dar por terminado el período de las sesiones de un cuerpo deliberante. El Congreso CLAUSURÓ ayer sus sesiones. En tal acepción, muy usada; es defendible el verbo, porque corresponde a una de las acepciones que el Diccionario da a CLAUSURA; pero suele aplicarse a lo que no es congreso ni tribunal, como CLAUSURAR un establecimiento, lo cual no cuenta con aquel apoyo. Ofrece, sin embargo, la ventaja de evitar una anfibología, porque cerrar un establecimiento lo mismo puede significar cerrarle a la hora acostumbrada para abrirle al día siguiente, que cerrarle definitivamente por cesación de negocios: CLAUSURAR no deja duda de que se trata de lo segundo. Mas en resumen, no soy partidario del verbo, por ser inútil: el Congreso puede cerrar sus sesiones, y fulano o zutano cerrar o quitar (según el caso) su tienda o su colegio.

«Se ignora si éste sustituyó con otro el hospital clausurado» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 58). «Desde esta fecha quedó clausurado para siempre el hospital de S. Lázaro» (ID., ib., pp. 66 y 273).

Rivodó (p. 22) pone a CLAUSURAR entre los verbos que, a su juicio, faltan en el Diccionario. Ortúzar le aprueba.

Baralt no menciona el verbo, y opina que clausura denota el fin temporal de las sesiones de un congreso; pero lo cierto es que CLAUSURAR, hablando de establecimientos, se toma aquí por cerrarlos definitivamente, como se ve en los textos citados.

Clave. m. Pianoforte. Hoy desusado.

«Y cuando quería desahogarse lo hacía con su clave, que tocaba diestramente» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Tomamos chocolate, y unas veces nos ponemos á platicar, otras á tocar mi clave» (ID., ib., cap. 6). «Sabía coser y bordar, y tocar el clave» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 16).

  —103→  

* Clavería. f. Lugar en que se guarda el tesoro de la catedral, y en que asistían los claveros.

Clavero. (Del lat. clavis, llave). m. En la catedral, cada uno de los dos capitulares que recibían de los Jueces Hacedores el producto de los diezmos y cuidaban del tesoro de la iglesia. Por la diminución de las rentas, y la consiguiente de los capitulares, el oficio de CLAVERO está hoy anexo al de Juez Hacedor.

2. Clavijero, por percha.

«Toda la recámara estaba llena de claveros y cordeles» (PAYNO, Fistol, tom. I, c. 6).

Clavitos. m. pl. Juego antiguo, que ignoro en qué consistía.

«¿No te encuentras á cada paso con una tropa de vagamundos que andan jugando á los clavitos y al picado en las esquinas y plazuelas?» (PENSADOR, Quijotita, cap. 14).

Clavo. CLAVO A CLAVO, hablando del andar del caballo, es llevarlo muy despacio.

«Por no despertarla nos hemos tenido que volver clavo á clavo» (Astucia, tom. I, cap. 16, p. 390).

Clecuile. m. V. TLECUILE.

Clema. f. «CLEMA [Leche]. Crema», dice Cevallos (p. 48), y no sé si la palabra leche entre paréntesis debe considerarse como explicativa de que a la leche llaman clema; o bien si han de invertirse las palabras, y leer «Leche clema. Crema». Me inclino a lo segundo; pero sea como fuere, es curioso hallar en el Ecuador ese CLEMA por crema, que es aquí tan antiguo en el conocido y excelente plato de dulce llamado leche CLEMA.


«Estas almendras
Ven á pelar,
Que hay leche clema
Y hay huevo real».


(G. PRIETO, Poes. fest., «La Sacamisa», p. 114)                


Y a propósito de crema, fatigados nos tienen los cronistas de los periódicos con su frasecita de «la crema de la crema de la sociedad». ¿A qué ese galicismo, y para qué queremos tanta crema, si en castellano tenemos la flor y nata?

Cliente. m. Ya que una de las acepciones de Clientela es «conjunto de los enfermos que se sirven de un mismo médico», parece que en CLIENTE debe añadirse la de «enfermo, respecto á su médico».

Cloroformar. a. Dícese siempre por cloroformizar. Ortúzar asegura que es usado técnicamente.

Club. m. Dice el Diccionario: «Junta de individuos de una sociedad política, por lo común clandestina». Esta definición no es ya de nuestros días, en que hay CLUBS para todo, y han perdido el carácter tenebroso que tenían antes, sin quedarles ya casi nada de político ni menos de clandestino. Mejor lo entendía Terreros cuando decía, hace más de un siglo: «CLUB llaman en Inglaterra á lo que en Madrid tertulia ó junta de personas de gusto». Hoy entra bien poco el gusto en los CLUBS; con raras excepciones no tienen otro objeto que divertirse y matar el tiempo, cuando menos.

* Coa. f. Instrumento de labranza que se usa en lugar de la azada. Es una especie de pala de hierro sin reborde alguno, casi recta por un lado, curva por el otro, y terminada en punta, con un cabo largo de madera en la línea de la parte recta.

«De los robles y encinas se aprovechan de hacer coas para labrar sus tierras» (Descr. de Justlavaca, 1580, MS.). «Sobre estar ya tan fatigado [el indio] y haber de ganar la vida y mantener su familia con sólo una coa en la mano» (Cód. Mend., tom. I, página 32). «Las coas ó palas con que cavan las tierras y las cultivan» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. VI, cap. 26). «Allí tienen hechas coas, cavadores y todo lo necesario para cultivar sus tierras» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., parte I, libro 2, cap. 11). «Se requiere le limpien el zacate ó yerba que se cría al pie, con un instrumento de fierro (que aquí se llama coa) engastado en un palo: dicho fierro es algo ancho con figura de corazón» (ALZATE, Gacetas de Literatura, 12 abril 1794). «Para cavar ó mover la tierra se servían [los indios] del coatl, hoy coa, instrumento de cobre con el mango de madera; pero muy diferente de la azada y del azadón» (CLAVIGERO, Stor. ant. del Mess., lib. VII, § 28). «Alzando una coa que me truje de un pión, le asenté tan buen trancazo en el gogote, que cayó redondo, pidiendo confesión» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 9, p. 156).

  —104→  

Pichardo (p. 89) la califica de «voz indígena». Macías (p. 333) desecha la etimología mexicana coatl, que ciertamente es falsa. Molina no trae esa palabra con significación de instrumento de agricultura, ni se halla en Sahagún. Si la da Siméon es con referencia a Clavigero, no a escritor antiguo. Cierto es que Clavigero (como hemos visto) cree que COA viene de coatl; mas puede bien ser que se dejase llevar únicamente de la semejanza del sonido. Mendoza le sigue, y añade que «por su figura tomó el nombre». Por mi parte no descubro en qué se parezcan la culebra y la COA, aunque en aquellos tiempos fuera ésta un palo torcido. Y dudo mucho que los indios mexicanos llamaran COATL a un instrumento de labranza, porque Molina, en la parte castellana-mexicana, trae «Coa de hierro, tepuzuictli». Bien sabido es que los mexicanos llamaban tepuztli al cobre y al hierro, de modo que en el compuesto tepuzhuictli, el tepuz representa la materia, y el uictli (huictli) el instrumento. En efecto el mismo Molina trae «Victli [huictli] COA para labrar ó cavar la tierra». No había de dar la interpretación de una palabra mexicana por otra, ni ponerla en el alfabeto castellano. El huictli (huistle) es todavía el nombre de una pieza de madera que se atraviesa en el antiguo arado de palo, con el fin de ensanchar el surco. Macías cita un documento oficial en que se prohíbe el uso de la COA, desgraciadamente no expresa la fecha, que daría mucha luz, y no he podido verificar su cita, que es «Doc. Inéd., pág. 58, tom., porque ni en los Documentos inéditos para la Historia de España, ni en las dos series de los del Archivo de Indias hallo nada de COA en la página y tomo citados: se referirá a otra colección que no conozco. En el glosario de la Historia de Oviedo se lee: «COA. Palo tostado empleado por los indios para labrar la tierra, á manera de azada (Lengua de Cuba)»; mas ese glosario no merece entera confianza, en cuanto a la procedencia de las palabras. Brasseur de Bourbourg, en el Vocabulario de la Lengua de Hayti que puso al fin de la Relation des choses de Yucatan, trae «COA, fontaine». Es notable que en esa lengua sea común la terminación coa, como en barbacoa (tapanco), y en los nombres geográficos Baracoa, Guanabacoa, Tayabacoa, etc.. Por último, mi estimado y bondadoso amigo el Sr. D. Vidal Morales y Morales me comunica un pasaje de cierto documento publicado en la Revista de Cuba, que pone término a la cuestión. Helo aquí: «No se permita á los indios trabajar con coas de palo, que son unos palos de puntas agudas que usaban para cavar y hacer sus labranzas, con que agora también les hacen los españoles trabajar». Esto se halla en un Memorial sobre el remedio de las Indias, presentado al Cardenal Cisneros. Es letra de Bartolomé de las Casas. Año de 1516, perteneciente a la Colección de Muñoz. Si en 1516, cuando aún no había noticia de que existiese la lengua mexicana, usaba el P. Las Casas la palabra COA, es evidente que no pertenece a esa lengua, sino a la llamada comúnmente de las Islas.

Pero he aquí que Armas (pp. 40, 42) da en cierto modo a entender que es de origen vascongado, y que fue introducida por los primeros conquistadores: oigámosle.

«Vascos eran muchos de los marineros que vinieron con Colón y con los demás descubridores, y no es de extrañar, por tanto, que abunden nombres vizcaínos entre los impuestos á las nuevas comarcas». [Cita algunos y prosigue:] «Araya, Urica y otros muchos nombres geográficos de Venezuela son vascongados, como lo son, al menos en su parte terminal, todos los que tienen la desinencia coa, y más generalmente oa. Tales son Chichibacoa, Cumanacoa, Aroa, en Venezuela; Baracoa, Guanabacoa, Guasabacoa, Tayabacoa, Jibacoa, en Cuba; y Bainoa, que es común á Cuba y Santo Domingo. Parece que la terminación oa indica proximidad á la playa ó al agua, porque á orillas del mar se encuentran casi todas las poblaciones expresadas; siendo reconocible en casi todas ellas el primer componente de la palabra.


"Los tasajos curados con lejía
De coa cierta planta salitrosa,
Porque sal por allí no se tenía".


(CASTELLANOS, Elegía 12, C. 3)».                


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Este pasaje de Castellanos puede verse en el tom. IV de la Biblioteca de Rivadeneyra, p. 136, col. 2, y parece que Armas le trae para confirmar que la terminación oa indica origen vascongado. Como no entiendo palabra de aquel idioma, no me atreveré a decir si el oa o coa indica inmediación al agua, aunque lo dudo. A lo menos en barbacoa no puede suponerse que tal signifique; ni paso a creer que los vizcaínos impusiesen el nombre de coa a la yerba de que habla Castellanos. Macías no acepta el origen vasco. Pero sea isleño o vasco nuestro coa, el hecho es que no pertenece a la lengua mexicana.

La palabra COATEQUITL (infra), que Molina interpreta «obra pública ó de comunidad», y que Siméon considera formada de coatl, COA, y de tequitl, tributo, trabajo, tarea, parece a primera vista ser favorable al origen mexicano de COA; pero por una parte, podría haberse introducido ya en tiempo de Molina (1571) esta palabra isleña, y por otra es de notar que la sílaba coa aparece como inicial de varias palabras mexicanas, que no se refieren a culebra ni a instrumento de labranza, sino a reunión de personas, como coachihua, convidar a alguno; coamati, hospedar a alguno por amistad; coanotza, convidar a otro; coateca, coatlalia, asentar a la mesa los convidados; coatlaca, ayuntamiento de naciones. Este último nombre es compuesto de tlacatl, varón, hombre, persona o señor, y el coa ha de referirse al ayuntamiento o reunión de ellos. En Siméon tenemos nechicoa, «se réunir, se rassembler, en parlant des hommes». Siendo esto así, la significación de coatequitl sería reunión de personas para los trabajos públicos, que no todos eran de labranza para que por eso hubiera de figurar en el nombre la COA. Mi escasísimo conocimiento de la lengua mexicana me hace presentar con suma desconfianza estas observaciones; pero acaso ayuden a encontrar el verdadero camino.

Coastle. m. Especie de tejido burdo y muy grueso que se hace de las barbas o fibras que envuelven el coco. Se usa para sudaderos, abrigar tubos de vapor, etc.

Coate. m. V. CUATE.

Coatequil o Cuatequil. m. «El maíz que se ha de sembrar. Es voz mexicana [...] RECOP. DE IND., lib. 6, tít. 12, l. 29. Mandamos que los indios del pueblo de Tepexi de la Seda sean reservados de acudir con el cuatequil para las sementeras del valle de San Pablo». Este artículo está copiado del Diccionario de Autoridades (el vulgar no le trae). La cita es exacta; pero el autor, dicho sea en paz, tomó el rábano por las hojas. No hay tal maíz, ni cosa que lo valga. El COATEQUIL era el trabajo personal y forzado de los indios en cosas públicas; y así pudo comprenderlo fácilmente el autor, porque todo ese título 12 de las Leyes de Indias que él cita trata Del servicio personal. COATEQUITL, es en efecto palabra mexicana (V. COA); pero lo que la ley dice es que los indios de Tepexi quedaban exceptuados de trabajar en ciertas sementeras. Por haberse fiado del Diccionario de Autoridades incurrió Salvá en el mismo error; pero Terreros lo hizo peor, pues dijo, generalizando, según su costumbre, «así llaman en México al maíz».

«De presente es el cohuatequil de los españoles en sus sementeras y otras obras, que aunque se lo pagan no es lo justo» (Cód. Mend., tom. I, página 214).

Cobaco. m. Ignoro el significado de esta palabra, que encuentro en Bernal Díaz.

«Al capitán Juan de Grijalva le dieron tres flechazos, y aun le quebraron con un cobaco dos dientes (que hay muchos en aquella costa), é hirieron sobre sesenta de los nuestros» (Capítulo 9). En el pasaje correspondiente dice Herrera («Déc. II», lib. 3, cap. 1): «Quedaron heridos sesenta soldados, y muertos tres, y el capitán general Juan de Grijalva con tres flechazos, que el uno le quebró dos dientes».

* Cobija. f. Manta, abrigo en general; en plural, ropa de cama.

«¿Sabe Vd., Don Pepe, que no sería malo llevar nuestras cobijas, porque hace un airecito medio frío?» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 316).

Bogotá. «Hace la pícara suerte que no sean acepciones castellanas cobija por manta, cobertor   —106→   ó frazada...» (CUERVO, § 554). Ecuador. «COBIJA [...] No [es] la manta peluda que se echa sobre la cama» (CEVALLOS, p. 48). Río de la Plata. «COBIJAS, pl. f. Ropa de la cama, ó sea colcha, frezada y sábanas en general. En México tiene la propia acepción [...] así como en el Perú, según D. Ricardo Palma» (GRANADA, p. 155). Guatemala. «Es un mejicanismo, adoptado en el Salvador y por algunos de nuestros paisanos, que significa manta y ropa de cama» (BATRES, p. 176).

Cobijar. a. COBIJÁRSELA AL REVÉS, expr. fam. con que se denota que alguno entiende o hace al revés una cosa. También la hallo usada en son de amenaza de que a alguien le resultará lo contrario de lo que se figura.

«Eso quisieran, respondió; pero puede que no pase mucho sin que se la cobijen al revés» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 157). «Ese día en que nos veamos las caras será su vanidad abatida. -Todo se lo diré, comandante; pero no vaya á ser que se la cobije al revés» (Id., tom. II, cap. 1, p. 8).

Cobrar. a. «Es, pues, absurdo á todas luces tomar este verbo por pedir, exigir, demandar lo debido: v. gr. Estoy cansado de cobrar, y no percibo ni un cuarto» (CUERVO, § 506).

Es general aquí este uso del verbo COBRAR: Por más que le COBRO no me paga. CÓBRELE Vd. todos los días hasta que pague. Esta acepción corre también en otras partes de la América española. Desde luego en Colombia, puesto que Cuervo la menciona y tacha; lo mismo hace Rodríguez en Chile (p. 108); en Venezuela nos lo prueba la censura de Rivodó (p. 270), y en Maracaibo, particularmente, llamó la atención de Medrano, pues copia a Cuervo (p. 29). En el Ecuador tenemos el testimonio de la Academia Ecuatoriana (tom. I, pág. 66) y el de Cevallos, quien la aprueba en estos términos: «Hay quienes creen que este verbo sólo significa recibir dinero, y que, en tal concepto, no equivale á la acción de exigirlo. Pero si exigir es también cobrar, sacar de otro por medio de la justicia algún dinero, es claro que cuando se exige el pago de una deuda, se la cobra» (p. 48).

Terreros no se expresa con gran claridad ni corrección, cuando dice: «COBRAR: exigir ó percibir la paga de lo que se debe»; mas parece inclinarse a nuestro lado, si atribuimos a ese exigir (como lo indica la disyuntiva o) la acepción figurada que le da el Diccionario de «pedir á uno con mucha instancia que haga alguna cosa», confirmada con el pasaje de Cuervo arriba citado.

Guatemala. BATRES, p. 176. Cuba. MERCHÁN, p. 239.

Coca. f. fam. Gorra; usado con frecuencia en el modo adverbial de COCA, por de balde, de gorra.

«El 20 de Agosto de este año, en el real coliseo, se hizo de coca la comedia de la Conquista de México» (Diario del ALABARDERO, 1782, p. 143).


«Los que de la coca
El voto profesan».


(Diario de México, tom. II, p. 1)                


«Sí, la coca, la coca es la campana que convoca tantas visitas» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 5, p. 56). «Pero cuando estas cocas se acabaron, cuando la pobreza se apoderó de mi casa y ya no hubo que raspar, se retiraron de ella» (ID., ib., tom. II, cap. 2, p. 22). «¿No fuera mejor que te estuvieras allí comiendo de coca y con seguridad?» (ID., ib., tom. II, cap. 2, p. 30). «No le tenía cuenta ser delicado y perder la coca de mi convite al medio día» (ID., ib., tom. II, cap. 9, página 146).

Recuerdo haber visto, no ha muchos años, en una pulquería cierta pinturilla de la escuela de Orbaneja, que representaba lo que dice la siguiente quintilla puesta al pie de ella:


«Un gato pinto amarrado,
Con un ratón en la boca,
Está mirando enojado
Á los que beben de coca,
Y al último piden fiado».


COCA, según el Diccionario Vulgar, es la «vuelta que forma un cabo al desdoblarse»; y según el Marítimo, «criar COCA», es «formar codillo [ó rosca] el cable ú otro cabo». En las cadenas es también una vuelta semejante que toman los eslabones cuando montan unos sobre otros en vez de seguir la dirección debida.

Guatemala. «Nosotros llamamos cocas á las vueltas ó enmaraños del hilo ó de la seda, cuando se hace una madeja» (BATRES, página 177).

  —107→  

Cocada. f. Postre que aún no pierde su antigua fama, compuesto de coco, huevo y azúcar. Algunos le añaden leche, piña o jícama, y también vino.

«Desde el platón de cocada de la monja ó de la tía anciana, hasta el lujoso devocionario que le regala el Padre Martínez» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 3). «Á la Chata se le podía encargar un platón de cocada, unos cubiletes de almendra, unas peras en pasta de almendra, unas quesadillas de Guatemala, ó cualquiera cuelga» (ID., Jamonas, tom. I, capítulo 7). «La cocada insuperable, suave, dorada, con su incitante costra de caramelo» (DELGADO, La Calandria, XI).

