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ArribaAbajo V. Yacimientos del complejo eneolítico-bronce en los alrededores del hallazgo

Aunque en el tesoro que acabamos de presentar existen piezas que parecen inacabadas, la apreciación se basa únicamente en la comparación con otras más perfectas del mismo lote. No existe en realidad ningún objeto en evidente período de fabricación ni hay en todo el conjunto materiales que puedan ser considerados como simple materia prima. Solamente los collarines o virolas pudieran ser tomados como piezas amortizadas, aunque es más probable que se trate de piezas apresuradamente extraídas del conjunto de que formaban parte, construido quizá con materiales más pobres que interesaba menos conservar. Así parecen indicarlo sus roturas uniformes y seguramente intencionadas.

Abona, sin embargo, la presunción de que pudiera tratarse de materiales de un orfebre la fabricación en serie de los frascos, cuencos y brazaletes, la presencia de uno de éstos exento de calados y la conservación en muchos de ellos de las rebabas producidas al perforarlos. Por otra parte, el tesoro se halla en relación con el tesorillo del Cabezo Redondo de que luego se hablará, y en éste sí que existen piezas amortizadas y hasta un lingote en proceso de utilización.

Bien se trate de mercancía de orfebre, bien del tesoro de un gran jerarca, robado o escondido, lo cierto es que nos hallamos ante una típica ocultación efectuada en lugar recóndito y tan seguro que no lograron descubrirla ni los moriscos que edificaron sus albergues o corralizas a pocos metros, en la inmediata ladera, los cuales tuvieron que hollar muchas veces el lugar del escondrijo (Láms. IV y V y Fig. 3). Pensamos en el tiempo que hubiera permanecido todavía escondido si el ritmo actual de las edificaciones no hubiera obligado a buscar graveras en parajes tan apartados como incómodos.

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Pero si en las inmediaciones del hallazgo no hay vestigio alguno, excepción hecha de las ruinas medievales ya mencionadas, sí los hay en las proximidades y en un radio de cinco a seis kilómetros alrededor.

Prescindiendo, por no hacer al caso, de los yacimientos paleolíticos, neolíticos, romanos e hispano-moriscos, basta echar una ojeada al mapa de nuestra figura 1 para comprobar la densidad de estaciones de la Edad del Bronce, tomado el término en su más amplio sentido, existentes en la comarca, y su mayor profusión en los alrededores del punto en que el tesoro apareció. Nos referiremos brevemente a los más cercanos y a los que han suministrado objetos fabricados con metales nobles, reservando para una publicación de conjunto la relación pormenorizada de todos ellos.


ArribaAbajo 1. Cueva Negra

Se abre en la cabecera del Barranco Roch, al pie de la cima del Morrón. Unas catas de prueba nos proporcionaron fragmentos cerámicos lisos y una docena de conchas horadadas de «Marginella», idénticas a las aparecidas con tanta profusión en la «Cueva de las Lechuzas»10 y con menor abundancia en otra cueva de enterramiento de «El Puntal de los Carniceros», del que se hablará después.




ArribaAbajo 2. Los Pedruscales (Láms. I y II)

Es el yacimiento más próximo al lugar del hallazgo, y fue así bautizado por nosotros hace bastantes años, cuando todavía no conocíamos bien los topónimos de los alrededores. Hoy lo hubiéramos denominado del Barranco Roch o de la Casa del Panadero, edificada a sus pies, pero conservamos el que entonces le dimos por ser el que figura en todas nuestras referencias. Se halla a unos 350 m. aguas arriba de la rambla, y sólo conserva escasos restos de habitación en la extremidad del promontorio que le sirve de asiento y en su ladera septentrional, denunciados por tierras quemadas y fragmentos de vasijas, rojizas o negruzcas, algunas de superficie espatulada.




ArribaAbajo 3. Peñón de la Zorra (Láms. III, LV y LX)

En orden de proximidad le sigue este interesante poblado con fuertes murallas, viviendas escalonadas y una maciza construcción en su extremo N. Se halla situado en un contrafuerte de la sierra del Morrón, a unos 650 m. a Poniente de la Rambla del Panadero, y se llega a él después de atravesar otro espolón con ruinas medievales y fragmentos en superficie de cerámicas de la Edad del Bronce. Ha dado hasta el momento, en rebuscas superficiales o pequeñas catas de prueba, molinos de mano u hoces de sílex, percutores de piedras duras, espátulas y punzones de hueso, afiladores o brazaletes de arquero, un martillo de minero y abundante cerámica, de la que destacan fragmentos incisos de estilo campaniforme, con reticulados que recuerdan los de alguna pieza del tesoro (Láms. LX, 1 a 4).