Cuba. PICHARDO, p. 90. Maracaibo. MEDRANO, p. 29. Perú. ARONA, p. 110.

Cocear. n. Entre arquitectos y albañiles, remitir el arco el empuje de sus dovelas a otro arco, o a pared o estribo.

Coceo. m. Acción y efecto de cocear un arco.

Cocina. La COCINA GRANDE, fam. El infierno.

«Que se mueran, hija; qué hemos de hacer: así lo quedrá Dios; pero que no se vayan á la cocina grande» (DELGADO, La Calandria, I).

Cocol. m. Rombo. Sospecho que esta voz es de origen mexicano, porque entra en la composición de varias palabras de ese idioma; pero no acierto a encontrar en ninguna de ellas analogía con el significado actual. «COCOLE, colérica é impaciente persona» (MOL.).

«Un petate de seis ú ocho varas, de palma, figurando cocolitos blancos y encarnados» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 217).

2. Cierta clase de pan en figura de rombo.

«Una mesita chica con cuatro ó cinco cocales, otras tantas naranjas, queso fresco...» (Id., tom. II, cap. 11, p. 211).

QUEDAR DEL COCOL, fr. vulg., salir por el albañal, o por el arbollón, salir al gallarín; quedar mal e indecorosamente en alguna empresa.

Cocolía. (Del mex. cocolia, aborrecer o querer mal a otro. MOL.). f. fam. Inquina, tirria. Le cogió COCOLÍA. Me tiene COCOLÍA.

* Cocoliztle. (Del mex. cocoliztli). m. Enfermedad general, epidemia: tabardillo.

«Empezaron á enfermar de muchas enfermedades: cocoliztli, que quiere decir peste» (Descr. de Ameca, 1579, MS.). «Después acá, con las enfermedades y pestilencias de cocolistle [...] han quedado [los indios] en el número referido» (Descr. de Iztapalapa, 1580, MS.). «Antiguamente había mucha cantidad de indios: agora los cocolistes los tienen muy apocados, y se van acabando, y antiguamente no sabían qué era cocoliste» (Descr. de Zempoala, 1580, MS.). «Es pueblo sano, salvo cuando generalmente sucede alguna pestilencia, que llaman cocoliztli» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «De diez y ocho años á esta parte ha habido tres enfermedades en diferentes tiempos, que en lengua mexicana y caxcana llaman cocolixtle» (Descr. de Tequaltiche, 1584, MS.).

Cocolmeca. m. Planta de cuyo tallo, muy duro y ligero, se fabrican bastones. Smilax rotundifolia, L. Esmiláceas (COLMEIRO). Smilax pseudo-china, Sch.: Raíz de china de México. Farm. Mex., p. 93. Cozolmecatl. HERN. V, 72.

«Hallándose sus márgenes [del río] pobladas de una espesa arboleda entretejida de una yerba muy abundante, que llaman cocolmeca, y parras, que la hacen intransitable» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. LXXIII, n. 14). «Salió á recibirnos un viejo encorvado, con semblante venerable, apoyándose en un bastón de cocolmeca» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 70).

Coconete. (Del mex. conetl, niño o niña. pl. cocone. MOL.). m. Pequeñuelo.

«Yo bien quisiera, para que el amito se acordara de cuando era un coconete» (DELGADO, Angelina, XXX).

Según Armas (p. 69) es voz mexicana introducida en el lenguaje criollo.

Cócono. (Del mex. cocone, plural de conetl, niño). m. Pavipollo. Úsase más en diminutivo: coconito.

Cócora. «com. fam. Persona molesta é impertinente en demasía» (Dicc.). Tiene aquí igual significación; pero se usa más con la especial de persona que en cualquier reunión o espectáculo público molesta a la concurrencia con gritos, silbidos, siseos y otras groserías.

«Que otros se presentaban en las concurrencias á título de sus pantalones limpios y arrastrar los pies, y que de esta clase había muchos incógnitos, á quienes llamaban cócoras de barrio» (Diario de México, tom. III, página 135). «Ociosos de por vida [...] tramposos   —108→   y fulleros siempre que pueden; cócoras de los bailes, sustos de los convites, gorrones intrusos, sinvergüenzas, descarados» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 10, p. 118). «¿De qué te mantienes? -De cócora en los juegos, me contestó» (ID., ib., tom. II, cap. 2, p. 24). «Los cócoras tenemos esa ventaja: que nos ingeniamos sin blanca. -Pues siendo así, cócora me llamo desde este punto» (ID., ib., p. 25). «Entra con valor á la carrera de los cócoras...» (ID., ib., p. 27).


«Que perderán casamiento
Las hijas de Doña Blasa
Porque ella admite en su casa
Cócoras que es un contento».


(OCHOA, letrilla III)                


«La vieja se puso negra de cólera, y se salió seguida de aquella parvada de cócoras» (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 169). «Los cócoras parece que no tienen otra cosa de que burlarse más que de nosotras» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 1). «Aprendió á ser cócora de los títeres» (ID., Jamonas, tom. I, capítulo 7).

Cuba. «Aquí significa incomodidad, escozor, tormento espiritual, preventivo y constante» (PICHARDO, p. 91). MACÍAS, p. 341.

Cocorear. n. Hacer el oficio de cócora.

Cocorino, na. adj. Perteneciente a los cócoras; propio de ellos.

«Si antes estaba yo cuidadoso con la pintura que me hizo de la videta cocorina, después que le dió los claros y las sombras que le faltaban [...] me quedé frío» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 36).

Cocorismo. m. Conjunto de cócoras, y su ejercicio.

«Aquí está [...] todo el cocorismo del teatro» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 4). «Para convertir en un acto de guasa y de cocorismo el acto solemne de la distribución de premios» (ID., Sabios y Presidiarios, p. 166).

V. INCONVENIENCIA.

Cocota. (Del neol. francés cocote). f. neol. Cortesana: mujer elegante de costumbres libres.

«Como no es decididamente una encopetada cocota, ni cosa que lo valga» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 2). «¿No sabe V. lo que es cocota? -No. -Una queridita» (ID., Jamonas, tom. I, cap. 10, p. 147 et alibi).

Ésta es una de las voces extranjeras cuya adopción propone Rivodó (página 158). No hace falta.

Cocotzin. m. Especie de tórtola de México.

Artículo de Salvá. El nombre y descripción de esta ave se encuentran en Hernández; mas nadie usa ya el nombre.

V. COQUITO.

* Coche DE o DEL SITIO. El de plaza o de punto: simón. Los primeros se establecieron en 1793 por D. Manuel Antonio Valdés y se llamaron de providencia o providentes; nombre que conservaban todavía por los años de 1836. También les decían alquilones.

«El Marqués fué llevado en un coche del sitio á su casa» (ROA BÁRCENA, Noche al raso, VI). «El regidor, como hijo de la ciudad, está acostumbrado al aguador, al coche del sitio y á otros muchos adefesios nuestros» (FACUNDO, Vistazos, p. 190). «El coche de sitio, el verdadero coche simón de á cuatro reales la hora, sigue luchando no sólo con el tranvía, sino con el coupé de ruedas encarnadas ó azules» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 240).

Respecto a los primeros coches de México no hemos hallado más que una real cédula de 24 de noviembre de 1577, en que ya se habla de ellos. Está en la Col. de Doc. inéd. del Archivo de Indias, 1.ª serie, tom. XVIII, p. 116.

V. SITIO.

Cocherada. f. Expresión soez u obscena, propia de cocheros. No digas COCHERADAS.

Cochero. m. Lenguaje soez. Hablar COCHERO, o en COCHERO.

Cochinero. m. Tratante en cerdos o cochinos.

Cochinilla. Negocio de COCHINILLA, negocio de escasa importancia, o de utilidad mezquina. Pintar en COCHINILLA. fam. Torcerse un negocio, salir mal.

«Ha sido mi desengaño bastante doloroso por cierto; la empresa de aguardiente pintó en cochinilla» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 109).

Cochino. CHILLAR EL COCHINO, fr. fam., descubrirse un enredo, una intriga, una falta que se trataba de ocultar.

«Metalizaré cuanto pueda, para que si me chilla el cochino entregue las cuentas á mi paladar» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 58). «Con razón estaba tan empeñado en casarse, pues ya les chilló el cochino» (Id., tom. II, cap. 6, p. 161). «Yo no te puedo ocultar por más tiempo en estos lugares, sin que me chille el cochino» (Id., p. 174). «Pero ¿y cuando   —109→   chille el cochino (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 261). «Ya chilló el cochino, caballeros» (Id., tom. II, cap. 8, p. 270). «¿Qué te pasa? ¿A que ya te chilló el cochino (DELGADO, La Calandria, XIII).

Codal. m. «Vela ó hacheta de cera, del tamaño de un codo», dice el Diccionario. Acá CODAL es una vela, de cera o de sebo, más gruesa y corta que la vela común de igual peso, tenga o no un codo.

«A cada lado cuatro grandes faroles de hojalata [...] dentro de los cuales ardían, por lo menos, seis codales de cera purísima» (DELGADO, La Calandria, VII).


«Y te halle á oscuras, y, sin que él lo entienda,
La muchacha, escalando la ventana,
Pida un codal en la vecina tienda».


(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 90)                


Codazo. DAR CODAZO, dar cañutazo, comunicar oportuna y reservadamente a una persona algo que le puede ser útil. Se asemeja a la frase fam. Dar de o del codo, que trae el Diccionario; pero ésta implica siempre una acción material y la otra no: el CODAZO puede darse de palabra, por escrito o por medio de tercera persona.

«Entonces avisé ó dí codazo á uno que estaba cerca de mí: tuve la fortuna de que me creyera» (PENSADOR, Catrín, cap. 7).

Codicioso. EL CODICIOSO Y EL TRAMPOSO PRONTO SE ENTIENDEN, expresión fam. con que se expresa que la codicia ciega al codicioso, y que con tal de sacar grandes ventajas en un negocio, no atiende como es debido a la seguridad de la paga; y el tramposo, por su parte, no se detiene en ofrecer lo que no piensa pagar.

Codo. MORDERSE UN CODO, vulg., aguantarse, refrenarse, someterse a una necesidad hasta el último extremo.

«¡Qué envidia le dará á Vd.! Pues morderse un codo, hijo de mi corazón» (Diario de México, tom. VII, p. 504). «Mi padre me manda que no me mezcle en esos asuntos, y á fuerza tengo que morderme un codo y estarme fuerte» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 37).

Coger. n. «En el mismo sentido [de tomé y tomamos] se ha usado y se usa coger: cogió y se fué, cogí y me acosté... La Academia consignaba en su Diccionario este uso de coger; pero ya en su 11.ª edición [y en la 12.ª] se ve suprimido; y con razón, pues es una muletilla de pésimo gusto» (CUERVO, § 619).

De esa muletilla usa también nuestro vulgo.

«Sabrán Vds. que su marido, después de gastarle el dinero, cogió y se murió» (PAYNO, Fistol, tom. IV, cap. 7).

Cuba. PICHARDO, p. 116; MACÍAS, p. 348.

Cogollo. m. La punta de la caña de azúcar que aún permanece verde al tiempo del corte, y sirve de alimento al ganado.

Cogotazo. m. Golpe dado en el cogote con la mano abierta.

Cuba. PICHARDO, p. 94; Macías dice cocotazo (p. 341). Buenos Aires. SEIJAS, p. 39.

Cogucho. m. «Azúcar de inferior calidad que se saca de los ingenios» (Dicc.). Acá es desconocida esta voz por más que se halle en la Recopilación de Indias. En Cuba llaman cucurucho, y algunos cogucho, al extremo o cabeza del pan de azúcar, que por lo común queda sin purificar (PICHARDO, p. 111). Tampoco usamos de cucurucho en tal acepción. Si COGUCHO queda en el Diccionario, deberá llevar la nota de prov. de Cuba.

Cohete. m. Lo mismo que barreno, 3.ª acep.

Cohetear. a. Lo mismo que barrenar, o hacer taladros en las piedras para volarlas por medio de la explosión de las materias apropiadas que en ellos se introducen; o en los criaderos de metal para reconocer parte de su masa.

Cohetería. f. Fábrica de cohetes y demás fuegos artificiales.

2. Conjunto de cohetes disparados.

Es extraño que el Diccionario no traiga esta voz, habiéndola propuesto Salvá hace tantos años. Aquí es muy usada.

Cohibir. a. Obligar a alguno a que obre en determinado sentido, por fuerza o por consideración. Obró COHIBIDO.

* Coime. m. Mozo que en el juego del billar arma los palos y tantea.

«La misma fortuna corremos los encuerados en el truco, donde el coime nos echa al salvado» (Diario de México, t. III, p. 137).

  —110→  

Cuba. PICHARDO, p. 94; MACÍAS, p. 350.

V. CRESTÓN.

Cojinillo. m. Se daba este nombre a cada una de las bolsas o árganas pequeñas que se colgaban de la cabeza de la silla, para llevar en ellas cartas, encargos de poco bulto, provisiones, etc. De ordinario se usa en plural.

«Vestido ya con traje de arriero, su itacate en los cojinillos» (Astucia, tom. I, cap. 4, p. 81).

Colación. f. «Porción de cascajo, dulces, frutas ú otras cosas de comer que se da á los criados el día de nochebuena.- Postres de dulce y otras cosas que se servían en las cenas.- Agasajo de dulces, confituras y otras cosas que se solían dar por alguna celebridad ó festejo». Todo esto entiende el Diccionario por COLACIÓN; siempre es un servicio, un obsequio en conjunto, como si dijéramos, comida, merienda o cena, mientras que acá significa determinadamente reunión de confites menudos y gruesos, chochos, canelones, almendras confitadas, etc. COLACIÓN fina y corriente. Una libra de COLACIÓN. Es propia de la nochebuena; sirve para obsequiar a las personas que concurren a las posadas y para llenar las piñatas que es costumbre romper en esos días, y no el primer domingo de cuaresma como dice el Diccionario. Suelen añadirse a la COLACIÓN cacahuates y dulces secos. Pasadas las fiestas de Navidad, en que es enorme el consumo, no vuelve a sonar la COLACIÓN. El Diccionario de Autoridades dice que COLACIÓN es «cualquier género de dulce confitado».

«Se fueron á comprar unos Santos Peregrinos, lama, heno, velas y colación corriente» (FACUNDO, Las Posadas, III).

Algo se acerca a nuestro sentido el que le dan en Chile: «Los confites menudos que llamamos en Chile así, se llaman en España grajea» (RODRÍGUEZ, p. 112). En el Ecuador es, como acá: «Los confites ó pastas hechas de azúcar en forma de bolillas, y de varios tamaños y figuras» (Mem. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 66).

V. DESMORECERSE.

Coladilla. f. fam. Nombre de un personaje imaginario, derivado del verbo colarse, por introducirse sin ser llamado. Úsase solamente en la frase del texto citado en seguida.

«Dejando algunos lugares vacíos para los que se introduzcan de parte de señor Coladilla, sin ser llamados» (PENSADOR, Quijotita, capítulo 23).

Coladuras. f. pl. El residuo que queda en el cedazo al colar la masa de maíz o harina de arroz disuelta en agua o leche para hacer el atole; éste se obtiene poniendo a hervir el líquido colado. Las COLADURAS sirven de alimento a las aves de corral.

«Me divertía en ver á aquellas [las gallinas] y á éste [el gallo] pepenar los restos de unas coladuras de maíz, cuando observé que el gallo se encaraba hacia mí» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 24). «Ahí tienes que á un gallo se le pone inmediatamente su harem de gallinas, se le dan sus coladuras de maíz, vive como un sultán» (ID., ib., p. 105). «Recogiendo todo el maíz y las coladuras que podían» (ID., ib., p. 445).

Colambre. m. Equivalente que el Diccionario da a CORAMBRE; mas no se usa en la acepción de «conjunto de cueros», sino en el de un cuero cosido en forma de odre. Un COLAMBRE de miel.

Colateral. m. Con notorio desprecio del obvio significado de este adjetivo, se aplica, sustantivándole y haciéndole sinónimo de retablo, no solamente a los altares que están a los lados en un templo, sino también al mayor. El abuso viene de antiguo.

«La misma mañana, en la iglesia de religiosas de Regina Cœli, con motivo de ser su titular, se estrenó el hermoso colateral mayor» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1755, tomo II, p. 162). «Estrenóse una rica y costosa colgadura de terciopelo carmesí de Italia, guarnecida de franjas de oro de Milán de diez dedos de ancho: ésta cubría el ancho y difuso colateral mayor» (Id., 1757, tom. III, p. 159). «Se estrenó la iglesia de la Encarnación, esto es, la media naranja y el colateral del altar mayor» (Diario del ALABARDERO, 1781, p. 109). «Se estrenó en México el colateral mayor de la iglesia de S. Agustín» (Id., 1782, página 132). «Se estrenó el colateral mayor del Sagrario» (Id., p. 137). «En el convento de S. Francisco se estrenó el colateral mayor» (Id., 1783, p. 173).

Cold-cream. f. (Crema fría). Nombre inglés (pronunciado por todos colcrín) con que se conoce una especie de cerato o pomada de poca consistencia, que se usa mucho como afeite y   —111→   como emoliente. En la Farmacopea Mexicana se encuentran dos fórmulas de esta composición.

«El cold-cream había refrescado el cutis en todo el trascurso de la noche» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 4).

Coleadero. m. Diversión reducida a colear toros.

«Después de almorzar daría principio el coleadero en un prolongado carril inmediato á la hacienda» (Astucia, tom. I, cap. 8, p. 147).

Está en el Suplemento del Diccionario, como provincial de Venezuela.

Coleador. m. El que colea toros.

«A ver los coleadores; fórmense» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235).

En el Suplemento del Diccionario, como provincial de Venezuela.

Colear. a. Alcanzar el jinete al toro que huye, y tomándole la cola, pasar sobre ella la pierna derecha sin soltar el estribo; y dando entonces mayor arranque al caballo, derribar la res.

«Mientras no se colee, se están aquí afuera paraditos» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 235).


«Por último, que le daba
Los partidos que quisiera
Tan sólo porque admitiera
El que como el mío coleara...».


(Chamberín, p. 23)                


En el Suplemento del Diccionario, como provincial de Venezuela.

Colegial. m. El inexperto en alguna materia, y muy particularmente el jinete novato y poco diestro.

«De todos los cuatro yo era el menos jinete ó, como dicen, el más colegial» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 8, p. 86). «No me gusta tu caballo: yo soy colegial, y en uno de esos saltos que le haces pegar, iba á dar al suelo» (Astucia, tom. I, cap. 2, p. 23).


«Allí el nácar cuentecillo,
Allí la amistosa broma
Allí al colegial las burlas
Y al ranchero las lisonjas».


(G. PRIETO, Poes. fest., «Placeres campestres», p. 105)                


Colegialada. f. Paso falso que se da en un negocio, y que denota inexperiencia o falta de reflexión.

Colegiatura. f. Pensión que paga el alumno interno de un colegio público. Hoy sólo tiene uso en el Seminario Conciliar, porque en los colegios nacionales no hay ya alumnos internos, y la enseñanza es gratuita.