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En una covacha al pie de los escarpes occidentales apareció un enterramiento individual cuyo ajuar consistía en fragmentos de un cuenco negruzco y espatulado, una punta de flecha de sílex con aletas incipientes, cuentas de calaíta en forma de oliva, un «dentalium» y un arete de plata con los extremos sueltos, de 15 mm. de diámetro, 1,5 mm. de espesor y 0,823 gramos de peso (Lám. LV, 5).

La cronología del yacimiento en la época del vaso campaniforme la corrobora otra interesante covacha de enterramiento de la vertiente oriental, con dos inhumaciones, que ha proporcionado un ajuar funerario compuesto por un magnífico puñal triangular de lengüeta, dos puntas de flecha lanceoladas con larga espiga, un collar de vértebras de pez, algunos fragmentos cerámicos lisos, negruzcos o rojizos, y otro arete de plata con los cabos sueltos que mide 15 de mm. de diámetro, 1 mm. de espesor y pesa 0,4686 gramos (Lám. LV, 7).




ArribaAbajo 4. El Puntal de los Carniceros

Por antonomasia, «El Puntal», se halla más al Occidente, a unos 2,5 kilómetros del lugar del escondrijo, y se accede a él después de atravesar un barranco en el que se halla emplazado el yacimiento musteriense de la «Cueva del Cochino»11.

En espléndida situación topográfica, «El Puntal» domina la entrada occidental del valle de Benejama y toda la llanura central. En su extremo S. existen unas canteras típicamente romanas, de las que se extrajeron enormes bloques que se desbastaban en la propia cantera, a juzgar por algunos a medio tallar que aún permanecen en las laderas. Son también visibles las ranuras cortadas en la roca para facilitar el desprendimiento de los bloques, y hemos hallado en superficie fragmentos de hierro pertenecientes a instrumentos de cantería y una punta de flecha, también de hierro, con incipiente tubo de enmangamiento.

El borde oriental de la meseta conserva los cimientos de una espesa muralla de más de 100 m. de longitud que se cierra al N. sobre una vaguada que separa el espolón del resto de la Sierra. Una cata junto a esta muralla N. nos ha proporcionado, en la capa más baja, abundantes fragmentos de cerámicas incisas cuyas formas van desde el cuenco al propio vaso campaniforme. Estos fragmentos ornados son también frecuentes en los hallazgos de superficie. En la Fig. 7, ofrecemos algunas muestras de estas cerámicas, y es de notar la semejanza temática entre la decoración del cuenco Núm. 1 y la del cuenco áureo Núm. 37 (Lám. XXVIII).

Abundan también en superficie raspadores, hojas de muesca, buriles, piezas microlíticas, hojas y lascas de sílex de buena talla y antigua tipología.

Una covacha al pie de los escarpes occidentales, en el extremo N., fue utilizada como osario colectivo de unos seis o siete individuos y ha proporcionado una punta de flecha romboidal, un trapecio y un cuchillo de pedernal tallado en placa lacustre, cuentas de calaíta y de otras materias, conchas de «cardium» y de «marginella» idénticas a las de la Cueva Negra y a las de la Cueva de las Lechuzas, cerámicas lisas y un pequeño

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Fig. 7

FIG. 7.- Cerámicas campaniformes de El Puntal de los Carniceros. (Dibujos SOLER.)

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arete de plata de unos 8 mm. de diámetro, con los extremos superpuestos y formado por alambre de 1 mm. de espesor. Pesa 0,2 gramos (lámina LV, 6).




ArribaAbajo 5. Las Peñicas

En la fronteriza sierra de la Villa, que cierra el valle por el S., hay otros dos yacimientos de la Edad del Bronce, el de «Las Peñicas» y el de «La Crehueta», ambos a 4 Km. del lugar del escondrijo.

En este punto, la línea que separa los términos de Villena, Biar y Cañada, cortando en dos la mencionada sierra, representa todavía la histórica frontera entre Castilla y Aragón, tantas veces señalada en los tratados medievales. La «villa» que da nombre a la sierra no es otra que la de Villena, elevada a la dignidad de Ciudad por Carlos I en 1525. Los dos yacimientos que acabamos de mencionar reflejan también en sus topónimos, castellano el uno y valenciano el otro, esta situación fronteriza.

Fig. 8

FIG. 8.- Brazalete de oro procedente de Las Peñicas,
fundido en 1925 (T. n.).

De «Las Peñicas» dimos ya una nota informativa en «Noticiario Arqueológico Hispánico»12 y es interesante señalar ahora la similitud de una de sus vasijas, que nuevamente reproducimos (Lám. XI, 2), con la que encerraba el tesoro, y la aparición en este yacimiento, hacia 1925, de un brazalete de oro macizo que fue comprado y fundido por el protésico dental don José García Esquembre, quien nos ha facilitado una reproducción en cobre que nos ha servido para el dibujo que presentamos en nuestra Fig. 8. Se trataba de un brazalete abierto, construido con alambre de 3 a 4 mm. de espesor, martillado y sin bruñir, con los extremos adelgazados a golpes. Pesaba algo más de 20 gramos y fue adquirido a   —32→   unos buscadores de tesoros por el precio de 75 pesetas. Procedía, al parecer, de un enterramiento que fue destrozado y del que todavía pudimos ver, muy posteriormente, fragmentos de los huesos esparcidos.




ArribaAbajo 6. La Crehueta

Su descubrimiento es muy reciente. Se halla emplazado en el cerro que sirve de apoyo a la población de La Cañada, sobre la carretera que la une con la villa de Biar. Hay vestigios de construcciones y abundante cerámica de la Edad del Bronce, toda lisa hasta el momento.




ArribaAbajo 7. Cabezo o Cerrico de la Escoba

Los seis yacimientos señalados hasta ahora se hallan todos en las montañas marginales del valle de Benejama. Fuera de este valle encontramos otras dos estaciones de la Edad del Bronce, ambas a la distancia de unos 5 Km. del punto de aparición del tesoro: el «Cabezo o Cerrico de la Escoba» y el de la «Casa del Molinico».

El primero de ellos es un importante castro fortificado en la vertiente occidental de la sierra del Morrón, asomado a la llanura central y casi a la entrada del valle de los Alhorines. Hay entre sus materiales muchas lascas, algunas flechas y abundantes hoces de sílex, hachas pulimentadas, placas de barro con orificios, punzones de hueso y de metal, adornos de concha y abundante cerámica, a la que no son extraños los bordes picados u ondulados, los cordones en relieve, lisos o adornados con digitaciones, los mamelones aislados o en serie, etc. En nuestra lámina LVI, números 5 al 10, presentamos la vajilla de una de sus viviendas incendiadas, en la que puede apreciarse la abundancia de vasos carenados similares en galbo a los cuencos áureos del tesoro.

En una vaguada al pie del cabezo, en su vertiente septentrional, pudimos explorar una sepultura en cueva artificial que contenía dos inhumaciones sucesivas carentes de ajuar, salvo el magnífico espiral de plata con colgante de oro que presentamos en la Lám. LV, Núms. 3 y 4. Mide el aro de plata unos 20 de mm. de diámetro y 2 mm. de espesor, y el colgante de oro, 11 mm. de altura por 16 mm. de diámetro en los bordes. Pesa en total 3,238 gramos.

Es éste uno de los enterramientos utilizados por el profesor TARRADELL en su ensayo de identificación de las necrópolis correspondientes a los poblados del Bronce valenciano13.




ArribaAbajo 8. Cabezo de la Casa del Molinico

Es un cerro alargado que se extiende junto a la carretera de Villena a Caudete, a poniente del espléndido yacimiento neolítico de la «Casa de Lara»14. En su ladera oriental y en las inmediaciones de la «Casa del Padre»15, emplazada junto a su extremo S., hay vestigios romanos y, en el extremo N., enterramientos de la Edad del Bronce, uno de ellos en cista, destruido hace algunos años. Durante una visita de prospección superficial, pudimos recoger todavía, con huesos humanos, una   —33→   cuenta de ora en tubito de chava arrollada, con siete líneas incisas, decoración corriente en las piezas del tesoro. Mide 6 mm. de longitud, 4,5 mm. de anchura y pesa 0,3576 gramos. Se reproduce, cinco veces aumentada, en nuestra Lám. LV, 116.