BORRAR COLEGIATURA, dejar un alumno el colegio, dando previo aviso de ello para no seguir causando la pensión.

«A pocos días recibí orden de mi padre para que borrase colegiatura, y me retirara al pueblo donde residía» (PENSADOR, Quijotita, cap. 11). «Fué al colegio, borró colegiatura, me llevó á su casa» (ID., Periquillo, tom. II, cap. 5, p. 84).

Colenicui. m. Gallinazo o gallinaza de México. Artículo de Salvá. Confieso no haber oído nunca nombrar así a ese pajarraco.

Cólera. f. Es un humor del cuerpo (bilis) y una pasión del ánimo (ira). Acá le tomamos también de continuo por acto de CÓLERA, y de consiguiente le damos plural. A cada paso oímos: Me dio, me pegó una CÓLERA. No quiero hacer CÓLERAS; y corre mucho el aumentativo colerón.

«A cada paso me engañan, y temo caerme muerto de una cólera» (Diario de México, tom. II, p. 23). «Con todo eso paso mil congojas, hago mil cóleras» (Id., p. 67).


«Cuando llega un extranjero
Que con despotismo manda,
Si se incomoda, le dicen
Los indios con mucha guasa:
No haga cóleras, señor,
Mire que éstas son muy malas:
Si ha de estar en esta tierra,
Tome las cosas con calma».


(SOMOANO, p. 30)                


Coleta o Coletilla. f. La tela que en España se llama, o se llamaba mahón. La tela ha desaparecido tiempo ha; y el nombre sólo queda para designar el color amarillo propio de ella: color de COLETA.

«En la calle de la Machincuepa núm. 6 robaron [...] dos [pantalones] de coletilla [...] dos chaquetas de coletilla» (Diario de México, tom. I, pp. 143, 144). «Un pantalón de coleta desteñida» (PENSADOR, Catrín, cap. 6). «Unas medias azules que se asomaban á pesar de un insuficiente y arrugado pantalón de coleta amarilla» (FACUNDO, Isolina, tom. II, cap. 1).

Coletudo, da. adj. Que gasta coleta. Indio COLETUDO. Cuervo (§ 507)   —112→   dice que COLETUDO es voz baja y vulgar; pero por los antecedentes se advierte que le deriva, no de coleta, como nosotros, sino de coleto, por «descaro, desvergüenza, desuello»; acepción que aún no admite el Diccionario, a pesar de que Cuervo asegura (y no es poca autoridad) que es castellana, y lo comprueba con autoridad de Villanueva en sus Cartas eclesiásticas.

Colimote. m. Natural de Colima.

«Y más de treinta mil indios mexicanos, tarascos, tlaxcaltecos, colimotes y de las provincias de Ávalos» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XXXV, n. 4).

Coliseo. m. Nadie dice hoy COLISEO por teatro, y estaría olvidada la palabra, si no fuera porque se conserva como nombre de dos calles: una del Coliseo, y otra del Coliseo viejo. Pero a mediados del presente siglo era todavía muy usada.

«Si no saben hacer nada, saben deshacer los caudales en estos puntos, telarañas, modas, coliseos, tertulias...» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13).

Colita. f. Por esta palabra entendemos lo que Salvá por COLETA, «condición ó circunstancia desagradable»; y TRAER o TENER COLITA se aproxima al traer o tener cola o coleta, del Diccionario: «tener ó traer consecuencias graves».

«Estas [casas] que tienen una crucecita al margen son de las adjudicadas: estas que tienen cruz y estrella tienen su colita. -¿Cómo? -Quiere decir, señor, para hablarle con franqueza, no son negocios muy claros» (FACUNDO, Gabriel, tom. I, cap. 9).

* Colonche. m. Bebida embriagante hecha con zumo de tuna colorada y azúcar.

Colonia. Dase hoy en México a este nombre una acepción nueva y enteramente local. COLONIAS son los ensanches de la ciudad en época reciente: los barrios nuevos; y así tenemos COLONIA de Santa María, de los Arquitectos, de Guerrero, etc.

«Si el servicio ferrocarrilero se prolongase cuatro ó cinco horas más, formarían parte integrante de la capital las colonias y los pueblos circunvecinos» (FACUNDO, Vida de noche, p. 185).

Coloquio. m. «Género de composición literaria, prosaica ó poética [mejor, en prosa ó en verso], en forma de diálogo», dice el Diccionario. Atendiendo exclusivamente a la etimología latina, la definición sería exacta; pero deja de serlo, por su generalidad, tratándose de composiciones literarias. Todas las piezas dramáticas serían COLOQUIOS, pues forzosamente están escritas en forma de diálogo. El uso general hoy es llamar diálogos a las composiciones no dramáticas en que se finge que los personajes hablan por sí mismos; y se reserva el nombre de COLOQUIOS para las de asunto religioso, destínense o no a ser representadas. Distínguese el COLOQUIO del auto sacramental, en que éste, como su nombre lo indica, está destinado a celebrar las fiestas del Santísimo Sacramento, y en ser aquél de menor extensión y alcance. Esta distinción no se observa en los COLOQUIOS de Fernán González de Eslava: todos tienen ese nombre, y los más son sacramentales.

Color. m. En realidad el blanco y el negro no son colores: el primero es la reunión de todos los del iris, y el segundo, la ausencia de ellos. El uso común lo confirma, y así se pregunta: ¿Usa Vd. camisa blanca o de COLOR? ¿Quiere Vd. sombrero negro o de COLOR? Respecto a negro, aplicado a vestidos, ya lo nota la Academia.

DAR COLOR, es descubrir la opinión o partido que se sigue, y que era incierto. El periódico ya DIO COLOR. Expresión tomada de los jugadores de albures: dicen éstos que una carta DIO COLOR cuando retirada un poco la visible, se conoce el palo a que pertenece la siguiente, por las interrupciones de la línea que la rodea.

COLOR, según el Diccionario, es del género masculino, y así se usa generalmente; pero se encuentra también como femenino. En el cap. 10 de la segunda parte del Quijote se lee: «Ten memoria y no se te pase de ella, si muda las colores al tiempo que te recibe», etc. (Citado en el Dicc. de Aut.). Añadiremos   —113→   tres ejemplos; uno de autor español, y dos de mexicanos:


«Tornó llorando á casa
Turbada y pensativa;
Mal trenzado el cabello
Y la color perdida».


(MELÉNDEZ VALDÉS, «Oda XXVIII»)                



«[...] Ya renace
La color en su rostro...».


(OCHOA, trad. del Facistol, canto I)                



«Una viste entre mis damas
(¿Por qué pierdes la color)
Sin igual en gentileza,
La primera en discreción».


(ARANDO Y ESCANDÓN)                


En Andalucía se oye decir la color; aquí nunca.

Coloradito. m. Nombre que se da comúnmente en México a los infantes de coro, a causa de vestir ropas encarnadas.

«Procura ser bueno para que luzcas, el primero, en los retablos, el manto rojo y el roquete del coloradito» (DELGADO, La Calandria, VII).

Colorado. m. MÁS VALE UNA VEZ COLORADO, QUE CIENTO AMARILLO, refrán con que se da a entender que en vez de emplear rodeos y reticencias, con que se sufre mortificación sin obtener resultado, es preferible hablar desde luego con entera claridad, y poner fin a un asunto enojoso.

COLORADO SANGRE LINDA, color de caballo; castaño muy claro, que tira a rojo.

«Ahí tengo un cuaco colorado sangre linda, que quiero verlo en sus manos» (Astucia, tomo I, cap. 12, p. 229). «Ramón es buen amigo: le prestará el Gavilán, un colorado sangre linda, que da gusto verlo» (DELGADO, La Calandria, XXXIII).

Colorín. m. Semilla del zompantle. Erytrina coralloides. Es un grano pequeño y lustroso, a manera de frijol de color rojo, que contiene un alcaloide sumamente venenoso (Farm. Mex., p. 48). El principal uso de esos granos es comprobar de extraña manera el número de viajes que echa en una casa el aguador. Al efecto, a cada viaje deja un COLORÍN en poder de la ama de llaves o de la cocinera. Como ahora, por ley, todas las casas deben tener merced de agua, casi han desaparecido los aguadores, y con ellos los COLORINES.

«Lleva en su escarcela unas semillas rojas de la flor del boj, que llaman colorines» (FACUNDO, El Aguador, p. 77).

Coludirse. pr. Colusión, según el Diccionario, es voz forense que significa convenio, contrato, inteligencia entre dos o más sujetos, con objeto de engañar o perjudicar a un tercero. Al verbo COLUDIR, que reputa anticuado, no le da más acepción que la de ludir una cosa con otra. Le hemos oído usar (como recíproco) por formar una colusión. Es análogo a confabularse, y no parece censurable. Existe en la lengua latina, y Terreros le trae. Rivodó (página 178) propone solamente que se le quite la nota de anticuado; mas no habla de darle nueva acepción.

Collar. m. Collera: por collar que se pone a las bestias de tiro, etc. Se usan indistintamente ambos nombres.

Chile. RODRÍGUEZ, p. 113.

* Comal. (Del mex. comalli). m. Disco de barro sin vidriar, muy delgado y con pequeño reborde, sobre el cual se cuecen las tortillas de maíz.

«Y las echan [las tortillas] á cocer en un plato grande de barro, de hechura de una rodela, que se llama comale, que ponen sobre el fuego» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Cocidas en un comal, que es un tiesto redondo y llano que toma de redondo y circunferencia como dos varas de medir» (J. B. POMAR, Rel. de Tezcoco, p. 63). «Ninguno hay en España, que de tan poca hacienda pague tributo, que no tienen ordinariamente sino un pañete y un comal» (Cód. Mend., tom. I, página 13). «Soplando afanosa la lumbre del comal» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 312).

Costa Rica. FERRAZ, p. 29. Guatemala. BATRES, p. 182.

V. TORTILLA.

Comedero. m. Sitio del campo abierto adonde acostumbran ir las reses a pastar, y así decimos: Esa vaca que buscas ha de estar en su COMEDERO. Y por extensión se dice, siempre con cierta malicia, del lugar, barrio o casa que frecuenta mucho una persona.

«Escribió varias cartas y dispuso todo de manera que sólo esperaba el instante de que   —114→   cesara la responsabilidad del juez saliente, para pintar su venado y no parar hasta sus comederos» (Asturias, tom. II, cap. 7 bis, p. 225).

Cuba. PICHARDO, p. 95; MACÍAS, p. 355.

Comelón, na. adj. Comilón.

Bogotá. CUERVO, § 596. Guatemala. BATRES, p. 183. Cuba. MERCHÁN, p. 239. Buenos Aires, SEIJAS, p. 39.

Comisaría. f. Aunque en lenguaje oficial se llama Inspección de policía la oficina establecida en cada una de las ocho demarcaciones en que está dividida la ciudad, todo el mundo las llama COMISARÍAS. Fui a la COMISARÍA. Los llevaron a la COMISARÍA. En Cuba se les da también ese nombre (PICHARDO, p. 96; MACÍAS, p. 356).


«Cuando las desiertas calles
Fué atravesando la fila,
Y se paró en una puerta
Que dice Comisaría».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 265)                


Comisario. m. Nombre que vulgarmente se da a los inspectores de policía.


«Despedazado el vestido,
Sin exhalar una queja...
Hasta que del comisario
Ante la presencia llegan».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 193)                


Lo mismo en Cuba (PICHARDO, p. 96).

Comisión. f. vulg. Partida pequeña de caballería irregular que en algunas partes está destinada a perseguir salteadores. El nombre oficial es «fuerza de seguridad pública».

«Arrancaron [las mujeres] á esconderse en un sembrado detrás de los ranchitos, muy azoradas, gritando ¡la comisión! ¡la comisión! ¡Jesús nos ampare!» (Astucia, tom. I, capítulo 16, p. 389). «Siguió con actividad molestando á la comisión» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 243).

2. f. Com. La cantidad que cobra un comerciante por desempeñar encargos de otro.

Comodino, na. adj. Muy amigo de su comodidad y regalo, hasta tocar en egoísta. En Andalucía dicen comodón.

«Estos comodines que van hoy saliendo con sus gracias mohosas» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 492). «La una era una señora tía, doncella de edad madura, rezadora y comodina» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 2).

Compactado, da. pp. Pactado, acordado.

«Convenidos los dos, me dió el parte compactado» (PENSADOR, Periquillo, tom. 3, capítulo 6, p. 100).

Compadrazgo. m. Concierto entre dos o más personas para favorecerse mutuamente, y por lo común con daño de otra.

V. TERREROS, art. COMPADRAJE.

Compañía DEL AHORCADO. «Persona que, saliendo en compañía de otra, la deja cuando le parece» (Dicc.) Acá entendemos por COMPAÑÍA del ahorcado la que se hace á una persona sin hablarle palabra ni procurar distraerle.

Comparecencia. f. «Acto de comparecer ó presentarse una persona ante el juez ó superior, en cumplimiento de orden que se le ha dado» (Dicc.). Entendemos por COMPARECENCIA ese acto de comparecer; pero sin que sea indispensable el requisito de la orden superior; la COMPARECENCIA puede ser voluntaria, en ciertos casos, para expresar algo que convenga a la parte. Damos igual nombre a la nota que se pone en los autos a consecuencia de esa presentación.

Comparente. m. y f. Compareciente: el que comparece en juicio, o ante un notario para otorgar un instrumento público.

Compenetrar. a. Usado más como recíproco: penetrarse mutuamente; mezclarse íntimamente.

Completar. a. vulg. Igualar a otro en fuerza o en otras cualidades, físicas o morales. Úsase más con negación; es del estilo vulgar y aun bajo.

«Vd. no le completa: es hombre de pocas palabras, pero de muchos puños» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 7).

2. COMPLETARSE. pr. fam. Hurtar para cubrir una parte del gasto. Fulano gana un sueldo corto; pero se COMPLETA con las buscas.

Componedor. m. Quien no haya visto este pequeño e indispensable utensilio tipográfico no podrá formarse ni   —115→   la más remota idea de él por la descripción del Diccionario. Es en realidad muy difícil describir en breves palabras cualquier instrumento de arte u oficio, y vale más prescindir de ello, por inútil. El que conoce el oficio, y por lo tanto el instrumento, no tiene necesidad de que se le describa. El profano, por su parte, no para mientes en una descripción que nada le interesa; bástale saber que con tal nombre se conoce tal instrumento de tal arte u oficio, y que su objeto es éste o el otro. En COMPONEDOR sería suficiente decir así, poco más o menos: «Instrumento manual, comunmente de hierro, que usan los cajistas para colocar, uno á uno, los tipos de imprenta, y ajustar las líneas al largo requerido, para pasarlas luego á la galera». Et sic de cæteris.

COMPONEDOR DE HUESOS. Algebrista, 2.ª acep. El que compone o vuelve a su lugar los huesos dislocados. Los COMPONEDORES son unos charlatanes con tal cual práctica, y aunque suelen hacer atrocidades, la gente común tiene tal fe en ellos, que no solamente los llaman cuando no hay médico, sino que aun habiéndolo, prefieren ocurrir al COMPONEDOR, porque cree que los cirujanos no entienden de eso.

Componer. a. fam. Capar, tratándose de gatos. Que venga el aguador a COMPONER este gato. El otro está ya COMPUESTO. Eufemismo antifrástico.

Comprometer. a. Obligar a uno con repetidas instancias, y aun pesada insistencia, a que haga alguna cosa contra su voluntad. Me COMPROMETIÓ a acompañarle.

«Propagaba la consigna de la fiesta en el seno de sus amistades, invitando á unas amigas, comprometiendo á otras» (FACUNDO, Gabriel, tom. II, cap. 3).

Compurgar. a. Cumplir un reo la pena de prisión temporal a que fue sentenciado, con lo cual queda extinguida la acción. Es común en las causas criminales absolver al reo, dándole «por compurgado con la prisión sufrida» durante la sustanciación del proceso.

«Fué preso y conducido á una fortaleza, hasta que compurgó su exceso» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., parte I, libro 2, c. 11).

Comunicado. m. Encargo que el testador deja a su albacea. Dejó un COMUNICADO secreto en favor de fulano. Están cumplidos todos los COMUNICADOS del testamento.

Comunicar. a. Por oposición a incomunicar; levantar a un preso la incomunicación en que estaba, permitiéndole tratar con cualquier persona, de palabra o por escrito. El preso está ya COMUNICADO.

Concarautli. «m. p. Méj. Pato grande que se cría entre las espadañas de las lagunas».

Artículo de Salvá. Desde luego hay que corregir concanautli, porque la lengua mexicana carece de la letra r. Hernández menciona el concanauhtli (lavanco); pero muchos de los nombres mexicanos que recogió aquel gran naturalista no pasaron al lenguaje común, o han caído en total desuso, y éste es uno de ellos.

Conclapache. com. voz baja. Compinche, tomado casi siempre en mala parte.

«Vaya [...] al Chino yo le sé los pasos, y semos conclapaches» (FACUNDO, Nochebuena, cap. VIII).

Concuño, ña. m. y f. Concuñado.

(Diario de México, tom. IV, p. 449).

El Vocabulario Castellano-Zapoteco trae la voz Concuños.

Cuba. PICHARDO, pp. 97, 116; MACÍAS, p. 357.

Concurrencia. f. Usado por competencia (y corre ya mucho por desgracia) me parece galicismo descomunal, por más que en negra hora se haya colado por las puertas del Diccionario, con lo cual ha usurpado títulos que no le pertenecen. Tiene además la ventaja de dar a entender lo contrario de lo que se quiere decir. -¿Qué tal van los negocios?, pregunta Vd. a un tendero, y responde: -Muy mal, porque hay mucha CONCURRENCIA. ¿Pues qué más quisiera el buen hombre, sino que hubiera mucha CONCURRENCIA en su tienda? Así vendería mucho, y mucho ganaría, si no era lerdo. Lo que le arruina   —116→   es la competencia que le hacen los de su giro, pugnando cada uno por vender mejor género y más barato que los demás comerciantes.

Concha, Conchita. Diminutivo de Concepción, usadísimo en México. Tráele Salvá.

Cuba. PICHARDO, p. 97; MACÍAS, p. 358.

Conchabo. m. Acción y efecto de conchabar o conchabarse.

(Chile. RODRÍGUEZ, p. 116. Río de la Plata. GRANADA, p. 159.

Condazgo. m. Título y estado de conde. Voz burlesca.

«No dejaba yo de sentir que me hubiese salido huero mi virreinato, y muchas veces no podía consolarme con mi fingido condazgo» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 6, página 74).

Condear. a. Dar a uno con afectación e insistencia el título de conde: análogo a señorear.

«Todos los días me decían los extranjeros que visitaban el Chaen: Conde, oiga V. S.; Conde, mire V. S.; Conde, tenga V. S.; y daca el Conde, y torna el Conde, y todo era condearme de arriba abajo» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 6, página 74).

Condenado, da. adj. Calificativo injurioso y detestable de que se usa y abusa tanto, que ha llegado a perder su siniestra significación de réprobo, y hasta se aplica a cosas inanimadas.

«Miré al condenado Juan Largo, y le respondí no sé qué» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 6, página 61).

Dialecto aragonés. «CONDENADO. Perverso, violento; con relación al genio, carácter, maña, etc. Se usa también en Vizcaya» (MÚGICA, p. 92).

Condición. f. En su segunda acepción es: «Natural, carácter ó genio de los hombres»; pero usado sin calificativo se entiende por CONDICIÓN recia, como se ve en la frase TENER uno CONDICIÓN, que el mismo Diccionario define «ser de genio áspero y fuerte». Se toma también por el vigor y brío de los animales: caballo de mucha CONDICIÓN.

V. ROTA.

Conductor. m. Por el vano empeño de ennoblecer las cosas con sólo bautizarlas de nuevo, sin que en nada cambie su esencia, tenemos hoy fábrica de pan por panadería, taller de calzado por zapatería, restaurant por fonda, farmacia por botica, farmacéutico por boticario, preceptor por maestro de escuela, etc., etc.; y por igual razón los cocheros han dado en llamarse a sí propios CONDUCTORES.

CONDUCTOR, en los ferrocarriles, es el encargado de un tren durante el viaje, para conservar el orden, dar la señal de partida, recoger los boletos, etc.

Cuba. PICHARDO, p. 98; MACÍAS, p. 359.

Condumio. m. Dulce hecho con miel prieta de llanto muy alto y pedazos de nueces o de cacahuates. El pueblo pronuncia siempre condumbio.


«Un beso tuyo
Me deja saboriando
Como el condumbio».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Serenata», p. 242)                


Conectar. «(Del lat. connectere, de cum, con, y nectere, unir, enlazar). a. Mec. Combinar con el movimiento de una máquina el de un aparato dependiente de ella» (Dicc.). Hoy se le usa con toda la extensión del inglés to connect, de donde le hemos tomado: como activo, por juntar, ligar dos cosas, establecer cierta relación entre ellas. CONECTAR dos tubos.

«Gumesindo, no obstante, estaba absorto en su propia satisfacción y no acertó á conectar [no pudo encontrar relación entre] el saludo y la carcajada» (FACUNDO, Fuereños, VI).

Como neutro, por juntarse, concurrir en un punto: El ferrocarril H CONECTA [se junta] con el R en tal punto. Los vapores de ambas líneas CONECTAN [se encuentran, concurren] en Veracruz.

El origen de este verbo está en conexión.

Conejo armado. m. Armadillo?

«[Comían] carnes de venados y puercos monteses, liebres, conejos armados [...] [Hay] conejos armados y liebres y nutrias» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.).

Al armadillo llamaban armado.

«Hay otro animalejo del tamaño de un mediano gato, que por su dispusicion llaman armado, porque está cubierto de unas láminas fortísimas y lisas, á forma é modo de corazas» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.).

  —117→  

Conferencia. f. Llámase también así el conjunto de las personas que celebran sesiones para tratar de cualquier materia. Se reunió la CONFERENCIA monetaria. CONFERENCIAS de S. Vicente de Paúl. Es neologismo afrancesado.

Conferencialmente. adv. m. Adverbio nuevo, derivado de un adjetivo nuevo también. Le he hallado con la significación de en conferencia, privadamente.

«Estudie, compare, examine, arregle, huya los malos ejemplos y los objetos seductores de su pasión dominante, y si es posible, comunique conferencialmente con sus amigos ó parientes» (D. J. M. W. BARQUERA, en el Diario de México, tom. I, p. 345).

Confianzudo, da. adj. Que se hace de confianza con facilidad, y gasta mucha llaneza, sin que se le dé pie para ello.

«Y al ver el viejo que lo trataba con jovialidad, empezó á hacerse muy confianzudo» (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 205).

Cuba. PICHARDO, p. 98. Venezuela. RIVODÓ, pp. 15, 62.

V. FALSO.

Confituría. Confitería: derivados, el uno de confitura, y el otro de confite. Ninguno se usa ya; se dice únicamente dulcería, y en éstas se venden mil cosas más, que no son dulces.

«Una tienda confituría en la segunda calle de Sta. Catarina Mártir» (Diario de México, tom. III, p. 116).

Cónfort. (Del ingl. confort). m. Todo lo que constituye el bienestar material y las comodidades de la vida. Es voz menos usada que el adjetivo confortable.

«Amalia es una criatura feliz: vive en una atmósfera de bienestar y de cónfort que parece confeccionada adrede para ella» (FACUNDO, Jamonas, tom. I, cap. 2).

Ésta es una de las palabras que según Rivodó (p. 62) hacen falta en el Diccionario, y la propone en la forma conforte. Pero conforte y conhorte están ya en el Diccionario; bastaría, pues, con añadir nueva acepción al primero, y lo mejor fuera dejar esas voces forasteras y atenernos a las nuestras cómodo, comodidad y cómodamente. En el texto arriba citado, sustitúyase comodidad a CÓNFORT, y no dirá más ni menos.

Confortable. adj. Voz inglesa, no admitida aún por el Diccionario; pero ya muy generalizada. Cómodo, agradable, regalado.

«En seguida calle empedrada, estrecha y formada por dos hileras de habitaciones más confortables y cucas que las otras» (S. POLO, La Bola, cap. 2).

Guatemala. «En español, lo que conforta es confortante y no confortable, como dicen los franceses é ingleses. Confortable sería lo susceptible de ser confortado» (BATRES, p. 183).

Rivodó (pp. 62, 157) propone que se adopte también esta voz; pero es autor de manga ancha.

Confusiblemente. adv. ant. Con ignominia y confusión.

«Y tanto se mostró suyo, que indignados los judíos contra él, lo privaron confusiblemente de la dignidad que entre ellos tenía» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XVI, cap. 14).

Congot. m. Baile antiguo, especie de minuet.

«Su ligereza en el congot, su viveza en las contradanzas, y su estilo en el afandangado» (Diario de México, tom. II, p. 474). «Da por supuesto que se bailó minué común, afandangado, boleras, congot, contradanza» (Id., tomo III, p. 54). «Se bailará el minuet congot» (Id., p. 180).

Había otro minuet llamado techet. V.

Conocimiento. m. Com. El Diccionario habla solamente de los marítimos; aquí eran usadísimos los terrestres, llamados CONOCIMIENTOS de recuas, que otorgaban los arrieros. Conforme se extienden los ferrocarriles van desapareciendo estos CONOCIMIENTOS, y los recibos que dan las empresas se llaman talones, porque se cortan de libros talonarios, aunque el talón es la parte que queda en el libro y no la que se da al interesado.

PAPEL DE CONOCIMIENTO es el documento que da el amo de casa al criado que sale de ella sin nota, para que pueda acreditar su buena conducta y conseguir otra colocación.

Consentido, da. pp. de CONSENTIR. Una de las acepciones de este verbo es «Mimar ó malcriar á los hijos; ser sobrado indulgente con los niños ó con   —118→   los inferiores». En esta acepción es usadísimo y el participio pasivo se emplea más bien como adjetivo. La Academia, en MALCRIADO, le usa así: «Dícese, por lo común, de los niños consentidos y mal educados».

«No son los niños más consentidos los menos llorones» (PENSADOR, Quijotita, cap. 11). «¡Válgame Dios, y qué consentido y malcriado me educaron!» (ID., Periquillo, tomo I, cap. 1, p. 12). «Yo era un aprendiz de honor, y tan consentido y bonachón, que, aunque sin camisa, no faltaba quien envidiara mi fortuna» (ID., ib., tom. II, cap. 11, p. 189). «Fué sumamente consentido de sus padres, y principalmente de la señora» (Astucia, tomo I, cap. 1, p. 8). «Lo crió tan consentido y licencioso» (Id., p. 9). «Hoy están en mayoría absoluta los muchachos consentidos» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, c. 5).

Consentidor, ra. adj. En sentido especial, el que consiente o mima con exceso a sus hijos; y también suele decirse del que es demasiado indulgente con sus inferiores.

«No digo que los padres y maestros sean unos tiranos; pero tampoco unos apoyos ó consentidores de sus hijos ó encargados» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 2, página 15). «Tu consentidora madre ya no existe» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 11). «Las mamás querendonas y consentidoras están también en mayoría» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tomo I, cap. 5). «Si Pepito tuviera en lugar de una madre consentidora [...] un padre enérgico y con buen sentido práctico...» (ID., Mariditos, cap. 4). «Era casi tan consentidora y tolerante como la patria» (ID., Chucho, tomo I, cap. 1). «Que D. Juan Francisco era cruel; que los papás consentidores de San Martín de la Piedra tuvieron con el maestro más de un disgusto...» (S. POLO, La Gran Ciencia, cap. 1).

Consentimiento. m. Acción y efecto de consentir o mimar con exceso.

«También olvidé en pocos días aquellas tales cuales máximas de buena crianza que mi padre me había enseñado en medio del consentimiento de mi madre» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 2, p. 19). «Mi padre estaba inexorable, persuadido á que todo era efecto de su consentimiento» (ID., ib., p. 26).

Conservera. f. Dulcera (1.ª acep.). Vaso de porcelana o cristal en que se sirven a la mesa las conservas.

Consolón. m. fam. Consuelo, alegría, satisfacción que proviene de algo inesperado.

Constancia. f. Lo que consta de un modo indudable en documento escrito. Muy usado en el foro, y aun en el trato común.

«Habrá, pues, que rebajar las existencias [...] en las cuales no hay constancia» (Diario de México, tom. II, p. 295). «Declaró [el juez] pertenecerle todos [los muebles] al almonedero, como que ten constancia de habérselos yo vendido» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 6, p. 111). «A fuerza de instancias recibió el síndico de los religiosos cuarenta pesos por el sitio, de lo que hubo constancia jurídica é instrumento en forma» (SEDANO, Noticias, tom. I, p. 80). «La primera constancia que hay en el primer libro de Cabildo del Ayuntamiento de México...» (ID., ib., página 175). «Recibí una carta de vuestro padre en que me incluía otra para nuestro corresponsal en Amberes, diciéndome que el objeto era obtener las constancias de vuestro estado libre al veniros de Lovaina» (N. DEL POMAR, Un Hereje y un Musulmán, cap. 23). «Cuándo y por qué motivo se quitasen esas casas que formaban esa manzana, no hay constancias ni la tiene el Ayuntamiento» (ALAMÁN, Disertaciones, tom. II, p. 235). «Se establecía entre ellos la relación, ya para las constancias del catastro, ya para asegurar la propiedad, caso de controversia» (OROZCO Y BERRA, Hist. Ant. de México, tom. I, p. 558). «La defensa es oscura y embrollada; contraria al sentir de los testigos presenciales, y á las constancias históricas» (ID., ib., tom. IV, p. 415, nota). «No hay, pues, constancias en la historia [...] acerca de esa mujer maravillosa» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 261).

En sentido figurado es lo que prueba de un modo evidente, aunque no sea por medio de escrito.

«Se le daba por viejo ó enfermo, contra las constancias físicas de la naturaleza, manifiestas hasta en su semblante» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 391).

Cevallos no expresa en el cuerpo de su obra, que esta acepción sea corriente en el Ecuador; pero debe de serlo, porque él la usa en la introducción (página 25): «Escriche da por ausente al que no está en el lugar de su domicilio, aunque no haya constancia de su paradero». El texto a que esta cita se refiere dice: «sin que conste de su paradero».

También se halla en España la acepción.

«Hay constancia de haberse construido en Nápoles los estandartes y banderas españolas» (FERNÁNDEZ DURO, Trad. infund., página   —119→   553). «Felipe III se preocupaba menos de navíos, aunque hay constancia de que la galera real no desdecía de las de su padre» (ID., El Arte Naval, p. 25). «Durante la impresión del tom. II de Documentos de Cuba parecieron algunos de que no hay constancia en el Archivo de Indias» (ID., Doc. del Arch. de Indias, 2.ª serie, tom. VI, introd.).

Constumbre. f. Costumbre. Forma viciosa, muy general entre el pueblo y algo más arriba. Salvá la trae como anticuada.

«Teme ir á ser la capa que cubra las llagas que las constumbres y el honor de las damas reciben en las concurrencias» (Diario de México, tom. I, p. 15). «Unas visitas frías y de constumbre» (ID., p. 18). «Esta constumbre no estaba por entonces muy extendida» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 12).

Bogotá. CUERVO, § 692.

Añadiremos que es bastante común dar a COSTUMBRE el género masculino; pero es un disparate.

Se vicia igualmente el verbo.

«Su entendimiento, estrechado á discurrir dentro de un pequeño círculo de ideas, no se aconstumbra á desplegarse para analizar las acciones» (Diario de México, tom. I, p. 19).

Consumado. m. Bien pudiéramos dar este nombre a lo que diariamente llamamos en francés consommé, porque no le cuadra mal la definición del Diccionario: «Caldo que se hace de ternera, pollo y otras carnes, sacando toda la sustancia de ellas, para lo cual, ordinariamente se cuecen en baño de María». Y en Terreros hallamos: «CONSUMADOS DE VÍBORAS, ciertos caldos que se dan en las boticas, hechos de varios ingredientes, especialmente de víboras. Fr. Consommés». En la práctica, el consommé de las fondas dista mucho de tener la sustancia que pide la teoría, tanto en castellano como en francés.

Contaminativo, va. adj. Que contamina.

«Los cuerpos de los difuntos (según la ley) eran contaminativos; de tal manera, que el que los tocaba ó iba á la casa donde había algún difunto [...] no podía entrar en el templo ni llegar á cosa sagrada» (TORQUEMADA, Mon. Ind., lib. XIII, cap. 42).

Contenta. f. La declaración, solemne o privada, que una persona o corporación hace de que se da por CONTENTA, y de consiguiente renuncia a todo derecho que por cualquier razón pudiera alegar a una finca, censo, etc. Estas CONTENTAS, antes desconocidas, a lo menos con ese nombre, se han usado y usan mucho a consecuencia de la desamortización de los bienes del clero. La CONTENTA consiste en apartarse la Iglesia de todo derecho que pudiera tener a los bienes desamortizados, mediante una cantidad exhibida por el comprador.

Cuba. PICHARDO, p. 99; MACÍAS, p. 361.

Contesta. f. vulg. Conversación, plática.

«Los señores vestidos se desdeñan de entrar en contesta» (Diario de México, tom. III, p. 137). «Y Vd. perdone que no le dé más contesta, porque me está gritando el amo» (PENSADOR, Quijotita, cap. 17).


«Estaban plantas y flores
Como en alegre contesta,
Iban como armando fiesta
Los cañitos corredores».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Décimas glosadas», p. 169)                


Contestar. n. vulg. Conversar.

«Entró un padre clérigo con un niño á encomendarlo á su dirección [del maestro], y después que hubo contestado con él, al despedirse observó el versito», etc. (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 2, p. 22). «Me avisó que pasara á contestar con él al gabinete [...]. No estaba yo para contestar con doctores» (ID., ib., tom. IV, cap. 7, p. 95). «Pues de andar contestando» (FACUNDO, Gentes, tomo I, cap. 18).

V. PITAR.

Contracaridad. f. Injusticia, falta de caridad, cargo de conciencia.

«Es una contracaridad que se tenga á una niña sin enseñarle su religión» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 14).

Bogotá. «En Cervantes leemos: Si no fuese contra caridad, diría que nunca sane D. Quijote, porque con su salud, no solamente perdemos sus gracias, sino las de Sancho Panza su escudero (Quij., pte. II, cap. 65). Este complemento contra caridad lo convertimos nosotros en una sola palabra, y aun le anteponemos artículo, una contracaridad; estando, como está, autorizado este proceder, pues se dice un sin número ó sinnúmero, no nos opondremos al uso bogotano» (BATRES, † 722).

Guatemala. «Este nuestro provincialismo debió ser en un principio compuesto de dos palabras contra y caridad» (BATRES, p. 185).

Contramatarse. pr. fam. Darse   —120→   un fuerte golpe, particularmente si es en la cabeza; pero que no llega a causar la muerte. No es mal formado este verbo si se atiende a que según la Academia (Gram. 1889), la preposición contra «en composición, además del sentido natural y recto, unas veces rebaja en un grado lo que sin ella significaría el nombre á que se agrega, como en contralmirante y contramaestre», etc. Pues así como esos sujetos son menos que almirante y maestre, CONTRAMATARSE será menos que matarse.

Guatemala. Batres (p. 184) dice: «Cuando alguno se golpea fuertemente contra alguna cosa, dicen que se contramató, es decir, que se mató contra aquel objeto».

Elija el lector la explicación que más le cuadre.

Contraproducente. adj. Dice el Sr. Cuervo que «Contraproducente ha nacido de contraproducentem, expresión latina usada en castellano para denotar que lo que alguno alega es contra lo que intenta probar, ó para manifestar que una cosa es contra el mismo que la apoya; así argumentos contraproducentes, quiere decir argumentos contra el que los produce ó alega: es obvio, que petrificada como se halla en nuestra lengua esta expresión latina, no puede admitir plural. Es inaceptable, aunque figura ya en el Diccionario, el contraproducente en estas frases: esa medida es contraproducente; la ley tuvo efectos contraproducentes» (§ 694). Casi lo mismo opina en Chile Rodríguez (p. 119) quien excluye el plural, y añade: «tampoco podría decirse contraproducente, como quiera que los dichos efectos, en el ánimo de quien tal escribiese, no habrían sido contrarios á la persona cuyas fuesen aquellas [medidas]; sino al fin ú objeto que habría perseguido al dictarlas». En el Ecuador dice Cevallos (p. 50): «CONTRAPRODUCENTES (PRUEBAS). Los tinterillos (ya diremos quiénes son) y aun los letrados que hablan de las pruebas contrarias á lo mismo que sus adversarios han tratado de probar ó alegar, creen sin duda que la voz latina contraproducentem se refiere á tales pruebas ó debe concertar con ellas, pues sólo en tal supuesto cabe que le den plural, y van errados. La voz latina se refiere á la persona que las produce, y no á las cosas producidas, aunque pasen de mil, y hay que decir: Pruebas contraproducentem». En Guatemala dice Batres (p. 193) lo mismo que Cevallos.

Estas citas demuestran que el abuso del contraproducente no es exclusivamente nuestro.

«¡Vean Vds. qué cosas! todo entre nosotros sale contraproducente. «Tienen que dar en la práctica resultados contraproducentes». «Mi consagración absoluta, mi sacrificio, en fin, dándome resultados contraproducentes». «Todos los medios de conciliación [...] han sido contraproducentes» (Escritor mexicano contemporáneo).

Contraseña. f. Vuelta; seña o boleto que se entrega al que quiere salir por breve tiempo de un lugar de espectáculo, y le da derecho para volver a entrar, sin nueva paga.

Convenenciero, ra. adj. Muy amigo de su bienestar y regalo.

«Me parece que tú eres más convenienciero que cobarde, y quisieras pasarte buena vida sin arriesgarte á nada» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 9, p. 119). «La desgracia había hecho á tía Marta una mujer cristiana y timorata, aunque algo supersticiosa y convenenciera» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 4).

Convidado Y CON OLLITA. Dícese del que no se contenta con lo principal, sino que exige además lo accesorio, con cierto descaro. Esta expr. fam. tuvo origen de ser antiguamente costumbre enviar de regalo a los convidados, después de la comida o al día siguiente, alguno de los platos de postres o dulces que se habían servido, o parte de ellos; y los muy familiares de la casa no se contentaban con eso, sino que elegían por sí mismos, y al retirarse se llevaban consigo dulces, bizcochos, etc., en una ollita. Otros dicen dado y con ollita. Equivale al refrán Conde y condadura, y cebada para la mula.

«Como el arroz del Carmen, dado y con ollita» (DELGADO, La Calandria, XIII).