ArribaAbajo 9. Cabezo Redondo

A 6 Km. del lugar de aparición del tesoro, en estratégica posición central y a la salida del valle de Benejama, se halla el Cabezo Redondo, uno de los más importantes yacimientos de la Edad del Bronce peninsular (Fig. 1). Descubierto y explorada por nosotros hace varios años, fue objeto de dos campañas de excavación financiadas conjuntamente por el Servicio Nacional y por el Ayuntamiento de Villena, tan pronto como el profesor TARRADELL se hizo cargo de la Delegación de Zona. La detallada Memoria de estas excavaciones se halla en avanzado estado de elaboración, y ha tenido que ser pospuesta en diversas ocasiones al surgir otros hallazgos importantes, como el que motiva este trabajo y el del tesorillo de que nos ocupamos más adelante17.

Fig. 9

FIG. 9.- 1. Vasija utilizada para la ocultación del Tesoro
de Villena.- 2. Cuenco del Cabezo Redondo con adorno de
guirnaldas incisas. (Dibujos SOLER.)

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El Cabezo Redondo tiene una fisonomía particular dentro del complejo de la Edad del Bronce en la mitad oriental de la Península. No se trata de una de tantas aldeas esparcidas a centenares por todo el Levante español, sino una verdadera ciudad en la que claramente se perciben las notas distintivas de la capitalidad comarcal: posición central, considerable extensión, urbanismo desarrollado, densidad de población, intensas actividades agrícolas, ganaderas, metalúrgicas y textiles. Riqueza, en fin, perfectamente documentada por las excavaciones. Pero de todo ello no podemos extendernos aquí. Nos limitaremos tan sólo a destacar algunos de los aspectos más en relación con el objeto del presente trabajo.

Fig. 10

FIG. 10.- Cerámicas excisas del Cabezo Redondo. (Dibujos SOLER.)


ArribaAbajo A) Diversos hallazgos de oro y plata

En la breve noticia acerca de este yacimiento publicada en «Noticiario Arqueológico Hispánico»18 - 19, dábamos cuenta del hallazgo de un arete abierto y de un espiral de tres vueltas, ambos de oro, hallado el primero entre los materiales de una vivienda y el segundo junto al cráneo de un esqueleto casi totalmente destruido por los canteros. Ofrecemos hoy dos nuevas reproducciones a mayor escala de aquellas joyas, con las puntualizaciones siguientes: mide el primero unos 20 mm. de diámetro, es de sección cuadrangular, con los extremos adelgazados, y pesa 1,1145 gramos (Lám. XLVI, a). El espiral está formado por alambre de   —35→   sección cuadrangular también, roto por un extremo y terminado en aguda punta por el otro. El diámetro de las espiras es de unos 20 mm. y el peso de 3,3732 gramos (Lám. XLVII, 1, derecha).

Mencionábamos también en aquella nota un colgante de plata aparecido junto a un cráneo enmarcada por piedras que se hallaba en la capa superior de una fosa de enterramiento excavada en la baja ladera de la vertiente N. Es similar en su forma al colgante de oro del Cabezo de la Escoba, mide unos 17 mm. de diámetro por 10 mm. de anchura y pesa 0,9720 gramos (Lám. LV, 2).

Posteriormente se han producido otros hallazgos, todos en la vertiente oriental, que aumentan considerablemente el caudal de las joyas áureas proporcionadas por este singular y rico yacimiento.

En una de las covachas existentes al pie de los escarpes rocosos que bordean la cima por oriente, descubrimos tres enterramientos, uno de los cuales consistía en una pequeña cista formada por una losa caliza de 48 cm. de longitud, 18 de anchura y 5 de espesor, apoyada en la roca oblicua del techo y sostenida horizontalmente por sendos muretes de unos 20 cm. de altura. La boca se cerraba por medio de otra losa vertical. Yacía en su interior un esqueleto infantil que tenía como única ofrenda un colgante de oro caliciforme, formado por un tubito que se ensancha hacia uno de los extremos y va provisto en el otro de cuatro orificios. Mide 13 mm. de altura, 6 de diámetro y 13 de base, y pesa 0,751 gramos (Lám. L).

El más reciente de los hallazgos es el del «tesorillo» varias veces mencionado, al que vamos a dedicar un capítulo especial.