Copa. f. ECHAR POR COPAS, fr. fam., ponderar o calcular exageradamente.

  —121→  

Copal. m. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso (HERNÁNDEZ, lib. IV, capítulo 41 et seq.).

«Con muchos sahumerios de la tierra, que ellos llaman copal, que es una resina blanca de un árbol» (Descr. de Tequantepeque, 1580, MS.).

Copete. ESTAR HASTA EL COPETE, estar harto y fastidiado de una cosa o persona: Fulano ME TIENE HASTA EL COPETE con sus continuas importunaciones.

SUDAR EL COPETE, costar sumo trabajo: Para que salga de ese enredo le ha de sudar el COPETE. Es frase fam. muy usada en México, y la trae Terreros. El Diccionario dice, en igual sentido: Aun le ha de sudar el rabo.

Copetón, na. adj. Copetudo: gallina COPETONA. Úsase también familiarmente como sustantivo, aplicado siempre con cierta intención de censurarlas por orgullosas, a las personas distinguidas y de viso, o que se dan aires de tales.

«Allí [en el billar] me encontré á todos los copetoncillos jugando guerra de palos» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 72).

Bogotá. «Podremos usar sin escrúpulo, aunque no obtengamos el beneplácito de los lexicógrafos, cachetón, copetón...» (CUERVO, § 710).

Copina. f. Piel copinada o sacada a pellejo cerrado.

Copinar. (Del mex. copina, sacar una cosa por otra, o sacar algo con molde. MOL.). a. Desollar animales, sacando la piel entera.

«Eso sí, se lo, dice Vd., y á mí me copinan por acomedido» (Astucia, tom. II, cap. 5, página 117).

Coquito. m. Especie de tórtola pequeña.

«Los coquitos, esas pequeñas palomas que viven cerca de las casas de campo, bajaban al camino» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 17).

COQUITO DE ACEITE. Fruto de una palmera, Su tamaño es mayor que el de la mayor aceituna. Es comestible y tan oleaginoso que poniéndole fuego por un extremo arde con flama hasta consumirse. Dase en las tierras calientes, especialmente en las costas del Pacífico.

«Hay otros árboles que llaman coquitos, los que producen por frutos unos racimos como de nueces, y se llaman cuacayoles, cuya pasta en lo blanco se parece al coco, si bien más aceitosa, de suerte que tiene tanto jugo y aun más que la almendra, y molidos en peroles con agua, se les da fuego, y con prensas despiden porción de aceite, tan limpio y de luz tan clara, que en todo el reino se gasta en lámparas, salvo en Catedral y en las demás partes que están dotadas de aceites de olivo; y es tan abundante la cosecha, que un cuartillo vale un real de plata, valiendo el de olivos un peso» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, capítulo LXV, n. 2). Este autor escribía en Jalisco, donde parece que se conocen con los nombres de coco o coquito de aceite, y de cuacoyol dos especies diversas. Hernández habla del quauhcoyoli en el cap. 19 del lib. IV.

Corazón. NO TENTARSE EL CORAZÓN, expr. fam.: obrar con resolución, no vacilar ni temer al ejecutar alguna acción.

«No se tientan el corazón, ni se paran en pelitos» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 117). «Tratándose del bienestar de mi padre no me tiento el corazón, ni hay nada que me acobarde» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 106). «Y como traen muy buenas armas, montan magníficos caballos y no se tientan el corazón, pobre de aquel á quien metan puntería» (Id., tom. I, cap. 11, p. 223). «Yo no me tiento el corazón para eso» (Id., tom. I, cap. 15, página 360). «Seguro está que me tiente el corazón para despachar á cualquiera» (Id., tom. II, cap. 1, p. 34). «Al cabo D. Alejo no se tienta el corazón para gastar un peso» (Id., tom. II, cap. 3, p. 71).

Cordelejo. DAR CORDELEJO A UN NEGOCIO, expr. fam. más usada en el foro: darle largas, dejarle dormir.

«DAR CARRETE. Metafóricamente vale dilatar los negocios ú otra cosa que se desea, molestando al interesado» (Dicc. de Aut.).

Cordero. SOY MANSO COMO UN CORDERO MIENTRAS HAGO LO QUE QUIERO, expr. fam. que se aplica a las personas que se muestran amables y complacientes mientras se las deja hacer su voluntad, y se vuelven ásperas e intratables cuando se les pide o propone algo que las contraríe.

Cordillera (POR). Locución que usan las autoridades eclesiásticas y civiles para indicar cierto modo especial   —122→   de remitir un pliego o un reo a su destino. Consiste en que el remitente dirige uno u otro a la autoridad más inmediata; ésta hace lo mismo a su vez, y así sucesivamente hasta llegar a la que debe quedarse con el papel o la persona.

Cuba. PICHARDO, p. 101.

Cornada. «NO MORIR UNO DE CORNADA DE BURRO, fr. fig. y fam. Rehuir exponerse á cualquier peligro, por leve é imaginario que sea. Úsase por lo común el verbo en tiempo futuro» (Dicc.). Alguna variación hay en el sentido que damos aquí a la frase. Se usa para animar a uno que se muestra cobarde: Anda que no has de morir de CORNADA DE BURRO. Lo mismo en el Río de la Plata, según Granada (p. 216).

Cornejal. m. Cornijal, punta, recodo, ángulo de terreno, por lo común de forma irregular.

Terreros trae CORNIJAL y CORNEJAL; lo mismo Salvá.

Coro. En el rosario hace CORO el que pasa las cuentas y lleva la voz para que los demás vayan respondiendo. Lo natural sería decir que éstos son los que hacen CORO.

Corral de Concejo. m. Lugar en que las autoridades encierran los animales que se encuentran extraviados y sin dueño conocido. Pasado cierto término sin que nadie los reclame, se venden al mejor postor en beneficio de los propios. Sirve también para depositar los animales que han hecho daño en alguna sementera y tenerlos en prenda hasta que el dueño se presente y resarza el daño causado.

Cuba. PICHARDO, p. 104; MACÍAS, p. 375.

Correita. f. dim. reg. de CORREA, muy de acuerdo con nuestra afición a los diminutivos en ito. Terreros le trae en el art. CORREHUELA. Correhuela, que trae el Diccionario, jamás le usamos, sino como nombre de una planta. Algunos dicen correyita, y no es de condenarse, puesto que el Diccionario da correyuela, y Salvá correya como anticuado.

Perú. ARONA, p. 131.

CORREITAS o CORREYITAS llamaban a los antiguos soldados presidiales, porque adornaban sus trajes de cuero con flecos de CORREITAS. Todavía suelen verse esos adornos en los trajes de charros.

«Traía unas chaparreras de piel de venado, cerradas con profusión de pequeñas correas que caían á los lados como un fleco abundante» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 12).

Correlón, na. adj. Que por cobardía acostumbra huir del menor riesgo.

Bogotá. CUERVO, § 711.

Correr. a. Arrojar, echar fuera, despedir a uno con descomedimiento.

«Los corrí para que no dilaten su vuelta» (Astucia, tom. I, cap. 15, p. 314). «No diga que la corro; pero no vaya á ser que D. Clemente huela algo» (Id., tom. II, cap. 1, página 39). «Póngame de dominguejo en los chilares para espantar los pájaros; pero no nos corra de su lado» (Id., tom. II, cap. 13, página 395).

DE CORRER Y PARAR. Perfectamente adiestrado en un oficio, ejercicio u ocupación.

«Aunque en el congreso hay muchos diputados de correr y parar, esto es, que salten hasta donde han de estirar y hasta donde aflojar...» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 588).

Corretear. n. Correr de aquí para allí. Todo el día andan los muchachos CORRETEANDO por el jardín.

2. a. Perseguir, acosar al que huye; y también huir del que persigue. CORRETEAMOS al enemigo por más de dos leguas. Me CORRETEARON los ladrones.

«Este es de los que buscamos, y el mismo que me hizo corretear de balde mi caballo en el cerro de las Palmas» (Astucia, tom. I, capítulo 16, p. 388).

Guatemala. BATRES, p. 186. Correr, perseguir, dice Ortúzar.

V. CARNEAR.

Corriente. adj. Que no es fino, sino de la calidad común. Géneros, calzados, finos y CORRIENTES.

2. met. Que sigue el uso general. Poco usado.

«Lo primero que hacen es esconder la conciencia debajo de la almohada, echarse con las petacas, y volverse corrientes» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 31).

3. Que es llano en el trato y enemigo de cumplimientos.

  —123→  

Corrución. f. ant. Corrupción, por merma.

«Por cuanto los arrieros que traen vino á esta dicha cibdad hacen muchos fraudes en el dicho vino, é después dicen que se le sale, y lo dan por corrución [...] mandaron que de aquí adelante la persona que oviere de dar vino á cualquier arriero [...] le dé tres azumbres demasiadas en cada ocho arrobas, para corrución del camino» (Actas de Cabildo, 18 set. 1526).

Corsar. n. Lo mismo que CORSEAR, ir a corso. Le traen Salvá (como anticuado), y el Diccionario Marítimo.

2. Pillar, saquear.

«Se ganó el puerto, y se degolló toda la gente, y se corsó todo lo que había en el castillo por los nuestros» (Diario de ROBLES, 1692, tom. II, p. 79).

Cortada. f. Herida de instrumento cortante; y aun la pequeña que suele hacerse a sí propia una persona.

«Le dieron una porción de cortadas en distintas partes del cuerpo» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 87). «¿Qué descanso podrá tener mi cuerpo lleno de cortadas sobre un pedazo de un húmedo petate?» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 220).


«Está el afamado Hormigo,
Que recibió tres cotadas
Por sus dimes y diretes
Cuando fué á la Candelaria».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 184)                



«El padre de la Calandria,
Aquel de cara de alforja,
El que tiene una cortada
Dende el ojo hasta la boca».


(ID., ib., «Romance», p. 236)                


Cortado. adj. m. que denota el estado del cuerpo cuando se siente desazón con algo de escalofrío, lo que suele ser anuncio de enfermedad grave. Es corriente decir: Tengo el cuerpo CORTADO; Volví a casa con el cuerpo CORTADO y me acosté. La acepción es antigua y todavía muy usada.

«Cuando vienen á sus casas no hallan en ellas otro regalo sino humo, por ser muy chicas sus casas, y échanse en el suelo, y así amanecen cortados los cuerpos, de donde les vienen á recrecer enfermedades» (Descr. de Citlaltepec, 1579, MS.).

Cortar. a. Es común entre el pueblo bajo el uso de este verbo, por herir con instrumento cortante; y se le emplea exclusivamente si se trata de una herida en la cara, de un chirlo. Las mujeres de esa clase, cuando están celosas, acostumbran amenazar a sus rivales, particularmente si éstas son jóvenes y agraciadas, con que les han de CORTAR la cara, y de ordinario ponen por obra a traición la amenaza.

Corte. m. Nadie dice por acá corta, por la siega de trigos y cebadas; tampoco se aplica a la caña de azúcar: todo es CORTE.

Ecuador. CEVALLOS, p. 50. Cuba. PICHARDO, p. 104; MACÍAS, p. 378.

Corvas. fam. ENTRAR CORVAS, sentir gran temor. Temblar la contera, trae el Diccionario en igual sentido.

«Puede que le hayan entrado corvas, contestó uno de los concurrentes. -Eso no, repuso Alejo: es decidido, y no tiene un pelo de cobarde» (Astucia, tom. I, cap. 6, p. 120).


«Es la pelada te digo,
Que me entran corvas, de miedo».


(G. PRIETO, «Carta de un novio tímido», Monit. Rep., 18 oct., 1891)                


Cosa. ¡HAYA COSA! Frase con que se denota admiración o extrañeza. Es común entre la gente del campo.

«Se pararon: después uno de ellos se separó de sus compañeros y avanzó hacia la izquierda, y el otro se quedó esperando. -¡Haya cosa!» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 7).

NI POR UNA DE ESTAS NUEVE COSAS; de ninguna manera, por motivo alguno. Alusión al Catecismo del P. Ripalda, donde se lee que «el pecado venial se perdona por una de estas nueve cosas», etc.

«No hemos de visitarla ni por una de estas nueve cosas» (DELGADO, Angelina, XIV).

Coscomate. (Del mex. cuezcomatl, troxa o alholí de pan. MOL.). m. Troje de forma particular usada en tierras calientes para guardar el maíz. Es una especie de copa sin pie, hecha de cierto barro entretejido con zacate (yerba seca) y cubierta con una montera del propio zacate, sostenida por una armazón de palos y terminada en punta, la cual se cubre con una olla o forma de azúcar colocada boca abajo, para impedir la entrada del agua. En la parte superior tiene una puertecilla por donde se introduce el maíz, y abajo otra para extraerle conforme se va necesitando.   —124→   Los hay de gran tamaño. Algunos, ajustándose más a la etimología, dicen cuexcomate.

«Aquí mismo lo colgarernos [al ladrón] para que espante á los cuervos que se vienen á llevar el maíz del coscomate» (Astucia, tomo I, cap. 16, p. 389).

El P. Alzate elogia la disposición y construcción de los COSCOMATES (Gaceta de Literatura, 23 de marzo, 1793).

Cosijoso, sa. adj. Cojijoso: que se queja o resiente con causa ligera.

Guatemala. BATRES, p. 189.

2. Engorroso, cansado, molesto.

«Este modo me parece más fácil que hacerlos de cañaveral, pues lo supongo más cosijoso y trabajoso» (ALZATE, Gaceta de Literatura, 9 de agosto, 1794).

He visto en otra parte la palabra con esta significación; mas ahora no recuerdo dónde. De ahí ha de venir el verbo ACOSIJAR (V.).

Costalera. f. Conjunto de costales.

Costalería. f. Conjunto de costales. Hay, sin embargo, cierta diferencia entre costalera y COSTALERÍA. La primera voz designa los costales o sacos empleados en un negocio, como en un molino de trigo; la segunda se refiere más bien a la fabricación, y al artículo de comercio o al lugar en que éste se vende: La costalera está ya maltratada. Fabricante de, o tratante en COSTALERÍA; almacén de COSTALERÍA.

V. AYATE.

Costeño, ña. adj. Natural o procedente de la costa.

«Soy costeño, amigote, y he bebido abordo» (FACUNDO, Chucho, tom. II, cap. 1). «¿Costeño? -De la costa» (ID., Gabriel, tomo I, cap. 11). «No han llegado todavía las costeñas» (DELGADO, La Calandria, IV).

V. AMPÓN.

Costilla. f. En plural le usamos por costa en ciertas frases, como reír, vivir, comer a COSTILLAS de otro.

Guatemala. BATRES, p. 189. Cuba. MERCHÁN, p. 240.

Costurero. m. En castellano significa la mesita con cajones en que las mujeres guardan los útiles necesarios para la costura. Aquí también; pero le damos además la acepción de pieza donde cosen las señoras o las costureras.

Guatemala. BATRES, p. 190.

Cotense. m. Tela burda de cáñamo. Sirve para abrigar fardos, asear las casas, y otros usos.

«Sacó el Aguilucho de un talego de cotense un queso muy bueno» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 9, p. 117).

Chile. «Cotensio ó cotense decimos en Chile por cotanza, especie de lienzo que se hacía en Coutances, puerto de Normandía» (RODRÍGUEZ, p. 125).

También en México se oye decir cotensio por COTENSE.

«El techo [del teatro] de tablazón, forrado por dentro de cotensio dado de blanco con diversas pinturas» (Diario de CASTRO SANTA-ANNA, 1753, tom. I, p. 194).

Según el Diccionario, cotanza es «especie de lienzo entrefino». El COTENSE no puede calificarse de entrefino.

Cotón. m. Según el Diccionario es sinónimo de jubón, en la germanía o jerga de los gitanos. Jubón es «vestidura que cubre desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo». El COTÓN no llega a la cintura, es cerrado y con mangas algo cortas.

«Un muchachito como de tres años, gordito, con su cotón y calzones de manta» (Diario de México, tom. II, p. 141). «Se sirven de unas mantas cuyo corte es como los cotones que hoy usan los naturales del Nuevo México» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, libro 2, cap. 11). «Volvieron al momento á rastrear los trebejos que el pobre difunto dejó, y se reducían á un cotón y unos calzones blancos viejos» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 4, p. 60). «Vestido con un cotón de indio y unos calzones de camuza indecentísimos» (ID., ib., tom. IV, cap. 8, p. 105).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 126. Guatemala. BATRES, p. 190.

* Cotona. f. Hoy se entiende por COTONA una chaqueta de gamuza; pero antiguamente se hacía también de varios géneros y a veces cerrada por todos lados, de suerte que era preciso vestírsela por la cabeza.

«Una muy curiosa cotona de indianilla verde guarnecida de listoncito color de rosa» (PENSADOR, Quijotita, cap. 15). «Otro [me dió] una cotona de paño de primera azul, guarnecida con cordón y flecos de oro» (ID., Periquillo, tomo IV, cap. 9, p. 123). «Casi por mi cuerpo pasó la bala, pues me llevó un pedazo   —125→   de la cotona» (ID., ib., tom. IV, cap. 10, p. 133). «Se arremangó las mangas de su cotona» (Astucia, tom. I, cap. 3, p. 49). «Una chaqueta ó cotona de lo mismo [gamuza amarilla] con agujetas y pequeñas águilas de plata en la espalda y botonadura» (PAYNO, Fistol, tom. III, cap. 4).

Cotorrón, na. m. y f. Hombre o mujer entrados ya en años, particularmente si permanecen célibes.

«Eso quisieran tus queridas las cotorronas, que les durara la figura hasta la sepultura» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 369 et alibi). «No se ha casado, y es todavía lo que se llamaba en tiempo de la güera Rodríguez un cotorrón» (FACUNDO, El Trabajo y la Pereza, p. 263). «El Sr. Zubieta era un cotorrón, lo más aseado y pulcro que pueda desearse» (ID., Gabriel, tom. I, cap. 1).

Cuba. PICHARDO, p. 106; MACÍAS, p. 383. Venezuela. RIVODÓ, p. 64.

Cotundir, dicen mal en el Ecuador, por contundir (CEVALLOS, p. 50), e igual pecado se comete por acá. Esos pecadores, para ser consecuentes, debieran decir también cotusión y cotuso; mas no se atreven a tanto.

Covacha. f. No tiene en el Diccionario otra acepción que la de «cueva pequeña». Acá significa un aposento situado debajo de la escalera, estrecho, húmedo, oscuro, y naturalmente con el techo en desván. Suele servir de habitación al portero. Las casas principales y las de construcción moderna es raro que tengan COVACHA. Por extensión se da este nombre a cualquier cochitril.

«La casa núm. 24 que tiene arriba siete piezas, y abajo un cuarto, una caballeriza y una covacha» (Diario de México, tom. II, página 396). «Acá hay disciplinas [...] palmeta, orejas de burro [...] y mil cosas feas; pero no las verás muy fácilmente, porque están encerradas en una covacha» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 3, p. 28). «Además, halló en la covacha, debajo de la escalera, el cadáver de un portero jubilado» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 373).

2. Es también la vaca, esto es la zaga o parte posterior de las diligencias y otros carruajes de camino, donde se colocan los equipajes, que se cubren y sujetan con un cuero.

«Mientras pasaba esta refriega se habían dedicado [los ladrones] á registrar los baúles y maletas colocados en el pescante y covacha del carruaje» (PAYNO, Fistol, tom. I, cap. 15).

Coyol. m. Fruto de una especie de palma. Es pequeño, negro, casi redondo y muy duro. Sirve para cuentas de rosario y para adornar ciertos objetos como las cuartas de lujo. Los hemos visto primorosamente tallados.

«En toda esta comarca hay increible abundancia [de palmas], aunque en lugar de los dátiles que suelen producir en África, llevan acá un cierto fruto en racimos, que aquí llaman vulgarmente coyoles» (Descr. de Veracruz, 1580, MS.). «Cuyoloapan quiere decir valle ó lugar de quacuyoles: estos quacuyoles es una fruta que frisa mucho con coquillos [...]. De las frutas de estos árboles se hacen rosarios que en toda la tierra son preciados, que son cuasi como azabache» (Descr. de Cuilapa, 1581, MS.). «De la palma que llaman Bunga ó Coyolli [...]. Nace en los lugares húmidos de las Islas Filipinas donde la llaman Bunga y en la Nueva España Coyolli, donde hay muchas especies deste género, de los cuales se hacen aquellos estimadísimos rosarios, que los españoles llaman, corrupto el nombre, coyol» (XIMÉNEZ, Cuatro libros de la Naturaleza y Virtudes, etc., lib. I, pte. 2, cap. 42).

Costa Rica. FERRAZ, p. 32. Guatemala. BATRES, p. 192.

V. en el art. BEBIDAS, el n.º 28.

* Coyote. (Del mex. coyotl, adive, MOL.) m. Canis latrans de Harlan, familia de los canianos, orden de los carniceros, clase de los mamíferos. Especie de lobo, del tamaño de un perro grande, y con piel de color gris amarillento. Está dotado de mucho instinto y astucia, como la zorra, a la cual se asemeja en sus costumbres. Hernández describe el COYOTE en el tratado I, cap. 13 de su Hist. animalium (Romæ, 1651). No es cierto, según asienta Salvá, que se aplique esta voz como adjetivo a lo que es del país y se diga indio-coyote, y cidra-coyote, pues por el contrario, allá por los años de 1828, en la época de la mayor efervescencia del odio contra los españoles, se les daba por injuria el apodo de COYOTES. En cuanto a la cidra-coyote, véase el artículo CHILACAYOTE. El error de Salvá vino del Vocabulario de Alcedo.

«Así leones y tigres como coyotes, que son unos animalejos entre lobo y raposa, que no son ni bien lobos ni bien raposas, de los cuales hay muchos, y muerden tan bravamente, que ha de ser muy escogido el perro que le matare diente por diente» (MOTOLINÍA, Hist.   —126→   de los Ind. de N. España, trat. I, cap. 8). «Llévanla [la yerba de la Puebla] algunos señores de ganarlo á sus estancias para matar los coyotes, que son los lobos de esta tierra» (Descr. de Cholula, 1581, MS.). «Los animales de la tierra que hay son coyotl, que es á manera de lobos, salvo que son más pequeños» (ID.).


«Con mucha formalidad
Decía un coyote á su hijo:
No aprendas á robar, mira
Que es muy insolente vicio».


(PENSADOR, Fáb. XXXIII)                


«Yo creo que existimos como los caballos ó los coyotes, y que acabado el cuerpo se acabó todo» (PAYNO, Fistol, tom. II, cap. 8).

Costa Rica. FERRAZ, p. 32. Guatemala. BATRES, p. 191.

COYOTE llaman también al zángano que se introduce en las cárceles y estafa a los presos embaucándolos con alardes de valimiento y ofertas de obtenerles gracias.

«Ningún ramo judicial extranjero despacha, en proporción á otros asuntos, mayor número de juicios por deudas, que los que se versan en ese hormiguero de tinterillos, coyotes, víctimas y verdugos» (FACUNDO, Víctimas del pulpo, p. 143).

COYOTE, TA. adj. Color que se califica de semejante al de ese animal, aunque en realidad no lo sea mucho, pues tira más a café que el del original.

«De la calle de las Moras á la plazuela de Sto. Domingo, otra [perrita] fina con medio cuerpo pelado y la punta de las orejas coyotas» (Diario de México, tom. III, p. 444). «Ese de la barba larga, que tiene el sombrero coyote» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 225). «Doña Pancha, muy embozada en su rebozo coyote, vino en busca de los muchachos» (DELGADO, La Calandria, IV). «Cubrióse la boca con el [rebozo] coyote de bolita» (MICRÓS, Ocios y Apuntes, pp. 151, 152).

Coyotear. n. Ejercer en las cárceles el mal oficio de coyote.

Coyotera. f. Reunión de coyotes.

2. fam. Gritería, conjunto de voces altas y confusas, semejante al que forman los aullidos de muchos coyotes. Las mujeres armaron una COYOTERA.

Cozcolina. (Escríbese comúnmente COSCOLINA). f. Mujer de malas costumbres, pero no descarada como la cuzca.

«Esa infame coscolina me lo ha trastornado. -De allí salió la coscolina acompañándolo» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 46). «Las sospechas de D. Clemente contra la coscolina» (Id., tom. II, cap. 1, p. 117). «¿Quién es esa maldita coscolina que tiene un tendajo para encubrir sus prostituciones?» (Id., tom. II, c. 2, p. 53). «Ninguno ignora que Vd. es la coscolina de que he hablado» (Id., p. 57). «¡Ingrata! ¡Díscola! ¡Coscolina!» (DELGADO, La Calandria, XIV, 1.ª ed.). «No merece esa coscolina que Vd. se afane» (ID., ib., XV).

V. DESMECHAR.

Credo. m. EL CREDO REVUELTO CON PIEDRAS, fr. fam. con que se expresa que es muy bueno encomendarse a Dios en un lance peligroso; pero que deben emplearse también medios naturales para defenderse. Y suele decirse asimismo cuando alguno expone una petición con razones corteses, dejando entrever la amenaza de que si no son atendidas se usará de coacción.

Cresta. f. fam. PICAR LA CRESTA, provocar con dichos o hechos.

«Nuestro hombre estaba en los segundos [palcos] con la chica, nos picó la cresta á todos los de la carpanta, y nos propusimos averiguar quién era la azul» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. II, cap. 3). «Cuidadito con picarme la cresta, señor marido» (ID., Gabriel, tom. I, cap. 15).

Crestón, na. adj. fam. Tonto, bobo. Poco o nada usado ya.

«Y como que sí, decía el coime: lo bueno es que él es medio crestón: lo que importa es hacerle la barba» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, p. 83).

También como sustantivo.

«Y de más á más dicen que es un crestón, término con que algunos significan que es un tonto» (ID., ib., tom. II, cap. 3, p. 51).

Criado, da. m. y f. Nada habría que añadir a este artículo del Diccionario, si no fuera preciso registrar aquí el recado de refinada cortesía usado de tiempo atrás, y vulgar hoy, para participar el nacimiento de un niño, que es como sigue: Dice el Sr. D.... o la Sra. D.ª... que le besa a Vd. las manos, y que ya tiene Vd. un CRIADITO (o CRIADITA) más a quien mandar.

«Aunque cuando Vd. nació no me envió su madre á decir que ya tenía yo un criadito más á quien mandar...» (Diario de México, tomo II, p. 239).

Crinolina. f. Género muy tieso que sirve para armar.

  —127→  

2. Armazón que hasta hace poco tiempo usaban las mujeres debajo de sus vestidos para ahuecarlos. Fue una resurrección del antiguo tontillo o guardainfante.

Cuervo (§ 762) le da, con acierto, el equivalente miriñaque.

Criollo, lla. adj. usado también como sustantivo. «Dícese del hijo de padres europeos nacido en cualquiera otra parte del mundo» (Dicc.). La definición no es exacta, porque la palabra está confinada a la América española o francesa, y a las Islas Filipinas. Por CRIOLLO y créole se entiende el descendiente de españoles o franceses, sin mezcla de otra raza, nacido en las tierras americanas donde dominaron o aún dominan esas naciones. El nombre suena mal en América, dice Salvá; aquí ha caído en desuso aplicado a personas. Suele todavía llamarse CRIOLLO a lo propio de la tierra, en contraposición a lo importado; denominación que también va desapareciendo, y comúnmente se dice del país o nacional. La palabra parece haberse originado de los negros, pues se daba ese nombre a los nacidos en Indias, para distinguirlos de los africanos, y aun se usa en las Antillas.

«Criollo es vocablo de negros, y quiere decir persona nacida en la tierra, y no venida de otra parte, el cual vocablo se haya españolizado, y significan con él los nacidos en las Indias, á quien llaman criollos, y al nacido en una ó en otra parte ó ciudad llaman criollo de tal ó cual parte» (FR. P. SIMÓN, Not. hist., glosario).

V. ARMAS, p. 79.

Cuba. PICHARDO, p. 107; MACÍAS, p. 386. Río de la Plata. GRANADA, p. 163. V. también BARTLETT, Dict. of Americanisms). V. Creole.

Cristal cuajado. El mezclado con un color opaco que le quita la transparencia natural. Suele emplearse para hacer copas, vasos, jarroncillos, juguetes de tocador, etc.

«Delante de la jofaina de porcelana, el juego de cristal cuajado, dos frascos y una linda polvera, con su borla semejante á un copo de nieve» (DELGADO, La Calandria, XXVIII).

Cristiano, na. adj. sustantivado. En el Estado de Veracruz, la gente vulgar, y particularmente los jarochos o rancheros, usan la palabra CRISTIANO como equivalente de hombre en general, y en el sentido de «hermano ó prójimo» que le da el Diccionario.



«Oigajté, ña Sacramenta,
Le diré ajté mi pasión,
Y si uté ej crijtiana atenta,
Tiene uté aquí un corasón
Que con naa... se amedrenta.

[...]

Él ej-jombre muy celano:
Tal vej ya pronto vendrá;
Camine alante, crijtiano,
Que si noj ve mano á mano
Jablando... se enojará».


(ESTEVA, El Jarocho)                


Según Arona (p. 133) hay igual uso en Arequipa; y Rodríguez (p. 128) dice lo mismo de los guasos (hombres de campo) de Chile.

En los primeros años de la conquista, y aun mucho después, los españoles se llamaban a sí propios CRISTIANOS como para diferenciarse de los indios. Esa costumbre parecía tan mala al padre Mendieta, que proponía se prohibiese con pena de excomunión. Oigámosle, que el pasaje, aunque largo, es curioso:

«Es necesarísimo provea S. S. de remedio en un infernal abuso que los españoles han plantado en toda la región de estas Indias Occidentales, y es de llamarse ellos cristianos, á diferencia de los naturales de la tierra, puesto que todos son baptizados; y así es plática general de los españoles, hablando con los indios, para decir llámame á aquel español, ó dile tal cosa á aquel español, ó ve á casa de fulano español, decir llámame á aquel cristiano, ó dile esto á aquel cristiano; cosa absurdísima, y que espanta no haber tenido cuidado los prelados destas partes de que se ponga remedio en ella, porque es persuasiva á los indios para que nunca se tengan por verdaderos cristianos; y es cosa clara que diciéndole el español al indio llámame á aquel cristiano, por el español, luego en su pecho formará una consecuencia, y dirá entre sí: luego yo por ser indio no soy cristiano; y otros habrá que viendo tan malas obras como las que comunmente hacen los que se intitulan cristianos, tomarán odio á este nombre, y dirán: mucho en buenhora séte tú cristiano, que yo no lo quiero ser. Por evitar tantos y tan graves daños como deste mal abuso se pueden seguir, conviene quitarlo con todo el rigor del mundo, aunque sea con pena de excomunión, á los que scienter no lo quisieren dejar, y que se proceda contra ellos como contra perturbadores   —128→   de la cristiandad y de la conversión de las gentes» (Cód. Mend., tom. I, página 258).

Tan a pechos tomaba este asunto, que le dedicó después un capítulo entero de su Historia Eclesiástica Indiana (el 34 del lib. IV).

Ignoro cuándo desapareció esa costumbre. ¿Será un resto de ella el uso actual a que se refiere este artículo?

Crucita. f. dim. de Cruz: crucecita.

«Pérdida. El domingo pasado, en la iglesia de la Santísima, un rosarito de Jerusalén con su crucita de palo» (Diario de México, tom. II, p. 292).

Crudo, da. adj. Término del lenguaje vulgar que denota el estado de embargo, somnolencia y torpor en que se encuentra el hombre al día siguiente de una borrachera.

«En el cuarto n.º 1 vive un zapatero que [...] se emborracha domingo y lunes; el martes está crudo, y el miércoles consigue obra» (FACUNDO, Casa de Vecindad, p. 102).


«Y siempre crudo, cuando no beodo».


(PLAZA, «El borracho»)                


2. m. Tela burda de cáñamo que se usa para empacar y hacer sacos. Es voz española, aunque no se halla en el Diccionario. La trae Ortúzar.

Venezuela. RIVODÓ, p. 250.

Crujirse. pr. Sentir un frío extremado. Estoy CRUJIDO. Cierre Vd. esa puerta que ya nos CRUJIMOS.


«¡Qué zurra me pegó el viento!
El frío ¡cómo me cruje!».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 273).                


Cuaco. m. Entre campiranos, caballo.

«¿Qué le parece á Vd. este cuaco (Astucia, tom. I, cap. 11, p. 23). «Este cuaco me lo arrendó, y muy bien aperado me lo mandó» (Id., p. 25). «Dándome generosamente este cuaco» (Id., tom. I, cap. 6, p. 120). «Ahí tengo un cuaco colorado sangre linda, que quiero verlo en sus manos» (Id., tom. I, cap. 12, p. 229). «¡Ah qué cuaco tan desengañado, muchachas!» (Id., tom. I, cap. 15, p. 347). «Mire, mire, qué lindo cuaco lleva D. Carlitos» (Id., tom. II, cap. 5, p. 116).


«Por más esfuerzos que hicieron
Y á sus cuacos azotaron,
No sólo no me alcanzaron,
Pero ni el polvo me vieron».


(Chamberín, p. 42)                



«Arremetiendo su cuaco,
Le arrienda con franco envite».


(G. PRIETO, Musa Callejera, «Romance», p. 299)                



«Volvió la espalda la china,
Él reprimió su berrinche,
Y al cuaco le metió espuelas
Meditando en su desquite».


(ID., ib., p. 300)                



«Ni que se le atranca el cuaco
Porque ve bultos de lejos».


(G. PRIETO, «Carta de un novio tímido», Mon. Rep., 18 oct., 1891)                


Cuadra. f. El Diccionario dice: «Méj. Manzana de casas». Tal es sin duda la verdadera acepción de la palabra, porque la manzana es un cuadrado o cuadrilongo, y no hay razón para llamar CUADRA a un solo lado de él. Rivodó (p. 65) sospecha que hay error en esta parte del artículo del Diccionario; en todo caso, si le hubiere, no sería de la Academia Española, sino del que aquí escribe, pues fue quien presentó esta cédula en la Mexicana. Verdad es que en el uso común se entiende por CUADRA el espacio de una calle comprendido entre dos transversales; y como en la nomenclatura antigua cada CUADRA tenía nombre particular venía a ser sinónimo de calle. En los ejemplos siguientes me parece que los tres primeros confirman la acepción del Diccionario.

«Hasta la salida del pueblo, que creo es la única, á los lados de esta calle cruzan otras de la misma anchura, las que en distintas cuadras forman dos plazuelas» (Diario del P. GARCÉS, p. 322). «A un lado y otro de ésta van saliendo otras calles de la misma anchura, formando de este modo cuadras» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Michoacán, pte. I, lib. 2, cap. 11). «Esta [la azotea] se une con las azoteas de las casas que están en la misma cuadra, que no suele ser muy grande, porque son muchas las calles que cruzan» (ID., ib.). «Al acaso caminó cuadras y cuadras, sin darse cuenta de las distancias» (DELGADO, La Calandria, XXIX, 1.ª ed.).


«Dos cuadras la seguí, cuando de un salto...».


(Don Simplicio, tom. II, n.º 13)                


Cuadra, por tramo de calle, se halla en el Perú (ARONA, p. 134); en Cuba (PICHARDO, p. 108; MACÍAS, p. 390); en Venezuela (RIVODÓ, p. 65, y en el Río de la Plata (GRANADA, p. 163).

  —129→  

CUADRA, por caballeriza, muy rara vez se oye en México.

Cuadrante. m. Notaría del curato: oficina parroquial donde se llevan los libros y se asientan las partidas de bautismo, casamiento y defunción. Por estar próxima a la sacristía se ponía en ella el CUADRANTE o tablilla de las misas que debían celebrarse cada día, y de aquí tomó el nombre la oficina. Varias calles llevan el nombre del CUADRANTE que en ellas existe o existía, como las del CUADRANTE de S. Miguel, de S. José y de Sta. Catarina.

«En lo interior estaba la oficina que se llama cuadrante». «En una pieza que había separada con comunicación á dicha capilla estaba la pila bautismal y la oficina del cuadrante» (SEDANO, Noticias, tom. II, p. 152). «Al pasar por el cuadrante de la parroquia N...» (Diario de México, tom. II, p. 354). «El día 10 del corriente se vacunaron en el cuadrante de S. Miguel 72 niños de ambos sexos» (Id., p. 436). «En el cuadrante un clérigo melancólico, pensativo, fumando» (DELGADO, Angelina, IX).

Cuadrar. n. Agradar, gustar, convenir. Es acepción castellana; pero era notable el mucho uso que se hacía de ella hasta hace poco tiempo, sustituyendo siempre CUADRAR a gustar. Hoy pertenece al lenguaje vulgar.

«Mis conocimientos (no me cuadra decir amistades)» (Diario de México, tom. I, página 349). «Y esto sí que no me cuadra, no me cuadra, no me cuadra» (DELGADO, La Calandria, VIII).


«No me cuadra hacerme pato».


(G. PRIETO, Musa callejera, «Romance», p. 295)                


CUADRARSE, agradarse a sí propio, envanecerse de sus prendas personales. Se usa para mofarse de la fatuidad de alguno.

En Venezuela es «lucirse una persona, quedar airosa» (RIVODÓ, p. 250; MEDRANO, p. 32).

Cuadrilla. f. Baile de sala, que algunos llaman rigodón.

«Unas cuadrillitas en el campo» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 163).


      «Ved qué estiradas!
Picando con el pie la polca leve,
Bailando las cuadrillas desmayadas!


(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 87)                


Perú. ARONA, p. 135. Guatemala. BATRES (art. Lanceros), p. 359.

Cuajante. m. y f. Que cuaja, o pierde el tiempo en pláticas ociosas.

2. También el que cuenta cuajos o mentiras.

Cuajar. n. fam. Pasar el tiempo en pláticas entretenidas. Dícese especialmente de los escolares.

«A lo que vamos los más [de los] estudiantes á la Universidad no es á aprender nada sino á cuajar un rato unos con otros» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 10, p. 115). «Cuaje todo el año, y se desvela en Agosto y Setiembre para lograr escurrirse, al través de un examen fatigoso, al otro curso» (FACUNDO, Vistazos, p. 24).

Cuajilote. (Del mex. quauhxilotl, «arbor ferens fructum similem spicæ maizii» HERN.). m. Fruto del Parmentiera edulis, árbol de la tierracaliente. Es de unos 16 cents. de largo y 4 de diámetro, de forma casi cilíndrica, con la superficie estriada, de color pardo verdoso y de pulpa fibrosa llena de semillas menudas, seca e insípida. Cocido toma un color pardo oscuro uniforme por fuera y violado por dentro, se vuelve jugoso y adquiere un sabor dulce agradable. Así se vende como fruta en los mercados de México (Farm. Mex., p. 50).