ArribaAbajo B) El Tesorillo del Cabezo Redondo

a) Historia del descubrimiento.- El día 1 de abril de 1963, nuestro buen amigo don José García Esquembre, protésico dental de quien nos hemos ocupado ya como fundidor inconsciente del brazalete aparecido en Las Peñicas, puso en nuestro conocimiento la noticia de que había sido ofrecido a un relojero de la localidad, llamado Francisco Marín, un lote de objetos de oro procedentes, al parecer, del Cabezo Redondo. El relojero nos confirmó la noticia e, indirectamente, la procedencia del lote, al describirnos uno de los objetos como un cono o pequeño embudo con orificio de suspensión, similar, sin duda, al que acabamos de describir procedente de la cista de enterramiento.

De acuerdo con el Ilmo. Sr. D. Ramón Escoto, Juez de Primera Instancia e Instrucción, y con D. Luis García Cervera, alcalde de la ciudad, comenzamos al día siguiente, 2 de abril, unas gestiones personales y directas con los trabajadores que explotaban las canteras de yeso del cabezo al servicio de su propietario, don Ginés García Román. A las pocas horas, habíamos logrado recuperar gran parte del lote, incluidos dos brazaletes, que el joyero don Miguel Esquembre había adquirido ya a uno de dichos trabajadores, llamado Agustín Ugeda García. Dos días después, otro de los canteros, llamado Joaquín Maruenda Amorós, el mismo que ofreció las piezas al relojero señor Marín, nos hizo entrega de la cuenta globular que figura en el Inventario con el Núm. 24. El mayor número de objetos se hallaba, no obstante, en poder del capataz

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Fig. 11

FIG. 11.- CABEZO REDONDO.- 1. Fragmento con decoración incisa y excisa.- 2. Decoración
de un disco de hueso o marfil.- 3. Vaciado que se obtiene con un molde
de fundición.- 4. Vasija carenada con decoración incisa.- 5. Fragmento de vasija
de base plana. (Dibujos SOLER.)

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Juan Navarro Martínez, quien compareció en el Ayuntamiento a las catorce horas de dicho día 2 de abril para efectuar la entrega de los objetos que poseía.

Los informes de todos los obreros coincidieron en señalar la aparición del lote en el extremo N. de una antigua cantera que penetra profundamente desde el S. en la vertiente oriental. Las primeras piezas se hallaron al vaciar en la cantera la costra terrosa de la superficie, operación que se practica para dejar al descubierto la roca de yesos antes de desgajarla por medio de barrenos. El capataz Navarro nos indicó que había encontrado algunas de las piezas colgadas en las irregularidades de la roca por donde resbalaban las tierras hacia el fondo y muchas otras, ya en el piso de la cantera, en un estrecho pasillo que se formaba entre un gran bloque desprendido y la pared frontal.

El día 11 de abril, en compañía de Enrique Domenech Albero, nuestro entusiasta colaborador de siempre, de su sobrino Pedro Domenech y del joven Rafael Requena Bonastre, efectuamos una exploración por el lugar del hallazgo. La rebusca en la costra de tierras que todavía no había sido removida en lo alto de la cantera fue totalmente infructuosa, pero el tamizado de las tierras del fondo, especialmente de las que se hallaban entre el bloque y la pared, nos proporcionó los dos anillos, el espiral y el fragmento de cintilla señalados en el Inventario con los Núms. 32 al 35, aparte de algunos fragmentos cerámicos de los que tanto abundan por toda la extensión del yacimiento y que probablemente ninguna relación directa guardaban con las joyas.

La costra de tierras de esta zona de la ladera es de poca potencia sólo de 20 a 30 cm. en los puntos explorados, por lo que no es presumible la existencia de viviendas en este sector. Pero sí las hubo algo más al S. y fueron implacablemente aniquiladas por los barrenos de los canteros, como lo fueron también muchas de las excavadas por nosotros en la vertiente occidental. En la Lám. LXI, presentamos el conjunto cerámico de una de estas viviendas, próxima al lugar de aparición del «tesorillo» y que tuvimos que recoger apresuradamente ante el temor de que pudiera ser volada, como en efecto lo fue a los pocos días.

Causa extrañeza la situación de las joyas en estrato tan superficial, y sin protección alguna, a no ser que estuvieran depositadas en alguna oquedad que hoy no puede observarse. Si se trataba de alguna ocultación, como parece lo más probable, cualquier pequeña cavidad hubiera servido para el caso, dado el escaso volumen que ocupa la totalidad de los objetos recogidos. Los obreros aseguraron que las joyas no se hallaban en el interior de ningún recipiente.

Hemos de añadir que el propietario del cerro, don Ginés García Román, hizo cribar a sus obreros todas las tierras que quedaban en el fondo de la cantera, encontrando en estas rebuscas otros cuatro anillos y uno de los conos, de los cual es nos hizo entrega el día 3 de junio de 1963. Son los señalados con los Núms. 27 al 31. Porteriormente, nos comunicó el extravío de un pequeño fragmento de alambre de oro.

b) Las joyas.- Se compone este precioso lote (Lám. XLIV) de treinta

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Fig. 12

FIG. 12.- Cerámicas puntilladas e incisas del Cabezo Redondo. (Dibujos SOLER.)

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y cinco piezas de oro, cuyo peso total es de 147,0831 gramos, y se distribuye del siguiente modo:

1 diadema.

3 brazaletes.

3 espirales.

13 anillos.

10 colgantes cónicos.

2 cintillas.

1 cuenta de collar.

1 fragmento ornado con púas.

1 lingote.

El propietario del cerro extravió, como hemos dicho, un trozo de alambre que no pudimos examinar. El número con que se estudia cada pieza es el asignado en el Inventario que figura como Apéndice Núm. 2.

1. Diadema (Láms. XLIV y XLV)

Consiste en una lámina de oro batido de 550 mm. de longitud, 12 milímetros de anchura y un espesor que oscila entre 0,15 y 0,385 mm. Pulida solamente en una de las superficies, tiene los extremos recortados en redondo y provistos de sendos orificios. Pesa 15,1308.

2. Brazaletes (Lám. LII)

Los tres ejemplares están abiertos y construidos con una lámina de bordes curvados, lo que da a todos ellos una sección de media caña. Todos presentan los extremos redondeados y sólo el Núm. 5 ha sido ornado con series de 12 y 13 líneas paralelas finamente incisas en cada extremo con instrumento cortante. De dimensiones similares los tres (6,5 a 7 de cm. de diámetro máximo), sus pesos oscilan entre 14,6 y 29,3 gramos.

3. Espirales (Láms. XLVI y XLVII)

Existe un solo ejemplar de dos vueltas y media, formado por un trozo de alambre con los extremos aguzados (Lám. XLVII, 1, izquierda). Los otros dos son simples aretes con los cabos sueltos. El Núm. 6 (lámina XLVI), formado también por alambre de oro, tiene los extremos cortados en bisel y toscamente remachados. El número 7, mejor acabado, está construido con una tira de sección cuadrangular o plano-convexa y presenta los extremos redondeados y aplanados (Lám. XLVI).

4. Anillos (Láms. XLVI y LIII)

Atendiendo a la técnica de su fabricación, podemos dividir los trece ejemplares del lote del modo siguiente:

a) Lisos.

b) Repujados.

c) Moldurados.

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1.- De molduras sencillas.

2.- De molduras picadas.

a) Anillos lisos (Lám. XLVI).- Son dos los ejemplares de este tipo (números 8 y 27), que sólo se diferencian de los espirales simples en hallarse totalmente cerrados. Ambos están formados por una tira de sección plano-convexa o cuadrangular, y es más regular o perfecto el Núm. 8.

b) Anillos repujados (Lám. LIII, Núm. 11).- Existe un solo ejemplar de esta clase, que es el señalado con el Núm. 11. Consiste en una lámina recorrida en toda su extensión por una moldura central levantada desde el interior y picada con rayitas verticales ligeramente rehundidas. Por flexión de los bordes, se produce un suave acanalado a ambos lados de la moldura central.

Fig.13

FIG. 13.- Cerámicas incisas del Cabezo Redondo, ladera oriental. (Dibujos SOLER.)

C) Anillos moldurados (Lám. LIII)

1. De molduras sencillas (Núms. 9, 10, 29 y 34). Son cuatro los ejemplares adornados con la ondulación resultante de surcar la superficie externa por incisiones longitudinales. La cara interna queda lisa en dos de ellos, quizá por alisamiento posterior, o levemente ondulada también,   —41→   por los negativos de las líneas incisas, en los otros dos. Dos de los ejemplares (Núms. 9 y 34), que sólo se diferencian en el tamaño, llevan tres molduras y en ambos es un poco más alta la central, circunstancia que los aproxima a los brazaletes de sección almenada del tesoro mayor. En el Núm. 29, de cuatro molduras, su perfil es ligeramente troncocónico, y en el Núm. 10, de cinco molduras, abarrilado por ligero aumento de espesor desde los bordes al centro.