Cuajo. m. fam. Plática ociosa y entretenida; idea que no se puede llevar a efecto.

«Condolido yo, pues, de estas y otras muchas aflicciones que he presenciado, me propuse una idea, ó como dicen, cuajo, para remediarlas con utilidad mía: digo cuajo, porque á mí me es imposible reducirlo á la ejecución» (Diario de México, tom. III, p. 379). «Vaya un cuajo, por ensayito de lo bien que desempeño la función» (Id., tom. IV, p. 126).

2. Horas de recreo en los colegios.

«De dos á tres, cuajo ó siesta [...]. De ocho á nueve, cuajo» (Astucia, tom. II, cap. 5, página 112).

3. Se toma asimismo por embuste o mentira inofensiva, acaso por las muchas que se suelen decir en esas pláticas.

Cuamil. (Del mex. cuahuitl, árbol, milli, heredad). m. Huerta con arboleda. En la ciudad de México no se usa.

  —130→  

«Tienen sus cuamiles ó huertas, en que cosechan caña dulce» (MOTA PADILLA, Hist. de la N. Galicia, cap. XCIV, n. 6).

Cuándo. Usado a manera de interjección, sirve para denotar que es imposible una cosa.

«Creyendo que yo me había de ablandar á los gritos del muchacho; pero ¡cuándo!» (PENSADOR, Quijotita, cap. 1). «Si lo he sabido ¡cuándo me sucede!» (FACUNDO, Gentes, tom. IV, cap. 5). «¿Entrar ese papelucho á mi casa? ¡Cuándo, padre, cuándo, cuándo (DELGADO, La Calandria, II).

Cuánto ha. «Nos parece digno de notarse el uso de cuanto seguido del verbo haber en la tercera persona del presente de indicativo apocopada, para denotar largo espacio de tiempo: ¿cómo van los negocios de nuestro amigo? Cuanto ha que no recibo noticias suyas» (RODRÍGUEZ, p. 131).

Esta frase es tan usada en México como en Chile; mas pienso que el haber de Rodríguez es errata por hacer, y que la frase equivale a cuánto hace; hace largo tiempo.

Cuapastle. adj. De color leonado que tira a café. Pípila CUAPASTLE.

«Traían mantas pintadas y leonadas, que es señal entre ellos de valiente, que llaman la color quapachtli» (Descr. de Zempoala, 1580, MS.). «Pérdida. Una perrita fina con unas manchas cuapastles en las orejas» (Diario de México, tom. III, p. 444). «Una perrita fina: es toda blanca, con las orejitas cuapastles» (Id., tom. IV, p. 344). «Paño cuapastle» (Id., p. 462).

Cuaresmal. m. Ejercicio de rezo y sermón que se acostumbra hacer diariamente en muchas iglesias durante la cuaresma.

* Cuarta. f. Látigo corto para las caballerías de silla. Es todo del cuero que llaman peal. Tiene en el cabo una asa o anillo del mismo cuero, con que se asegura a la muñeca, y en el otro extremo una pajuela o tira delgada, que es propiamente el azote.

«Y sirviéndole la pistola de cuarta, apuraba á su caballo en la cuesta arriba» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 142). «Aquel jinete no llevaba espuelas; pero sí miedo y cuarta» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 1). «Otro le volvió su pistola, el de más allá su cuarta y su reata» (ID., Gentes, tom. II, capítulo 13).


«Sólo previne mi cuarta
Y al verla todos se rieron».


(Chamberín, p. 13)                


Cuba. «Látigo que llevan los caleseros para azotar al caballo» (PICHARDO, p. 109; MACÍAS, p. 392).

ECHAR CUARTA, azotar con ella.

«Le echaba cuarta al pobre de mi hermano á manta de Dios» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 11, p. 190).

Por CUARTA se entiende también una soga larga y gruesa, de cuero crudo, que en los carros y algunos coches de camino se usa como tirante. De ahí viene el verbo ENCUARTAR (V.).

V. DIOS.

* Cuartazo. m. Azote dado con la cuarta.

«Primer cuartazo al patriota de los ayuntamientos» (Diario de México, tom. XVII, p. 647).

Cuba. PICHARDO, p. 109.

* Cuartear. a. Pegar repetidas veces con la cuarta.

Cuarterón, na. adj. Hijo de blanco y mulata, o viceversa. Úsase como sustantivo. Otros llaman así al hijo de mestizo y española, y viceversa (FR. P. SIMÓN, Not. hist., glosario).

Cuba. MACÍAS, p. 392.

V. CASTAS.

* Cuartilla. f. Moneda pequeña de plata que ya no corre. Valía la cuarta parte de un real fuerte, o sea 3⅛ centavos del peso.

NO TENER o NO VALER CUARTILLA, no tener o no valer un cuarto.

Cuarto. m. Tomando, sin duda, a redondo en la acepción de completo, como se ve en hidalgo redondo, negocio redondo, llamamos CUARTO redondo a la pieza de las casas de vecindad, cuando no tiene dependencia alguna, ni más abertura que la puerta de entrada, y rara vez una ventanilla.

«El cuartito era redondo, y tenía una ventana que caía á una acequia muy inmunda» (PENSADOR, Periquillo, tom. IV, cap. 8, p. 110). «En un cuarto que llaman redondo (que era toda la casa) yacía sobre unos indecentes bancos de cama una señora como de veinticinco años de edad» (ID., ib., tom. IV, cap. 12, página 154).

Chile. RODRÍGUEZ, p. 132.

  —131→  

De paso haré notar que el Diccionario trae «Cuarto trasero: parte posterior de algunos animales»; y olvidó el delantero, que es la parte anterior.

Cuatatán. m. Matalote. Desusado.

«Ahora que dice de caballos, amigo D. Pepe, dígame: ¿piensa deshacerse de sus cuatatanes (Astucia, tom. I, cap. 9, p. 162). «Botando sobre la silla como pelota á cada trote del cuatatán» (Id., tom. II, c. 3, p. 93).

* Cuate, ta. (Del mex. coatl, culebra, mellizo). m. y f. Mellizo, gemelo, mielgo.

«Tenían asimismo, que cuando la mujer paría dos criaturas de un vientre había de morir el padre ó la madre. Y el remedio que el demonio les daba era que matasen á alguno de los mellizos, á los cuales en su lengua llamaban cocoua [plural de couatl ó coatl], que quiere decir culebras, porque dicen que la primera mujer que parió dos se llamaba Coatl, que quiere decir culebra. Y de aquí nombraban culebras á los mellizos» (MENDIETA, Hist. Ecles. Ind., lib. II, cap. 17). «Somos mellizos ó cuates» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, capítulo 11, p. 191).


«Si dos niñas juntas nacen
Siempre les llamarán cuatas,
Y no serán dos gemelas
Cual decimos en España».


(SOMOANO, p. 34)                


CUATE y CUATA se aplica también, como adjetivo, a lo que es doble, como atarjea CUATA.

NO TIENE CUATE, expr. fam.: no tiene igual o semejante.

«No quiero decir eso, sino que de sus fuerzas no tiene cuate» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 267). «Lo que á mí me pasa no tiene cuate» (Id., tom. II, cap. 7 bis, p. 225).

Cuatera. f. Mujer que pare gemelos, y especialmente cuando se ha repetido el caso.

«Casó con uno de mis hermanos, y ha salido hasta cuatera» (Astucia, tom. II, cap. 3, p. 95).

* Cuatezón, na. (Del mex. quatezon, motilón. MOL.). adj. Dícese del animal que debiendo, por su especie, tener cuernos, carece de ellos, natural o artificialmente.

«Pérdidas. El día 19 un borreguito blanco, cuatezón» (Diario de México, tom. III, p. 340). «Los pobres diablos del salón eran cuatezones» (MORALES, Gallo Pitagórico, página 351). «Otro de los diablos cuatezones le contestaba con esta otra estrofa» (ID., ib., p. 352). «En seguida entró en el salón un gran número de diablos, también cuatezones» (ID., ib., p. 354).

Cuatezonar. a. Suprimir los cuernos de un animal cuando es todavía pequeño, cortándoselos, y cauterizando la herida. Hoy se hace con frecuencia esta operación en el ganado vacuno de raza fina, con el objeto de evitar que los animales se hieran unos a otros.

Cuatrero, ra. m. y f. Que dice cuatros o disparates. Aplícase a los indios que hablan mal el castellano, y aun al mismo idioma así estropeado.

«¿No es impropiedad que el indio se explique en su papel por medio de un castellano cuatrero, y en su nota por el mismo idioma ya puro?» (Diario de México, tom. XIII, páginas 45, 46).

Cuatro. m. Barbarismo, solecismo, disparate, gazafatón; especialmente el que sueltan los indios cuando hablan en castellano.

«Esta explicación [hecha por indios] de lo que significa la pintura está llena de cuatros, como se ve y como se acostumbra» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 16). «Tengo á la vista una relación auténtica [...] que aunque llena de cuatros y de algunos anacronismos respecto á los sucesos de aquel tiempo, en el fondo tiene su peso» (ID., ib., cap. 18).

También, por extensión, cuando se trata de cualquier idioma extranjero.

«En fin, aunque á fuerza de trabajo, y echando mis cuatros [en francés], ya me doy á entender» (D. PABLO DE LA LLAVE, en el Diario de México, tom. III, p. 147).

El origen de esa acepción de CUATRO puede ser éste: los indios solían antes cortarse a raíz el pelo, dejándose solamente dos melenas o balcarrotas tras de las orejas, lo cual se usaba entre los más rústicos y mazorrales, que por lo mismo hablaban peor el castellano, y eran llamados CUATRO orejas.

«El macho serás tú [...] le dije [al indio], indigno, maldito, cuatro orejas» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 4, p. 60).


«Una indita en su chinampa
Cortaba diversas flores,
Y un indito cuatro orejas
Le hablaba de sus amores».


(Copla popular)                


  —132→  

De ahí, CUATRO vino a significar disparate que dicen los indios rústicos, CUATRO orejas.

Esta denominación no es nuestra sino castellana: «CUATRO OREJAS. fig. y fam. Hombre que traía guedejas, y lo demás de la cabeza pelada [pelado?]» (Dicc.). Viene desde el Diccionario de Autoridades.

Cubeta. f. fam. Sombrero de copa alta.

«El pollo callejero le llama al sombrero alto sorbete ó cubeta, y lo rehusa por ser el distintivo de los caballeros» (FACUNDO, Ensalada de Pollos, tom. I, cap. 5).

V. SORBETE.

Cubierta. f. Eufemismo por vaina de espada, puñal, etc.

«Desabrochó el cinturón, y allí dejó la cubierta y su sombrero, llevándose la hoja desnuda» (Astucia, tom. II, cap. 5, p. 140).

ARAÑAR LA CUBIERTA, fr. fig. y fam.: andar en graves apuros, apelar a los últimos recursos para completar el gasto de la casa, o la suma necesaria para un pago. Fulano vive siempre ARAÑANDO LA CUBIERTA.

Cuca. f. dim. de Refugio, nombre de mujer.

«Y yo también, contestó en voz alta D.ª Refugio. -Mil gracias, Cuca, dijo Castaños sin vacilar» (FACUNDO, Gentes, tom. II, cap. 1).

Cuco. HACER A UNO CUCO, expr. fam.: burlarse de él, menospreciarle; no hacerle caso, nulificarle.

«Silbáronle los malditos, que ya se habían propuesto hacerlo cuco» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 239). «Se hizo tan pública esta ocurrencia, que unas de celos y otras de temor, me hicieron cuco» (Id., tom. II, cap. 1, p. 17).

HACER EL JUEGO CUCO, expr. fam.: burlarse de alguno, engañarle.

Cuchara. f. Llana, paleta de albañil.

Cuba. PICHARDO, p. 111; MACÍAS, p. 398. Venezuela. RIVODÓ, p. 250. Río de la Plata. GRANADA, p. 168.

MEDIA CUCHARA: el albañil que aún no puede trabajar como oficial.

2. fam. Cucharero, ladrón ratero.

«Preguntaron sus soldados á mis conductores que por qué me llevaban. Y ellos respondieron que por cuchara, esto es, por ladrón» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 5, p. 78).

DESPACHARSE CON LA CUCHARA GRANDE: despacharse con el cucharón.

METER LA, o SU CUCHARA. Meter su cucharada: expr. fam. que el Diccionario de Autoridades explica así, conforme a nuestro uso: «Frase que se dice del que en todo cuanto se habla ó discurre quiere dar dictamen, interrumpiendo á los otros en materias que no profesa ni entiende». El Diccionario (art. CUCHARADA) da por equivalente de esta frase «echar uno su cuarto á espadas», que no es lo mismo.

«He visto que estos sujetos han tenido que representar al convidado de piedra en las conversaciones de gente instruída, quedándose, como dicen vulgarmente, como tontos en vísperas, sin hablar una palabra, y son los que han sabido tomar mejor partido, que los que han querido meter su cuchara, y salirse de la corta esfera á que han aislado su instrucción» (PENSADOR, Periquillo, tom. III, cap. 5, p. 175).

Perú. ARONA, p. 139.

Cucharero. m. Ladrón ratero. Usábase mucho; hoy se oye rara vez.

«En estos socuchos juegan los pillos, cuchareros y demás gente de la última broza» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 2, p. 36). «Cátenme Vds. ya cofrade de semejante comunidad, miembro de una academia de pillos, y socio de un complot de borrachos, tahures y cuchareros» (ID., ib., tom. II, cap. 4, p. 67). «La patente se le pide, y si no quieres pagarla, harás la limpieza, so cucharero» (ID., ib., tom. II, cap. 5, p. 80).

Aún no ha mucho que en todas las casas medianamente acomodadas se usaban cubiertos de plata, y los rateros que se introducían en ellas, o los criados, robaban de preferencia las cucharas, por ser la pieza de más valor. De ahí vino probablemente el nombre de CUCHARERO aplicado al ladrón ratero. Como hoy los cubiertos son de plaqué, no inducen en tentación las cucharas, por lo cual ha llegado a desaparecer hasta el nombre de CUCHARERO.

Cuchi o Cochi. m. Acerca de esta palabra que el Diccionario trae como provincial del Perú, dice Arona (p. 139): «Nombre común y familiar del cochino en Arequipa, indeclinable, común á hembra y macho, como todos los de su especie. ¡Curioso sería que esta voz   —133→   quechua no fuera más que una voz castellana quechuificada! Oigamos á Garcilaso: Á los puercos llaman los indios cuchi, y han introducido esta palabra en su lenguaje para decir puerco, porque oyeron decir á los españoles coche, coche, cuando les hablaban». La cita es de la Primera Parte de los Comentarios Reales, lib. IX, cap. 19. Markham cree también que es palabra quichua: «Pig. Cuchi», y lo mismo Rodríguez (p. 109), sin duda porque no recordaron el pasaje de Garcilaso, que es terminante. De igual manera vemos que en Oajaca llaman al puerco cuchi, y en Michoacán cuche. Imposible es que la palabra quichua corriera tanto. No se trata, pues, de un provincialismo, sino de una simple abreviación de cochino, que se usaba y usa como vocativo para llamarle o estimularle, y que por haberla oído de los españoles creyeron los indios en varias partes que aquel era el nombre de un animal para ellos desconocido. Si los mexicanos le llamaron coyametl fue porque ya conocían con ese nombre al pecari, animal bastante parecido al jabalí (HERNÁNDEZ, Hist. quad., cap. XXV).

En Guatemala llaman al pecari coche de monte (BATRES, pp. 179, 180).

Cuchilla. f. Entre agrimensores y labradores, faja de terreno más angosta por uno de sus extremos, que por el otro. Entre sastres y costureras, CUCHILLO, 2.ª acep.

Cuchufleta. f. Cierto bizcocho. «Había consumido algunos platones colmados de cuchufletas...» (FACUNDO, Chucho, tom. I, cap. 7).

V. SOLETA. PUCHA.

Cueitl. (Del mex.. cueitl, saya, faldellín, faldillas o naguas. MOL.). m. Enagua que usan las indias montaraces. Es un simple pedazo de tela que se lían a la cintura y llega poco más abajo de la rodilla.

Hoy ya no se oye esta voz.

«Estas mantillas ó faldellines llaman cueitl». «Traen un género de faldellín, que llaman cueitl, que les llega de la cintura abajo» (Descr. de Ameca, 1579, MS.).

Cuenta. CAER EN CUENTA decimos por caer en la cuenta, y también lo dicen en Bogotá (CUERVO, § 340), en Chile (RODRÍGUEZ, p. 78; SOLAR, página 33), y en Guatemala (BATRES, página 155). No parece del todo condenable nuestra omisión del artículo. El Sr. Cuervo aduce en favor de ella un pasaje del Fray Gerundio; si bien se inclina a creer en una errata. Pero Solar trae otras dos citas del mismo autor, una del Fray Gerundio y otra del Gil Blas. Por último, el Diccionario en su 11.ª edición usó Caer en cuenta (artículo ACORDAR) y en la 12.ª añadió el artículo.

HACER DE CUENTA oímos muchas veces por hacer cuenta o la cuenta.

«Si se hace de cuenta que hay más bandas en las barrigas de los militares que...» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 12). «Hace de cuenta que lo mete en un azar más contingente que el de la lotería» (ID., ib., p. 81). «Haz de cuenta que ya estoy en Santa Paula» (ID., ib., p. 553). «El sacerdote procedió como si allí estuvieran todos juntos, y hacía de cuenta que en cada rincón estaba, cuando menos, uno» (FACUNDO, Mariditos, cap. 7). Este yerro corre asimismo en otras partes de la América, pues le condenan en Bogotá Cuervo (§ 382), en Guatemala Batres (p. 319), y en el Perú Arona (p. XXI).

DAR CUENTA CON un oficio u otro documento es frase muy usada en las actas de las corporaciones, para expresar que el secretario leyó aquel escrito o comunicó en extracto su contenido. Cuervo (§ 376) la califica de mal pecado y desatino, porque debe decirse de. El hecho es que el con está muy generalizado, y sin duda se ha introducido para evitar el equívoco a que da lugar el de, porque dar cuenta de una cosa es dar fin de ella, destruyéndola o malgastándola. Los secretarios escrupulosos evitan el escollo escribiendo en sus actas, que leyeron o presentaron tal documento.

Guatemala. BATRES, p. 251.

Cuentachiles. m. fam. Cominero, refitolero: el hombre que se entremete en las menudencias de su casa que son propias de mujeres.

En Cuba dicen Cazuelero (PICHARDO, p. 83; MACÍAS, p. 308).

  —134→  

Cuentista. m. Diestro en hacer cuentas.

2. Aficionado a referir cuentos o anécdotas.

Cuento. QUITARSE DE CUENTOS, fr. fam.: quitarse de enredos.

Cuera. f. Especie de sayo o levita larga de cuero que usaban antiguamente los soldados presidiales de la frontera, y también los vaqueros.

«Los vió con cueras de mangas ajustadas, calzón, botas y zapatos» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 2, cap. 11).


«Ya al punto de la cuera me divorcio,
Dice, y se pone el frac, ¡qué desvarío!».