2. De molduras picadas (Núms. 12, 13, 14, 28, 30 y 35).- De los seis ejemplares de esta serie, los Núms. 12 y 28 van adornados con tres molduras; el Núm. 13, con cuatro, y los Núms. 14, 30 y 35, con cinco molduras. Todos presentan en la cara interna surcos longitudinales que se corresponden con los relieves externos, al igual que los brazaletes moldurados del gran tesoro, de los cuales podrían ser considerados réplicas en miniatura.

En el Núm. 12, la moldura central va picada con incisiones oblicuas, que le dan un aspecto funicular. También es más alta esta moldura que las dos externas, como en los Núms. 9 y 34.

Fig. 14

FIG. 14.- Cerámicas puntilladas e incisas del Cabezo Redondo. (Dibujos SOLER.)

El Núm. 28 lleva la moldura central picada a golpes verticales de pequeño cincel que producen incisiones en V y determinan pequeños relieves troncopiramidales, germen posible de puntas diminutas.

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En el Núm. 13, de cuatro molduras, son las dos interiores las que se pican a golpes verticales, y en el Núm. 14, de cinco molduras, quedan sin picar la central y las externas y se adornan las intermedias.

Una variante de este último son los Núms. 30 y 35. En el primero, las incisiones son oblicuas y de opuesta dirección en cada una de las molduras. En el segundo, los picados son también oblicuos pero practicados de derecha a izquierda en ambas.

5. Colgantes cónicos (Láms. XLVIII, XLIX y L)

Aparecieron diez piezas de este tipo, divididas en dos series por mitad. Se trata en realidad de troncos de cono con paredes cóncavas, o más bien de tubitos cilíndricos que se ensanchan por un extremo a modo de trompetilla. Todos ellos van ornados con una fila de puntos en relieve alrededor de la base. En una de las series (Núms. 15 al 18 y 31, Lám. XLVIII), la altura de los conos es de unos 17 mm., el diámetro de la base, de 21 mm. y el peso medio, de 1,3 g. Sus cinco ejemplares van provistos de dos orificios en posición diametral cerca del extremo, con las rebabas cuidadosamente levantadas en pequeño cerco alrededor de los agujeros. Los otros cinco (Núms. 19 al 23, Lám. XLIX), miden tan sólo 13 mm. de altura y 19,5 mm. de diámetro medio en las bases, y su peso medio es de 0,83 g. Todos llevan un solo orificio perforado desde el exterior.

Es de notar en los de esta última serie que los Núms. 20-21 y 22-23 se recogieron apareados, es decir, con el tubo de uno incrustado en la boca del otro. No creemos que fuera éste el modo de usarlos, pues en tal caso sería innecesario el orificio de suspensión. Es probable que el orfebre los guardara así para evitar deformaciones. Que se usaban aislados parece demostrarlo el ejemplar hallado por nosotros en la cista de enterramiento.

6. Piezas diversas

Agrupamos en este epígrafe los cinco objetos siguientes:

a) Cintillas (Núms. 2 y 32, Lám. XLV).- Hay dos fragmentos, uno de ellos partido en dos trozos (Núm. 32), de fina laminilla de 0,1 mm. de espesor y 4 mm. de anchura. Utilizadas posiblemente como piezas de aplicación en telas o cueros, sólo llevan pulida, como la diadema, una de las superficies.

b) Cuenta de collar (Núm. 24, Lám. XLV).- Es de forma globular algo aplanada, con perforación cilíndrica. Su diámetro máximo es de 3 mm. y su peso de 0,214 g. Es muy probable que los canteros dejaran escapar, por inobservancia, muchos otros ejemplares semejantes.

c) Fragmento ornado con púas (Núm. 25, Lám. LIV, 1 y 2).- Consiste en una placa doblada sobre sí misma y ornada con una moldura paralela al borde y una fila de 15 púas, de 2,5 mm. de altura, que tienen las superficies afacetadas. Presenta biselado por corte el borde que se unía al resto de la pieza. Su peso es de 11,5 g.

d) Lingote (Núm. 26, Lám. LIV, 3 al 6).- Es un fragmento de barra cilíndrica curvada, de unos 12 mm. de diámetro por 8 de longitud, de   —43→   la cual se desprendían los trozos necesarios a golpes de cincel, cuyas huellas se observan en los bordes y dejaron negativos cóncavos en las superficies de desprendimiento. Su peso es de 16,7444 g.