(G. PRIETO, Poes. fest., «Contra el gran tono», p. 94)                


2. Látigo o azote muy tosco para arrear bestias de tiro.

Cuerazo. m. Azote dado con instrumento de cuero.

«A las ocho, que se dió la voz de ximotlacualo (vamos á comer), ya me había aplicado Bartolomé tres cuerazos de lo lindo». «Ya me ardían las nalgas de los cuerazos» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 271).

Cuba. PICHARDO, p. III.

Cuerda. CORRER POR CUERDA SEPARADA. Gobernarse, regirse un negocio con independencia de otro. Dícese en especial del incidente de un juicio cuando se sigue aparte, y a veces en otro tribunal. Por extensión se usa para advertir a un interlocutor que la especie que introduce no debe tomarse entonces en consideración, por pertenecer a otro asunto, y no tener conexión con el que de presente se trata.

«Bien pocos años había, cuando escribía, que corría la Provincia del Santo Evangelio por cuerda separada de la de Michoacán» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., parte I, lib. 2, cap. 20).

Cuereada. f. fam. Azotaina.

Cuerear. a. Azotar con correa o pedazo de cuero.


«Conforme iba reparando
Lo cuereaba con rigor».


(Chamberín, p. 7)                


Ecuador. CEVALLOS, p. 51, y Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 68. Guatemala. BATRES, p. 193.

Cueriza. f. Cuereada, azotaina.

Bogotá. CUERVO, § 762. Perú. ARONA, página 139. Ecuador. Mems. de la Acad. Ecuat., tom. I, p. 68. Venezuela. RIVODÓ, p. 66. Este autor dice: «Es tan bueno como azotaina. Es una metonimia ó trasnominación, pues con un cuero, ó sea una correa, ES QUE se ejecuta la acción». O sobra el es que, o si se le quiere conservar, habría que decir es con lo que.

Cuero. DE CUERITO A CUERITO, expr. fam.: del principio al fin de un libro, como quien dice, de un cuero a otro de la pasta, que en lo antiguo solía ser de pergamino. En otro tiempo se dijo de tabla á tabla, según cita de Ortúzar (p. 300), y con razón, porque las tapas de los libros solían ser de tabla, y no de cartón como ahora.

«Sé la doctrina de cuerito á cuerito» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13). «Es también indispensable que aprendas el arte de capite ad calcem, de cuerito á cuerito» (Diario de México, tom. III, p. 303).


«¡Oh! ¡Muchacho estudioso!
De cuerito á cuerito
Los latinos se sabe!».


(M. PEREDO, El fin del año)                


ECHAR CUERO. Azotar.

Cuerpazo. m. Corpazo.

Ecuador. CEVALLOS, p. 52. V. CUERVO, § 207, 208.

Cuerpo. CUERPO COLEGIADO llamamos al que se forma de individuos que resuelven los negocios por votación, y cuyos acuerdos obligan a quien corresponde, según el caso; a diferencia de aquellos agregados de personas en que las unas no se sujetan al parecer de las otras, ni ejercen autoridad. Un Ayuntamiento es un CUERPO COLEGIADO; no lo son el CUERPO diplomático, y el CUERPO de baile.

«Ni somos periodistas, ni estamos discutiendo algún asunto en cuerpo colegiado» (MORALES, Gallo Pitagórico, p. 139). «Todo cuerpo colegiado que pretende apoyarse en el entusiasmo, en el patriotismo y en el deseo del bien procomunal, está condenado á sufrir en la época que atravesamos sustanciales transformaciones» (FACUNDO, El Aseo, la Urbanidad, etc., p. 153). «Las múltiples atenciones de que está rodeado ese cuerpo colegiado [el Ayuntamiento]» (ID., Vistazos, p. 186).

DEJAR EN EL CUERPO, expr. fig. y fam.; negarse a recibir la obra contratada con un artesano. Me mandó hacer una mesa, y me la DEJÓ EN EL CUERPO.

QUEDARSE EN EL CUERPO. No lograr   —135→   la venta de una cosa. Compré muchos ejemplares de la obra; vendí unos pocos, y los demás SE ME QUEDARON EN EL CUERPO.

Cuerudo. m. Que usa vestido de cuero, como algunos vaqueros, mozos de estribo y soldados.

«Ya está la comida en la mesa, dijo un cuerudo, asomando la cabeza por la puerta de la sala» (Astucia, tom. I, cap. 12, p. 231). «Perseguida por cuatro ó cinco cuerudos que le disparaban sus carabinas» (Id., tom. I, capítulo 15, p. 363). «Entré al pueblo seguido de mis dos cuerudos» (Id., tom. II, cap. 1, p. 33). «Al otro día marcharon [...] seguidos de ocho cuerudos con las mulas de avío» (Id., tom. II, cap. 13, p. 389).

Cuete. m. Pronunciación vulgar de cohete. Lo mismo cuetero por cohetero.

Según Cuervo (§ 88) en Asturias se dice también cuete. Ecuador. CEVALLOS, p. 52. ORTÚZAR, p. 100.

Cuetzale. m. Este pájaro ha merecido al Diccionario dos artículos: uno con el nombre de CUETZALE, y otro con el de Quetzale. Salvá reprodujo ambos; pero el primero debe desaparecer. Todo el mundo dice quetzale o más bien quetzal, derivado del mexicano quetzalli, «pluma verde, larga y rica» (MOL.), como son las de la cola de esta hermosa ave que los mexicanos estimaban mucho.

* Cuicacochi. (Mal pronunciado vulgarmente cuitlacoche. Del mex. cuicatl, cantar, y cochi, noche, oscuridad, sueño: canta-de-noche, cuando los demás duermen). m. Ave canora, algo menor que el tordo, con las plumas del pecho y del vientre amarillas, y las demás grises o negras.

Cuico. m. Guarda o agente de policía. Es palabra injuriosa, y ya poco usada. Viene, según algunos, de la voz mexicana cuicatl, cantar o canto, porque esos agentes denuncian las infracciones de los reglamentos de policía, por lo cual la plebe los considera como soplones o chismosos.

«¡Pobre de ti si lo denuncias, ó haces que vengan esos cuicos de la Diputación á cogerlo, porque no dilatarás tres días en morir cosido á puñaladas!» (PAYNO, Fistol, tom. II, capítulo 12).

V. AGUILITA.

Según Pichardo (p. 112) «CUICO, CA. vulgar» es «Apodo ó tratamiento burlesco, aplicado á los mexicanos del bajo pueblo». Macías (p. 402) dice que ya no tiene uso al presente. V. RODRÍGUEZ, p. 134.

Cuidado. SALIR DE SU CUIDADO, expr. muy usada, por más decente, en vez de parir.

«Cuando las mujeres están próximas á salir de su cuidado, el marido esparce ceniza en el suelo á corta distancia de la casa» (ILLMO. GILLOW, Apuntes históricos, p. 209).

Cuidadora. f. Criada que cuida y sirve a los niños; doncella que sirve y acompaña a una señorita.

«La cuidadora le hizo entender que todo lo debía al capitán Castillo» (PAYNO, Pepita, II).

Cuilote. (¿Del mex. quiyotl tallo de yerba? MOL.). m. Vara seca, más o menos gruesa, que sirve para formar paredes de chozas, que luego se embarran, hacer setos, y también zarzos que en climas calientes sirven de cama.

«Formóse en una de las extremidades, con cuilotes secos, una especie de cama» (R. BÁRCENA, Noche al raso, V, p. 85). «Le hizo sudar frío y cernerse en la cama de cuilotes» (ID., ib., p. 87).

Cuino. m. Nombre que se da en México a los cerdos de una raza de menos cuerpo que la ordinaria, los cuales tienen la particularidad de ser gordos desde que nacen, se conservan lo mismo durante el crecimiento, y con gran facilidad adquieren gordura extraordinaria, y tanta, que los criadores procuran impedirla en las hembras, para que no se esterilicen.

ESTAR HECHO UN CUINO, expr. fam., estar uno sumamente grueso.

Cuitlacochi. (Del mex. cuitlacochin: mazorca de maíz degenerada y diferente de las otras. MOL. De cuitlatl, excremento, y cochi, negro, oscuro; metafóricamente). m. Hongo o excrecencia de color oscuro y aspecto repugnante que nace dentro de la mazorca del maíz y a expensas del grano. Sirve de alimento, aunque es nocivo, a lo menos cuando está crudo, pues sus propiedades son semejantes a las del cuernecillo   —136→   de centeno (Farm. Mex., v. Huitlacoche, p. 70).

Cuja. f. Abrigo de un fardo, en particular cuando está suelto.

Culebra. f. Funda de cuero en forma de tubo, que rodeada a la cintura sirve para llevar monedas.

«Compró una culebra que llenó de onzas» (FACUNDO, Gentes, tom. I, cap. 3).

CULEBRA DE AGUA. f. Manga, bomba, trompa de agua. Hoy se le llama también tromba (del fr. trombe), voz que no se halla en el Diccionario; y por lo común CULEBRA, sencillamente.

«He descrito también en esta Miscelánea algunos grandes meteoros, como la tempestad y las culebras de agua, según el aspecto que presentan en algunas comarcas de la República» (L. DE LA ROSA, Misc. de art. descrip., introd. p. 1). «Quién se persignó devotamente, creyendo que había aparecido en el cielo una culebra de agua» (G. OBREGÓN, México viejo, p. 336).

Culebreo. m. Acción y efecto de culebrear; marcha ondulada e irregular, de una tropa, procesión, comitiva, etc.

«De allí el culebreo de la línea, que apenas podía moderar la constante trompeta del irritado pedagogo» (S. POLO, La Bola, cap. 1).

Culebrón. m. Nombre burlesco que se da a una pieza de teatro disparatada, particularmente si se ha buscado en ella el efecto por medio de incidentes estrepitosos y escenas truculentas. El Gran Cerco de Viena era un CULEBRÓN.

«¿Esperpento es lo mismo que culebrón? -Sí, señor. -¿Y culebrón y esperpento quiere decir... -Una comedia mala» (FACUNDO, Isolina, tom. I, cap. 7).

Culeca. adj. f. Corrupción o metátesis de clueca; muy usado.

«Sabe cuando está culeca la gallina» (PENSADOR, Quijotita, cap. 13).

Bogotá. CUERVO, § 672, quien asegura que es usado también en Aragón. Ecuador. CEVALLOS, p. 52. Cuba. PICHARDO, p. 116. Guatemala. BATRES, p. 194.

Culera. f. Tumor canceroso o espundia que se forma en el espinazo de las caballerías por habérseles asentado la silla o albarda. Es bastante común y de mala cura.

«El día 9 del presente Noviembre se perdió un macho prieto con una culera en el lomo» (Diario de México, tom. I, p. 204).

Cultivador. m. Instrumento de agricultura muy usado ahora para quitar yerbas y remover la tierra. Hácense de diversas formas, y su principal objeto es excusar trabajo manual, sustituyéndole con el de bestias.

Cumplidura. f. ant. Complidura: calidad o medida conveniente o correspondiente.

«Y el remedio que para las dichas enfermedades tienen es una raíz, de un palmo de cumplidura, y no le saben el nombre» (Descr. de Amula, 1579, MS.).

Cuotidiano, na. «Es forma tan buena y correcta como cotidiano: aquella no consta en el Diccionario en su lugar alfabético; pero sí se la encuentra en la definición de pitanza» (RIVODÓ, p. 140).

Salvá considera anticuado a cuotidiano. Todavía se usa, y le preferimos como más conforme a la etimología. Ortúzar dice que «tiende á revivir».

Cuotizar. a. En lenguaje fiscal, señalar a cada contribuyente la cuota, cupo o parte de un impuesto directo que le corresponde pagar.

2. Hacer lo mismo con las personas que se juntan para organizar una diversión y costear los gastos. Úsase entonces como pronominal. Se CUOTIZARON.

V. MATANCERO.

Cupo. m. Cabida. Estos barriles son de más CUPO que los otros.

Cura de Jalatlaco. Personaje proverbial, que es el tipo del que se aflige y acongoja por cuidados ajenos que nada le importan. En dos Estados de la República hay pueblo llamado Jalatlaco, y el nombre parece haberse elegido adrede, por el equívoco a que se presta, como compuesto de jala, del verbo jalar, que en estilo familiar significa coger, estirar, sacar; y de tlaco, moneda antigua de cobre; como quien dice, codicioso, aficionado al dinero.

«Mi buen tío era el cura de Jalatlaco que habéis oído nombrar varias ocasiones en este reino. Se apuraba por lo que no debía, y aun los cuidados más ajenos lo tenían macilento y   —137→   estenuado» (PENSADOR, Catrín, cap. 2, página 186).


«Esos cuidados
Le dieron muerte al cura
De Jalatlaco».


(Don Simplicio, nov. 21, 1846)                


POR MÍ Y EL CURA TODA LA CUENTA ES UNA, expr. fam. que equivale a «nada tengo que ver con eso, nada me importa».

«Sigan su diversión y derrenguen mulas, que por mí y el cura toda la cuenta es una» (Astucia, tom. I, cap. 13, p. 267).

Cursiento, ta. adj. voz baja. Que padece despeño o diarrea.

«Con tan bonito método lograron verme dentro de pocos meses cursiento, barrigón y descolorido» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 1, p. 9).

Cursilería. f. Hecho o dicho de cursi.

«Las cursilerías y el furor bélico de la de Jurado daban al muchacho mucho que hacer y que reír...» (DELGADO, La Calandria, XXXII).

Curtido, da. adj. Sonrojado, encogido, avergonzado.

«Me quedé yo solo y curtido entre los frailes, y como suele decirse, rabo entre piernas y como perro en barrio ajeno» (PENSADOR, Periquillo, tom. I, cap. 11, p. 138). «Lencho estaba uno ó dos días muy curtido hojeando el libro» (Astucia, tom. I, cap. 1, p. 8). «Volver á la casa como perro mojado, curtido y avergonzado» (Id., p. 20). «Con permiso de Vds., respondió aquel hombre, muy curtido» (Id., tom. I, cap. 9, p. 166). «Señor, le contesté muy curtido» (Id., tom. I, cap. 13, p. 269). «Adiós, Palma, le respondió muy curtido» (Id., tom. I, cap. 14, página 306). «Yo, respondió el nombrado, presentándose muy curtido» (Id., tom. II, cap. 4, p. 107).

Se le halla también en acepción casi opuesta, que se relaciona con la 3.ª de Curtir, pues se aplica al muchacho que a fuerza de castigos ha llegado a perder la vergüenza, y por eso se extravía.

«La experiencia diaria enseña que el muchacho muy regañado y muy golpeado, lejos de aprovechar lo que se quiere, por lo ordinario sale flojo y sinvergüenza y abandonado: al principio teme mucho y se atolondra, después teme menos y se descuida de propósito, y últimamente no teme nada, odia á sus verdugos, y se hace el ánimo de no complacerlos en cosa alguna porque ellos se lo mandan, y esto lo lleva á efecto á costa de su pellejo, mientras está en estado de sufrir, que en llegando á criar alas, levanta el vuelo, se substrae al dominio de los que así lo han tratado, se entrega á rienda suelta á sus pasiones, y se pierde sin remedio. Á estos muchachos conocen todos con el nombre de curtidos. ¿No es verdad? ¿No conoces á algunos de los que se dice: ya éste no le hace caso á los azotes, ya está curtido (PENSADOR, Quijotita, cap. 2). «Y como muchacho curtido, que le va repugnando ir á la escuela, así llego á mi casa» (Astucia, tomo I, cap. 15, p. 329).


«Al tísico esposo Curtido le tiene».


(G. PRIETO, Poes. fest., «Letrilla», p. 75)                


Custodiato. m. Oficio del custodio, y tiempo que dura.

«Después de la muerte de este venerable siervo de Dios, el venerable Fr. Jacobo de Testera, su sucesor en el custodiato del Santo Evangelio de México, gobernó con menos contradicción» (BEAUMONT, Crón. de la Prov. de Mich., pte. I, lib. 1, cap. 27).

Cutó. (Del fr. couteau). m. Especie de sable corto y curvo que solían usar, pendiente de dos cadenillas, los oficiales de marina, y los caballeros que asistían de uniforme a bailes o a otras concurrencias. Alcancé todavía a oír el nombre en boca de algunos ancianos: hoy ha desaparecido. Terreros, por su propensión a generalizar las definiciones, le hace sinónimo de sable; y en el artículo de éste, dice: «Algunos suelen, sin necesidad y con afectación, decir couteau, pronunciando cutó».

«Ninguna persona [...] pueda [...] cargar armas blancas cortas, como son puñales, terciados, cutoes, bayonetas, xiferos, rejones, velduques, mojarras, almaradas...» (Bando del Virrey Bucareli, 14 de abril de 1773, apud BELEÑA, Autos Acordados, tom. II, p. 59). «Quien supiere de un terciado ó cutó con guarnición de plata, y vaina con brocal y contera de lo mismo...» (Diario de México, tom. I, p. 84). «Esta conmoción y gritos que todos daban hizo que saliese del interior un compañero mío armado de un cutó» (Id., p. 142). «Pérdidas. Un cutó con puño de ágata» (Id., tom. IV, p. 414). «Un cutó con puño torneado blanco» (Id., p. 462).

Cuzca. f. Ramera descocada y provocadora.

«Esta es una cuzquilla conocida y común, hija del difunto maestro Simón, que tenía su barbería ó rapaduría en la plaza del Volador» (PENSADOR, Catrín, cap. 2, p. 218). «Era no menos que marido de la cuzca que llevó mi   —138→   amigo» (ID., ib., cap. 10, p. 235). «¿No te basta ser una cuzca disoluta, sino que quieres echar la culpa de tus liviandades y picardías á un hombre tan virtuoso y tan honrado?» (ID., Quijotita, cap. 10). «Buscar las cuzquillas, hallarlas, y persuadirlas á que viniesen [...] fué obra de un momento» (ID., Periquillo, tomo IV, cap. 7, p. 100). «Las cuzcas malditas los habían dejado incodiciables» (ID., ib., tom. IV, cap. 8, pág. 103). «¡Malditas sean esas cuzcas que son la ruina de más de cuatro jóvenes incautos! -Estuvo en la casa de una cuzca largo rato» (Astucia, tom. II, cap. 1, p. 46). «¡Pobre cuzca! la he de hacer expiar su crimen». «Cuanto se proponía hacer para castigar á esa maldita cuzca» (Id., p. 47). «Antes de irse del pueblo estuvo en la casa de una cuzca. -¿Quién te parece que haya sido esa cuzca que ha hechizado á Alejo?» (Id., p. 48). «Con falsas caricias, mentidos halagos, y todas las alimañas de una cuzca prostituida» (Id., tom. II, cap. 2, p. 57). «¡Tener yo que ocultar á esa maldita cuzca (Id., tomo II, cap. 6, p. 174). «Mal rayo la parta por cuzca, y á mí por tonto» (Id., p. 181).

Cuzco. m. Laminero, goloso; que gulusmea. Perro CUZCO, perro alcucero.

2. Entremetido, amigo de averiguarlo todo.

Cuzquear. (De cuzca). n. Andar la mujer perdida provocando a los que encuentra.

2. (De cuzco). n. Gulusmear; andar mirando todo con excesiva curiosidad. Poco usado.

«Lo restante del día, que lo pasamos en visitas y andar calles, me anduve yo cuzqueando y rascando» (PENSADOR, Periquillo, tom. II, cap. 3, p. 41).